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sábado, 30 de julio de 2011

Querido enemigo - Sinopsis


El ultimo trabajo que habían asignado a la detective privada Vanessa Hudgens la estaba volviendo loca. A medida que intentaba resolver el misterio, la lista de sospechosos crecía cada vez más. ¿Cómo iba poner en su informe que los culpables eran un fantasma travieso y una gata aficionada al whisky?

Para complicar las cosas, estaba el irresistible Zac Efron. Como propietario del local incendiado, y poseedor de una póliza de seguros, él era el principal sospechoso, Sin embargo, el corazón le dictaba que no podía ser culpable. A no ser que lo acusaran de provocar un incendio en ella cada vez que la miraba...



Querido enemigo. Escrita por Alexandra Sellers.

Capítulo 10


Vanessa se volvió para encararse con él. Con el estómago encogido, levantó la barbilla y lo miró fijamente a los ojos.

Ness: No voy a salir de aquí contigo, aunque estoy segura de que tu colosal orgullo masculino espera que lo haga. Después de todo, has tenido una buena tarde, ¿verdad, Zac? Riéndote con Amber Hanson e intercambiando miraditas con Stel Harris.

Zac: ¿Crees que lo he pasado bien con Amber y con Stel? Para nada, cielo. Te lo has tomado como una... como una... -una repentina sonrisa iluminó el rostro de Zac-. ¡Como una novia celosa! Eso es lo que te pasa, Vanessa. Estás celosa porque he hablado con Amber y Stel.

Parecía tan satisfecho, que Vanessa deseó darle un puñetazo.

Ness: ¡No estoy celosa! No me importa lo que hagas ni con quién lo hagas. Y si quieres andar por ahí paseándote con tus amiguitas delante de medio pueblo, ¡pues adelante!

Con la cabeza muy alta, Vanessa se dirigió decididamente hacia la puerta.
Zac contempló su marcha, consciente de que la audiencia lo observaba con expectación. Cuadrando los hombros y con una amplia sonrisa, salió de la iglesia, como si ir tras Vanessa Hudgens hubiese sido su plan desde el principio.
La encontró de pie bajo las gruesas ramas de un árbol que casi había perdido la mitad de sus hojas amarillas. Crujieron bajo las botas de Zac, anunciando su llegada, pero Vanessa no se molestó en darse la vuelta.

Zac: Enhorabuena -dijo ceñudamente-. Todo el mundo te ha visto salir hecha una furia. Y también a mí corriendo detrás de ti.

Ness: Yo quería irme. Tú no tenías por qué.

Zac soltó una carcajada.

Zac: Sí, claro. Podía haberme quedado ahí charlando un rato más con Stel mientras esperaba a que volviese Amber con su cartera. Así seguiría entreteniendo al pueblo paseándome con mis antiguas amiguitas. Gracias, pero no, Vanessa. No tengo interés en dar gusto a Bear Creek -dio un paso hacia ella-. Prefiero darte gusto a ti, exclusivamente.

Ness: No creas que no sé lo que estás haciendo -le temblaba la voz-. Estás intentando seducirme a propósito.

Zac: ¿Y funciona? -le tocó un mechón de su cabello, colocándoselo detrás de la oreja-. ¿Te he seducido? -Vanessa se cruzó de brazos y mantuvo la vista al frente, en el aparcamiento donde Alysson y Alex corrían de coche en coche, asomándose al interior. Zac siguió su mirada-. ¿Qué demonios hacen esos niños ahora?

Ness: Esperan pillar a Nick y a Lilian Foster en una posición comprometedora dentro de uno de los coches -dijo con enfado-. Espero que no los encuentren.

Zac: Pues ya somos dos. Nick es demasiado joven para salir con chicas.

Ness: Tal vez sea genético -dijo irónicamente-. Estoy segura de que tú también empezaste pronto. Y sigues dándole fuerte.

Zac se acercó más a ella, y le pasó la mano por el hombro, descendiendo luego por el brazo. Vanessa se estremeció y trató de ignorarlo.

Zac: Te equivocas si piensas que Amber o Stel significan algo para mí, Vanessa.

Ness: Te habrías casado con una o con otra si hubiesen aceptado a los niños. ¡Yo diría que eso sí significa algo!

Zac: Ya no. Stel y Amber estaban bien para un tipo soltero irresponsable, pero no para un hombre de familia. Se acabó -le sujetó la barbilla con la mano, inclinándole la cabeza para que lo mirase-. Y no me importa, Vanessa. Me da igual.

Ness: No tienes que explicarme nada -dijo fríamente-.

Zac: Aparentemente sí. Así que lo voy a hacer. -La agarró por las muñecas y tiró un poco de ella. Vanessa se resistió, tratando de guardar las distancias. Zac suspiró profundamente-. Mira, cielo. Amber se invitó ella sola a sentarse con nosotros en la pizzería, y cuando oyó que veníamos aquí, decidió seguirnos en el coche. No sé por qué, pues los chicos estuvieron muy desagradables con ella durante toda la cena y...

Ness: Os he visto juntos, Zac -lo interrumpió con la voz quebrada-. Ella estaba flirteando contigo y tú le sonreías como si estuvieses encantado.

Zac: No, tenía puesto el piloto automático, Vanessa. Cuando una mujer habla y se ríe como hacía Amber, sonrío y me transporto a otra parte. Estaba pensando en el ganado cuando Alex y Alysson llegaron a confesar triunfalmente sus diabluras.

Ness: Creen que Amber los odia y que dejó de salir contigo por ellos -dijo más calmada-. Pienso que estaban mostrándote su lealtad.

Zac: Tal vez sí, al estilo de la Familia Adams. Pero yo creo que a quien estaban mostrando su lealtad era a ti, Vanessa -tiró de ella un poco más hacia sí-. Ahora ven aquí y bésame, después nos iremos a casa y...

Ness: No. -Retrocedió todo lo que le permitían sus brazos. De mala gana, Zac le soltó las muñecas-. Lo siento, Zac -dijo jadeantemente-. Creía que podría sobrellevarlo pero... necesito tiempo para pensar. Los dos lo necesitamos.

Zac: No estoy de acuerdo, pero puedes pensar en el rancho si insistes.

Ness: No, necesito estar sola. No puedo pensar con claridad cuando tú...

Zac: ¿Tú y yo hacemos el amor? -arqueó las cejas-. Estupendo. No quiero que pienses con claridad cuando estás en la cama conmigo.

Vanessa trató de no sucumbir a las seductoras imágenes de los dos en la cama, derretidos de inconsciente deseo, y después saciados y repletos.

Ness: No puedo quedarme en el rancho. Quiero volver a Washington mañana. -Tragó saliva. La mirada de Zac, intensa y posesiva, le produjo escalofríos-. Le pediré a mi tío que me lleve al rancho a recoger mis cosas esta noche y me quedaré con los Carter -recordó la alergia de Jessica-. Recogeremos a Foxi mañana de camino al aeropuerto si... si no te importa que se quede en tu casa esta noche.

Zac: Claro, el gato puede quedarse -dijo fríamente-. De hecho, no va a salir del rancho.

Ness: ¿Qué quieres decir? -preguntó con los ojos como platos-.

Zac: Exactamente lo que has oído, cielo. Me quedo con el gato como rehén.

Vanessa reprimió una necesidad irracional de reír y llorar al mismo tiempo.

Ness: ¡No puedes quedarte a Foxi de rehén!

Zac: ¿No? -sonrió desafiante-. ¿Quién va a impedírmelo?

Ness: Yo. Tú... tú no me apartarías de Foxi, ¿verdad? -Zac inclinó la cabeza y pareció considerarlo-.

Zac: Estoy dispuesto a negociar -dijo por fin-.

Ness: ¡Qué amable de tu parte!

Vanessa deseaba sacudirlo, quitarle esa expresión arrogante de la cara.

Zac: Hazlo, Vanessa -la provocó con la voz baja y profunda-. Adelante, pégame. Lo estás deseando. Prefiero que pelees en vez de retraerte. No voy a permitir que lo hagas. Voy a provocarte hasta que estés tan furiosa que me ataques en lugar de alejarte.

Ness: No vas a incitarme a un acto de violencia física, Zac Efron -dijo conteniéndose-.

Zac: Entonces te incitaré a otro tipo de acto físico.

Y tirando de ella, la estrechó entre sus brazos, y la besó profundamente.
Fue un beso tempestuoso y sensual, que instantáneamente los arrastró a la agonía del deseo. Vanessa sintió el calor y la dureza de Zac y se aferró a él, gimiendo de la necesidad de sentirlo en su interior. Lo deseaba, y eso era lo único que le importaba. Sólo ellos dos existían en ese torbellino de pasión.

Alysson: ¡Guau! -su voz rompió el sensual hechizo-. ¡Así es como se besan en las telenovelas!

Zac gimió y levantó la cabeza, pero siguió abrazándola con fuerza.

Alysson: ¿Nick y Lilian se estarán besando así?

Zac: Por Dios, espero que no -acertó a decir con la voz ronca-.

Vanessa se soltó de sus brazos, y él cerró los ojos y apretó los dientes con frustración.

Alex: Miley y Tom se besan así -dijo como si tal cosa-.

Vanessa tomó aire y miró a Zac, que parecía petrificado.

Zac: ¿Qué has dicho Alex?

Alex: ¡Lo he olvidado! Es un secreto.

Alysson: ¿Tenias un secreto? -le preguntó indignada-. ¿Cómo no me lo contaste?

Alex: No se lo he contado a nadie -dijo orgullosamente-. Vi a Miley y a Tom besándose en las cuadras y Miley me compró una Gameboy para que no se lo dijese a nadie. ¡Ahora Miley se enfadará!

Zac: ¿Tom Beckett? -preguntó pálido incluso a la luz de la luna-. ¿Y Miley? -se puso más pálido todavía-. ¡Dios mío, le pedí que se quedase con ella esta noche! ¡Tenemos que irnos a casa inmediatamente!

Alysson: ¿Es que Tom va a matar a Miley? -preguntó alarmada, agarrándose a Vanessa-.

Ness: No -respondió acariciándole la cabeza-.

Zac se estaba dirigiendo al Jeep en el aparca miento, y Vanessa lo llamó.

Ness: Zac espera. No puedes irte sin Nick.

Zac se detuvo y volvió sobre sus pasos.

Zac: Me había olvidado completamente de él -se agarró la cabeza con las manos-. Dios, Miley y Beckett. ¿Cuánto tiempo llevarán con esto? Juro que...

Ness: ... tendrás una seria conversación con ellos -le cortó indicándole con la cabeza la presencia de Alysson-.

Zac entendió la indirecta automáticamente.

Zac: Sí, eso es -dijo tomándole la mano a Vanessa y apretándosela-.

Gregory: ¡Eh, Zac! Stel y yo estábamos hablando de ti -dijo un hombre alto y delgado, acercándose a ellos con Stel Harris agarrada por la cintura.

Zac: Ya nos íbamos, Gregory -dijo bruscamente-.

Gregory: Nosotros también -dijo sin ofenderse-. Estoy buscando a mi hija, Lilian. Tengo que llevarla con su madre. ¿La habéis visto?

Vanessa intercambió miradas con Alysson y Alex, compartiendo con ellos otro momento de comunicación sin palabras.

Alysson: Nosotros la encontraremos, señor Foster. Vamos, Alex.

Los dos salieron corriendo, llamando a Lilian a pleno pulmón.
Zac empezó a pasearse de un lado a otro inquietamente, y fue Vanessa la que tuvo que hablar del tiempo con Tom y Stel hasta que apareció Lilian con Alex y Alysson.

Lilian: Hola, papá.

Lilian sonrió a su padre, y miró a Stel con desagrado. Colocándose en medio de la pareja, le dio la mano a su padre, y los tres se marcharon.

Nick se unió a ellos enseguida y Zac, agarrando a Vanessa de la mano, se dirigió con paso firme hacia el Jeep, con sus tres sobrinos detrás.
Viajando casi a la velocidad de la luz, llegaron al rancho en menos de media hora. Zac se detuvo de un frenazo delante de la casa y abrió su puerta violentamente. Vanessa lo agarró del brazo.

Zac: ¿Qué? -preguntó en tono brusco, volviéndose hacia ella-.

Ness: Quiero hablar contigo un momento -dijo con la voz firme, y se dirigió a los niños- ¿Chicos, por qué no entráis? El tío Zac y yo iremos a guardar el coche al garaje y entraremos enseguida.

Nick le hizo una señal de acuerdo con el pulgar levantado, y se llevó dentro a Alysson y a Alex.

Zac: Mira, sé que has enviado a los chicos para que avisen a Miley y a esa víbora de Beckett de que estoy aquí. Y ahora tú vas a tratar de hacerme entrar en razón -la miró ferozmente-. Ahórrate el esfuerzo, Vanessa. Beckett se merece que le pegue un tiro por liarse con una colegiala inocente y voy a...

Ness: Zac, por si no te has dado cuenta, Miley no es ninguna colegiala inocente -dijo con suavidad-. Es más, no voy a permitir que entres ahí y te líes a puñetazos con Tom Beckett, delante de los niños.

Zac: ¿Qué quieres que haga, Vanessa? ¿Que dé mi bendición a la feliz pareja?

Ness: Por ahora, me gustaría que metieses el coche en el garaje -murmuró temiendo que Tom saliese en cualquier momento por la puerta. Zac adivinó sus pensamientos-.

Zac: No te preocupes, esa rata se escabullirá por la puerta de atrás.

Su voz era tan dura y fría, que Vanessa temió que entrase. Pero Zac cerró su puerta y llevó el Jeep al garaje, abriéndolo por control remoto. La pesada puerta se cerró tras ellos. Estaba oscuro, iluminado tan sólo por la luz de la luna que se filtraba por una ventana.
Vanessa no se había dado cuenta de que seguía agarrándole el brazo, y cuando Zac quiso soltarse, ella entrelazó los dedos con los de él.

Ness: Zac, probablemente éste no sea el mejor momento para decirte esto, pero... pero tengo que decírtelo.

Zac se volvió hacia ella, ceñudo.

Zac: ¡No! -gritó-. No lo digas. No escucharé una palabra más de que mañana te vas. ¡Eres mía, maldita sea! Haré lo que sea para hacerte feliz. Pero no dejaré que te vayas, Vanessa.

Ness: Porque me necesitas para que cuide a los chicos -repitió las palabras del Reverendo-.

Zac: Porque te deseo, Vanessa. No finjas que no lo sabes -dijo en un tono bajo, pero explosivo-. Cuando estoy cerca de ti, no puedo dejar de mirarte. Veo cómo te mueves, cómo sonríes, todo lo que haces y dices, y eso hace que te desee todavía más.

Ness: Me utilizas sexualmente porque has estado privado de sexo desde que llegaron los chicos -dijo con los ojos empañados de lágrimas-. Y no será algo duradero, porque no está basado en el amor y el respeto.

Zac se quedó boquiabierto.

Zac: ¿Esa basura es lo que has tenido que escuchar en casa de los Carter? Maldita sea, sabía que no debería haberte dejado ir.

Ness: Yo quería ir -replicó-. Y tomo mis propias decisiones. No sigo tus normas.

Zac sacudió la cabeza, perdido en sus pensamientos

Zac: Me sorprende que el Reverendo tenga tan mala opinión de mí y me indigna que tenga el valor de decir que no te aprecio como la persona dulce, encantadora, inteligente y divertida que eres. -Se aclaró la garganta y, acercándose a ella, la sentó en su regazo-. Sé que no nos conocemos desde hace mucho, pero ya no puedo imaginar estar sin ti, Vanessa. Es como si siempre hubieses estado en mi vida, por lo bien que has encajado en ella. Y admito que la forma de conocernos ha sido ridícula. Pero lo que importa no es cómo hayamos llegado a conocernos, sino que estamos juntos. -Vanessa se sintió invadida de alegría, y profundamente conmovida por sus palabras-. Permanezcamos juntos, Vanessa -le dijo dulcemente-.

Ness: Sí -susurró con los ojos húmedos-. Te quiero, Zac. Y no me importa si es demasiado pronto para decirlo. Sé que te quiero y quiero que lo sepas. Eso era lo que iba a decirte antes. No puedo dejaros a ti y a los chicos, Zac.

Zac: No lo harás -le aseguró. Esa vez su arrogancia hizo sonreír a Vanessa-. Quiero hacer el amor contigo, Vanessa.

Ness: ¿Aquí? ¿Ahora? -preguntó con los ojos dilatados de pasión-.

Zac: Sí, aquí y ahora.

Con una sonrisa, Zac saltó con ella al asiento de atrás, y allí la besó ferozmente. Un leve gemido escapó de los labios de Vanessa, cuando él deslizó sus manos grandes y cálidas hasta cubrir sus senos.
Invadida por el deseo, Vanessa respondió con todo su amor, con las manos y los labios tan ardientes como los de él.
Entonces sintió los largos y duros dedos de Zac bajo su falda, deslizándose por sus medias hasta alcanzar la piel desnuda de sus muslos bajo el liguero. La acarició hasta que Vanessa se retorció entre sus manos, reclamando sus labios mientras le desabrochaba torpemente los botones de la camisa y el cinturón.

Zac: Me deseas -se rió, triunfante-. Me amas.

Ness: Sí, sí -jadeó-.

Volvieron a besarse mientras se quitaban impacientemente la ropa el uno al otro. Presa de necesidad, Vanessa intentó echarse en el asiento, tirando de él para que se pusiese sobre ella.
Pero Zac la miró con los ojos brillantes.

Zac: Vamos a intentar algo nuevo esta noche -dijo acariciándola íntimamente y haciendo que se estremeciese de placer y necesidad-. ¿Quieres?

Ella asintió con la cabeza, pero lo miró sorprendida cuando él la colocó a horcajadas sobre él. Entonces la sujetó por las caderas y se acopló dentro de ella, sin dejar de mirarla a los ojos.
Vanessa lo sintió entrar, sintió que lo envolvía con su cuerpo, y se agarró a sus hombros, con la respiración jadeante.

Zac: Relájate -dijo en tono tranquilizador-. Vamos a tomárnoslo con calma. Muévete conmigo.

Empezó a balancearla erótica e imperiosamente, y ella gimió acomodándose a su ritmo. El placer fue haciéndose más intenso, hasta que finalmente Vanessa gritó al alcanzar el éxtasis. Zac se unió a ella segundos después.
Se quedaron abrazados con los ojos cerrados, respirando agitadamente, hasta que empezaron a reaccionar.

Zac: Me dejas asombrado -le dijo con la voz ronca, acariciándole el cabello-.

Ness: ¿Porque aprendo deprisa? Eso es porque eres un maestro fantástico -lo besó contenta-.

Así, en sus brazos y con sus cuerpos todavía unidos, se sentía femenina, segura de sí misma, y amada.

Zac: No puedo creer esto... ¡en un coche! -le sonrió-. ¡Me has hecho entrar al garaje y me has seducido!

Ness: ¿Algo que objetar?

Zac: En absoluto, nena. Me gustaría que se convirtiese en un hábito.

Lentamente se separaron, poniéndose las prendas que se habían quitado y arreglándose la ropa. Cuando estuvieron listos, Zac la ayudó a bajar del coche caballerosamente, y se dirigieron abrazados hacia la casa, deteniéndose a cada paso para besarse.
Hasta que no llegaron al porche, Vanessa no abordó el tema.

Ness: Zac, en cuanto a Miley y Tom -empezó a decir indecisamente-.

Zac: No te preocupes, no voy a ponerme violento -dijo con una sexy sonrisa-. No tengo fuerzas, te lo aseguro.

Ness: Creo que sería mejor para todos que discutamos esto mañana.

Zac: De acuerdo -admitió-. Pero voy a tener que despedir a Beckett, Vanessa. Y lo siento, porque es un buen capataz.

La casa estaba en silencio, ni siquiera la televisión estaba encendida. Vanessa y Zac se miraron.

Zac: Aquí pasa algo -dijo en tono siniestro-. Parece que todos se han retirado de la línea de fuego.

Ness: Lo que pensaban que sería la línea de fuego -lo corrigió-. Esta noche no habrá fuegos artificiales. Nos vamos a la cama.

Vanessa ahogó un grito de sorpresa cuando Tom salió del salón y se plantó delante de Zac en el vestíbulo. Zac se tensó y se abalanzó contra Beckett como un león.

Ness: ¡Zac, no! -gritó sujetándolo-.

Miley: ¡Tío Zac, detente!

Miley intentó sujetarlo por el otro lado, y Nick se unió a ella en el esfuerzo de controlar a su tío.

Tom: Adelante, pulverízame, Zac -dijo sin ofrecer resistencia-. Me lo merezco.

Zac lo empujó.

Zac: Sal de aquí, Beckett. Quiero que te hayas largado del rancho por la mañana. ¡Qué digo, quiero que te largues del estado! Voy a...

Miley: ¡No, tío Zac! -lo interrumpió corriendo al lado de Tom-.

Vanessa vio que Zac se había puesto rojo de rabia y le agarró de la mano. Entonces miró a Nick, cuyos ojos brillaban con expectación.

Ness: Nick, vete a la cama -le ordenó-. Esto no es asunto tuyo.

Nick: El tío Zac podría necesitarme para pulverizar a Beckett -replicó con entusiasmo-.

Zac suspiró profundamente.

Zac: No voy a pulverizar a nadie, Nick. Vete a la cama.

Miley: Tom va a decirle al tío Zac cuánto nos queremos -dijo abrazando al capataz por la cintura y sonriéndole-. ¿Verdad, Tom?

Nick: ¡Puaj! -exclamó con desagrado-. Me voy a la cama.

Las dos parejas se quedaron mirándose.

Ness: ¿Por qué no vamos a la cocina y preparo un café? -sugirió con inquietud-.

Zac seguía agarrándole la mano, y se dejó llevar a la cocina. Tom y Miley los siguieron.

Zac: ¿Por qué demonios sigues aquí, Beckett? -gruñó-. Si tuvieses un poco de sentido común, ya estarías lejos.

Miley: Me quiere demasiado para apartarse de mí, tío Zac -intervino-.

Tom: Es cierto, Zac. Dios sabe que intentado evitarlo. ¡Pero no he podido, maldita sea! La quiero de verdad.

Zac: Sólo es una niña, Tom -exclamó exasperado-.

Miley: Dejé de ser una niña hace mucho, tío Zac -dijo con suavidad-. He tenido que crecer muy deprisa, y soy una mujer en todos los sentidos.

Zac se quedó sin habla y se dejó caer en una silla. Vanessa cruzó la habitación y le puso las manos sobre los hombros para darle apoyo.

Miley: Me sentí atraída por Tom desde el momento que vine aquí este verano -persistió-. Él ha intentado apartarse de mí, y no ha dejado de decirme que es muy mayor para mí. ¡Pero no lo es! Yo necesito un hombre, no un chico, tío Zac.

Zac: ¿Y Tom Beckett es el hombre que necesitas? -preguntó sarcásticamente-.

Miley: Sí -respondió ignorando su sarcasmo-. Me pasé todo el verano seduciéndolo, y él ni siquiera me besó. Hasta septiembre. Y se sintió profundamente culpable. Pero no dejé que se apartase de mí.

Zac: Eres implacable -dijo sobriamente-.

Ness: Parece ser algo de familia -replicó irónicamente, aliviando la tensión de los hombros de Zac con las manos-.

Lo besó tiernamente en la cabeza y Zac le tomó la mano.
Miley contempló la escena y sonrió a Vanessa con agradecimiento.

Tom: Zac, sé que es una locura -dijo pesarosamente-. Pero voy a casarme con Miley.

Zac: ¡Casarte! ¿Con Miley? -explotó-. ¡Es lo más estúpido que he oído nunca!

Miley: Pues yo sé de algo más estúpido, tío Zac -dijo ásperamente-. Tu manera de conseguir una novia, enamorándote y proponiéndole matrimonio en menos de una semana.

Zac: Eso es diferente -replicó-.

Miley: Somos diferentes, tío Zac. Es la forma que tienen los Efron de hacer las cosas, diferente del resto de la gente.

Zac apoyó la cabeza en los pechos de Vanessa y cerró los ojos.

Zac: Creo que no me queda otra elección que desearles suerte -dijo más para sí mismo que para Vanessa-. No quiero obligar a huir a mi sobrina.

Miley: Que es lo que haría si intentases apartarme de Tom -le aseguró-.

Vanessa se quedó impresionada de la determinación de Miley. Zac abrazó a su sobrina y le dio la mano a Tom, con el rostro inexpresivo. Pero el fuego brilló en sus ojos cuando Miley trató de irse con Tom a pasar la noche.

Zac: No pasarás la noche con él hasta que no estéis casados -dijo con firmeza-.

Miley: No seas retrogrado, tío Zac -puso mala cara-. Me voy con Tom.

Tom: Zac tiene razón, Miley. No dormiremos juntos hasta que seamos marido y mujer.

Miley: Yo hago lo que quiero y si quiero pasar la noche contigo, lo haré, Tom Beckett.

Tom: No hasta que seas la señora Beckett -dijo inflexible-.

Vanessa y Zac se miraron, pero Miley los dejó pasmados.

Miley: Está bien -dijo malhumorada-. Me quedo. ¡Buenas noches!

Y con la cabeza muy alta, se dispuso a marcharse. Pero Tom la detuvo y la rodeo posesivamente con el brazo.

Tom: Antes acompáñame a la puerta y dame un beso de buenas noches -le ordenó sonriendo-.

Ella lo agarró también y, recostándose en él, se dirigieron al vestíbulo.

Zac: Bueno, parece que puede con ella -comentó de camino a su dormitorio, con Vanessa de la mano-. Pero siento como si le hubiese fallado. Es tan joven para casarse...

Ness: Eso no tiene nada que ver contigo, Zac -lo interrumpió-. Creo que Miley necesita pertenecer a alguien. Y esa necesidad es demasiado profunda para verse limitada por normas convencionales sobre la edad y...

Zac: ... y el tiempo necesario para enamorarse.

Zac la miró con complicidad, cerrando la puerta de su dormitorio. A Vanessa le dio un vuelco el corazón, y se echó en sus brazos anhelante. Él empezó a besarla, encendiendo de nuevo la llama de la pasión. La levantó en brazos y la llevó hasta la cama, tendiéndola allí con infinita ternura.

Ness: Te quiero, Zac -dijo en un suspiro-.

Zac: Lo sé, nena. Yo también te quiero.

Se echó a su lado, abrazándola.

Ness: No tienes que decirme lo que crees que necesito oír, Zac -le dijo mirándolo con sinceridad en los ojos-. Sé que me deseas y...

Zac: También te quiero. ¡De verdad! -insistió-. Eres única e irremplazable, Vanessa. Eres la mujer que amo, y voy a pasar el resto de mi vida demostrándotelo.

Ness: Empezando ahora, espero -susurró rodeándolo con los brazos-.

Zac: Empezando ahora mismo.


FIN

miércoles, 27 de julio de 2011

Capítulo 9


Will: Vanessa, mi querida niña, no sabes cuánto siento haberte traído a Bear Creek con un falso pretexto -dijo el Reverendo con la voz turbada, mientras conducía su Ford gris hacia la ciudad-. No sé cómo disculparme por haberte liado con los Efron. Lo siento mu...

Ness: Tío Will, no importa.

Will: Sí, sí importa, y mucho. Zac está decidido a que esa boda se lleve a cabo. Aunque admiro su dedicación a los hijos de su hermano, no creo que sea justo que esté intentando involucrarte en una relación unilateral, únicamente para su propio beneficio. -Vanessa permaneció en silencio. La incomodaba hacer confidencias de hasta dónde había llegado su relación con Zac en tan poco tiempo-. Zac es un hombre fuerte y dominante -continuó el Reverendo-. Un buen hombre, pero acostumbrado a salirse con la suya. Creo que hará cualquier cosa para que te cases con él y te quedes en el rancho con esos niños tan difíciles.

Ness: Sólo son activos e inquietos -defendió a la pandilla Efron-.

Will: Querida, no tienes que ser tan discreta, puedes hablar francamente conmigo. No quiero que te veas atrapada allí por...

Ness: Tío Will -lo interrumpió-. Creo que será mejor que te diga que estoy considerando seriamente el casarme con Zac.

El Reverendo se secó la frente con un pañuelo arrugado.

Will: Estaría encantado de oír esa noticia si supieses lo que estás haciendo, Vanessa. ¡Pero no lo sabes! Zac te ha tenido ahí aislada... -tragó saliva-. Ha utilizado su innegable atractivo sexual y... su experiencia para empujarte a un matrimonio de conveniencia. Conveniente para él, claro.

Ness: Zac no me ha empujado a nada -dijo intentado detener el rubor de sus mejillas-.

Will: Estoy seguro de que te ha convencido de eso. Te ha seducido de tal manera, que creerás todo lo que él quiera que creas.

Vanessa suspiró.

Ness: Zac no es ningún canalla, tío Will. Tú querías que me casase con él, ¿recuerdas?

El Reverendo Will se sonrojó.

Will: Creía que haríais una buena pareja -admitió-. ¡Pero no así! Esperaba que tuvieses una relación que pudiese acabar en matrimonio. Pero él prácticamente te raptó en el aeropuerto, te ha hecho prisionera en el rancho...

Ness: Como ves, no estoy prisionera, tío Will. Estoy aquí contigo ahora, ¿no?

Will: Te permite que estés unas horas fuera para que pienses que no estás cautiva. Pero sí lo estás. Habrás notado lo que ha insistido en que volvieses al rancho esta noche.

Ness: Sí.

Vanessa se acaloró de excitación, pensando en la mirada de deseo de Zac cuando la había abrazado antes de dejarla marchar. La deseaba, y deseaba que volviese a su cama esa noche.
Miró a hurtadillas a su padrastro. Ella se había sentido vacía y sola desde que su madre y Will se divorciaron. Ambos habían encontrado a otras personas a las que amar y que los amasen, pero Vanessa no había tenido nunca a nadie, hasta que había conocido a los Efron, que la necesitaban tanto como ella los necesitaba a ellos.
¿Pero cómo explicar ese profundo e inesperado vínculo a Will Carter?

Will: Dónde está tu sentido común, Vanessa? ¿Dónde está tu orgullo? -se lamentó el Reverendo-. No es a ti a quien Zac quiere, sino a alguien que cuide a esos niños. Se habría casado con cualquier joven que hubiese estado dispuesta a... -se detuvo y tosió discretamente-... a aceptar sus condiciones.

Ness: Zac ha sido honesto conmigo, tío Will. No ha intentado engañarme. Podríamos tener un buen matrimonio basado en...

Will: Zac no tenía que engañarte, Vanessa. Lo estás haciendo tú misma. Por mi propia experiencia sé que esa clase de matrimonio no funciona -el Reverendo se detuvo para tomar aire-. Yo estaba profundamente enamorado de tu madre y deseaba tanto casarme con ella que no me importó cuando me dijo que ella no me amaba, que sólo se casaba conmigo porque necesitaba un marido que la mantuviese a ella y a su hija, que, por supuesto, eras tú. Y todo se derrumbó ante mí cuando se enamoró locamente de Drew Grant. No quiero que te rompan así el corazón, Vanessa.

Vanessa no dijo una sola palabra el resto del viaje. Fue el Reverendo Will el único que siguió hablando de cómo Zac la estaba utilizando. Cuando llegaron a casa del Reverendo, Vanessa estaba totalmente desmoralizada.

Will: Vanessa, antes de entrar... -dijo incómodo, mirando al frente-. Jessica y Jennifer no saben que estuve casado anteriormente. Sophie nunca ha querido decírselo. Cree que podrían... traumatizarse.

Ness: Creo que Sophie es la que está traumatizada -dijo sin alterarse-. Pero no tienes que preocuparte. Puedo decir que conociste a mi familia cuando vivías en el Este.

El Reverendo Will asintió con la cabeza, con una expresión de alivio y pesar al mismo tiempo.
Sophie, Jessica y Jennifer la saludaron cordialmente, y durante la cena, que fue deliciosa, la conversación fluyó fácilmente.
Después de cenar, Vanessa se quedó a solas con Sophie.

Sophie: ¿Cómo está tu madre?

A Vanessa casi se le cae la taza de café, y tardó un momento en volver a pensar con claridad.

Ness: Está bien, gracias.

Se hizo un profundo silencio.

Sophie: Tu madre era una de las mujeres más guapas que he conocido -dijo sin rodeos-. No podía creer que Will se casase conmigo después de haber estado casado con una belleza como tu madre.

Ness: Estoy segura de que Will no se habría casado contigo si no te quisiese -dijo para ser amable-.

Sophie: Quería hablar contigo, de mujer a mujer, para aclarar las cosas -le sonrió tensamente-. Por lo que he oído, puede que te vengas a vivir al Rancho Doble R, y como miembro de nuestra congregación, nos veremos con regularidad.

Vanessa no respondió. Lejos de Zac y los niños y después de escuchar al Reverendo Will, se había apoderado de ella un triste pesimismo.
Pensó en Zac, y en su falta de romanticismo. Aun así se había enamorado de él y había acabado en su cama. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero rápidamente se deshizo de ellas.

Sophie: ¿Vendrá tu madre a la boda? -preguntó ignorando su silencio-.

Ness: No hay planes definitivos de boda.

A Vanessa empezaron a arderle las mejillas y apartó los ojos de la curiosa mirada de Sophie.

Sophie: Entiendo tu indecisión. No respecto a Zac, por supuesto. ¡Es un ranchero tan valiente y apuesto! Las mujeres se han desmayado por él durante años. -se puso seria y se inclinó hacia Vanessa, bajando la voz-. Pero tener a los hijos de su hermano prácticamente anula todo su atractivo.

Vanessa se encogió de hombros. No tenía intención de hablar de los Efron con Sophie Carter. Pero Sophie sí quería hablar de ellos, sin necesidad de que Vanessa interviniese.

Sophie: Como recién casada, querrás estar a solas con tu marido, pero esos niños estarán ahí -dijo haciendo una mueca-. Y más adelante, te molestará no tener tiempo para tus propios hijos. Si yo fuese tú, haría todo lo posible para que esos niños volviesen con Jesse y Sarah, o con sus abuelos. ¿Por qué tenéis que cargar Zac y tú con ellos?

Vanessa se quedó mirándola, perpleja. ¿Se daba cuenta Sophie de que estaba describiendo su antipatía por la hijastra de su marido, que daba la casualidad de que era ella?
El Reverendo Will entró en el comedor, con el rostro sonriente.

Will: Ya he terminado con el teléfono y las niñas con la cocina. ¿Están estas encantadoras damas listas para ir a la iglesia?

Sophie: Naturalmente que sí -se levantó y le plantó un beso de esposa a Will en la mejilla-. Creo que te lo pasarás bien, Vanessa. Nuestro mercadillo no es sólo para los miembros de la iglesia, sino que viene toda la gente de Bear Creek, a comprar o a vender, o simplemente a charlar. Y puedes encontrar estupendas gangas.

Jessica: Y muchas porquerías -dijo uniéndose a ellos-. ¿Os acordáis de aquella horrible fuente que los Green donaron el año pasado? Casi nos morimos de risa cuando la compró el señor Hale para ponerla en su jardín.

Will: No seas mala, Jessica -dijo el Reverendo apaciblemente-. Recuerda, la basura de un hombre es el tesoro de otro-.


A Vanessa no le pareció que hubiese muchos tesoros en el mercadillo, mientras iba siguiendo a Will y a Sophie entre las mesas instaladas en el solar de la iglesia. La pareja se detenía a hablar con todo el mundo y presentaban a Vanessa como la joven amiga de Zac Efron.
Sophie no había exagerado al decir que iría todo el pueblo. Con todas las miradas y murmullos que la rodeaban, Vanessa se sentía como si estuviese expuesta con el resto de las cosas a la venta.
Cuando Will y Vanessa fueron abordados por un anciano charlatán, Sophie continuó su ronda. Al poco rato le hizo señas para que se uniera a ella y a una pelirroja que la miraba con cara de pocos amigos. Vanessa no se sorprendió al enterarse de que la joven, llamada Stel Harris, había tenido una relación «muy estrecha» con Zac.

Stel: Me dolió rechazar la proposición de Zac, pero le dije que los únicos niños a los que cuidaría serían los míos -dijo sin morderse la lengua-. Si crees que puedes casarte con Zac y decirle que se deshaga de esos chicos, te llevarás un gran chasco. Está absolutamente decidido a quedarse con ellos.

Sophie: Ya se lo he dicho a Vanessa. Está indecisa respecto a casarse con él -añadió-.

Stel: ¡Pues claro! -se mostró un poco más simpática-. ¿Qué mujer en su sano juicio querría vivir con esos terribles mocosos? Incluso Danielle, divorciada y con treinta y cuatro años, lo rechazó.

Vanessa había oído bastante.

Ness: Oh, a mí esos niños me gustan -dijo con frialdad-. No tengo ningún inconveniente en vivir con ellos. Lo que me echa para atrás es la idea de vivir con Zac.

Y se marchó, sonriendo radiantemente a las dos mujeres que la miraban con la boca abierta.

Alex: ¡Tía Vanessa! ¡Hola, tía Vanessa! ¡Ya hemos llegado!

Alex y Alysson corrieron hacia ella. Se alegró tanto de verlos, que casi los abraza.

Alysson: Hemos comido pizza -exclamó-. Ahora quiero comprar algo. ¡Un juego que hay para hacer collares y pulseras!

Alex: ¿Me compras a mí un Power Ranger? -suplicó-.

Alysson: Si no has jugado con esos horribles Power Rangers desde que llegamos a Montana, estúpido -le dijo con desprecio-.

Alex: ¡Pues a mí me gustan! ¡Tonta!

Alex le dio un empujón a su hermana, tirándola encima de una mesa llena de revistas. Por lo menos cincuenta cayeron al suelo.
Alysson rompió a llorar ruidosamente y se frotó el brazo.

Alysson: ¡Creo que me lo ha roto! -berreó-. ¡Por tres sitios!

Vanessa advirtió que todas las miradas estaban puestas en ellos. Empezó a recoger las revistas del suelo, sugiriendo a los niños que la ayudasen. Los dos estaban llorando.
Entonces llegó Nick.

Nick: Callaos -les dijo a sus hermanos-. Parecéis niños pequeños.

Alysson: ¡No es verdad! -dijo con indignación-.

Y las lágrimas de ambos cesaron.

Ness: ¿Dónde están Miley y tu tío Zac? -preguntó a Nick-.

Nick: Miley dijo que quería quedarse en casa porque todavía le dolía la cabeza. El tío Zac creyó que era un pretexto para marcharse cuando nos hubiésemos ido. ¡Pero la ha dejado bien apañada! Le pidió a Tom que se quedase en la casa y se asegurase de que no se fuese.

Ness: Oh, sí, la ha dejado muy bien apañada -dijo irónicamente-.

Nick: Y el tío Zac sigue con ella -les dijo a sus hermanos, que refunfuñaron disgustados-. Están fuera, sin dejar de reírse.

Ness: ¿Ella? -repitió con la boca repentinamente seca-.

Nick: Amber Hanson -le informó-. Se sentó con nosotros en la pizzería, haciéndose la simpática con el tío Zac. Fue repugnante.

Alysson: A nosotros no nos habló, nos odia -añadió-.

Alex: Tía Vanessa, si te digo un secreto muy malo, ¿me comprarás el Power Ranger? -susurró tirándole a Vanessa de la manga-.

Vanessa vio que Zac entraba con una rubia colgada del brazo, que era todo sonrisas, grandes ojos azules y hoyuelos, y Zac la estaba mirando y también le sonreía.
Vanessa sintió una punzada de celos, y tuvo que contenerse para no correr hacia Zac y apartar a la adorable rubia de su lado, y tal vez ensangrentarle sus encantadores hoyuelos. Y después agarraría a Zac y...

Alysson: No te preocupes, se irá pronto -le susurró al oído, poniéndose de puntillas-.

Vanessa se alarmó de que la violencia de sus emociones fuese tan obvia, e hizo un esfuerzo para mantener una aparente calma.

Nick: Sí, lo hemos apañado para librarnos de ella -se carcajeó-.

Ness: ¿Qué habéis hecho? -preguntó con nerviosismo-.

Alysson: ¡Quitarle la cartera! -exclamó con alegría-. Nick se la sacó del bolso y yo la escondí en el servicio de señoras de la pizzería.

Nick: Cuando vaya a comprar algo, verá que no la tiene -se rió descaradamente-. Y entonces tendrá que volver a buscarla.

Vanessa se quedó pasmada.

Ness: Eso está fatal. ¡Habéis robado! -dijo con la voz agitada-. Tenéis que decírselo inmediatamente.

Nick: ¡Eh, ahí está Lilian Foster! -sus ojos se iluminaron al ver a una morenita que le saludaba con la mano-. Voy a dar un paseo con ella. Hasta luego, chicos.

Alysson: ¿Vas a besarla?

Nick sonrió maliciosamente y desapareció.

Alex: ¿Me lo compras, tía Vanessa? -volvió a tirarle de la manga-.

A Vanessa empezaba a darle vueltas la cabeza. Zac y Amber. Miley y Tom. Nick y Lilian. Alex y Alysson. La cartera de Amber. Los Efron no sólo eran asombrosos, sino implacables.

Alex: ¡Por favor, tía Vanessa! -suplicó-. Te diré el secreto.

Ness: Está bien. ¿Qué secreto? Pero Alex, no vuelvas a empujar a tu hermana -dijo distraídamente-. ¿Prometido?

Alex: Prometido -repitió con una radiante sonrisa-.

Ness: Y tú no vuelvas a llamar estúpido a Alex, Alysson. Ahora tenéis que decirle a Amber Hanson lo de su cartera -añadió-.

Alysson: Amber Hanson es fea -frunció el ceño-. Y come escupitinajos.

Ness: ¡Alysson, eso es una porquería! -exclamó-.

Alex: ¡Yo le escupí en la ensalada! -alardeó muerto de risa-. Y ni siquiera se dio cuenta. ¡Se la comió toda!

A Vanessa se le revolvió el estómago con la confesión de Alex.

Ness: Habéis tratado a Amber Hanson de una manera terrible y le debéis una disculpa -les dijo cuadrando la espalda y mirándolos fijamente-.

Alex: Cuando me compres el Power Ranger.

Alysson: Cuando me compres el juego de joyas.

Ness: No vamos a comprar nada hasta que no le digáis a Amber Hanson lo de su cartera -dijo tranquilamente-, y os disculpéis por... por haber sido malos con ella. No hace falta que entréis en detalles -añadió-.

Alysson y Alex intercambiaron miradas.

Alysson: Vale.

Agarró a Alex de la mano, susurrándole algo al oído mientras corrían hacia la pareja.
Ness, igual que todos los demás, estaban mirando a Amber Hanson cuando soltó un grito y se abalanzó sobre los niños. Pero ellos fueron más rápidos y llegaron corriendo y riendo junto a Vanessa.
Tras un intento fallido de abofetear a Zac, la rubia salió furiosamente del edificio.

Alex: Ya está, tía Vanessa -exclamó-. Le he dicho que sentía haber escupido en su ensalada.

Alysson: Y yo le he dicho que vi su cartera en el servicio y que sentía no habérselo dicho.

Alex: Ahora cómpranos eso -gritó tirándole de la mano-.

Zac: ¡Nos vamos! -dijo apareciendo ante ellos, alto, fuerte y muy furioso-. Nadie va a comprar nada.

Alex: ¡Nosotros sí! -se encaró con su tío-. La tía Vanessa nos lo ha prometido.

Zac: No me importa lo que haya dicho ella. Nos vamos y no quiero oír una palabra más -dijo tirando de Alysson hacia la puerta, y mirando imperativamente por encima de su hombro-. Vanessa, trae a Alex. ¡Inmediatamente!

Alysson: ¡Me haces daño en el brazo! -gritó-.

Alex: Vamos, tía Vanessa, cómprame el Power Ranger -suplicó tirando de Vanessa hacia el otro lado-.

Stel Harris eligió ese inoportuno momento para unirse a ellos.

Stel: ¿Zac, puedo hablar contigo un momento?

Zac: Nos íbamos a casa -refunfuñó-.

Alysson aprovechó para soltarse de su tío y correr junto a Vanessa.

Ness: Os dejamos para que habléis -dijo con hostilidad-.

Rodeando a los niños con el brazo, Vanessa se los llevó, dejando solos a Zac y a Stel.

Stel: Bueno, Zac, como siempre, tus sobrinitos han dado la nota -dijo irónicamente-. Pero parece que tu novia maneja bien a esos pequeños psicópatas.

Zac observó a Vanessa y a los dos niños sonriendo y hablando animadamente.

Zac: ¿Qué es lo que quieres, Stel?

Stel: Sólo quería felicitarte y que supieses que no te guardo ningún rencor -continuó sonriendo más genuinamente-. Ahora salgo con Gregory Foster. Se divorció de Mary Jane en primavera.

Zac: Gregory tiene dos hijos, Stel -le recordó-. ¿Y lo que decías de evitar a los hijos de los demás?

Stel: ¡Yo nunca dije eso! -la sonrisa de se transformó en una mueca de disgusto-. Yo no quiero evitar a los hijos de nadie, pero no quiero vivir con ellos. Lilian y Tommy viven con su madre, y son muy diferentes de esos mocosos que has heredado tú. Son educados y de buen trato.

Zac: Por ahora, tal vez -dijo con sarcasmo, pensando en la relación de Lilian con su sobrino-.

Dejó a su antigua novia, agradeciendo al destino que la hubiese apartado de su vida. Y lo mismo pensaba de Amber Hanson. Clavó la vista en Vanessa mientras se dirigía hacia ella y los niños. En muy poco tiempo, ella se había convertido en una parte esencial de su vida.
Alex y Alysson llevaban sus juguetes en la mano.

Alysson y Alex: ¡Gracias, tía Vanessa! -dijeron a coro, alegremente-.

Vanessa vio que Zac se aproximaba, y sintió su intensa mirada. Parecía más calmado, pero seguía enfadado.

Alysson: Ya nos podemos ir a casa, tío Zac -canturreó victoriosamente-. Tengo el juego de joyas.

Alex: Y yo mi Power Ranger -anunció enseñándole la caja a su tío-.

Zac: Ya veo -dijo atravesando a Vanessa con la mirada-. ¿Y qué les vamos a regalar cuando echen veneno a alguien en el plato o roben en una tienda?

Alex: ¿Tío Zac, sigues enfadado con nosotros?

Zac: Sí, sigo muy enfadado con todos.

Zac cerró una mano en la nuca de Vanessa y le puso la otra en la cintura. En cuanto la tocó, sintió que su furia empezaba a evaporarse, mientras se apoderaba de él otra clase de tensión, caliente y agradable. Casi no podía esperar a llegar a casa.

Zac: Nos vamos -anunció con firmeza-.

Alysson: Vale, vamos a buscar a Nick. A lo mejor lo pillamos besando a su novia.

Alex: Nick y Lilian, Lilian y Nick -canturreó-.

Los dos salieron corriendo con sus juguetes.

Zac: ¡Dios, qué noche! -gruñó con la mandíbula apretada-. Estoy deseando llegar al rancho... donde tú y yo tendremos una seria conversación sobre eso de comprar regalos a pequeños terroristas.

Las emociones de Vanessa bullían en su interior como en una humeante olla.

Ness: Si no me quitas las manos de encima, voy a dar un grito que hará que los de Alysson parezcan susurros.

Zac: Te tomo la palabra -replicó dejando las manos donde estaban-. Y mi amenaza es que si no vienes conmigo ahora mismo, te voy a sacar en brazos de aquí, y me importa un pimiento que la mitad de Bear Creek nos esté mirando.


domingo, 24 de julio de 2011

Capítulo 8


El insistente zumbido del despertador sacó a Vanessa de un profundo sueño. A su lado, Zac gimió, buscando a tientas con la mano el despertador hasta que lo apagó. Vanessa abrió los ojos de golpe al comprender... ¡Estaba desnuda en la cama de Zac!

Zac: Vuélvete a dormir -le dijo con la voz ronca-. Tengo que despertar a los chicos para ir al colegio, pero tú puedes...

Ness: Me levantaré.

Vanessa saltó rápidamente de la cama y corrió al cuarto de baño, cerrando la puerta con pestillo.
Zac sonrió. Le hacía gracia la timidez de Vanessa, que contrastaba con su inhibida pasión de la noche anterior. El sensual recuerdo de las escenas se reprodujo en su mente, y sintió una gran ternura. Por Vanessa. Tan dulce e inocente, y sin embargo tan entregada y apasionada.
Él había sido su primer amor. Y sería el único. Su marido.
Zac se acercó a la ventana, desnudo, y abrió las gruesas cortinas. El día estaba gris y nublado, y la lluvia golpeaba los cristales. Pero el tiempo no nubló su optimismo. Silbando alegremente, recogió su albornoz del suelo, y se dispuso a empezar el día.


Vanessa sirvió otro montón de tortitas en el plato de Nick, maravillada de su capacidad para comer. Era la tercera vez que le servía. Alysson las había cubierto completamente con jarabe de arce. Miley daba sorbos de té y mordisqueaba una tostada. Como Alex no estaba bien del todo para ir al colegio, estaba durmiendo.
Foxi entró en la cocina, anunciando su llegada con un potente maullido.

Alysson: Foxi ha dormido en mi cama esta noche. Casi no me dejaba sitio, pero no me importó -añadió graciosamente-.

Zac: ¿No es estupendo? ¡Un verdadero desayuno casero! -exclamó con entusiasmo, acabando con su tercer plato de tortitas-. El Reverendo tenía razón. Eres una buena cocinera, Vanessa.

Miley: A juzgar por el brillo de tus ojos y tu buen humor de esta mañana, parece que no sólo es buena en la cocina -comentó-.

Vanessa se puso completamente roja y casi se le cae la sartén de las manos.

Zac: ¡Miley! -la reprendió en un tono más bien divertido-.

Alysson: ¿Qué quiere decir Miley? -preguntó disponiéndose a echarse más jarabe-.

Zac: Significa que todos nos alegramos de que Vanessa esté aquí para prepararnos el desayuno -dijo poniendo el jarabe fuera de su alcance. Se levantó, atravesó la cocina y tomó a Vanessa por la cintura. La atrajo hacia sí y le frotó la nariz con la suya, sonriéndole-. Eres maravillosa.

Zac la acarició a través de la camisola de rayas rosas y blancas que se había puesto Vanessa para bajar a la cocina. Ella empezó a temblar, pero la presencia de los chicos le permitió mantener el equilibrio. Cuando Zac intentó deslizar las manos bajo la camisola, Vanessa se apartó de él. No podía soportar esas intimidades a esas horas de la mañana.

Nick: Voy por mis libros -dijo saliendo de la habitación-.

Alysson: Yo recogeré los míos también -gritó corriendo detrás de él-.

Cuando Nick y Alysson volvieron a la cocina con sus carteras, los seguía Tom Beckett, con sus vaqueros, botas y camisa de franela.

Tom: Me han abierto los chicos -explicó-. Como está lloviendo, no iremos a los pastos. He pensado que los chicos pueden trabajar hoy en las cuadras -Zac asintió con la cabeza, y Tom continuó-: Tengo que ir a recoger unas cosas al pueblo, así que podría llevar a esta cuadrilla al colegio.

Nick: ¡Bien! -exclamó-. ¡No tenemos que ir en ese viejo autobús!

Alysson: Ni esperar sentados en ese viejo Jeep, esperando a que venga -añadió-.

Zac: El Jeep no es viejo -protestó acercándose a Vanessa por detrás y abrazándola por la cintura-. La parada del autobús está al final del camino, en la carretera. Cuando llueve, llevo a los chicos en el Jeep y esperamos a que venga el autobús.

Miley: Ese trabajo tan divertido será tuyo cuando te cases con el tío Zac, Vanessa -dijo irónicamente-. Es sólo uno de los muchos beneficios que vienen con la posición de señora Efron.

Zac: Yo podría nombrar otros beneficios que le gustarán mucho más -murmuró sugestivamente, besuqueándole la nuca-.

Vanessa se ruborizó e intentó soltarse disimuladamente. Cuando vio que sus esfuerzos eran inútiles, se giró y le impidió el acceso a su cuello. Él levantó los labios pero no la soltó.

Tom: Ve por tus libros, colegiala -le ordenó a Miley-. No querrás llegar tarde al colegio, ¿verdad?

Vanessa volvió la cabeza de golpe. Había algo provocativo en el tono del capataz que llamó su atención... Llevó la mirada hasta Miley, que atravesaba la cocina, moviendo las caderas provocativamente mientras se miraba con Tom.

Zac: Un millón de gracias por llevarlos, Tom. Te lo agradezco de verdad.

Miley: Oh, yo también -lo secundó-.

Estaba al lado de Tom, sonriéndole de una manera seductora y desafiante al mismo tiempo.
Vanessa miró a la pareja boquiabierta, y después miró ansiosamente a Zac. Pero Zac la estudiaba a ella detenidamente, y en ningún momento miró hacia Tom y Miley.

Zac: Alex todavía duerme -murmuró en su oído-. ¿Por qué no ahorramos tiempo y agua caliente y nos duchamos juntos?

A Vanessa se le puso el corazón en la garganta. Estaba tan desconcertada por la maliciosa sonrisa de Zac y su excitante sugerencia, que casi no se dio cuenta de que los demás salían de la cocina.
Entonces Zac la levantó en brazos y la llevó hasta su dormitorio.
Cerró la puerta y echó el pestillo antes de tomar su boca en un profundo y voraz beso. Vanessa le echó los brazos al cuello, sintiendo que el deseo se apoderaba de ella con la fuerza de un tornado.
Ambos jadeaban cuando Zac levantó finalmente la cabeza.

Zac: He estado esperando esto desde que nos hemos levantado esta mañana -dijo mordisqueándole los labios-. Pero desapareciste como una gacela, y después nos vimos rodeados por un montón de carabinas.

Ness: Esas carabinas son la razón de que esté aquí -le recordó-.

Zac: No empecemos con eso otra vez -refunfuñó-. Hemos hecho el amor y eres mía, Vanessa. Y tú lo sabes. Me perteneces.

Zac se sorprendió de sí mismo. Hasta ese momento, jamás se había mostrado tan posesivo con una mujer. Ni siquiera con Amy, su anterior esposa. Pero con Vanessa era diferente. El imaginársela con otro le resultaba intolerable.
La depositó lentamente en el suelo, deslizándola a lo largo de la palpitante dureza de su cuerpo, convirtiendo el descenso en una provocativa caricia.

Zac: Vamos. -Con apremiante necesidad, la agarró por la muñeca y se dirigió al cuarto de baño, tirando de ella. En pocos segundos abrió el agua de la ducha y se desprendió del albornoz. Se volvió hacia Vanessa, con la mirada ardiente-. Quítate eso y nos metemos en la ducha.

Vanessa lo miró con los ojos como platos. Lo había visto la noche anterior en la cama, pero verlo desnudo y totalmente excitado a plena luz del día era diferente. ¡Y le pedía que se desnudase y se duchase con él!

Ness: Yo... creo que mejor iré a ver a Alex -dijo dominada por la timidez-. Si se despierta...

Zac: Se preparará un tazón de leche con cereales y se pondrá a ver dibujos animados en la tele -le desabrochó la camisola y se la deslizó por los hombros.

Ness: ¡Zac!

Vanessa se ruborizó, escandalizada, mientras observaba cómo Zac le bajaba las braguitas, y cómo sus dedos rozaban su feminidad.
La metió en la ducha, y Vanessa balbuceó mientras el agua le caía por la cabeza.

Zac: ¿Temes que un poco de agua te derrita, nena? -le preguntó riéndose perversamente-.

Ness: No recuerdo que te rieses ayer cuando te empaparon. De hecho, te pusiste como un loco. Pregúntaselo a Alysson.

Zac se enjabonó las manos, y sonrió con chulería.

Zac: Ven aquí.

Ness: Estás rompiendo las reglas -le temblaban las piernas-. Ayer prohibiste los juegos con agua, ¿recuerdas?

Zac: Pues levanto la prohibición -la tomó entre sus manos enjabonadas-. Haciendo una excepción. Porque tú eres excepcional, nena.

Zac posó su boca cálida y húmeda en los labios de Vanessa mientras deslizaba las manos por su cuerpo, lavándola y acariciándola. La besó profundamente y le enjabonó los pechos con ternura, apretándoselos delicadamente, utilizando la palma de la mano y después los dedos hasta que ella gimió de placer.
Hizo lo mismo con el resto de su cuerpo, enjabonándole la cintura, las curvas de sus caderas, la ternura de su vientre. Cuando deslizó las manos entre sus piernas, Vanessa se aferró a él, estremeciéndose y pronunciando su nombre en un grito ahogado. Casi no podía soportarlo, y se retorció contra su mano buscando el alivio que le había proporcionado la noche anterior.

Zac: Todavía no, nena -dijo con la voz ronca en su oído-.

Vanessa gimió de frustración, pero el continuó con su juego, llevándola una y otra vez al borde, pero sin dejar que lo sobrepasase. Enloquecida, Vanessa tomó ciegamente su virilidad entre sus manos.

Zac: Eso es, cielo -suspiró-. Eso te dará más placer que mis dedos.

La levantó, apretándola contra la pared, y se sumergió en ella, hundiéndose profundamente en su aterciopelada ternura.
Vanessa dejó escapar un grito. Tenía el cuerpo tan excitado que ardía de necesidad. Y ese ardor se intensificó hasta que no fue consciente nada más que de sus cuerpos unidos, húmedos, palpitantes y rebosantes de deseo.
Y entonces la tensión y el calor explotaron, elevándolos a la cumbre del éxtasis.
Después Vanessa, cansada y aturdida, enjabonó a Zac. Se lavaron la cabeza, y se echaron burbujas y agua el uno al otro.

Zac: ¿Apendicitis? -adivinó pasándole el dedo por una cicatriz de su vientre-. ¿Hace mucho?

Vanessa asintió con la cabeza.

Ness: Tenía seis años. Me puse mala en el colegio y me llevaron al hospital. Me operaron ese mismo día. Mi madre estaba muy ocupada con su trabajo, así que fue mi padre quien estuvo allí conmigo -se le humedecieron los ojos al recordar-. Incluso durmió en una silla por la noche.

Zac: ¿Tu padre? ¿Era el Reverendo Will?

Ness: Sí. Siempre lo he visto como mi padre.

Zac: Debe haber sido extraño para ti -dijo pensativamente-. Era tu padre, y de pronto se convirtió en una especie de tío falso al que casi no veías.

Ness: Fue extraño.

Esa palabra no describía en absoluto su dolor y su sentimiento de abandono, pero Vanessa lo dejó estar.

Zac: No me extraña que no hayas podido confiar en un hombre después de eso. Y explica que hayas permanecido virgen todos estos años.

Ness: ¡Por favor! No me psicoanalices.

Y abrió la puerta de la ducha. No quería que Zac se compadeciese de ella ni de la niña que había sido.
Zac la siguió.

Zac: Estás aquí conmigo para quedarte, Vanessa -la agarró por el brazo-. Lo has demostrado cuando has confiado en mí lo suficiente como para dormir conmigo.

Ness: Tal vez estaba harta de ser la virgen más vieja del planeta.

Zac se rió.

Zac: Bueno, ya no lo eres. Ahora eres mi dulce y sexy novia.

Envolviéndola en una gruesa toalla azul, empezó a secarla.
Ella cerró los ojos, disfrutando de sus atenciones.

Ness: Zac, tienes que considerar seriamente lo que significa para los niños que te cases conmigo. Si dentro de unos años decides... decidimos que las cosas no funcionan entre nosotros, les haremos daño, sobre todo a Alex y a Alysson.

Zac: Eso no va a suceder -dijo con firmeza-. Funcionará, Vanessa.

Vanessa pensó que ése era el momento ideal para que Zac le dijese que estaba enamorado de ella. Deseaba tanto oírlo que casi no le importaba que fuese mentira.
Pero Zac era sincero, y no le mentiría. Así que no dijo nada.
Casi media hora después, los dos bajaron al vestíbulo, secos y vestidos. Zac rodeaba la cintura de Vanessa con el brazo posesivamente.

Zac: Todavía está lloviendo -indicó echando un vistazo por la ventana-. Creo que hoy trabajaré en mi despacho. Necesitaba poner al día mis papeles, pero es algo que detesto.

Ness: ¿Detestas los papeles o estar dentro de casa?

Zac: Las dos cosas. Soy ranchero porque me gusta estar al aire libre. No sé cómo lo soportan esos oficinistas encerrados en esos rascacielos, día tras día.

Ness: Esa soy yo -murmuró-. Una oficinista del Ministerio de Comercio en el centro de la ciudad.

Zac: Eras es la palabra correcta. Ya no vas a volver allí, Vanessa.

Ness: Tengo que volver, Zac. Yo...

Zac: No -dijo en un tono que no permitía discusión-. Contrataremos a una empresa para que recoja tus cosas y las traiga. Puedes enviar tu dimisión al ministerio y arreglar todas las cosas por fax o por teléfono. No voy a dejar que te vayas, Ness.

Ness: La verdad es que no tengo que dimitir. Mi trabajo ha sido eliminado en el último recorte de presupuestos -le resultaba difícil admitirlo, pero sentía que tenía que ser honesta con él-. Esta es mi semana de vacaciones, y después tengo que volver a cumplir mis dos últimas semanas.

Zac: No vas a volver. Si fueron tan estúpidos como para despedirte, no se merecen tu presencia allí, nosotros sí -la besó, larga y profundamente-. Tus días de oficinista urbana han terminado, cielo. Acostúmbrate.

Aturdida, Vanessa pensó que ya lo estaba, y que le encantaba.
El sonido de la televisión los llevó hasta el cuarto de estar. Alex estaba sentado sobre uno de los cojines del suelo, con un tazón de cereales y con los ojos pegados a la gran pantalla.

Zac: ¿Ves? Dibujos -le dijo a Vanessa, dándole un beso en la frente-. Me voy al despacho. Hasta luego.

Zac la vio sentarse junto al pequeño y entablar conversación con él. ¡Gracias a Dios que estaba allí! Silbando, se dirigió a su despacho a arreglar sus papeles.
El teléfono sonó media hora después.

***: Llamo del Instituto de Bear Creek, para verificar si Miley Efron sigue enferma -dijo una enérgica voz al otro lado de la línea-.

Ness: Sigue enferma -repitió sin comprender-.

Pero la otra persona se lo tomó como una afirmación.

***: Gracias. Esperamos que se mejore pronto -dijo la mujer, y colgó-.

Vanessa se quedó mirando el auricular, y un escalofrío de temor la hizo estremecerse. Recordó la escena de la mañana entre Miley y Tom. ¿Seria Tom su misterioso amante?


Todavía llovía cuando Miley llegó a casa con Nick y Alysson esa tarde.

Alysson: No hemos tenido que venir en autobús -dijo felizmente-. Tom nos fue a recoger al colegio y nos ha traído hasta aquí.

Vanessa asintió con la cabeza, pero tenía la atención puesta en Miley. La joven, con cara de estar en las nubes, se fue enseguida a su habitación, alegando que le dolía la cabeza. Vanessa no se lo creyó, pero su deseo de hablar con Miley se vio frustrado por Zac y los otros tres niños.
Estaban rondando por la cocina, masticando barritas de mantequilla de cacahuete que habían hecho Alex y ella, hablando, bromeando y llamando su atención.
Zac sonrió de satisfacción al ver a Vanessa con los niños, y lo invadió el deseo.
Llevaba una falda gris de pliegues, corta pero no escandalosa, y un jersey beige con un chaleco estampado. Zac admiraba sus piernas al andar y se comía sus pechos con los ojos cuando ella se estiraba o se inclinaba.
Sus pensamientos derivaron al apasionado intermedio de la ducha, y después al íntimo ardor de la noche anterior. Zac se sentía cada vez más excitado, y deseó enviar lejos a los chicos y llevar a Vanessa de nuevo a su dormitorio...

Nick: Estoy saliendo con Lilian Foster -anunció con orgullo-. Es la chica más guapa de octavo. Tal vez de todo el colegio.

Zac: ¿La hija de Gregory Foster? -preguntó atento a la conversación-.

Nick: Lilian le dijo a su amiga Julie que yo le gustaba y que si quería ir a la fiesta del viernes con ella. Yo dije que sí, y ella me escribió una nota.

Ness: ¿Y ya salís juntos? Dios mío, qué romance más rápido.

Sus ojos se clavaron en Zac, que la miraba fijamente.

Zac: Nick es tan impulsivo como yo -murmuró sin que le oyese Nick-. Esperemos que no tan rápido, ¿mm?

Zac sonrió y extendió el brazo para agarrarle la mano. Se la llevó a la boca, y presionó los labios en su palma. Vanessa se estremeció.
La llegada del Reverendo Carter minutos después interrumpió la relación. Zac invitó al pastor a entrar, aunque no le agradaba su visita, y fue cortés con él, pero frío.
El Reverendo lo ignoró, prestando atención exclusivamente a Vanessa.

Will: Sólo debes venir a cenar esta noche, Vanessa querida -insistió tomándole la mano-. Sophie está preparando una cena estupenda, y esperamos que nos acompañes después a la iglesia. Hoy hay un mercadillo allí para reunir fondos. Así tendrás la oportunidad de conocer a nuestros amigos y...

Alex: ¿Un mercadillo? -preguntó con curiosidad.-

Zac: La gente lleva cosas que ya no quiere y se las vende a otras personas -explicó pacientemente-.

Alysson: Yo tengo muchas cosas que no quiero -exclamó-. ¿Puedo venderlas para ganar dinero?

Will: No -dijo el Reverendo con un sonido de impaciencia-. El dinero que se saca es para la iglesia. Pero nos estamos alejando del tema, que es que Vanessa se viene al pueblo conmigo.

Alex: Yo quiero que la tía Vanessa se quede a cenar con nosotros -lo interrumpió-. Dile que no puede ir, tío Zac.

Vanessa se puso tensa. Vio a Alysson y a Nick pasar la mirada del Reverendo a su tío, moviendo las cabezas como espectadores de un partido de tenis.

Will: Por supuesto que puede ir -dijo el Reverendo con firmeza-. Vanessa no está prisionera aquí, y ya es hora de que visite a sus amigos del pueblo.

Alysson: ¿Y si ella quiere quedarse con sus amigos aquí en el rancho? -preguntó en tono inocente, pero con ojos maliciosos-.

Nick: Sí -pactó-. Es la novia de mi tío, y usted no puede decirle lo que tiene que hacer. ¡Él es el único que puede!

Zac sonrió al chico con aprobación masculina, lo que estremeció a Vanessa. No podía dejar pasar así ese descarado machismo. Por ella, por la joven Lilian Foster y por todas las demás mujeres de los hombres Efron, tenía que decir algo.

Ness: No soy exactamente la novia de tu tío, Nick -dijo con las mejillas encendidas-. Y además, los hombres no dan órdenes a sus novias, las mujeres toman sus propias decisiones. Nadie me dice lo que tengo que hacer -añadió resueltamente-.

Alysson: ¿Quieres decir que puedes hacer todo lo que quieras? -quiso saber-.

Ness: Sí. Bueno, todo dentro de lo razonable -aclaró-. Todo lo que no esté reñido con las normas, responsabilidades y leyes que deben respetarse.

Nick: A mí no me parece que eso sea hacer lo que quieres -dijo con una sonrisa afectada-. El tío Zac dicta las normas y tú las respetas. Ves, él sí te dice lo que tienes que hacer.

Alex: El tío Zac es el jefe aquí -declaró-.

Zac asintió con aprobación.

Will: ¿Podríamos volver al asunto en el que estábamos? -preguntó el Reverendo con impaciencia-. Vanessa, espero que te reúnas con nosotros esta noche. Esperaba poder pasar algún tiempo contigo.

Ness: Me gustaría. Voy a ir -añadió, más por Zac que por el Reverendo-.

Zac: De acuerdo, puedes cenar con los Carter, Vanessa -dijo aunque no particularmente contento-.

Ness: Qué generoso el jefe otorgándome el permiso -dijo con los dientes apretados, y se volvió a su padrastro- Sí, voy. Gracias, Reverendo.

Una sombra cruzó el rostro del pastor.

Will: ¿Ya no soy el tío Will

Zac: Eso sólo era un título de cortesía para una niña -dijo con frialdad-. Pero Vanessa ya ha crecido, Reverendo, y el título de señora de Zachary Efron será duradero y real. -Vanessa vio la determinación y el desafío en los ojos de Zac-. ¿He mencionado que los chicos y yo vamos a cenar a la ciudad esta noche? -dijo a los niños en un tono más afectuoso-. ¿Qué os parece? ¿Burger o Pizza? -Eso provocó una discusión entre los tres jóvenes Efron. Zac acompañó a Vanessa y al pastor a la puerta-. Después de comer, nos pasaremos por la iglesia a recogerte, Vanessa. No merece la pena que el Reverendo tenga que hacer otro viaje hasta aquí.

Will: Iba a sugerir que Vanessa pasase la noche en nuestra casa -dijo el Reverendo tensamente-.

Zac sacudió la cabeza.

Zac: La traeré aquí -la apretó contra su pecho de la manera más posesiva y apoyó la mandíbula en su sien-. Hasta luego, cielo.

Will: ¿Le estás haciendo una promesa o es una amenaza? -demandó el Reverendo.

Zac: Eso que lo decida ella -dijo soltándola-.


miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 7


«¡A por él, chica!» Las palabras de Miley resonaban en los oídos de Vanessa cuando fue a ver a Alex y a Alysson, y acabó arropándolos en la cama. Los dos la abrazaron y le dieron un beso de buenas noches, y Vanessa se sintió conmovida de que la hubiesen aceptado tan fácilmente.
Se detuvo delante de las puertas de Nick y Miley, dándoles las buenas noches. Ambos le respondieron con simpatía. Vanessa sabía que por ellos podía quedarse.
Zac también quería que se quedase, aunque sus motivos fuesen inequívocamente interesados. Pero lo que más le importaba a Vanessa era sentir que la necesitaban. Que por fin había encontrado un lugar al que podía considerar su hogar.
Ella no iba a entrar en ese juego de movimientos astutos y estrategias. Y eso significaba llevarle a Zac la cena porque no había vuelto a la cocina, y ella sabía que tendría hambre. Después se iría a dormir. Había sido un día muy largo.
Llamó suavemente a la puerta del dormitorio de Zac.

Zac: Adelante.

Al oír su voz, Vanessa sintió que la sangre se le subía a la cabeza y el corazón empezó a latirle en los oídos.

Ness: No puedo abrir, tengo las manos ocupadas -dijo con la voz ronca y repentinamente jadeante-. Te traigo algo de cena.

La puerta se abrió de golpe. Zac estaba delante de ella, envuelto en un albornoz blanco. Se estaba secando el pelo con una toalla. Sus ojos recorrieron rápidamente la comida de un plato grande, en el que había pollo frito, ensalada de patatas, rollitos de col y un trozo de pastel de calabaza.

Zac: ¿Cómo? ¿No hay gelatina?

Vanessa se rió.

Ness: Ya que puede convertirse en un arma, está fuera del menú.

Zac: Buena idea. Uno nunca sabe cuándo le va a asaltar una irresistible necesidad de arrojársela a alguien -le aceptó el plato-. Creo que me he pasado esta noche, gritando y corriendo por la casa como un loco.

Zac sacudió la cabeza apenado.

Ness: Tenías razón para estar así -lo defendió sin pensarlo-. Quiero decir que después de conducir todo el día para ir a buscar a Nick, lo único que te faltaba era una pelea de comida en la cocina.

Zac: No, eso fue lo penúltimo. La llegada de los Carter fue lo último que me faltaba -replicó llevándose el plato a una butaca junto a la ventana y sentándose-. Me preguntaba si ibas a llamar al Reverendo para pedirle que viniese a buscarte.

Ness: No, he decidido que no.

Vanessa se acercó y le tendió un vaso de zumo de naranja.

Zac: ¿No hay café? -preguntó mirando el zumo recelosamente-.

Ella sacudió la cabeza.

Ness: Es demasiado tarde para tomar café. Si prefieres leche, iré a buscarte un vaso a la cocina.

Zac sonrió.

Ness: El zumo está bien. ¿Te quedarás conmigo mientras ceno? -le preguntó amablemente-.

Vanessa miró la puerta cerrada del dormitorio y a Zac, con el plato en su regazo.

Ness: De acuerdo. Pero sólo un rato.

Y se sentó vacilantemente en el borde de la cama.

Zac: Mientras estaba en la ducha, pensaba en la manera de estropearle el coche al Reverendo para que no pudiera llevarte al pueblo -comentó mordiendo un trozo de pollo-. Me alegro de que no le hayas llamado.

Ness: Zac, yo... la verdad, yo... -balbuceó, y se levantó de golpe-. Tengo que ir a ver a Foxi y después me iré a la cama. Yo...

Zac: Después -dijo con firmeza-.

La miró con tal intensidad, que Vanessa se quedó clavada en el sitio, y volvió a sentarse, ruborizada.
Se quedó mirando sus dientes blancos clavándose en la carne del pollo y vio la lengua asomándose por la comisura de sus labios... sus labios, tan sensuales, firmes y cálidos. Instantáneamente revivió el sensual recuerdo del contacto de su boca.
Vanessa apretó los muslos y cruzó los brazos sobre sus senos. Bajo la blusa y el sujetador sentía que sus pezones se endurecían.
Zac siguió comiendo, devorando su cena con apetito, hasta que puso el plato encima de una mesita. Se había comido todo excepto el pastel de calabaza.

Ness: ¿No quieres postre?

Zac: Ese no -se levantó y se dirigió hacia ella, sonriendo maliciosamente-. Me interesa otra clase de postre -se sentó a su lado en la cama-. Tú. -Vanessa sintió el corazón en la garganta-.

Ness: Yo... ehh... tengo que salir de aquí -murmuró-.

Pero no se movió.

Zac: Gracias por traerme la cena -le dijo con ternura, acariciándole su cabello ondulado de color negro-. Ha sido todo un detalle por tu parte.

Vanessa tenía a la vista en el vello negro del pecho de Zac, asomando por el blanco albornoz, que contrastaba con su piel ligeramente morena. Pensó que estaría desnudo bajo ese albornoz, pero siguió ahí sentada, sin moverse.

Zac: Échate -le dijo con una voz aterciopelada-.

Vanessa lo miró boquiabierta, demasiado sorprendida para hablar.
Suave, aunque inevitablemente, Zac le puso las manos en los hombros y la echó sobre el colchón. El se tumbó a su lado, recorriéndola posesivamente con su intensa mirada.

Zac: Qué ojos tan bonitos.

Zac inclinó la cabeza y le besó los párpados con una afectuosa sonrisa en los labios.
Vanessa cerró los ojos y no consiguió abrirlos de nuevo. Se sintió invadida de un excitante calor que la dejó sin fuerzas para moverse. Zac le agarró una pierna y se la colocó por encima, acariciándosela, desde la curva de las nalgas hasta la rodilla.

Zac: Tienes unas piernas estupendas -murmuró con aprobación-. Largas y bien formadas. Quiero verlas. Aunque estás buenísima con esos vaqueros, vamos a quitártelos.

Vanessa se retorció de deseo cuando él hizo el camino de vuelta con la palma de la mano. Al llegar a la caliente coyuntura de sus muslos, Zac le puso ahí la mano.
Vanessa ahogó un grito y se sentó de un salto. Pero él no retiró la mano. Vanessa palideció, y después se ruborizó intensamente al verle agarrándola tan íntimamente.

Ness: Zac, por favor -su voz sonó como un lejano gemido-. Esto... yo... apenas nos conocemos.

El calor de la mano de Zac cubría su feminidad; estaba húmeda y palpitante. Si no retiraba la mano...
No lo hizo.
Vanessa se volvió a tumbar en la cama, hipnotizada por la agonía del deseo que la invadía. Deseaba algo más que esa firme y caliente presión. Deseaba...
Zac la soltó y deslizó la mano hacia su vientre. Hábilmente le desabrochó el botón del pantalón.

Ness: Zac, sólo hace dos días que nos conocemos -le recordó sujetándole los dedos con la mano-.

Él se la llevó a los labios y le acarició la palma con la punta de la lengua. Vanessa sintió los efectos de esa simple caricia justo donde él pretendía.

Zac: Cielo, en esta casa un día equivale a cinco años. Cinco años de prisión -dijo sonriéndole-. Así que llevamos juntos el equivalente a... ¿cuánto tiempo?

Ness: ¿Diez años?

Zac: Eres un prodigio con las matemáticas -bromeó-. Pero la respuesta correcta es diez años de prisión.

Como por sí solas, las manos de Vanessa recorrieron las facciones del rostro de Zac, acariciándole los pómulos, la dura línea de su mandíbula, el cuello.

Ness: Estar aquí no es como estar en prisión, Zac -admitió con dulzura-.

Zac: ¿No? -dijo masajeándole los músculos de lo hombros y la espalda-. ¿Crees que podrías acostumbrarte a esto?

Ness: Ya me he acostumbrado. Y me gusta.

Él la besó en la frente, en las mejillas, en el cuello.

Zac: Ya eres como de la familia, sabes. Estaba predestinado -rió-. Alguien que se adapta instantáneamente a la vida en este manicomio es claramente un paciente más.

Podía estar bromeando, pero era lo más seductor que podía haberle dicho a Vanessa. Por fin había encontrado el lugar y las personas que había estado esperando toda su vida.

Ness: Gracias. Creo -bromeó también, pero su mirada era radiante-.

A Zac le dio un vuelco el corazón. Sin saber por qué, ver a Vanessa tan feliz lo conmovía profundamente, y le alegraba. Se sentía protector hacia ella, y posesivo. La deseaba.
Se aflojó el cinturón del albornoz y le puso un duro muslo entre las piernas.

Zac: No te obsesiones con el tiempo, nena. Es algo irrelevante, sobre todo para nosotros, que vamos a casarnos -le acarició los labios con la boca-. Me gusta cómo suena. Me gusta saber que estarás en mi cama cada noche. Empezando por esta noche.
Vanessa empezó a temblar al comprender que iba a hacerlo. Iba a casarse con Zac Efron. E iba a hacer el amor con él esa noche. Sintió una oleada de terror virginal mezclado con la excitación y la necesidad de pertenecerle completamente.

Zac: Sé que quieres que te haga el amor, Vanessa -le dijo con la voz áspera y profunda-. Por eso has venido esta noche a mi dormitorio.

Ness: Yo pensaba que sólo iba a traerte la cena -susurró-.

Pero sus dulces ojos marrones indicaban su rendición.

Zac: Pues te engañabas -le aseguró-. Pero si eso ha sido lo que te ha traído aquí...

Su voz se desvaneció mientras se concentraba en los botones de su blusa de seda.
Vanessa se quedó perpleja de la rapidez con la que los desabrochó. En un segundo también le había soltado el cierre delantero del sujetador.

Zac: Te deseo, Vanessa.

Con los ojos nublados por el deseo, Zac contempló sus senos. Eran firmes y redondos, pequeños y muy blancos, con los pezones rosados y oscuros.
Temblando y ruborizada, Vanessa resistió la tentación de cubrirse. La ardiente mirada de Zac sobre sus pechos desnudos, la violentaba y la excitaba al mismo tiempo.

Zac: Eres preciosa -murmuró con ternura, tranquilizándola-. Y lo digo de verdad, Ness.

Ness: Me gustaría creerte.

Zac: Créeme, nena.

Zac no pudo resistir un momento más sin tocarla. Tomó sus senos vorazmente, primero con las manos, después con los labios.
Se introdujo un pezón en la boca y lo succionó. Vanessa gritó de placer mientras oleadas de sensación recorrían su cuerpo.
Le separó los muslos con la rodilla, echándose sobre ella para que pudiese sentir su excitación. Vanessa se frotó contra él de tal manera, que Zac dejó escapar un gemido. Cerró su boca sobre la de ella, y Vanessa le rodeó el cuello con los brazos, besándolo también.
El beso continuó, salvaje y apasionado. Vanessa deslizó las manos bajo el albornoz para sentir la dura calidez de su piel y de sus músculos. Era todo masculinidad, y Vanessa saboreó la diferencia física entre ellos. Sus exploraciones hicieron que Zac se estremeciese de placer, y el impacto en su excitación provocó su efecto en ella también.
Vanessa dejó escapar un grito gutural. Se sentía débil y caliente y el pulso le latía con una mezcla de placer y deseo.

Ness: Jamás había sentido algo así -jadeó cuando él separó los labios, permitiéndole respirar-. Nunca imaginé que pudiera sentir esto.

Estaba asustada de que la arrastrase por ese torbellino de placer, asustada de perder el control por completo, entregándose a él. Y en ese momento Zac empezó a quitarle los pantalones.

Zac: Relájate, cielo -le dijo en tono dulce y seductor-. Sé que estás nerviosa, pero no hay razón para que lo estés.

Estaba completamente desnuda, y él se deleitaba mirándola mientras se quitaba el albornoz. Lo arrojó al suelo, donde había aterrizado el resto de la ropa.
Vanessa se quedó mirándolo, con la boca seca al ver su cuerpo musculoso y bien proporcionado, musculoso y duro, impresionantemente masculino. La fascinación sustituyó al miedo y extendió las manos para tocarlo. Cerró la mano en torno a él, sintiendo su calor, su dureza y su gran tamaño.
Zac cerró los ojos y ahogó un grito de placer. Observándolo, Vanessa sintió una embriagadora sensación de poder. Él la deseaba. Podía verlo, sentirlo...
Zac abrió los ojos y le retiró la mano, con una sonrisa de pesar.

Zac: Si sigues así, acabaremos antes de empezar.

Y deslizó una mano entre las piernas de Vanessa. Ella arqueó su cuerpo y gimió de placer mientras él le acariciaba los suaves pliegues y exploraba el cremoso centro aterciopelado de su feminidad. Un torbellino de maravillosas sensaciones la recorrió, haciéndose cada vez más intenso, hasta que el placer se hizo casi insoportable.

Ness: Por favor -sollozó-.

Zac la observó con sus ojos azules brillando de pasión y posesión.

Zac: Suéltalo, nena -le pidió con dulzura-. Suéltalo y ven a mí.

Ness: No... no puedo -jadeó-.

Zac: Sí, sí puedes.

Y entonces ella lo hizo. Se entregó a esa palpitante tensión de estar a punto de estallar, precipitándose en un apasionante éxtasis, en una dimensión de placer que jamás había soñado que existiese.
Zac no le dio tiempo a descender. Mientras el cuerpo de Vanessa seguía latiendo de placer, le separó ampliamente las piernas y se sumergió en ella, llenándola con la fuerza y el poder de su masculinidad. Vanessa gritó y sintió el escozor de lágrimas en los ojos.
Zac levantó la cabeza y la miró perplejo.

Zac: Nunca has hecho esto, ¿verdad? -le preguntó con incredulidad en la voz.-

Ness: No -admitió cerrando los ojos-.

Zac: Yo... creía que no tenías mucha experiencia. Pero no esperaba que...

Ness: Parece corno si el concepto de virginidad sobrepasase tu entendimiento -lo interrumpió sintiéndose humillada-.

Zac la miró y vio el brillo de lágrimas en sus ojos.

Zac: ¡Oh, Dios, no llores! -le suplicó-. Cielo, si... si estabas reservándote para el matrimonio, de verdad que voy a casarme contigo. Podemos... fingir que es nuestra noche de bodas.

Ness: Zac, por favor, esto ya es bastante humillante sin que...

Zac: ¿Humillante? -preguntó perplejo-.

Ness: Me siento humillada. Haces que me sienta como un bicho raro porque nunca... -apartó la mirada, ruborizándose-. Porque nunca he tenido relaciones sexuales.

Vanessa se preparó para recibir una respuesta poco sincera. Y esperó, hasta que finalmente tuvo el valor de mirarlo a los ojos.

Zac: Siento haberte hecho sentir como un bicho raro -le dijo en tono de necesidad-. Eres todo menos eso. Eres una mujer preciosa y apasionada, y me siento privilegiado de ser tu primer amante.

Vanessa se mordió el labio para contener las lágrimas.

Ness: Gracias, Zac -susurró-.

Él se inclinó y la besó en la boca con ternura.

Zac: Y te juro que jamás le he dicho esto a una mujer, porque nunca he... estado con una mujer virgen -se movió con cuidado dentro de ella-. Hoy es la primera vez para los dos, nena -murmuró con la voz ronca-.

Un delicioso estremecimiento la recorrió de pies a cabeza. Entonces Zac la besó profundamente. Vanessa gimió de pasión y lo abrazó con fuerza, arqueándose ondulantemente contra él.

Zac: Eso es -la animó con la voz áspera en su oído-. Rodéame con tus piernas.

Ella obedeció, recibiéndolo profundamente en su interior, y él empezó a moverse lentamente, creando un ritmo de corriente sensual en el que Vanessa se vio fluyendo felizmente.

Ness: Qué agradable, Zac -dijo maravillada-. Es tan agradable.

Su inocente proclamación actuó como un catalizador erótico, y Zac se sintió invadido por un torrente de placer.

Zac: Sí, nena. Es endemoniadamente agradable.

Aunque intentó prolongarlo, la naturaleza lo sobrepasó y empezó a moverse más rápida y profundamente, estallando finalmente en un explosivo clímax. Con un tembloroso gemido de placer, se derrumbó encima de ella.
Vanessa lo abrazó con fuerza, con su propio corazón retumbando en sus oídos, sintiendo el rostro húmedo de sudor, o de lágrimas, o de las dos cosas.
Zac se había quedado tan saciado y repleto que no tenía fuerzas para mover ni un sólo músculo. Cerró los ojos y sintió que caía en un profundo adormecimiento.

Ness: ¿Zac? -su dulce voz lo sacó de su ensueño-. Debería volver a mi habitación. No puedo quedarme aquí.

Zac: ¿Por qué no?

Zac estiró la mano para apagar la lamparita de noche, dejando la habitación en total oscuridad. A Vanessa se le aceleró el corazón.

Ness: No quiero que los niños nos encuentren juntos. Además, no voy a poder dormir... aquí.

Zac: La puerta está cerrada con pestillo. Los chicos no nos molestarán -dijo disgustado ante la retirada emocional de Vanessa-. ¿Y qué significa eso de que no vas a poder dormir aquí? Este colchón es mucho mejor que el tuyo.

Zac se echó a su lado y la tomó por la cintura, apretándose contra ella y haciendo encajar sus cuerpos.

Ness: No es el colchón -replicó-. Es que yo... nunca he compartido la cama con nadie. Tengo el sueño muy inquieto y si me quedo aquí, ninguno de los dos va a descansar.

Zac: Estoy dispuesto a correr el riesgo -la besó en la sien-. No vas a moverte de aquí, cielo. Buenas noches.

Vanessa intentó soltarse, pero el brazo de Zac era como una banda de acero que la aprisionaba. Se sentía furiosa. Esperaba que él le hubiese dicho que le había gustado, aunque no fuese cierto. Pero Zac permanecía en silencio.

Ness: Zac, no puedo dormir aquí -insistió retorciéndose en la cama-. Zac, lo digo en serio. Suéltame.

Zac: No.

Vanessa intentó contenerse. No debería culparlo porque él no viese su unión sexual como un momento culminante de su vida, aunque para ella si lo fuese.

Ness: Para ti es todo tan fácil -lo acusó-.

Vanessa ahogó un sollozo. Ella no se habría ido a la cama con cualquier hombre. No, había hecho el amor con Zac Efron porque en el curso de dos días caóticos y maravillosos, se había enamorado locamente de él. Necesitaba oírle decir que aquello había significado algo para él, que ella significaba algo para él además de una esposa de conveniencia.
Pero él interpretó su comentario literalmente.

Zac: ¿Fácil? -sonrió-. Por supuesto. Acabo de hacer el amor con mi futura esposa y ahora es el momento de dormir. Juntos.

Se sentía fabuloso, en la cima del mundo. Hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación de optimismo y bienestar. Zac cerró los ojos. El Reverendo Carter le había hecho un enorme favor sugiriéndole que invitase a Vanessa.
Mientras se quedaba dormido, Zac pensó que tendría que agradecérselo con un generoso donativo para la iglesia.
Vanessa se quedó inmóvil, escuchando cómo la respiración de Zac cada vez era más lenta y profunda. Había decidido esperar a que estuviese dormido para salir de la cama y volver a su dormitorio.
La habitación estaba a oscuras y en silencio. Zac había echado el edredón encima de ellos, protegiéndolos del frío, y el calor de su cuerpo junto a ella era excitante. Sus párpados se hicieron cada vez más pesados, y le costaba tanto mantener los ojos abiertos que acabó por cerrarlos.
Vanessa suspiró soñolientamente. Seguiría ahí echada unos minutos más y después se levantaría. Sólo unos minutos más.


viernes, 15 de julio de 2011

Capítulo 6


Vanessa sintió una oleada de calor, e intentó aferrarse a su indignación.

Ness: No creas que puedes utilizar tu... tu encanto y tu habilidad con las mujeres para...

Zac: No voy a perder el tiempo discutiendo contigo. Las acciones dicen más que las palabras.

Zac enredó los dedos en su cabello, sujetándole la cabeza con sus fuertes dedos, y le cubrió la boca con sus labios.
Vanessa gimió mientras su cabeza daba vueltas. Cuando él le introdujo la lengua, el placer y la excitación fueron tan intensos, que Vanessa abandonó toda resistencia. Le rodeó el cuello con los brazos y lo besó ella también, tan sensualmente como él la estaba besando a ella.
Zac le cubrió los glúteos con las manos, levantándola y apretándola contra él. Vanessa se retorció, electrificada por la intimidad, deseando más. El deseo aumentó cuando él le introdujo la pierna entre los muslos y empezó a moverla hacia delante y hacia atrás, provocándole una maravillosa e insoportable sensación, que recorrió todo su cuerpo.
Y entonces Zac separó la boca, aunque sus labios siguieron rozando los de Vanessa mientras hablaba.

Zac: Espero que esto te aclare cualquier idea falsa que tengas de que no te deseo. Nena, en cuanto te toco, estallo en llamas. -Vanessa se estremeció ante sus palabras. Estaba temblando y las piernas casi no la sujetaban-. Siento que el Reverendo te haya hecho sentirte mal -dijo con ternura, pasándole el pulgar por los labios ligeramente hinchados-. Estabas feliz hasta que han aparecido los Carter. Creo que es mejor que te mantengas alejada de ellos, al menos un tiempo.

Vanessa se quedó mirándolo, maravillada de que estuviese hablando en serio.

Se oyó jaleo en la cocina, y Zac le rodeó los hombros con el brazo, sacándola del despacho.

Zac: Terminaremos esto después -murmuró dándole un rápido beso en la cabeza-. Cuando las tropas se hayan ido a dormir.

La sensual promesa implícita en sus palabras, en su posesivo abrazo, la hizo estremecerse.

Ness: Zac, no puedo. Yo... -respiró hondo y volvió a empezar-. Yo no tengo relaciones casuales.

Zac: Sabes que no es eso lo que te propongo, Vanessa -sonrió-. Sino algo natural cuando hay una proposición de matrimonio.

Se detuvieron delante de la enorme chimenea de granito del salón. Vanessa se mordió el labio con nerviosismo.

Ness: ¿En serio crees que estoy tan desesperada que voy a casarme con un hombre al que conozco sólo desde hace dos días? ¿Cómo sabes que no... que no estoy enamorada de otra persona?

Zac: No lo estás, ¿verdad?

Zac hizo la pregunta en tal tono de indiferencia, que Vanessa se sintió insultada.

Ness: ¡Tal vez sí! -dijo hecha una furia-.

Zac: ¿Por qué entonces tu tío sugirió que te casarías conmigo? -la desafió sonriendo con sarcasmo-. El no lo habría hecho sabiendo que estabas enamorada de otro hombre.

Ness: ¡Puede que no lo supiese!

Zac: Si estuvieses locamente enamorada de otro hombre, se lo habrías dicho -declaró con una seguridad exasperante-. Las mujeres no guardan esas cosas en secreto.

Estaba tan seguro de ella, que Vanessa sintió un súbito impulso de sacarlo de su complacencia.

Ness: Eso es mentira. Hay veces que una mujer tiene que mantener su amor en secreto -dijo incitada por la presuntuosa sonrisa de incredulidad de Zac-. Por ejemplo, no le habría dicho nada a mi tío si... si el hombre a quien amase estuviese casado.

Se llevó la mano a la boca, horrorizada por sus palabras. Roja de vergüenza e incapaz de mirar a Zac, se soltó de él y corrió hacia la cocina donde Alysson, Nick y Alex estaban dándose un banquete con la cena de los Carter.

Ness: ¿Os importa que me una a vosotros? -les preguntó mirando furtivamente la puerta-.

Zac no la había seguido, y se sintió aliviada y desilusionada a la vez. Se dejó caer en el banco de detrás de la mesa, ignorando afectuosamente a sus compañeros de cena, quienes acabaron sentándose con ella.
En el salón, Zac miraba fijamente a los ojos vacíos del alce que estaba sobre la chimenea, analizando la brusca salida de Vanessa.

Miley: No sé si felicitarte o sentir lástima por ti, tío Zac -su voz sonó al otro lado de la habitación-. Si estabas intentando insultar a Vanessa y echarla, felicidades, lo has hecho muy bien. Pero si lo que pretendías era persuadirla para que se casase, o tan solo para que se acostase contigo, ¡guau, la has hecho buena!

Zac se volvió y vio a su sobrina echada en el sofá, mordisqueando un muslo de pollo.

Zac: ¿Cuándo has entrado?

Miley: Estaba aquí cuando entraste con Vanessa -dijo alegremente-. No me has visto, claro, estabas demasiado ocupado en meter la pata hasta el fondo.

Zac: No deberías escuchar las conversaciones privadas -la amonestó-.

Miley: Lo siento -replicó sin una gota de remordimiento-. ¿Pero qué intentas hacer, tío Zac? ¿Ya no quieres casarte con Vanessa?

Zac: ¡Por supuesto que sí!

Miley: ¿Si? ¡Pues quién lo diría! -se echó hacia atrás el cabello con dramatismo y dio un furioso mordisco al pollo-. Apuesto a que Vanessa no sabe a qué atenerse. ¡Hombres!

Zac: ¿Qué significa eso? -demandó-.

Miley se puso de pie y caminó con dramatismo hacia la puerta de la cocina.

Miley: Significa que los hombres no dicen lo que sienten, ni sienten lo que dicen.

Zac: ¿Y las mujeres sí?

Miley: Lo haríamos si los hombres no nos obligaran a entrar en su juego, y a mentirles.

Zac: ¿Como Vanessa cuando ha dicho que estaba enamorada de un hombre casado? No me lo he creído ni por un segundo -frunció el ceño-. ¿Y tú?

Miley: Tío Zac, tú la has forzado a decirlo al suponer que está tan desesperada que no tiene otras perspectivas más que aceptar tu oferta. ¿Qué mujer puede aguantar eso sin intentar salvar algo de orgullo?

Zac: Yo no lo he dicho así -protestó indignado-.

Miley: Pues eso es lo que he oído. Y lo que ha oído Vanessa. Naturalmente ella no podía dejarlo pasar. Las mujeres decimos y hacemos lo que es preciso cuando se trata de manejar a los hombres.

Zac: ¿Ah, sí? -Le resultó inquietante el tono de Miley. Miró a su sobrina, estudiándola. Con su belleza y su provocativa sexualidad, se parecía mucho a la mujer que podía manejar a cualquier hombre que se le antojase. Zac tragó saliva-. ¿Miley, que es lo que te pasa?

Miley sólo se rió.

Miley: Cielo, estoy preocupado por ti.

Zac: Pues no lo estés. Sé lo que hago -Miley empujó la puerta y entró con calma en la cocina-. Creo -murmuró para sí-. -La siguió, y entró en la cocina justo a tiempo de ver a Alex hundiendo las manos en el aro de gelatina de lima y lanzándole dos puñados a Nick a la cabeza-. ¡Basta, Alex! -rugió, y se volvió hacia Nick, que estaba dispuesto a contraatacar-. ¡No te atrevas, Nick! ¡Nada de peleas de comida! No voy a tolerar esa clase de...

Alex: ¡Socorro! -chilló cuando Zac se acercó a la mesa-.

El pequeño saltó al regazo de Vanessa y se agarró a ella con fuerza, ocultando el rostro en su pecho.

Alex: ¡No dejes que me pegue, tía Vanessa!

Vanessa se quedó atónita por haber sido ascendida inesperadamente al estatus de tía. Miró a Alex e, instintivamente, lo abrazó.
Riéndose y chorreando gelatina, Nick fue al fregadero y sumergió la cabeza bajo el chorro.

Zac: Alex Efron, quiero hablar contigo -dijo agarrando al pequeño por el brazo-.

Alex: ¡Va a pegarme! -chilló-.

Ness: ¡Zac, no! -se apartó rápidamente, y apretó al niño con fuerza-. ¡Cálmate! Alex sólo... sólo...

Zac: ¿Qué no? -gruñó-. ¡Maldita sea, no me voy a dejar manipular así! Si hay algo que vamos a dejar claro es...

Nick: Eh, tranquilo, tío Zac -dijo riendo alegremente-. Toma, te ayudaré.

Y agarrando el pulverizador de goma del fregadero, el chico enchufó el chorro de agua fría hacia su tío.
Durante unos segundos, Zac se quedó donde estaba, completamente empapado. El tiempo suficiente para que Nick soltase la goma y desapareciese de la cocina.
Zac se repuso y salió disparado detrás de su sobrino. Se oyó un portazo, seguido instantáneamente de un furioso aporreamiento.

Zac: ¡Nick, abre la puerta! -le ordenó-. ¡Ábrela ahora mismo!

Miley: Parece que Nick está a salvo en su habitación -comentó dirigiéndose tranquilamente a cerrar el grifo-.

Zac: ¡Si no abres la puerta, te juro que la echaré abajo! -gritó-.

De pronto Alysson, que estaba sentada en el banco junto a Vanessa, soltó un grito desgarrador y exclamó:

Alysson: ¡El tío Zac se ha vuelto loco!

Ness: Alysson, tu tío no se ha vuelto loco -le aseguró-. Está furioso, pero... -Alysson soltó otro grito, tan fuerte que a Vanessa le retumbaron los oídos-. Alysson, no grites más -dijo levantándose y sentando a Alex junto a su hermana-, Y Alex, no toques la gelatina. Voy a hablar con vuestro tío Zac.

Se levantó y fue a la puerta de la habitación de Nick, que Zac seguía aporreando y amenazando con derribar.

Ness: Zac -le puso una mano en el brazo-. Zac, estás empapado. ¿Por qué no vas a cambiarte y cenamos?

Zac dejó de gritar y de dar golpes, suspiró profundamente y se apoyó en la pared.

Zac: ¿Crees que estoy siendo poco razonable? -la miró furiosamente-. ¿Crees que no tengo derecho a irritarme cuando estos pequeños monstruos arrojan comida y…?

Ness: No son monstruos -se encaró con él-. Son chicos inquietos, con ganas de divertirse. ¿No hiciste cosas así con tus hermanos?

Zac: Claro. Por supuesto. Incluso tuvimos alguna pelea con comida. Pero no agarrábamos una manguera y se la enchufábamos a nuestra madre cuando nos decía que parásemos. Tengo derecho a...

Nick: Yo no habría mojado a mi madre, tío Zac -dijo al otro lado de la puerta-. Pero tú no eres mi madre. Eres mi tío, que es fenómeno y te gusta bromear, y que una vez me mojó con la misma goma en verano porque me quejé de que hacía calor. Me empapaste y te reíste a carcajadas, ¿te acuerdas, tío Zac? Todos nos reímos.

Zac se puso rojo.

Zac: Eso fue diferente -murmuró-.

Ness: ¿Cómo? -frunció los labios-. Me parece que las peleas de agua o se permiten en esta casa o se prohíben... a todo el mundo.

Nick: A mí me parece igual -dijo a través de la puerta-.

Zac se pasó la mano por el cabello.

Zac: De acuerdo -apretó los dientes-. De ahora en adelante, las peleas de agua están prohibidas en esta casa.

Nick: ¿Y las peleas de comida? -preguntó saliendo de su habitación-. ¿También están prohibidas?

Ness: Sí -dijo decisivamente-. Y creo que será mejor informar a Alex de las nuevas reglas de la casa.

Nick: Y a Alysson también. No la viste dándole un dólar a Alex por arrojarme la gelatina -añadió sonriendo a Vanessa-.

Zac dejó escapar un extraño sonido y entró airadamente en la cocina.

Zac: Se acabaron las peleas de comida -ordenó con severidad, mirando furiosamente a Alex, y después a Alysson-. Y se acabó también el pagar a alguien para que arroje comida. Miley, busca una fregona y recoge el agua del suelo.

Miley: Ni lo sueñes -replicó echándose el cabello hacia atrás-. Nick lo hizo, que lo recoja él.

Ness: Zac, vas a pillar frío con la ropa mojada -intervino inmediatamente-. No te preocupes, yo me encargo de las cosas aquí en la cocina. Ve a cambiarte.

Nick: ¡Achú! -fingió un estornudo-. El pobre tío Zac va a pillar un resfriado con esa horrible ropa mojada.

Vanessa se tensó, y se puso rápidamente delante de Zac, intentando evitar otro enfrentamiento, colocándole las manos en el pecho para detenerlo. Casi esperaba que la empujase a un lado y saliese detrás de Nick otra vez.
Pero no lo hizo. Zac puso las manos sobre las de ella y las apretó sobre su camisa mojada. Vanessa sintió el calor húmedo de su cuerpo bajo sus dedos.
Sus miradas se encontraron.

Zac: En contra de lo que puedas pensar, no soy un cruel ogro que pega a los chicos. Jamás les he puesto la mano encima.

Ness: Tal vez tu hermano Jesse les pegaba cuando se enfadaba -murmuró horrorizada-.

Zac: O tal vez Alex sabe cómo activar tu instinto maternal protector -sugirió-.

Ness: Es muy cínico que digas eso, Zac Efron. Alex sólo es un niño de siete años.

Vanessa intentó soltarse, pero Zac apretó los dedos sobre sus manos.

Zac: Te gustan los chicos, ¿verdad? -la observó atentamente-. Te importa lo que les suceda.

La mirada de Zac era tan intensa, que Vanessa se sintió perdida en la profundidad de sus ojos. Casi no podía pensar.

Ness: Bueno, por supuesto. Sólo son niños que lo han pasado mal y...

Alex: No volveré a arrojar comida -anunció metiéndose entre Vanessa y Zac. Rodeó a ambos con los brazos-. ¿Cuándo voy a tener mi perrito? La tía Vanessa dijo que podía tener uno -le explicó a su tío-.

Zac: Oh, está claro que lo que nos falta es un animalito -dijo irónicamente-. ¿Qué tal un lobezno o un osito? Encajarían muy bien.

Alysson: No estamos bromeando, tío Zac -le reprendió-. De verdad vamos a tener un perrito. La tía Vanessa nos lo ha prometido.

Zac: Bueno, ya que es ella la que va a estar en casa, por mí bien -dijo arqueando las cejas a Vanessa desafiantemente-.

Vanessa abrió la boca para hablar, pero no pudo decir nada. No con el pequeño abrazado a ella y con los demás observándolos a Zac y a ella ahí de pie tan juntos.

Miley: Es como si estuviese viendo una serie de televisión -comentó-. La crisis se resuelve al final del episodio y todos sonríen. Suena el tema musical de la serie. Fin.

Alysson: Me gustan esas series -suspiró-.

Nick: Pues yo creo que somos más la Familia Adams que Padres Forzosos -replicó bromeando-.

Todos se rieron, incluido Zac. Vanessa se sintió invadida por una oleada de cálido afecto. Bromas aparte, había un verdadero sentimiento de familia en esa habitación, algo que ella siempre había anhelado.
Vanessa miró a cada uno de los chicos, después a Zac, que seguía sujetándole las manos, observándola con una intensidad y un deseo que la dejó sin respiración.
Rápidamente, Vanessa se soltó y se apartó de él, consciente de que se había ruborizado.

Zac: Creo que voy a quitarme esta ropa mojada, y así no correré el riesgo de pillar un resfriado -dijo mirando a su sobrino con ironía-.

Nick se rió y estornudó varias veces de mentira mientras salía su tío.
Para sorpresa de Vanessa, cuando sugirió a Alex, Alysson y Nick que fuesen a acostarse, lo hicieron sin protestar. Y Miley se quedó a ayudarla a recoger la cocina.

Miley: Has hecho un excelente trabajo manejando al tío Zac esta noche, Vanessa -dijo con aprobación mientras pasaba la fregona por el suelo-. Interviniste en el momento adecuado y suavizaste las cosas -sonrió maliciosamente-. Y ponerlo tan caliente ha sido una buena jugada por tu parte. Ni siquiera con esa ropa mojada podía evitar que...

Ness: ¡Miley! -la interrumpió ruborizándose-.

Miley: Apuesto a que está dándose una ducha de agua helada en este momento -continuó alegremente-. ¿Cuánto tiempo vas a resistirte? No demasiado, espero, porque el tío Zac está...

Ness: ¡Miley, por favor!

Miley: ¡Te has puesto roja! -estaba encantada-. ¡Qué mona!

Ness: ¡Otra vez no! -gimió-.

Miley: Me parece que cuando alguien se sonroja al imaginarse al tío Zac en la ducha no puede estar locamente enamorada de un hombre casado -declaró mirando fijamente a Vanessa-. ¿Tengo razón?

Vanessa soltó la balleta con la que estaba limpiando la mesa, llena de vergüenza.

Ness: Siento que oyeses eso, Miley. No es verdad y no debería haberlo dicho. Yo...

Miley: Oh, sé por qué lo dijiste -la interrumpió sonriendo-. ¡El tío Zac no te dejó otra elección! Ya le he dicho lo burro que es, por si no lo sabía.

Vanessa se sintió mal al imaginarse a Zac y a Miley hablando de ella, y tampoco se sentía a gusto hablando de Zac con su sobrina. Pero Miley no tenía intención de dejar el tema.

Miley: ¿Por qué los hombres no admiten lo que quieren? -continuó elevando la voz de agitación-. No puede ser un honesto: «Estoy loco por ti y quiero que vivas conmigo». Oh, no, en vez de eso tiene que ser: «Quédate aquí y cuida a los niños ya que no tienes a nadie en tu vida». ¿Por qué no puede ser: «Estoy enamorado de ti». En vez de: «Eres demasiado joven para mí y detesto desearte tanto»?

Ness: ¿Es eso lo que... lo que el señor Paraíso te dijo? -preguntó mortificada-.

Miley: El señor Paraíso -repitió haciendo una mueca-. Sí, es él, de acuerdo, y eso es lo que dijo. Es estúpido Vanessa. Estamos hechos el uno para el otro, pero él está empeñado en eso de la edad... -escurrió la fregona furiosamente-. ¿Cómo hemos llegado a engancharnos con unos tipos retrógrados y machistas que son incapaces de admitir que necesitan a una mujer por algo más que por el sexo?

Ness: Y por algo más que para cuidar a los niños -murmuró a su pesar-.

Miley asintió con la cabeza.

Ness: Ese hombre al que estás viendo -preguntó cautelosamente- ¿lo conoce tu tío?

Vanessa recordó que el día anterior Miley había proclamado lo que la atraía Tom Beckett, el capataz. Pero descartó la idea enseguida. Seguramente Miley estaba bromeando.

Miley: Sí, el tío Zac lo conoce, pero eso es todo lo que puedo decir -se encogió de hombros-. Es mejor que no sepas el nombre de mi... de él, Vanessa. Te sentirías obligada a decírselo al tío Zac.

Ness: ¿Y se... se pondría como loco? -se preguntó nerviosamente en voz alta-.

Miley: Tal vez. Probablemente -suspiró-. Definitivamente.

Vanessa hizo una mueca de dolor al imaginarse la escena.

Ness: Miley, ojala tuviese algún buen consejo que darte, algo que pudiese...

Miley: El único consejo que podrías darme y que escucharía sería: «Chica, a por él».

Ness: Sin saber los detalles, no podría decirte eso, Miley.

Miley: Lo sé -dijo guardando la fregona en el armario-. Creo que me iré a la cama. Después de todo, mañana tengo que madrugar para ir al colegio -se detuvo en el umbral de la puerta y dirigió a Vanessa una radiante sonrisa-. Eh, Vanessa, esta noche... ¡A por él, chica!


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