Capítulo 5

William se inclinó en la silla detrás de su mesa escritorio. Un tímido sol de junio se colaba por las puertecillas de los ventanales calentando la sala, pero no le mejoró el humor. Tenía un dolor punzante en el brazo, aunque la herida, afortunadamente, había resultado ser menor. La bala de plomo había atravesado la parte carnosa del brazo sin tocar el hueso y había salido por el otro lado.

Jason Reed no había tenido tanta suerte. La bala había alcanzado una costilla situada debajo del corazón, había rebotado y se había alojado en una zona cercana a la columna vertebral. Si la herida no llegaba a infectarse, Jason Reed viviría pero no volvería a caminar nunca más.

William no sentía remordimiento. Jason Reed había destruido las vidas de dos personas, de manera intencionada y cruel, sin otra razón que la envidia y los celos. Había conspirado, planeado, mentido y engañado a todo Londres y, en particular, a William. Entonces, a cambio, la propia vida de Jason había quedado destruida.

«Recogemos lo que sembramos», solía decir el padre de William cuando éste era niño. El difunto duque había sido un hombre bueno y justo, que habría visto justicia en el resultado del duelo.

No obstante, Jason no era el único que había cometido faltas. En los días que siguieron al duelo, William se propuso reparar parte del daño que él mismo había causado. Quería limpiar el nombre de Miley de toda mancha en el escándalo que había puesto fin a su noviazgo, pero antes quería hablar con ella.

En ese sentido, sus esfuerzos habían fracasado.

William lanzó un juramento por lo bajo. Frustrado y sin encontrarse muy bien, estaba pensando en Miley cuando un golpe en la puerta distrajo su atención. Su mayordomo, Theodore Wooster, un hombre de cabellos blancos, rostro alargado y ojos húmedos, apareció en la entrada.

Theodore: Siento molestarle, excelencia, pero lord y lady Belford desean saber si puede recibirlos.

Se había preguntado cuándo lo visitarían sus amigos.

Will: Hazles pasar.

Que estaban preocupados por él, era algo que sabía. Desde el duelo, no había visto a nadie y se había encerrado en casa. Aunque se había hecho justicia, se sentía derrotado. No deseaba salir a la calle, porque no tenía fuerzas.

Andrew hizo pasar a su esposa a la sala. Brittany, una adorable joven de cabello rubio y ojos azules, vestida a la moda con un vestido de cintura alta, en tonos verdes más claros. Brittany y William mantenían una larga amistad, que nunca había ido más allá. William pensaba que Brittany había estado destinada desde el principio a ser la novia de Andrew, y la única persona capaz de evaporar el carácter pesimista de su amigo.

Andrew: ¿Cómo te encuentras? -Preguntó, con cara de preocupación. Era tan alto como William, más delgado, más moreno, con los rasgos más marcados, la clase de hombre por el que las mujeres se sienten atraídas. Más aún entonces que su pesimismo había desaparecido-.

Will: La herida no presentó ninguna gravedad -dijo cruzando la habitación para ir a su encuentro-. Y el brazo parece cicatrizar muy bien.

Britt: Esa es una buena noticia. -Una sonrisa iluminó su precioso rostro-. Quizá te sientas con fuerzas para acompañarnos a comer. Hace un día tan bonito...

William apartó la vista. Su cuerpo se recuperaba, pero su mente se aferraba al pasado. Al día siguiente del duelo, William había llamado a Justin McPhee y le había encargado que descubriera el paradero de lady Wycombe y de su sobrina, Miley Cyrus. Dado que William no la había visto desde la merienda benéfica ni tampoco su madre, pensaba que tal vez ella y su tía habían regresado a Wycombe Park.

Al contrario, según McPhee, Miley y su tía habían abandonado el país.

Andrew: Por tu aspecto melancólico, supongo que te has enterado de que Miley ha abandonado el país.

William frunció el ceño.

Will: ¿Cómo te has enterado?

Britt: Nos lo ha dicho Vanessa -replicó-. Parece estar muy bien informada de lo que pasa entre los criados de esta ciudad. Ha estado preguntando por el paradero de Miley. Supongo que pensó que seguramente querrías verla.

William reprimió un suspiro de frustración.

Will: Desgraciadamente, Justin McPhee me ha comunicado que Miley y su tía zarparon hace tres días rumbo a Norteamérica, y que desembarcarán en Filadelfia. Esperaba poder hablar con ella, pedirle disculpas y buscar la manera de compensarla, pero supongo que ahora eso ya no será posible.

Andrew: Inmediatamente no, desde luego -le dio la razón-.

William miró a su amigo. Dijo:

Will: ¿Os ha dicho Vanessa que Miley ha aceptado la proposición de matrimonio de un norteamericano que se llama Richard Clemens?

Britt: No, no creo que lo sepa.

La mirada de William pasó de la pareja a la ventana, y se perdió por el jardín. Brillaba el sol como no lo había hecho en días, y había un par de gorriones en la rama de un platanero que crecía junto a la casa.

William se volvió hacia sus amigos.

Will: Miley ha renunciado a su hogar y se ha visto obligada a abandonar el país en busca de alguna clase de algo que se parezca a la felicidad. Navegará miles de kilómetros para huir de las cosas terribles que se dijeron de ella, ninguna de las cuales era cierta, y la culpa es completamente mía.

Brittany tocó ligeramente su brazo.

Britt: No te condenes. Sin duda tus acciones jugaron un papel importante, pero el único responsable de todo lo ocurrido ha sido Jason Reed. Planeó la manera de poner fin a tu compromiso con Miley y destruir el amor que os teníais, y lo consiguió.

Sin darse cuenta, William contrajó el puño.

Will: Reed logró exactamente lo que se había propuesto. Destruyó toda posible felicidad que Miley y yo hubiéramos podido disfrutar. A menos, por supuesto, que ella encuentre algún grado de satisfacción con el hombre con el que planea casarse.

Brittany tiró suavemente de la manga de su amigo.

Britt: ¿Estás dispuesto a correr ese riesgo, William?

Will: ¿De qué estás hablando?

Britt: Es posible que el matrimonio de Miley la haga más desgraciada de lo que ha sido los últimos cinco años. ¿Estás dispuesto a correr ese riesgo?

Sintió una opresión en el pecho. Ese pensamiento había cruzado su mente varias veces en los últimos días. Recordaba la joven de la que se había enamorado, tan dulce e inocente, sin embargo, tan llena de pasión.

¿Quién era el hombre con quien iba a casarse? ¿Lo quería? ¿Cuidaría de ella y la trataría como ella se merecía?

La voz de Andrew rompió el silencio que reinaba en la sala.

Andrew: Brittany está convencida de que Miley y tú tenéis una posibilidad, si eres lo bastante valiente para intentarlo. Mi esposa cree que sigues enamorado de esa mujer, está convencida de que no has dejado nunca de quererla, y cree que deberías ir en su busca y traerla a casa.

William miró con dureza a Brittany.

Will: Soy consciente de que siempre has sido una romántica increíble, querida, pero creo que esta vez has ido demasiado lejos. Miley se va a casar con otro hombre, de quien seguramente está enamorada y yo..., yo estoy prometido a Melissa.

Britt: ¿Sigues enamorado de Miley? -Insistió-.

William respiró hondo. ¿Seguía enamorado de Miley? Era una pregunta que no se había permitido hacerse nunca.

Will: Han pasado cinco años, Brittany. Ya ni siquiera la conozco.

Britt: Tienes que averiguarlo, William. Tienes que ir tras ella. Tienes que descubrir si todavía la amas y si ella te ama a ti.

William lanzó un gruñido.

Will: Esa mujer me odia con todas sus fuerzas.

Britt: Es posible que así sea. Es posible que sólo lo crea. Una vez me convencí de que odiaba a Andrew, le echaba la culpa de todo lo que me había pasado. Pero el día que se presentó en casa y llamó a mi puerta, comprendí que los sentimientos que un día me había inspirado, seguían ahí, revoloteando bajo la superficie. En aquel momento deseé que no fuera así, ahora... -Girándose, rodeó con sus brazos la cintura de su marido, y se hundió en su abrazo-. Ahora agradezco tanto que viniera a buscarme, agradezco que haya llegado a amarme como yo le amo a él y agradezco el hijo que me ha dado.

Andrew inclinó su morena cabeza para besar los rizos rubios de su esposa.

Will: ¿Y Melissa? Estamos prometidos, en caso de que lo hayas olvidado.

Andrew: No la amas -contestó, sorprendiéndole-. Y no creo que ella te ame. No creo que eso sea lo que quieras.

No, no quería que Melissa lo amara porque sabía que nunca podría corresponderle.

Britt: Pídele que espere -insistió-. Seguro que retrasar la boda un poco más no será mucho pedir.

William no contestó. Le dolía el pecho. Las preguntas que Brittany le había hecho le rondaban la cabeza desde que McPhee había descubierto la verdad de lo sucedido aquella noche. La lista no había hecho más que aumentar desde el duelo. Era necesario responder esas preguntas.

Era necesario decir todo lo que se había callado. Era necesario resolver el pasado.

Will: Necesito pensar en lo todo lo que me habéis dicho, pero quiero que sepáis que, ocurra lo que ocurra, nunca podré agradeceros lo suficiente vuestra amistad.

Los preciosos ojos de Brittany se llenaron de lágrimas.

Britt: Sólo queremos que seas feliz.

William asintió en silencio. Había renunciado a la felicidad cinco años antes. Entonces, después de haber escuchado a sus amigos, el deseo volvía a arder dentro de él: ¿era posible? No lo sabía, pero sabía que tenía que averiguarlo.

Al día siguiente por la mañana compraría un pasaje con destino a Norteamérica.

Andrew: Si decides ir -dijo como si hubiera leído la mente de William-, hay un barco de la naviera Belford que zarpa rumbo a América dentro de tres días. El camarote de su propietario es tuyo. El Triumph te transportará directamente por el río Delaware hasta Filadelfia. Es un barco rápido, William. Con el viento a favor, acortará como mínimo una semana la ventaja que te lleva Miley.

William lo miró. Sentía un extraño dolor en el pecho, como si alguien le oprimiera el corazón.

Will: Haz los preparativos -fue todo lo que dijo-.