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viernes, 18 de marzo de 2016

Capítulo 10


Britt: Bueno, hasta el lunes -le dijo al salir-. Y no hagas nada que no hiciera yo.

Vanessa esbozó una sonrisa despreocupada.

Ness: No creo que surja la oportunidad.

Britt: Bueno, no sé... -le guiñó el ojo-. Últimamente has llevado una existencia más alocada que la mía.

Cuando se cerró la puerta, Vanessa se quedó sola en la silenciosa oficina de Ideal Match.

Pensó en el collar y pendientes de diamantes que tenía en un cajón en su mesa; su plan era llevárselos en persona a Zac ese día después del trabajo.

Se había dicho que era el modo más lógico de devolver unas joyas tan caras, pero en el fondo sabía que su principal motivación era otra. La verdad era que lo único que le había impedido no presentarse a su puerta había sido el no saber qué decirle. No le había dicho nada a Brittany de su plan para esa noche porque sabía que su recepcionista sacaría conclusiones precipitadas. Y como no se lo había dicho, Brittany había citado a un cliente nuevo a última hora de la tarde.

Suspiró. Con suerte, la entrevista sería rápida y podría salir pronto a ver a Zac.

Mientras esperaba cedió a la tentación de sacar las joyas del cajón de su mesa. Pasó los dedos por el collar y pensó en cómo se había sentido cuando lo había recibido: emocionada y turbada.

Decidió no pensarlo más y se puso el collar y los pendientes. Tal vez fuera la última oportunidad que tuviera de ponérselos.

Tal vez fuera una tontería, pero en las ocasiones en las que se los había puesto esa semana se había sentido más cerca de Zac. Recordó la expresión en sus ojos cuando la había visto con las joyas y el vestido verde; sólo de pensar en el anhelo de su mirada se le aceleró el pulso.

Un ruido inesperado en el vestíbulo la alertaron de la llegada de su último cliente del día. Maldición. No le daba tiempo a quitarse el collar y los pendientes; claro que seguramente no quedaría tan fuera de tono con la falda de lana y la blusa de escote de pico.

Cuando salió a la recepción se quedó de piedra. Zac.

Se miraron un momento.

Ness: ¿Qué estás haciendo aquí? -le soltó-.

Pensó con nerviosismo en las joyas que llevaba puestas. Ojala él no se diera cuenta. ¿Claro que, cómo no se iba a dar cuenta?

Le costaría creerla en ese momento si dijera que su plan había sido devolverle las joyas; porque si no podía tenerlo a él, no deseaba nada de él.

Tal vez él pensara que ella iba a empeñar las joyas, pensaba ella con tristeza, al igual que había hecho con su anillo de compromiso.

Zac: Tengo una cita -dijo dejando el abrigo que tenía en la mano en una silla, aparentemente ajeno a su angustia-.

De pronto ella se dio cuenta.

Ness: ¿Tú eres la persona a la que Brittany ha dado cita a las seis?

Zac: Exactamente.

Vanessa pensó en las respuestas vagas de Brittany cuando le había interrogado sobre el nuevo cliente que iba a ir esa tarde a las seis.

Zac: He estado pensando en lo que estoy buscando en la mujer ideal -hizo una pausa-. Mis exigencias han variado un poco.

A Vanessa se le cayó el alma a los pies, e inmediatamente intentó proteger sus vulnerables sentimientos.

Ness: Estupendo. ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

Él arqueó una ceja.

Zac: Sigues teniendo una agencia matrimonial, ¿verdad? Pensaba que casar al soltero número uno de Boston era tu objetivo principal.

Lo había sido. En el pasado.

Zac: Si sigue la cosa como hasta ahora -continuó-, dentro de nada me volverán a nombrar el soltero más cotizado del año según el Sentinel.

Ness: Pensaba que querías encontrar a la mujer ideal antes de que eso pudiera ocurrir.

Él frunció la boca.

Zac: Eso no debería llevarme mucho tiempo. Ya tengo más claro lo que estoy buscando.

¿Le estaba pidiendo que lo ayudara a encontrar una sustituta? Su descaro la dejó sin habla.

Pero la pilló tan de sorpresa y estaba tan nerviosa, que pensó que lo mejor sería disimular.

Ness: De acuerdo, deja que vaya por un cuaderno.

Tal vez fuera posible que él pensara que le estaba haciendo un favor. Vanessa se acercó a la mesa de recepción con nerviosismo y buscó un bolígrafo y un cuaderno.

Ness: ¿De acuerdo, qué estás buscando?

Zac: Sencilla -dijo simultáneamente-.

Ness: Eso ya lo habías dicho.

Zac: Menuda.

Ella lo miró con escepticismo. Estaba dispuesta a seguirle el juego, porque cuanto antes se marchara de allí, mejor. Entonces podría ir a casa y llorar un rato a sus anchas.

Zac: Sí -avanzó un poco-. Me gusta el pelo largo.

Ness: A muchos hombres les gusta el pelo largo.

Zac: Pues yo estoy entre ellos, y entre los que prefieren a las morenas de ojos marrones.

Pensó en las dos mujeres morenas de ojos marrones con las que había intentado emparejarlo; a las dos las había rechazado.

Él miró a su alrededor.

Zac: ¿Podemos sentarnos?

Ness: Por supuesto -dijo con formalidad, aunque su mente le dijera que aquello era mucho más que eso-.

Vanessa se sentó en el sofá. Él se sentó a su lado y se volvió hacia ella.

Zac: Estoy buscando a una mujer a la que no le importe organizar algunas cenas de negocios, sobre todo vestida con un vestido verde que le queda de maravilla.

A ella le tembló un poco la mano, pero continuó escribiendo con valentía.

Zac: Una mujer que sea buena pero ambiciosa -sonrió brevemente-. Una mujer que, tal vez, tenga ya su propio negocio.

Ella siguió anotando, sin saber lo que estaba escribiendo. No quería levantar la cabeza del cuaderno. El corazón le latía con tanta fuerza que tenía miedo de que él lo oyera.

Zac: Quiero una mujer lo suficientemente dulce como para adoptar un gato abandonado, pero lo bastante dura como para manejarme a mí -le quitó el cuaderno de las manos-. Quiero una mujer -dijo en voz baja-, que se ha enfrentado a las vicisitudes de la vida y ha salido victoriosa -le agarró los hombros y la obligó a mirarlo-. Quiero una mujer que sea maravillosa en la cama; una mujer que me excita nada más verla. Me encantaría una mujer así.

Vanessa se sentía floja, aunque las pulsaciones le latieran en los oídos. Él la miraba con los ojos entrecerrados, brillantes, cargados de emoción.

Zac: La quiero de verdad.

Entonces se acercó a ella y moldeó los labios a los suyos. Ella separó los labios para dejarle entrar, y el beso se tornó profundo e intenso.

Cuando finalmente Zac levantó la cabeza, simplemente dijo:

Zac: Cásate conmigo.

Ella sintió una oleada de deseo, y le pareció que se derretía por dentro. Lo había deseado tanto y lo había echado tanto de menos esa semana.

Zac: Cásate conmigo, y eduquemos juntos a Félix.

Le entraron ganas de reírse y de toser al mismo tiempo.

Ness: Sentí que me habías engañado. Me dolió más que lo que hizo Andrew.

Él asintió.

Zac: Cuando me di cuenta de que estabas más disgustada conmigo que con Andrew, me dije que sería porque te preocupaba más -sonrió-. Bueno, eso y lo que me dijo Brittany.

Ness: ¿Qué te dijo Brittany exactamente?

Él sonrió divertido.

Zac: Sólo que esta semana te has sentido sola...

Vanessa abrió los ojos como platos.

Zac: Y que se alegraba de que hubiera llamado con un plan para presentarme aquí; porque, en su opinión, debía espabilarme y hacer lo que tenía que hacer en la vida.

Ella ladeó la cabeza.

Ness: ¿Por qué se me ocurrió pensar en ningún momento que no tenía ni idea de mujeres?

Zac: Sólo en lo que a ti concierne -le corrigió-. Se me traba la lengua y me pongo melancólico.

Ness: ¿Se te traba la lengua? ¿A ti? -se burló-. ¿Al gigante empresarial?

Zac: No quería estropearlo todo, pero acabé haciéndolo así.

Ella negó con la cabeza.

Ness: No, todo ha salido bien.

Él se puso serio.

Zac: Cometí un error de juicio. Para empezar, debería haberte dicho la primera vez que entré aquí en tu despacho sobre mi conversación con Andrew la noche antes de la boda. Debería haber dejado claro que él decidió por sí solo cancelar la boda.

Ness: Habría sido un marido terrible. Eso ya puedo reconocérmelo a mí misma.

Por supuesto, era posible que Andrew hubiera cambiado si su boda se hubiera celebrado como habían planeado, pero a Vanessa le extrañaba mucho.

Zac: El caso es que -continuó-, si hubiera reconocido que había obrado mal, también me habría tenido que enfrentar a la razón. -Ella lo miró con curiosidad-. Y la razón es que me atraes -hizo una pausa significativa-. Me atraes desde el día en que nos conocimos, pero eras la prometida de Andrew y yo tenía que mantenerme alejado.

Ness: Te comportabas como si yo ni siquiera te gustara. Yo pensé que eras frío y distante.

Él le echó una mirada de desaprobación.

Zac: Esa actitud mantiene alerta a mis rivales en los negocios. Pero contigo, estaba la atracción y me sentía culpable por ello; y lo que menos deseaba era que tú te dieras cuenta. -Ella estaba a punto de estallar de emoción-. Te puse difícil la tarea de buscarme novia a propósito -reconoció-. Empecé rechazando una candidata tras otra porque la única mujer a la que quería eras tú. Llegado un momento me di cuenta de que debería haberte contado lo que pasó con Andrew, pero me arriesgaba demasiado si lo hacía. No quería que te alejaras de mí.

Ness: Me encandiló el encanto de Andrew, su sofisticación y su dinero. La relación tenía problemas, pero me negué a verlos.

Zac: Pues a mis encantos te resultó fácil resistirte -se burló-.

Ella negó con la cabeza.

Ness: No, no me podía resistir, y eso era lo que me ponía nerviosa. Pensaba que ya era más experimentada. Cuando conocí a Andrew, seguía siendo una romántica empedernida deseosa de que alguien me llevara al altar. Lo vi como a mi caballero blanco.

Zac arqueó una ceja.

Zac: Su izquierda es demasiado enclenque como para ser el caballero blanco de nadie. Y la armadura está oxidada, además.

Ella se echó a reír.

Ness: Era una ingenua.

Zac: Eras preciosa.

Ella pestañeó, con ganas de llorar. Había hecho la vista gorda con las soserías y la flojedad de Andrew. Él no era entonces uno de esos hombres que querían sentar la cabeza y formar una familia; y menos con una cualquiera de las afueras de Sacramento.

Pero lo peor era que había agravado su error al atribuirle a Zac las mismas características que a Andrew.

¿Qué había dicho Zac? Que no quería salir con las mujeres con las que ella creía que a Andrew podría haber querido casarse. Hizo una mueca al pensar en lo precisa que había sido la acusación.

Zac era un hombre inteligente y divertido, listo y sociable, y dispuesto a arriesgarse por la mujer que quería. Le estaba desnudando el alma y revelándole lo que ocultaba en su corazón. Él era más de lo que ella habría deseado, y todavía más.

Ness: Eres todo lo que he deseado en la vida -dijo con emoción-.

Zac: En ese caso -respondió divertido-, espero que te guste esto -se metió la mano en el bolsillo-.

Ella emitió un gemido entrecortado cuando él sacó y abrió un pequeño estuche de terciopelo, donde había un anillo con un enorme diamante ovalado.

Zac: Creo que irá bien con los pendientes y el collar que llevas puestos.

Ella notó que se ponía colorada.

Ness: Iba a devolvértelos. Esta noche. -Él ladeó la cabeza-. En realidad, era una excusa para ir a verte. Yo... esperaba que pudiéramos arreglar las cosas.

Él sonrió con placer.

Zac: Me encanta hacer las paces con un beso.

Ness: Sí -respondió con un hilo de voz-.

Él asintió mirando el anillo.

Zac: Es una reliquia de familia; un anillo de platino que pertenecía a mi bisabuela. Lo llevé a la joyería para que lo limpiaran. Por eso he tardado en venir a verte. Merecías una proposición en toda regla, incluso aunque... -sonrió con pesar- terminaras tirándome el anillo a la cara.

Vanessa sintió que se le iban a saltar las lágrimas cuando vio que él se arrodillaba delante de ella.

Zac: ¿Vanessa, me quieres?

Ness: Sí -respondió con emoción-.

Zac: Bien. Estaba seguro de que Brittany no se equivocaba.

Ness: No sé si despedir a Brittany o ascenderla.

Zac: Asciéndela -respondió con énfasis-. Esa mujer tiene las habilidades para ser una casamentera de primera.

Vanessa esbozó una sonrisa tímida.

Zac: ¿Te quieres casar conmigo? -le preguntó muy serio-.

Ness: ¡Sí, por supuesto!

Zac parecía aliviado, como si, pensaba ella, hubiera tenido alguna duda.

Él le puso el anillo en el dedo. Se puso de pie, y ella también.

Ness: Te quiero -le dijo mientras le echaba los brazos al cuello para besarlo-.

Jamás se había sentido tan feliz, y con su recién descubierta felicidad llegó una nueva confianza en sí misma.

Ella lo besó con toda la pasión y el amor que llevaba dentro mientras le acariciaba el cabello con deleite.

Zac: Podría entrar alguien -se retiró un poco de ella, visiblemente excitado-.

Ness: No va a venir nadie -respondió en voz baja-. Es tarde, y no espero ninguna visita... -le echó una mirada de puro deseo- ni otra cosa que no sea sexo espectacular...

Zac: He creado una adicta al sexo -murmuró-.

Ella le echó una sonrisa picara mientras empezaba a desabrocharle el cinturón.

Él se quitó la americana del traje y la dejó caer en el suelo, para seguir aflojándose la corbata.

Tal vez en el pasado se habría preocupado; se habría preocupado por hacerlo bien o mal. Pero eso ya no era así; en el presente estaba flotando en una nube sostenida por una ráfaga de felicidad.

Ness: Date prisa -le urgió-.

Zac: De acuerdo, tú lo has querido -le dijo con la voz ronca y cargada de deseo-.

Él la levantó en brazos, y ella lo abrazó con sus piernas mientras él avanzaba hacia la mesa de Brittany. Ella se apoyó en el borde de la mesa de madera, con la falda subiéndosele por los muslos. La necesidad de unirse a él era insoportable.

Él estaba visiblemente excitado e inquieto, con los ojos oscuros, brillantes. La besó apasionadamente, y ella se inclinó hacia atrás y se apoyó sobre los codos. Zac le bajó la cremallera de las botas de cuero negras, y Vanessa se excitó al ver sus manos grandes tocando el cuero.

Ness: No me las quites -dijo jadeando-.

Zac: Sí -concedió con voz ronca-.

Entonces metió la mano debajo de la falda para quitarle las braguitas. Ella se incorporó para quitarse el suéter, dejando al descubierto su sujetador de encaje.

Entonces, de algún modo, él se colocó de nuevo entre sus piernas. Tenía la camisa abierta, los pantalones desabrochados y la corbata suelta colgando del cuello. Entonces ella le agarró de los dos extremos de la corbata y tiró de él despacio para que se echara encima de ella.

Él le desabrochó el sujetador para dejarle sueltos los pechos, que lamió y besó antes de volver a sus labios.

Esa vez no habría barreras entre ellos, se dijo ella.

Cada uno sabía de la vida sexual del otro antes de conocerse, de modo que ya tenían más confianza.

Zac: Podrías quedarte embarazada -murmuró, como si le estuviera leyendo el pensamiento-.

Ness: En el cuestionario decías que querías niños -dijo sin más-.

Él la miró con ardor.

Zac: Sí, contigo.

Se tomó su tiempo para excitarla con los dedos, antes de penetrarla, de llenarla por entero.

Ella cerró los ojos y gimió con deleite. Él empezó a moverse dentro de ella, y ella lo ayudó a mejorar la posición.

Se agarró a él al tiempo que el ritmo que marcaban iba aumentando en intensidad, mientras se olvidaban del mundo a su alrededor y sólo existían en el mar de dulces sensaciones.

Zac: Vamos, cariño -gimió-.

Era el único ánimo que necesitaba antes de dejarse llevar y caer en aquel abismo de dulces sensaciones. Él la siguió segundos después, embistiéndola sin parar mientras alcanzaba el orgasmo.

Ese día era el comienzo de su vida juntos, y Vanessa estaba deseosa de empezar.

Ness: Te quiero.

Zac: Igualmente, cariño -dijo mientras la besaba en la nariz-. Igualmente.




Awww...
Final feliz, quien lo habría imaginado... XD
Queda el epílogo.

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Hermoso capitulo!!!!!
Qué lindo gran final para esa linda pareja
Espero y que el epílogo tengan niños
Síguela
Me encanto este capítulo
Zac fue muy tierno


Saludos

Lu dijo...

Divino capitulo!!!
Me encanto. Me alegro mucho que se hayan dado cuenta que son el uno para el otro, nada que decir.


Sube pronto

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