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miércoles, 25 de mayo de 2011

Capítulo 7


Ness: ¿Noticias de tu primo?

Vanessa Efron, condesa de Brant, se acercó por detrás a su esposo, que seguía en su estudio, sentado a un gran escritorio de caoba.

Zac se volvió un poco, la miró por encima del hombro y sonrió.

Zac: El coronel Pendleton asegura que la misión no debería llevar mucho tiempo. Según él, Andrew estará de regreso en Londres a finales de mes.

Ness se ruborizó. Zac era alto y apuesto, de anchas espaldas y mandíbula cuadrada, y su cuerpo era duro y musculoso. Apenas lo veía, en su mente lo imaginaba en el dormitorio matrimonial, de modo que hacía esfuerzos por centrarse en la conversación que mantenían.

Ness: Según el coronel, ésta va a ser la última misión de tu primo. ¿Crees que el capitán Seeley echará mucho de menos la vida en el mar?

Apenas conocía a Andrew, a pesar de haber ido montada en el barco que zarpó hacia Francia para rescatarlo. Durante el breve tiempo en que toda la familia se reunió para celebrar su regreso, lo vio como un ser frío y distante, pero Zac le aseguró que no había sido siempre así.

Zac: El mar ha sido siempre su vida, pero se ha resignado a asumir sus deberes de marqués. Creo que, en parte, está impaciente por asumir sus nuevos retos.

Ness: ¿Crees que el matrimonio entra en sus planes? Uno de sus deberes es, después de todo, engendrar a un heredero.

Zac: Supongo que a la larga sí, pero no por el momento.

Zac se incorporó y le tiró de un mechón de pelo negro. Era pequeña, aunque ya no tan delgada como antes, pues estaba embarazada de cuatro meses. Zac se giró sin levantarse de la silla, la sentó en su regazo y la besó.

Zac: ¿De dónde sale ese repentino interés por Andrew?

Ness: Ashley ha pasado por casa. Empieza a preocuparse. Ya sabes cómo es.

Ashley era la hermana de Andrew, la vizcondesa de Aimes. Junto con Zac, había sido la responsable de lograr el regreso de su hermano desde Francia.

Zac: No tiene por qué preocuparse. Víctor Vennet ha escapado. Ese hombre ya no está en posición de revelar secretos…, ni de venderlos, en su caso. Andrew acabará su viaje y regresará a casa sano y salvo.

Ness: Sin el vizconde en el gobierno, supongo que el viaje le resultará más seguro.

Zac: Eso me hace pensar en algo que deseo preguntarte desde hace tiempo. Hace poco se me ocurrió que era mucha coincidencia que tu amiga Brittany decidiera ir a visitar a un familiar tan poco después de la fuga de lord Forsythe.

Ness le miró con expresión inocente y los ojos muy abiertos.

Ness: Cariño, supongo que no estás insinuando que Brittany tiene algo que ver con eso.

Zac: No me mires así. Dime que Brittany Snow no está implicada en modo alguno con la fuga del vizconde.

Ness: ¿Y qué te hace pensar que pueda ser así?

Zac: Que, como los dos sabemos, ese hombre sea su padre. Tal vez…

Ness: ¡Eso es un secreto, Zac! Me prometiste no mencionarlo jamás.

Zac: Lo único que digo es que…

Ness: Estás acusando a Brittany de ayudar a un hombre acusado de traición, por más que él no ha dejado en ningún momento de proclamar su inocencia.

Zac: Sí, y ya lo habrían ahorcado si alguien no le hubiera ayudado a escalar los muros de la cárcel de Newgate. Y los dos sabemos lo atrevida que puede ser Brittany.

Ness: Sin duda no sería capaz de…

Zac: ¿Seguro que no? Si tú estuvieras en su situación, seguro que te pasaría por la cabeza.

Inquieta por el rumbo que tomaba la conversación, Ness le rodeó el cuello con los brazos y se apoyó en su torso, que aprisionó dulcemente sus pechos.

Zac: Tratas de distraerme, brujita mía.

Ness: ¿Y funciona?

Sabía que sí. Se acomodó más en su regazo, y notó su excitación.

Zac: Maldita sea, sí, funciona.

Ness se echó a reír mientras él la levantaba en sus brazos.

Zac: Tal vez un poco de distracción nos haga bien a los dos. En breve tendremos que pensar en el bebé.

Ness: El médico dice que podemos seguir haciendo el amor casi hasta el final.

Zac: Sí, bueno, los médicos no siempre aciertan y yo no pienso correr riesgos. -Se agachó y la besó con delicadeza-. Sin embargo, hasta que llegue el momento, mi intención es disfrutarte siempre que tenga ocasión.

Ness se limitó a sonreír. Había logrado alejar a su esposo de un tema en el que no quería que indagara. Desde que lord Forsythe había escapado, no había tenido duda de que Brittany estaba involucrada. Por el bien de su amiga, esperaba que ésta se encontrara bien instalada en la lejana residencia de lady Humphrey y que para cuando regresara a Londres el incidente ya estuviera prácticamente olvidado.

Pensó en el collar que había regalado a su mejor amiga. Sin duda le daría la misma buena suerte que le había traído a ella.

Se decía que no había de qué preocuparse. En absoluto. Brittany era de las que siempre caía de pie. Pero la desesperada búsqueda de lord Forsythe proseguía, los jueces recurrían a todas sus fuentes para descubrir cuál era su paradero, y quién podía haber contribuido a su fuga.

Ness se estremeció en brazos de su esposo, que la llevaba en brazos escaleras arriba, y en silencio rogó a Dios por Brittany.

Matilda Wyman, baronesa de Humphrey, se hallaba sentada en el saloncito de su suite, en Humphrey Hall. Como el resto de la casa, aquellos salones se veían algo deteriorados, las cortinas de damasco algo descoloridas, lo mismo que el borde del sofá. Pero así era como le gustaba a lady Humphrey. Ella misma se sentía algo estropeada a veces.

A su lado, su vieja amiga Catherine Smith, viuda del difunto sir Frederic Smith, le hacía compañía, acomodada en una butaca y con el bordado intacto en el regazo. Ese día la preocupación de las dos se centraba en la sobrina nieta de lady Humphrey, Brittany Snow.

Cath: Qué asunto tan desagradable -declaró lady Smith haciendo chasquear la lengua varias veces y meneando la cabeza-. Sigo sin creer que alguien en Londres todavía crea que lord Forsythe es un traidor. Pero si tu sobrino ha sido siempre exageradamente patriota.

Matilda: Y leal hasta el exceso -añadió lady Humphrey con firmeza, recordando al pequeño de diez años al que acogió tras la muerte de sus padres y al que crió como si de un hijo propio se tratara-. No siempre fiel a su esposa, pobrecilla, pero así son los hombres, ¿no es cierto?

Cath: Mi Frederic también se desvió del camino, aunque sólo una vez. Durmió casi un año entero en el salón, pero aprendió bien la lección. No creo que volviera a serme infiel después de eso.

Matilda: Brittany Snow, esa hija de Víctor, por más ilegítima que fuera… su padre siempre la tuvo en cuenta. No le perdió la pista. Me escribió varias cartas sobre ella. Creo que le gustaba su valentía. -Miró a su amiga, arqueando una ceja-. Lo cierto es que sus otros hijos son bastante aburridos, ¿no te parece? Aunque jamás admitiré haber dicho tal cosa.

Cath: Los demás hijos de lord Forsythe han salido a su madre, pobres. -Sostuvo el bordado de ganchillo, aunque sin demasiado interés por retomarlo-. Espero que la chica se encuentre bien.

Entre las dos mujeres no había secretos. Habían compartido sus vidas desde hacía más de cincuenta años, vivido juntas los momentos felices y las desgracias. Eran amigas íntimas, y nada de lo que sucedía en el loco mundo que las rodeaba las escandalizaba ya.

Matilda suspiró.

Matilda: Sólo Dios sabe qué habrá sido de ella.

Hacía una semana, un capitán de la marina llamado Chambers se había presentado en su casa con los baúles de Brittany y la doncella de ésta, una joven llamada Phoebe Halliwell. Le dijo que lamentaba que la señorita no los acompañara, y le contó que se la habían llevado del Lady Anne, su buque. Un individuo llamado Andrew Seeley, capitán del Diablo de los Mares, había asegurado que buscaban a Brittany para interrogarla en relación con un asunto de seguridad nacional.

Eso sólo podía querer decir que estaba implicada de algún modo en la fuga de Víctor.

Cath: No sé si habrá vuelto ya a Londres.

A Matilda le preocupaba esa posibilidad.

Matilda: Por Dios, en este mismo momento mi sobrina nieta podría estar encerrada en una cárcel por la valentía de su acción.

Cath: No te atrevas a investigarlo, Matilda -le advirtió-. Si lo haces, puedes poner en peligro las vidas de Víctor y de la propia Brittany. Seguro que la joven habrá buscado ayuda en otra parte. El capitán Chambers sabe adónde se dirigía, y no les costará atar cabos. Si alguien ha relacionado a Brittany con los Forsythe… -Chasqueó la lengua y meneó la cabeza-.

Matilda: Llevo una vida tranquila lejos de Londres. Hace más de veinte años que Víctor no vive aquí, y son pocos los que en realidad conocen nuestro parentesco. Nadie va a atar ningún cabo. Y Brittany no tenía otro sitio adónde ir.

Catherine, ausente, agitaba el bordado en su regazo.

Cath: Espero que tengas razón.

Matilda: Yo siempre tengo razón.

Matilda todavía no tenía noticias de su querida sobrina, pero estaba segura de que antes o después las recibiría. Víctor no era un traidor. No podía haber huido a Francia. Pedía a Dios que, estuviera donde estuviese, se encontrara bien.

Y que Brittany Snow pudiera de algún modo disuadir al hombre que se la había llevado, el capitán Seeley, de sus intenciones, y convencerlo para que la llevara hasta Scarborough donde, bajo la protección de Matilda, estaría a salvo.

Se acercaban a puerto, o mejor dicho a la bahía que se extendía frente a la pequeña aldea marinera de Fenning-On-Quay, situada junto al extremo más oriental de Inglaterra, cerca de Penzance. La punta más occidental de Francia se encontraba precisamente frente a ella, al otro lado del Canal. A veces, por las tardes, y en alguna ocasión de noche, Andrew permitía a Brittany usar el sextante del barco para que se entretuviera practicando la navegación.

A partir de sus cálculos aproximados, llegó a la conclusión de que durante un tiempo habían navegado muy cerca de la costa francesa. No estaba segura de qué informaciones andaba buscando el capitán, pero le parecía que una vez que hubieran cargado provisiones, tal vez ordenara poner rumbo al sur, hacia el cabo de Brest, y navegar siguiendo la línea de la costa gala. Brittany esperaba que el barco siguiera la ruta que llevaba y que los alejaba de Londres.

Pero ahí también estaba expuesta a peligros.

Sentada en la cama, en su camarote, suspiró. No había olvidado la cena que había compartido con el capitán en su sala privada, ni los acalorados besos. No había olvidado lo difícil que se le había hecho no ceder a sus proposiciones, no invitarlo a entrar y dejar que le hiciera el amor.

Si permanecía más tiempo a bordo, él bien podía poner rumbo a Londres y entregarla a las autoridades. Y por si fuera poco podía acabar acostándose con él.

Brittany miró por los ventanucos de popa. Su parada en Fenning-On-Quay podía ser la última que hicieran en las costas inglesas antes de que el barco diera media vuelta y se dirigiera de nuevo a la ciudad, su última oportunidad de escapar a los planes que el capitán tenía para ella -fueran los que fuesen-, sin abandonar suelo británico.

Debía escapar. No podía quedarse de brazos cruzados mientras él hacía con ella lo que le placía. La cuestión era: ¿cómo iba a hacer para salir del barco?

Volvió a mirar por los ventanucos de su camarote y vio que Andrew partía con Adam Cross en uno de los dos botes de remos, camino de la costa. El tercer oficial, Roger Trask, se quedaría a cargo de la nave hasta que los hombres regresaran. Con él permanecería sólo un guardia.

Sola en el camarote, Brittany observaba los botes, que se hacían cada vez más pequeños a medida que se aproximaban a su destino.

La bahía frente a Fenning-On-Quay era profunda, por lo que el Diablo de los Mares había podido atracar más cerca de la orilla que en ocasiones anteriores.

Brittany esbozó sin querer una sonrisa. La costa no se encontraba tan lejos, y ella contaba con la ventaja de ser mujer. Andrew Seeley no tenía ni idea de que supiera nadar, sin duda no había demostrado grandes dotes la última vez que se había metido en el agua.

Pero durante los años en que ella y su amiga, Vanessa Hudgens, estudiaron en la Academia Privada de la señora Thornhill, las dos se escapaban muchas veces hasta el río donde, con sus elogios, habían convencido a dos chicos del pueblo para que les enseñaran a nadar.

Brittany calculaba la distancia que habría hasta la costa. Si se metía en el agua sólo con la enagua y una de las camisas del capitán, lograría llegar. Pero ¿qué haría una vez en tierra? Necesitaría ropa y dinero suficiente para ocuparse de sí misma hasta que encontrara algún lugar seguro y algún trabajo.

Pasó los siguientes quince minutos buscando por el camarote, con la esperanza de que el capitán guardara algún monedero en algún sitio, pero no encontró ni medio penique. Tal vez en su sala privada hallara lo que buscaba.

Se aseguró de que en el pasillo no hubiera nadie y se dirigió a la escalera. En cubierta, vio al marinero al que llamaban Ned el Largo, pero estaba ocupado arreglando una vela y no le costó demasiado pasar tras él sin ser vista.

La puerta de la sala no estaba cerrada con llave. Entró sin que nadie la viera e inició la búsqueda. Había cartas de navegación de las costas francesa y española abiertas sobre su escritorio, junto a la brújula y al reloj de arena. En el interior de una preciosa caja de nogal reposaban dos pistolas. Brittany bajó la tapa al momento, al recordar otra caja también tallada.

Se acercó a la mesa estilo Reina Ana y levantó la tapa de la adornada caja de plata que se hallaba en su centro. Sobre una cama de tela azul, el Collar de la Novia le lanzaba sus destellos. Brittany lo cogió y se lo metió en el bolsillo de su falda gris de gasa.

En una ocasión, Ness se vio obligada a vender ese mismo collar para que ella y su hermana pudieran escapar de la crueldad de su padrastro. Si Brittany tenía que desprenderse de él para salvarse, también lo haría.

De regreso en el camarote, buscó su vestido de seda azul turquesa, se quitó la falda y la blusa y lo metió todo dentro de su capa, con la que a su vez hizo un ovillo que envolvió con el abrigo impermeable del capitán, sellado con aceite. Su esperanza era que se mantuvieran secas y a flote durante su viaje.

Se puso el collar, pues no se le ocurrió otro lugar mejor para llevarlo.

Inspeccionó los ventanucos que se abrían sobre la cama, pero eran demasiado pequeños para colarse por ellos. Se puso una camisa de Andrew sobre su enagua, se dirigió a la puerta, rogando a Dios que nadie la viera, y avanzó en silencio por el pasillo.

El barco se balanceaba ligeramente sobre las aguas tranquilas, y los cabos chasqueaban al entrechocar. Brittany oyó a los hombres en la proa del barco, entonando cantos obscenos. No parecía haber nadie en los alrededores. Brittany miró a ambos lados y salió a cubierta.

Roger: Vaya, vaya, vaya. ¿Pero a quién tenemos aquí? -dobló la esquina justo en el peor momento. Se fijó en la ropa que llevaba- o más bien en la que no llevaba-, sus dedos gruesos se cerraron alrededor de su muñeca y la atrajo hacia sí-. ¿Dónde se cree que va? -La desnudó con la mirada, sus ojos se posaron en el collar-. ¿Y así vestida, con sólo una camisa y esa joya? ¿No estará pensando en llegar a la orilla?

Britt: Suélteme.

Roger: Lo siento, señorita, eso no puedo hacerlo. No hasta que obtenga algunas respuestas. No estaría bien, ¿sabe? -Echó mano al collar, pasó los dedos por las perlas, con los ojos tan brillantes como los diamantes engarzados entre ellas-. Dígame la verdad. ¿Pensaba llegar a la costa?

Ella levantó mucho la barbilla.

Britt: ¿Y qué si es así?

Roger: Que tal vez yo estuviera dispuesto a dejar que lo intentara… si llegáramos a un acuerdo.

Britt: ¿Qué… qué clase de acuerdo?

Roger: Las perlas, señorita. Usted me da las perlas y yo la dejo escapar. Su libertad a cambio del collar. O eso o la entrego al capitán. Estoy seguro de que él sabrá cómo tratarla.

Un escalofrío recorrió todo su ser. Si Andrew descubría que había tratado de escapar, tal vez la encerrara de nuevo en el camarote. Tal vez navegara directamente a Londres para entregarla a las autoridades. Si lo hacía, acabaría en la cárcel, quizá la condenaran a morir en la horca.

No podía correr ese riesgo.

Al mirar a Roger Trask, el brillo de sus ojos fijos en el collar, supo que no le quedaba otra alternativa.

Se llevó las manos a la nuca y trató sin éxito de desabrocharse el cierre.

Roger Déjeme a mí. -Se plantó tras ella, abrió el cierre y la ristra de perlas se deslizó hasta sus manos callosas-. Ya puede irse. -Sus ojos oscuros brillaron triunfantes, y ella se dio cuenta de que su intención era hacer creer a Andrew que se había fugado con el collar-. El capitán puede volver de un momento a otro. -Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los veía e, impaciente, la acercó hasta la barandilla-. Dese prisa y tírese, si no quiere que lo haga yo mismo -la amenazó con expresión huraña, arrojando por la borda el hatillo con la ropa-.

Sólo en ese momento Brittany supo que Roger Trask no creía que fuera a alcanzar la orilla con vida.

Se estremeció. Mientras se lanzaba por la borda y caía al mar helado, pensaba que la costa parecía estar mucho más lejos que hacía un instante. Tal vez Trask estuviera en lo cierto y se ahogara antes de llegar.

Aunque no lo creía.

Con largas y uniformes brazadas, se puso en marcha rumbo a la orilla, arrastrando el hatillo tras de sí.

4 comentarios:

Alice dijo...

Bueno, la aparición de Zanessa ha sido breve, pero tranquis, ke apareceran mas veces.
Y aunque Drew Seeley y Brittany Snow no sean de los personajes ke mas gustan por aquí, o bueno no lo se XD, son majos. A mi me caen bien y harían buena pareja, no? XD
Bueno, comentadme mucho!
Que si publico dos caps diarios es porque se ke kereis noves zanessa y publico dos para acabar antes
Pero esta trilogía esta muy bien
Espero que os este gustando
Bye!
Kisses!

TriiTrii dijo...

Woow q traidor es roger!
Y me imagino q britt cuando llegue a la orilla se encontrara cn Drew...
Yo nc si el papa d britt sea un traidor o fue una equivocación
Pero buenoo a mi me encanta Zanessa y x lo menos salieron aunq sea breve.. Me encanto el capii siguelaa espero el otro cn ansias!
Byee ;)
TQM

Natasha dijo...

jajaja si te soy sincera ni ando leyendo la nove
somos zanessáticas.. zanessa es lo que nos llama la atención, de alli vienen las "novelas adaptadas a zanessa" :P

pero debo aceptar que la historia se ve buena.. tal vez cuando tenga tiempo la pase a mi cel y la lea

me encantan tus historias... y siempre me paso por aqui, aveces leo de reojo xDD

espero tener más tiempo para ello... :D
byee CDT

caromix27 dijo...

x fin zanessa!!
q ia los extrañaba!
aunq stos siempre stan zumbando xD!
y brit!! date cuenta! no debiste saltar niña ¬¬
pero bueno ia lo descubrras x ti misma!!
sigan comentando!
PD: si alguien sabe como arreglar un blog, pasenme la voz, xq el mio sta fregado ¬¬
bye loki! tkm!

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