topbella

martes, 13 de septiembre de 2011

Capítulo 19


Maddie: ¡Suéltame! -dijo furiosa-.


Zac: Ni lo sueñes.

Maddie: Quítame las manos de encima -le ordenó-. Esto es indignante.

Pero Zac parecía ser inmune a su tono de institutriz.

Zac: Estoy de acuerdo contigo. Podrías haber matado a alguien.

Siguió tirando de ella, mientras una voz, procedente del piso superior, dijo con precaución:

***: ¿Madeleine?

Estaba aferrada a un camisón blanco. Zac entregó a su prisionera a Brian Arthur y después asomó la cabeza por la abertura.

Zac: ¿Por qué no bajas tú también, Priscilla? -invitó-.

Ness: ¿Es una escalera? -preguntó encantada-. Qué raro.

Maddie: No tiene nada de raro -dijo con desprecio-. Ni siquiera es poco frecuente. Lo raro es encontrar una edificación de esta época que no tenga un pasadizo secreto cerca de la chimenea del salón. Por supuesto, el detalle de la escalera hace que éste sea algo más elaborado que la media.

Ness: ¿Cómo no ibas a saberlo? -dijo con sarcasmo-. Como profesora de historia, estarás muy informada sobre estos detalles.

Maddie: Cualquier persona que tuviera un mínimo de cultura general lo sabría -respondió poniendo a Vanessa en su sitio-.

Priscilla apareció por el hueco, llorando.

Priscilla: Sabía que saldría mal -sollozó-.

Maddie: Cállate, estúpida.

Alguien llamó a la puerta y Jeremy asomó la cabeza.

Jeremy: Me pareció oler una aventura. ¿Os importaría que me uniera a vosotros?

Zac alzó la vista al cielo pero no dijo nada, de modo que Jeremy entró en el salón. Enderezó un par de sillones y se dejó caer en uno de ellos, mirando a su alrededor.

Zac: ¡Vaya! -exclamó, levantándose al ver la entrada del pasadizo-. Supongo que conduce al sótano -comentó-.

Al oírlo, Vanessa se levantó a inspeccionar. En efecto, la escalera no solo llegaba al piso superior; también bajaba un nivel.

Mona: ¿Eres tú, Vanessa? -preguntó asomando la cabeza por la habitación de las hermanas-. ¿No te parece fascinante? ¡Y pensar que he pasado tanto tiempo viviendo en esta casa sin saber los secretos que ocultaba! -Se recogió la bata y empezó a bajar por la escalera-. Esto resuelve un montón de misterios -anunció al llegar a la altura de los demás-. Ahora sabemos cómo llegó a la alfombra el carbón encendido. Madeleine bajó por aquí cuando no había nadie y volvió a marcharse de la misma forma.

Ness: Ten cuidado. Hay otro agujero debajo de donde estás y va a parar al sótano.

Mona: ¡Qué emocionante! Supongo que éste era el camino que seguía el amante de Jessica para entrar en la casa. Y que fue así como desapareció cuando creyeron que lo tenían atrapado.

Jeremy: Es posible -pactó-. Y también fue así como se rompió la cañería. ¡Y pensar que sospechábamos de la pobre Jess!

Zac: Ahora ya sabemos cómo lo hicieron, pero seguimos sin conocer sus motivos. ¿Os importaría explicárnoslo? -añadió dirigiéndose a las hermanas-.

Maddie: ¿Me puedes dar un cigarrillo? -preguntó a Jeremy. Lo encendió y aspiró una profunda bocanada antes de contestar-. Supongo que a estas alturas... Sin duda ya habrás encontrado la abertura del túnel -dijo a Zac. Él asintió, mientras los huéspedes empezaban a acribillarlo a preguntas. Todos se callaron cuando Madeleine volvió a hablar-. ¿Entendiste lo que era? -dijo con el tono de una profesora que examinara a un alumno-.

Zac: Una mina romana, ¿no?

Maddie: Exactamente. Una mina romana. ¿Sabes lo que extraían de ella?

Zac frunció el ceño y se quedó mirándola atónito.

Zac: ¡No puede ser! ¿Oro?

Priscilla: Lo que queríamos era convencerte para que vendieras, a cambio de menos dinero del que habías pagado. Algo que pudiéramos permitirnos. No teníamos intención de quemar la casa. No sabíamos que el incendio se fuera a extender tan deprisa -dijo sin dejar de llorar-. Sólo queríamos que cerraras el hotel. Nos quedamos horrorizadas al enterarnos de que alguien había estado a punto de morir.

Zac no parecía impresionado.

Zac: Si incendiasteis un edificio lleno de gente que dormía, podéis estar contentas de no ser culpables de asesinato.

Priscilla: Ya lo veo, pero pensamos que como no está­bamos en temporada alta y el hotel no estaba lleno... Madeleine fue quien lo hizo todo. A mí me daba miedo entrar en la mina. Aparcamos y subimos por la colina. Después, Madeleine bajó y lo hizo. ¡Dios mío! La explosión fue horrible. Estaba aterro­rizada viendo cómo se consumía el edificio y mi hermana no había salido aún. Pero entonces volvió...

Ness: Con el tapiz -interrumpió-.

Maddie: No te atrevas a hablarme con ese tono tan arrogante. Eres una maldita espía. No sé ni cómo no se te cae la cara de vergüenza. No tienes idea de lo que es el juego limpio.

Vanessa sintió que se sonrojaba, a pesar suyo. Quería responder, pero como de costumbre, no encontraba las palabras adecuadas.

Zac: ¿Y tú sí? Vanessa hizo lo que hizo para descubrir un delito. ¿A quién ha hecho daño, o a quién ha intentado hacer daño? A ti te habría dado igual matar a quien fuera con tal de lograr tu objetivo.

Maddie: Ésa no es la cuestión.

Zac: Yo creo que sí. ¿Dónde está el tapiz?

Maddie: No sé nada de ningún tapiz.

Priscilla: Oh, Madeleine, ¿qué sentido tiene negarlo? -dijo temblorosa-. Ya no sirve para nada. Lo tenemos guardado -añadió mirando a Zac-. Lo vimos la primera vez que vinimos de vacaciones, pero hasta el año pasado, que encontramos el pasadizo... -empezó a balbucear de forma aislada-. No fue por casualidad, porque Madeleine decía que en un edificio de esta época tenía que haber un pasadizo. Sólo queríamos enseñártelo cuando lo encontráramos, pero Madeleine estaba segura de que era una mina de oro, y...

Zac: ¿Qué te hace pensar que aún queda algo?

Priscilla: No es que lo piense. Extraje unas muestras y las llevé a analizar. Queda por lo menos una franja bastante rica. ¿Crees que hice todo esto por un sueño? En esta zona, hay minas que no se abandonaron hasta principios de este siglo y que ahora se han vuelto a abrir. Esta no se ha tocado desde la época de los romanos, por lo que veo.

Zac: Entonces soy rico -dijo secamente-. De modo que hicisteis vuestros planes y este año revelasteis vuestra condición de videntes. ¿De verdad creéis que una historia de fantasmas me iba a impulsar a vender el castillo?

Priscilla: Bueno, si no paraban de pasar cosas, al final te quedarías sin inquilinos. La gente no querría venir a un hotel quemado en el que no paran de pasar cosas. Y sobre todo, si esparcíamos el rumor de que el fantasma era maligno, no podrías salir adelante y tendrías que vender.

Zac: Basura -dijo con frialdad-. Esperabais obligarme a dejar de pagar la hipoteca. Imaginabais que el banco me embargaría la propiedad si no conseguía atraer clientes. ¿Qué oportunidad tendría de encontrar un comprador a última hora? Esperabais adquirirlo en una subasta bancaria por una décima parte de su valor. Y eso habríais hecho, si hubiera estado completamente quemado.

Priscilla lo miraba aterrorizada.

Ness: Y como no fue así -dijo, que había recuperado la calma-, supusisteis que si la compañía de seguros se negaba a pagar, Zac tendría problemas. Así que les disteis el soplo de que el incendio había sido provocado.

Priscilla: ¡No! -exclamó-. No lo sabía -rectificó, al ver la expresión de su hermana-.

Maddie: ¿Qué vas a hacer? -preguntó a Zac-.

No parecía dispuesta a implorar.

Zac: La mayor parte de vuestras acciones no tuvieron el efecto que esperabais. Pero hicisteis algo que es imperdonable.

Maddie: Qué melodramático -dijo con sarcasmo-. ¿Qué fue lo que hice que te pareció tan imperdonable? ¿Intentar robarte? La gente lo hace continuamente y se le perdona.

Zac: Me refiero a algo mucho peor. Destruisteis los cuadros de Vanessa.

Mona: ¿De verdad? -preguntó preocupada-.

Maddie: Solo eran unos estúpidos bocetos. Esa maldita zorra entrometida tiene suerte de que no le hiciera nada más.

Jeremy: Esta historia merecería estar en un libro de los cinco -comentó-.

Maddie: Quería ser escritora -comentó como si estuviera charlando con unos amigos-. Pero no me dejaron. Me obligaron a estudiar magisterio.

Nadie respondió. El silencio se apoderó de la habitación.
Brian Arthur, que se había marchado un rato atrás, entró en el salón y anunció:

Brian: La policía está de camino.

Priscilla prorrumpió en sollozos. Pero Madeleine no se dejó asustar.

Maddie: ¿Y tú te consideras una buena persona? -preguntó a Zac-. ­Eres el dueño de una mina de oro. Yo fui quien la descubrió. Deberías darme las gracias. Ahora puedes vender esto por una fortuna. ¿Y cómo me lo pagas? ¡Entregándome a la policía!

En aquel momento, los agentes llamaron a la puerta.


Ness: ¿Así que sospechaste desde el principio?

Estaba amaneciendo.

Zac: Era evidente que ocurría algo raro.

Ness: ¿Así que pediste a Brian Arthur que me investigara?

Tenía la esperanza de que fuera así. Si la desconfianza había sido mutua, era posible que...

Zac: Solo le pedí que averiguara qué pasaba aquí. Te investigó por su cuenta. Igual que tú investigaste a los demás inquilinos.

Ness: Sé que no puedes perdonarme. Sé que soy fea. Pero solo quería decirte que lo siento.

Habían subido juntos por la escalera y habían llegado al piso en el que se encontraba la habitación de Vanessa.
Zac la miró muy serio.

Zac: ¿Puedo entrar?

Ness: ¿Qué quieres? -susurró-.

Zac: Lo único que quiero es no perderte de vista. Abrazarte y saber que respiras.

Al día siguiente, Vanessa, Zac y Brian Arthur exploraron el pasadizo, bajando por la escalera oculta del salón. Allí se abría la pared al pulsar un gran muelle oxidado y se llegaba al lugar en que se ocultaban las provisiones de la guerra.

Brian: La mina fue abandonada cuando se marcharon los romanos, ¿verdad? No sé demasiado de historia.

Zac: Cuando el imperio romano empezó a decaer fueron abandonandos los territorios ocupados -explicó-. Más tarde, se construyó una fortaleza en el lugar del asentamiento. Supongo que los túneles les parecían útiles, sobre todo en tiempo de ataques. No sabemos cuántas entradas puede haber.

Ness: Y después construyeron este castillo y también aprovecharon los túneles -concluyó-.

La noche anterior no habían hablado, ni habían hecho el amor. Se habían quedado abrazados, sin decir nada, hasta que se durmieron.

Ness: Jessica debía conocer la existencia del pasadizo y le dijo a su amante cómo utilizarlo.

Zac: Sin duda.

Ness: Me pregunto dónde la emparedarían.

Zac: Es posible que el desprendimiento no fuera accidental. O tal vez forme parte del mito. También es posible que más adelante volvieran a tirar el tabique.

Después de tantos siglos, el secreto se había perdido. Vanessa suspiró.

Ness: Me alegro de que se haya descubierto. Pero siento que haya tenido que ser Madeleine.

Más tarde, Zac y Vanessa paseaban por la colina, con la fortaleza a sus espaldas. El sol brillaba, los pájaros cantaban y el día era perfecto. Algo había cambiado. Por algún motivo, no necesitaban las palabras.
Subieron a la fortaleza y Vanessa se subió a la torre. El sol iluminaba el interior del edificio derruido.

Zac: ¿Recuerdas el día que estabas aquí, yo vine a caballo y tú bajaste?

Vanessa contuvo la respiración al oír su tono.

Ness: Lo recuerdo.

Zac: Aquel día lo supe. Incluso el día que llegaste, cuando te vi desde lejos, algo me atrajo hacia ti. Y cuando hablé contigo, sentí la necesidad forzosa de conservarte a mi lado. Pero cuando nos vimos aquí lo supe sin lugar a dudas. Pensé que tú también lo sabías.

Ness: Sí. Creía que era la otra mujer, la que esperaba, pero también era yo. Era yo y quería correr a tus brazos. Pero tenía mucho miedo.

Zac: En aquel momento deseé hacer el amor contigo. Sentí más deseo del que he sentido nunca por una mujer. Sabía que me tomarías por loco si decía algo. Nunca había necesitado controlarme tanto.

Pero Vanessa sabía que en otro tiempo, después, había necesitado controlarse para no volver a expulsarla de allí. Cuando la miraba con odio helado.
Zac acarició su rostro con ternura.

Zac: Anoche estuve a punto de perderte. Podía haberte matado cuando nos peleamos en la cueva. Entonces entendí que me resultaba imposible vivir sin ti.

Ness: ¿No tienes a veces la sensación de que somos enemigos?

Zac: No tengo explicación para esas cosas. Pero no volveremos a ser enemigos nunca más.

Ness: Siento lo que hice -insistió-. No sabía qué hacer. Estaba enamorada de ti, pero te espiaba, y...

Zac la calló con un beso.

Zac: No te preocupes. Madeleine te llamó espía y farsante, como yo, y entonces me di cuenta de lo ridículo que era decir eso de ti. Tú eres una persona distinta.

Ness: ¿Quién soy?

Zac: Eres mi mujer. Lo eres todo para mí. Y lo que dije anoche fue la verdad que habría visto antes si no me hubiera vuelto loco de indignación. Tú nunca intentaste hacer daño a nadie. Solo desempeñabas tu trabajo y de una manera muy justa.

Vanessa parpadeó, porque sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Ness: ¿Confías en mí, Zac?

Zac: Absolutamente. Por completo. Con todo lo que soy y lo que tengo. Anoche me dijiste que sabes que eres fea y yo supe que era el culpable de que pensaras eso. Eres tan guapa que se me parte el corazón cada vez que te miro. ¿Podrás perdonarme?

Ness: No hay nada que perdonar.

Lo abrazó y lo besó en la boca.


Jeremy: Últimamente somos muy pocos -comentó-. Espero que acabes con las reparaciones antes de que termine la temporada.

Zac: Yo también -respondió sonriendo-.

Jeremy: Aunque por supuesto no tengo queja de vuestra compañía -añadió-. La comida que ha preparado Vanessa es deliciosa. Y siempre es agradable comer a la luz de las velas, tanto si hay un apagón como si no. Pero lo mejor es no tener que aguantar a Madeleine. Me hartaban sus comentarios y sus quejas sobre la pobre Jessica. A veces me resultaba difícil ser educado.

Zac: Como a todos.

Jeremy: Era una mujer muy desagradable. Y me inquieta la inteligencia que demostró al trazar su plan. Todo estaba previsto a la perfección. Yo nunca habría sospechado de ellas. Nunca parecía que anduvieran por los sitios en los que ocurrían las cosas.

Zac: Desde luego, no es tan estúpida como nos hizo creer -pactó-. Y su sangre fría es impresionante. Tengo la impresión de que Priscilla es su verdadera debilidad.

Mona: ¿Recordáis el día que se quemó la alfombra? -comentó-. Habían salido a comer fuera, y al volver, montaron un número para que todo el mundo supiera que ellas no habían podido ser.

Ness: Claro que Bill ayudó a montar el número -comentó. El perro enderezó las orejas al oír su nombre-. Fue el único de todos nosotros que expresó a Madeleine sin rodeos su opinión sobre ella -rió Jeremy-. Realmente, me parece admirable.

Jeremy: ¿Cómo lo hicieron exactamente? No me había parado a pensar que estaban fuera.

Ness: En aquella ocasión fueron a la fortaleza, pasaron por el túnel y entraron en el salón. Supongo que Madeleine eligió un día lluvioso porque así habría menos posibilidades de que alguien las viera.

Mona: Y porque era más probable que la chimenea estuviera encendida -añadió-.

Ness: Recuerdo que la gabardina de Madeleine estaba muy embarrada -murmuró-. Por supuesto, cuando yo bajé al túnel, Madeleine se dio cuenta de que mis manchas eran parecidas. Por eso fue a mi habitación, para intentar enterarse de lo que había averiguado.

Mona: Le debía aterrorizar que alguien más supiera que había una mina de oro.

Ness: Cuando vio mi boceto del tapiz se debió asustar mucho. No podía saber el motivo por el que lo pinté.

Mona: Supongo que ella fue la que menos se sorprendió al enterarse de que eras detective.

Vanessa miró a Zac, que se limitó a sonreír.

Jeremy: Claro que los demás también sospechábamos algo. No tienes el típico aspecto de los pintores.

Ness: Pero soy pintora -protestó-.

Jeremy: Ya, no es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que no pareces la típica pintora. -Los demás huéspedes guardaron silencio mientras se esforzaban por encontrar algún sentido a sus palabras-. Además, me alegro de que hayan dejado en paz a Jessica -añadió-. Nunca pensé que estuviera transformándose y quisiera matarnos a todos, como decían las hermanas.

Mona: Yo tampoco -pactó-. Era una idea estúpida.

Jeremy: Pero todos esos trucos, no os hicieron sospechar. No parecía que hubiera otra explicación.

Mona: Jess no era la explicación -insistió-. He vivido con ella durante casi cincuenta años y conozco su estilo. Sus trucos son siempre inocentes.

De repente, Vanessa dejó los cubiertos en la mesa y los miró con expresión de haber descubierto algo.

Ness: Ya sé lo que pasó -anunció-. Cada vez que Madeleine y Priscilla hacían algo, ocurría otra cosa que impedía que el daño fuera serio. Cuando puso el carbón en la alfombra, Bill se volvió loco y hubo que encerrarlo. Y cuando rompieron la cañería de su habitación, se me abrió el maletín y entró trementina por debajo de su puerta.

Mona: Sí, ya lo sabemos, querida -dijo sin seguir el hilo-. Pero no veo...

Ness: ¿No os dais cuenta de que fue Jessica quien hizo estos trucos? Cuando Madeleine se ponía grosera, le tiraba hollín en la cara, o algo así. ¿Os dais cuenta? Jess sabía desde el principio quién estaba haciendo todo eso y saboteaba sus intentos de sabotaje.

Mona: Creo que tienes razón. Por supuesto, Jess querría defender su reputación. ¿Por qué no se nos ocurriría antes? Pero lo del perro y lo de la trementina no fueron sus mejores grupos. ¿Por qué a Madeleine se le enganchó el camisón entre las tablas? De no ser por esto, tal vez no la habríamos atrapado.

Jeremy rió.

Jeremy: ¡Pobre Madeleine! ¿Os la imagináis subiendo por la escalera desnuda para ponerse la bata a toda prisa y hacernos creer que la había despertado la explosión?

Ness: Como Superman en las cabinas telefónicas -rió-. Me habría encantado verlo.

Jeremy: Supongo que Jessica lo vio todo -dijo entre carcajadas-. Seguro que se moría de risa. Seguro que tienes razón. Eso parece obra suya. Nunca le cayó bien Madeleine y una jugada así sí que es propia de su sentido del humor.

Zac: Estoy seguro de que le encantó -dijo alzando su copa de vino-. Creo que esto merece un brindis. Por Jess, esté donde esté.

Lentamente, las llamas de las velas disminuyeron y se apagaron. Todos contuvieron la respiración y estallaron en una carcajada. El tintineo de las campanas de plata se unió a ellos.

Todos: Por Jessica -dijeron al unísono antes de acabar sus copas-.



FIN

6 comentarios:

Alice dijo...

¡Oooohhhhh! :(
Se acabó.
Bueno, espero que os haya gustado esta nove de romance y misterio.
Muchas gracias por los coments del cap anterior.
Me puse muy contenta al ver tantos.
A ver si aumentan XD.
Si antes de irme a dormir veo muchos coments, al menos los mismos que el cap anterior o más, pondré la sinopsis de la siguiente nove.
¡Gracias por leer chicas!
¡Bye!
¡Kisses!

LaLii AleXaNDra dijo...

Awwwwwwwwwwww
Las descubrieron... Wiiii
y tan bellos Zac defendió a Vanessa...
hahah
me encanto tu nove...
estuvo super...
algo me decían que eran las hermanas las culpables....
super Zac se volvio rico hahah
y yo tambien brindo por Jess
;)

Anónimo dijo...

caromix27:
awww! q mono final!
me encanto!
no pense q madie stuviera tan loca xD
me encanto la nove!
comenten chicas!!

Natasha dijo...

No me esperaba ese final!!!...

es increíble como el fantasma convive con ellos... eso me encantó

adore esta nove por el misterio.. siempre es por el romance de zanessa que me hace querer leer más... pero definitivamente el misterio aquí fue lo mejor de todo.. no esperaba menos de una novela adaptada por ti Alice...

me muero por saber de que tratará la otra...

byee
besitoss <3

Noelia Lopez dijo...

Muy buena novela! Lo unico que a veces con tanta historia Gales se me mezclaba todo jaja ! Pero muy buena. Ahora leere otra (:

Noelia Lopez dijo...

Además el final era inesperado, todo parecía que iba a terminar mal.. Y además no creía que eran ellas las culpables! Muy buena (:

Publicar un comentario

Perfil