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martes, 28 de junio de 2011

Capítulo 32


Neil McCauley se hallaba junto a William en el dormitorio del duque en Sheffield House. La inmóvil figura, inerte y pálida, yacía debajo de las sábanas, su cabellera castaña desparramada sobre la almohada.

Desde la noche del tiroteo, Miley no se había despertado, y aunque William rezaba para que mejorase su estado, no era así. Al recordar la noche, sentía una profunda opresión en el pecho. Según la confusa historia que le habían contado sus amigos, Zac y Andrew le habían hecho una visita, preocupados por él y por Miley, justo unos minutos después de su partida.

Robert estaba a punto de partir, decidido a seguir a William hasta Green Park. Los tres hombres fueron juntos, lo que resultó ser una buena decisión.

Cuando finalizaron los tiros de pistola y se disipó la nube de pólvora, uno de los secuaces de Phillip Goddard estaba muerto, junto con la marquesa de Caverly, a quien había alcanzado una bala perdida durante la batalla, aunque nadie podía estar seguro de dónde había provenido el tiro. Zac y Andrew habían derribado a Goddard, y Robert se había ocupado de los otros dos secuaces.

Con un poco de persuasión, habían conseguido saber la localización del carruaje abandonado y habían rescatado al señor Mullens.

Tanto Jason Reed como el marqués de Caverly estaban de luto. El propio marqués había acudido a Sheffield House para hablar con William.

Marqués de Caverly: Se acabó -prometió-. La venganza me ha costado un hijo y una esposa. Jason ha confesado la verdad de lo ocurrido aquella noche hace cinco años. No tenéis nada que temer de nadie de mi familia.

Will: Lamento vuestra pérdida -había dicho-.

Marqués de Caverly: Le deseo una rápida recuperación a vuestra esposa -había replicado-.

Pero hasta ahora eso no había sucedido. La vida de Miley seguía corriendo peligro y parecía que nadie podía hacer nada para remediarlo.

William se quedó mirando a la mujer que amaba y apenas oyó las palabras del médico.

Neil: Necesito hablar con usted afuera -dijo McCauley-.

William asintió sin ánimos. Había pasado los últimos cinco días sentado junto a Miley, sosteniendo su mano, diciéndole lo mucho que la amaba, que no podía vivir sin ella, diciéndole las cosas que había tenido miedo de decirle antes.

Sin embargo, Miley no había dado señales de mejoría, ni había respondido en ningún sentido.

Simplemente yacía allí moribunda, mientras él sentía que le arrancaban el corazón.

Siguió a Neil hasta la puerta y la cerró, suavemente, detrás de él.

Neil: Lo siento, William. Ojala pudiera decir que está mejorando, pero no es así.

William sintió una opresión en el pecho que casi le impedía respirar.

Will: Dijiste que es joven y fuerte, y que había muchas probabilidades de que se recuperara. Conseguiste extraerle la bala. Dijiste que se recuperaría con el tiempo.

Neil: Sí, dije todas esas cosas. He tenido casos más graves que se han recuperado. Pero esta vez, falta algo.

Will: ¿Qué? ¿Qué es lo que falta?

Neil: El deseo de vivir. Poco a poco, la duquesa se va alejando. Parece contenta de morir. Es raro en alguien tan joven. Realmente no lo entiendo.

Sus palabras le quemaron por dentro como si tuviera un carbón ardiendo en el estómago. Es posible que Neil no lo entendiera, pero él sí. Recordaba la tarde que Miley les había reunido en el salón y le había dicho que quería que se divorciase de ella. Quería dejarlo libre para que volviese a casarse y pudiera tener el heredero que tanto necesitaba.

No habría divorcio, le había contestado él. Ahora, la muerte se había convertido en la solución de Miley.

Se pasó una mano temblorosa por la cabeza, apartándose el cabello de la frente. Hacía días que no dormía ni comía, no tenía el más mínimo apetito.

Will: No sé cómo ayudarla. He hablado con ella, le he dicho cuánto la quiero, cuánto la necesito. Pero no parece que me escuche. -Se le quebró la voz al final-. No sé qué hacer.

Neil: Tal vez no haya nada que hacer.

El ruido de faldas anunció la llegada de su madre por el pasillo. Parecía tan agotada como él.

Miriam: No creo, ni por un instante, que eso sea verdad -dijo la duquesa viuda-.

William se restregó los cansados ojos, borrando el rastro de lágrimas.

Will: ¿Qué quieres decir?

Miriam: Has hecho todo lo posible, William. Has hecho todo lo que has podido. Ahora es mi turno. Deseo hablar con Miley.

Él la miró con cautela.

Will: ¿Por qué?

Miriam: Porque soy una mujer y, tal vez, sea la única que pueda hacerla comprender. He tenido mucho tiempo para pensarlo y creo que si alguien puede llegar hasta ella, esa persona soy yo -dijo, y pasando entre ellos, abrió la puerta y entró. William la observó desde la puerta mientras se sentaba en la silla próxima a la cama de Miley, y cogía su mano inerte y pálida, y la sostenía cuidadosamente entre las suyas-. Quiero que me escuches, Miley. Soy la madre de William..., y ahora, tu madre también. -William no se movió. La duquesa cogió aire y lo expulsó lentamente-. He venido a pedirte un favor, Miley, un favor para mi hijo y para mí. Estoy aquí para pedirte que regreses con nosotros, que vuelvas a llenar nuestras vidas. -William tragó saliva y desvió la mirada-. Ahora ya sabes que William te quiere -siguió-, te lo ha dicho mil veces desde que te hirieron tan gravemente. -Sacó un pañuelo del bolsillo de su falda y se secó los ojos-. Pero, quizá, lo que no sabes es que sin ti, él también morirá. Quizá no entiendes que si lo abandonas, nunca se recuperará. Sé que eso es cierto, porque vi lo que le pasó la primera vez que te perdió. Cuando te recuperó, le devolviste la vida. Contigo, Miley, él es uno, de una manera que no lo era cuando estaba sin ti. -Aspiró fuerte, apretando su pañuelo debajo de la nariz-. Sé que crees que si te vas, William se volverá a casar, que será capaz de tener el hijo que necesita para que lleve su nombre. Pero estoy aquí para decirte que eso no es lo más importante. En los meses que han transcurrido desde que te casaste con mi hijo, he aprendido varias cosas. He aprendido que hay cosas más importantes que los títulos y la fortuna. Cosas como la felicidad. Cosas como amar a alguien con todo tu corazón y ser amado a cambio. Todos nosotros somos Sheffield, y hemos sobrevivido. Siempre ha sido así. Mi hermana y yo, los primos de William, si algo ocurre y el título pasa a Artie o a otra persona, es posible que no disfrutemos de todo lo que disfrutamos ahora, pero no nos moriremos de hambre. -Se llevó a los labios la fría mano de Miley y la besó-. Cuando te casaste con William, me devolviste a mi hijo. Le diste la oportunidad de ser el hombre que tenía que haber sido. Te necesita, Miley. No será ese hombre sin ti. Te quiere mucho, mucho.

William ignoró el nudo que sentía en la garganta cuando su madre se levantó de la silla y se apartó de la cama de Miley. Cuando salió por la puerta, William la detuvo, y se inclinó para darle un beso en la mejilla.

Will: Gracias, madre.

Ella movió la cabeza.

Miriam: Me ha llevado algún tiempo comprender, pero ahora lo veo todo muy claro. -Se secó una lágrima rebelde-. Sólo rezo para que me haya oído y que vuelva con nosotros.

William asintió. Regresó al dormitorio, volvió a su puesto junto a la cama de Miley y cogió su mano.

Will: Regresa a mí, amor mío -dijo suavemente-. No quiero vivir sin ti.

No fue hasta el día siguiente, cuando William se sentía completamente agotado y había perdido toda esperanza, que Miley abrió los ojos y le miró.

Miley: ¿William...?

Will: ¡Miley...! Dios mío, te quiero tanto, por favor, no me abandones.

Miley: ¡Estás... seguro?

Will: Muy, muy seguro.

Un levísimo color coloreó la palidez de sus mejillas.

Miley: Entonces, me quedaré contigo..., siempre. -Y cuando ella le sonrió, William la creyó y su corazón saltó de alegría-.

3 comentarios:

TriiTrii dijo...

Aaawwwww
Ya se recupero!!!!!!
Siii!!!!
Ahora falta el epilogo!!!!
Me encanta tu novee!! :)
Esperare el finaal
Bye byeee

LaLii AleXaNDra dijo...

Que romanticoooo
Miriam es un angel, ayudo a que miley despertara..
super
siguela
me encanta :D

Anónimo dijo...

quee carajoooo esss unnnnnnnn epilogo......haaaaaaa.

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