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viernes, 10 de junio de 2011

Capítulo 8


Miley no había sabido nada de William. Decidida a descubrir la razón por la que seguía interponiéndose en su vida y, con la esperanza de convencerle para que no les acompañara a la cacería, había enviado una nota al hotel William Penn donde se alojaba. Le había pedido que se encontraran pero, al no recibir respuesta, se preguntó si quizás habría abandonado la ciudad.

Miley esperaba que así fuera.

El viernes por la mañana, mientras esperaba la llegada del carruaje de Richard, rezaba para que William hubiera cambiado de opinión y no se volvieran a ver ni entonces ni en el futuro.

Tía Fiona había rechazado la invitación al viaje, pero la asistencia de varias mujeres hacía innecesaria la presencia de una carabina, y Taylor la acompañaría como su doncella aunque, en realidad, lo hacía para brindarle apoyo; dado que Miley no tenía amistad con las otras mujeres y que apenas conocía a Richard, era bueno que contase con una amiga a su lado.

Finalmente llegó el carruaje de Richard que les llevaría hasta la casa campestre de Jacob Wentz, a unos treinta kilómetros de distancia. Era un viaje de tres horas en las que Miley esperaba tener la oportunidad de charlar un poco con su prometido.

Desafortunadamente, una vez que estuvieron en la carretera, Richard se durmió durante casi todo el camino.

Llegaron a la casa a primeras horas de la tarde, un gran edificio de piedra rodeado de acres de verdes campos y terrenos poblados de densos bosques.

Miley: Es adorable -dijo, mirando el paisaje que le recordaba un poco a su hogar por la ventanilla del carruaje-.

Richard sonrió desde el asiento contiguo.

Richard: Tendremos que pensar en comprarnos una casa como ésta. ¿Te gusta la idea, querida?

Miley volvió la cabeza hacia él.

Miley: Siempre me ha gustado el campo.

Richard: Y sería bueno para los niños, también -observó-.

Miley: Sí, creo que podría serlo.

Lo que fuera con tal de alejarlos de una abuela que les consentía todo. A lo mejor tendrían la oportunidad de ser una familia después de todo, la familia que Miley nunca pensó que llegaría a tener.

Se sintió más animada. Entraron en la casa, un gran edificio de techos bajos con vigas en las salas principales y chimeneas de yeso tan anchos que podía caminar por ellos. Los suelos de madera estaban cubiertos por alfombras de ganchillo, y todas las habitaciones de los invitados tenían una preciosa cama con dosel. Al subir al piso de arriba, halló a Taylor tirando de una pequeña cama con ruedas disimulada debajo de la cama de la habitación que las dos compartirían.

Miley: Es muy bonita.

Taylor sonrió mientras echaba un vistazo a la habitación. Al acercarse a la ventana abierta, la brisa alborotó algunos rizos sueltos, ahuecándolos alrededor de su rostro.

Taylor: Hay una vista maravillosa del jardín y de las colinas que rodean el valle.

Miley se acercó para verlas. En cambio, mientras observaba el paisaje, su mirada se posó en el jinete que cabalgaba por el sendero, montado en un caballo gris y delgado. No veía su cara pero sabía quien era, había reconocido lo seguro de sí mismo que iba sobre su montura, los hombros anchos y rectos.

Miley: William está aquí -dijo suavemente, despertando el interés de Taylor-.

Taylor: ¿El hombre del caballo gris?

Tragó saliva.

Miley: Sí.

Aunque Miley le había hablado mucho de él, Taylor no había visto nunca a William. Al acercarse más, su rostro se fue haciendo parcialmente visible.

Taylor: Oh ¡caramba...!

Miley: Exactamente -replicó-.

No había mujer que no se impresionara al ver a William. Aparte de su pelo rubio y de su impresionante físico de hombros anchos, tenía algo especial: la manera de moverse, la manera de mirar a una mujer, de dedicarle toda su atención como si fuera la única hembra presente en la habitación. Miley lo siguió con la vista por el sendero hasta que desapareció detrás del elevado seto que rodeaba el jardín y cabalgó hasta la entrada de la casa.

Taylor: Bueno, aquí está -dijo, con sentido práctico-. No le queda más remedio que aceptar el hecho. -Se alejó de la ventana y una brillante sonrisa iluminó su rostro-. Mire el lado bueno: quería hablar con él y descubrir sus intenciones, sean las que sean. Tal vez ahora tenga la oportunidad.

Miley apartó la mirada de la ventana.

Miley: Supongo que tienes razón. Hasta ahora se ha comportado como un caballero. Dado que mi presencia no parece afectarlo en absoluto, me comportaré de la misma manera.

De todas maneras, hubiera preferido que no hubiera aparecido, que hubiera dado media vuelta y hubiera regresado a Inglaterra que era donde pertenecía.

Había caído la tarde. Miley paseaba por los senderos del jardín, sin rumbo fijo ni prisa por volver a la casa cuando vio que el duque venía hacia ella dando grandes zancadas, con una expresión decidida en el rostro, que le acentuaba el hoyuelo de la barbilla y daba a sus ojos una tonalidad más oscura de azul. El corazón le dio un vuelco y empezó a latir de manera irregular.

Will: Te pido disculpas -dijo, deteniéndose en el sendero justo delante de ella-. Me temo que no he leído tu nota hasta bien entrada la noche. Según parece, el portero la depositó en el casillero equivocado.

Miley: Pensaba que, tal vez, habías abandonado la ciudad por asuntos de negocios.

La sonrisa de William se suavizó, elevando los contornos de su boca, carnosa y sensual. Era la clase de sonrisa que Miley no había vuelto a ver desde antes de aquella espantosa noche, cinco años antes, y que le causó nerviosismo.

Will: Es posible que tenga que resolver algún asunto mientras estoy aquí, pero no es ésa la razón por la que he venido. La razón que me ha traído aquí, Mile, eres tú.

El uso de su nombre abreviado, pronunciado con esa voz grave y áspera mezclada con un tono de afecto, la hizo temblar.

Miley: Si soy la razón por la que has venido, no necesitas quedarte. Has hecho lo que venías a hacer. Has aclarado las cosas, que es más que lo que la mayoría de los hombres habría hecho. Regresa a casa, William, no quiero que estés aquí y estoy segura de que entiendes el porqué.

La sonrisa desapareció del rostro de William.

Will: Quiero que seas feliz, Miley, te lo debo. Cuando esté seguro de que lo serás, te prometo que me iré; hasta entonces, no pienso marcharme.

Su mal humor fue lentamente en aumento.

Miley: No me debes nada. Voy a casarme con Richard Clemens, no necesito tu aprobación ni me importa lo que pienses. ¡Déjame en paz, William! Déjame seguir con mi vida.

Intentó marcharse pero William la detuvo, agarrándola del brazo.

Will: Es la segunda vez que te lo pregunto, ¿lo quieres?

Ella levantó la barbilla.

Miley: No es asunto tuyo.

Will: He decidido que lo sea: ¿lo quieres?

Librándose de su apretón, ignoró la furiosa mirada que transformaba su rostro, y empezó a caminar llena de ira.

Se casaría con Richard Clemens. Había tomado la decisión y lo que William opinase no tenía importancia; sus pensamientos debían concentrarse en Richard, y no en William.

Sin embargo, mientras abandonaba el jardín aún podía ver su alta figura con el pensamiento, sentir los ojos azules traspasándola. Recordaba la mirada delicada que había captado en sus ojos en el instante en el que se había dado la vuelta, y le costó trabajo concentrar sus pensamientos en Richard.


A la mañana siguiente, William se unió a la partida de caza, montando a caballo, cabalgando un excepcional ejemplar, un animal de color gris que había alquilado en la ciudad y que pertenecía al propietario de un establo. El caballo, castrado y bien entrenado, bien valía el dinero extra que había pagado por él, pensaba mientras trotaba por los campos abiertos.

El paisaje era precioso. Ondulantes colinas entrecruzadas con bajos muros de piedra se intercalaban con colinas cubiertas de árboles, divididas a su vez en dos por riachuelos aislados de aguas rizadas y prados, con bordes salpicados de margaritas blancas y amarillas, que se extendían a través del paisaje que se descubría ante sus ojos.

Llegaron a su destino y desmontaron, dejando a los caballos pastar en la abundante hierba que brotaba entre las piernas de los jinetes. Cinco hombres formaban la partida de caza: Richard Clemens, Jacob Wentz, un poderoso comerciante de nombre Emer Seaver, el juez Luke Bookman y William, a los que acompañaba una tropa de sabuesos de pelo rojizo y manchitas azules, traídos para cazar perdices y codornices.

Mientras los perros se dispersaban en abanico seguidos por el joven que los cuidaba, Richard Clemens caminó junto a William por los campos con un rifle de cañón largo y empuñadura de plata en una mano.

Will: Bonita pieza -comentó con el arma que Richard le había prestado apoyada cómodamente en la parte interior del codo-.

Richard: Perteneció a mi padre -dijo con orgullo-. Es de fabricación inglesa, excepcionalmente bien diseñado.

Richard ofreció su rifle al duque para que lo examinara más detenidamente. Deteniéndose un momento, William apoyó el suyo contra el tronco de un árbol y aceptó el arma que Richard le ofrecía. Apoyó la pieza en su hombro, apuntó al suelo y le dio la vuelta para mirar las iniciales del fabricante.

Will: Peter Wells. Conozco al armero. Wells sigue fabricando armas excelentes.

Clemens sonrió complacido y dijo:

Richard: Mi padre siempre estuvo orgulloso de este rifle.

Will: Tenía razones para estarlo.

Siguieron hablando, construyendo una especie de amistad, aunque William no acababa de fiarse de ese hombre, sin estar seguro del motivo.

Richard: Dígame ¿qué opina de nuestro país hasta ahora? ¿Ha tenido la oportunidad de conocer a alguien interesante?

Will: Por supuesto, ha sido un placer conocerlo a usted y a sus amigos. -Lo miró a los ojos-. ¿Está hablando de mujeres?

Richard se encogió de hombros.

Richard: Lleva aquí algunas semanas. Un hombre tiene ciertas necesidades; si usted quiere, creo que yo podría serle de ayuda en ese tema.

Will: Ya veo. Me está proponiendo una noche de placer -dedujo-.

Richard: Conozco un lugar en la ciudad al que voy de vez en cuando. Creo que lo encontraría entretenido.

Will: ¿Vendría conmigo?

Richard sonrió.

Richard: Tengo allí una amiga..., una damisela con un gran talento natural, a la que he llegado a conocer bastante bien.

Will: Se casará en menos de dos semanas -avisó-.

Richard sonrió.

Richard: El matrimonio no es precisamente un impedimento para que un hombre disfrute de ciertos placeres; e imagino que las cosas no serán muy diferentes en su país.

William tuvo que darle la razón. De hecho, si se hubiera casado con Melissa, es probable que hubiera buscado la compañía de otras mujeres.

Will: Muchos hombres tienen amantes o hacen visitas ocasionales a los burdeles como el que ha mencionado. -Pero habría sido diferente si se hubiera casado con Miley, y la idea de que su marido planeaba llevar una doble vida le revolvió el estómago-. Su joven prometida parece una mujer encantadora; es posible que tenga suficiente con sus atenciones.

Richard lanzó una carcajada.

Richard: Tengo muchas ganas de estrenar la cama matrimonial, pero tener una fábrica en Easton me obliga a ausentarme bastante de la ciudad, motivo por el cual tengo una amante allí a la que no tengo intención de renunciar. -William no dijo nada más. Había prometido ocuparse de que Miley fuera feliz, pero nunca lo sería con un hombre que planeaba serle infiel desde el principio-. ¡Mire allí! -Señaló un canal que corría paralelo al campo-. Los perros han levantado una nidada de codornices.

Richard y los otros cazadores cogieron sus armas y apuntaron al cielo. William apoyó el mango del fusil contra su hombro y apretó el gatillo; dos aves cayeron abatidas; si el resto del día seguía igual de bien, cenarían codornices.

Por desgracia, la mente de William ya no estaba en la cacería. Pensaba en Miley; había hallado las respuestas que buscaba, pero no podía revelarle las confidencias que le habían hecho.

Se le planteaba una pregunta: ¿qué debía hacer?




Richard malo ¬¬
Se iba a ir de putas estando casado con Miley, y recalco el SE IBA.
Si veo 4 comentarios, pero de distinta persona, pongo otro mas tarde ¿vale?
Espero que os haya gustado.
¡Bye!
¡Kisses!


3 comentarios:

TriiTrii dijo...

Sabia q el no era el tipo d persona q aparenta ser!!
Pobre miley..
Q hará Will??
Se lo dirá??
Oh x Dios cm reaccionara Miley cuando se entere!!??
Siguelaaa me encanta tu nove!!!!
Bye byeee ;)

LaLii AleXaNDra dijo...

Ash que porqueria de hombre es richard...
Will tenia razon en sospechar de el..
ahora que ira hacer?
no creo que miley le crea
tendra que ser ingenioso..
siguela..
gracias por comentar en mi nove
:D
me encanta las tuyas...

Natalia dijo...

Oh, pero sera cerdo!!!!!
Me niego a que se casen eh?
Miley con ese no puede casarse vamos!!!
Muackk

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