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sábado, 5 de marzo de 2016

Capítulo 5


Tres semanas después, mientras Vanessa esperaba con inquietud en su despacho la llegada de Zac, revivió el beso aunque supiera que el enfrentamiento de esa noche tendría que haber ocurrido hacía mucho.

No era la primera vez, por supuesto, que había pensado en el beso. Pero se dijo que le pasaba a veces cuando estaba en la cama, y en momentos extraños, cuando se ponía a divagar.

El beso había sido tan sólo un levísimo roce de sus labios, pero su efecto la había acompañado. Sus labios habían sido cálidos, suaves y tentadores.

Por supuesto, a los residentes de Pine Hill que habían sido testigos de ello era la última prueba que les había hecho falta para pensar que Zac y ella iban derechos al altar.

Por su parte, ella había tenido que reconocer la atracción que sentía, por muy poco recomendable que fuera. Pero se había dicho que cualquier mujer encontraría atractivo a Zac. Él era un hombre atractivo.

Además, desde que habían ido juntos a la boda ella había estado presentándole posibles candidatas sin parar. Estaba empeñada en buscarle una esposa; la clase de mujer que pensaba que él estaba buscando.

Sin embargo, cada vez que le concertaba una cita, se sentía deprimida imaginándoselo cenando y bailando, por no mencionar besando a otra. Esas noches se mantenía ocupada, incluso si ello significaba ponerse a fregar el cuarto de baño, para no volverse loca pensando en Zachary con otra mujer.

Era un clásico caso de disonancia cognoscitiva: el perseguir dos objetivos contradictorios al mismo tiempo. Su cuerpo le pedía que se metiera en la cama con Zac, pero su cabeza se negaba a repetir los errores del pasado. Vanessa hacía tanto esfuerzo por colocarlo con otra mujer lo antes posible, como ceder a un coqueteo inexcusable.

Enamorarse de Zachary Efron sería un error colosal. Zac provenía del mismo mundo que su ex prometido. Era cerebral, mientras que ella era todo corazón. Si se liaba con él, no sólo podría irse despidiendo de la mejor historia en el currículum de Ideal Match hasta la fecha, sino que su corazón sufriría en el proceso. Ella no estaba a su altura a ningún nivel.

Vanessa suspiró. No debería dar consejo a otras personas; era ella quien lo necesitaba. Encima de todo, Zac se había convertido en su cliente más frustrante e intratable, superando incluso a Phil Rompecorazones. Le había encontrado defectos a todas y cada una de las mujeres que ella le había enviado. No se trataba que esperara encontrarle a su mujer ideal inmediatamente, aunque se acercaba la fecha en la que el Sentinel nombraría al nuevo soltero más cotizado del año; pero ninguna de sus candidatas duraba más allá de la maldita primera cita.

De ahí, la reunión de ese día.

Como si lo hubiera llamado con el pensamiento, oyó que se abría la puerta de la recepción, seguido del saludo de Brittany a Zac.

Vanessa llegó a la puerta de su despacho justo a tiempo de ver a Brittany, ya con su abrigo puesto, que se dirigía a la puerta de la oficina.

Frunció el ceño al ver que su empleada guiñaba un ojo. Lo cierto era que su recepcionista parecía muy dispuesta a dejarla a solas con Zac. Y como las seis de la tarde era la hora a la que Brittany solía marcharse, Vanessa no podía decir nada; sobre todo teniendo en cuenta que Brittany había dicho, aunque con poco convencimiento a pesar de su mirada fija y ensayada, que había accedido a cuidar de los niños de su vecina otra vez.

Britt: ¡Hasta mañana!

Cuando la puerta de la oficina se cerró, ella se volvió a mirar a Zac. Estaba sola en la grande y silenciosa sala de recepción con su recientemente acuñado don Imposible, un nombre que ella le había dado la noche anterior, cuando estando en la cama se había puesto a pensar en él, aunque eso no estuviera bien.

Él había dejado su abrigo en una silla cercana y estaba de pie en medio de la sala, con las manos metidas en los bolsillos del traje.

Para poder acomodarse a su horario, ella había accedido a reunirse al final de la jornada de trabajo. Y lo cierto era que hacía tiempo que se había pospuesto esa reunión. Él la estaba volviendo loca, rechazando a todas las candidatas que ella le enviaba.

Habían hablado un poco por teléfono después de algunas de las citas que había tenido él, conversaciones en las que ella había evitado con mucho cuidado mencionar su comportamiento en la boda de Albert y Verónica, pero sólo había conseguido evasivas por su parte.

Sin embargo, aunque en ese momento la presencia de Zachary en su oficina le resultaba imponente, se preparó para la discusión que iban a mantener, porque sabía que era imperativo que él cambiara de actitud.

Ness: Estás saboteando las oportunidades de conocer a la mujer adecuada -le dijo sin más preámbulo-.

Zac: ¿Hola, qué tal estás? -dijo en tono afable y con toda tranquilidad-.

Ella sintió el conocido cosquilleo en la piel que parecía impedirle pensar en otra cosa que no fuera lo femenina que se sentía junto a él.

Ness: No trates de evitar la discusión.

Zac: No estoy tratando de evitar nada -le dijo en tono suave-.

Ella se cruzó de brazos.

Ness: Le dijiste a Monica que si quería cazar un marido, mejor haría en hacer un programa de posgrado que pasarse el día en el salón de belleza para poder tener siempre el pelo de ese precioso tono rubio champán.

Zac la miró con incredulidad.

Zac: ¿No estás de acuerdo?

Ella levantó las manos.

Ness: Es heredera de una gran fortuna. Puede permitírselo.

Zac: Está claro que no, si es que ha tenido que contratarte a ti. Normalmente no hay pocos hombres que estarían dispuestos a casarse con una heredera.

Ness: Sin embargo, se ve que tú no estás entre ellos.

Zac: Yo no necesito el dinero.

Parecía tranquilo e imperturbable, y al mismo tiempo irradiaba atractivo sexual. La observación la molestó todavía más.

Zac: En cualquier caso. Creo que mis requerimientos incluyen el ser sencilla. ¿Qué tiene Monica de sencilla?

Ness: Las mujeres de la buena sociedad que al mismo tiempo sean sencillas no abundan -respondió en tono algo seco-.

Zac: Sabes, no recuerdo haber indicado que quisiera una mujer de la buena sociedad.

Por supuesto, pensaba ella, ese requerimiento era algo que se suponía. Los hombres como él querían casarse bien, y no con alguien de Sacramento cuyos padres fueran unos maestros de escuela de clase media.

Ness: ¿Y qué hay de Sarah? Su padre era cirujano, pero ella es tan sencilla como la que más. Empezó un negocio de jabones artesanales. Debería haber provocado al menos tu lado empresarial.

Zac: Demasiado natural todo -se encogió de hombros-. Además, no había química. Nos pasamos toda la noche hablando de trabajo.

Ness: ¿Y Lily? ¿Qué le pasa a Lily?

Él arqueó una ceja.

Zac: No me juntes con nadie del mundo de la moda.

Ness: ¿Amanda?

Zac: Era una ejecutiva de las relaciones públicas. Me dio la impresión de que estaba menos interesada en mí y más en un empleo como portavoz de las Empresas Efron.

Ella se cruzó de brazos.

Ness: ¿Y qué hay de Peyton?

Zac: Publicidad. Me echó una mirada y vio un cliente en potencia.

Ness: ¿Y Pamela? -estaba segura de que no podría decirle nada de ésa-. Es presentadora de televisión, y muy educada.

Zac: Está demasiado interesada en sí misma.

Ella ahogó un resoplido de exasperación.

Él la contempló un instante.

Zac: Has intentado juntarme con tropecientas candidatas, y has fallado. Sabes que sólo queda una cosa por hacer, ¿verdad?

Ness: ¿Y cuál sería? -le preguntó en tono frío, dejando caer los brazos-.

Zac: Que salgas tú conmigo.

Ness: No seas ridículo -respondió, a quien su respuesta le pilló desprevenida-.

Él la miró con detenimiento.

Zac: ¿Por qué? ¿Qué tienes tú de malo?

Ness: Parece que no has comprendido bien la naturaleza de los servicios que ofrecemos en esta agencia -dijo en tono gélido-. Mi trabajo es encontrarte una compañera para toda la vida, no buscarte una aventura amorosa.

Zac: ¿Quién ha dicho nada de aventura? Estoy hablando de disfrute mutuo.

Ness: ¿Quieres favores sexuales a cambio de mis honorarios?

Zac: No -respondió en tono pausado-; sólo sugería que viéramos adonde nos llevaría todo esto.

Ella sabía dónde acabarían las cosas, y no tenía que acostarse con él para averiguarlo. Era incapaz de satisfacerlo, eso lo sabía, pero estaba empeñada en que él no se enterara en ningún momento. Su corazón estaba jubilado, y sus habilidades sexuales eran inexistentes.

Adoptó una expresión de frío desdén.

Ness: Bueno, es un método del que no he oído hablar jamás; eso de presentarse así pidiendo sexo.

Zac: Me estás interpretando mal adrede. Estoy sugiriendo que exploremos la atracción que hay entre nosotros.

Ness: Tal vez por tu parte, pero yo no sé a lo que te refieres.

Zac: Mentirosa -dijo en tono suave-. ¿No crees que deberíamos hablar del beso que nos dimos?

Ness: Soy la que te está buscando novia -dijo, empeñada en no mantener esa conversación con él-.

Zac: ¿Y no es también tu trabajo averiguar si mi técnica sexual es la adecuada? -le preguntó acercándose un poco más-.

Ness: Lo siento -dijo en tono cortante-, pero mis servicios no van a más allá de consejos de índole general en ese departamento.

Zac: Recuerdo haber contratado el paquete de servicios completo.

Al acercarse, ella retrocedió involuntariamente unos pasos.

El brillo en sus ojos hablaba de deseo... de necesidad... de anhelo.

Zac: Sigue moviéndote, cariño.

Ness: Esto es una ridiculez -dijo sin aliento-. No puedes perseguirme por todo mi despacho.

Zac: ¿De vedad? ¿No es eso lo que estoy haciendo?

Él la atrapó contra la mesa de recepción, y ella se inclinó hacia detrás y se apoyó sobre el canto del pulido tablero de caoba.

Así de cerca, le resultaba apabullante. Le pareció como si se estuviera hundiendo en sus ojos azules. Entonces le miró los labios, pensó en su boca sobre la suya y se estremeció.

Él se inclinó hacia delante, y cuando pegó las piernas a las de ella, Vanessa sintió la fuerza de esos músculos que se escondían tras el barniz de civismo que le daba el traje.

Zac: ¿Qué ocurre? ¿Te cuesta negar la atracción?

Ness: No -soltó, pensando lo cerca que había estado él de decir la verdad-. Estoy lista para demostrarte lo equivocado que estás.

Sus ojos se iluminaron con un brillo de desafío.

Zac: Supongo que estás lista para demostrarlo, entonces.

Zac la miró a los ojos fijamente, antes de bajar la vista a sus labios al tiempo que ella hacía lo mismo con él. Cuando los labios de él rozaron los de ella, Vanessa se dejó llevar por el ardor de aquel beso y el aroma masculino de aquel cuerpo que la envolvía.

Él la besaba, jugueteaba con sus labios, primero despacio, luego más deprisa, para provocar en ella una reacción.

Las sensaciones que le provocaba aquel hombre eran embriagadoras. Ella levantó las manos y las colocó en su pecho sin dejar de mordisquearle los labios.

Su respuesta fue diligente mientras la besaba más apasionadamente. Sus bocas se unieron en un beso prolongado y curioso; mientras él le acariciaba la espalda y la estrechaba contra su cuerpo.

Y ella le siguió la corriente de muy buena gana.

Las sensaciones la inundaban. Sentía sus pechos pegados al suyo, sensibles e hinchados. Un intenso calor se extendía por su vientre para asentarse en su entrepierna.

Se preguntó en la nebulosa que era su pensamiento cómo podía él causarle aquel efecto. Era un experto en finanzas y habría sido el padrino de Andrew de no haber salido éste corriendo. Era imposible que tuviera ese efecto en ella.

Pero así era.

Poco a poco, él resurgió con ella de su mano de las profundidades de la pasión, y se retiró gradualmente hasta que le estaba dando besitos en los labios leves como plumas.

Apartó los labios de los suyos para continuar besándola hasta que llegó detrás de la oreja, donde empezó a besarla por el cuello. La inclinó un poco hacia atrás y la besó por todo el cuello. Ella se agarró a sus hombros, sin dejar de frotar la pierna contra la suya, ya que la necesidad de estar cerca de él se le hacía insoportable.

Él empezó a desabrocharle los botones de la blusa para obtener los dos lo que tanto deseaban.

**: ¡Ay, lo siento!

Vanessa dio un salto y se apartó de Zac. Brittany estaba de pie a la puerta de la oficina. Vanessa no supo decir cuál de ellas dos estaba más sorprendida y más cortada. Aunque, pensándolo mejor, Brittany parecía más intrigada que otra cosa.

Por otra parte, estaba avergonzada. Estaba sentada al borde de la mesa, con una pierna entre las de Zac y la otra doblada; él con una mano plantada en su muslo, justo en donde se le había subido la falda.

Brittany fue la primera en hablar.

Britt: No os preocupéis por mí. Sólo he venido para buscar un paraguas -cuando ninguno de ellos se movió, la joven continuó-. Está lloviendo.

Vanessa apoyó las manos en el pecho de Zac, y él retrocedió antes de que ella lo apartara. Vanessa aprovechó la oportunidad para apartarse de la mesa y abrocharse los botones de la blusa, tratando de poner en orden su ropa.

Zac: Ven, deja que te ayude -dijo con voz profunda, que parecía muy divertido, a su lado-.

Ella lo miró con fastidio. Había trabajado duro para cultivar cierta imagen profesional, que en ese momento se desvanecía como una nube de humo, incluso aunque hubiera sido tan sólo Brittany la que los había sorprendido.

Sobre todo, el momento de pasión robado iba a costarle muy caro en relación al respeto que se debía a sí misma.

Britt: ¡Ah, mira! ¡Ya lo he encontrado! -exageró sus movimientos al ir a agarrar un pequeño paraguas que había en un archivador también de caoba. Entonces, con la sonrisa en los labios, salió de la habitación y cerró la puerta de la oficina al salir-. Seguid, por mí no lo dejéis.

Cuando la puerta se cerró con un suave clic, la habitación quedó de nuevo en silencio. Ella seguía tratando de recomponerse un poco.

Zac: De habernos dado otro minuto más -dijo finalmente- habríamos estado tirados en la alfombra.

Ness: Lo ocurrido ha sido un error.

Zac: Un error que se repite.

Ness: No -dijo, que por fin levantó la vista para mirarlo-.

El amante apasionado de hacía unos instantes se había desvanecido, y había sido sustituido por el frío observador que no revelaba sus pensamientos.

Ness: No -le dijo con más firmeza-. Eso jamás debería haber ocurrido.

Zac: Me culpas a mí -dijo sin ninguna inflexión-.

Ella negó con la cabeza.

Ness: No voy a hacerme la inocente ahora. Los dos hemos participado porque hemos querido.

Zac: Entonces reconoces que te ha gustado -esa vez había cierta satisfacción en su voz-.

Ella hizo un ademán para quitarle importancia.

Ness: Disfrutara o no, da lo mismo; no estoy en el menú.

Él frunció el ceño.

Zac: ¿De qué tienes miedo?

Ness: ¡De nada!

El miedo no tenía nada que ver con ello, la viabilidad sí.

Sin embargo, él no iba muy desencaminado, de modo que ella se apresuró para cambiar de tema.

Ness: ¿Por qué estamos hablando de mí? Lo que interesa aquí eres tú y tu manera de comportarte.

Él apretó los dientes. Parecía como si quisiera continuar discutiendo con ella, pero que se lo hubiera pensado mejor.

Zac: Si necesito sugerencias -dijo de pronto con un brillo en los ojos-, tendrás que darme unas cuantas lecciones más.

Zac sintió un latigazo de deseo.

Vanessa iba vestida de un color muy apropiado para una cena del día de San Valentín, y Zac apreciaba los resultados.

Se fijó sin querer en el escote de pico del top de terciopelo planchado color rojo oscuro y que delineaba sus pechos a la perfección. El top era el escaparate de una falda recta y zapatos de tacón de ante.

Ella estudiaba el menú a la parpadeante luz de las velas, y él estaba aprovechando la oportunidad para estudiarla a ella. Se había estado comportando con la mayor corrección posible desde el enfrentamiento en su despacho de la semana anterior, pero él sentía que sus motivos aún le resultaban sospechosos a ella.

Había conseguido que le echaran un cable para poder hacer una reserva de última hora en Aujourd'hui, en el Hotel Four Seasons. Era uno de los mejores restaurantes de Boston, y su ambiente decadente con vistas al Public Garden era el mejor para una velada romántica, tal y como había querido él.

Le había costado un poco que Vanessa le reservara el día de San Valentín para él y la siguiente lección de protocolo en materia de citas, y desde luego no pensaba estropear la oportunidad.

La había convencido para que le diera la lección siguiente el día de San Valentín, argumentando que no había razón para no hacerlo así. Los dos tenían la noche libre, y los demás días él estaba muy atareado... Aunque tal vez hubiera exagerado un poco. Aun así, ella se había mostrado dudosa; pero finalmente él la había convencido con la idea de que así conseguiría casarlo antes.

Así que en ese momento la tenía precisamente donde quería.

Desde la boda de Pine Hill, él había pasado del deseo, a la pasión, y de ésta a la lujuria. El lado vulnerable de Vanessa no lo había mostrado tanto ese día, y él se había sentido tanto atraído como intrigado.

Había pensado en ella, y sólo en ella, mientras había acudido a esas ridículas citas que ella le había concertado, y pronto había empezado a inventarse razones para rechazar a una candidata tras otra.

Salvo que las razones no eran ficticias. Su pequeña casamentera estaba condenada al fracaso porque sólo había una mujer que él deseara; y estaba sentada en frente de él, vestida con un top de terciopelo planchado color granate.

Lo supiera Vanessa o no, esa noche era el inicio de su plan para seducirla, y planeaba aprovechar la velada al máximo; aunque no quería pasarse mucho para no ahuyentarla.

Después de pedir, él tomó la mano de Vanessa que ella había apoyado sobre la mesa y tiró un poco de ella hacia él. La miró a los ojos mientras le acariciaba suavemente la cara interna de la muñeca.

Zac: ¿He elegido bien? -murmuró-.

Ness: ¿Mmm? -preguntó, que parecía distraída por los movimientos de sus dedos-.

Él asintió.

Zac: Me refería al restaurante. Espero que te guste.

Ness: Sí, esto, pues claro -se fijó en sus manos unidas-.

Zac: Estoy practicando -le dijo en respuesta a su pregunta silente-.

Ella alzó la vista, sin comprender, y él se aguantó para permanecer serio.

Zac: Practicando para mi próxima cita -le explicó-.

Planeaba explotar la línea borrosa entre la práctica y la realidad a su ventaja en la cruzada por conseguir a Vanessa.

Ness: Ah.

Sintió que se le aceleraba el pulso.

Zac: Porque sólo quiero estar seguro de que lo hago bien -añadió-.

Ella se pasó la lengua por los labios, y él estuvo a punto de gemir en voz alta.

Ness: Ah... sí.

Zac: ¿Qué tal lo estoy haciendo? -murmuró, tratando de poner cara de inocente cuando lo único que quería era subirla a la mesa y devorarla-.

Entre sus cejas se formó una leve arruga de gesto.

Ness: ¿Cómo?

Él asintió mientras se fijaba en sus manos unidas.

Zac: ¿Qué tal llevo la práctica?

Ness: Ah, pues bien.

Él se mordió el carrillo por dentro para no sonreír.

Ness: Bueno... -se aclaró la voz-. No debes empezar con mucha fuerza, pero sí que quieres demostrarle que estás interesado en ella.

Zac: ¿Así? -se llevó su mano a los labios sin dejar de mirarla-.

Ella abrió los ojos como platos.

Ness: Sí, esto, así precisamente. También querrás elogiarla de algún modo.

Él bajó la mano y entrelazó los dedos con los de ella.

Zac: En la facultad, lo que entendíamos como elogio era uno de esos tópicos para ligar.

Ness: ¿Como cuál? -le preguntó con curiosidad, relajándose un poco-.

Zac: No creo que quieras oírlo.

Ness: Los he oído todos, no te preocupes -insistió-. Además, sea lo que sea lo que le digas, asegúrate de que personalizas para ella.

Zac: De acuerdo -se inclinó hacia ella con exagerada sensualidad-. Debo de estar perdido en un mar de chocolate porque, cariño, me estoy hundiendo en esos ojazos marrones tuyos.

Su risa sonó un poco tensa.

Ness: Tienes razón. Son terribles.

Zac: Tienes un cuerpo de infarto porque, cariño, me está matando.

Ness: Basta -le rogó-.

Estaba en broma, pero un fuerte trasfondo de tensión sexual impregnaba la conversación.

Ella se recostó en el asiento, y él finalmente le soltó la mano y rompió el hechizo.

Ness: Frases malas para ligar aparte, la buena comunicación es la clave para tener una relación saludable.

Él se preguntó lo que diría ella si él le dijera que a quien deseaba de verdad era a ella.

Cuando había ido a Ideal Match por primera vez, su intención había sido la de tratar un problema molesto con la misma eficiencia con la que trataba todo en la vida.

Sí, su visita había encerrado más que cierta curiosidad por ver a Vanessa, pero sólo había pensado en enterrar cualquier sentimiento que permaneciera, de culpabilidad o de otra índole, ofreciéndole a Vanessa el cliente más jugoso con quien salir, es decir, él en su encarnación como el soltero número uno de Boston durante dos años consecutivos.

En ese momento se dijo que tal vez se había estado engañando a sí mismo. Tal vez siempre lo hubiera hecho.

Recordó la sensación que había sentido, como la de un golpe que le hubiera dejado sin aliento, cuando, durante algún evento social tiempo atrás, Andrew le había presentado a Vanessa como su prometida. Rápidamente había ahogado aquella sensación, ya que no había querido examinarla con demasiado detenimiento.

Andrew, se decía Zac para sus adentros, pertenecía al pasado y ya no tenía peso en el presente. Cuando llegara el momento le contaría a Vanessa lo que había pasado la noche antes del día en que debía haberse casado con Andrew; pero escogería el lugar y el momento adecuados.

Si tenía una oportunidad con Vanessa, no había razón para no aprovecharla.

Zac: ¿Entonces de qué deberíamos hablar?

Ness: Deberás preguntarle sobre sus intereses.

Zac: De acuerdo, háblame de tu trabajo voluntario.

A él le interesaba saber todo de ella.

Ella pareció relajarse un poco.

Ness: La subasta para la Asociación Operística de Boston es este fin de semana.

Él se quedó pensativo.

Zac: ¿Ésa para la que estabas buscando modelos masculinos para pasar ropa de diseño?

Ella sonrió con gesto inocente.

Ness: La misma.

Entendió lo que decía su expresión y suspiró para sus adentros. Acababa de encontrar precisamente lo que había estado buscando, una manera de ganar puntos con Vanessa. Lo malo era que podría acabar siendo el hazmerreír de toda la ciudad.

Sin embargo, deseaba acostarse con Vanessa, y estaría dispuesto a vestirse de rosa fuerte si eso era lo que le hacía falta para tenerla así.

Zac: Bueno -dijo, resignándose a su destino-, ¿y qué modelos vamos a pasar? ¿De Sean John, de Joseph Abboud?




¡Bien! La relación avanza aunque Ness lo niegue XD

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Le está saliendo muy bien la técnica a zac
Ame este capítulo
La novela me encanta muuucho
Solo espero que Vanessa deje de negar
El amor que siente por zac
Síguela esta muy buena


Sube pronto
Saludos

Lu dijo...

Me encanto el capitulo!
Amo como esta jugando Zac para tener a Ness en su vids, espero que ella se deje llevar por lo que siente por el. Se nota muchisimo que se atraen.
Ame el capii!!


Sube pronto :)

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