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martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 21


Una ola de calor descendió sobre la ciudad. El bochorno se apoderaba de los días, el aire se llenaba de hollín y polvo, y costaba respirar. El verano se había instalado en Londres, y el ritmo de la vida en la ciudad se ralentizaba.

Durante la semana del 22 de julio sucedieron dos cosas.

Vanessa Efron dio a su esposo un precioso y sano niño.

Y a Andrew volvieron a encomendarle que se hiciera a la mar.

Se encontraba en su estudio, sentado al escritorio, cuando apareció Zac.

Zac: Me han dicho que te vas -le soltó sin rodeos-. Me ha parecido que, si quería verte antes de tu partida, más me valía pasarme por tu casa.

Andrew: He supuesto que Pendleton te lo contaría.

Zac: Y así lo ha hecho, sí. Y también me ha contado que preferiría no haber tenido que pedirte que te ocuparas de la misión, pero que algo sucedía con los movimientos de la flota francesa. Y que Max Bradley va contigo.

Andrew: Así es. Acabamos de saberlo. Zarpamos a finales de esta semana.

Según Max, los franceses se habían puesto definitivamente en marcha. El Diablo de los Mares y su tripulación serían de gran utilidad. Andrew se dijo a sí mismo que no tenía más alternativa que aceptar.

Y, en cierto sentido, se alegraba de tener que partir.

Desde la aparición de Timothy Banks, se había mantenido alejado de Brittany. Y aun así, a pesar de no verla, sentía su presencia, oía su llamada. Si en alguna rara ocasión se cruzaban en algún rincón de la casa, el corazón le daba un vuelco y casi le dolía. Al verla en la terraza con Alan debía hacer grandes esfuerzos por no ir junto a ella y abrazarla. La deseaba tanto que el deseo se convertía en sufrimiento, y sin embargo no podía hacerla suya.

Se concentró en Zac.

Andrew: Necesitan contar con el Diablo de los Mares. Mi barco y mi tripulación pueden lograr objetivos que no están al alcance de los buques de la Armada.

Zac apretó los dientes.

Zac: Siempre has sido muy bueno en las cosas que hacías. Fueran las que fuesen. De eso no hay duda.

Andrew ignoró el ligero tono irónico de su primo.

Andrew: Por cierto, quería pasar por tu casa. Creo que debo felicitarte.

La expresión de Zac se suavizó.

Zac: Vanessa me ha dado un niño. No puedo transmitirte lo felices que nos sentimos.

Andrew apartó la mirada. No quería pensar en el bebé que Brittany llevaba en su interior. No quería pensar en Brittany, pero al parecer no podía hacer otra cosa.

Andrew: Espero que tu esposa se encuentre bien.

Zac: Está muy bien, gracias. -Sus ojos azules se fijaron en el rostro de su primo-. ¿Y la tuya?

Andrew volvió a apartar la mirada.

Andrew: Brittany se encuentra bien.

Zac: ¿Y tú cómo lo sabes? Según Vanessa, apenas os habláis.

Andrew: Le he pedido a la doncella que me mantenga informado. Su cuerpo experimenta cambios, por supuesto, pero por lo visto se adapta muy bien a la inmediata maternidad. E incluso se la ve emocionada. -Con la esperanza de orientar la conversación por otra dirección, se acercó al aparador y le quitó el tapón de cristal al escanciador de coñac-. ¿Te apetece una copa? Te aseguro que a mí no me vendría nada mal.

Zac: No, gracias.

A Andrew no le pasó por alto que el tono de voz de su primo era de gran seriedad.

Andrew: Tienes algo que decirme, así que mejor que lo sueltes de una vez.

Zac: Está bien, lo haré. Cuando regresaste de Francia, me dijiste que te retirabas del mar. Me dijiste que te apetecía asumir tus deberes de marqués.

Andrew: Eso dije, sí. A veces las cosas cambian.

Zac: Ahora estás casado, Andrew, y estás a punto de convertirte en padre. ¿Es que no te importa eso?

Andrew: He adquirido un deber con mi país. Y eso no puedo ignorarlo sin más.

Zac golpeó la mesa con la mano.

Zac: ¡Maldita sea, hombre! ¡Tienes un deber con tu esposa y con el hijo que espera!

Andrew se puso en tensión.

Andrew: Eres unos años mayor que yo, Zac, es cierto, pero sigues siendo mi primo, no mi padre.

Zac: Tu padre se retorcería en su tumba si supiera cómo te has comportado con esa chica. No ignoro que Brittany tiene carácter, que tal vez no es la clase de mujer que tenías en mente cuando pensabas en casarte. Sé que en el pasado ha hecho cosas impropias que tú desapruebas, pero…

Andrew: No es sólo que tenga carácter. Es la mujer más valiente que he conocido en mi vida. Brittany es, de hecho, valerosa hasta el absurdo. E imprudente en extremo, se muestra dispuesta a ponerse en peligro a sí misma por salvar a los demás, como hizo cuando ayudó a su malvado padre. Es inteligente, valiente y directa. Es preciosa, generosa y… -Alzó la vista y, al darse cuenta de lo mucho que se había puesto ya en evidencia, se ruborizó-.

Zac lo contemplaba como si no lo hubiera visto nunca.

Zac: ¡Dios mío! Estás enamorado de ella.

A Andrew se le derramó el coñac.

Andrew: No seas idiota.

Pero cuando depositó la copa sobre una mesita, le temblaba la mano.

Zac: Rechaza la misión, Andrew. Tú ya has cumplido con tu deber… de sobra. Quédate con Brittany. Va a ser madre. Va a necesitarte aquí cuando llegue el momento.

Lo cierto era que ya lo había pensado, se había planteado que tal vez otro podría ocupar su lugar en el barco. Le costaba mucho admitir que su deseo era quedarse en casa con Brittany. Pero no podía fallar a su país en ese momento decisivo.

Negó con la cabeza.

Andrew: No puedo. He dado mi palabra. Y no voy a faltar a ella.

Zac: Si regresas al mar, esta vez no te juegas sólo tu propia vida. Arriesgas la posibilidad de un futuro con Brittany. Es tu mujer, Andrew. Si no estás aquí cuando te necesite, ¿cómo vais a plantearos una vida en común?

Andrew: Sean cuales sean mis sentimientos por Brittany, por encima de ellos está el hecho de que mi país me necesita. Si tengo suerte, la misión no durará mucho y regresaré a Londres antes de que nazca el bebé.

Zac: ¿Estás seguro de que no haces todo esto para evitar enfrentarte a la realidad? ¿La realidad de que Brittany es la hija de Víctor Vennet?

¿Era así? No del todo.

Zac esperó inútilmente una respuesta y se le escapó un suspiro.

Zac: Brittany pasó muchos años sin saber quién era su verdadero padre. Es una pena que lo descubriera.

Andrew coincidía con él en eso. Tal vez de no haberlo sabido, las cosas serían distintas.

Vio salir a Zac, que caminaba con los hombros hundidos, como si sobre ellos cargara el peso del mundo entero.

Estaba preocupado por él.

Andrew pensó que sería mejor que se preocupara por Brittany.

Julio dejó paso a agosto. Brittany ya notaba que el bebé se movía en su vientre, le daba unas pataditas que siempre la tomaban por sorpresa y que nunca dejaban de emocionarla. Desde que Andrew se había ido, hacía ya algunas semanas, se había refugiado en su futuro hijo, preparándose para lo que había de venir en los meses que faltaban para su nacimiento, decorando su cuarto, comprando una cuna, cortinas, juguetes…

Pasaba muchos ratos con Ness y su recién nacido, Derek Zachary, y Alysson se les unía con frecuencia. La cuñada de Brittany, Kate Seeley, llegó a la ciudad para pasar un mes entero, lo que renovó su amistad y le ayudó a hacer los días más llevaderos. En los últimos tiempos, Kate se había visto bastante con un rico terrateniente llamado Charlie Wentworth, que no vivía lejos de Belford Park.

Kate: Somos sólo amigos -sin embargo la traicionó el rubor en sus mejillas. Brittany se alegró de ver que su cuñada había vuelto a participar en los asuntos del mundo-.

Otros amigos venían a visitarla. La hermana de Andrew, Ashley, se acercaba a la casa siempre que ella y su familia se encontraban en la ciudad. Incluso Martin Daniels asistió varias veces a verla. Brittany se cuidó mucho de no seguirle la corriente al conde, y cuando comenzó a notársele el embarazo, éste no volvió a aparecer más.

Una mañana en que comenzaba a sentir los efectos del calor veraniego, Ness llegó sin avisar con el bebé en brazos. Se trataba de un niño precioso, de ojos azules brillantes y pelo negro, que Ness estaba convencida de que con el tiempo se volverían rubios, como los de su padre.

No fue lo inesperado de su visita, sino la expresión de su rostro, lo que disparó todas las alarmas en la mente de Brittany.

Britt: ¿Qué pasa? ¿Qué ha sucedido?

Ness apretó mucho los labios.

Ness: No traigo buenas noticias. Entremos en el salón para hablar con más privacidad.

El corazón de Brittany se iba llenando de temor mientras seguía a Ness hasta el salón verde y cerraba la puerta.

Britt: ¿Es Andrew? ¿Le ha ocurrido algo a mi esposo?

Ness negó con la cabeza.

Ness: No se trata de eso.

Dejó al bebé a su lado, en el sofá, lo envolvió con la mantita y lo arropó con ella.

Ness: No es Andrew, es tu padre.

Britt: ¿Mi padre? ¿Te refieres a mi verdadero padre?

Ness: Sí.

Brittany se sentó a su lado.

Britt: ¿Qué pasa con él?

Ness: Ayer noche, el coronel Pendleton vino a visitarnos a casa. Zac y él son amigos desde hace años.

Britt: Sí, lo sé. Os ayudó a ti y a él a rescatar a Andrew de la cárcel.

Ness: Así es. Ayer noche dejé solos a los hombres para ir a ver si el niño estaba bien y cuando volvía, desde el pasillo oí que hablaban. Al parecer a tu padre lo vieron en York hace un tiempo. Y últimamente se ha informado de su presencia en Leicester. Las autoridades creen que se dirige a Londres.

A Brittany se le formó un nudo en el estómago.

Britt: Seguro que se equivocan. ¿Por qué habría de correr el riesgo de volver a la ciudad?

Ness: Sé que parece descabellado, pero el coronel cree que es cierto, y me ha parecido que debías saberlo. -Se acercó más a ella y le tomó la mano-. Escúchame bien, Brittany. Si tu padre trata de ponerse en contacto contigo, debes negarte a verle. Si se descubre que eres la persona que le ayudó a escapar, te encarcelarán. Y no puedes permitir que eso suceda. Ahora debes pensar en tu hijo.

Britt: No creo que vuelva. En estos momentos mi padre podría estar en cualquier parte. Podría incluso haber salido del país, tal vez hallarse camino de las colonias.

Ness: Sin duda parecería más aceptable. Esperemos que tengas razón.

Brittany rogaba que así fuera. Como acababa de decir Ness, ahora debía pensar en su futuro hijo.

Ness: Tal vez sea mejor que Andrew no esté -prosiguió-.

Brittany sabía a qué se refería. No había en el mundo nadie más decidido a ver a su padre ahorcado.

Britt: Tal vez, pero…

Ness: Pero tú le echas de menos horrores, y estás preocupada por él.

Britt: Le quiero, Ness. -Suspiró-. El día en que Timothy Banks vino a esta casa, comprendí al fin el terrible conflicto al que se enfrenta Andrew. Se siente culpable por haber sobrevivido cuando mataron a sus hombres. Además, se vio obligado a casarse con la mujer cuyo padre, según él y sin ninguna duda, es culpable de sus muertes. Andrew siente que si se permite amarme, será la traición definitiva.

Ness le apretó la mano.

Ness: Tu esposo es un hombre difícil. Tal vez en esta temporada que pasa lejos, será capaz de asumir su pasado y descubrir qué es lo verdaderamente importante.

A Brittany se le hizo un nudo en la garganta. Rogaba todos los días por que sucediera eso. Ahora le llegaban rumores sobre su padre, y le pedía a Dios que fueran infundados y que su marido regresara a casa sano y salvo.

Las semanas transcurrían lentamente, los días de agosto, calurosos y húmedos.

Brittany trataba de no preocuparse por Andrew, pero las noticias que llegaban de la guerra no eran alentadoras. Una Armada de buques de guerra franceses había roto el bloqueo de la costa de España y una flota militar británica navegaba a su encuentro. El coronel Pendleton había acudido personalmente a la residencia a informarla sobre Andrew, y le había contado que por el momento tanto él como su barco se encontraban a salvo.

A finales de mes los periódicos se llenaron de relatos sobre la gran batalla librada en las costas de Cádiz, que le había costado la vida al querido almirante James. Aparecían listas de bajas en el Chronicle, y Brittany leía todos y cada uno de los nombres con gran temor. Según las informaciones, la batalla de Trafalgar había supuesto una gloriosa victoria para Inglaterra. Sólo habían muerto quinientos soldados británicos, mientras que entre las filas francesas la cifra de bajas superaba los cinco mil.

Con todo, Andrew podría encontrarse entre los muertos, y hasta que pudiera descartarlo, no dormiría tranquila.

Alan le servía de consuelo. Por insistencia de Andrew, el pequeño había seguido en casa para proseguir con su educación. Fascinado con los astros, solía reunirse con ella por las noches para observarlos con detenimiento a través del telescopio. Pero estaba preocupado por sus amigos, y le insistía para que le leyera las noticias de la guerra.

Alan: El capitán estará bien -aseguraba con seguridad-. Es un tipo astuto. Esta vez los franceses no van a poder con él.

Brittany rezaba por que Alan estuviera en lo cierto. Si algo le sucedía a Andrew…

El corazón le dio un vuelco.

Se negaba a considerar esa posibilidad.

Un viento sostenido soplaba del norte, azotando el océano y levantando olas blancas. La cubierta del Diablo de los Mares se balanceaba bajo los pies de Andrew y él se mecía a sí mismo con las corrientes. Las velas de lona chasqueaban sobre su cabeza, pero él apenas se percataba. Su mente lo había llevado a casa, a su regreso a Londres, a Brittany.

Adam: ¿Qué sucede, joven? Lleva media hora mirando el mar.

Perdido en sus pensamientos, no había oído aparecer a Adam, que se había acercado a él y se apoyaba en la barandilla.

Andrew: Estoy preocupado por Brittany y el bebé.

Adam ahogó una risa.

Adam. Hace miles de años que las mujeres tienen hijos. La chica es fuerte y el niño crecerá fuerte también.

Andrew: Ojala estuviera allí.

Zac tenía razón. No debería haberla dejado sola.

Adam: No tenía elección. No habría podido vivir tranquilo con su conciencia.

Andrew: ¿Y si no regreso a tiempo y sucede algo? Será culpa mía, Adam.

Su segundo de a bordo le miró con fijeza.

Adam: Desde que la trajo a bordo de este barco, fue evidente que se preocupaba por ella. Entonces, ¿ya ha dejado atrás el pasado? ¿Será un verdadero esposo para la joven?

Andrew volvió a posar los ojos en el agua.

Andrew: La he tratado injustamente desde el principio. En las semanas que llevo fuera de casa he comprendido la verdad.

Adam: ¿Que la ama?

Andrew apretó con fuerza la barandilla.

Andrew: Sí.

Adam: ¿Y ella lo sabe?

Negó con la cabeza.

Andrew: Ni yo mismo estaba seguro.

Adam: Entonces debe decírselo.

Andrew suspiró en la oscuridad.

Andrew: No puedo.

Adam: ¿Por qué diablos no puede?

Andrew: Porque me he jurado que llevaré a su padre ante la justicia. Y es un voto que no puedo romper.

Adam no se lo discutió. Comprendía que había algunas cosas que eran sagradas. La palabra de un hombre era una de ellas.

Adam: Tal vez con el tiempo todo esto termine.

Andrew: Rezo por que así sea -admitió preguntándose si sería así algún día-.

Phoebe: Disculpe, milady. -asomó la cabeza por el ranura de la puerta entreabierta-. Acaba de llegar esto para usted.

Le alargó una hoja de papel doblada y sellada con una gota de cera roja.

Brittany frunció el ceño. Estaban a mediados de octubre. Su embarazo era ya de ocho meses y tenía la barriga redonda, el ombligo salido, y el bebé se le había instalado muy abajo, en punta, lo que, en palabras de Ness, era señal fiable de que sería un niño.

Britt: ¿De dónde has sacado esto?

Phoebe: La cocinera me ha dicho que ha aparecido un hombre en la puerta trasera y le ha pedido que se lo hiciera llegar a usted.

Phoebe le entregó la nota y empezó a agitarse a su alrededor, intrigada por lo que pudiera contener aquel papel.

Britt: Es todo, Phoebe.

Con su curiosidad insatisfecha, la doncella torció el gesto.

Phoebe: Sí, milady.

Brittany esperó hasta que hubo salido de su dormitorio, y sólo entonces leyó el mensaje. Reconoció al instante la letra, que era la misma que la de las otras cartas que había leído, y el corazón le dio un vuelco.

Queridísima Brittany:

He tardado en ponerme en contacto contigo, decidido a no involucrarte más en mis dificultades. Por desgracia, desde mi huida, todos los intentos por demostrar mi inocencia han sido inútiles, por lo que me veo obligado a suplicar tu ayuda una vez más. Acabo de saber que te has casado con un hombre de gran influencia. Espero que logres ponerlo de mi parte en la situación por la que atravieso. Llegaré a Londres dentro de cinco días. Reúnete conmigo en la Taberna de la Rosa de Covent Garden, en Russell Street. Te espero a las dos de la tarde. Si no vienes, sabré que consideras que ya has hecho bastante por mí, lo que por supuesto es cierto. Con todo, espero verte con todas mis ansias.

Con gran admiración por tu valor, y con mucho amor,

TU PADRE

El papel le temblaba en la mano. Como sospechaban las autoridades, su padre seguía en Inglaterra. En la carta había proclamado su inocencia, y pretendía demostrarla. Tal como le había advertido Ness, le solicitaba su ayuda.

«Dios santo.»

No sabía dónde había estado su padre durante los últimos meses, pero sin duda sabía poco de su hija. Aunque de algún modo se había enterado de su matrimonio con un marqués, era evidente que no sabía que Andrew había capitaneado el Bruja de los Mares, que su esposo creía que el vizconde era el responsable de su encarcelamiento y de la muerte de los hombres de su tripulación. No sabía que Andrew deseaba verlo en la horca.

Y tampoco creía que supiera que estaba embarazada.

«¡Dios santo, Dios santo!»

Ojala tía Matilda estuviera allí. Sería ella la que se reuniera con el vizconde, averiguara lo que necesitaba y tratara de ayudarlo como pudiera. Pero según las últimas cartas que había recibido de ella, lady Humphrey llevaba varios meses enferma y no podía viajar. Por eso no se había desplazado hasta Londres.

Brittany podía pedirle ayuda a Ness, claro, y sin embargo se negaba a poner en peligro a nadie más.

Pero también se negaba a abandonar a su padre en esa hora de necesidad. Era inocente, eso había dicho. Antes del juicio, ella se había dedicado a leer todo lo que encontró sobre el caso, pero en él no parecía haber conclusiones definitivas. Durante todo el proceso él había proclamado su inocencia, pero el jurado lo había considerado culpable y le había condenado a morir ahorcado.

Brittany había dado los pasos oportunos para que eso no sucediera.

Una vez más, rogaba a Dios que le diera el valor para hacer lo que debía.




Gracias Nati por comentar, ke maja eres ^^
No se que ha pasado con las demás, pero bueno, aún así he puesto este, que espero que os haya gustado.
Ha pasado lo mas esperado, creo yo, el nacimiento del hijo de Zanessa.
Me lo imagino ahí, chiquitín, con sus papis, los que en la vida real son tontos ¬¬
Bueno comentad mucho en este eh...
¡Bye!
¡Kisses!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantoooo!!!!!!
Ya Ness y Zac tienen un baby!!!
Alice no se q pasa q en tu nove no puedo comentar
Asi que me puse cm anónimo :(
Bueno me encanto el capii
Siguelaa!!
Bye byee
Att.Cary

Natalia dijo...

AIIIIIIIIIIIIIIIIS! ZANESSA CON SU MINI EFRON!
Que cuquis!!!!:D
Bueno tu tb eres muy maja chica:)
Siguela prontico eh?
que esto se empieza a poner interesante..jaja
Muackkk!

caromix27 dijo...

AwwW! el bebe!
todo pekeñito!! aww!
y bueno ia te dije loki...
nadie sabe q pasara de aki en el futuro, xq solo el amor verdadero dura para toda la vida! pero regresando al cap!!
Tonto andrew!!
date cuenta! la amas gilipollas!!
y el padre de britt ia sta q se pasa de cochudo ¬¬! arregla tu vida y no metas a tu hija mas de lo q haz hecho ¬¬!
bueno sigan comentando q van muy bien!!
bye loki!
tkm

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