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jueves, 5 de enero de 2023

Capítulo 13


Mike: Oficial, deje que le explique -dijo intentando mantener la calma-.

Sus hermanos estaban cada uno a un lado, con los brazos en alto. Daba la sensación de que el ayudante del sheriff, cuya placa decía que era el Ayudante Peterson, tenía un dedo rápido para el gatillo.

El segundo oficial estaba en el coche, hablando por radio.

Peterson: Apártense del vehículo -dijo sin dejar de apuntarles-.

Los tres dieron un paso gigante hacia un lado.

Peterson: ¿Qué están haciendo en una propiedad privada? 

Chris: Estamos buscando a nuestra hermana. Se ha escapado esta mañana, y tenemos que encontrarla.

Mike: Está a punto de tener un hijo.

Peterson: Entonces, ¿por qué están aquí?

Mike: Porque pensábamos que ella estaba en esta casa -le explicó, que estaba perdiendo la paciencia rápidamente-.

El segundo oficial se acercó a ellos. En su placa decía que era el ayudante Rogers.

Rogers: Nos han llamado por teléfono dos vecinos para avisar de que había tres hombres intentando entrar en esta casa.

Chris: No estábamos intentando entrar -se volvió hacia sus hermanos para que ellos confirmaran la verdad-.

Mike: Yo sólo he mirado por la ventana -dijo cabeceando-. No sabía que eso fuera un crimen.

Peterson se rió con desprecio.

Peterson: Así que tenemos a un mirón entre manos.

Mike: ¡Pero si no hay nadie en casa! 

Chris: Yo intenté abrir la puerta trasera -dijo en voz baja-.

Rogers: ¿Y por qué?

Chris: Bueno, sé que no debería haberlo intentado, pero creía que Vanessa estaba dentro, y quería comprobar si la pareja que vive aquí estaba en casa, o sólo se estaban escondiendo de nosotros.

Rogers: Yo me escondería si ustedes tres vinieran a aporrear mi puerta.

Peterson: ¿Qué es lo que te dije, Jim? -le preguntó a su compañero-. ¿Por qué no nos los llevamos a la comisaría para aclarar todo este asunto?

Mike: No sin mi abogado -dijo con firmeza. No iba a permitir que cualquier ayudante recién salido de la academia de policía lo mangoneara-. No hemos violado ninguna ley. Hemos venido a la residencia de los Rhodes con buenos propósitos. Lo único que queremos es encontrar a nuestra hermana pequeña, que está embarazada y sola en un pueblo desconocido.

En aquel momento apareció otro coche y se acercó a la acera. De él salió un hombre de mediana edad vestido de paisano.

Peterson: Ahora sí que están metidos en un buen lío. Es el sheriff Troy Davis.

En cuanto el sheriff se acercó, Mike se sintió aliviado. Era evidente que se trataba de un oficial con experiencia, y parecía un hombre con el que era posible razonar.

El sheriff frunció el ceño hacia los jóvenes ayudantes.

Davis: ¿Qué problema hay?

Peterson: Hemos recibido dos llamadas de vecinos, que querían denunciar el extraño comportamiento de estos sujetos.

Rogers: El de en medio ha admitido que intentó abrir la puerta trasera de la casa.

Chris intervino.

Chris: Sólo quería ver si estaba cerrada.

Mike soltó un gruñido y se volvió hacia su hermano.

Mike: ¿Por qué no te callas antes de que tengamos que pasar la Nochebuena en una celda?

Chris: Lo siento, Mike. Sólo quería ayudar.

Mike se giró hacia el sheriff.

Mike: Entiendo que pareciéramos sospechosos, sheriff Davis, pero le aseguro que sólo queríamos saber si la familia Rhodes estaba en casa.

Davis: ¿Son amigos de Ben o de Charlotte?

Mike: No exactamente.

George: Nuestra hermana conoce al hijo de Ben.

Chris asintió con energía.

Chris: Lo conoce en el sentido bíblico, no sé si me entienden.

Mike tuvo ganas de patear a Chris, pero con las fuerzas del orden rodeándolos, no se atrevió. Seguramente, lo arrestarían por intento de agresión.

Mike: Nuestra hermana va a tener un hijo de Dave Rhodes.

Chris: En cualquier momento.

George: Y ha desaparecido.

Mike: Si somos culpables de algo, es de haber estado demasiado ansiosos por encontrar a nuestra hermana. Como he dicho, está sola en un pueblo extraño, sin familia ni amigos.

Davis: ¿Habéis comprobado su identificación? -les preguntó a los ayudantes-.

Rogers: Todavía no hemos tenido tiempo.

Mike: Entonces verán que no estamos mintiendo. Ninguno de los tres tenemos antecedentes.

Bajo la atenta mirada del sheriff y los ayudantes, Mike, Chris y George entregaron sus carnés.

El sheriff miró los tres documentos, y después se los pasó a Peterson. El joven se acercó con unos andares fanfarrones al coche patrulla, para comprobar que no hubiera órdenes de arresto para ninguno de los tres hermanos, y para comprobar que, efectivamente, no tenían antecedentes policiales.

Peterson: Están limpios -dijo al volver, casi con decepción, según le pareció a Mike-.

El sheriff asintió.

Davis: ¿Cómo se llama su hermana?

Mike: Vanessa Hudgens. ¿Le importaría decirnos dónde podemos encontrar a la familia Rhodes? Lo único que queremos es hablar con ellos.

Davis: Desafortunadamente, Ben y Charlotte están fuera del país.

Chris: ¿Quiere decir que ni siquiera están en el pueblo? -se giró hacia Mike-. ¿Y qué vamos a hacer ahora?

Mike: No lo sé. Seguramente, a estas horas ya habrá vuelto a casa y se estará preguntando dónde estamos -murmuró-.

George: Tal vez, pero yo lo dudo.

Mike: ¿Qué significa eso?

George: Vanessa puede ser muy terca, ya lo sabes, y anoche estaba muy disgustada.

Mike: Deberíamos llamar por teléfono a casa y averiguar si está allí.

Tenía la sospecha de que su hermano estaba en lo cierto. Vanessa no iba a rendirse tan fácilmente.

Davis: Me parece buena idea.

Mike se sacó el teléfono móvil del bolsillo y llamó a su casa. Después de unos instantes, se activó el contestador automático. Si su hermana había vuelto a Seattle, era evidente que no estaba en casa.

Mike: No está allí -les dijo a sus hermanos-.

George: ¿Qué te dije? -dijo con un suspiro-. Conozco a Vanessa, y no se va a rendir por una contrariedad.

Davis: ¿La han llamado a su móvil? 

Mike: Sí, varias veces. Pero no ha respondido.

Davis: Inténtelo de nuevo.

Mike asintió e hizo la llamada, pero tampoco obtuvo respuesta.

Davis: Tal vez se le haya terminado la batería. O que esté sin cobertura.

Mike: Sí, tal vez. Pero es esencial que la encontremos.

George: El problema es que no sabemos dónde podemos buscarla.

El sheriff se pasó la mano por la cara.

Davis: ¿Han preguntado por el pueblo?

Mike: Bueno, preguntamos a unos tipos que había en el bar, pero no parecía que supieran mucho aparte de si sus vasos estaban llenos o no.

El comisario sonrió, como si apreciara la ironía de Mike.

George: Está muy embarazada. Cualquiera que la hubiera visto la recordaría.

Chris: Sí.

Peterson: Un momento -intervino de repente, pensativamente-. Creo que hoy he oído hablar de una mujer embarazada.

Mike: ¿Dónde? -preguntó con urgencia-. ¿Cuándo?

Peterson: Tengo un amigo que es bombero, y él me lo mencionó.

Mike: ¿Y qué dijo?

El ayudante Peterson se encogió de hombros.

Peterson: No me acuerdo. Se llama Zac. Pueden ir a la estación de bomberos a preguntar.

Mike: Eso haremos. -Dio un paso adelante y le estrechó la mano al comisario, y también a los ayudantes-. Muchas gracias por su ayuda.

Troy Davis asintió.

Davis: Díganle a su hermana que no debería haberles preocupado de esta manera.

Mike: Oh, claro que se lo voy a decir. 

Y otras cosas, también.

Después de que los policías les dieran las indicaciones para llegar a los bomberos, los tres hermanos subieron de nuevo al coche. Finalmente, parecía que iban a conseguir algo, y Mike se sintió satisfecho. Sólo era cuestión de tiempo que encontraran a su hermana.

No tardaron mucho en encontrar la estación de bomberos.

Mike: Dejadme hablar a mí, ¿entendido?

George: De acuerdo.

Mike: ¿Chris?

Chris: Oh, de acuerdo.

Entraron en el edificio y preguntaron por el jefe de servicio. El hombre los miró con cautela. Mike fue directamente al grano.

Mike: Creo que hoy han tenido una salida para ayudar a una joven embarazada. Un bombero llamado Zac acudió a atender esta llamada.

El jefe no respondió, así que Mike añadió.

Mike: Creemos que es nuestra hermana.

El hombre arqueó las cejas, como si no pensara dar ninguna información.

Mike: Necesita a su familia, jefe.

Mike debió de hablar con emoción, una emoción que debía de haber revelado sin darse cuenta, porque el jefe del parque vaciló, y después se excusó. Volvió unos minutos después, seguido por otro hombre.

**: Él es Zac Efron, Es la persona que atendió la llamada.

Mike: ¿Vio a Vanessa? -preguntó mientras le tendía la mano-. 

Zac se la estrechó amablemente.

Zac: Sí.

Mike: ¡Estupendo!

George: Está bien, ¿verdad? No se ha puesto de parto, ni nada parecido, ¿no?

Zac: No, no, sólo tuvo un mareo.

Mike: ¿Un mareo? -repitió lentamente, y miró con perplejidad a sus hermanos-.

Chris: ¿Significa eso lo que creo que significa? 

A Mike se le encogió el estómago.

Mike: Yo tenía doce años cuando nació Vanessa y me acuerdo como si fuera ayer. Mamá se mareó mucho aquella mañana y Vanessa nació antes del mediodía.

Zac: Eso no es un síntoma de un parto inmediato, normalmente.

Mike: En nuestra familia sí. Mi padre me dijo que había sucedido en todos los embarazos. Los partos empezaron siempre con un mareo y fueron muy rápidos. Estuvieron a punto de llegar tarde al hospital cuando nació Vanessa. De hecho…

Chris: Ella nació mientras mi padre aparcaba el coche. Dejó a mi madre en la puerta del hospital y fue a buscar sitio.

Aquella historia se había contado cientos de veces alrededor de la mesa de la cocina. Cuando su padre había aparcado y había vuelto al hospital, el doctor lo recibió dándole la enhorabuena por el nacimiento de su hija.

Mike: ¿Sabe dónde está? 

Zac: No, no lo sé, pero quizá lo sepa Grace Harding, la bibliotecaria. Vanessa estaba en la biblioteca cuando fui a atenderla.

Chris: ¿Y qué hacía Vanessa en la biblioteca? 

Para él, aquello no tenía sentido.

Mike: Eso no tiene importancia. Lo importante es saber dónde está ahora. Zac, ¿tienes alguna idea de dónde pudo ir después de salir de la biblioteca?

Zac: Seguramente, Grace Harding se la llevó a su casa.

Mike: ¿Y por qué?

Zac: Porque en Cedar Cove nunca quedan habitaciones libres en Navidad, y porque es el tipo de gesto que tendría la señora Harding. Tengo su número de teléfono. Puedo llamarla, si quieren.

Mike no podía creer que tuvieran tan buena suerte.

Mike: Por favor.

El bombero se marchó, y volvió después de unos minutos, con una sonrisa en la cara.

Zac: Pueden hablar con ella si quieren.

Mike se puso en pie de un salto, ansioso por oír el sonido de la voz de su hermana. Antes estaba enfadado, preocupado, asustado, pero en aquel momento, sólo sentía alivio.

Zac: Está en el rancho de los Harding, en Olalla.

Los tres hermanos sonrieron.

Mike: ¿Y está bien?

Zac: Dice que se encuentra muy bien, pero que quiere volver a casa, si queréis ir a buscarla.

Mike: Maravilloso.

Zac: Os daré indicaciones para que lleguéis al rancho. Vanessa está al teléfono, por si acaso alguno queréis hablar con ella.

Mike asintió y siguió a Zac a su oficina, seguido por sus hermanos.

Aquello, por fin, se estaba solucionando. Iban a conseguir llevar a Vanessa a su casa por Navidad.


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