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jueves, 11 de enero de 2024

Capítulo 24


Con el apoyo de Maddie aún resonando en su cabeza, Vanessa agarró el teléfono de su despacho y llamó a sus padres. Como siempre, su madre pareció sorprenderse al oírla.

**: ¿Eres tú, Vanessa? ¿Ocurre algo?

Ness: No, mamá, todo va bien. ¿Cómo está papá?

**: Mejorando día a día. Esos medicamentos son fabulosos. Parece un hombre nuevo -hizo una pausa-. No, lo retiro. Es el mismo hombre con el que me casé.

Ness: Me alegro mucho, mamá. ¿Y tú? ¿Has vuelto a tu rutina de siempre?

**: La semana pasada fui a la reunión de los miércoles en la iglesia.

Ness: ¿Y cómo fue? 

Su madre había comentado que quería involucrarse más en el grupo de las mujeres de su iglesia, algo que había abandonado cuando su marido sufrió el accidente.

**: Fue fantástico ponerme al día con todas. Sólo hacía dos meses que no iba a las reuniones, pero la mitad de mis amigas ya tienen nietos. Y estoy haciendo una tarta de chocolate para después de la misa del domingo. Todas echan de menos mis pasteles.

Ness: Eso es estupendo, mamá.

**: La verdad es que hacía tiempo que no me sentía tan bien. Y ahora háblame de ti. ¿Cómo está tu hombre?

Ness: Zac está muy bien.

**: ¿Y el trabajo?

Ness: También. El otro día celebramos una fiesta en el centro de belleza, y ahora estoy preparando otra en mi casa para Nochebuena. Por eso te llamaba… Me gustaría que tú y papá vinierais a pasar la Navidad a Serenity. Podríais quedaros unos días en mi nueva casa y conocer a mis amigas.

El silencio que recibió a la invitación no fue ninguna sorpresa, pero sí muy doloroso.

**: Ya sabes que no celebramos la Navidad desde que murió tu hermano -dijo su madre finalmente-.

Ness: Eso fue hace años, mamá -insistió, decidida a no dejarse convencer por el argumento de siempre-. Yo también lo echo de menos, mamá. Pero a Ben no le gustaría que no celebrásemos la Navidad en familia. No tendrás que mover un dedo para los preparativos. Todo está bajo control, y unos amigos nos han invitado a cenar. Me gustaría que tú y papá conocierais a la gente que es importante para mí. Y Zac también estará. Por favor… Volvamos a tener una Navidad familiar.

La vacilación de su madre pareció alargarse una eternidad.

**: Bueno, supongo que podría sugerírselo a tu padre. Pero no te hagas muchas ilusiones.

Ness: Habla con papá esta noche y volveré a llamarte mañana, ¿de acuerdo? -le pidió-.

**: ¿Tan importante es para ti? -le preguntó su madre-.

Ness: Lo es -tal vez si recuperaban el espíritu navideño, ella podría volver a ocupar el lugar que le correspondía en su familia y todos podrían seguir adelante-. Soy muy feliz aquí, mamá. Serenity es un pueblo maravilloso, tengo las mejores amigas que podría tener, un trabajo fantástico, una casa preciosa… Quiero compartir todo eso con vosotros. Quiero que volváis a ser parte de mi vida.

**: En ese caso, haré lo posible por convencer a tu padre -le prometió su madre-.

Vanessa respiró aliviada.

Ness: Gracias, mamá. Te quiero.
 
**: Nosotros también te queremos -respondió su madre-. Puede que no lo parezca, pero siempre te hemos querido.

Aquellas palabras eran el mejor regalo de Navidad que Vanessa podría haber recibido. Aunque sus padres rechazaran la invitación aquel año, las palabras de su madre bastaban para seguir intentando recuperar a esa familia que durante tanto tiempo creía haber perdido.


Zac empezaba a apreciar el concepto de la Navidad. Debía de habérselo contagiado Vanessa, o quizá todo el pueblo. Fuera como fuera, se sorprendió a sí mismo paseando por la plaza antes de ir a casa para contemplar el árbol y escuchar los villancicos que sonaban por los altavoces.

Además había recibido un regalo inesperado. Dwight Mitchell, el dueño del bufete para el que su padre había querido que trabajara, se había presentado en su oficina y le había hecho una interesante oferta. La firma del señor Mitchell estaba buscando a un director financiero en Charleston y habían pensado en Zac para el puesto. Era la oportunidad que Zac había estado esperando en su carrera, y aunque la posible reacción de Vanessa lo hizo dudar, se comprometió a acudir a una entrevista en Charleston dos días antes de Navidad. La fecha coincidía con la llegada de los padres de Vanessa, pero confiaba en volver a tiempo para cenar con ellos.

En cuanto se despidió de Dwight Mitchell pensó en llamar a Vanessa y contárselo todo, pero algo lo retuvo. Sabía que a Vanessa no la entusiasmaría la idea, pero si todo salía bien podrían tomar juntos la decisión final. No había necesidad de preocuparla antes de tiempo.

Era una excusa patética y él lo sabía. La verdad era que necesitaba tiempo. Tiempo para buscar un argumento lo bastante sólido que la convenciera de que aquella oportunidad era lo mejor para ambos.

Suspiró. Se estaba engañando a sí mismo. Vanessa iba a ponerse furiosa, y también se sentiría dolida porque él no se lo hubiera contado inmediatamente.
 
Pero no estaba posponiendo la conversación indefinidamente, replicó su lado más cobarde. Sólo serían un par de días. Para entonces tendría todos los datos en la mano, y tal vez su poder de persuasión trabajara a pleno rendimiento para ayudarlo a conquistarla.


Vanessa era un manojo de nervios mientras esperaba la llegada de sus padres. Era un milagro que hubiesen accedido a visitarla en Navidad, pero una amarga decepción que no pudiera compartirlo con Zac. Aunque sólo sería un ligero inconveniente, ya que estaría allí para cenar.

Miró alrededor para asegurarse una vez más de que la casa estuviera impecable. Entró en la cocina a preparar el café para su padre y el té para ella y su madre y llenó un plato de galletas que había hecho siguiendo la receta favorita de su madre.

De vuelta en el salón, miró por la ventana a tiempo para ver a sus padres aparcando en el camino de entrada. Abrió la puerta y salió corriendo a saludarlos.

Ness: Mamá, papá, cuánto me alegro de que hayáis venido -dijo, abrazándolos a ambos-. Vamos a meter vuestras cosas para que podáis descansar un poco.

*: Sólo han sido dos horas de camino -observó su padre-. Aunque podríamos haberlo hecho en una hora y media si tu madre hubiera aceptado ir por la interestatal.

Ness: Me sorprende que la hayas dejado conducir.

*: La pierna me sigue doliendo un poco -admitió él-. Y empieza a gustarme esto de tener chófer.

**: Pues no te acostumbres demasiado -le advirtió ella en tono jocoso-. El servicio acaba en cuanto estés recuperado por completo.

*: Parece una buena razón para tomármelo con calma -respondió él, riendo-.

Vanessa los escuchó fascinada. Era la clase de bromas que se habían oído en su casa años atrás.
 
Entraron en la casa y sus padres se deshicieron en halagos por todo, incluida la habitación azul marino.

*: Es la clase de habitación ideal para que un hombre se sienta cómodo -dijo su padre-. Sin esas tonterías que tanto le gustan a tu madre.

Ness: Zac eligió el color. Yo tenía mis dudas, pero ha quedado bastante bien.

Su padre la miró con curiosidad.

*: ¿Hasta qué punto vais en serio vosotros dos? Si le has dejado elegir los colores de tu casa debe de ser muy importante para ti… ¿Tengo que preguntarle cuáles son sus intenciones?

Ness: ¡No, por Dios! Las cosas van muy bien entre nosotros. Estará aquí para cenar, y me alegra que podáis pasar un tiempo con él.

Les enseñó la cocina y su padre percibió inmediatamente el olor de las galletas de azúcar.

*: Huelen como las galletas de tu madre -comentó.

Ness: Las he hecho según su receta.

**: Entonces me temo que tendré que deshacer el equipaje yo sola -se quejó su madre-. Tu padre nunca se puede resistir a mis galletas de azúcar, y menos si están recién salidas del horno.

Salió de la cocina y Vanessa le sirvió el café a su padre.

Ness: Papá, no sabes cuánto me alegro de que hayáis venido.

*: Tendríamos que haber venido mucho antes -dijo él con pesar-. Hemos dejado que pase mucho tiempo sin interesarnos por tu vida.

Ella le dio un beso en la mejilla.

Ness: Ahora estáis aquí. Eso es todo lo que importa. 

Su padre le dio un mordisco a una galleta y sonrió.

*: Puede que hayas heredado mi cerebro, pero has salido a tu madre en la cocina.

Vanessa se echó a reír.

Ness: Que no te oiga decir eso. Es tan lista como tú.

*: Desde luego -afirmó su padre, poniéndose serio-. Y todos los días doy gracias por tenerla a mi lado. No ha debido de ser fácil para ella. Ni para ti tampoco. 

Ness: Las dos te queremos -le dijo simplemente-. 

Al final, era lo único que importaba.


A las seis en punto, cuando Vanessa sacó el asado del horno, Zac no se había presentado ni tampoco había llamado. Vanessa estaba dividida entre la preocupación y la exasperación, pero intentó disimular su disgusto y sirvió la comida con una sonrisa en la cara.

Ness: Creo que deberíamos empezar -les dijo a sus padres-. Parece que Zac se retrasa.

**: Podemos esperar un poco, si quieres -dijo su madre, mirándola con preocupación-.

Ness: No -respondió con más dureza de la que pretendía-. La comida se echará a perder si esperamos.

**: Cariño, nada se echará a perder. Puedes dejar el asado en el horno, y lo demás puede calentarse en el microondas.

Ness: No -insistió-. Sabía a qué hora era la cena. Debería estar aquí.

**: Podrías llamarlo -sugirió su madre-. Tiene un móvil, ¿no?

Vanessa dudó un momento, y entonces decidió que era absurdo no hacerlo. Primero intentó localizarlo en su oficina, y a pesar de la hora le respondió Teresa.

Ness: Teresa, soy Vanessa. Estoy buscando a Zac. ¿Sigue ahí?

Teresa: No ha estado aquí en toda la tarde. Tenía una reunión en Charleston.

Ness: ¿En Charleston? 

Teresa: ¿No te lo ha dicho?

Ness: No me ha dicho nada -sintió un nudo en el estómago-. Pero gracias de todos modos.

Colgó y lo intentó con el móvil de Zac. Cuando él respondió, había tanto ruido al otro lado de la línea que apenas podía oírlo.

Ness: Zac, soy yo. ¿Dónde estás? 

Él murmuró una palabrota.

Zac: ¿Qué hora es?

Ness: Son más de las seis. ¿Dónde estás?

Zac: Tenía una reunión en Charleston. Se ha alargado más de lo previsto y luego fuimos a tomar una copa. Me he olvidado de la hora.

Ness: Ya veo. Y si has estado bebiendo, no deberías conducir. Será mejor que te quedes a pasar la noche en casa de tus padres.

Zac: Pero tus padres…

Ness: Olvídalo -atajó-. Ya los verás mañana… si no te retiene lo que estés haciendo en Charleston.

Zac: Pero quiero contártelo todo -insistió-. Espera a oír lo que ha pasado.

Ella guardó silencio e hizo exactamente eso. Esperar.

Zac: ¿Vanessa? ¿Sigues ahí?

Ness: Sí.

Zac: Me han ofrecido un trabajo. Es justo lo que…

Ness: ¿Te han ofrecido un trabajo? -repitió-. ¿En Charleston?

Zac: Sí.

Ness: ¿Y lo has aceptado? ¿Sin hablarlo conmigo?

Zac: No les he dado una respuesta definitiva. Antes quería hablarlo contigo esta noche. ¡Es la oportunidad que estaba esperando, Vanessa!

La respuesta estaba clara. Iba a aceptar ese empleo.

Ness: Enhorabuena -consiguió decirle con voz ahogada. Sus peores temores se hacían realidad. Zac había antepuesto su trabajo a ella-. Por cierto, no te molestes en venir mañana. No es necesario que pierdas el tiempo en mi fiesta.

Zac: Eh, espera un momento. ¿Me estás retirando la invitación? -le preguntó él incrédulamente.

Ness: En efecto. No quiero que vengas.

Zac: Es por el trabajo, ¿verdad? Maldita sea, sabía que tendría que haberlo hablado antes contigo.
 
Ness: Buena intuición -dijo con sarcasmo-. Es normal que estén deseando contratarte.

El ruido de fondo se apagó, como si Zac se hubiera desplazado a un lugar más tranquilo.

Zac: Vamos, Vanessa. Al menos escucha lo que tengo que decir. Esto va a ser genial para los dos.

Ness: No, gracias. Si me lo hubieras dicho antes de ir a Charleston tal vez podríamos haberlo discutido, pero ya veo que mi opinión no cuenta para nada. Sabes que no quiero ocupar un papel secundario para nadie… O al menos creía que lo sabías.

Zac: Lo sé. Vamos, ya sabes que tu opinión es muy importante para mí. Sólo quería conocer todos los detalles antes de hablarlo contigo.

Ness: No hay mucho de qué hablar si ya has tomado tu decisión, supongo. Te deseo lo mejor, Zac, pero tú y yo hemos acabado.

Colgó antes de que él pudiera decir nada y volvió a servir la cena en la mesa sin hacer caso del teléfono, que no paraba de sonar. Consiguió engullir la comida sin echarse a llorar, y afortunadamente ninguno de sus padres comentó la ausencia de Zac.

**: Deja que yo quite la mesa -le dijo su madre al acabar de cenar-. Deberías responder al teléfono…

Ness: Ni hablar -murmuró, y abrazó a su madre-. Pero gracias por no hacer preguntas.

**: Por mí no te preocupes. Pero si tu padre se cruza con Zac, habrá muchas preguntas.

Ness: Dile a papá que puede destrozarlo, si quiere -dijo con una sonrisa temblorosa.

**: No puedo decirle eso -la reprendió su madre-. A tu padre nada le gustaría más que destrozar a un hombre que te haya hecho daño.

Ness: No me ha hecho daño -protestó-. Sólo estoy furiosa. 

Su madre le dio una palmadita en la mano.

**: A veces no hay diferencia.
 

Zac entró en Sullivan's el día de Navidad, sin saber qué iba a encontrarse. Dana Sue lo había llamado para confirmarle la invitación, e incluso había invitado a sus padres, pero era evidente que Vanessa estaría allí y que no le dirigiría la palabra. La única vez que había respondido al teléfono en los dos últimos días había colgado en cuanto había oído su voz.

**: ¿Qué estás haciendo aquí? 

Preguntó una voz gélida a sus espaldas.

Zac: Dana Sue insistió en que viniera -respondió mirándola de arriba abajo-. 

Parecía furiosa, pero las manchas oscuras bajo los ojos sugerían que no había dormido mucho mejor que él.

Ness: Otra persona que me ignora para tomar decisiones que me afectan personalmente -dijo en tono amargo-. Tendría que haberle dicho que no quería que vinieras.

Zac: Parece que Dana Sue es más generosa que tú.

Ness: Oye, puedes quedarte o marcharte, pero no te quedes si vas a aguarle la fiesta a todo el mundo.

Zac: No es mi intención -declaró-. De hecho, esperaba pasar un minuto a solas contigo.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Tengo un regalo para ti.

Por un instante, ella pareció desconcertada.

Ness: Yo no te he comprado nada. Bueno, sí lo hice, pero lo devolví ayer.

Zac: En realidad, ya me has hecho un regalo -le aseguró-. Me has dado algo que nunca hubiera esperado. Escucha, ya sé que lo he fastidiado todo, pero te juro que quería hablar contigo del trabajo en cuanto llegara a tu casa la otra noche. Creía que podía hacerte ver que era una magnífica oferta.

Ness: Sí, eso ya lo sé. Tal vez no la hayas aceptado aún, pero es obvio que piensas hacerlo.

Zac: Quería hacerlo -corrigió-. Hay una diferencia. Por favor, dime que sabes que para mí eres más importante que cualquier trabajo.

Ella negó con la cabeza.

Ness: Lo siento, pero no te creo. Lo que haces habla por sí solo.
 
Zac: ¿Y si lo que hago es esto? -preguntó sacando del bolsillo el pequeño paquete envuelto en papel de regalo y con una cinta roja-. ¿Bastará para convencerte?

Ella dio un paso atrás, sin apartar la vista del paquete.

Ness: ¿Qué significa esto?

Zac: Lo sabrás si lo abres -respondió riendo-. 

Ella lo miró con los ojos entornados.

Ness: ¿Todavía quieres el trabajo en Charleston?

Zac: Sí, pero es negociable. 

Vanessa parpadeó al oírlo.

Ness: ¿En serio?

Zac: Tú eres más importante que cualquier trabajo. Tendría que haberlo discutido antes contigo, pero todo sucedió muy rápido. Lo siento.

Ness: Así que me dejaste al margen.

Zac: De verdad que lo siento.

Ness: Si vamos a estar juntos, tenemos que tomar las decisiones juntos.

Zac: Lo sé. Y si después de haberte hablado de este trabajo sigues pensando que no merece la pena, les diré que no voy a aceptarlo.

Ness: Pero tú quieres ese trabajo -dijo aparentemente resignada-. ¿Verdad?

Zac: Sí.

Ness: Entonces, ¿por qué ibas a dejarlo por mí?

Zac: Porque tú me importas más -le puso un dedo bajo la barbilla para obligarla a mirarlo-. Lo digo en serio, Vanessa. Tú eres lo que más me importa en el mundo.

Vanessa pareció sorprendida por su vehemencia.

Ness: Muy bien, ¿y qué pasaría con tus padres? Ahora que estábamos haciendo algún progreso…

Zac: Llegarán de un momento a otro para seguir haciendo progresos. 

Los ojos de Vanessa se abrieron como platos.

Ness: ¿Tus padres van a venir?

Zac: Dentro de… -miró su reloj- quince minutos, más o menos.

Ness: ¿Sabe Dana Sue que los has invitado?
 
Zac: Fue idea suya. Yo no fui lo bastante listo ni valiente para pensar en ello.

Ness: Ya veo.

Zac: Podemos hacer que funcione, Vanessa. Estoy convencido de ello.

Ness: No me iré de Serenity -dijo todavía dudosa-.

Zac: ¿Te he pedido que lo hagas?

Ness: El trabajo que quieres está en Charleston.

Zac: Pero no tenemos por qué vivir allí. Puedo ir y venir todos los días. O podemos organizar nuestros horarios para dividir el tiempo entre ambos sitios. En Charleston tenemos la casa de invitados de mis padres, y aquí tenemos tu casa.

Ness: Has pensado en todo, ¿eh?

Zac: Por eso soy tan bueno en mi trabajo…

Ness: Un marido tan meticuloso puede ser muy pesado.

Zac: Cambiaré -le prometió-. Pensaré solamente en una cosa, si eso es lo que quieres.

Ness: No.

Zac: Entonces dime qué quieres.

Ness: Lo quiero todo -admitió-. A ti. Serenity. Mi casa. Y que tú seas feliz con lo que haces.

Zac: Tú me haces feliz.

Ness: Pero también necesitas tu trabajo -concedió con un suspiro-. Supongo que tendrás que desplazarte todos los días a Charleston.

Zac: Gracias. ¿Algo más que tengamos que negociar antes de que aceptes mi proposición?

Ella lo pensó un momento.

Ness: ¿Volverás a gruñir por la Navidad?

Zac: Nunca más -prometió-. A no ser que tenga que soportar a Howard en otro comité.

Ness: Me parece justo.

Zac: ¿Lista para abrir tu regalo?

Ness: Aún no -respondió con una mirada traviesa-. Mi padre está por aquí. Creo que los dos deberíais tener unas palabras.

Zac: ¿Quieres que le pida a tu padre su bendición?

Ness: No. Quiero que hables con un hombre que acaba de redescubrir el significado de la Navidad. Ahora está haciendo de Santa Claus.

Zac: ¿Santa Claus? Pero…

Ness: A él tampoco lo entusiasmó mucho la idea -dijo con una sonrisa-. Pero Howard se ha llevado a Mary Vaughn, a Rory Sue y a Sam a Aspen para celebrar la reconciliación de su hijo y Mary Vaughn. Alguien tenía que sustituirlo para hacer de Santa Claus. Y las Magnolias me ayudaron a convencerlo -buscó a su padre con la mirada y lo vio rodeado por dos docenas de críos-.

Zac: Tu padre parece estar en su elemento.

Ness: Siempre ha tenido debilidad por los niños y por la Navidad -sonrió-. Deberías estarle agradecido. Howard había pensado en ti para hacer de Santa Claus.

Zac: Desde luego que le daré las gracias -dijo, aunque la perspectiva de ser Santa Claus no le parecía tan horrible como antes. Le apartó a Vanessa un mechón de pelo de la mejilla-. Parece que tenemos mucho que celebrar.

Ella se puso de puntillas para besarlo.

Ness: ¿Empiezas a sentir el espíritu navideño? 

Zac se echó a reír.

Zac: Creo que estoy sintiendo algo, sí.

Ness: Eh, ten cuidado. Estamos en Navidad y esto está lleno de críos. Y tus padres están al llegar… No querrás que nos sorprendan en un arrebato pasional, ¿verdad?

Zac: Lo dejaremos para luego.

Ness: Eso es… Feliz Navidad, Zac.

Zac: Feliz Navidad, cariño.




FIN


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