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domingo, 25 de septiembre de 2011

Capítulo 5


Había algo mágico en el recreo. Todos los problemas y las inhibiciones desaparecían con la primera bajada por el tobogán o la primera trepada por las estructuras de madera.

Ah, volver a tener siete años...

Ness sonrió al contemplar a tres de sus alumnos negociando para ocupar dos columpios vacíos. Krissy, como de costumbre, se imponía a las otras dos niñas. Pero, esta vez, sus tácticas encontraban resistencia. Jenny, que normalmente era muy tímida, tenía las suficientes ganas de columpiarse para plantar cara. Y el acusado sentido de la competición de Lori tampoco se quedaba corto.

Aquello iba a ser un empate. Al ver que habían llegado a un callejón sin salida, las tres niñas recurrieron a la única solución posible que no les haría perder el precioso tiempo del recreo en discusiones: jugaron a «piedra, papel, tijera» para decidir quién tendría la suerte de columpiarse. Nada más equitativo que eso.

Un minuto más tarde, Krissy se alejó con paso decidido para intentar ejercer de mandona sobre algunos de los niños.

La mirada de Ness se paseó por todo el patio, como cada día, para comprobar que todos los alumnos, dieciocho, estaban bien. Todos perfectamente.

Frunció levemente el ceño al divisar a Brian, alejado de los demás y lanzando al aire una pelota de béisbol para recogerla luego con su guante y volverla a lanzar. No era propio de Brian quedarse al margen. Ni estar tan callado. Sin embargo, había estado así durante todo el día. Incluso después de la aplastante victoria del sábado.

Por enésima vez, Ness se preguntó qué había pasado el resto del fin de semana para alterar su comportamiento de forma tan drástica. Fuera lo que fuera, había empezado con aquella grosera periodista y sus indiscretas preguntas. El alcalde Efron se había mostrado irritable a partir de aquel momento. La celebración en La Cuchara Gigante, aunque aparentemente alegre, estuvo marcada por la misma tensión que Ness había percibido en el campo de juego. Los padres de Brian habían hecho lo posible por ocultarlo, pero Ness notaba su tensión emocional. Y Zac Efron se mostró inequívocamente glacial durante los pocos momentos que no estuvo hablando con Brian.

Ness se marchó de allí tan pronto como le fue posible. Pero se sintió intranquila todo el fin de semana, preocupada por Brian. Con motivo, al parecer.

Ash: Hola. -Se acercó a Ness protegiéndose los ojos del sol con la mano a modo de visera-. Hemos hecho una pausa. No reanudo la clase en el laboratorio hasta dentro de veinte minutos. Así que he pensado venir a verte y averiguar cómo te fue la cita.

Por un instante, Ness estuvo a punto de preguntarle a qué cita se refería. Pero enseguida se dio cuenta de que Ashley hablaba de su velada con Andrew.

Ness: La obra de teatro, muy buena. Después fuimos a comer algo al centro. Teniendo en cuenta lo exhausta que estaba yo, me lo pasé muy bien.

Ashley se colocó un mechón de sus rubios cabellos detrás de la oreja.

Ash: ¿Y...?

Ness: ¿Y... qué?

Su amiga lanzó un suspiro.

Ash: Ness, conozco a Andrew Matthews. Es un hombre increíblemente guapo. Y te persigue como un loco. Te llama, te manda flores, te lleva al teatro... ¿Cuál es el problema, entonces?

Ness evitó cruzar la mirada con la de su compañera y siguió vigilando atentamente a sus niños. Odiaba esta conversación. Ashley era una buena amiga, pero se metía demasiado en la vida social -o en la falta de ésta- de Ness. De no ser porque sabía que no llevaba mala intención, Ness la habría enviado a freír espárragos. Pero su intención era buena. Y para Ashley, que era la típica chica de mundo, sociable y simpática, una vida social saludable comportaba citarse con un montón de hombres y explorar cada relación al máximo posible.

Cosa que estaba muy bien... para Ashley. Pero no funcionaba con Ness.

Ness: No hay ningún problema -le respondió llanamente-. Sí. Andrew es un hombre muy atento. Disfruto con su compañía. No sé qué es lo que quieres que te diga. Solo hemos salido unas cuantas veces.

Ash: Sí, ya lo sé. Y Andrew no me parece de los que están acostumbrados a esperar.

Eso era verdad. Andrew era un hombre acostumbrado a conseguir rápidamente lo que quería. Pero también era muy astuto. Y había captado enseguida que Ness no era de las que separaban los vínculos físicos de los emocionales. Al principio, se había mostrado muy paciente y se había abstenido tangiblemente de presionarla. Sin embargo, en aquella última ocasión, la cosa había sido un poco más difícil. Al acompañarla hasta su casa, el sábado por la noche, quiso entrar... y no para tomar un café. Ella sorteó la situación aduciendo que estaba muy cansada. Era la verdad.

De acuerdo, solo parte de la verdad.

El resto le habría sonado a melodrama barato o culebrón ridículo a un hombre tan curtido y primario como Andrew a la hora de «dar el siguiente paso».

Ness se dio cuenta de que no era justo. Pero no podía evitar quién era ella. Así que le sugirió a Andrew que se vieran un poquito menos. No funcionó. Él aminoró la presión de inmediato, disculpándose por haberse precipitado y asegurándole que estaba dispuesto a esperar, a retirarse y a darle todo el tiempo que necesitara.

El problema era que Ness no estaba segura de que el tiempo cambiara nada. Sobre todo si lo que su madre le había dicho la noche anterior era cierto. Fuera cual fuera la chispa que se suponía que debía existir entre ella y Andrew (al menos, desde su punto de vista), todavía no había saltado. Y tampoco se había desarrollado ningún sentimiento serio. Aquel hombre le gustaba. Punto.

Ash: ¿Ness? -la urgió-.

Ness: No hay nada más que contar, Ash. -Zanjó el tema firmemente, mientras su preocupada mirada se dirigía de nuevo hacia Brian-. Siento desilusionarte, pero...

Ash: No es eso. -Su amiga tampoco la miraba, sino que observaba la zona del otro extremo del patio-. Hay un tipo mirando a los niños. Allí, junto a la valla. Detrás de los árboles.

Ness: ¿Un tipo?

Ness se volvió y se ladeó un poco para poder ver lo que había tras el grupo de robles. Divisó al hombre alto que, apoyado en la valla, con los brazos cruzados, tenía la mirada fija en la zona donde jugaban los niños. Lo reconoció de inmediato.

Ness: Es Zac Efron -murmuró-. El tío de Brian. -Miró de nuevo a Ashley-. ¿Puedes vigilar a los niños por mí un minuto?

Ash: Claro.

Ness: Gracias. -Se dirigió hacia la valla y rodeó los árboles que ocultaban a Zac de la vista. Él debió de verla llegar, pero no dio signos de ello-. Hola -lo saludó brevemente mientras se le acercaba-. ¿Puedo ayudarle en algo?

Aquellos fríos ojos azules destellaron sobre ella.

Zac: No recuerdo haber pedido ayuda.

Ness: Cierto. ¿Significa eso que ha venido a contemplar el recreo? ¿O solo está esperando a que quede libre un columpio?

Zac frunció tan levemente la boca, que pareció que tal reacción fuera contra su voluntad.

Zac: Los columpios nunca fueron lo mío. Yo era más bien un entusiasta del juego de pelota llamado «mato».

Ness: «Mato». Vaya, ¿por qué será que no me extraña en absoluto? Podía perseguir agresivamente a los demás, arrojarles la pelota, tocarlos con ella, huir del contraataque calculando la dirección de los rebotes del balón para evitarlos... y ganar. Suena bien.

Esta vez, él la sorprendió con una risita.

Zac: No tienes muy buena opinión sobre mí, veo.

Ness: No le conozco lo suficiente para tener ninguna opinión sobre usted. Excepto cuando se trata de Brian. Obviamente, usted lo adora. -Hizo una pausa y miró rápidamente por encima de su hombro al chico, que seguía jugando solo-. Y también está preocupado por él -se atrevió a aventurar, en voz baja-. Igual que yo. Brian ha estado hoy extrañamente abstraído. He intentado hablar con él, sin mucho éxito. -Volvió a mirar a Zac-. Supongo que no querrá darme alguna pista sobre lo que le pasa. -No tenía demasiada esperanza de obtener una respuesta. Efectivamente, el tío de Brian repuso a su pregunta con un cerrado silencio-. ¿Tiene algo que ver con la campaña de su padre? -insistió planteando lo obvio-. ¿Está tenso el ambiente en casa? Desde luego, eso parecía el otro día. Y los signos son inequívocos.

Zac: ¿De veras? -Se irguió, con el semblante severo-.

Ness: Sí. -Se agarró a la valla, desanimada ante el muro que Zac levantaba para mantenerla al margen-. Señor Efron, tengo experiencia en este campo. Sé cuándo un niño se siente herido y lo está pasando mal.

Zac: Vaya. ¿Eres psicóloga? Creía que eras maestra.

Ness: Soy ambas cosas. Me he graduado en psicología y educación infantil. También doy conferencias en hospitales sobre temas relacionados con el bienestar emocional de los niños. Estoy más que cualificada. Así que, créame, no me estoy tirando ningún farol.

Un destello de interés brilló en los ojos de Zac.

Zac: Psicología infantil y educación elemental. Estoy impresionado.

Ness: Permítame que lo dude. Ninguna de las dos profesiones proporciona los ingresos que lo impresionarían. Y las charlas son sin remuneración.

Zac: Acabas de decir que no me conoces. ¿Cómo quieres saber lo que me impresionaría?

Ness: Intuición. Los inversores de Bolsa valoran el dinero y las oportunidades para seguir enriqueciéndose. Está muy lejos de lo que valoran los psicólogos y maestros.

Más que enfadado, Zac parecía intrigado, y ladeó la cabeza para observar mejor a Ness.

Zac: ¿Debo entender que conoces a varios inversores de Bolsa? -Ella se sonrojó al darse cuenta de que él la había atrapado y lo sabía. Ness hablaba basándose en la ira y la insipidez, no en hechos. Y Más aún: no era propio de ella juzgar de ese modo-. No te sientas tan culpable -le espetó al leer la expresión de su rostro-. Tu apreciación es correcta. Solo me preguntaba si se basaba en tu observación de alguien más que yo. Pero deja que te dé una pista: ahí fuera hay un mundo enorme y perverso. No es solo la gente que vive de las finanzas la que se deja llevar por la codicia y el poder. Casi todo el mundo lo hace. Echa un vistazo fuera de tu aula de vez en cuando. Te sorprenderás. -Dicho esto, se dispuso a alejarse-. Me voy antes de que Brian me vea. Preferiría que no se enterara de que he estado aquí.

«¿Por qué?», quiso preguntar Ness. «¿Porque se pondría triste cuando usted tuviera que despedirse? ¿O porque le contaría a su padre la visita?».

Ness: Señor Efron.

Sin pensar, lo agarró del brazo.

Necesitaba decir algo más antes de que él se fuera. Zac se detuvo, clavó sus ojos azul grisáceo en los dedos de Ness y luego desplazó la mirada hasta su rostro.

Zac: ¿Qué?

Ella lo soltó rápidamente.

Ness: Sé que no le gusto. Es libre de sentirlo así. Pero no tiene nada que ver con Brian. Su sobrino es muy especial para mí. Así que, si le está pasando algo malo, quiero ayudar.

La expresión de Zac se endureció.

Zac: Ya lo veo. Pero no puedes. Así que mantente al margen. -Se alejó unos pasos, y luego se volvió y buscó los ojos de Ness-. Para que quede claro, no es cierto que no me gustes. Y me llamo Zac.


3 comentarios:

Alice dijo...

¡Hey people!
¡Comentad más, porfis!
Se pondrá interesante, lo juro.
Pero comentadme más.
Que la opinión de mis lectoras me interesa eh.
Y mucho.
Bueno, espero que os gustara este capi.
¡Bye!
¡Kisses!

LaLii AleXaNDra dijo...

hahahah me gusto la charla de Zac y VAnessa hahahha
y lo que dijo Zac a lo ultimo que si le gustaba, eso sono matador haha
siguela
ya se pone reinteresante...
quiero ver que le pasa al niño
;)
X0X0

Unknown dijo...

& no es cierto qq no me gustes! & me llamo Zac *-*

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