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viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 25


Eran las dos en punto de la madrugada cuando llegó Justin McPhee. Brittany seguía sentada en el sofá mientras Andrew se paseaba de un lado a otro, sin parar. Ella, al mirarlo, pensó que aunque hacía todo lo posible por disimularlo, parecía tan preocupado como ella.

No le pasó por alto el alivio que sintió cuando el mayordomo hizo pasar a McPhee a su estudio. A pesar de lo tardío de la hora, muchos integrantes del servicio seguían despiertos, y todos se mostraban preocupados por la desaparición del niño.

Andrew: Siento haberle molestado a estas horas -se disculpó-.

Justin: Su hijo ha desaparecido. Me alegro de que cuente conmigo. Cuéntenme lo que ha sucedido hasta este momento, con el máximo detalle.

Andrew y Brittany le pusieron al corriente al momento, rememorando lo acontecido esa tarde, empezando por la repentina aparición de la señora Swann en el pasillo y la misteriosa desaparición del pequeño Alexander.

El señor McPhee se encajó las gafas sobre la nariz.

Justin: Debo ver el cuarto del niño.

Andrew: Por supuesto.

Andrew lo condujo arriba y Brittany los siguió. McPhee examinó la habitación, buscando pistas de quién podía haber secuestrado al bebé, y adónde podía haberlo llevado. Habló con la señora Swann, que dormía todas las noches junto al bebé y que seguía despierta, pero que no aportó nueva información.

Andrew: Odio tener que preguntárselo -le dijo a McPhee cuando la mujer se fue-. Pero ¿hay alguna posibilidad de que la señora Swann esté implicada en esto?

McPhee se rascó la calva.

Justin: No lo creo. Parecía sinceramente disgustada. Pero es posible que algún otro miembro del personal haya informado al intruso. Seguramente a cambio de dinero. -Se acercó a la ventana-. Fíjese en esto. Ha sido forzada desde el exterior. Ese árbol está lo bastante cerca como para que un hombre trepe por él y se meta en la segunda planta.

Britt: ¿Quiere decir que sacó a mi bebé por la ventana? -intervino casi fuera de sí-.

Justin: Eso parece, milady.

Andrew: Alguien debió de informarle sobre dónde se encontraba la habitación del pequeño -observó-.

Justin: Exacto.

Brittany entrelazó las manos, incapaz de imaginar a ningún miembro del personal capaz de algo tan odioso.

Britt: No puedo creer que haya sido un miembro de nuestro personal. La mayoría lleva años en la casa.

Andrew levantó la cabeza.

Andrew: Todos menos el lacayo que contratamos hace poco. -Se volvió y se dirigió a la escalera. Oyó sus pasos amortiguados por la alfombra, y al poco lo vieron volver-. Jackson no está. Salió con los demás para ayudar en la búsqueda, pero según Owen no ha vuelto.

Justin: Al menos sabemos que eran dos. Voy a necesitar toda la información que puedan obtener sobre ese lacayo, así como una descripción de sus características físicas.

Andrew: Se la haremos llegar.

Justin: Tengo algunas preguntas más que hacer. Tal vez la señora Seeley esté más cómoda si nos instalamos de nuevo abajo, en el estudio.

Brittany agradeció la atención del investigador. Andrew la tomó del brazo y la condujo hasta allí, donde la sentó en el sofá de cuero.

Justin: Estamos suponiendo que al pequeño lo han secuestrado para reclamar un rescate -expuso McPhee tras cerrar la puerta-. ¿Existe alguien más que pudiera tener interés en hacerle daño llevándose al niño?

Brittany negó con la cabeza.

Britt: No se me ocurre quién.

Andrew: ¿Y su padre? -apuntó en voz baja-. Alexander es su nieto. Cabe la posibilidad de que…

Britt: ¡No! No creo que mi padre fuera capaz de algo así.

Andrew: ¿Ni siquiera para salvar su vida? Tal vez necesita un modo de escapar de la ciudad. O tal vez…

Britt: ¡Mi padre no se llevaría a Alex! Bajo ningún concepto. -Pero se daba cuenta de que su esposo no estaba del todo convencido. Levantó mucho la barbilla-. Tal vez el bebé se lo haya llevado el hombre que, según mi padre, es el verdadero traidor.

Andrew clavó sus ojos en los suyos.

Andrew: ¿De qué estás hablando?

Britt: Mi padre cree que el joven que limpiaba su despacho trabajaba para alguien que le pagó para que se llevara información.

Andrew: ¿Y cuál es el nombre de esa supuesta persona? -preguntó incrédulo-.

Britt: Es el conde de Collingwood.

McPhee abrió mucho los ojos.

Justin: ¿Collingwood?

Andrew frunció el ceño.

Andrew: Esto es de locos. ¿Por qué iba Collingwood a traicionar al país?

Britt: Por la misma razón por la que crees que lo hizo mi padre. Por dinero. Mi padre asegura que si investigas las finanzas del conde, descubrirás lo desesperado que estaba por obtener fondos, y lo mucho que ha cambiado su situación desde entonces.

Andrew se agitó en su asiento, sin duda incómodo ante la idea.

Andrew: Ese hombre nunca me ha caído bien, pero no por eso debo considerarlo traidor.

Justin: Sea como sea -intervino McPhee poniéndose en pie-, debemos investigar todas las posibilidades. Tendré en cuenta el nombre de Collingwood. Entretanto, iniciaré mi búsqueda de inmediato. En cuanto averigüe alguna cosa, se lo haré saber.

Britt: Gracias -dijo poniéndose en pie. Confiaba en Justin McPhee, tal vez por haber descubierto su participación en la huida de su padre y porque, exceptuando a la persona que lo había contratado, había mantenido el dato en secreto. Fuera como fuese, sentía una esperanza nueva que no sentía antes-.

Miró a su esposo y se le encogió el corazón. Le había dicho que la amaba. Ella llevaba mucho tiempo anhelando oír esas palabras. Pero ¿lo decía de veras? Tal vez intentaba simplemente animarla. Ojala pudiera estar segura.

Pensó en el juramento que le había hecho de lograr que su hijo volviera a casa sano y salvo, y se estremeció. Fuera lo que fuese lo que sentía por ella, Andrew no era de los que incumplían sus promesas.

Andrew acompañó a McPhee a la puerta.

Andrew: Tengo un par de amigos que tal vez puedan ayudarnos en nuestra búsqueda. Tan pronto como amanezca, enviaré un mensaje de lo sucedido al conde de Brant y al duque de Sheffield.

Justin: Buena idea.

Andrew: Yo también seguiré buscando. Manténgase en contacto conmigo. Brittany necesita saber que hacemos todo lo que podemos.

El investigador asintió.

Justin: La espera es siempre infernal. Les mantendré informados siempre que pueda.

Andrew: Gracias.

McPhee se perdió en la noche y Andrew regresó a casa.

Llegó el amanecer y Brittany y él seguían despiertos, sentados en el estudio. Como había planeado, mandó aviso a sus amigos, y al cabo de una hora la casa ya volvía a bullir de actividad.

Zac llegó acompañado de Vanessa, que se dedicó al momento a consolar a Brittany.

Ness: Entiendo cómo debes de sentirte. Sé lo asustada que me sentiría yo si alguien se llevara a mi hijo. Los hombres lo encontrarán. Sé que lo harán. Te traerán a Alex sano y salvo.

Brittany asintió y se aferró a la mano de su amiga.

En cuanto llegó Will, Andrew lo condujo a él y a su primo a otra sala.

Andrew: Os agradezco mucho vuestra ayuda.

Zac: Tú harías lo mismo por nosotros -aseguró-.

Andrew asintió. Por segunda vez en su vida, se sentía impotente. La primera vez fue cuando lo encarcelaron. Y ahora no podía hacer nada por recuperar a su hijo recién nacido.

Durante la media hora siguiente los tres hombres se dedicaron a revisar todos los posibles motivos: la venganza, el rescate, incluso la locura. Aunque el segundo parecía el más probable, debían tener en cuenta todas las posibilidades.

Andrew: Brittany ha estado en contacto con su padre -les confió-. Ayer se vieron en la Taberna de la Rosa. Yo sabía que tramaba algo y la seguí, pero al llegar él ya no estaba. Ella no cree que su padre pueda ser en absoluto responsable de lo sucedido, pero el vizconde es un hombre desesperado. Podrían capturarlo en cualquier momento. Tal vez esté buscando algo que le permita un intercambio.

Zac: Maldita sea. Por si no tuviera poco, a Brittany sólo le faltaría que el secuestrador resultara ser su padre.

Andrew: Hay algo más. Según Brittany, Forsythe jura que es inocente de todos los cargos que se le imputaron. Asegura contar con información que apunta a que el conde de Collingwood es quien vendió los secretos a los franceses.

Los dos hombres abrieron mucho los ojos, y Will frunció el ceño.

Will: El conde flirteaba con Brittany. Según recuerdo, mientras tú estuviste embarcado, él pasó varias veces por la casa. -Miró a Andrew-. No pongas esa cara. Brittany no te dijo nada, supongo. Ella no le siguió el juego, si eso es lo que te preocupa, y tan pronto como vio que su cuerpo comenzaba a cambiar, desapareció y no volvió a vérsele.

Zac: Si él es el traidor -admitió-, eso podría explicar su interés por Brittany. Tal vez creía que su padre se pondría en contacto con ella. Si en realidad es culpable, tal vez le preocupe que Forsythe le siga los pasos.

A Andrew ya se le había ocurrido esa posibilidad, por más que no quisiera contemplarla.

Andrew: ¿Qué motivo tendría para secuestrar al bebé?

Will caminaba de un lado a otro, frente a la ventana de la sala. Una ardilla grande, de cola gruesa se subió al árbol plantado frente a la casa.

Will: Es difícil estar seguro. Creo que el rescate sigue siendo la causa más probable.

Zac: Estoy de acuerdo.

Andrew: Y yo.

Preocupado por la salud del bebé en tales circunstancias, Andrew prefería pensar que era dinero lo que los secuestradores querían, y que no tardarían en pedirlo.

No había transcurrido ni una hora cuando llegó la nota con el importe del rescate.

Los cinco -Andrew, Brittany, Vanessa, Zac y Will- se reunieron en el estudio, y Brittany se quedó de pie mientras Andrew leía el mensaje en voz alta.

Andrew: «Tenemos a su hijo. A cambio exigimos cinco mil libras. A las cinco de la tarde recibirán otra nota con instrucciones sobre dónde depositar el dinero.»

A su lado, Brittany no podía dejar de temblar, y Andrew le rogó que se sentara.

Zac: ¡Maldita sea!

Will: Al menos sabemos que el motivo es el rescate.

Britt: Tenemos que… reunir el dinero. -Su voz sonó temblorosa-. ¿Podremos… podremos conseguir tanto?

Miró a Andrew, que al leer el temor en sus ojos sintió un estremecimiento.

Andrew: Lo conseguiremos, amor mío -dijo con gran ternura-.

Zac se dirigió a Vanessa.

Zac: ¿Por qué no le pides a Owen que os sirva un té a las dos en el salón?

Vanessa lo miró, cómplice, comprendiendo que los hombres no querían disgustar más a Brittany, pero que necesitaban formular algún plan. Pagar el rescate no garantizaba que el niño regresara sano y salvo. Nadie decía que era posible que Alexander hubiera perdido la vida, aunque todos sabían que era una posibilidad. Cuidar de un recién nacido hambriento no era tarea fácil.

Vanessa condujo a Brittany fuera del estudio. Andrew no la había visto nunca en ese estado, tan pálida, tan aturdida. Siempre se había mostrado fuerte y valerosa. Pero ahora era madre, y había perdido a su hijo. Se juró a sí mismo que lograría su regreso.

Will: Está bien, pongámonos manos a la obra. -Sus palabras sacaron a Andrew de su embelesamiento -. Andrew tendrá que organizar la cuestión del dinero. Zac y yo empezaremos a buscar información, a ver qué aparece. No reuniremos esta tarde a las cinco. Contamos con algo de tiempo antes de que envíen la segunda nota.

Andrew asintió. Estaba acostumbrado a dar órdenes, pero su familia se encontraba en peligro y le costaba pensar con claridad, por lo que agradecía que el duque de Sheffield tomara las riendas de la situación.

Zac y Will salieron de casa, y Andrew se fue a tranquilizar a Brittany.

Sentada con Vanessa, su aspecto era ligeramente mejor. Había recuperado parte de su fuerza, de su determinación. Se acercó a ella, se arrodilló y le tomó la mano.

Andrew: Lo encontraremos, Brittany. Quiero que pienses sólo en eso. Ahora mismo me voy a hablar con mi banquero. En cuanto los secuestradores reciban el dinero, ya no tendrán motivos para retener a Alex.

A Brittany le temblaba la mano.

Britt: ¿Y si llora? A los hombres no les gustan los niños que lloran. Tal vez… tal vez…

Andrew: Chsss. Alexander es un bebé muy tranquilo. Casi no llora.

Britt: ¿Cómo lo sabes?

Él esbozó una sonrisa avergonzada.

Andrew: A veces me siento a su lado en su cuarto. Y siempre sonríe cuando yo entro. Es un niño muy bueno.

Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas.

Britt: Oh, Andrew…

Andrew: Lo encontraremos, amor mío. Esta misma noche estará en casa.

Brittany asintió. Se secó las lágrimas con la mano temblorosa, y Andrew rogó a Dios por que sus palabras fueran ciertas.

La segunda nota llegó puntual, a las cinco de la tarde. La traía un granuja al que Zac metió en el vestíbulo para sonsacarle información.

Andrew: ¿Quién te envía? -le preguntó levantándolo por el cuello de la camisa harapienta-.

***: Un tipo me ha dado un chelín por traer el mensaje. Yo no he hecho nada malo.

Andrew: ¿Qué aspecto tenía ese hombre?

***: Era delgado y feo, no muy alto. Me ha dicho que si no traía la nota donde me decía, vendría a por mí y me cortaría la lengua.

Soltaron al chico, que se fue a toda prisa. El grupo, incluidas las mujeres, se encerró en el estudio para leer la nota. Aunque Andrew había logrado reunir el dinero, el día había traído decepciones. Ni Zac ni Will habían logrado una sola pista respecto al paradero del bebé. Justin McPhee había enviado un mensaje donde admitía no haber conseguido ninguna información válida. Se ofrecía a acompañarles esa noche, pero Andrew había rechazado la oferta por creer que los tres se bastaban para hacer frente a la situación. Prefería que McPhee usara sus dotes como investigador en otros aspectos.

Andrew desdobló la nota y comenzó a leerla en voz alta.

Andrew: «Acuda a Freeborn Court cerca de Gray's Inn Lane. Deje el dinero a la entrada del callejón, al lado de la destilería Mose, a medianoche. A cambio, recibirá un mensaje donde se le informará de dónde encontrar al bebé. No falte.»

Will: ¿Por qué no proponen hacer el intercambio en el mismo callejón? -preguntó expresando en voz alta los pensamientos de todos-.

Andrew: Dios. -se pasó la mano por el pelo-. No podemos darles el dinero sin más. No si no nos devuelven a Alex.

Britt: ¿Qué otra cosa podemos hacer? -preguntó en un susurro-.

Andrew apretó mucho los dientes.

Andrew: Espiaremos desde el callejón y seguiremos a quien venga en busca del dinero. Somos tres, así que no creo que le perdamos la pista.

Zac: Es probable -intervino- que se lleve el dinero para repartirlo con sus compinches, y ahí será donde encontraremos al niño.

Andrew rogó a Dios en silencio por que tuviera razón.

El tiempo se le hacía interminable. Brittany caminaba de un lado a otro, o se sentaba y miraba por la ventana sin ver nada.

Andrew: Son casi las diez -le dijo al fin-. Debemos llegar con tiempo para inspeccionar la zona y hallar algún sitio en el que escondernos, para ver sin ser vistos.

Brittany se puso en pie y se acercó a Andrew.

Britt: Quiero ir con vosotros.

Andrew la sujetó por los hombros con dulzura y negó despacio con la cabeza.

Andrew: Eso no es posible, amor mío. Si vinieras, además de por todo lo demás también deberíamos ocuparnos de ti.

Britt: Alex también es hijo mío. Si lo encontráis, tal vez tenga hambre, o esté herido. Tal vez me necesite, Andrew. Debo ir con vosotros.

Su esposo pareció reflexionar sobre la idea, pero de todos modos le parecía demasiado peligroso.

Andrew: Una vez que regresemos a casa, Alexander sí va a necesitar a su madre. ¿Y si te pasa algo?

Britt: Por favor, Andrew.

Él se inclinó hacia ella y le besó la mejilla.

Andrew: Lo siento, Brittany. Me gustaría poder llevarte, pero no puedo. Debo hacer lo mejor para Alex.

Zac: Es hora de irse -intervino-. No sabemos con qué problemas podemos encontrarnos. -Dicho esto, se sacó una pistola del bolsillo. Andrew y Will hicieron lo mismo, y Zac se acercó a Vanessa y le dio un beso en la boca-. Regresaremos lo antes posible.

Ness: Cuidado -les dijo llevándose la mano a la mejilla-.

Andrew se acercó a Brittany.

Andrew: Voy a devolver a Alexander con su madre.

Brittany no pudo por menos de asentir. Sentía un nudo en la garganta y una opresión en el pecho.

Britt: Os ruego precaución.

Andrew bajó la cabeza y la besó con gran dulzura. Instantes después, los tres hombres salieron por la puerta y Brittany se quedó con Vanessa.

Al cabo de un momento Brittany se levantó del sofá, despacio.

Britt: Si me disculpas, Ness, voy a subir a cambiarme de ropa.

Ness la observó desconcertada.

Ness: ¿A cambiarte? ¿Para qué? No esperas visitas, supongo.

Britt: Voy a ir a esa destilería, y no creo que pase desapercibida con estas gasas y estos encajes.

Ness abrió mucho los ojos.

Ness: Ya has oído lo que ha dicho Andrew. Serás un obstáculo, tendrán que cuidar de ti.

Britt: No, si no saben que estoy ahí.

Su amiga se mordió el labio inferior.

Ness: Supongo que en eso tienes razón.

Britt: Como le he dicho a Andrew, tal vez Alex me necesite.

Vanessa suspiró, reconociendo una derrota en cuanto la veía.

Ness: Bien, yo sé lo que haría si se tratara de mi pequeño Derek, y está claro que no puedes ir sola. También yo voy demasiado formal para visitar los bajos fondos. Tal vez tu doncella me preste algo más sencillo.

Brittany se acercó a ella y la abrazó.

Britt: No olvidaré todo lo que estás haciendo por mí.

Ness: La verdad es que espero no tener que recordarlo nunca.

Su cochero, James I’Anson, esperaba sentado en el banco del carruaje. Era un hombre alto y corpulento, de nariz larga y ojos bondadosos. Brittany, con el tiempo, había aprendido a confiar en él. A medida que el vehículo se introducía en los peores barrios de Londres, Brittany se alegraba de que las acompañara.

Ness: Ésta no es mi zona favorita de la ciudad -comentó haciéndose eco de los pensamientos de su amiga-.

Hacía tiempo que los solares habían desaparecido de las calles, que se volvían cada vez más estrechas, y las ruedas surcaban ahora callejones embarrados. Los edificios que se alzaban a ambos lados aparecían destartalados, con los porticones de madera rotos y medio descolgados, los tejados hundidos, huecos en los tablones podridos de los porches. Las nubes impedían que los débiles rayos de luna llegaran al suelo, y sumían a la ciudad en las tinieblas.

El carruaje dobló una esquina, enfiló Holborn y llegó a una plaza sin nombre, pero hacia la mitad de ésta se abría un callejón sin salida en el que Brittany distinguió el cartel de una destilería.

Britt: Siga -ordenó al cochero a través de la abertura que, a ese efecto, comunicaba la cabina con el banco y, en lugar de doblar, el carruaje prosiguió un poco más-. Está bien, ya puede parar.

Tan pronto como lo hizo, Brittany y Ness bajaron. A diferencia de la calle sin nombre que albergaba la destilería, Holborn, a aquella altura, resultaba bastante tranquila. Las dos mujeres llevaban vestidos de lana oscura y se cubrían con capas de abrigo, lo que les ayudaba a confundirse con la oscuridad. Sin darse cuenta, Brittany acarició el collar de perlas y diamantes que guardaba en el bolsillo. Si algo salía mal, si el dinero no bastaba, tal vez a cambio de la joya los secuestradores aceptaran devolverle a su hijo.

El cochero se plantó ante ellas, sombrero en mano.

James: ¿Desean que las acompañe, milady?

Por más tentadora que fuera la propuesta, si pretendían mantenerse ocultas, cuantos menos fueran, mejor.

Britt: Preferiría que nos esperara aquí, señor I’Anson. Tal vez necesitemos salir deprisa de este sitio.

El cochero asintió con gesto de preocupación.

Ness: Debemos mantenernos ocultas -aclaró-. No deseamos ponerles las cosas más difíciles a los hombres.

Brittany asintió.

Britt: Buscaremos un escondite que nos permita ver el callejón, y nos mantendremos escondidas hasta que los secuestradores recojan el dinero. Los hombres los seguirán, y nosotros seguiremos a los hombres.

Era un buen plan, y mientras se ocultaban tras un par de bidones volcados, frente a un edificio cercano al callejón, Brittany pensó que todo saldría bien. Desde allí se veía la destilería, de la que algunos clientes, borrachos, salían tambaleantes. En la ventana, junto al cartel que anunciaba el nombre del establecimiento, otro anunciaba: «emborráchese por un penique, caiga muerto de la borrachera por dos».

Brittany sintió frío y se envolvió con la capa. Se metió de nuevo la mano en el bolsillo y sintió la suavidad de las perlas al sacar un pequeño reloj con tapa de porcelana y consultar la hora. Eran casi las doce y cuarto. Llevaban esperando una eternidad.

Entonces oyó el crujir de la gravilla bajo unos pasos que provenían del callejón, y se le agarrotaron los hombros. Escuchó con más atención y hasta ella llegaron chasquidos, alguien que recogía algo del suelo. Supuso que se trataría del dinero. Luego los pasos cambiaron de dirección y regresaron por donde habían venido, y tres siluetas recortadas en la noche salieron de sus escondites.

Ella reconoció la figura esbelta, los hombros anchos de Andrew, la ligera indecisión de su paso, y el corazón le dio un vuelco. Le había dicho que la amaba, y ella rogaba a Dios que así fuera, y que encontrara a su hijo.

«Nuestro hijo», le había dicho, y al recordar esas palabras aún se le formaba un nudo en el estómago. Tal vez cuando Andrew regresara a casa empezaran a ser una familia de verdad. Eso era lo que ella deseaba por encima de todas las cosas.

Mientras los hombres desaparecían tras los edificios del callejón, en dirección a sus presas, que avanzaban ante ellos, Ness se movió, y Brittany hizo lo mismo. Una vez fuera de su escondite, sigilosas, comenzaron a seguir a los hombres, aunque a distancia prudencial, para no ser vistas.

Una rata pasó entonces por el ángulo que formaba la calle y la hilera de edificios, y a Brittany se le erizó el vello. Le llegó el hedor de excrementos putrefactos, y arrugó la nariz. A su lado, Ness se levantó los faldones para no pisar un charco de sangre. Las dos amigas se miraron con asco y siguieron caminando. Brittany acababa de llegar al final del edificio cando oyó que alguien maldecía.

Zac: Le he visto ir hacia allá -dijo señalando en la oscuridad-. Pero se ha metido tras ese montón de barriles.

Will: Ahí no está -intervino, que regresaba a toda prisa donde se encontraba Zac-.

Zac: ¿Adónde ha ido?

Will: No lo sé -admitió el duque con gesto tenebroso-.

Zac: Maldita sea, los hemos perdido.

Will: Esperemos que Andrew todavía les siga la pista.

Recorriendo la oscuridad con la vista, Zac soltó una palabrota que jamás habría pronunciado de haber sabido que las mujeres se encontraban cerca. Acurrucada contra la pared, no lejos de él, Brittany miraba a Ness y se le formaba un nudo en el estómago. Si los hombres perdían al mensajero, tal vez no dieran con los secuestradores y no lograran encontrar a su hijo.

Las nubes se abrieron un instante y entre ellas se asomó la luna, que iluminó la noche.

Ness: Ahí está -exclamó en un susurro a Brittany, que se encontraba unos pasos más allá-. ¡Ese es el joven! ¡Mira! ¡Lleva el maletín!

Britt: Es cierto, es él.

Y levantándose un poco la falda del vestido, Brittany empezó a correr.

Ness: ¡Brittany, espera! Debemos buscar a los hombres.

Britt: ¡No hay tiempo! -dijo en voz baja por encima del hombro, y ahora fue Ness la que soltó una maldición. Acercándose al grupo de hombres que empezaba a dispersarse para ir en busca del mensajero, empezó a agitar los brazos para llamar la atención de Zac-.

4 comentarios:

TriiTrii dijo...

Ay ay ay ay ayy!!!!
Eso esss britt!!!
Al rescate al babyy!!
OMG q hará Zac cuando vea Ness??
Conociendolo la regañara fuerteee pero si no estuviera tan loko x Ness no le hará nada :)!!
Sigueelaaaaa me encantoooo
P.D ya te puedo comentar!!!!! :)

LaLii AleXaNDra dijo...

O_O
y ahora..
hay Dios britt se metio en problemas..
Ojala todo salga bien..
y encuentren a Alex-...
siguela
:)

caromix27 dijo...

run brit! run!!
agarra a ese basura y recupera a tu bebe!!
me encanto el cap!
sobre todo x la aparicion estelar de la ardilla dramatica xD
sigan comentando!
me muero x ver el siguente capi

Natalia dijo...

jajajajajajaja
esta incluso gracioso el capitulo, habría que ver a Ness moviendo los brazos..jajajaja
ojala qe encuentren al pequeño Alexander..(yn)

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