Capítulo 15

Hasta transcurridas dos horas Brittany no se vio con ánimos de enfrentarse a ese nuevo día. Abandonó su dormitorio y descendió por la escalera, resignada una vez más a que las cosas fueran como eran. Sus temores se habían confirmado y su esposo la había dejado sola. Pero con los años ella había aprendido a depender sólo de sí misma y, además, ahora debía pensar en el bebé.

Selló los ventanales que daban al jardín mientras pensaba en la conversación que deseaba mantener con lady Belford, y tras vencer la suave pendiente que conducía a la casa de la viuda, llamó a la puerta de madera tallada. Debía tratar algunos temas con ella, y estaba convencida de que la sinceridad sería su mejor aliada.

***: Buenos días, milady -la recibió un mayordomo de pelo canoso al que no conocía-. Usted debe de ser la nueva lady Belford.

Britt: Sí, he venido a hablar con…

Kate: Entra, Brittany, querida.

Kate se acercó a ella, bajita y con la cara redonda, los ojos hinchados pero sonrientes.

Britt: Supongo que las dos somos lady Belford ahora, ¿no te parece? A veces todo esto de los títulos resulta algo engorroso. -Pero era evidente que Kate Seeley se sentía más cómoda en su papel de lo que ella llegaría a sentirse nunca-.

La mujer rubia y pequeña la condujo hasta un salón acogedor decorado en suaves tonos, marfil y verde mar. De las ventanas colgaban cortinas de ese mismo color, y una alfombra de Aubusson en un tono más oscuro proporcionaba calor al suelo. Tal como había dicho Kate, la casa de la viuda se encontraba en mejores condiciones que la residencia principal.

Se sentaron en un sofá ahuecado en exceso, y la anfitriona ordenó a Rod, el mayordomo, que les trajera té con pastas.

Cuando el hombre desapareció tras las altas puertas correderas de caoba, Kate se volvió hacia Brittany y esbozó una sonrisa.

Kate: No sabes cuánto me alegra que estés aquí, en Belford. Desde que Charles nos dejó, le he echado muchísimo de menos. Sin él, la soledad se me hace insoportable.

Britt: Debe de haber sido horrible para ti… perder a tu esposo de ese modo tan repentino.

Kate suspiró.

Kate: Quedé destrozada. Un día amaneció lleno de vida y riéndose sin parar. Y al cabo de lo que me pareció un instante, ya no estaba. -Durante unos momentos, sus ojos se llenaron de lágrimas, y Brittany se dio cuenta de que hacía esfuerzos por no llorar-. Lo amaba con locura. Deseábamos tener un bebé, pero no pudo ser.

Brittany, ruborizándose, apartó la mirada.

Kate: No te sonrojes, querida. Estás embarazada, ¿no es cierto?

Brittany levantó la cabeza.

Britt. ¿Cómo lo has sabido?

Kate: Por el brillo de tu rostro. Además, de otro modo no habrías logrado llevar a mi cuñado hasta el altar. Pero me alegro de que se haya casado. Andrew es un hombre difícil. Ha sufrido en el pasado, y eso lo ha convertido en una persona amarga y sin ilusión. Creo que tú lograrás sacarlo de las tinieblas.

A Brittany se le hizo un nudo en la garganta. Con los ojos arrasados en lágrimas, volvió la cabeza. Llorar delante de una mujer a la que apenas conocía no entraba en sus planes, pero las palabras de Kate habían desatado en ella unos sentimientos que llevaba tiempo esforzándose por ocultar.

Lady Belford se ausentó un instante y regresó con un precioso pañuelo bordado.

Kate: No llores, querida. Si lo haces pensaré en Charles y yo también me echaré a llorar.

Le alargó el pañuelo a Brittany, que se lo llevó a los ojos.

Britt: Lo siento, no era mi intención. Es sólo que…

Kate: ¿Qué sucede, querida?

Britt: Yo llegué a enamorarme locamente de Andrew. Lo amaba como tú amabas a tu Charles.

Kate: ¿Y ahora no lo amas?

Brittany se llevó el pañuelo a la nariz.

Britt: Me niego a amar a un hombre que no me ama.

Lady Belford le tomó la mano y se la apretó con suavidad. En ese momento las puertas del salón se descorrieron y las dos se volvieron al oír el ruido del carrito que traía el té.

Kate: Veo que Rod nos trae el té, y me atrevo a asegurar que a las dos nos vendrá bien tomar una taza.

El mayordomo bajo y de pelo cano acercó el carro hasta el sofá y se retiró, tras cerrar de nuevo las puertas. Lady Belford sirvió con cuidado la humeante infusión en dos tazas de porcelana adornadas de oro, y añadió un terrón de azúcar a la de Brittany antes de alargársela.

Kate: Y bien, ¿qué es lo que sucede entre Andrew y tú? ¿Tratas de decirme que se ha ido porque no te quiere?

La taza y el platillo temblaron en su regazo.

Britt: Dejando de lado el deseo físico que parece común a todos los hombres, en realidad apenas me soporta. -Clavó los ojos en Kate. Esas palabras le causaban tal dolor en el pecho que debía esforzarse por seguir pronunciándolas. Ojala pudiera contarle a su cuñada toda la verdad. Pero si lo hacía traicionaría a su padre, y eso no podía permitírselo-. Es una historia muy larga -dijo al fin-. Baste decir que soy la última persona en el mundo con la que querría haberse casado.

Kate: ¿Y entonces por qué lo hizo?

Brittany se encogió de hombros.

Britt: Andrew es un hombre de honor. Se sentía responsable por haberme dejado embarazada.

Kate esbozó una fugaz sonrisa.

Kate: No creo que conozcas a mi cuñado tan bien como crees.

Britt: ¿Qué quieres decir?

Kate: Si Andrew Seeley no hubiera deseado casarse contigo, nada en el mundo le habría obligado a hacerlo.