topbella

martes, 8 de marzo de 2016

Capítulo 6


Había algunas cosas que Vanessa nunca pensaba que vería en su vida. Zachary Efron haciendo un pase de modelos por una pasarela era una de ellas.

Advirtió las miradas de admiración de las mujeres que Zac recibía al tiempo que salía otra vez, en esa ocasión con un traje de Sean John, y ahogó la punzada de celos que sintió al ver lo que Zac provocaba en las demás féminas.

Brittany tenía razón, Zac era un hombretón de los pies a la cabeza, la personificación del sex appeal masculino; pero había un mensaje subliminal bajo toda esa ropa de diseño. De todos modos, era un mensaje que claramente las mujeres que habían acudido al auditorio esa tarde estaban recibiendo. Algunas lo susurraban a sus amigas, mientras otras le echaban a Zac miradas tan insinuantes que a Vanessa le entraban ganas de subirse a la pasarela para sacarlo de allí.

Y eso sí que era ridículo. Después de todo, llevaba las últimas semanas tratando de conseguir exactamente eso: que Zac conociera a la mujer adecuada para él. Ella era la primera que le había sugerido que participara ese día para que él conociera a su mujer ideal y para que al mismo tiempo promocionara su imagen como promotor de las artes.

Otras organizadoras habían llevado a sus maridos, a sus prometidos o a sus novios para que participaran en el espectáculo de ese día; pero Zac era el único participante soltero sin compromiso, y el hecho de que uno de los solteros más ricos y deseables de Boston estuviera paseando sus sustanciosos recursos en aquel pase de modas no se le había pasado por alto a los reporteros que habían acudido a ver la función.

Los periodistas del Boston Sentinel, el Boston Globey el Boston Herald, además de los de otros periódicos y revistas más pequeños, devoraban cada detalle como los niños los caramelos.

Se imaginó los titulares del día siguiente. Sin embargo, era demasiado tarde para meter al genio de nuevo en la botella.

Para colmo, no se podía decir que Zac estuviera colaborando demasiado. Cada vez que salía a la pasarela, la miraba directamente a ella, con la mirada cargada de deseo y promesas.

Ella se preguntó cómo era posible que un hombre con el físico de un modelo de GQ el cuerpo de un atleta y la mirada de un chico de un local de strip-tease fuera capaz de ocultarse bajo la guisa de un serio titán corporativo. Cinco años antes ni se había fijado en el hombre que había detrás. Pero en el presente ese hombre le calentaba la sangre y le aceleraba el pulso.

Apenas había sobrevivido a la cena de San Valentín, por muy práctica que hubiera sido su naturaleza. La luz de las velas, el vino y el ambiente romántico se habían combinado con la mirada intensa de Zac, dando como resultado una embriagadora mezcla.

Sólo cuando Zac se dio la vuelta para regresar al punto de partida, se rompió el hechizo.

Vanessa pudo entonces respirar. Se fijó en el público y vio a la familia Efron ocupando la última fila.

Los Efron eran el pilar de la alta sociedad bostoniana y de los eventos benéficos. Conocidos por sus generosas donaciones además de su belleza física, y en el caso de las mujeres, por su elegancia.

El hermano mayor de Zac, David, presidente de las Empresas Efron, estaba allí con su esposa, Elizabeth, una diseñadora de interiores. David era alto y de pelo castaño, mientras que su esposa era pelirroja, con un cuerpo esbelto y lleno de curvas y una belleza deslumbrante.

Vanessa sabía por los periódicos y las ocasiones en las que se había encontrado con los Efron en una que otra función, que Elizabeth y David tenían un niño pequeño.

David estaba sentado al lado del hermano pequeño de Zac, Alex, el vicepresidente de la empresa familiar y ex corredor de Fórmula Uno profesional. Había ido con su esposa, Kayla, que era periodista del Sentinel. Con su cabello cobrizo, Alex había desafiado el color que compartían los demás Efron, pero sí que tenía la misma altura que ellos, alcanzando sin duda el metro ochenta. Kayla era su pareja perfecta, una bonita rubia de cabello rubio a media espalda.

Al final de la fila estaba la hermana pequeña de Zac, Miley, cuyos casos como fiscal general del distrito llegaban a veces a las páginas de los periódicos; y su esposo, William Hemsworth, que era dueño de su propia empresa de seguridad.

Miley y William hacían una pareja llamativa, pensaba Vanessa mientras los observaba. Miley tenía el pelo largo y rubio, los ojos azules y la tez alabastrada de una muñeca de porcelana; y William tenía el pelo castaño y la belleza viril de un héroe de acción.

Vanessa no había esperado ver a los Efron allí, y menos aún que bajaran adonde estaba ella cuando terminó el espectáculo.

Alex: David y yo hemos venido para apoyar públicamente a Zac -dijo con una sonrisa cuando llegaron todos-.

Miley: Somos como los romanos que van a ver luchar al gladiador -comentó-.

David sonrió.

David: Si tus hermanos no tienen derecho a tomarte el pelo, entonces no sé quién lo tiene.

Kayla: Pobre Zac.

Alex la miró extrañado.

Alex: De pobre Zac, nada. El tipo se lo estaba buscando.

David: Sí. Me acuerdo de que estaba tan comprensivo cuando Alex y yo teníamos nuestros problemas con las mujeres.

Elizabeth pestañeó.

Liz: ¿Necesitabais comprensión?

David le echó el brazo a su mujer por los hombros.

David: Esto... sólo porque corría el peligro de perder a la mujer más maravillosa del mundo.

Miley le echó a su hermano una mirada de curiosidad.

Will: ¿Y qué tal está Zac?

Ness: Ha estado maravilloso, ¿no les parece? -respondió con lo que esperaba fuera entusiasmo, aunque no demasiado-. Me alegro tanto de que aceptara ayudarnos hoy.

David y Alex se miraron con humor.

David: Ese es nuestro Zac. La personificación de la generosidad para con los necesitados; sobre todo cuando se trata de hacerle un favor a, esto, una amiga.

Alex: Sí, nuestro hermano el modelo -añadió echándose a reír-. Los talentos ocultos de Zac jamás dejan de sorprenderme.

Miley volteó los ojos.

Miley: Oh, vamos, cortad el rollo ya.

Alex: Sí, pasemos a cosas más interesantes. ¿Qué tal Zac y sus citas?

Ness: ¿Lo ha hablado contigo? -dijo con sorpresa mal disimulada-.

Alex: Nada es sagrado entre hermanos -dijo solemnemente-.

Al percibir el brillo en los ojos de Alex, ella contestó:

Ness: Tal vez no, pero algunas cosas quedan entre mi cliente y yo, de modo que no comment.

Las mujeres Efron sonrieron, y Vanessa percibió su aprobación por no ceder ante la presión de Alex.

Alex: Ahora sé por qué Zachy podría haber hecho carrera de modelo -continuó imperturbable-. Creo que habría sido más fácil si hubiera hecho una subasta de solteros -una sonrisa se extendió por su rostro-. Sabes, entrégalo al mejor postor.

Ella arqueó las cejas.

Ness: ¿Debo asumir que habrías querido tu parte?

Alex: Claro, reclamaré mi parte por hacer de Zac quien es hoy en día. ¿Cómo crees que tiene esa cicatriz en la mejilla?

Zac: Del mismo modo que tú te hiciste la que tienes en el nacimiento del pelo.

Vanessa se dio la vuelta al oír la voz de Zac.

Se le había acercado por detrás, y no pudo evitar sentir aquella sensación de turbación que le causaba su presencia.

Se dijo de nuevo que su respuesta era natural porque él era grande y muy viril, y ella se sentía menuda y femenina en su presencia. Pero lo peor de mentirse a sí misma era que no le proporcionaba ningún consuelo.

Alex miró a su hermano con gesto reflexivo.

Alex: Sabes, de haber podido predecir tu futuro como niño bonito, habría intentado romperte la nariz.

Zac: Me habría gustado ver cómo lo intentabas -respondió en tono seco, antes de mirarla a ella-. ¿Te lo están haciendo pasar mal?

Le hizo la pregunta con toda naturalidad, pero había en su tono de voz una nota de protección y de preocupación, como si pensara que los comentarios de su hermano pudieran ser demasiado para ella.

Su lado racional quería decirle que era más que capaz de valérselas sola, pero su parte femenina le hacía sentirse suave y sometida.

Alex: Sí, hemos estado bromeando con ella.

Zac: Entonces dejadlo ya -respondió en tono seco, y no carente de dureza-.

Vanessa miró a cada uno de los hermanos Efron. Zac miró fijamente a su hermano, con cara seria, y Alex lo miró también de frente.

Para sorpresa suya, sin embargo, ninguno de los otros Efron parecía molesto por el intercambio de miradas entre los dos hermanos. Alex ladeó la cabeza.

Alex: Ningún problema -dijo con facilidad-. Si es así como son las cosas... -añadió pasado un momento-.

¿Estaría Alex sugiriendo con ese comentario que ella y Zac eran pareja? Hasta ese día, si cualquiera le hubiera preguntado habría dicho que nada podría estar más lejos de la verdad.

Pero después de varias horas viendo cómo todas aquellas mujeres babeaban por Zac, su resistencia a él había llegado al mínimo.

Y una voz le decía que la única razón por la que Zac había participado en el desfile de ese día era por ella. ¿Para qué si no había soportado las bromas de sus hermanos y el implacable escrutinio de los periodistas? ¿Por qué si no arriesgarse a malograr el buen nombre que tenía de empresario serio?

Ciertamente él estaba buscando esposa; pero recientemente le había dicho que la deseaba a ella.

Un hombre que estuviera dispuesto a hacer peligrar su reputación por ella, bien valía la pena arriesgarse por él, ¿o no?

Ella se mordió el labio. Estaba a punto de cometer la mejor, o peor, decisión de su vida.


En veinticuatro horas, pensaba Vanessa, había pasado de ser una chica soltera con un gato, a una mujer buscando amor en los sitios equivocados: en particular en el ático de lujo de Zachary Efron.

Zac la había recogido esa noche después del trabajo y habían ido a su apartamento ostensiblemente para ayudarlo a añadir algunos detalles al apartamento que pudieran suavizar un poco las líneas de diseño masculinas. Pero ella sabía la verdad. Si había una mujer que corriera el peligro de caer al abismo era ella.

Estaba hecha un manojo de nervios; tan consciente de él y de cada uno de sus movimientos. No tenía experiencia en dar el primer paso, pero era casi imposible actuar con normalidad cuando entre ellos dos había una tensión palpable.

Después de tomarse la cena que habían pedido a domicilio, se sentaron en el salón a examinar las pertenencias de Zac que previamente habían sacado de las cajas que guardaba en los armarios. Sacaron trofeos de hockey del instituto y la facultad, y también recuerdos de sus vacaciones en Australia y en Myanmar. También había muchas fotos de la familia de las vacaciones.

Vanessa estudió una foto de Zac y el resto del clan Efron delante del árbol de Navidad. Reconoció a los padres de Zac, Nancy y James Efron, con los que había coincidido algunas veces y por las fotos que de vez en cuando había visto en los periódicos. Sabía que Nancy había vuelto a estudiar en la facultad para sacarse el título de Derecho y actualmente ejercía de juez en un juzgado de lo social. James seguía siendo el cabeza del consejo de directores de Empresas Efron.

Zac: Ésa se tomó hace dos años.

Ella alzó la vista.

Ness: Es una buena fotografía.

Sabía que tenía que ser relativamente reciente. El bebé de David y Elizabeth estaba en la foto. Era la clase de foto que una mujer buscando marido desearía ver en el apartamento de un hombre. El tipo de foto que a ella le gustaría ver. Decía mucho de por qué Zac podría estar buscando esposa. Los Efron formaban una bonita y feliz familia.

Ness: Este marco no le va muy bien a la foto -dijo mientras pasaba el dedo por el marco-.

Zac: Eso fue cosa de mi cuñada. Ya me conocen y me la dieron enmarcada y todo.

Ness: Qué suerte tienes.

Ella había llevado unos cuantos marcos de fotos suyos, por si acaso. La segunda vez que había ido a su apartamento, él le había dado el visto bueno para que comprara algunos elementos decorativos.

Era la primera vez que iba de compras para un cliente.

“Ve a Tiffany -le había dicho él- y que lo anoten en mi cuenta”.

Ella había estado pensando más bien en algún sitio como Bloomingdale's o Macy's, no tan lujoso pero aun así elegante. Al final, sin embargo, había cedido ante su sugerencia. Después de todo, era él quien pagaba, y ella sabía que tenía de sobra.

Esa noche había ido a casa de Zac vestida con bastante sencillez, ya que llevaba unos zapatos de tacón bajo, vaqueros y un suéter de cachemir rosa que se ajustaba suavemente a su cuerpo. Ropa de trabajo, o ropa para ser seducida, dependía de cómo lo mirara una. Después de todo, había ido allí a trabajar, y bueno, esperaba, que a algo más.

Él, nada sorprendente, iba con vaqueros. Ella le echó una mirada disimulada y se dio cuenta de que seguía estando muy atractivo con una camisa polo de cuello abierto color verde.

Un estremecimiento de deseo la sorprendió. Entonces, como no sabía qué hacer para disimularlo, se puso de pie y fue a colocar la foto que tenía en la mano en una mesita.

Zac aprovechó la oportunidad para mirarla de arriba abajo con apreciación. Al ver cómo la miraba, a Vanessa se le resbaló sin querer el marco de entre los dedos. Pero Zac lo salvó antes de que se cayera al suelo.

En el mismo movimiento fluido con el que se había levantado para evitar que el marco cayera al suelo, se había rozado con ella en el estrecho espacio entre el sofá y la mesa de centro.

Zac: Toma…

Ness: No, yo...

Pero los dos se habían callado a media frase. El espacio que los separaba vibraba con deseos latentes.

Era eso para lo que ella había ido. Percibió el olor de su cuerpo, a jabón y a piel limpia con un toque de loción de afeitar; y en sus entrañas el deseo femenino respondió como una abeja al néctar de una flor.

Él fue a dejar el marco encima de la mesa. Ella no sabía qué hacer con la mano, que dejó caer con nerviosismo.

Zac: ¿Dónde querías ponerlo? -le preguntó sin dejar de mirarla-.

Los latidos del corazón le retumbaban en los oídos.

Ness: Ahí, en esa misma mesa -dijo casi sin aliento-.

Él asintió.

Zac: Buen sitio.

Ness: Es mejor no poner muchas fotos apelotonadas en un mismo sitio; un toque es suficiente.

Su cuerpo le pedía a gritos también un toque mágico de sus manos. Ya.

Zac: Entiendo -dijo con voz marcada-.

Ella se pasó la lengua por los labios, y como un láser, él se fijó rápidamente en el leve movimiento.

Ness: ¿Sigue... sigue tu oferta en pie?

Él la miró con los ojos entrecerrados.

Zac: Depende de a lo que te refieras.

Parecía que iba a obligarla a decirlo. Ella entreabrió los labios, pero las palabras se negaban a salirle. Él levantó muy despacio la mano que tenía libre. Con el revés de los dedos, le acarició la mejilla y el cuello. Ella se volvió para recibir mejor la caricia. Entonces le habló en voz baja, sin mirarlo.

Ness: Estoy hablando de la oferta que me hiciste para explorar mejor la atracción que existe entre nosotros.

Ella estaba dispuesta a aceptar lo que ocurriera.

Zac: Pensé que nunca me lo pedirías -murmuró-.

Dejó el marco en el sofá y se inclinó hacia delante para besarla.

El beso fue seguro, intenso y ardiente. Zac le puso las manos en los hombros y la abrazó, y por primera vez ella sintió lo que era estar abrazada a su cuerpo grande, fuerte y masculino.

Vanessa deseaba que todo aquel calor la envolviera mientras seguían besándose sin parar. Cuando finalmente él separó sus labios de los suyos, se agachó y la tomó en brazos.

Allí acurrucada a su pecho, con el brazo echado al cuello de Zac, salieron al pasillo que llevaba a las habitaciones del apartamento.

Al llegar al dormitorio principal, él la depositó sobre la enorme cama de matrimonio cuya suntuosidad consiguió que se sintiera como si flotara en una nube.

Le pareció como si estuviera rodeada de una masculinidad abrumadora, mientras él se tumbaba a su lado. Zachary la besó en el cuello al tiempo que le acariciaba el muslo. Miró al techo y notó que surgía en su pensamiento la sombra de la duda; pero enseguida cerró los ojos para ignorarla.

Sería capaz de hacerlo; deseaba hacerlo, ésa era la realidad, y no podía agobiarse y dejarse llevar por los miedos.

No sería como otras veces. Podría someter su cuerpo para dar y recibir el placer que él le ofrecía.

Zac: Relájate -murmuró sin dejar de besarla-. Relájate, Vanessa.

Pero sus palabras tuvieron el efecto contrario al que él pretendía, y ella se puso todavía más tensa.

La cabeza le daba vueltas, tratando de recordar por qué había ido allí, pero viéndose al borde de un abismo donde normalmente se echaba para atrás.

No había nada distinto. En realidad, no.

¿Cuántas veces le había pedido Andrew que se relajara, siempre con aquel tono de creciente frustración?

La sucesión de pensamientos era cada vez más rápida. Habría estado loca de pensar que podría liarse con un hombre como Zachary Efron. Era sofisticado, rico y experimentado. Sí, tal vez podría parecer seco al observador casual, pero detrás de esa fachada había un hombre potente y sensual.

Y ella estaba a punto de decepcionarlo.

Ness: Basta.

La palabra surgió de su garganta como un desgarro.

En favor suyo tenía que decir que él no tardó ni un segundo en apartarse de ella. Vanessa se incorporó como movida por un resorte y lo miró. Su respiración era agitada.

Zac: ¿Qué ocurre?

Ness: No puedo hacerlo.

Zac arrugó el entrecejo con confusión.

Zac: ¿Qué quieres decir?

Ness: Que no puedo hacerlo.

Zac: ¿Y te has dado cuenta de eso cuando estábamos ya en horizontal y aquí abrazados en la cama?

«Y con una erección importante», pensaba Vanessa al ver el enorme bulto que sobresalía de sus pantalones; pero se alegró de que él no lo hiciera.

Ness: Lo siento -dijo sin saber qué decir-.

Él se incorporó.

Zac: ¿Qué es esto? ¿Un juego, acaso? ¿Una de tus pruebas para la agencia para ver si soy capaz de parar cuando la mujer me diga que no?

Cuando ella no respondió, a él le cambió la cara; la confusión y la sospecha estaban allí claramente.

Zac: ¿O acaso éste ha sido un plan tuyo?

Ness: ¿Qué quieres decir con eso?

Zac: Quiero decir -dijo con cierta frialdad- si lo has organizado para poder amenazarme con irte corriendo a los periódicos con una historia sobre mis insinuaciones indeseadas.

Ness: ¿Cómo? ¡No! ¿Cómo se te ha podido ocurrir tal cosa?

Ella se puso de pie, deseosa de apartarse un poco de él, mientras se colocaba bien la ropa que se le había quedado retorcida.

Zac: Soy un objetivo -continuó despiadadamente-. Un chollo para cualquier mujer. Consigue algo desagradable, y podrás sobornarme. Te contraté para asegurarme de que ésa era la clase de mujer que no me presentabas.

¿Él pensaba que ella trataba de hacerle chantaje? La rabia que le provocó su acusación la dejó sin palabras. Pero también era culpa suya por estar con él. Su experiencia con Andrew debería de haberle enseñado todo lo que debía saber de los hombres como Zachary Efron.

Ness: Si me fuera corriendo a hablar con la prensa iría en contra de todo lo que tú me has pedido que haga por ti -dijo en tono glacial-. Quiero decir, si tuvieras fama de ser un asqueroso, no te ayudaría a encontrar a la mujer ideal, ¿no te parece?

Él se puso de pie, y Vanessa fue de nuevo consciente de lo fuerte y viril que era.

Zac: Me aceptaste como cliente por el dinero -dijo con cara de sospecha-. Tal vez te hayas dado cuenta de que hay un modo todavía más fácil de ganar más dinero.

Ella no se molestó en negar lo primero que había dicho. Sí que lo había aceptado como cliente para ganar dinero, por no mencionar la publicidad y reconocimiento que podría derivarse de todo ello. Ella se había sorprendido de que él también se hubiera dado cuenta de ello, y que de todos modos la hubiera contratado.

Sin embargo, el hecho de que él hubiera dicho parte de verdad no suavizó su rabia.

Ness: Si eso es lo que tú crees, entonces estoy más convencida que nunca de que éste no es mi lugar.

Se bajó el top y buscó los zapatos. Vio uno sobresaliendo por debajo de la cama, y el otro junto a la alfombrilla.

Al vestirse se acordó de lo que habían estado haciendo momentos antes y se ruborizó sin poderlo remediar.

Zac: Te llevaré de vuelta -le dijo en tono tenso-.

Ness: No es necesario -no pensaba mirarlo-.

Zac: No vas a salir sola de aquí a esta hora de la noche -contestó en tono imperativo-.

Ness: Me las apañaré sola -podría pedirle al portero que le pidiera un taxi-. No quiero ponerte en una situación comprometida por el hecho de llevarme.

Él la ignoró.

Zac: Te pediré mi coche y mi chófer. Tengo uno disponible. Todos los ejecutivos de alto nivel de Efron lo tienen. Lo utilizo para que me lleve y me traiga del aeropuerto cuando voy a tomar un vuelo.

Minutos después, cuando bajaron al vestíbulo, el conductor ya la estaba esperando.

Cuando el coche arrancó, ella miró por la ventanilla y vio a Zac de pie en la calle, con las manos metidas en los bolsillos y la cara seria.

Hasta que el conductor no dio la vuelta a la esquina, no se puso a llorar.




¿Y ahora lloras? ¬_¬
¡Pues no haberle rechazado!

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Lu dijo...

Que gran capitulo!
Pobre Ness y pobre Zac... Ness con su miedo y pensando en el pasado y Zac que piensa cualquier cosa de Ness... No se como van a seguir, espero que lo solucionen.
Me dio mucha pena por Nes.



Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Pero que demonios?!?!?
Así tan rápido ya acabó todos
Apenas empezaban y zac cree eso de ella?
Muy buena la novela
Ya quiero saber más
Si Vanessa lo hubiera aceptado antes
No hubiese pasado nada de esto
Síguela ser muy buena


Saludos
Síguela pronto

Publicar un comentario

Perfil