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sábado, 14 de enero de 2023

Capítulo 15


Chris: Admítelo. Nos hemos perdido.

Mike: Eso ya lo dije yo hace media hora. 

No necesitaba que su hermano le dijera algo que ya sabía.

George: Deberíamos haber pedido el número de teléfono de los Harding -comentó desde el asiento trasero-.

Aquello era obvio.

Mike: Podías haberlo dicho en el momento adecuado, y no ahora -respondió de modo cortante-.

Llevaban casi una hora dando vueltas, y no sabían dónde estaban. Zac Efron les había dibujado un mapa, pero no les había servido de nada. Sin saber cómo, se habían metido por una dirección errónea, y se habían perdido sin remedio.

Y para complicar más las cosas, se había formado una niebla muy espesa por toda la zona. Había nevado, había llovido y después, había descendido aquella niebla que apenas permitía ver la carretera.

Mike: ¿A alguno de los dos se le ocurre alguna idea? -les preguntó a sus hermanos-.

Chris: Creo que deberíamos volver a la estación de bomberos y comenzar otra vez.

George: Además, allí podríamos pedir el teléfono de los Harding, y llamar para que le digan a Vanessa que vamos de camino.

Mike: Muy bien, ¿pero alguno de los dos sabe cómo volver a la estación de bomberos?

Chris: Ah… -miró a George, que se encogió de hombros-.

George: Supongo que no.

Mike: Muy bien. ¿Alguna otra idea?

George: Podríamos preguntarle a alguien.

Chris: ¿A quién? No hemos visto ningún coche desde hace más de media hora.

George: Había una casa en esta carretera.

Mike: ¿Dónde?

Chris: ¿Estás seguro? -le preguntó con incredulidad-. 

Tampoco parecía que Mike estuviera muy convencido.

George: Está por aquí, de verdad. Recuerdo el nombre. Se llamaba King's.

Mike: ¿Qué tipo de sitio era?

George: No sé. Tal vez una gasolinera. Había unos cuantos coches viejos en la parte delantera.

Chris: Creo que yo también lo he visto. ¿El edificio estaba un poco apartado de la carretera?

George se animó.

George: ¡Sí!

Chris: ¿Con neumáticos bordeando el camino de entrada!

George: ¡Ese!

Mike: De acuerdo. ¿Por dónde voy?

George: Da la vuelta.

Mientras volvía por aquella carretera, preguntó:

Mike: ¿Estáis seguros de que ese sitio está abierto?

George: A mí me pareció que sí.

Chris: Sí. Tenía muchas luces. Pero no de Navidad, sino luces corrientes.

Mike condujo en silencio durante varios minutos. Sus dos hermanos se concentraron en encontrar aquel edificio. Justo cuando parecía que no iba a ser posible, Mike ascendió por una colina y salió de la niebla, lo cual significó una gran diferencia en la visibilidad. Al instante, respiró más fácilmente.

George: ¡Allí está! -gritó señalando hacia más adelante-.

Mike vio el edificio al que se referían sus hermanos. A medida que se acercaban, distinguió un letrero con el nombre de King's. No se sabía qué tipo de negocio era. Había algunos coches muy abollados en el patio delantero, así que podía ser un desguace. El edificio necesitaba una reforma, o como mínimo, una mano de pintura. No había un solo adorno de Navidad a la vista.

Sin embargo, en la ventana había un letrero luminoso que avisaba de que estaba abierto.

Mike entró por la puerta y vio que era un pequeño restaurante, un mostrador con varios taburetes, y un almacén. Entró, se acercó a la barra y se sentó. Chris y George hicieron lo mismo.

Entonces, salió un hombre muy gordo y muy alto que llevaba una camiseta blanca y manchada y un delantal también blanco.

Mike: Feliz Navidad -murmuró mientras tomaba una de las cartas-.

*: Sí, sí.

El tipo estaba de buen humor.

*: ¿Qué desean? -preguntó el cocinero-.

Mike: Yo, un café.

Chris: ¿Cuál es el plato especial? 

*: Carne asada, puré de patatas y maíz.

Mike: Si vais a pedir algo de comer, tiene que ser para llevar -les dijo a sus hermanos, aunque se estaba dando cuenta de que él también tenía mucha hambre-.

*: Ponemos comida para llevar -dijo el cocinero, mientras llenaba una taza de café para Mike-. 

Era evidente que aquel café llevaba demasiado tiempo en la cafetera. Era muy negro, y parecía pez en vez de café.

Mike: ¿Está recién hecho? 

*: Claro. Lo hice ayer.

Mike apartó la taza.

Mike: Nos vamos a llevar tres bocadillos de carne.

*: ¿Quieren también puré de patatas?

George: ¿Podrían ser patatas fritas? 

*: Supongo.

Mike: Pues eso nos llevamos. Perdone, ¿sabe por casualidad dónde está el rancho de los Harding?

El cocinero frunció el ceño.

*: ¿Y quién lo pregunta?

Mike: Un amigo.

El cocinero asintió.

*: Cliff es… vecino.

Mike: ¿De verdad?

*: Tiene los mejores caballos que hay en esta zona -explicó el cocinero, aunque parecía que lo decía a regañadientes-. ¿Es que están interesados en comprarle alguno?

Mike: No, en realidad no. Queremos ir a buscar a nuestra hermana, que está alojada en casa de los Harding.

Chris: Nos dieron indicaciones para llegar.

Mike: Pero nos perdimos.

*: Voy a buscar los bocadillos -dijo el hombre-.

Mike: ¿Y nos dirá cómo llegar al rancho?

*: Puede que sí, por un precio.

Mike puso un billete de diez dólares sobre el mostrador.

El gruñón miró el billete y se encogió de hombros.

*: Con eso puede que lleguen. O puede que no.

Mike sacó otros diez.

Mike: Es todo lo que va a conseguir.

*: Bien -dijo el cocinero. Se guardó el dinero en el bolsillo y se marchó a la cocina-. Ahora vuelvo con su pedido.

Diez minutos más tarde, regresó con una bolsa blanca con los bocadillos, las patatas fritas y unos refrescos. Mike prefirió no preguntar cuánto tiempo tenía la carne asada. Pagó la cuenta y no se quejó del montante, que obviamente, estaba muy inflado.

Mike: ¿Y las indicaciones?

George sacó el mapa que les había dibujado el bombero y lo puso en el mostrador. El camino desde Cedar Cove hasta el rancho de los Harding parecía muy directo, y Mike no entendía cómo habían podido perderse.

*: King's los va a mandar directamente allí -dijo el cascarrabias-. Ahora están aquí -dijo, y dibujó un círculo en su situación. Después subrayó los nombres de las calles más cercanas-. Están junto a la intersección de Burley con Glenwood.

Mike: Ajá.

*: Y tienen que ir hacia el este.

Mike: El este.

*: Sigan unos tres kilómetros y crucen la autopista por la vía elevada.

Mike: Muy bien.

El gruñón le dio la vuelta al mapa, hacia ellos, y dibujó otro círculo alrededor del rancho.

*: Aquí es donde viven Cliff y Grace Harding.

Mike: Muy bien.

*: Así que, después de cruzar la autopista, vayan hacia el este. Sigan hasta que vean agua, y después giren a la izquierda. El rancho de los Harding está a poco más de un kilómetro de la carretera, a mano izquierda.

Mike: Muchas gracias.

Las indicaciones parecían muy sencillas, y cualquiera podría seguirlas. Incluso ellos tres. El cascarrabias lo miró con el ceño fruncido, y Mike supuso que quería más dinero, cosa que él no iba a darle. Tomó los bocadillos, le entregó la bolsa a su hermano pequeño y los tres salieron por la puerta.

Chris: Feliz Navidad -dijo mirando hacia atrás-.

*: Sí, ya.

Mike esperó hasta que estaban de nuevo en el coche y dijo:

Mike: Tipo miserable.

Chris: Todo un Scrooge.

George abrió la bolsa y le pasó un bocadillo a cada uno de sus hermanos. Mike lo mordió. El viejo gruñón, al menos, hacía una buena carne asada, y eso compensaba todo lo demás. Los tres devoraron la comida rápidamente, y estuvieron a punto de pasarse el letrero de la vía elevada.

Mike: Eh, vosotros dos, estoy conduciendo -dijo después de tragar el último bocado-. Prestad atención, ¿de acuerdo?

George: Lo siento.

Mike: Dijo que condujéramos hasta que viéramos el agua.

Chris: Está muy oscuro. ¿Cómo vamos a ver el mar?

George: Lo sabremos cuando lo encontremos.

Mike miró al cielo con resignación.

Mike: Espero que tengas razón.

Mike siguió conduciendo durante un buen rato, pero no vio agua por ningún lado.

Mike: ¿Nos hemos pasado algo? -les preguntó a sus hermanos-.

Chris: Continúa. Él no dijo cuándo íbamos a ver el agua.

Mike: No, no lo dijo.

Sin embargo, tenía un mal presentimiento. La carretera no era recta, tal y como les había dibujado el cascarrabias en el mapa. Serpenteaba y tenía muchos cruces, de modo que al final Mike volvió a sentirse confundido. Ya no sabía si se dirigían al este o al oeste.

Mike: ¿No creéis que King nos ha dado mal las indicaciones deliberadamente?

Chris: ¿Y por qué iba a hacer algo así? Le has dado veinte pavos.

Mike: Tal vez no fuera suficiente.

Recordó la cara con la que le había mirado aquel hombre. Quería más.

George: Tal vez el señor Scrooge necesita tres visitas esta noche. Ya sabéis a lo que me refiero.

Chris: Ya ha tenido tres visitantes. Nosotros.

Mike: Sí, y yo creo que intentó engañarnos -murmuró-.

Chris: Creo que lo consiguió.

George: Pero, ¿por qué? ¿Con qué propósito? 

Mike: Creo que con el único propósito de que nos sintiéramos tristes. Tan tristes como él.

Los tres hermanos se quedaron silenciosos. Claramente, aquélla no era una Nochebuena parecida a ninguna que hubieran pasado nunca.


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