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miércoles, 8 de junio de 2011

Capítulo 3


William se quedó en el jardín, enfadado y extrañamente inquieto, mientras veía alejarse la elegante figura de Miley avanzando por el sendero de grava hasta que desapareció dentro de la casa.

No sabía qué demonio lo había poseído para encararla. Es posible que fuera el silencio que había mantenido todos esos años. En cualquier caso, en lugar de la satisfacción que había esperado sentir cuando finalmente se encarara con ella, se sentía más descorazonado que nunca.

Igual que había hecho aquella lejana noche, Miley había mantenido firmemente su inocencia. Ni la creyó entonces ni la creía ahora. Había leído la nota y, además, lo había visto con sus propios ojos. Jason había aceptado la invitación de Miley y allí estaba, en su habitación, desnudo y tendido en la cama junto a ella.

Por supuesto, William había desafiado al bastardo. Se suponía que Jason era su amigo.

Jason: No acudiré, William -le había dicho-. Puedes hacerme lo que quieras, que no me batiré en duelo. Somos amigos desde que éramos niños y no voy a negar que la culpa ha sido enteramente mía.

Will: ¿Por qué Jason? ¿Cómo has podido hacer una cosa así?

Jason: La quiero, William, siempre la he querido. Lo sabes mejor que nadie. Cuando me invitó a subir a su habitación, me resultó imposible rechazar la invitación.

William había sabido durante muchos años que su amigo estaba enamorado de Miley, que la había querido desde que era adolescente. Pero Miley nunca había amado a Jason.

O eso era lo que William había pensando. Estúpidamente había creído que Miley lo quería a él y no a Jason Reed, aunque Jason llevaba años tras ella. Después de aquella noche, William había llegado a la conclusión de que ella había aceptado casarse con William con el único propósito de convertirse en duquesa. Lo que ella quería era riqueza y poder, no a él.

Mientras abandonaba el jardín, se recordaba a sí mismo todas estas cosas, y volvió a repetirse que nada de lo que Miley decía era verdad.

Sin embargo, ya era más mayor, y no estaba loco de celos ni ciego de amor como había estado en aquellos días. Ya no sentía un dolor y una ira insoportables.

Y porque era un hombre diferente al que había sido entonces, no podía borrar la imagen de su cabeza. No podía olvidar la manera en que Miley lo había mirado en el jardín.

Sin una pizca de remordimiento, sin el menor rastro de vergüenza. Lo había mirado con el mismo odio que William había sentido por ella. «No, William. Fuiste tú quien me traicionó. Si me hubieras amado..., habrías sabido que te decía la verdad.»

Las palabras lo acosaron, atormentándolo por dentro, durante todo el camino de vuelta a Sheffield House. ¿Era posible? ¿Existía la menor posibilidad?

La primera cosa que hizo a la mañana siguiente fue enviar una nota a Justin McPhee, un investigador privado de la calle Bow, a quien él y sus amigos habían recurrido durante años siempre que necesitaban alguna información. McPhee era discreto y extremadamente bueno en su trabajo, y a las dos de la tarde acudió puntualmente a Sheffield House.

Will: Buenos días, Justin. Gracias por haber venido.

Justin: Su excelencia sabe que puede contar conmigo para lo que sea.

El investigador era bajo, calvo y llevaba unas gafas sin montura. Era un hombrecillo de lo más corriente cuyos hombros musculosos y manos ásperas eran los únicos indicios que delataban el tipo de trabajo que hacía.

William lo recibió en la puerta, lo invitó a entrar en su estudio, lo guió hasta su mesa escritorio y le indicó que tomara asiento en una de las sillas de cuero de color verde oscuro situadas delante de aquélla.

Will: Me gustaría contratar tus servicios, Justin. -Tomó asiento delante de su mesa, un mueble macizo de madera de palisandro. El despacho, una habitación de dos plantas, paredes cubiertas por estanterías para libros y techos con elegantes molduras, estaba decorada con una mesa de caoba alargada, iluminada por lámparas de cristal verde que colgaban del techo, y una docena de sillas de madera tallada y respaldo alto, colocadas alrededor-. Quiero que investigues unos hechos ocurridos hace cinco años.

Justin: Cinco años es mucho tiempo, excelencia.

Will: Sí, lo es, y me doy cuenta de que no será fácil. -Se apoyó en su silla-. El incidente implicó a una mujer, Miley Cyrus, y a un hombre, Jason Reed. La señorita Cyrus es la hija del difunto vizconde de Drummond, que falleció hace unos años. Lady Drummond murió el año pasado. Jason Reed es el tercer hijo del marqués de Caverly.

Justin: Necesitaré tomar algunas notas, excelencia.

William sacó una hoja de papel.

Will: Toda la información que necesitas se encuentra aquí.

Justin: Excelente.

William depositó la hoja en la mesa escritorio.

Willl: Hubo un tiempo en que la señorita Cyrus y yo estuvimos prometidos. El compromiso se deshizo hace cinco años.

William narró, entonces, la fea historia de los hechos ocurridos la noche que cayó en su poder la nota que Miley había enviado a Jason; explicó cómo había entrado a medianoche en el dormitorio de Miley y los había sorprendido juntos. Mientras relataba la historia, William hizo todo lo posible para transmitir los hechos sin revelar las emociones que había experimentado en aquellos momentos.

Justin: ¿Por casualidad conserva la nota?

William esperaba la pregunta.

Will: Por extraño que resulte sí, la conservo, aunque no sabría decir el porqué.

Abriendo el último cajón de la mesa escritorio, apartó la pistola que guardaba dentro y sacó una pequeña caja de metal, que abrió con la llave de un llavero que guardaba en otro cajón. La nota que había dentro estaba amarillenta, descolorida y tenía los pliegues desgastados de tanto doblarla. Sin embargo, tenía el poder de causarle un nudo en el estómago.

Le entregó la nota a McPhee.

Will: Como he dicho, no tengo la menor idea del porqué la he conservado. Quizá para acordarme de no confiar ciegamente en nadie nunca más.

McPhee cogió la nota que le tendía, y William le pasó la lista que había preparado con lugares, nombres y personas relacionadas con el escándalo, aunque fuera remotamente.

Justin: Puede que esto me lleve algún tiempo.

William se puso de pie.

Will: He esperado cinco años; supongo que no me importará esperar unas cuantas semanas más.

Y, sin embargo, se sentía extrañamente ansioso por saber lo que podía averiguar McPhee. Tal vez deseaba simplemente resolver un asunto que nunca se había resuelto del todo.

Tal vez pensaba en el futuro, en su próxima boda. Tal vez lo único que quería era enterrar el pasado de una vez por todas.


Con la ayuda de Taylor, Miley acabó de guardar el resto de su equipaje en los baúles, poniendo un cuidado especial en los vestidos que pensaba ponerse en el barco durante el viaje de dos meses a Norteamérica.

La joven no veía la hora de irse.

Taylor: Parece que ya está todo -dijo, tan alegre como siempre-. ¿Preparada para el viaje?

Miley: Preparada es poco. ¿Y tú?

Taylor se echó a reír, contenta.

Taylor: Hace días que estoy preparada y tengo el equipaje listo.

Miley: ¿Y tía Fiona? ¿Sabes si ha hecho ya las maletas?

En ese preciso instante la incansable tía de Miley irrumpió en la habitación en estado de gran excitación, con algunos cabellos plateados, que se habían soltado de las horquillas, bailando sobre el rostro redondo.

Fiona: ¡Hijas mías! Estoy lista para que nos marchemos en cuanto lo digáis.

Al igual que Miley, tía Fiona consideraba a Taylor Marley casi como a un miembro de la familia. En cierta ocasión, Miley había sugerido a Taylor que, en lugar de seguir trabajando como su doncella, lo hiciera como su dama de compañía.

Taylor se había ofendido.

Taylor: No acepto limosnas, Miley, nunca las he aceptado. Soy feliz ganándome el alimento. Además, lady Wycombe y usted siempre han sido extremadamente amables y generosas conmigo.

Miley no volvió nunca más a mencionar el tema. Taylor estaba contenta de poder ganarse la vida, y Miley de que fueran amigas.

Fiona: ¡Bien! Pues si todas estamos listas -anunció-, mandaré a buscar el carruaje.

Éste las llevaría a los muelles y luego regresaría a Wycombe Park. Con el tiempo, lady Wycombe regresaría a Inglaterra y dejaría a Miley y Taylor a cargo de los preparativos del nuevo hogar de Miley y su futuro marido, Richard Clemens.

Taylor: Oh, ¡todo esto es tan emocionante...!

Fiona abandonó la habitación precipitadamente para terminar los preparativos, y Miley miró a Taylor que también parecía agitada.

Miley: Bueno, parece que ya estamos en marcha.

Taylor sonrió.

Taylor: ¿Se da cuenta? Dentro de poco será una mujer casada.

Miley asintió en silencio. No podía evitar pensar en el último hombre con el que había estado a punto de casarse y en su terrible traición.

«Richard es diferente», se dijo a sí misma.

Y rezó para que así fuera.


El Wyndham, un gran velero de pasajeros, equipado con los camarotes más modernos que existían, se preparaba para aprovechar la marea y zarpar a la mañana siguiente. El capitán había ido personalmente a saludar a las mujeres y prometerles que se ocuparía de su bienestar durante el viaje, dado que viajaban sin la protección de un hombre.

Miley intentó pensar en algún hombre que la hubiera protegido de algo. Desde luego no había sido su padre, muerto cuando era una niña. Ni su primo Nicolas, que se le había insinuado de forma obscena cuando ella apenas tenía doce años.

Mucho menos William, el hombre que iba a ser su marido, el hombre a quien ella había amado con todo su corazón.

Se preguntaba cómo sería Richard Clemens, pero pensó que realmente daba igual. Había aprendido a cuidar de sí misma y seguiría haciéndolo, incluso, después de casados.

Miley, de pie entre tía Fiona y Taylor, y asomada a la barandilla, contemplaba las aguas mientras el barco levantaba amarras. Un tardío viento de mayo refrescó el aire y ahuecó la capa forrada de piel que Miley llevaba sobre los hombros.

Taylor: Casi no me lo puedo creer -dijo, mientras veían desaparecer los muelles de Londres en la distancia-. ¡Por fin vamos a América!

Fiona: ¡Y qué aventuras nos esperan! -añadió alegremente-.

Pese a que Miley se sentía tan excitada como ellas, le habría gustado estar más segura de haber tomado la decisión correcta. Apenas conocía a Richard Clemens. Y después de William, se fiaba muy poco de los hombres, aunque Richard le había ofrecido la posibilidad de encontrar la felicidad que había renunciado a tener.

Se encorvó para abrazar a las mujeres, sus dos amigas más queridas en el mundo.

Miley: Estoy tan contenta de que las dos vengáis conmigo...

Pero sabía que ellas no habrían aceptado lo contrario. Eran su familia. La única familia que, de verdad, había tenido nunca.

En aquellos momentos una nueva familia la esperaba en Norteamérica. Richard y los niños, un hijo y una hija que nunca habría tenido de no haberlo conocido. Se esforzó en recordar su cara, y vio la imagen de un hombre con una espesa cabellera rubia y ojos de color pardo oscuro. Un hombre atractivo, inteligente y generoso.

Se habían conocido en Wycombe Park. Richard tenía negocios en la industria textil y había viajado a Inglaterra con la esperanza de aumentar su cartera de clientes. Allí se había hospedado en casa del señor de Donner, uno de los amigos de tía Fiona, que vivía cerca. El terrateniente y su esposa, Prudence, junto con su invitado, el señor Clemens, habían sido invitadados a cenar en Wycombe Park.

Esa noche, después de una agradable velada jugando a las cartas y charlando, y de escuchar a Miley y a Prudence tocando el piano durante una hora, Richard le había preguntado si podría verla otra vez. Miley se había sorprendido a sí misma diciendo que sí.

En los días siguientes no habían pasado mucho tiempo juntos, pero parecían entenderse muy bien. Incluso, después de haberle hablado del escándalo, Richard había seguido queriendo casarse con ella.

Al contrario de William, le había creído cuando ella le dijo que era inocente y que no había obrado mal.

De pie en la cubierta del Wyndham, Miley sintió el viento en la cara mientras su mirada se perdía mar adentro. Era afortunada. Muy afortunada. Dios le había brindado una segunda oportunidad de ser feliz y tenía la intención de aferrarse a ella con las dos manos y no dejarla escapar.

3 comentarios:

Natalia dijo...

Pedazos de capitulos que subes chica..
perdon por no comentar en los demas y por no subir capitulos en mis novelas, pero ahora estoy liada con los examenes finales, y tengo muy poco tiempo para estar aqui..
De todas maneras cuando haga un descanso de estudiar leere tu novelas y alguna que otra mas.. pero tal vez no comente como antes, pero ten por seguro que todos los capitulos me encantan!:D

caromix27 dijo...

ala!! otra cosa mas de esta nove, el prota debe ser justin!!!
ese tio sale en las 3 noves xD!
y tb pobre miley...
y q te digo loki! los hombres son idiotas ¬¬!
bueno seguire estudiando xD!
bye loki!
sigan comentando!

LaLii AleXaNDra dijo...

PObre Miley...
ahora se va a intentar renacer su vida...
Will si es idiota al no creele y ahora se le va por segunda vez por estar tan ciego..
siguela pronto :D

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