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lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 18


Su grito había sido involuntario, una respuesta puramente animal. Pero no malgastó tiempo ni aire en volver a gritar, dedicó todas sus energías a la lucha. Si pudiera liberar la muñeca lo golpearía con la linterna. Echó una pierna hacia atrás y rozó su tobillo con el pie.

Intentó soltarse, pero su oponente no soltaba. Apretó su muñeca con más fuerza y ella se vio obligada a soltar la linterna, que se estrelló contra las rocas. Se vio envuelta en la oscuridad y supo que iba a morir.

El miedo proporcionó a sus músculos una fuerza que no reconocía. Empezó a descargar puñetazos sobre su atacante, dándole patadas a ciegas, resistiéndose a ser inmovilizada. Oyó un gruñido de dolor y utilizó la ventaja para descargar sobre él un puñetazo, que desgraciadamente lo golpeó en el pecho o en el brazo. Siguió golpeando, buscando su cara, descargando en la violencia todo su miedo.

Lucharon en silencio, interrumpido solo por los gemidos de dolor y el sonido de sus respiraciones entrecortadas. El hombre era más fuerte que ella, pero no podía soltarla, ya que en la oscuridad podría escapar fácilmente y ella sabía que él no deseaba que aquello ocurriera.

Estaba protegida por su grueso traje impermeable, pero los golpes resultaban igualmente dolorosos. Al final, el hombre logró inmovilizarla.

Fue como si el tiempo se escabullera en la oscuridad y traspasara alguna frontera. Entonces lo reconoció como un antiguo y terrible enemigo y supo que aquella batalla había estado predestinada a tener lugar durante vidas enteras.

Estaba aterrorizada. Él era más fuerte que ella. Cayeron al suelo. Vanessa siguió debatiéndose en vano, mientras el hombre intentaba buscar algo con su mano libre, probablemente una piedra para estrellársela en la cabeza. Vanessa supo que aquéllos eran sus últimos segundos de vida.

Los instantes eran eternos. Con la intuición de la cercanía de la muerte, Vanessa pensó de repente en lo poco que había amado. Toda su vida había estado escondida tras un muro de miedo, protegiéndose del amor.

Pero al menos había amado a Zac, por completo, con todo su corazón. Daría cualquier cosa con tal de tener más tiempo para amar. Para amar a Zac como sabía que podía hacerlo, durante toda la vida, durante toda la eternidad.

Ness: ¡Zac! -gritó desesperadamente-.

Le daba igual que aquello no tuviera ningún sentido. Lo único que sabía en aquel momento era que lo amaba y que no podía soportar la idea de separarse de él tan pronto.

De repente, su atacante se quedó inmóvil y exclamó una maldición.

Zac: ¿Vanessa? -dijo como si se estuviera muriendo-. ¿Vanessa? Dios mío, ¿qué demonios pasa aquí?

Ness: ¿Zac? -susurró-. ¿Eres tú, Zac? -empezó a sollozar-. Dios mío, creí que ibas a matarme.

Zac: La verdad es que solo pretendía atarte. Había visto una cuerda por aquí.

Salieron de la cueva utilizando la pequeña linterna que Vanessa llevaba en el bolsillo. Después se tumbaron en la hierba, a la luz de la luna. No dijeron una sola palabra durante mucho tiempo.

Ness: ¿De dónde has salido? -preguntó al cabo de un largo rato-.

Zac: Te vi por la ventana cuando llegabas a la fortaleza. Pensé que eras... No sé, la persona que ha estado haciendo todo esto. Pero sabía que no conseguiría entrar en el hotel, así que me quedé a esperar. ¡Dios mío! Estás sangrando -le acarició el rostro con una mano temblorosa-. ¿Qué hacías ahí abajo, Vanessa? ¿Se puede saber por qué...?

Ness: No lo sé. Tenía la impresión de que podría encontrar algo.

Zac rió desesperanzado.

Zac: ¿Y lo has encontrado?

Ness: No. Me di cuenta de que no tenía ningún sentido lo que estaba haciendo. Solo quería salir de allí, pero la puerta estaba tapiada.

Zac: No te reconocí -susurró-. Al principio solo quería darte un susto, pero de repente tuve la impresión de que eras...

Ness: Tu enemiga. Lo sé. Yo tuve la misma sensación.

Zac: No sé qué más habría podido hacerte si no me hubiera dado cuenta de que eras tú.

Al fin se levantaron para marcharse. A pesar de sus gruesos ropajes, Vanessa estaba tiritando.

Zac: Necesitamos tomar un trago -comentó-.

Siguieron caminando en silencio.

De repente, cuando se acercaban al hotel, Zac la sujetó por el brazo y le dijo al oído que se detuviera. Vanessa se paró en seco.

Zac: Hay alguien en el salón -susurró-. Agáchate.

Se arrodillaron y se ocultaron a la sombra de unos árboles. En efecto, por las ventanas del salón se veía claramente una leve luz que se movía.

Ness: ¿Qué crees que están haciendo?

Zac: Vamos a averiguarlo.

Avanzaron con precaución entre las sombras, y al final, llegaron al muro del ala quemada. Zac avanzó rápidamente junto a la pared y Vanessa lo siguió en silencio hasta el lugar donde se juntaban las dos alas y por fin llegaron a las ventanas.

Ya no estaban ocultos por la sombra, Zac se acercó a la vidriera y volvió a apartarse.

Ness: ¿Qué hacen?

Zac: No lo sé. Moverse.

Una nube decidió ocultar la luna y los dos aprovecharon para mirar. Una persona que llevaba un vestido o una bata de color blanco se desplazaba por la habitación, con una minúscula linterna en la mano. El haz de luz era demasiado pequeño para iluminar ninguna característica que permitiera identificar a la persona. Pero Vanessa estaba segura de que se trataba de una mujer. Volvieron a agacharse cuando la nube se retiró.

Ness: Está moviendo los muebles. Eso es lo que parece.

Zac frunció el ceño. Lanzó otra mirada furtiva y se agachó de nuevo.

Zac: Sí. Creo que ahora está moviendo la alfombra.

Ness: ¿Es posible que haya una trampilla en el suelo?

Zac: No lo sé. Que yo sepa, debajo está el sótano. Pero con una construcción como ésta es difícil estar seguro de las direcciones y las dimensiones.

Otra nube ocultó la luna y volvieron a enderezarse.

Ness: Ha desaparecido -murmuró-.

Zac: En la esquina. Junto a la chimenea.

Zac tenía razón. Vanessa la vio levantar un brazo y pareció que tiraba algo. De repente, hubo una luz brillante y una explosión, y la mujer desapareció de su vista.

Igual que Zac. Estaba dentro del edificio, corriendo hacia el salón. Vanessa lo siguió a toda prisa.

Cuando lo alcanzó, vio que Zac estaba golpeando la puerta con el hombro. Se oían pasos procedentes del piso superior. Al final, la puerta cedió bajo el peso de Zac, que se apresuró a encender la luz.

Vanessa observó dos cosas. La habitación tenía el mismo aspecto que si una bomba hubiera estallado en ella y allí estaban solo ellos dos.

Ness: ¿Adónde puede haber ido? ¿Crees que le habrá dado tiempo a salir por esta puerta y cerrarla?

Zac se llevó un dedo a los labios.

Zac: Viene gente.

Poco tiempo después todos los clientes bajaban por la escalera. Jeremy encabezaba la marcha, seguido de cerca por Priscilla y Mona. Norah llegó corriendo por el pasillo, atándose el cinturón., seguida por Evan. Arriba podían oír a Madeleine que preguntaba a gritos qué había pasado. Después, Madeleine y Brian Arthur llegaron al recibidor, completando el número.

Todos ellos entraron en el salón, entre exclamaciones de horror.

Norah: Dios mío, ¿qué ha pasado aquí? -preguntó atónita-.

Priscilla: Ha sido una explosión psíquica -dijo con voz tenebrosa-. Puedo sentir la energía. Por fin se ha transformado.

Con un pijama oscuro debajo de una bata roja y completamente despeinada, su aspecto se parecía más que nunca al de Madame Arcati. Se volvió hacia Zac, acusadora.

Priscilla: Te lo advertí.

Jeremy: Pero ¿qué ha hecho? ¿Tirar una bomba?

En efecto, aquello era lo que parecía, pero no había marcas de fuego. Todos los muebles parecían haber sido arrojados desde algún lugar cercano a la chimenea. Los sillones estaban volcados, las alfombras estaban contra la pared y los espejos y los cuadros habían caído, pero no había ningún punto negro en el lugar en que había tenido lugar la explosión. Había pocas cosas rotas.

Si no hubiera visto aquello por la ventana, Vanessa habría sentido la tentación de pensar que una presencia muy poderosa se había manifestado allí, como decía la vidente.

Jeremy: ¡Dios mío! -dijo mirando a Zac-. ¿Estabas aquí? Estás herido.

Todos los ojos se volvieron hacia él. Sus brazos desnudos estaban llenos de golpes y arañazos y resultaba evidente que se iba a llenar de cardenales.

Zac: No.

Maddie: ¡Y Vanessa también! ¡Te sangra la cara! -exclamó-.

Zac: No estábamos aquí -insistió-.

Todos estaban impresionados. Se pusieron a intercambiar comentarios entre ellos. Vanessa los observó. Norah llevaba una bata amarilla, pero era más gruesa que la mujer que habían visto.

Jeremy se encendió un cigarrillo y se guardó la pitillera de plata en el bolsillo de la bata de terciopelo. Vanessa observó que llevaba un pijama de rayas.

De forma sorprendente, Madeleine parecía estar desnuda bajo su bata. Brian Arthur seguía vestido, con un pantalón y una camisa. Mona llevaba un albornoz corto sobre un camisón de color claro que le llegaba por las rodillas.

Vanessa se sintió de nuevo tentada a pensar que habían visto un fantasma. La mujer iba vestida de blanco, y había desaparecido sin dejar huella. Pero no creía que los fantasmas utilizaran linternas de bolsillo.

Jeremy: Ha sido una buena explosión -protestó examinando las alfombras-. Debería haber dejado una marca, ¿verdad? Pero no hay nada.

Priscilla: No entiendes las explosiones psíquicas.

Ness: Desde luego que no -intervino-. Dinos qué crees que ha pasado aquí.

Se sorprendió de no haber observado antes que Priscilla se ponía muy nerviosa cuando le pedían detalles.

Priscilla: La verdad es que me cuesta pensar con claridad. La presencia sigue siendo tan fuerte... Las explosiones psíquicas tienen lugar en el nivel del cielo. Hay luz, sonido y fuerza, pero no dejan manchas.

Ness: ¿Y tú crees que ha sido Jessica?

Priscilla: Sin duda, ha sido una entidad que reside en esta casa. Tal vez se haya desencadenado una energía maligna al abrir ese pasadizo del sótano. Ya advertí que era peligroso.

Zac: Tonterías. La «entidad» que ha hecho esto tiene tanto de fantasma como todos nosotros. Ahora, ¿os importaría iros a la cama? Voy a cerrar esta habitación. Me gustaría que la policía le echara un vistazo.

Madeleine, que había estado mirando a su alrededor, tenía el semblante pálido por el terror.

Maddie: Espero que tengas razón.

Vanessa se sorprendió al reconocer el verdadero miedo en su voz. Parecía estar a punto de desmayarse.

Mona: Bueno -dijo con determinación-, me voy a la cama, como ha propuesto Zac. Creo que todos deberíamos irnos. Es muy tarde y estas cosas no sientan muy bien a mi edad.

Su tono dominante era imposible de desobedecer. Todos empezaron a retirarse a regañadientes.

Zac: Sí -confirmó-. ¿Os importaría iros a la cama? Ya hablaremos mañana de este asunto.

Obedecieron con duda, lanzando miradas furtivas a la habitación. Al cabo de unos minutos, solo Zac, Brian Arthur y Vanessa estaban en el lugar de los hechos.

Zac: ¿Qué has visto? -preguntó a Brian en voz baja-.

El detective miró a Vanessa y después a Zac, que asintió.

Brian: Esta joven ha sido la única que ha salido de su habitación después de retirarse. Los demás se han quedado en sus habitaciones.

Vanessa se quedó mirándolos atónita.

Ness: ¿Tú? -dijo a Zac con incredulidad-. ¿Fuiste tú quien lo contrató?

Zac: ¿No se te había ocurrido? -preguntó mirando la chimenea. De repente indicó a los otros dos que se callaran-. Muy bien -dijo en voz alta-. Buenas noches. Mañana nos encargaremos de este asunto.

Se agachó y pareció sujetar algo. Vanessa se aproximó lentamente. Entre dos de los antiguos paneles de madera que cubrían el muro de piedra había un trozo triangular de tela blanca, que era lo que Zac tenía en la mano. Vanessa tardó un momento en entender lo que era aquello: había algo detrás de aquellos paneles.

Obedeciendo su señal, Brian Arthur caminó hasta la puerta y se despidió de ellos. Vanessa hizo lo mismo y apagaron la luz. Después, volvieron a entrar en el salón antes de cerrar la puerta.

La luz de la luna iluminaba la habitación a través de las cristaleras, otorgando un aspecto aún más sobrecogedor al desorden. Guardaron silencio absoluto durante varios minutos, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. De repente, se oyó un leve susurro y el trozo de tela que Zac sujetaba empezó a disminuir.

Al parecer, la mujer de blanco se había ocultado tras los paneles. Debía haberse quedado allí todo el tiempo, esperando para desengancharse la ropa y marcharse.

A pesar de la terrenal explicación, sintió un estremecimiento cuando el panel se corrió y una mano salió por la abertura para tirar de la tela. El momento pareció eterno, pero Zac no debió tardar más de una décima de segundo en agarrarla por la muñeca.

Se oyó un grito, pero Zac tiró de su prisionera hacia el salón, mientras Vanessa encendía la luz.

Zac: Vaya, Madeleine, cuánto me alegro de verte -dijo con tono bromista-.

6 comentarios:

Alice dijo...

¡Solo queda un capi chicas!
Ya se ha resuelto casi todo
Espero que os haya gustado la nove
Después pondré otra.
También muy chula.
Espero ver muchos coments pronto para que ponga el último y la sinopsis de la siguiente nove.
Bueno, ¡comentadme mucho mucho!
¡Bye!
¡Kisses!

Natasha dijo...

SIEMPRE SOSPECHE DE MADELEINE!!!
y no porque ahorita venga a parecer como sospechosa si no porque en los primeros capis era la mas odiosa del grupo

siempre he pensado que a lo mejor anda enamorada de zac... o .. le tiene rabia =)

bueno, no me dejes intrigada =)
(aunque soy la menos indicada para decirlo xD )
jajaja
byee!
besitoss

LaLii AleXaNDra dijo...

Waooooo
ya descubrieron quien es..
O_o ahora el saber porque lo hizo exactamente...
y Zac no es tan tonto, tambien contrato un detective hahah
pobre vanessa el suste que se pego al principio..
siguela
no quiero que se acabe, pero esperare el final..
;)

Natalia dijo...

Que fuerte, que es Madeleine!!!!!
siguela pronto, pero ya solo le queda un capitulo? :(

Lau B. dijo...

sabia que era esa vieja! me he convertido en todo una detective con esta grandiosa novela!!
jajaja solo bromeo!
me ENcanta!!
loved this chapter!!
continuala
Bye
Xx LB

Anónimo dijo...

caromix27:
hija de su PM!!
esa loca fue!
ojala y explique q paso!!
ay q emocion!
y ojala q se arreglen las cosas entre zanessa :D!
tkm mi ali!

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