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jueves, 10 de marzo de 2016

Capítulo 7


Zac se recostó en la butaca de cuero y observó el horizonte de Boston desde la ventana de su dormitorio. Movió suavemente una copa de brandy que tenía en la mano, dio un sorbo y la dejó de nuevo en el brazo de la butaca.

Hacía más o menos una hora que Vanessa se había marchado de allí como alma que llevara el diablo.

Estaba excitado y listo para la acción. Naturalmente, cuando ella le había dicho que parara, su frustración había sido enorme.

Pero como ya se había calmado un poco, se dijo que podía intentar analizar lo que había pasado. Por supuesto, no creía que ella hubiera estado intentado hacerle chantaje. Esas palabras le habían salido así porque se había visto enfrentado a una situación que no tenía sentido y por la frustración.

En un minuto había estado dócil entre sus brazos, y al siguiente rígida y tensa.

A Vanessa le había pasado algo, y el cambio había sido tan brusco, tan radical, que estaba dispuesto a apostar que era algo previo a su llegada a su vida, o al menos a esa segunda llegada.

Se preguntó si el abandono de Andrew le habría causado aquella falta de confianza en sí misma, y sintió náuseas sólo de pensarlo.

No tenía mucha experiencia con ese tipo de cosas, pero suponía que el que Andrew la hubiera plantado el día de su boda había socavado la confianza de Vanessa como mujer; por muy deseable y atractiva que fuera.

Y era encantadora, eso desde luego. Sólo con mirarla sentía deseos por ella. Le costaba estar con ella sin que su deseo sexual se acelerara como el motor de un coche de carreras. Quería tirarse al sofá con ella, aunque estaba seguro de que no llegarían al sofá, y hacerle el amor apasionadamente.

El hecho de que hubiera tenido la fuerza de voluntad para llevarla hasta su dormitorio esa noche había sido un milagro. Había pasado de cero a cien en menos de un minuto, de lo mucho que le había excitado verla. Eso no le había pasado con ninguna mujer.

Ladeó la cabeza y miró las luces parpadeantes de Boston. Pensándolo mejor, tal vez ése había sido el problema. Tal vez ella hubiera presentido su deseo, y eso habría disparado su inseguridad y la hubiera ahuyentado.

Se llevó la copa a los labios y dio otro sorbo muy gratificante. Siempre existía la posibilidad, por supuesto, de que su reacción en el dormitorio hubiera ocurrido antes incluso de casarse con Andrew.

Ésa sí que era una idea interesante. A lo mejor Andrew no había sido muy buen amante, pero sí demasiado machito para reconocerlo.

Sin duda, ésas eran cosas de dos; pero por su experiencia con las mujeres, Zac sabía que había un montón de hombres que no sabían o no se preocupaban de darle placer a su pareja.

Con pesar se dijo que él tampoco podía hablar. Su comportamiento de esa noche no había sido bueno, y sólo podía echarle la culpa a lo mucho que había deseado a Vanessa.

Tenía que enmendar el error. Ella no merecía todo lo que le había dicho. Y quería entender lo que había pasado esa noche. La deseaba demasiado como para no hacerlo.

Ness: No quiero hablar de ello.

De él, se decía Vanessa para sus adentros. No quería hablar de él. En realidad, era la frase que más se había repetido en su pensamiento ese día. Desgraciadamente, Brittany no parecía haberlo pillado. ¿Si no por qué no dejaba de hablar de Zac?

Brittany y ella estaban almorzando en el vestíbulo de Ideal Match, un poco de sopa y unas ensaladas que habían comprado en la tienda de productos gourmet próxima a la oficina, y Brittany ya había mencionado a Zac tres veces.

Desde que Brittany los había visto juntos aquel día lluvioso, no había dejado de mencionarlo cada vez que podía, como si Zac fuera un trofeo y ella la rival principal en el torneo.

A decir verdad, Zac era un trofeo; pero lo único que ella quería era tener su foto enmarcada en la pared, sobre un pie de foto que aludiera al mayor éxito de Ideal Match hasta la fecha.

Por supuesto, no sabía nada de él desde el domingo, cuando había salido corriendo de su apartamento. Que ella supiera, él ya no querría ser cliente de la agencia.

Y dada su desastrosa seducción, no podía considerarlo como nada más.

Pero por otra parte sería imposible verlo como nada más; dado que él había hecho algunos comentarios imperdonables.

Pinchó un pedazo de lechuga con más ímpetu del necesario, y esperó que Brittany no se hubiera dado cuenta. No le había contado a su ayudante nada de lo que había pasado el domingo con el soltero más cotizado de Boston. No quería que su recepcionista hiciera algún comentario sarcástico cuando Zac llamara... si llamaba.

Al menos quería pensar que ésa era la razón para no decirle nada a Brittany, y no que estuviera desesperada por ver a Zac de nuevo a pesar de todo.

De momento su recepcionista seguía pensando que Zac y ella estaban aún en ese punto en el que habían cruzado el límite del comportamiento civilizado, después de verlos besándose en la recepción.

Se puso nerviosa sólo de pensar en el apasionado encuentro de ese día. Ella no había sentido miedo, seguramente porque la vuelta inesperada de Brittany la había salvado de llegar a ese momento inevitable.

Britt: Estás loca.

La voz de Brittany la devolvió al presente.

Como si necesitara confirmación, pensaba Vanessa con pesar.

Brittany continuó hablando sin dejar de comer.

Britt: Quiero decir, Zac es guapísimo, rico y está claro que una fiera en la cama -terminó de decir con un rugido-. Todo tuyo para que lo domes, cariño.

Vanessa volteó los ojos.

Ness: ¿Qué es esto? ¿Una discusión sobre mi vida personal para un anuncio de un circo?

Britt: No cambies de tema.

Ness: No quiero domar a nadie.

Y menos a él. Sobre todo a él. Ni siquiera sabría hacerlo. Pero jamás había hablado de eso con Brittany, y no pensaba empezar en ese momento.

Brittany negó con la cabeza.

Britt: ¿Y qué haces en lugar de agarrarlo? Sigues intentando enganchar al pobre hombre con otras mujeres.

Ness: Eso me da dinero.

Britt: Cariño, llevas demasiado tiempo buscándole pareja a la gente. El amor es un tren que pasa pocas veces en la vida -añadió-, y yo estoy aquí para recordártelo, cielo. Particularmente cuando el tipo es tan comestible como Zac Efron.

Ness: Demasiado especiado para mi gusto.

La cara de sorpresa que puso Brittany dio paso a una expresión de picardía.

Britt: Bueno...

Vanessa sabía que había logrado no revelar demasiado; pero no como Brittany creía.

Britt: Pensaba que era demasiado soso.

Ness: Creo que dije que era un tanto estirado, no soso.

Brittany sonrió.

Britt: Siempre son los sosos los que...

Se preguntó qué diría Brittany si le contara lo que había pasado el domingo por la noche; las acusaciones de Zac, las cosas horribles que le había dicho, y contrariamente la cara pensativa que había puesto cuando el coche había arrancado.

No había conseguido olvidarse de lo último. Además de haber fallado con una boda, ahora también había fallado con una seducción; algo terrible para cualquiera, pero más que depresivo todavía para una casamentera profesional.

En sus cartas debería utilizar un membrete que dijera «un fraude», pensaba con fastidio.


Normalmente no se encontraba con ningún cliente en su apartamento. Le gustaba separar el trabajo de su vida privada lo más posible, pero Zac no era un cliente cualquiera.

Vanessa se dijo que nunca había estado a punto de practicar el sexo con un cliente anteriormente. Ni siquiera se había acercado porque jamás había tenido una relación romántica con ninguno. Nunca había ido más allá de una cena para afinar las habilidades sociales de un cliente, por ejemplo.

Pero Zac había insistido en que tenía que hablarle, y a ella no le había apetecido esperarle en su oficina hasta las ocho, o cuando fuera que terminara su cena.

Él le había sugerido que de otro modo tenía toda la semana muy liada; y ella entendía que lo mejor era verlo de una vez y aclararlo todo.

Ella estaba segura de que él quería verla para dejar de ser cliente de Ideal Match. Aquélla sería la última vez que tendría que quedar con él.

Se puso unos vaqueros, una rebeca de felpilla beis y unos zuecos de tacón cubano. Llevaba el pelo recogido y se había desmaquillado cuando había llegado a casa, después de la cena. Se negaba a arreglarse sólo porque Zac fuera a llegar.

En los días que habían pasado desde que Zac y ella habían estado a punto de hacer el amor en su apartamento, su rabia había cedido y había dado paso a la resignación y a la derrota. Pero le resultaba muy difícil definir las demás emociones que llevaba dentro.

En ese momento sonó el timbre del telefonillo, en su casa no había portero con uniforme, y a los pocos minutos le estaba abriendo la puerta a Zac, que entró, tan apuesto como siempre, con un abrigo negro cubierto de nieve.

Zac: Gracias por quedar conmigo tan rápidamente...

Ness: Deja que me lleve tu abrigo -le dijo sin responder a lo anterior-.

No pensaba bajar la guardia otra vez delante de él. No dejaría que él sospechara cómo había llorado esa noche en la cama.

Después de quitarse varias prendas de ropa que ella colgó en un ropero de la entrada, él le pasó una bolsa de papel marrón.

Zac: Esto es para ti. Una ofrenda de paz.

Ness: Gracias.

No tenía ni idea de lo que él podría haberle llevado, pero de todos modos tomó la bolsa que le había dado él y la abrió a ver qué había dentro.

Zac: Comida para gatos saludable. Brittany dijo un día que tenías un gato.

Vanessa se preguntó qué más le habría contado Brittany a Zac.

Ness: Gracias. A Félix le gustará.

Como gesto de buena voluntad, no estaba mal. Tal vez hubiera aprendido algo después de las lecciones que le había dado.

Zac: Una lata de comida de gato es un regalo muy imaginativo para una mujer.

Entonces, se dio cuenta de que había múltiples maneras de interpretar ese comentario; podría haber cerrado la boca.

Pero él no pareció darse cuenta.

Zac: He aprendido algunas cosas.

Ella se quedó inmóvil. Él la miraba con expresión muy seria, tan apuesto con su traje gris marengo.

Zac: Te dije algunas cosas que no siento -dijo sin más preámbulo-.

Ella trató de ahogar una sonrisa involuntaria. Como era costumbre en los hombres, se acercaba a disculparse sin decir «lo siento». Tal vez no hubiera cambiado tanto, después de todo. Miró a su alrededor.

Zac: ¿Dónde está Félix? Cuando venía de camino me he dado cuenta de que es la primera vez que vengo aquí. Cuando te recogí para ir a la boda de Verónica y Albert, bajaste al portal.

Ness: Es cierto -miró a su alrededor-. A menudo el gato se esconde en mi dormitorio.

Zac: Qué suerte tiene ese gato.

A Vanessa se le puso la carne de gallina. Su manera de decirlo, con tanta naturalidad, con tanta seguridad, le provocaba esa reacción.

Zac: Al menos me alegra saber que todavía queda algún macho que te guste -bromeó-.

Ness: Félix está castrado -dijo con rotundidad-.

Él hizo una mueca de dolor.

Zac: ¡Ay!

Ella se volvió hacia el dormitorio.

Ness: Mejor que te enseñe el apartamento, aunque no hay mucho que ver. Es el típico apartamento con un dormitorio.

Él asintió y miró a su alrededor.

Zac: Pero decorado con mucha alegría.

Ella lo miró con interés.

Ness: ¿Quieres decir, a diferencia de tu palaciego apartamento?

Él sonrió también.

Zac: Bueno, no es un palacio, pero sí, a diferencia de mi apartamento. Aunque gracias a ti, últimamente mi casa está más bonita.

Ness: La cocina sale del vestíbulo por donde has entrado -hizo un gesto hacia la derecha-. Y de este pasillo tan corto salen el dormitorio y el baño.

Trató de ver el apartamento a través de los ojos de él. Los muebles eran sencillos pero elegantes y femeninos. Le había costado mucho dar con muebles que fueran pequeños pero funcionales, ya que no quería llenar el pequeño apartamento de muebles.

La habitación principal era una combinación de salón comedor, con una mesa de comedor pequeña en madera clara cerca del vestíbulo y un sofá de cuero de mullidos cojines con una butaca a juego en el otro extremo, cerca de las ventanas. El borde de la mesa de centro era de madera tallada; la había comprado en un mercadillo de antigüedades. En un par de mesitas había varias fotos enmarcadas, y en la pared del fondo una estantería.

Pasado un momento, ella se dirigió hacia la habitación, y Zac la siguió. A Vanessa le pareció que casi podía sentir el calor que él irradiaba, como si le diera el sol en la espalda.

Félix estaba tumbado en mitad de la colcha blanca y roja que cubría su cama. El animal abrió los ojos y se estiró.

Ness: Lo recogí de un refugio cuando...

Había estado a punto de decir que había sido cuando había vuelto de la luna de miel con su hermana. Pero no dijo nada.

Zac: Sí, Brittany me lo dijo.

Observó cómo Zac se inclinaba a hacerle una caricia a su gato naranja, pero Félix dio un salto y se frotó contra la pernera del pantalón de Zac.

Ness: Es un tigre -dijo con pesar-.

Zac se echó a reír.

Zac: Sí, ya lo veo.

Pasados unos momentos, Félix salió de la habitación.

Ness: Creo que ha debido de llegarle el olor del capricho que le has traído.

Ella miró a su alrededor en la habitación y se preguntó de nuevo sobre la impresión que su apartamento podría haberle causado a Zac. Los muebles del dormitorio eran de cerezo, ni recargada ni sosa. Se había dado el capricho de tener aquel dormitorio como recompensa por los éxitos cosechados en Ideal Match.

Zac observó la salida de Félix, y entonces se volvió a mirarla a ella. En el silencio que siguió, el deseo era palpable entre los dos. Llevaban bastante tiempo dándole vueltas a las cosas, y los dos lo sabían.

Ness: Por qué...

Zac: Hagamos...

Los dos empezaron a hablar al mismo tiempo, y entonces se callaron. Él asintió para que ella hablara. Ella se frotó las palmas de las manos en los vaqueros mientras ahogaba una risilla nerviosa.

Zachary Efron estaba en su dormitorio. La vida le daba a uno muchas sorpresas. Se pasó la lengua por los labios y aspiró hondo.

Ness: ¿Por qué has venido?

Él pareció sorprenderse un poco, pero lo disimuló bastante bien.

Zac: Para decirte que quiero retirar lo que te dije el último día, si puedo. Sé que no estás buscando una fuente rápida de ingresos.

Ness: Pero no quieres seguir recibiendo los servicios de Ideal Match -lo interrumpió-.

Zac: Sí...

Se le fue el alma a los pies.

Zac: Quiero decir, no -se pasó la mano por la cabeza con frustración-.

A Vanessa se le encogió el estómago todavía más. Era una locura. Ella seguía queriéndolo como cliente. A la vez que estaba enfadada, lo deseaba con toda su alma.

Pero en el fondo, se daba cuenta de que nunca había visto a Zachary Efron tan frustrado.

Entonces pensó en el último encuentro y tuvo que rectificar. Bueno, tal vez en esa ocasión...

Zac: No quiero salir ni con Bethany, ni con Melanie, ni con Valerie -dijo con rotundidad-.

Ness: Eso ya lo hemos establecido.

Zac: No quiero salir con mujeres que creas que hubieran podido gustarle a Andrew para casarse con ellas.

Ella abrió la boca, pero entonces la cerró. Las palabras eran duras, brutales... y verdaderas.

Zac: Te deseo.

El corazón le dio un vuelco.

Ness: No estoy disponible.

Él miró a su alrededor.

Zac: ¿Por qué? ¿Félix es celoso?

Ness: Félix es un gato. Lleva una existencia solitaria.

Zac: ¿Entonces, qué problema hay?

Ella no quería decírselo. Eran cosas íntimas, y sabía que quedaría de falsa. Él se acercó a ella.

Zac: El gato escaldado del agua fría huye. ¿Es eso?

Ness: Podría decirse.

Le agarró la cintura con las dos manos.

Zac: Entonces empecemos por el principio -le dijo en tono suave-.

Tal vez a él le pareciera que ella ponía cara de preocupación, por lo que le dijo a continuación.

Zac: ¿Hace tiempo que no estás con nadie?

Ness: Desde la boda -dijo sin pensar-.

Él agachó la cabeza, y ella supo que iba a besarla. Sin embargo, él se detuvo unos instantes y la miró a la cara. Cuando sus labios se unieron a los de ella, no fue más que un roce leve, pero lo suficiente como para conseguir que ella se estremeciera.

Fue la primera pincelada de color en un lienzo negro, donde él era el artista y ella su creación.

Movió los labios despacio y con suavidad, mordisqueándole la tensión, acariciándole los brazos.

Ella suspiró al sentir que parte de su ansiedad se disolvía. Andrew jamás había tenido la paciencia de ir despacio con ella.

Permanecieron así mucho rato. Finalmente, él la miró a la cara.

Zac: En algún sitio leí que el sexo para la mujer está en el cerebro.

Ness: Mmm.

Al abrazarse se acunaron levemente. Él empezó a besarla suavemente en la cara mientras con las manos le desabrochaba hábilmente los automáticos de perlas de la rebeca, que le quitó con mucho cuidado.

Al notar que ella se ponía un poco tensa, trató de calmarla.

Zac: Chist… Confía en mí -le murmuró al oído-.

La desvistió despacio, sin dejar de decirle todo el tiempo lo preciosa que era y lo deseable que le parecía.

Mientras tanto, ella le quitó la chaqueta, que dejó caer al suelo.

Zac: Eso es -la animó en el mismo tono suave y ronco-. Dime lo que te gusta, lo que quieres.

Él se aflojó la cortaba y la dejó a un lado, entonces se puso a quitarse los gemelos y a desabrocharse los botones de la camisa.

Cuando se quitó la camisa dejó al descubierto su pecho fuerte y moreno.

Zac: Tócame -le urgió-.

Y entonces ella lo hizo, admirando el juego de sombras y luces que la lámpara que había en la mesita proyectaba sobre los suaves músculos de sus brazos y su torso.

El enorme bulto que sobresalía por debajo del cinturón le dejó algo cortada, pero cuando levantó la cara y lo miró, él la animó de nuevo con sus palabras suaves.

Zac: Te deseo.

Ella pensó en el hecho de ser poseída por él y se estremeció de deseo. Cinco años atrás, él había sido solamente un extraño en su vida, pero sin embargo, incluso entonces, había conseguido evocar en ella una respuesta profunda, primitiva; una respuesta que no había querido reconocer en ese momento.

Pero en el presente era distinto, sin embargo, y no podía disimular el efecto que él tenía en ella. Se sentía pequeña y delicada junto a él, pero en lugar de sentir miedo por la diferencia de tamaño, eso la excitaba.

Él la subió en brazos y la tumbó sobre la cama. Entonces sacó un tubo del bolsillo de su chaqueta, además de un paquete de aluminio plastificado que ya sabía lo que era.

Cuando ella lo miró con gesto interrogativo, él respondió:

Zac: Es aceite de masaje.

Nunca en la vida le habían dado un masaje. La mera idea de que sus manos fueran a tocarla por todo el cuerpo excitó su imaginación y sus sentidos.

Vio que él se echaba un poco de loción aceitosa en las manos y se las frotaba.

Zac: Parece ser -dijo en tono conversacional, como si no estuviera a punto de conocer todo su cuerpo- que el uso de aceites aromáticos contribuye a los efectos calmantes y relajantes del masaje.

Ness: ¿De verdad? -dijo con voz temblorosa mientras él se arrodillaba a su lado en la cama-.

Él arqueó una ceja.

Zac: ¿Te vas a dar la vuelta?

Ella vaciló.

Zac: Vamos, atrévete -entonces asintió con la cabeza y le miró las braguitas y el sujetador-. El sujetador y las braguitas son opcionales.

Ella tenía miedo de decepcionarlo, pero estaba tan excitada que le temblaban las manos.

Al final ganó el deseo y la necesidad, y se quitó la ropa interior. Cuando dejó sus pechos al descubierto, Zac aspiró con fuerza mientras la miraba con los ojos muy abiertos.

Zac: Preciosa -murmuró-.

Ella se quitó las braguitas y se dio la vuelta antes de pensárselo mejor.

Él se sentó a horcajadas encima de ella y le puso las manos en la espalda. Ella se estremeció al sentir el cosquilleo que le provocaban los movimientos de sus manos.

Zac: Me han dicho -dijo en voz baja- que el secreto para dar un buen masaje es mover las manos con confianza y seguridad -le subió las manos al cuello para deslizarías hasta la mitad de la espalda y hacia fuera, hacia los costados-. Este movimiento es para relajar los músculos y calmar.

Él repitió el movimiento una y otra vez, con ritmo hipnótico. Ella suspiró. No le importaba para lo que fuera. Era maravilloso.

Sus manos se movían en distintas direcciones, describían un círculo primero, después una espiral; primero en un lado del cuerpo, y después en el otro.

Ella notó que se relajaba poco a poco. Se sentía de maravilla.

Ness: ¿Cuándo aprendiste a hacer esto? -le preguntó con la cabeza apoyada sobre los brazos cruzados-.

Él se echó a reír con placer.

Zac: Ayer. Estoy aplicando la técnica por primera vez.

Ella levantó la cabeza para mirarlo.

Ness: ¿Ayer?

Zac: Ayer me compré un libro sobre la terapia de los masajes y anoche le eché un vistazo.

Ella se dio la vuelta otra vez y apoyó la cara de lado sobre las manos.

Ness: ¿Lo tenías planeado?

Zac: Digamos que tenía esperanza -añadió-. Si hubieras estado tú conmigo cuando lo estaba leyendo anoche, no habría llegado ni a la mitad. El deseo de practicar las técnicas habría sido irresistible.

Se preguntó qué debía sentir ante el hecho de que él lo hubiera planeado; pero de todos modos decidió que se sentía demasiado bien como para preocuparse por eso.

Estaba relajada de verdad. La habilidad de sus manos la arrullaron hasta dejarla en un estado en el que tenía las sensaciones a flor de piel y centradas en los movimientos de sus manos.

Con los pulgares le presionaba la columna vertebral y los deslizaba con movimientos circulares.

Zac: A este movimiento se le llama amasar. Relaja la tensión.

Mmm, era lo único que se le ocurría pensar. Utilizó movimientos similares en una pierna, y luego en la otra.

Zac: Son las técnicas del masaje suizo -añadió-.

Ness: Mmm -aspiró hondo-. Tengo un antepasado suizo.

Zac: ¿Una morena menuda como tú?

Vanessa percibió su tono risueño.

Ness: Sé que es difícil de creer. El resto es una mezcla de sangre galesa y francesa. ¿Y tú?

Zac: Bostoniano de sangre azul -reconoció en tono pesaroso-. Un antecesor mío llegó en el Mayflower.

Ness: ¿Sólo uno?

Zac: Bueno, eso si no cuentas las infidelidades rumoreadas.

Ella sonrió.

Zac: Así que, tengo curiosidad. ¿Qué has aprendido en estos años que has estado formando parejas?

Ness: ¿Sobre qué? -gimió mientras él le relajaba un nudo que tenía cerca de los hombros-.

Zac: Sobre las diferencias entre hombres y mujeres.

Vanessa sintió su excitación y pensó brevemente en darle la respuesta más obvia.

Ness: ¿De verdad quieres saberlo?

Zac: Sí, quiero saberlo -le confirmó-.

Ness: Bueno, después de una discusión, las mujeres están demasiado disgustadas como para practicar el sexo, mientras que los hombres es lo único que quieren hacer. -Oyó que él se echaba a reír. Suspiró de placer-. Me encanta el masaje que me estás dando.

Zac: Podría haber utilizado utensilios para dar masajes, pero he preferido hacerlo con las manos.

Vanessa se dijo que no tenía queja de sus manos. Él se inclinó hacia delante y le preguntó:

Zac: ¿Qué has dicho?

Ella se dio cuenta de que debía de haber dicho algo en voz alta.

Ness: No me puedo quejar.

Sus manos eran grandes y firmes. Perfectas.

Después de lo que le parecieron horas, él le dio la vuelta y empezó a darle un masaje por delante, empezando por los pies y avanzando hacia arriba, utilizando tanto los labios como las manos.

En el rato que siguió, Vanessa estaba a ratos consciente y otros perdía la noción de la realidad, gimiendo mientras él le hacía cosas increíbles.

Cada vez que pensaba que iba a poseerla, él encontraba otra parte que le fascinaba.

Zac: ¿Te sientes bien? -le dijo con sensualidad una o dos veces-.

Ness: Sí -respondió jadeando-.

Zac: Recuerda, aprende a pedir lo que quieres.

Y lo hizo, despacio, con gesto vacilante, pero cada vez con más confianza. Llegado un punto, él utilizó más lubricación, y ella, aunque le pareciera imposible, se relajó todavía más.

Después de mucho rato, él se puso a su lado y ella oyó que rasgaba el pequeño paquete del preservativo.

Se sentía como la cera de una vela, derritiéndose con el calor de su cuerpo, mientras él se apoyaba sobre los brazos y se colocaba encima de ella.

Zac: ¿Estás bien? -le preguntó con voz ronca-.

Estaba demasiado excitada para hacer un comentario coherente, y él se echó a reír.

Se colocó entre sus piernas y la penetró despacio, dándole tiempo y permitiendo que los dos saborearan el momento.

Era maravilloso, pensaba ella medio aturdida, como una emocionante vuelta en la montaña rusa al aire libre y al sol.

Él la besaba y acariciaba al mismo tiempo por todo el cuerpo; tocando, calmando y probando la textura de su piel, que despertaba a la vida en los sitios más recónditos de su cuerpo, repentina e inesperadamente, mientras sus sentidos se descontrolaban y Vanessa se abría como una flor al sol.




¡Por fin se han sincerado! Esperemos que les dure el buen rollo ;)

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¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Lu dijo...

Me encanto el capitulo!
Menos mal que solucionaron todo entre ellos... O eso parece y me alegro mucho.
Zac esta muy enamorado de Ness.

Sube prontooo

Maria jose dijo...

Excelente capitulo!!!!
Alfin pasó lo que queríamos
Espero que ya no haya más peleas
Son una pareja muy linda
Síguela pronto

Saludos

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