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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 4


2 de abril


Con los codos apoyados en el escritorio de su despacho, Stephen se daba un masaje en las sienes, ansiando que sonara el teléfono, ansiando que su instinto hubiera acertado.

Necesitaba aquella victoria. Necesitaba algo bueno después del desastroso fin de semana que había dejado atrás. Primero, aquella insoportable periodista del sábado, seguida de un interrogatorio por parte de Zac. Luego, el domingo, encontrarse con que su jugada salía mal... Estupendo... Y todo había culminado la noche anterior con una agotadora pelea sin cuartel con Nancy.

Ella estaba preocupada por él. Zac estaba preocupado por él. El maldito mundo entero estaba preocupado por él.

Si se limitaran a desaparecer y dejarlo solo, todo iría bien. Sabía lo que estaba haciendo. Siempre lo tenía todo bajo control. Al fin y al cabo, era un Efron, ¿no?

Con amargura, separó la silla del escritorio y la hizo girar para poder mirar por la ventana. Cinco pisos más abajo, la ciudad de Leaf Brook pasaba su mañana yendo a toda prisa arriba y abajo. Había mucha actividad alrededor del Ayuntamiento. Los hombres de negocios salían zumbando hacia su trabajo, los padres llevaban a los niños a la escuela o la guardería y los clientes de los supermercados arrastraban sus carritos repletos y se los llevaban a casa. Todo parecía tan fácil.

Quizá para algunas personas lo fuera.

Sonó su móvil. Stephen prácticamente lo aferró.

Stephen: ¿Sí?

**: Malas noticias. No hay negocio.

Los dedos de Stephen se tensaron sobre el teléfono.

Stephen: ¿Qué quieres decir con que no hay negocio?

Estaban a punto de firmar.

**: Bueno, pues no lo han hecho. Él ha renegociado su contrato. Se queda.

Stephen: Mierda.

Pulsó el botón que cortaba la comunicación y se metió de un manotazo el móvil en el bolsillo de la americana. Diez mil dólares que se iban por el desagüe. ¿Cuánto podían empeorar las cosas?

Alguien llamó a la puerta del despacho.

Stephen tragó saliva y apoyó las manos, con los dedos entrecruzados, sobre el escritorio.

Control. Tenía que mantener el control sobre sí mismo.

Celeste: ¿Alcalde Efron? -Su secretaria asomó la cabeza por la puerta-. Lamento molestarle, señor, pero su cita de las nueve y media ya ha llegado. Y también el señor Henderson. ¿Le hago pasar antes?

Automáticamente, Stephen dirigió la mirada hacia su agenda. Las nueve y media. Philip Walker, uno de los constructores inmobiliarios más ricos de Leaf Brook. Había dirigido la construcción de dos tercios de los comercios textiles de la ciudad, varios de sus complejos de oficinas, su principal centro recreativo y dos de sus cines. También había invertido una importante suma en el enorme centro comercial que acababa de construirse en el centro y cuya fecha de apertura estaba prevista para al cabo de menos de dos semanas. Andrew le había mencionado algo sobre que Walker quería hablar con ellos de una sustanciosa propuesta de negocios que beneficiaría enormemente a la ciudad.

Celeste: ¿Señor? -insistió-.

Stephen levantó la cabeza y le dedicó a su secretaria una mirada de sincero aprecio.

Stephen: Sí, haz pasar primero a Cliff. Y llama a Andrew. Dile que el señor Walker está aquí. Querrá reunirse con nosotros.

Celeste: Muy bien, señor.

Stephen: Ah, y Celeste, dile al señor Walker que estaré con él dentro de cinco minutos. Mientras, ofrécele si quiere tomar un café.

Celeste: Cómo no.

Stephen: Muchas gracias. -Le sonrió cariñosamente-. Eres indispensable.

Ella le devolvió la sonrisa.

Celeste: Lo intento.

Un instante después, Cliff Henderson entró, con paso decidido, maletín en mano. Era alto y delgado, de cabellos rojizos y afables ojos castaños. La agradable apariencia y los modales y desenvoltura de Cliff se sumaban a su jovial encanto. Él aprovechaba esa simpatía genuinamente americana a su favor, inspirando en sus adversarios legales una falsa sensación de seguridad al hacerles creer que él era tan solo un simple y modesto abogado consultor que vestía trajes de corte clásico. Lo cierto era que él no era en absoluto un profesional simple y modesto, sino un abogado extraordinario, de excepcional perspicacia, agudo instinto y dotado de una mente que semejaba una mortal trampa de acero.

Dejó el maletín sobre el escritorio y le dirigió una rápida pero penetrante mirada a Stephen mientras lo abría.

Cliff: ¿Estás bien?

Stephen: Sí, muy bien. ¿Por qué?

Cliff: Pareces un poco cansado. -Esbozó una sonrisa de medio lado-. Probablemente sea el estrés de ser el padre de un lanzador, as del béisbol, un auténtico campeón. Fue un partido bastante bueno, seguido de una fiesta de celebración bastante impresionante, por lo que dijo Nancy.

Stephen se relajó y la expresión de su rostro se tornó un poco más dulce.

Stephen: Sí, el partido fue fantástico. En cuanto a la celebración, probablemente sea el motivo por el que hoy parezco estar un poco apagado. Me comí el helado gigante de tres bolas con plátano yo solito. Mi estómago de treinta años ya no es tan resistente como antes.

Cliff: Dímelo a mí. Los días de zamparse una pizza familiar con doble de todo se acabaron hace tiempo. -Sacó un informe y lo abrió mientras se dejaba caer sobre uno de los sillones frente al escritorio de Stephen-. Traigo algunos números preliminares. Tienen buena pinta, aunque la campaña acaba de empezar. Les caes bien a los votantes. Les gusta lo que propones y defiendes. Braxton también lo sabe. Ha estado haciendo campaña con bastante empeño, cosa bastante inusual cuando faltan tantos meses para las elecciones. Eso significa que está preocupado. Hace bien. Toma, echa un vistazo. -Le alargó una hoja-.

Stephen examinó la información.

Stephen: No es exactamente un fuera de combate. Sí, voy a la cabeza, pero solo por quince puntos. No es suficiente para empezar a organizar la fiesta de la victoria. Y, no lo olvidemos, Braxton es el actual titular. Tenemos mucho trabajo por hacer. -«Y necesitamos un montón de dólares que nos respalden», añadió mentalmente. «Dólares que no tengo porque se me han escurrido entre los dedos, al igual que mi suerte».-

Cliff: He hablado con tu padre esta mañana -continuó-. Le gusta la forma que van tomando las cosas. Es optimista en cuanto al resultado.

Stephen: Me alegra oír eso.

Hacía esfuerzos por evitar que su voz denotara sarcasmo. Optimista. Ésa era la manera que tenía su padre para decir que algo no estaba mal, pero que tampoco era un éxito. Lo habitual, cuando se trataba de su opinión sobre Stephen. Pero degeneraría en enfado o fastidio si el omnipotente Harrison Efron se enteraba de lo que su hijo había hecho con el dinero que él le había facilitado para apoyar su campaña.

La sola idea le revolvió el estómago a Stephen. Tenía que recuperar aquel dinero... y rápido.

Cliff: ¿Quieres preparar la reunión con Walker?

Stephen: ¿Sabes de qué va el asunto?

Cliff: No sé los detalles. Tan solo que tiene que ver con una nueva propuesta, algo que todavía no está sobre la mesa.

Stephen: Sí, Andrew ya me lo comentó. Pero es todo lo que me dijo. Así que no podemos preparar gran cosa. -Se recostó en su sillón-. No estoy demasiado preocupado. Todas y cada una de las iniciativas de Walker han sido beneficiosas para la ciudad. Supongo pues, que ésta también lo será.

Cliff asintió con la cabeza.

Cliff: Estoy ansioso por oír lo que tiene que decirnos. Y no solo porque él ha sido útil a la ciudad, sino porque también te ha sido útil a ti. -Guardó de nuevo el informe de la campaña para el Senado en el maletín y sacó un cuaderno de notas y un bolígrafo-. Ese tipo es un aliado sólido, Stephen: influyente, con contactos, una buena fuente de nuevos ingresos para Leaf Brook y una igualmente buena fuente de potenciales contribuciones para la campaña.

Stephen: Entendido. ¿Algo más, antes de iniciar la reunión?

Cliff volvió a dirigirle una penetrante mirada.

Cliff: No. Excepto que te recomiendo que te vayas pronto a casa y que duermas un poco. Y que dejes los helados gigantes de tres bolas con plátano.

Stephen: Lo intentaré. -Pulsó el botón del intercomunicador-. Celeste, ya puedes hacer pasar al señor Walker y al señor Matthews.

Celeste: Ahora mismo.

Al cabo de un minuto, Celeste dio unos leves golpecitos en la puerta, la abrió e hizo entrar a los dos hombres.

Stephen se puso en pie para saludar a Philip Walker, un hombre bastante mayor que él, encajando su firme mano y estrechándosela con igual firmeza.

Stephen: Me alegro de verte, Philip. Andrew, gracias por acompañarnos en la reunión.

Estrechó ahora la mano al regidor, en un gesto que se debía más al protocolo que a cualquier otra cuestión. Hacía mucho tiempo que Stephen y Andrew Matthews habían dejado atrás las formalidades. Llevaban cinco años trabajando juntos en el Avuntamiento. Además de colaborar en el presupuesto y programa político de la ciudad, comían juntos de vez en cuando, compartían una amistosa rivalidad entre los Mets y los Yankees y mantenían pequeñas charlas de carácter personal en el aparcamiento. Andrew era brillante y ambicioso y Stephen se sentía seguro sabiendo que el bienestar fiscal de Leaf Brook estaba en sus manos.

Completó las cortesías sociales.

Stephen: Ambos conocéis a Cliff Henderson, ¿verdad? -Y señaló a éste-.

Andrew: Desde luego. -Otra ronda de apretones-.

Stephen: Sentaos, por favor. -Indicó los sillones ubicados enfrente de él. Esperó a que todos se hubieran acomodado, antes de empezar con un recordatorio que sin duda proporcionaría un tono animado a... la reunión-: El centro comercial está listo para abrir sus puertas el catorce de abril. La inauguración que estamos organizando hará que se hable de la ciudad entera.

Philip Walker asintió, encantado; o al menos más encantado de lo que jamás se mostraba. Con sus hundidos ojos oscuros y su semblante reservado, daba la impresión de estar constantemente concentrado, casi sombrío, como si observara lo que se debatía y evaluara las posibles vías de salida.

Philip: Bien -replicó-. Eso es lo que pretendemos. -Se pasó una impaciente mano por el denso y canoso pelo-. De hecho, estoy aquí para presentar otra idea, que creo será igualmente rentable y provechosa. Así que, si os parece bien, voy a entrar en materia.

En absoluto sorprendente. Walker era famoso por su costumbre de evitar preámbulos. Y, en este caso, a Stephen le parecía excelente. Dado todo lo que se le acumulaba en la cabeza, lo último que tenía ganas de hacer era marear la perdiz. Lo que realmente necesitaba era un poco de café muy cargado y un plan.

Stephen: Adelante.

Philip: He estado pensando que Leaf Brook ha crecido mucho desde que tú ocupaste tu puesto. Actualmente, tiene edificios de oficinas, tiendas, tráfico congestionado... sobre todo en las zonas con alta densidad de población. Se han habilitado zonas de parking municipales por todas partes para cubrir las necesidades de aparcamiento de los ciudadanos.

Stephen: Cierto. -Frunció el ceño, preguntándose dónde quería Walker ir a parar con todo aquello-.

Philip se inclinó hacia delante, con el ceño fruncido, concentrado.

Philip: Construcciones Walker tiene una compañía de servicios inmobiliarios afiliada. Ofrecemos cosas como diseño de jardines, eliminación de nieve y servicios de seguridad para los propietarios o realquilados de las instalaciones que construimos. Nos gustaría expandirnos hasta un terreno más público... a saber: las zonas de aparcamiento municipales de la ciudad. Las renovaríamos, eliminando los parquímetros y construyendo garitas con encargados en todas las salidas. Reorganizaríamos la distribución de las plazas para que el sistema fuera más accesible y ventajoso. Y estableceríamos servicios de vigilancia las veinticuatro horas para garantizar la seguridad. -Entrelazó los dedos-. Así es como yo lo veo. Según mis cálculos, Leaf Brook ingresa, actualmente, un poco menos de un millón bruto al año procedente de los aparcamientos y luego paga decenas de miles para mantenerlos. Si en lugar de eso, se arrendaran esas instalaciones a mi compañía, pagaríamos a Leaf Brook el mismo millón, más un cinco por ciento de los ingresos brutos que generáramos con ellas. La ciudad dispondría de mejores y más seguros aparcamientos, se libraría del dolor de cabeza de mantenerlos y sacaría buenos beneficios, además.

Stephen: Y tú también -comentó mientras su mente procesaba a la velocidad del rayo todo lo que Walker había dicho-.

Philip: Cierto. -Su mirada no se desvió ni un ápice-. De todos modos, por eso estoy en el mundo de los negocios.

Stephen cogió su bolígrafo y lo hizo rodar entre sus dedos, pensativo.

Stephen: Es una idea interesante. Desde luego, merece la pena tenerla en cuenta.

Philip: Tenerla en cuenta. ¿Significa eso que la apoyas?

Stephen: De modo extraoficial, mi primera reacción sería decir que sí. Por supuesto, tendría que revisar los números con Andrew y luego pasar la propuesta al pleno del Ayuntamiento. Como sabes, se necesita su autorización.

Philip: Y estoy seguro que, como presidente del consejo, conseguirás esa autorización sin problema alguno. Después de todo, lo que propongo es una apuesta con premio seguro... como confirmarán sin duda los cálculos del señor Matthews. -Se levantó y alisó la americana de su caro traje-. Bueno. La próxima reunión del Ayuntamiento es el jueves. Expón la idea entonces. Cuando tengas la respuesta, llámame.

Stephen: Lo haré.

Philip: Ah. -Se detuvo, como si de repente se le hubiera ocurrido algo-. Hablando de apuestas seguras, felicidades por tu candidatura para el Senado. Nueva York tendrá suerte al tenerte.

Stephen: Gracias.

También se puso en pie, aunque su intuición le decía que iba a pasar algo más.

Y su intuición no falló.

Philip metió la mano en el bolsillo de su abrigo y sacó un talonario y una pluma.

Philip: Si me permites, me gustaría hacer una contribución a tu campaña. Estoy convencido de que le encontrarás un buen fin, aunque no dudo que probablemente debes de estar nadando en dinero procedente de contribuciones. Pero me gustaría ser parte de tu victoriosa campaña. -Sin esperar una réplica, garabateó un cheque, lo arrancó y se lo entregó a Stephen-. Aquí tienes. Con mis mejores deseos.

La cantidad de ceros golpeó a Stephen justo entre los ojos, Cinco. Philip Walker le acababa de donar un cheque de cien mil dólares.

Levantó la mirada, procurando no inmutarse en absoluto, mientras aceptaba el cheque y lo doblaba por la mitad.

Stephen: Es muy generoso por tu parte, Philip. Te agradezco tu apoyo.

Philip: Es un placer. -La sombra de una sonrisa curvó su severa boca-. Ahora, te dejo que vuelvas a tu trabajo. -Encajó la mano de Stephen en otro firme apretón-. Gracias por buscar un momento para recibirme. Caballeros -añadió, despidiéndose de Cliff y Andrew-, me alegro de haberos visto.

Cruzó la habitación y salió por la puerta.

Andrew despegó su larguirucha figura del sillón y se puso en pie para contemplar cómo aquel hombre se marchaba. Cuando la puerta estuvo firmemente cerrada, se volvió y le dirigió a Stephen una discreta y cauta mirada.

Andrew: Pensaba que iba a tratarse de llevar adelante otro complejo de oficinas. No me esperaba esto. Lo siento, si te ha pillado por sorpresa.

Stephen: No te preocupes. -Luchaba por mantener su atención centrada en aquella conversación. Por no empezar a dar brincos de alegría. Diez mil dólares. Era justo la chispa que necesitaba-. Yo tampoco me esperaba esto. Pero la idea tiene mérito. Nuestros aparcamientos municipales están en decadencia. Y mantenerlos se ha convertido en un gran quebradero de cabeza para la ciudad. Por no mencionar la cantidad de dólares tributarios que estamos gastando. Esto podría ser un buen negocio para Leaf Brook también.

Andrew: No puedo discutir eso. -Sus sagaces ojos valoraron la reacción del alcalde y la interpretaron como positiva-. Calcularé y revisaré algunas cifras. Si obtengo el resultado que espero, expondremos el asunto en la reunión del Ayuntamiento. No creo en absoluto que se opongan.

Stephen: Yo tampoco.

Cliff no dijo nada. Se limitó a garabatear algunas notas antes de dejar a un lado la libreta, entrelazar los dedos y apoyar la barbilla en ellos.

Andrew se aclaró la garganta.

Andrew: Vuelvo a mi despacho para ponerme al trabajo. Consultaré tu agenda con Celeste y veré cuándo estás libre para estudiar los resultados.

Stephen: Suena perfecto -asintió-. Nos vemos a primera hora de la tarde.

Andrew: De acuerdo.

La habitación quedó en silencio hasta que Andrew se hubo marchado.

Cliff: Excelente, el don de la oportunidad de Walker -comentó una vez que él y Stephen quedaron a solas-. ¿Cuánto te ha dado? -Sin mediar palabra, Stephen le alargó el cheque. Cliff soltó un grave silbido de admiración-. Una contribución bastante importante.

Stephen: No te lo voy a discutir. -Su conciencia le hizo preguntar lo que era obvio-: Bueno, dime, ¿acabo de ser sobornado?

Cliff hizo una mueca de ironía.

Cliff: Creo que Philip Walker lo llamaría un incentivo. Si eso significa o no lo mismo es una cuestión de interpretación. No te ha amenazado con retirar los fondos si tú, en el último momento, rechazas su propuesta de negocio. Y, dado que, técnicamente, puedes hacer el cheque efectivo ahora mismo, mucho antes de que el pleno tome una decisión, no creo que se considere un soborno. Eso no quiere decir que ese hombre te aprecie muchísimo más si consigues sacar el asunto adelante por él.

Ésa era la respuesta exacta que Stephen deseaba oír. Su conciencia estaba limpia.

Stephen: Desde luego -admitió, entreviendo un rayo de esperanza que hacía tan solo media hora había brillado por su ausencia-. Pero lo cierto es que su idea es buena. Buena para Walker, sí, pero también para Leaf Brook. Con o sin incentivos.

Cliff: En ese caso, ya tienes tu respuesta.

Stephen: Supongo que sí. Ahora solo queda recibir la corroboración de Andrew y la autorización del pleno.

Cliff: Y otra cosa. Decidir cómo emplear tu última contribución recibida.

Oh, Stephen sabía perfectamente cómo emplearla, por supuesto. Haría unas cuantas apuestas estratégicas que incrementarían la cifra y lo ayudarían a recuperar sus pérdidas.

Corrección: las pérdidas de su padre.

Él quedaría libre de culpa. Todo volvería a su cauce e iría bien.

Stephen: De acuerdo -murmuró mientras su mente pasaba rápidamente de una posibilidad a otra-. Espero que la contribución de Walker dé para mucho.


1 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Ha estado muy interesante..
hasta ahora me pude adelantar en tu nove y esta interesante..
siguela pronto..
ya quiero ver que pasa..
;)

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