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sábado, 28 de enero de 2023

Capítulo 20


Vanessa se despertó y vio a Zac Efron en la puerta de su habitación.

Ness: Zac -susurró-.

Al verlo, se le aceleró el corazón. Ella no estaba segura de si iba a volver a estar con él alguna vez.

Zac: ¿Cómo te encuentras? -le preguntó mientras entraba-.

Ness: Muy bien.

En realidad, estaba dolorida, agotada e impaciente por volver a casa y estar con su familia.

Zac: Te he traído una cosa.

Ness: ¿De verdad?

Vanessa se incorporó y se sentó en la cama, y sin darse cuenta, se pasó las manos por el pelo.
Zac se sacó de detrás de la espalda un ramo de rosas.

Zac: Para ti, Vanessa -dijo, inclinándose un poco-.

Ness: Dios Santo, ¿dónde las has conseguido en el día de Navidad?

Zac: Tengo mis contactos.

Ness: Zac…

Zac: De acuerdo, las compré en la tienda de regalos del hospital.

Ness: ¿Está abierta?

Zac: Más o menos. Vi a una mujer que tenía una llave, y ella me dejó entrar.

Vanessa inhaló la fragancia de las flores y observó el precioso jarrón.

Ness: No tenías por qué hacerlo, pero me encanta que me las hayas traído.

Zac: No sabía si tus hermanos se iban a acordar de enviar flores.

Sus hermanos. Con sólo pensar en ellos, emocionados y aturullados, le entraban ganas de reírse. Casi se empujaban el uno al otro la noche anterior, con tal de estar junto a ella y a la pequeña. Le habían contado todas sus desventuras en Cedar Cove, y le habían hablado sobre toda la gente a la que habían conocido y sobre cómo habían estado a punto de arrestarlos. También sobre el sándwich de carne asada. Entonces, se habían dado cuenta de que tenían hambre otra vez. Sus regalos, la moneda de oro, el perfume y el incienso estaban en la mesilla de noche.

Cuando llegaron al hospital, sus hermanos no querían perderla de vista, hasta que el médico entró en la habitación para examinarla. Entonces salieron disparados por la puerta.

Volvieron una hora más tarde y estuvieron con ella unos minutos, después de haber cenado, para desearle buenas noches y para decirle que volverían al día siguiente, el día de Navidad. Y se marcharon.

Zac: He pasado a ver a… -hizo una pausa-. ¿Has pensado ya que nombre vas a ponerle?

Vanessa asintió.

Ness: Noelle Grace.

Zac: ¿Noelle por la Navidad y Grace por Grace Harding?

Vanessa sonrió y asintió de nuevo.

Zac: Me gusta. El nombre es perfecto. Elegante y apropiado.

Su aprobación deleitó a Vanessa. Ella no quería pensar con detenimiento el motivo por el que su opinión le importaba tanto. Entendía que habían compartido algo muy importante e íntimo, mientras ella estaba de parto. Sin embargo, eso no significaba que el lazo que habían forjado tuviera que durar, por mucho que ella lo deseara. Tenía que aceptar que Zac había llegado a su vida para estar en ella durante un breve periodo. Pronto, ella volvería a Seattle con su familia, y él seguiría viviendo allí, en Cedar Cove. Era improbable que volviera a verlo. No existía un motivo real para hacerlo. Aquello era algo doloroso.

Zac: Noelle Grace era digna de verse -dijo con una sonrisa-.

Ness: ¿Estaba dormida?

Zac: No, estaba gritando con todas sus fuerzas.

Al instante, Vanessa se sintió culpable.

Ness: Oh, las enfermeras no me han despertado. Seguro que ya es su hora de comer.

Zac sacó una silla y se sentó junto a la cama.

Zac: No. Creo que sólo necesitaba que le cambiaran el pañal y la mecieran un poco.

Ness: ¿Y lo ha hecho alguien?

Las enfermeras tenían muchos recién nacidos a los que atender, y sólo había un par de ellas de servicio.

Zac: Yo -dijo con una expresión de azoramiento-.

Ness: ¿Tú?

Zac: Espero que no te importe.

Ness: ¡Claro que no! Pero me sorprende que te lo hayan permitido.

Zac: Sí, bueno… Tal vez le haya dejado pensar a la enfermera que Noelle y yo tenemos algún… parentesco.

Vanessa se echó a reír.

Ness: ¡Zac, no!

Zac: Sí. Y tengo que decir que, en cuanto la tomé en brazos, Noelle se quedó callada, dejó de llorar y me miró.

Ness: Después de todo, tú la trajiste a este mundo.

Seguramente, no necesitaba recordárselo. Sin embargo, Vanessa quería que supiera que no había olvidado lo que él había hecho por ella.

La noche anterior les había explicado a sus hermanos que nunca lo habría conseguido sin Zac, y era cierto. Él había sido su salvación. Quería explicarle todo eso, pero no daba con las palabras adecuadas.

Ness: Me alegro mucho de que te hayas pasado a verme… Iba a escribiros a Brandon y a ti para daros las gracias por todo.

Zac: Es nuestro trabajo.

Ben había dicho lo mismo, y en su caso, Vanessa suponía que era la verdad. Sin embargo, en cuanto a Zac… El hecho de que él minimizara así su aprecio por ella le dolía. No quiso dejar que él se diera cuenta de cuánto le había disgustado aquel comentario y bajó la mirada hacia la sábana. Se puso a juguetear nerviosamente con los pliegues de la tela.

Zac se puso en pie y le tomó la mano, y entrelazó sus dedos con los de ella.

Zac: Deja que te explique. Es parte de mi trabajo en el parque de bomberos, pero tu llamada no fue una llamada corriente.

Ness: ¿Y por qué? -alzó la cabeza y lo miró a los ojos-.

Zac: Nunca había traído a un bebé al mundo.

Ness: Ya lo sé. Yo tampoco -los dos sonrieron-.

Zac: Estar ahí contigo y con Noelle ha sido uno de los momentos más importantes de mi vida.

Ness: Y mío también. Es decir, estar contigo y con Noelle.

Zac: Gracias.

Habló en voz baja, en un tono lleno de intención. Se inclinó hacia delante y apoyó su frente en la de ella.

Zac: Si te parece bien…

Ness: ¿Qué?

Zac: Me gustaría ver a Noelle de vez en cuando.

Ness: ¿A ella?

Zac: A vosotras dos.

Ness: A las dos.

Zac: Si te parece bien.

Ella asintió, intentando contener la emoción.

Ness: Si tú quieres…

Zac: Pues sí.

Ness: Pero yo voy a volver a Seattle.

Zac: No me importa el trayecto en coche.

Ness: O podrías tomar el ferry.

Zac: Sí. ¿Cuándo?

Ness: El médico me ha dicho que iba a darnos el alta a Noelle y a mí esta misma mañana. Mis hermanos nos van a recoger a las tres.

Zac: ¿Te parece demasiado pronto mañana? 

Vanessa estaba convencida de que la felicidad que sentía debía de reflejársele en los ojos. No creía que pudiera disimularla, ni intentándolo.

Ness: No, estaría muy bien -dijo con timidez-.

Zac: Feliz Navidad, Vanessa.

Ness: Feliz Navidad, Zac.

En aquel momento apareció la enfermera con Noelle en brazos.

**: Es la hora de comer -dijo alegremente-.

Vanessa extendió los brazos para tomar a su hija, que había nacido en Nochebuena en Cedar Cove, el pueblo que la había acogido. Un pueblo cuya gente le había dado refugio y la había aceptado. El pueblo que, un día, esperaba poder llamar su hogar.

Su hogar, y el de Noelle.



FIN



jueves, 26 de enero de 2023

Capítulo 19


Mike: ¿Cómo es posible que nos hayamos perdido dos veces? -gruñó-.

Lo único que les quedaba por hacer era volver a Cedar Cove y comenzar de nuevo. Aquello parecía fácil, salvo por el detalle de que ya no sabían cómo encontrar el pueblo.

Chris: Ese King nos dio mal las indicaciones -murmuró-.

Mike: ¿Tú crees? -preguntó con sarcasmo-. 

Estaba frustrado, impaciente y a punto de perder los estribos. Lo único que quería era encontrar a su hermana embarazada y llevársela de vuelta a casa. Aquello no debería ser misión imposible, y sin embargo…

George: No voy a volver nunca a King's -dijo disgustado-.

Chris: Yo tampoco -escupió-. Si es que alguna vez vuelvo a Cedar Cove, cosa que es poco probable.

Mike opinaba lo mismo, al menos con respecto a King. Después de chantajearle a cambio de las indicaciones, les había enviado por el camino equivocado. Ese viejo gruñón tenía una vena malvada, y si creía que confundirles era divertido, entonces también tenía un sentido del humor perverso. ¿Perverso? ¡Completamente retorcido!

George: Vamos a encontrar un teléfono que funcione -dijo, y no por primera vez-. 

Sus teléfonos móviles no tenían cobertura y no servían de nada en aquella zona.

Mike: Muy bien, George, encuentra uno y yo pagaré encantado la llamada.

George no respondió.

George: Lo que necesitamos es una señal.

Mike tuvo que reprimir otro comentario sarcástico. Era cierto que necesitaban una señal, y del cielo, directamente.

George: ¿Qué es eso? -gritó de repente señalando a la distancia-.

Mike: ¿Qué es qué? 

Chris: Allí -dijo inclinándose para mirar hacia el cielo-.

Mike vio un fogonazo de luz. Paró en el arcén de la carretera y salió de la furgoneta. De todos modos tenía que estirar las piernas, y el aire frío lo despejaría. Alguien estaba lanzando fuegos artificiales. El cielo se iluminaba con las luces espectaculares.

Chris: Vaya, ése sí que ha sido grande -parecía un niño el Día del Cuatro de Julio-.

Mike: Sí, bueno, pero no nos ayuda en nada -refunfuñó-.

George: Has dicho que yo debería encontrar un teléfono -le recordó-. El que esté lanzando esos fuegos debe de tener un teléfono fijo, ¿no?

Mike: Sí, supongo que sí -dijo asintiendo-. Volvió al pick-up y sus hermanos lo siguieron-. Guiadme -les dijo, y metió la marcha-.

George: Tuerce a la derecha -le ordenó-.

Mike: ¡No puedo!

George: ¿Por qué no?

Mike: ¡Porque estaría atravesando los pastos de alguien!

Chris: Entonces, tuerce en cuanto encuentres un cruce.

A la primera oportunidad, Mike dio un giro a la derecha y preguntó:

Mike: ¿Y ahora qué?

Chris: Frena un momento.

Mike: De acuerdo.

Mike paró de nuevo a un lado de la carretera.

Chris: ¡Allí! -había visto otro fuego artificial en el cielo-. ¡Esa estrella!

Mike: ¿Por dónde voy ahora? -preguntó con un suspiro-.

George: Sigue recto.

Mike cabeceó. La carretera que tenía delante no era recta. Serpenteaba constantemente.

Chris: Mike -dijo fulminándolo con la mirada-.

Mike: Estoy haciendo lo que puedo -suspiró-.

Chris: Nos estamos acercando. Espera, espera, espera -torció el cuello para mirar al cielo y añadió-: De acuerdo, continúa por esta carretera.

Afortunadamente, era llana y recta.

George: Aquí -dijo un minuto después-.

De nuevo, Mike apretó el freno.

George: ¡Mirad! -gritó-. ¡Es aquí! ¡Hemos llegado!

Mike no entendía de qué estaba hablando.

Mike: ¿Dónde estamos?

Chris: En el rancho de los Harding.

Entonces, Mike lo vio. Allí, escrito en un buzón, estaba el nombre de Cliff Harding. A su izquierda había una pradera y un enorme establo.

Mike: Creo que veo un dromedario. 

Había oído decir que la gente criaba llamas, pero no dromedarios.

George: ¿Estás seguro? -murmuró-. Tal vez sólo sea un caballo muy feo.

Mike: Te digo que es un camello.

Chris: ¿Un camello? ¿Y qué va a hacer un camello aquí?

George: No tiene importancia. Aquí es donde nos está esperando Vanessa.

Mike: Exacto.

Mike entró en el camino que llevaba hacia la casa y el establo. Los fuegos artificiales habían cesado, pero había una especie de fiesta, porque el patio estaba lleno de gente. Había muchos niños pequeños corriendo por allí, y el ambiente era festivo y alegre.

George: Hay un coche de emergencias aquí 

Chris: ¿Crees que alguien estará herido? 

Mike: No -respondió pensativamente. Aquello era lo que él había temido desde el principio. En cuanto había sabido lo del mareo de Vanessa, había sospechado que iba a dar a luz-. Creo que Vanessa ha tenido a su bebé.

Chris: Pero si no sale de cuentas hasta dentro de dos semanas.

George abrió la puerta del coche.

George: En vez de hablar de ello, vamos a averiguarlo.

Una mujer de mediana edad se acercó mientras Mike salía de la furgoneta.

Grace: Vosotros debéis de ser los hermanos de Vanessa. Yo soy Grace Harding. Feliz Navidad.

La mujer parecía muy amable, y Mike le agradeció aquel saludo.

Mike: Feliz Navidad. Siento mucho el retraso…

Chris: Nos hemos perdido.

Como siempre, Chris tenía que señalar lo evidente.

Mike: Un tipo llamado King nos dio mal las indicaciones.

Cliff: ¿Gasolinera y Supermercado King's? -preguntó un hombre, tendiéndoles la mano-. Soy Cliff Harding.

George: Exacto.

Cliff frunció los labios, pero no dijo nada.

Mike le estrechó la mano al marido de Grace.

Mike: Mike Hudgens. Mis hermanos, George y Chris.

Todos se estrecharon la mano y se saludaron.

Cliff: No sabíamos si ibais a encontrar la casa.

Chris: Si no hubiera sido por los fuegos artificiales, seguramente no lo habríamos conseguido.

Mike: ¿Y Vanessa? -preguntó mirando el coche de emergencia-.

Grace asintió.

Grace: Ha dado a luz.

Chris: Un niño -dijo con convicción-. ¿Verdad?

Grace: Una niña.

Mike: ¿Una niña? -preguntó con asombro-. ¿Vanessa ha tenido una niña?

Grace: Parece que estás decepcionado.

Mike: No, no… sólo sorprendido.

George se sintió obligado a dar una explicación.

George: Por alguna razón, todos estábamos seguros de que iba a tener un niño.

Grace: Pues no. Tenéis una sobrina.

Mike: Tenemos una sobrina -les dijo a sus hermanos-.

Chris le dio en la espalda una palmada de enhorabuena con la que estuvo a punto de derribarlo al suelo. De repente, Mike se dio cuenta de lo que significaba todo aquello. Era tío. No había pensado en sí mismo como tío hasta aquel mismo instante.

Grace: Los técnicos de emergencias van a llevar a Vanessa a la maternidad más cercana.

Mike: ¿Podemos ver a la niña? 

George: ¿Y hablar con Vanessa?

Grace les sonrió.

Grace: Claro que sí.

Un niño pequeño se acercó corriendo a ella.

Tyler: Abuela, abuela, ¿puedo tocar el tambor para el bebé y Vanessa?

Grace se agachó para estar al mismo nivel que su nieto.

Grace: Claro, Tyler, pero acuérdate de que tienes que tocar muy bajito para no molestar a la niña.

Tyler: ¡De acuerdo!

Dos bomberos bajaron a Vanessa hacia el coche de emergencias en una camilla.

En cuanto vio a sus hermanos, Vanessa, con la recién nacida en un brazo, estiró el otro.

Ness: Mike, Chris, George… Oh, Dios mío, ¡estáis aquí!

Ellos se acercaron rápidamente.

Chris: Has tenido una niña -dijo mirando fijamente a la criatura-.

George: Es igual que tú.

Mike: No, no. Se parece a la familia Hudgens. Se parece a todos nosotros.

Ness: Y a sí misma.

George: Perdónanos por haber llegado tan tarde -se disculpó-.

Chris: Sí, nos hemos perdido.

Si Chris se lo contaba a alguien más, Mike iba a darle un porrazo.

Mike: ¿Dónde te llevan? 

**: Al hospital de maternidad de Silverdale -dijo uno de los bomberos-.

Zac: No tendréis problemas para encontrarlo. Os dibujaré un mapa.

Chris: No, gracias -dijo con un escalofrío-.

Mike: Será mejor que sigamos al coche de emergencia.

George: Vanessa, te hemos traído regalos.

Ness: Gracias George. Sois un encanto.

George: Sentimos mucho las cosas que te dijimos -estaba más dispuesto a reconocer que se había confundido que Chris o Mike-.

Chris: Sí.

Mike musitó algo entre dientes, con la esperanza de que aquello pasara por una disculpa. Se sentía mal por cómo habían ido las cosas y por cómo habían presionado a Vanessa. Ellos no querían hacerlo. Sus intenciones habían sido de las mejores, aunque Mike se daba cuenta, en aquel momento, de que habían ido demasiado lejos. Sin embargo, él no iba a permitir que Dave Rhodes se saliera de rositas. Aquel hombre tenía responsabilidades, y Mike se iba a encargar de que cumpliera con ellas.

Ness: Mike, Chris, George, quiero presentaros a Zac Efron -señaló al bombero-. Oh, se me olvidaba que ya os conocéis.

Mike saludó a Zac. También Chris y George.

Zac: Me alegro de veros de nuevo. Y enhorabuena por vuestra flamante sobrina. Este es mi compañero, Brandon Hutton.

De nuevo, los hermanos asintieron.

Ness: No podría habérmelas arreglado sin ellos -dijo con fervor-.

Mike les dio las gracias a los dos.

Mike: Nuestra familia está en deuda con vosotros, por todo lo que habéis hecho.

Brandon: Sólo una parte del trabajo.

Zac: Ha sido un honor. Tengo que decir que ha sido la mejor Nochebuena de mi vida.

Ness: Y de la mía. 

Miró a Zac y los dos mantuvieron el contacto visual durante un momento muy largo.

Tyler: ¿Ahora, abuela? -se había acercado a Grace con el pequeño tambor colgado de los hombros-.

Grace: Ahora, Tyler.

El niño comenzó a tocar. Pa-rum-pum-pum, pa-rum-pum-pum.

Mike miró hacia el establo y vio al buey y al cordero, que estaban en sus compartimentos. Parecía que seguían el ritmo del tambor con la cabeza.

Vanessa tenía razón. Aquélla era la mejor Nochebuena de su vida. De todas sus vidas.


martes, 24 de enero de 2023

Capítulo 18

Jon: Los nativos están inquietos -le dijo Jon Bowman a Grace cuando ella bajó del apartamento-.

Después de presenciar el parto de Vanessa, Grace estaba extasiada. No podía describir todo lo que había sentido: alegría, emoción, sobrecogimiento.

Katie, April y Tyler estaban corriendo y gritando por el jardín, persiguiéndose con alegría. Jon iba a pedirles que se callaran, pero Grace le dijo que no lo hiciera.

Grace: Deja que jueguen -le pidió a su yerno-. No están molestando a nadie aquí fuera.

Cliff: Kelly y Lisa están dentro, haciendo chocolate -dijo mientras se acercaba a Grace-. Y Paul está cuidando a Emma -le rodeó la cintura con un brazo a su mujer y preguntó-:¿Ha ido todo bien ahí arriba?

Grace: Todo ha salido maravillosamente. Vanessa ha tenido una niña.

Cliff: ¡Estupendo! -le besó la mejilla a Grace-. Seguro que no habías pensado que ibas a ayudar a nacer a una niña en Nochebuena.

Grace estaba de acuerdo. Era lo último que se hubiera esperado. Por suerte, Vanessa no se había alojado en un hotel y se había encontrado sola en un momento así. Tal vez aquélla no fuera la mejor de las situaciones, pero por lo menos había tenido la compañía de gente que se preocupaba de verdad por ella y por su bebé.

Grace no conocía bien al hijo de Roy y Corrie Efron, pero Zac había demostrado que era un hombre capaz y compasivo, y había ayudado mucho a Vanessa. De hecho, Grace dudaba que cualquiera hubiera podido hacer más.

Después de ayudar a nacer a la niña, Zac la había tomado en brazos y la había mirado con los ojos llenos de lágrimas. Un espectador habría pensado que era el padre de la niña.

El otro técnico tuvo que pedirle que soltara a la niña para poder lavarla. Después de eso, Grace había envuelto a la pequeña en una manta y se la había entregado a Vanessa.

Los dos técnicos estaban terminando de preparar a Vanessa para llevarla al hospital más cercano. Maryellen se había quedado con ella hablando de la lactancia y para darle ánimos y ayudar a la nueva madre.

Grace pensó que era hora de ir a ver al resto de su familia.

Cliff: Ha sido una noche muy ajetreada.

Grace: Más de lo que ninguno de nosotros pudiera haberse imaginado.

Entonces, entró un coche en el patio.

Cliff: ¿No es ése el coche de Jack? 

Grace: Sí, son Jack y Olivia.

Grace sabía que Olivia no iba a marcharse a casa directamente después de misa. Ella le había contado brevemente lo que estaba ocurriendo antes de salir de la iglesia.

Jack aparcó junto al coche de Cliff, y antes de que hubiera podido apagar el motor, Olivia ya había abierto la puerta.

Olivia: ¿Cómo ha ido todo? -preguntó ansiosamente mientras salía-.

Grace: Tenemos una niña.

Olivia juntó las manos y se las apretó junto al corazón.

Olivia: Qué maravilla. ¿Y Vanessa?

Grace: Increíble.

Olivia: ¿La ayudaste tú?

Grace: No exactamente, pero estuve con ella.

Olivia: Entonces, ¿quién la ayudó?

Grace: Zac Efron. El otro técnico, Brandon, también estaba presente, pero fue Zac quien acompañó a Vanessa durante lo peor del parto. Cuando yo llegué, la niña estaba a punto de nacer.

Olivia: Estoy segura de que Vanessa se puso muy contenta al verte.

Vanessa se había puesto contenta, sí, pero en realidad no necesitaba a Grace. Zac y ella habían trabajado juntos con confianza mutua, con facilidad.

Grace se había sentido casi como si se inmiscuyera en algo muy privado. La comunicación entre Zac y Vanessa había sido… espiritual. Estaba totalmente centrada en el bebé, en lo que cada uno de ellos tenía que hacer para que naciera. Grace se sentía conmovida al pensarlo.

Tyler: Abuela, ¡escucha! -comenzó a aporrear el tambor, haciendo un ruido atronador-.

Grace se tapó los oídos.

Grace: Suavemente, Tyler.

Tyler frunció el ceño.

Tyler: Estaba tocando lo mejor que sé para ti.

Olivia: ¿Te acuerdas de la canción del pequeño tamborilero?

Tyler asintió.

Olivia: Es mi preferida.

Grace: Y esa canción dice que tocó pa-rum-pum-pum-pum, ¿no?

Tyler asintió otra vez.

Olivia: No dice que tocó como un loco hasta que la mamá de Jesusito tuvo que taparse los oídos y le pidió que se fuera a la casa de al lado a tocar.

Tyler: No -respondió riéndose-.

Grace: Entonces, toca más suavemente.

Tyler obedeció, y tocó un ritmo suave que era agradable.

Grace: Precioso -le dijo a su nieto-.

Tyler: ¿Puedo tocar para el buey y el cordero? 

Grace: Sí, pero suavemente, ¿de acuerdo?

Tyler salió corriendo, con una sonrisa, para demostrarles a sus primos lo que había aprendido y para darles una serenata a los animales.

Cliff: Entrad a tomar una taza de café -les sugirió a Jack y a Olivia-.

Jack: Deberíamos ir a casa -tenía el brazo sobre los hombros de Olivia, en un gesto de protección-.

Olivia: Sólo queríamos asegurarnos de que todo había salido bien. ¿Crees que podría entrar a ver un minuto a Vanessa y a la niña?

Grace: Creo que sí -respondió con una sonrisa-.

Las mujeres dejaron a los hombres charlando fuera y subieron al apartamento. Brandon Hutton estaba en el último escalón, con su equipo médico, haciendo el papeleo. Se apartó para dejarles paso.

Grace: ¿Vanessa? -preguntó desde el umbral de la habitación-. ¿Te importaría que Olivia entrara a ver a tu niña?

Ness: Por supuesto que no. Sería estupendo.

Cuando entraron en la habitación, encontraron a Vanessa sentada en la cama, con el bebé en los brazos.

Olivia: Oh, vaya -susurró cuando llegó junto a la cama-. Qué pequeñina.

Ness: No me lo parecía hace un rato. Tenía la sensación de que estaba teniendo un elefante.

Olivia: Pero ha merecido la pena -dijo acariciando con un dedo, tiernamente, la cabeza de la niña-. Es una preciosidad.

Ness: Yo no sabía que se podía querer tanto a un bebé -dijo con la voz llena de emoción-. Creía que me iba a estallar el corazón de amor cuando Zac me la puso en los brazos.

Olivia: ¿Ya has pensado cómo vas a llamarla?

Ness: Todavía no. Había elegido un nombre, pero ahora ya no estoy segura.

Olivia: Es una niña especial, que ha nacido en una noche especial.

Ness: Eso he pensado yo -respondió besándole la frente a la recién nacida-. Cuando supe que estaba embarazada me sentí avergonzada, y le pedí a Dios que me dejara morir. Y ahora… ahora veo a esta niña como un regalo increíble.

Grace y Olivia se quedaron calladas unos instantes. Después, Olivia dijo:

Olivia: Si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamar.

Ness: Gracias. Muchas gracias.

Olivia se volvió hacia Zac, que estaba en un segundo plano.

Olivia: ¿Vas a llevarla a la maternidad de Silverdale?

Él asintió.

Zac: Nos vamos dentro de diez minutos.

Olivia: Entonces, no os entretendré más. Pasaré por allí mañana por la tarde -le prometió a Vanessa-.

Ness: Oh, por favor, no es necesario -dijo rápidamente-. Es Navidad, y tienes que pasar las fiestas con tu familia. Yo me pondré pronto en contacto con vosotras. Y de todos modos, yo también estaré con mi familia -añadió, aunque de repente, abrió unos ojos como platos-.

Grace: ¿Vanessa? -preguntó alarmada-. ¿Qué ocurre?

Ness: ¡Oh, Dios mío! ¡Mis hermanos no han aparecido!

Grace: Es cierto -se le había olvidado por completo-. Se suponía que los hermanos de Vanessa iban a llegar hace… -miró el reloj-. Unas tres horas.

Ness: ¿Dónde pueden estar? -preguntó quejumbrosamente-.

Grace intentó calmarla.

Grace: Seguramente se han perdido. Es fácil, con todas estas carreteras. Nunca habían estado por aquí, ¿verdad?

Vanessa negó con la cabeza.

Grace: No te preocupes. En cuanto lleguen, les diré lo que ha pasado y les explicaré dónde estás.

Vanessa sonrió a la niña.

Ness: No van a poder creerse que haya tenido a mi hija -murmuró-. Pero claro, también a mí me cuesta creérmelo.

Olivia: Te llamaré mañana.

Ness: Gracias, pero por favor…

Olivia: ¿Sí?

Ness: No les digas a tus padres nada de la niña todavía. Es mejor darles tiempo para que vuelvan a la normalidad después del viaje antes de que sepan lo que ha ocurrido con Dave y conmigo, y con la niña.

Olivia: No diré una palabra hasta que tú creas que es el mejor momento.

Vanessa asintió.

Grace estaba impresionada por el hecho de que Vanessa quisiera ahorrarles a Ben y a Charlotte el disgusto por la noticia desagradable de la traición de Dave hasta que estuvieran más preparados para asimilarlas.

Olivia: Bueno, ahora me marcho. Pero, como ya te he dicho, si necesitas algo, cualquier cosa, por favor, llámame. Ya eres de la familia, ¿sabes?

Vanessa le dio las gracias suavemente.

Ness: A mí también me parecéis de mi familia… Todo el mundo ha sido maravilloso.

Grace bajó las escaleras con Olivia. Se sorprendió al ver que Jack y Cliff seguían fuera, con los niños.

Grace: ¿Qué estará tramando Cliff ahora?

Entonces, Jack las vio.

Jack: ¡Tenéis que ver esto! 

Parecía un niño.

En cuanto Grace vio el enorme cartón de fuegos artificiales que había sacado Cliff, gruñó.

Grace: ¡Cliff!

Cliff: Los estaba guardando para la Nochevieja, pero creo que ésta es la mejor noche para una celebración en toda regla, ¿no?

Grace: ¿Y los caballos?

Cliff: Están todos en sus boxes. No te preocupes por ellos.

Grace: ¿Y Buttercup? Ella odia este ruido.

Cliff: Está encerrada en la casa.

**: ¿Podemos, abuelo, podemos?

Los niños estaban saltando de un lado a otro, dando palmadas de entusiasmo.

Grace: ¿Y por qué ahora? 

Clint la miró con una expresión de pura inocencia.

Clint: Sólo quería entretener a los niños.

Grace: Ya -suspiró, conteniendo la sonrisa-.

Jack: ¿Podemos quedarnos a verlos? 

Grace y Olivia se miraron. En realidad, la mayoría de los hombres eran como niños, en el fondo.

Olivia: Si es imprescindible.

La puerta principal se abrió, y Kelly salió con Paul, que todavía tenía al bebé en brazos. La hija de Grace portaba una bandeja llena de tazas humeantes, y Lisa la seguía con una lata de galletas de Navidad.

Kelly: ¿A alguien le apetece un chocolate caliente? 

Olivia: A mí me encantaría tomar una taza.

Grace: A mí también.

Paul miró a los niños.

Paul: ¿Qué ocurre?

Grace: Fuegos artificiales en unos minutos.

Paul: ¡Vaya! ¡Qué buena idea!

Olivia: Hombres -susurró, y entonces, Grace y ella se echaron a reír como cuando eran colegialas-.


domingo, 22 de enero de 2023

Capítulo 17


Zac: Lo estás haciendo estupendamente -le aseguró a Vanessa-.

Ness: No, no -gimió entre jadeos-. 

Dar a luz era muy duro, mucho más duro de lo que ella hubiera imaginado, y el dolor… el dolor era indescriptible.

El segundo bombero entró en la habitación.

Brandon: He hablado con tu amiga, y viene para acá.

Zac: Gracias a Dios.

A Vanessa le resultó difícil hablar en mitad de una contracción. El dolor era tan intenso que jadeó, imitando a Zac, que le había enseñado un ejercicio de respiración para ayudarla.

Zac le tendió la mano y ella se la apretó tanto como pudo, tanto que tuvo miedo de hacerle daño. Si se lo hizo, él no la soltó, de todos modos.

Zac: Tráeme un paño húmedo -le dijo a su compañero-.

Brandon: Ahora mismo -salió corriendo por el pasillo hacia el baño-.

Zac: Voy a examinarte otra vez.

Ness: ¡No! -se aferró a su mano-. Te necesito aquí, a mi lado.

Zac: Vanessa, necesito ver en qué posición está el bebé.

Ness: Está bien.

Vanessa cerró los ojos. El sudor le corría por la frente.
Aquello era lo más difícil que había hecho en su vida. De repente, notó que le caía un líquido por las piernas.

Ness: ¿Qué es eso? -gritó-.

Zac: Acabas de romper aguas.

Ness: Oh. -Se le había olvidado aquello. Tenía un vago recuerdo de historias de otras mujeres-. Eso es bueno, ¿no?

Zac: Sí, es bueno. Aunque los dolores tal vez se intensifiquen. Las contracciones durarán más…

Ness: Oh, no -gimió-.

Aunque había descubierto que aquél era el primer parto que atendía Zac, él sabía mucho más que ella. Al menos lo había estudiado y había prestado atención durante las clases. Zac le había dicho, en broma, que estaba recibiendo una clase práctica en el trabajo, y ella también, pero aquella parte ya no le parecía tan divertida.

Zac: El bebé está en el canal del parto. Ya no falta mucho, Vanessa. Unos cuantos dolores más y tendrás a tu hijo.

Ness: Gracias a Dios.

Zac: Descansa entre contracciones.

Brandon Hutton llegó con un paño húmedo. Zac lo tomó y le limpió la cara a Vanessa. Aquel paño fresco contra la piel caliente le pareció muy refrescante. Al sentir otra contracción, gritó:

Ness: ¡Zac! ¡Zac!

Al instante él estaba a su lado, tomándola de la mano. Ella se la apretó.

Ness: Cuenta -le rogó-.

Zac: Uno, dos, tres…

Los números se sucedieron, y ella se concentró en escucharlos, sabiendo que cuando Zac llegara a cincuenta, la contracción se relajaría.

Sin embargo, a medio camino, Vanessa comenzó a jadear. Entonces, sintió una necesidad instintiva de empujar. Arqueó la espalda y empujó con todas sus fuerzas.

Cuando pasó el dolor, estaba demasiado exhausta como para hablar. Zac le limpió la frente de nuevo y le apartó el pelo húmedo de la cara.

Ness: ¿Queda mucho? -preguntó en un susurro-.

Zac: No, no.

Ness: Ya no puedo soportarlo más -dijo con los ojos llenos de lágrimas-.

Zac le enjugó las mejillas.

Zac: Puedes hacerlo. Casi lo has conseguido.

Ness: Me alegro de que estés conmigo.

Zac: Yo no querría estar en ningún otro sitio.

Entonces, se oyó el ruido de la puerta de un coche en la distancia.

Ness: Grace -dijo contenta al saber que había llegado por fin-.

Brandon: La acompañaré arriba -rápidamente, bajó las escaleras-.

Comenzó otra contracción. Ella reunió valor y cerró los ojos, y se aferró a Zac dándole gracias a Dios por no estar sola.

Automáticamente, Zac comenzó a contar. De nuevo, ella sintió la necesidad de empujar. Apretó los dientes y empujó, gruñendo con fuerza, tensando todo el cuerpo.

Grace: Vanessa -dijo con voz serena-. He venido en cuanto me he enterado.

La contracción pasó y Vanessa se desplomó sobre el colchón.

Zac: El bebé está en el canal del parto.

Grace: ¿Qué puedo hacer? 

Zac: Sujétele la mano y cuente los segundos cuando lleguen las contracciones.

Ness: No… no me dejes…

Zac: Tengo que atender el parto -dijo con suavidad-. Grace te ayudará.

Grace: Estoy aquí.

Vanessa soltó la mano a Zac, aunque con reticencia.

Grace ocupó el lugar de Zac.

Ness: No quiero hacerte daño.

Grace: ¿Y por qué ibas a hacerme daño?

Ness: Porque aprieto muy fuerte.

Grace: No, no vas a hacerme daño. Aprieta todo lo que quieras y no te preocupes por mí.

Grace tomó el paño húmedo y se lo pasó por la frente a Vanessa.

En aquel momento comenzó otra contracción. Vanessa sintió cómo empujaba a su bebé fuera del vientre. Apretó los dientes y empujó con todas sus fuerzas.

Grace, con la voz segura y fuerte, contó los segundos. De nuevo, cuando terminó el dolor, Vanessa se desplomó sobre la cama.

En el silencio que se hizo, Vanessa oyó el sonido de su propia respiración entrecortada, y después, en la distancia, oyó risas infantiles.

Ness: Los niños…

Grace: Mis nietos están fuera con Cliff.

Ness: ¿Y se ríen?

Grace: ¿Quieres que le diga a Cliff que los mantenga en silencio?

Ness: No… no. Es muy alegre.

Así debía de ser la Nochebuena. Oír la felicidad de los niños le daba esperanzas. Su bebé iba a estar rodeado de gente buena y solidaria.

Dar a luz en un establo lleno de animales, con niños corriendo y riéndose fuera, celebrando las fiestas, no formaba parte del plan de Vanessa. Y sin embargo, era perfecto.

Tan perfecto…

Era mil veces mejor que dar a luz sola, rodeada de extraños, en un hospital. Ninguno de sus hermanos habría sido capaz de quedarse con ella durante el parto. Zac había estado con ella desde el principio, y después, Grace.

Ness: Gracias -les dijo a los dos-.

Grace: No, Vanessa, gracias a ti -susurró-. Nos sentimos honrados por ayudarte.

Ness: Me alegro de que estéis conmigo -dijo con una sonrisa trémula-. 

Ojalá se hubiera enamorado de Zac en vez de enamorarse de Dave. Zac era tal y como debía ser un hombre…

Tuvo otra contracción, y cerró los ojos hasta que la contracción se hizo demasiado intensa. Vanessa se rindió a ella, gimiendo suavemente.

Zac: Ya casi ha salido la cabeza -dijo cuando pasó la contracción-. Tu bebé tiene pelo castaño.

Ness: Oh…

Grace: Otra contracción, o dos, y todo habrá terminado.

Ness: Gracias a Dios, gracias a Dios -respondió con fervor-.

Grace: Vas a ser muy buena madre.

Ness: Quiero serlo.

Grace: Ya lo eres.

Ness: Quiero a mi bebé.

Grace: Lo sé -le apartó el pelo mojado de la frente-.

Vanessa estaba empapada en sudor, y tenía la cara llena de lágrimas.

Ness: No voy a hacer esto nunca más -dijo mirando a Grace-. No puedo creer que mi madre diera a luz cuatro veces.

Grace: Todas las mujeres piensan eso. Yo también lo pensé. Sin embargo, en cuanto tienes a tu hijo en brazos, olvidas el dolor.

Alguien subió por las escaleras.

Maryellen: ¿Mamá?

Era Maryellen, la hija de Grace.

Grace: Aquí.

Maryellen entró en la habitación, y se detuvo al ver a Vanessa. Sonrió. Tenía los brazos llenos de ropa de bebé.

Vanessa tuvo otra contracción, y de nuevo miró a Zac.

Zac: Vamos, vamos. Lo estás haciendo muy bien. Ya tenemos un hombro…

Vanessa sollozó en silencio. Casi había terminado. El bebé estaba saliendo de su vientre. Lo sentía; sintió cómo se deslizaba hacia el exterior, y después oyó su grito, que resonó por toda la habitación.

Su alivio fue instantáneo.

¡Lo había conseguido! Pese a todo, lo había conseguido.

Zac tenía a la criatura en brazos, y cuando la miró, Vanessa se dio cuenta de que sus ojos estaban llenos de lágrimas, también.

Zac: Tienes una hija, Vanessa.

Ness: Una hija -susurró-.

Zac: Una hija preciosa.

Entonces, Vanessa también comenzó a llorar, con una emoción que fue sorprendente para ella. No le importaba mucho el sexo de su bebé, nunca le había importado. Eran sus hermanos quienes estaban empeñados en que iba a tener un hijo.

Se habían equivocado.

Ness: Una hija -susurró-. He tenido una hija.


viernes, 20 de enero de 2023

Capítulo 16


Cuando Grace y Cliff llegaron a misa, sus hijas y yernos ya estaban sentados. También Lisa, Rich y April. Maryellen tenía en brazos a Drake, que estaba plácidamente dormido. Katie y Tyler estaban con los otros niños, preparándose para el espectáculo navideño.

Katie estaba muy contenta porque iba a hacer de ángel, pero Tyler, a quien habían designado como pastor, no demostraba mucho entusiasmo por su debut en el escenario. Estaba desilusionado porque no podía tocar el tambor. Kelly le había explicado que los pastores tocaban la flauta, no el tambor, porque los tambores asustarían a las ovejas. La explicación satisfizo a Tyler, que tenía tendencia a la lógica, pero no le agradó.

Grace y Cliff encontraron un banco vacío justo detrás de sus hijas y de Lisa. Cuando estuvieron sentados, Cliff la tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los de ella.

Maryellen se volvió y susurró:

Maryellen: ¿Estaba bien Vanessa?

Grace: Creo que sí.

Grace no se sentía cómoda después de dejar sola a la muchacha. Sin embargo, Vanessa estaba empeñada en que Grace se fuera con su familia, así que ella lo había hecho. Pero, en aquel momento, se arrepentía de no haberse quedado en casa.

Cliff le apretó la mano cuando el coro vestido de blanco comenzó a cantar himnos de Navidad, acompañados por el órgano. O, Come All Ye Faithful nunca había sonado más bello.

Olivia y Jack aparecieron por el pasillo central y se sentaron en el banco que había al otro lado del de Grace y Cliff. Justine y Seth los acompañaban. Su niño, Leif, había conseguido el papel de uno de los Tres Reyes Magos.

En cuanto Olivia vio a Grace, se acercó a saludarla.

Olivia: ¿Cómo está Vanessa? -le preguntó con un susurro-.

Grace se encogió de hombros.

Grace: La he dejado en casa sola, y ahora me arrepiento de haberlo hecho. Creo que sus hermanos están en el pueblo.

Olivia: ¿Problemas?

Grace negó con la cabeza.

Grace: No. En realidad, Vanessa se alegró mucho al saberlo.

Olivia: Entonces, ¿se va a marchar a Seattle con su familia?

Grace asintió.

Olivia: ¿Y cómo supieron que estaba contigo?

Grace: Se lo dijo Zac Efron. Él me llamó a casa cuando estaba con ellos. Vanessa habló con su hermano mayor, y decidieron que lo mejor sería volver a Seattle.

Olivia: Me alegro. Por todos ellos. Y por mi madre y Ben. Aunque es necesario que sepan de la existencia de este bebé, preferiría que se enteraran el segundo día después de volver a casa.

Grace: Vanessa tenía miedo de que sus hermanos aparecieran en escena y exigieran que Dave hiciera lo honorable.

Olivia: Dave y la palabra «honorable» no pueden ir en la misma frase -comentó con ironía-.

Grace: Los hermanos de Vanessa llegarán en cualquier momento. Me hubiera gustado conocerlos.

Grace pensó en llamar a casa, pero a aquellas alturas Vanessa ya estaría a medio camino de Seattle.
Olivia se irguió.

Olivia: Hablaremos después de misa -dijo, y se sentó en su sitio, junto a Jack-.

En cuanto Olivia se hubo sentado, el pastor Flemming salió al estrado. Parecía que estaba… en paz, relajado, lleno de energía y optimismo. No había arrugas de preocupación en su rostro. Grace sabía que aquél había sido un año difícil para el pastor y su esposa, y se alegraba de que sus problemas se hubieran resuelto.

Flemming: Feliz Navidad.

*: Feliz Navidad -respondió la congregación-.

Flemming: Antes de que los niños salgan a hacer la representación, me gustaría que recordáramos la historia de la Navidad. Para aquellos que habéis crecido en el seno de la iglesia, esto se ha convertido en una parte familiar de vuestra vida. Sin embargo, esta noche quiero que olvidéis que estáis en este lado de la historia. Volved al día en que el ángel le anunció a María que iba a concebir un niño.

Abrió la Biblia y leyó aquel pasaje bien conocido de Lucas.

Flemming: Quiero que apreciéis la fe de María -dijo, mirando a los fieles-. El ángel llegó a ella y le dijo que iba a concebir un Hijo del Espíritu Santo, y que debía llamarlo Jesús, que era un nombre bastante común en aquellos días. ¿Entendéis la confusión que pudo sentir María? Lo que le dijo el ángel es el equivalente de decirle a una joven de nuestro tiempo que va a tener un hijo de Dios y que tiene que llamarle Bob.

Los fieles sonrieron, y algunos se echaron a reír.

Flemming: Recordad también, que aunque María estaba comprometida con José, vivía con su familia. Eso significa que tuvo que decirles a sus padres que estaba embarazada. Aquello no pudo ser fácil. ¿Qué creéis que pensaron ellos? ¿Qué pasaría si una de nuestras hijas viniera a decirnos que está embarazada? ¿Y si nos dijera que un ángel le había anunciado que todo había sido por obra del Espíritu Santo?

El pastor sonrió.

Flemming: Aunque yo sólo tengo hijos, y no hijas, sé lo que pensaría. Pensaría que mi hija adolescente y su novio estaban dispuestos a decir cualquier cosa con tal de explicar cómo había ocurrido aquello. Y sin embargo, este niño, el Hijo de Dios, estaba creciendo en su vientre. María mostró una gran fe, y también su familia y José, el hombre con quien estaba comprometida.

Hubo algo que llamó brevemente la atención del pastor. Miró a su izquierda.

Flemming: Veo que los niños están listos e impacientes por comenzar su representación, así que no os quitaré más tiempo. No obstante, quiero decir algo más. De niño me asignaron el papel del pastor que está cuidando a sus ovejas cuando el ángel llega a anunciar a María la concepción de su hijo. Al crecer, elegí, en cierto sentido, el mismo papel, el de pastor. Todos vosotros sois miembros de mi rebaño, y yo os estimo profundamente. Feliz Navidad.

*: Feliz Navidad -respondieron los fieles-.

Cuando el pastor bajó del podio, los niños ocuparon sus puestos en el escenario. Grace se movió hacia la derecha para ver mejor lo que ocurría. Katie estaba orgullosamente erguida, con las alas de oro en sus pequeños hombros, y el halo torcido alrededor de la cabeza. No habría sido más parecida a un ángel ni aunque hubiera querido.

Tyler había tomado prestado uno de los bastones de Cliff para usarlo de cayado. Era evidente que todavía estaba molesto por no poder tocar su precioso tambor, y miraba con seriedad a los congregados, como si quisiera informarlos de que estaba en actitud de protesta. Grace tuvo que contener una carcajada.

Por el rabillo del ojo se dio cuenta, vagamente, de que Angel, la secretaria de la iglesia, recorría a toda prisa el pasillo central. Cuando llegó al primer banco, le susurró algo al pastor, que estaba sentado junto a su esposa Emily. El pastor asintió y se marchó con ella. Parecía que había alguna emergencia.

Leif: Mira, hay una estrella en el este -gritó Leif Gunderson, el nieto de Olivia-. 

Era uno de los Tres Reyes Magos, y señalaba hacia el techo de la iglesia.

**: Vamos a seguir la estrella -dijo el segundo Rey Mago-.

Hasta que Cliff no le tocó el brazo, Grace no se dio cuenta de que Angel estaba intentando captar su atención. Estaba en el pasillo, haciéndole señas para que saliera a hablar con ella.

Cliff: ¿Qué ocurre? -preguntó mientras ella tomaba su bolso-.

Grace: No lo sé. Te lo diré en cuanto lo averigüe.

Él asintió.

Grace salió al vestíbulo junto a Angel.

Grace: ¿Qué pasa? 

Ángel: Ha llamado por teléfono uno de los bomberos, Brandon Hutton. Ha hablado con el pastor Flemming, y ahora el pastor quiere hablar con usted. Me pidió que viniera a buscarla.

Dave Flemming estaba al teléfono con una expresión preocupada. Al ver a Grace, le tendió el auricular.

Flemming: Será mejor que oiga esto.

Grace descartó su primer temor, que hubiera habido un accidente. Todo aquel a quien ella quería, que era importante para ella, estaba en la iglesia.

Grace: Soy Grace Harding -dijo con la voz un poco temblorosa-.

Brandon: Señora Harding, soy Brandon Hutton, del Servicio de Emergencias del Parque de Bomberos de Kitsap County. Hemos recibido una llamada de la joven que se aloja en su casa.

Grace: ¿De Vanessa? ¿Todavía está en casa? ¿Se encuentra bien?

Brandon: Creo que sí, señora. Sin embargo, se ha puesto de parto y pregunta por usted.

Grace: ¿La van a llevar al hospital? ¿Debo ir allí?

Brandon: No, señora Harding.

Grace: Dios Santo, ¿por qué no?

Brandon: Parece que la señorita Hudgens va a dar a luz inminentemente. No tenemos tiempo para trasladarla.

Grace: No está sola, ¿verdad?

Brandon: No, señora. El bombero Efron está con ella.

Zac. Gracias a Dios.

Grace: ¿Y sus hermanos?

Brandon: No hay nadie más, señora.

A Grace se le aceleró el corazón.

Grace: Llegaré lo antes posible.

Brandon: Una última cosa -dijo el oficial Hutton-. ¿Normalmente tiene dromedarios en su establo?

Grace: No, pero le aviso de que muerde.

Brandon: Ya ha intentado quitarme un trozo de cuerpo, pero me las he arreglado para evitarlo.

Grace: Bien -colgó el auricular y se volvió hacia el pastor Flemming-. Una joven que se aloja en nuestra casa se ha puesto de parto.

Flemming: Eso me ha parecido.

Grace: Voy a buscar a mi marido para volver a casa.

Grace no quería perderse el espectáculo, pero no podía hacer nada por evitarlo. Volvió al banco y le explicó a Cliff lo que ocurría. Maryellen se volvió y Grace se lo contó a ella también.

Maryellen: No tiene nada para el bebé, ¿verdad? 

Grace ni siquiera había pensado en eso. Ella tenía mantas y algunas otras cosas para sus nietos, pero los pañales serían demasiado grandes.

Maryellen: Jon y yo iremos a nuestra casa y le llevaremos algunas cosas para el bebé a Vanessa. Seguro que tengo algún paquete de pañales de recién nacido.

Grace le acarició el hombro a su hija, agradeciéndole que hubiera pensado tan rápido.

Kelly: Llevaremos a Lisa, a Rich y a April a la casa -susurró-. No me lo perdería por nada del mundo.

Lisa: Yo tampoco. ¡No habría una manera más ideal de celebrar la Navidad!


sábado, 14 de enero de 2023

Capítulo 15


Chris: Admítelo. Nos hemos perdido.

Mike: Eso ya lo dije yo hace media hora. 

No necesitaba que su hermano le dijera algo que ya sabía.

George: Deberíamos haber pedido el número de teléfono de los Harding -comentó desde el asiento trasero-.

Aquello era obvio.

Mike: Podías haberlo dicho en el momento adecuado, y no ahora -respondió de modo cortante-.

Llevaban casi una hora dando vueltas, y no sabían dónde estaban. Zac Efron les había dibujado un mapa, pero no les había servido de nada. Sin saber cómo, se habían metido por una dirección errónea, y se habían perdido sin remedio.

Y para complicar más las cosas, se había formado una niebla muy espesa por toda la zona. Había nevado, había llovido y después, había descendido aquella niebla que apenas permitía ver la carretera.

Mike: ¿A alguno de los dos se le ocurre alguna idea? -les preguntó a sus hermanos-.

Chris: Creo que deberíamos volver a la estación de bomberos y comenzar otra vez.

George: Además, allí podríamos pedir el teléfono de los Harding, y llamar para que le digan a Vanessa que vamos de camino.

Mike: Muy bien, ¿pero alguno de los dos sabe cómo volver a la estación de bomberos?

Chris: Ah… -miró a George, que se encogió de hombros-.

George: Supongo que no.

Mike: Muy bien. ¿Alguna otra idea?

George: Podríamos preguntarle a alguien.

Chris: ¿A quién? No hemos visto ningún coche desde hace más de media hora.

George: Había una casa en esta carretera.

Mike: ¿Dónde?

Chris: ¿Estás seguro? -le preguntó con incredulidad-. 

Tampoco parecía que Mike estuviera muy convencido.

George: Está por aquí, de verdad. Recuerdo el nombre. Se llamaba King's.

Mike: ¿Qué tipo de sitio era?

George: No sé. Tal vez una gasolinera. Había unos cuantos coches viejos en la parte delantera.

Chris: Creo que yo también lo he visto. ¿El edificio estaba un poco apartado de la carretera?

George se animó.

George: ¡Sí!

Chris: ¿Con neumáticos bordeando el camino de entrada!

George: ¡Ese!

Mike: De acuerdo. ¿Por dónde voy?

George: Da la vuelta.

Mientras volvía por aquella carretera, preguntó:

Mike: ¿Estáis seguros de que ese sitio está abierto?

George: A mí me pareció que sí.

Chris: Sí. Tenía muchas luces. Pero no de Navidad, sino luces corrientes.

Mike condujo en silencio durante varios minutos. Sus dos hermanos se concentraron en encontrar aquel edificio. Justo cuando parecía que no iba a ser posible, Mike ascendió por una colina y salió de la niebla, lo cual significó una gran diferencia en la visibilidad. Al instante, respiró más fácilmente.

George: ¡Allí está! -gritó señalando hacia más adelante-.

Mike vio el edificio al que se referían sus hermanos. A medida que se acercaban, distinguió un letrero con el nombre de King's. No se sabía qué tipo de negocio era. Había algunos coches muy abollados en el patio delantero, así que podía ser un desguace. El edificio necesitaba una reforma, o como mínimo, una mano de pintura. No había un solo adorno de Navidad a la vista.

Sin embargo, en la ventana había un letrero luminoso que avisaba de que estaba abierto.

Mike entró por la puerta y vio que era un pequeño restaurante, un mostrador con varios taburetes, y un almacén. Entró, se acercó a la barra y se sentó. Chris y George hicieron lo mismo.

Entonces, salió un hombre muy gordo y muy alto que llevaba una camiseta blanca y manchada y un delantal también blanco.

Mike: Feliz Navidad -murmuró mientras tomaba una de las cartas-.

*: Sí, sí.

El tipo estaba de buen humor.

*: ¿Qué desean? -preguntó el cocinero-.

Mike: Yo, un café.

Chris: ¿Cuál es el plato especial? 

*: Carne asada, puré de patatas y maíz.

Mike: Si vais a pedir algo de comer, tiene que ser para llevar -les dijo a sus hermanos, aunque se estaba dando cuenta de que él también tenía mucha hambre-.

*: Ponemos comida para llevar -dijo el cocinero, mientras llenaba una taza de café para Mike-. 

Era evidente que aquel café llevaba demasiado tiempo en la cafetera. Era muy negro, y parecía pez en vez de café.

Mike: ¿Está recién hecho? 

*: Claro. Lo hice ayer.

Mike apartó la taza.

Mike: Nos vamos a llevar tres bocadillos de carne.

*: ¿Quieren también puré de patatas?

George: ¿Podrían ser patatas fritas? 

*: Supongo.

Mike: Pues eso nos llevamos. Perdone, ¿sabe por casualidad dónde está el rancho de los Harding?

El cocinero frunció el ceño.

*: ¿Y quién lo pregunta?

Mike: Un amigo.

El cocinero asintió.

*: Cliff es… vecino.

Mike: ¿De verdad?

*: Tiene los mejores caballos que hay en esta zona -explicó el cocinero, aunque parecía que lo decía a regañadientes-. ¿Es que están interesados en comprarle alguno?

Mike: No, en realidad no. Queremos ir a buscar a nuestra hermana, que está alojada en casa de los Harding.

Chris: Nos dieron indicaciones para llegar.

Mike: Pero nos perdimos.

*: Voy a buscar los bocadillos -dijo el hombre-.

Mike: ¿Y nos dirá cómo llegar al rancho?

*: Puede que sí, por un precio.

Mike puso un billete de diez dólares sobre el mostrador.

El gruñón miró el billete y se encogió de hombros.

*: Con eso puede que lleguen. O puede que no.

Mike sacó otros diez.

Mike: Es todo lo que va a conseguir.

*: Bien -dijo el cocinero. Se guardó el dinero en el bolsillo y se marchó a la cocina-. Ahora vuelvo con su pedido.

Diez minutos más tarde, regresó con una bolsa blanca con los bocadillos, las patatas fritas y unos refrescos. Mike prefirió no preguntar cuánto tiempo tenía la carne asada. Pagó la cuenta y no se quejó del montante, que obviamente, estaba muy inflado.

Mike: ¿Y las indicaciones?

George sacó el mapa que les había dibujado el bombero y lo puso en el mostrador. El camino desde Cedar Cove hasta el rancho de los Harding parecía muy directo, y Mike no entendía cómo habían podido perderse.

*: King's los va a mandar directamente allí -dijo el cascarrabias-. Ahora están aquí -dijo, y dibujó un círculo en su situación. Después subrayó los nombres de las calles más cercanas-. Están junto a la intersección de Burley con Glenwood.

Mike: Ajá.

*: Y tienen que ir hacia el este.

Mike: El este.

*: Sigan unos tres kilómetros y crucen la autopista por la vía elevada.

Mike: Muy bien.

El gruñón le dio la vuelta al mapa, hacia ellos, y dibujó otro círculo alrededor del rancho.

*: Aquí es donde viven Cliff y Grace Harding.

Mike: Muy bien.

*: Así que, después de cruzar la autopista, vayan hacia el este. Sigan hasta que vean agua, y después giren a la izquierda. El rancho de los Harding está a poco más de un kilómetro de la carretera, a mano izquierda.

Mike: Muchas gracias.

Las indicaciones parecían muy sencillas, y cualquiera podría seguirlas. Incluso ellos tres. El cascarrabias lo miró con el ceño fruncido, y Mike supuso que quería más dinero, cosa que él no iba a darle. Tomó los bocadillos, le entregó la bolsa a su hermano pequeño y los tres salieron por la puerta.

Chris: Feliz Navidad -dijo mirando hacia atrás-.

*: Sí, ya.

Mike esperó hasta que estaban de nuevo en el coche y dijo:

Mike: Tipo miserable.

Chris: Todo un Scrooge.

George abrió la bolsa y le pasó un bocadillo a cada uno de sus hermanos. Mike lo mordió. El viejo gruñón, al menos, hacía una buena carne asada, y eso compensaba todo lo demás. Los tres devoraron la comida rápidamente, y estuvieron a punto de pasarse el letrero de la vía elevada.

Mike: Eh, vosotros dos, estoy conduciendo -dijo después de tragar el último bocado-. Prestad atención, ¿de acuerdo?

George: Lo siento.

Mike: Dijo que condujéramos hasta que viéramos el agua.

Chris: Está muy oscuro. ¿Cómo vamos a ver el mar?

George: Lo sabremos cuando lo encontremos.

Mike miró al cielo con resignación.

Mike: Espero que tengas razón.

Mike siguió conduciendo durante un buen rato, pero no vio agua por ningún lado.

Mike: ¿Nos hemos pasado algo? -les preguntó a sus hermanos-.

Chris: Continúa. Él no dijo cuándo íbamos a ver el agua.

Mike: No, no lo dijo.

Sin embargo, tenía un mal presentimiento. La carretera no era recta, tal y como les había dibujado el cascarrabias en el mapa. Serpenteaba y tenía muchos cruces, de modo que al final Mike volvió a sentirse confundido. Ya no sabía si se dirigían al este o al oeste.

Mike: ¿No creéis que King nos ha dado mal las indicaciones deliberadamente?

Chris: ¿Y por qué iba a hacer algo así? Le has dado veinte pavos.

Mike: Tal vez no fuera suficiente.

Recordó la cara con la que le había mirado aquel hombre. Quería más.

George: Tal vez el señor Scrooge necesita tres visitas esta noche. Ya sabéis a lo que me refiero.

Chris: Ya ha tenido tres visitantes. Nosotros.

Mike: Sí, y yo creo que intentó engañarnos -murmuró-.

Chris: Creo que lo consiguió.

George: Pero, ¿por qué? ¿Con qué propósito? 

Mike: Creo que con el único propósito de que nos sintiéramos tristes. Tan tristes como él.

Los tres hermanos se quedaron silenciosos. Claramente, aquélla no era una Nochebuena parecida a ninguna que hubieran pasado nunca.


sábado, 7 de enero de 2023

Capítulo 14


Ness: No, por favor -dijo mirando a Grace y a su familia-. Quiero que vayáis a la misa de Nochebuena, tal y como habíais pensado.

Grace: ¿Estás segura? -no se sentía segura dejándola allí sola-.

Vanessa había cedido a sus ruegos y había cenado con ellos. La velada había sido verdaderamente maravillosa, pero ella no quería causar más inconvenientes aquella noche.

Ness: Sí, sí.

Grace: Me gustaría conocer a tus hermanos, pero parece que van a llegar aquí mientras estamos en misa.

Ness: Los conocerás. Algún día, después de las Navidades.

Durante aquel día, les había tomado mucho afecto a Grace y a Cliff Harding. Sus dos hijas, su nuera y sus maridos y nietos habían conseguido que se sintiera en familia. Aquella gente era muy especial, y Vanessa pensaba seguir en contacto con ellos.

Mientras los padres cargaban a sus hijos en las furgonetas, y Cliff iba en busca del coche, Grace se quedó con ella junto a la puerta principal.

Cliff: ¿Tienes nuestro número de teléfono? 

Ness: Sí. Y también los números de móvil -se dio unas palmaditas en el bolsillo del pantalón-. 

Grace le había escrito todos los números en un papel.

Grace: Llámanos pronto.

Vanessa asintió.

Grace: Si tus hermanos tienen hambre cuando lleguen, hay muchas sobras. Que se sirvan lo que quieran.

Ness: Muchas gracias.

Cliff llegó con el coche y salió para abrir la puerta del pasajero. Grace siguió junto a Vanessa.

Grace: No dudes en llamarnos si necesitas cualquier cosa, ¿entendido?

Ness: Si, pero no voy a necesitar nada. Muchas gracias.

Se puso el abrigo por encima de la cabeza, como una capa, y salió bajo la nieve, que caía suavemente.

Grace: Espera en la casa.

Ness: Estaré muy bien en el apartamento. Es muy cómodo.

Las dos mujeres se abrazaron, y Grace entró al coche con su marido. Maryellen, Kelly y Lisa, con sus familias, ya se habían marchado a la iglesia.

Grace bajó la ventanilla.

Grace: Gracias por tener tanta paciencia con Tyler -dijo, con una mirada de disculpa-.

Vanessa sonrió. Se había quedado encantada con el nieto de seis años de Grace, a quien habían regalado un tambor. El niño había estado tocando incesantemente.

Ness: Tiene mucho talento. 

En realidad, le habían encantado todos los nietos de Grace y Cliff.

Grace: Vamos, entra antes de que te enfríes.

Sin embargo, Vanessa permaneció en el porche hasta que perdió de vista las luces del coche. Después se envolvió bien en el abrigo y caminó hacia el establo. Saludó a los animales, charló con los caballos y acarició a Funny Face, y antes de subir al apartamento, se lavó las manos en la pila del establo. A medio camino por las escaleras tuvo que detenerse a tomar aliento. Le dolía mucho la espalda. Se puso una mano en los riñones y siguió subiendo, agarrándose a la barandilla con la otra.

Cuando llegó al piso de arriba, se detuvo en seco. Estaba en mitad del proceso de quitarse el abrigo cuando sintió una contracción muy fuerte en todo el vientre.

¿Acababa de ponerse de parto?

Vanessa sospechaba que sí, pero todo lo que había oído y leído sobre el parto decía que las contracciones empezaban de manera mucho más gradual. Lo que ella acababa de experimentar era muy intenso y doloroso, y había durado varios segundos. Y casi inmediatamente, tuvo otra contracción.

Vanessa miró su reloj. Tres minutos después tuvo otra contracción igualmente severa.

Sólo tres minutos.

En la clase de preparación al parto a la que había acudido les habían explicado que lo común era que las contracciones se espaciaran unos quince minutos. Tal vez las suyas hubieran empezado antes y ella no se había dado cuenta. Eso no le parecía posible, sin embargo. ¿Cómo iba a haberse puesto de parto sin enterarse?

La siguiente contracción la tomó por sorpresa. Se agarró el vientre y se inclinó hacia delante.

Ness: De ésta sí que me he dado cuenta -anunció en la habitación vacía-.

Sin saber muy bien qué hacer, Vanessa comenzó a pasearse mientras pensaba en la mejor manera de proceder. Sus hermanos iban a llegar en cualquier momento. Si les decía que estaba de parto en cuanto llegaran, les entraría pavor. Había una cosa que Vanessa sí sabía con certeza, y era que no quería que sus hermanos estuvieran con ella mientras daba a luz a su bebé.

Sintió otra contracción y volvió a inclinarse hacia delante. Exhaló lentamente y la midió mirando el reloj. Aquella duró treinta segundos. Medio minuto. ¡No podía estar ocurriendo tan rápidamente! Supuestamente, un parto duraba horas y horas.

Vanessa no sabía qué hacer, ni a quién llamar. Le daba vueltas la cabeza. Pensó en llamar a Grace, pero la única manera que tenía de ponerse en contacto con ella era el móvil, y allí no había cobertura. Además, no quería interferir más en los planes de Navidad de los Harding.

La segunda persona en la que pensó fue Zac Efron. Era muy amable, y era un técnico médico cualificado. Tenía calma y lógica, que era exactamente lo que ella necesitaba. De hecho, la había llamado media hora antes para convencerla de que volviera a casa con sus hermanos. Así pues, bajó lentamente las escaleras hacia el establo, y desde allí, llamó al parque de bomberos. Alguien respondió rápidamente.

Zac: Parque de Bomberos de Kitsap County.

Al oír la voz de Zac, Vanessa sintió un gran alivio.

Ness: ¿Zac?

Zac: ¿Vanessa? ¿Eres tú?

Ness: Sí…

Zac: ¿Qué ocurre?

Ness: Yo… Grace y su familia se han marchado a misa hace diez minutos. Yo no he ido con ellos porque mis hermanos vienen hacia aquí.

Zac: ¿No han llegado todavía? -preguntó sorprendido-.

Ness: Todavía no.

Zac gruñó.

Zac: Entonces es que se han perdido.

Vanessa no lo dudó ni por un instante.

Zac: Estoy seguro de que llegarán pronto.

Ness: No quiero molestarte -al sentir el dolor de la nueva contracción, jadeó-.

Zac: ¡Vanessa!

Cerró los ojos y contó mentalmente hasta que el dolor cesó…

Zac: ¿Qué te pasa?

Ness: Creo que me he puesto de parto.

Zac no perdió el tiempo.

Zac: Entonces, yo iré al rancho y te llevaré al hospital.

Ness: Gracias.

Zac: ¿De cuánto son los intervalos entre contracciones?

Ness: De tres minutos.

Zac: Bien.

Ness: No he ido a todas las clases de preparación… Ojalá lo hubiera hecho, pero Dave decía que él iba a llevarme y no lo hizo nunca. Sólo he ido una vez, pero fue la semana pasada y…

Zac: Lo harás muy bien. Si quieres, yo me quedaré contigo.

Ness: ¿Tú?

Zac: No se me da tan mal hacer de apoyo. Escucha, en vez de hablar por teléfono, voy a buscarte ahora mismo.

Ness: De acuerdo…

Ella no pudo terminar la frase debido a la severidad de la última contracción.

Zac: ¿Dónde estás ahora?

Ness: En el establo -respondió con una carcajada ahogada-.

Zac: ¿Y de qué te ríes?

Ness: Los animales del belén están aquí.

Entonces, Zac también se rió.

Zac: Parece muy apropiado, dadas las circunstancias. Sin embargo, quiero que vayas a la casa y me esperes allí.

Ness: Preferiría subir al apartamento, si no te importa.

Zac: Bien, pero no cierres la puerta. Estaré allí muy pronto, así que aguanta, ¿eh?

Ness: Muy bien. Zac, nada de sirenas, ¿de acuerdo? -le pidió, y Zac se rió nuevamente, como si ella hubiera hecho una broma muy graciosa-.

Parecía que caminar la ayudaba, así que en vez de seguir las instrucciones de Zac, recorrió todo el establo una, dos, tres veces, hablando con Funny Face y los demás animales. Al cabo de un rato subió las escaleras hacia el apartamento. Enfrascada como estaba en aquel círculo de dolor y de alivio, Vanessa perdió la noción del tiempo. Por fin, oyó el ruido de un vehículo en el patio. Un momento más tarde, Zac entró en el apartamento con otro hombre. Los dos tenían la respiración entrecortada. Debían de haber subido corriendo.

Vanessa se sintió tan agradecida al verlo que estuvo a punto de echarse a llorar.

Ness: Estoy muy contenta de que hayas venido.

Zac: ¿Cómo estás?

Ness: No muy bien.

Zac: ¿No has tenido noticias de tus hermanos?

Ness: No.

Zac miró al otro bombero.

Zac: Te presento a Brandon Hutton. ¿Lo recuerdas de esta mañana?

Ness: Hola.

Zac: ¿Cuánto intervalo hay ahora entre las contracciones?

Ness: Siguen siendo de tres minutos, pero duran mucho más.

Zac se dirigió a su compañero.

Zac: Creo que será mejor que la examinemos antes de trasladarla.

Ness: De acuerdo.

Aquello era muy embarazoso, pero Vanessa prefería que la examinara Zac que cualquiera de sus hermanos. Zac sería impersonal en aquello, profesional. Y lo más importante de todo era que sabía lo que estaba haciendo.

Zac: Bueno -dijo cuando terminó de examinarla-. Has dilatado por completo. Estás a punto de entrar en la segunda fase del parto.

Ness: ¿Qué significa eso?

Zac: Que no tenemos tiempo de trasladarte al hospital.

Ness: Entonces, ¿cómo voy a tener al bebé?

Zac: Yo te atenderé -dijo con calma-.

Vanessa le tendió la mano, y Zac se la estrechó.

Zac: Todo va a salir bien -dijo con tanta confianza, que ella lo creyó-. Puedes hacerlo. Y yo estaré contigo durante todo el tiempo.


jueves, 5 de enero de 2023

Capítulo 13


Mike: Oficial, deje que le explique -dijo intentando mantener la calma-.

Sus hermanos estaban cada uno a un lado, con los brazos en alto. Daba la sensación de que el ayudante del sheriff, cuya placa decía que era el Ayudante Peterson, tenía un dedo rápido para el gatillo.

El segundo oficial estaba en el coche, hablando por radio.

Peterson: Apártense del vehículo -dijo sin dejar de apuntarles-.

Los tres dieron un paso gigante hacia un lado.

Peterson: ¿Qué están haciendo en una propiedad privada? 

Chris: Estamos buscando a nuestra hermana. Se ha escapado esta mañana, y tenemos que encontrarla.

Mike: Está a punto de tener un hijo.

Peterson: Entonces, ¿por qué están aquí?

Mike: Porque pensábamos que ella estaba en esta casa -le explicó, que estaba perdiendo la paciencia rápidamente-.

El segundo oficial se acercó a ellos. En su placa decía que era el ayudante Rogers.

Rogers: Nos han llamado por teléfono dos vecinos para avisar de que había tres hombres intentando entrar en esta casa.

Chris: No estábamos intentando entrar -se volvió hacia sus hermanos para que ellos confirmaran la verdad-.

Mike: Yo sólo he mirado por la ventana -dijo cabeceando-. No sabía que eso fuera un crimen.

Peterson se rió con desprecio.

Peterson: Así que tenemos a un mirón entre manos.

Mike: ¡Pero si no hay nadie en casa! 

Chris: Yo intenté abrir la puerta trasera -dijo en voz baja-.

Rogers: ¿Y por qué?

Chris: Bueno, sé que no debería haberlo intentado, pero creía que Vanessa estaba dentro, y quería comprobar si la pareja que vive aquí estaba en casa, o sólo se estaban escondiendo de nosotros.

Rogers: Yo me escondería si ustedes tres vinieran a aporrear mi puerta.

Peterson: ¿Qué es lo que te dije, Jim? -le preguntó a su compañero-. ¿Por qué no nos los llevamos a la comisaría para aclarar todo este asunto?

Mike: No sin mi abogado -dijo con firmeza. No iba a permitir que cualquier ayudante recién salido de la academia de policía lo mangoneara-. No hemos violado ninguna ley. Hemos venido a la residencia de los Rhodes con buenos propósitos. Lo único que queremos es encontrar a nuestra hermana pequeña, que está embarazada y sola en un pueblo desconocido.

En aquel momento apareció otro coche y se acercó a la acera. De él salió un hombre de mediana edad vestido de paisano.

Peterson: Ahora sí que están metidos en un buen lío. Es el sheriff Troy Davis.

En cuanto el sheriff se acercó, Mike se sintió aliviado. Era evidente que se trataba de un oficial con experiencia, y parecía un hombre con el que era posible razonar.

El sheriff frunció el ceño hacia los jóvenes ayudantes.

Davis: ¿Qué problema hay?

Peterson: Hemos recibido dos llamadas de vecinos, que querían denunciar el extraño comportamiento de estos sujetos.

Rogers: El de en medio ha admitido que intentó abrir la puerta trasera de la casa.

Chris intervino.

Chris: Sólo quería ver si estaba cerrada.

Mike soltó un gruñido y se volvió hacia su hermano.

Mike: ¿Por qué no te callas antes de que tengamos que pasar la Nochebuena en una celda?

Chris: Lo siento, Mike. Sólo quería ayudar.

Mike se giró hacia el sheriff.

Mike: Entiendo que pareciéramos sospechosos, sheriff Davis, pero le aseguro que sólo queríamos saber si la familia Rhodes estaba en casa.

Davis: ¿Son amigos de Ben o de Charlotte?

Mike: No exactamente.

George: Nuestra hermana conoce al hijo de Ben.

Chris asintió con energía.

Chris: Lo conoce en el sentido bíblico, no sé si me entienden.

Mike tuvo ganas de patear a Chris, pero con las fuerzas del orden rodeándolos, no se atrevió. Seguramente, lo arrestarían por intento de agresión.

Mike: Nuestra hermana va a tener un hijo de Dave Rhodes.

Chris: En cualquier momento.

George: Y ha desaparecido.

Mike: Si somos culpables de algo, es de haber estado demasiado ansiosos por encontrar a nuestra hermana. Como he dicho, está sola en un pueblo extraño, sin familia ni amigos.

Davis: ¿Habéis comprobado su identificación? -les preguntó a los ayudantes-.

Rogers: Todavía no hemos tenido tiempo.

Mike: Entonces verán que no estamos mintiendo. Ninguno de los tres tenemos antecedentes.

Bajo la atenta mirada del sheriff y los ayudantes, Mike, Chris y George entregaron sus carnés.

El sheriff miró los tres documentos, y después se los pasó a Peterson. El joven se acercó con unos andares fanfarrones al coche patrulla, para comprobar que no hubiera órdenes de arresto para ninguno de los tres hermanos, y para comprobar que, efectivamente, no tenían antecedentes policiales.

Peterson: Están limpios -dijo al volver, casi con decepción, según le pareció a Mike-.

El sheriff asintió.

Davis: ¿Cómo se llama su hermana?

Mike: Vanessa Hudgens. ¿Le importaría decirnos dónde podemos encontrar a la familia Rhodes? Lo único que queremos es hablar con ellos.

Davis: Desafortunadamente, Ben y Charlotte están fuera del país.

Chris: ¿Quiere decir que ni siquiera están en el pueblo? -se giró hacia Mike-. ¿Y qué vamos a hacer ahora?

Mike: No lo sé. Seguramente, a estas horas ya habrá vuelto a casa y se estará preguntando dónde estamos -murmuró-.

George: Tal vez, pero yo lo dudo.

Mike: ¿Qué significa eso?

George: Vanessa puede ser muy terca, ya lo sabes, y anoche estaba muy disgustada.

Mike: Deberíamos llamar por teléfono a casa y averiguar si está allí.

Tenía la sospecha de que su hermano estaba en lo cierto. Vanessa no iba a rendirse tan fácilmente.

Davis: Me parece buena idea.

Mike se sacó el teléfono móvil del bolsillo y llamó a su casa. Después de unos instantes, se activó el contestador automático. Si su hermana había vuelto a Seattle, era evidente que no estaba en casa.

Mike: No está allí -les dijo a sus hermanos-.

George: ¿Qué te dije? -dijo con un suspiro-. Conozco a Vanessa, y no se va a rendir por una contrariedad.

Davis: ¿La han llamado a su móvil? 

Mike: Sí, varias veces. Pero no ha respondido.

Davis: Inténtelo de nuevo.

Mike asintió e hizo la llamada, pero tampoco obtuvo respuesta.

Davis: Tal vez se le haya terminado la batería. O que esté sin cobertura.

Mike: Sí, tal vez. Pero es esencial que la encontremos.

George: El problema es que no sabemos dónde podemos buscarla.

El sheriff se pasó la mano por la cara.

Davis: ¿Han preguntado por el pueblo?

Mike: Bueno, preguntamos a unos tipos que había en el bar, pero no parecía que supieran mucho aparte de si sus vasos estaban llenos o no.

El comisario sonrió, como si apreciara la ironía de Mike.

George: Está muy embarazada. Cualquiera que la hubiera visto la recordaría.

Chris: Sí.

Peterson: Un momento -intervino de repente, pensativamente-. Creo que hoy he oído hablar de una mujer embarazada.

Mike: ¿Dónde? -preguntó con urgencia-. ¿Cuándo?

Peterson: Tengo un amigo que es bombero, y él me lo mencionó.

Mike: ¿Y qué dijo?

El ayudante Peterson se encogió de hombros.

Peterson: No me acuerdo. Se llama Zac. Pueden ir a la estación de bomberos a preguntar.

Mike: Eso haremos. -Dio un paso adelante y le estrechó la mano al comisario, y también a los ayudantes-. Muchas gracias por su ayuda.

Troy Davis asintió.

Davis: Díganle a su hermana que no debería haberles preocupado de esta manera.

Mike: Oh, claro que se lo voy a decir. 

Y otras cosas, también.

Después de que los policías les dieran las indicaciones para llegar a los bomberos, los tres hermanos subieron de nuevo al coche. Finalmente, parecía que iban a conseguir algo, y Mike se sintió satisfecho. Sólo era cuestión de tiempo que encontraran a su hermana.

No tardaron mucho en encontrar la estación de bomberos.

Mike: Dejadme hablar a mí, ¿entendido?

George: De acuerdo.

Mike: ¿Chris?

Chris: Oh, de acuerdo.

Entraron en el edificio y preguntaron por el jefe de servicio. El hombre los miró con cautela. Mike fue directamente al grano.

Mike: Creo que hoy han tenido una salida para ayudar a una joven embarazada. Un bombero llamado Zac acudió a atender esta llamada.

El jefe no respondió, así que Mike añadió.

Mike: Creemos que es nuestra hermana.

El hombre arqueó las cejas, como si no pensara dar ninguna información.

Mike: Necesita a su familia, jefe.

Mike debió de hablar con emoción, una emoción que debía de haber revelado sin darse cuenta, porque el jefe del parque vaciló, y después se excusó. Volvió unos minutos después, seguido por otro hombre.

**: Él es Zac Efron, Es la persona que atendió la llamada.

Mike: ¿Vio a Vanessa? -preguntó mientras le tendía la mano-. 

Zac se la estrechó amablemente.

Zac: Sí.

Mike: ¡Estupendo!

George: Está bien, ¿verdad? No se ha puesto de parto, ni nada parecido, ¿no?

Zac: No, no, sólo tuvo un mareo.

Mike: ¿Un mareo? -repitió lentamente, y miró con perplejidad a sus hermanos-.

Chris: ¿Significa eso lo que creo que significa? 

A Mike se le encogió el estómago.

Mike: Yo tenía doce años cuando nació Vanessa y me acuerdo como si fuera ayer. Mamá se mareó mucho aquella mañana y Vanessa nació antes del mediodía.

Zac: Eso no es un síntoma de un parto inmediato, normalmente.

Mike: En nuestra familia sí. Mi padre me dijo que había sucedido en todos los embarazos. Los partos empezaron siempre con un mareo y fueron muy rápidos. Estuvieron a punto de llegar tarde al hospital cuando nació Vanessa. De hecho…

Chris: Ella nació mientras mi padre aparcaba el coche. Dejó a mi madre en la puerta del hospital y fue a buscar sitio.

Aquella historia se había contado cientos de veces alrededor de la mesa de la cocina. Cuando su padre había aparcado y había vuelto al hospital, el doctor lo recibió dándole la enhorabuena por el nacimiento de su hija.

Mike: ¿Sabe dónde está? 

Zac: No, no lo sé, pero quizá lo sepa Grace Harding, la bibliotecaria. Vanessa estaba en la biblioteca cuando fui a atenderla.

Chris: ¿Y qué hacía Vanessa en la biblioteca? 

Para él, aquello no tenía sentido.

Mike: Eso no tiene importancia. Lo importante es saber dónde está ahora. Zac, ¿tienes alguna idea de dónde pudo ir después de salir de la biblioteca?

Zac: Seguramente, Grace Harding se la llevó a su casa.

Mike: ¿Y por qué?

Zac: Porque en Cedar Cove nunca quedan habitaciones libres en Navidad, y porque es el tipo de gesto que tendría la señora Harding. Tengo su número de teléfono. Puedo llamarla, si quieren.

Mike no podía creer que tuvieran tan buena suerte.

Mike: Por favor.

El bombero se marchó, y volvió después de unos minutos, con una sonrisa en la cara.

Zac: Pueden hablar con ella si quieren.

Mike se puso en pie de un salto, ansioso por oír el sonido de la voz de su hermana. Antes estaba enfadado, preocupado, asustado, pero en aquel momento, sólo sentía alivio.

Zac: Está en el rancho de los Harding, en Olalla.

Los tres hermanos sonrieron.

Mike: ¿Y está bien?

Zac: Dice que se encuentra muy bien, pero que quiere volver a casa, si queréis ir a buscarla.

Mike: Maravilloso.

Zac: Os daré indicaciones para que lleguéis al rancho. Vanessa está al teléfono, por si acaso alguno queréis hablar con ella.

Mike asintió y siguió a Zac a su oficina, seguido por sus hermanos.

Aquello, por fin, se estaba solucionando. Iban a conseguir llevar a Vanessa a su casa por Navidad.


martes, 3 de enero de 2023

Capítulo 12


Vanessa no tenía intención de abrirle su corazón a Grace, pero aquella mujer era tan cálida, tan comprensiva… Antes de que se hubiera dado cuenta, le había contado la patética historia de cómo había conocido a Rhodes y se había enamorado de él. Cuando terminó de hablar, había una pila de pañuelos de papel usados sobre la mesa.

Grace: No eres la única que ha amado equivocadamente, querida.

Ness: Me siento estúpida.

Grace: ¿Porque confiaste en un hombre que no se merecía tu amor? -preguntó agitando la cabeza-. El que tendría que estar avergonzado es Dave Rhodes.

Ness: Sin embargo, no lo está.

Grace: No. Pero permíteme que te diga un viejo refrán: El tiempo todo lo cura.

Ness: Espero que sí. Supongo que superaré todas las mentiras de Dave… -su voz se fue acallando-. En Cedar Cove, ¿todo el mundo es tan agradable como Cliff y tú?

Aquella pregunta sorprendió a Grace.

Grace: Me gustaría pensar que sí.

Ness: Olivia, la señora Griffin, lo es -suspiró y se miró las manos-. Y el bombero también. ¿Cómo se llama?

Grace: Zac Efron. Es nuevo en el pueblo.

Lo que más recordaba Vanessa de aquel bombero era la gentileza con la que la había tratado, y su voz reconfortante.

Todavía podía oírla si cerraba los ojos. Su manera de arrodillarse a su lado, y sus gestos protectores la habían calmado, física y emocionalmente.

Grace: Sus padres viven aquí. Roy Efron es un detective de Seattle retirado que se hizo detective privado, y su mujer, Cindy, trabaja en su oficina.

Ness: ¿De verdad?

Recordó que había visto un letrero con el nombre de Efron cuando pasaba por Harbor Street. Qué profesión más fascinante. El padre de Zac debía de tener casos muy interesantes. Aunque tal vez no, porque vivían en un pueblo muy pequeño.

Grace: Creo que tengo que cambiarme de ropa antes de la cena -se levantó de la silla-. He disfrutado mucho charlando contigo.

Ness: Yo también. 

Había sido el momento más relajante del día, salvo la siesta, claro.

Grace: Volveré en un ratito.

Vanessa pensó que aquélla era la señal para marcharse.

Ness: Yo voy al apartamento.

Grace: ¿Estás segura? Sé que Zac te dijo que debías descansar, pero a Cliff y a mí nos encantaría que cenaras con la familia.

Ness: ¿Dónde está Cliff? 

Grace: Está con los caballos. Son su primer amor -dijo con una sonrisa-.

Vanessa se había dado cuenta de cómo miraba Cliff a su esposa. Adoraba a Grace, y era más que evidente que ella también lo adoraba a él. Vanessa suponía que llevaban casados uno o dos años. La fotografía de la boda que había sobre el piano parecía reciente, y estaba claro que sus hijos adultos eran de matrimonios anteriores.

Entonces, sin pensar en lo apropiado o inapropiado de la pregunta, Vanessa dijo:

Ness: Sobre lo que me has dicho hace unos minutos… ¿Alguna vez has amado tú equivocadamente?

Grace volvió a sentarse, aunque no habló durante unos momentos.

Grace: Sí. Me casé muy joven y después de estar muchos años con mi marido, me quedé viuda. Acababa de empezar a tener alguna cita. Era un mundo nuevo para mí.

Ness: ¿Salías con Cliff?

Grace: Sí. Él llevaba muchos años divorciado, y las citas también eran una cosa nueva para él. Yo estuve casada con Dan más de treinta años, y cuando otro hombre, que no era Cliff, me prestó atención, me sentí muy halagada. Era alguien de quien estuve enamorada en el instituto.

Ness: ¿Y lo sabía Cliff?

Grace: Al principio no. Verás, este hombre vivía en otra ciudad, y comenzamos a mandarnos correos electrónicos. Se convirtió en una obsesión para mí. Yo sabía que estaba casado, pero permití que continuara nuestro romance por Internet. Él me dijo que iba a divorciarse.

Ness: ¿Y era mentira?

Grace: Oh, sí, pero yo lo creía porque quería creerlo. Y entonces, supe la verdad.

Ness: ¿Y Cliff averiguó lo de este otro hombre?

En los ojos de Grace hubo un brillo de arrepentimiento.

Grace: Sí. En cuanto se enteró, me dejó.

Ness: ¡Oh, no! ¿Estuviste a punto de perder a Cliff?

Grace: Sí. Como he dicho, ya había averiguado la verdad sobre Ken, y me quedé hundida cuando Cliff rompió conmigo. Estaba enfadada conmigo misma por haber sido tan ingenua y tan crédula. Había perdido a un hombre maravilloso por mi estupidez. Durante mucho tiempo, casi no pude mirarme al espejo.

Ness: Así me siento yo ahora -murmuró-. 

Pensó en aquel Ken. Había oído aquel nombre antes…

Grace: Se te pasará, Vanessa, te lo prometo. Ken, el hombre con el que yo… me comunicaba por Internet, al final perdió a su esposa. Ella se divorció de él y, aunque creo que de verdad sentía algo por mí, ya era demasiado tarde. Yo no quería tener nada más que ver con él. Así que, al final, fue él quien salió perdiendo en todo esto.

Ness: ¿Cliff te perdonó?

Grace: Sí, pero me costó tiempo. Yo decidí que nunca más tendría motivos para dudar de mí. Nos casamos poco después, y sinceramente, nunca he sido más feliz que ahora.

Ness: Se nota.

Grace: Cliff es todo lo que yo podría desear en un marido.

La puerta de la cocina se abrió y entró Cliff, sacudiéndose nieve de la chaqueta. La colgó en un perchero que había junto a la puerta y se quitó las botas.

Cliff: Cuando me marché, estabais aquí sentadas, y aquí seguís, charlando.

Grace le sonrió.

Grace: Yo iba a cambiarme de ropa. Entretén a Vanessa mientras vuelvo, ¿de acuerdo?

Cliff: Claro.

Grace salió apresuradamente y Cliff se sentó junto a Vanessa. Mientras lo hacía, vio los pañuelos de papel arrugados.

Cliff: Parece que habéis tenido un buen mano a mano.

Ness: Pues sí -dijo con un suspiro, y añadió-: He sido muy tonta.

Cliff: Estoy seguro de que Grace te ha dicho que todos cometemos errores. Lo bueno consiste en aprender de esos errores y no repetirlos.

Ness: No pienso verme en esta situación nunca más. Es sólo que… mi familia me agobia. Tengo tres hermanos mayores, y parece que ellos son los únicos que saben lo que es mejor para mí y para mi bebé.

Cliff: Te quieren.

Vanessa asintió.

Ness: Por eso es todo tan difícil. Como no tenemos padres, piensan que son ellos los que tienen que dirigir mi vida.

Cliff: Y naturalmente, tú no lo crees así.

Ness: No, claro que no. Pero cuando intenté vivir mi vida y demostrar lo adulta que era, mira lo que ha ocurrido -se miró el vientre-. He cometido un error, muchos errores, pero descubrí algo… bastante interesante después de saber que estaba embarazada.

Cliff: ¿Y qué es?

Ness: Bueno, al principio, como puedes imaginarte, me disgusté muchísimo. Me asusté, y no sabía qué hacer, pero después de unos días, empecé a sentirme emocionada. Llevaba una nueva vida dentro. Una vida humana independiente de mí, con su propia personalidad. Y esa personita iba a ser parte de mí y parte de Dave.

Cliff sonrió.

Cliff: El embarazo es asombroso, ¿verdad? Yo no sé lo que experimenta una mujer, pero como hombre, te digo que sentimos un asombro absoluto y un gran orgullo. Y una especie de humildad, también.

Ness: Creo que Dave se sintió así al principio -susurró-.

Realmente, parecía que se había puesto contento. Sin embargo, aquella felicidad había disminuido rápidamente, por el miedo, tal vez, o por el resentimiento. Ella quería creer que él la quería tanto como podía querer a alguien. Sin embargo, ya se había dado cuenta de que su capacidad de sentir era muy limitada. Después de un mes de saber que estaba embarazada, Dave comenzó a distanciarse emocionalmente. Continuaba llamándola y yendo a verla cuando estaba en la ciudad, pero las visitas y las llamadas se espaciaron cada vez más, y en cuanto ella comenzó a hacer preguntas sobre su futuro, él desapareció.

Cliff: No es muy diferente a mis caballos -estaba diciendo-.

Ness: ¿Cómo? 

¿Qué quería decir? No estaban hablando de caballos, ¿verdad?

Cliff: He criado a muchos caballos durante mi vida, y con cada preñez, yo tenía una sensación de esperanza. Lo cual es una tontería, claro, porque ni siquiera con las mejores perspectivas de cría salen las cosas como uno espera, pero sin embargo…

Ness: Hoy he conocido a Funny Face.

A Cliff se le iluminó la mirada al oír el nombre de la yegua.

Cliff: Es mi amor.

Ness: Parece muy especial.

Cliff: Lo es. Es buena y afectuosa, y maravillosa con mis nietos. Pero no es un buen ejemplar de su raza.

Ness: ¿No?

Cliff: Es más pequeña de lo que pensamos que sería, y no tiene el temperamento necesario para ser caballo de exhibición.

Ness: Pero te la quedaste.

Cliff: No se me ocurriría vender a Funny Face. Aunque no resultó tal y como esperábamos Cal y yo, seguimos considerándola un regalo.

Vanessa suspiró de nuevo.

Ness: Eso es lo que yo siento con respecto a mi bebé. No tenía planeado quedarme embarazada, y sé que Dave no quería, pero pese a todos los problemas y el dolor, considero a este hijo como un regalo.

Cliff: Lo es. ¿Tienes ya preparado todo lo que necesitas para recibirlo?

Ness: Oh, sí. Gracias a mis amigas y mis hermanos.

Vanessa les agradecía mucho a sus hermanos toda la generosidad que habían demostrado hacia ella y hacia el bebé. Ellos estaban muy entusiasmados con la idea de tener un sobrino, o una sobrina, aunque su forma de inmiscuirse en su vida la agobiara.

Grace volvió en aquel momento, y Vanessa oyó el sonido de la puerta de un coche cerrándose. La puerta delantera de la casa se abrió, y un momento más tarde, entró en la cocina una niña de unos cinco años.

**: ¡Abuela! ¡Abuela! ¡Esta noche soy un ángel! ¡Soy un ángel!

Grace se arrodilló y tomó a la niña de las manos.

Grace: ¿Vas a ser el ángel en el espectáculo navideño?

La niña asintió.

**: En la misa de esta noche.

Grace abrazó a su nieta.

Grace: Oh, Katie, vas a ser el mejor ángel del mundo.

La niña sonrió con orgullo. Al ver a Vanessa, se acercó a ella inmediatamente.

Katie: Hola, soy Katie.

Ness: Hola, Katie. Yo soy Vanessa.

Katie: Vas a tener un bebé, ¿a que sí?

Ness: Sí, es cierto.

La puerta se abrió de nuevo y apareció una pareja joven. El hombre llevaba en brazos a un niño de unos dos años, y la mujer llevaba una bolsa grande al hombro.

**: Feliz Navidad, mamá -dijo la hija de Grace, y le dio un beso en la mejilla a su madre. Después se volvió hacia Vanessa-. Hola, yo soy Maryellen. Me alegro mucho de que estés con nosotros -le dijo con una enorme sonrisa-.

Vanessa sonrió también. Nunca se hubiera esperado aquella acogida tan amable. Aquella Nochebuena iba a ser la más memorable de su vida.

Ojalá dejara de dolerle la espalda…


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