Capítulo 26

Ya era noche cerrada cuando, una vez reparada la rueda, el carruaje se detuvo frente a la casa. Joseph había ido a buscar al alguacil, que se presentó en pocos minutos. Zac estuvo más de una hora respondiendo sus preguntas, pero finalmente les permitieron marcharse.

Zac: Debo contarte algo.

Vanessa alzó la vista, preocupada.

Ness: ¿De qué se trata?

Zac: Este viaje no era necesario. Harwood no lo sabía, pero me estaba vendiendo la casa a mí. La propiedad requiere una restauración en profundidad, y yo pensaba iniciarla cuanto antes, porque quería ofrecerte la casa como regalo de cumpleaños.

Ness: Pero… Alysson me dijo que el hombre que la había comprado se llamaba Baldwin Slaughter.

Zac: Sabía que el barón no aceptaría vendérmela a un precio razonable -explicó esbozando una sonrisa pícara-.

Ness sonrió también y le rodeó el cuello con los brazos.

Ness: Eres el hombre más maravilloso del mundo.

Zac se contrajo de dolor, y ella lo soltó de inmediato.

Ness: Lo siento, amor mío, ¿te duele mucho?

Zac: Me escuece un poco, pero no hay de qué preocuparse, aunque el viaje a casa me va a resultar algo incómodo.

Vanessa le había vendado la herida del brazo, pero todavía tenían por delante un trayecto de cuatro horas hasta Londres. Al final, preocupada por él, como siempre, insistió en que pasaran la noche en la posada Black Dog.

Zac: Ya te he dicho que es sólo un rasguño -protestó-. Nada grave.

Pero Vanessa no le hizo caso. Le ayudó a desvestirse y comprobó si el vendaje se mantenía en su sitio. Insistió en que tomara una dosis de láudano antes de meterse en la cama. Él no opuso resistencia, siempre que ella le acompañara. Por desgracia, tras tomar aquella maldita medicina se quedó dormido casi al momento.

Llegaron a Londres poco antes del mediodía. Cuando el carruaje se detuvo delante de la casa, descubrieron con sorpresa que el extravagante vehículo de Sheffield, tirado por cuatro caballos, estaba aparcado a un lado.

Will no era de los que se presentaban sin avisar. Zac temía que, en su ausencia, hubiera estallado alguna otra crisis.

Zac: Parece que tenemos compañía -comentó a Vanessa-.

Ness: ¿Seguro que estás en condiciones de recibirlo?

Zac: Me encantaría hacerme el inválido un poco más, pero aparte de la inflamación, me encuentro bien.

Cuando entraban en casa, Sheffield salió a su encuentro en el porche.

Will: Simon me ha informado que te habías ido al campo. Supongo que debería haber enviado una nota anunciando mi visita, pero no quería perder ni un minuto.

Zac subió la escalera de la entrada apoyándose en el brazo de Vanessa.

Zac: No sé si debo alegrarme de verte o si he de temer las noticias que me traes.

El duque soltó una risita, pero frunció el ceño al darse cuenta de que Zac llevaba el abrigo con una manga por fuera.

Will: ¿Problemas con la herida? Creía que estaba curada por completo.

Zac: Y lo estaba -corroboró-.

Ness: Mi padrastro ha intentado matarle -intervino-. Ha intentado matarnos a los dos. A Zac lo hirió durante un duelo con sables.

Zac: El corte es superficial. Y es una historia muy larga. ¿Por qué no entramos? -propuso-.

Will miró a Vanessa de reojo.

Will: Buena idea. Si tu esposa puede prescindir de ti unos momentos, me gustaría hablar contigo a solas. Debemos tratar un asunto de cierta importancia.

Zac arrugó la frente.

Zac: Sí, ya me lo temía.

Ness: Pediré que preparen algo de comer -dijo sutilmente-. ¿Nos acompañará, excelencia?

El duque sonrió.

Will: Sí, creo que sí.

Algo más tranquilo, e intrigado por el asunto que su amigo deseaba abordar, Zac condujo a Will hasta su gabinete.

Zac: ¿Deseas beber algo?

Will: No, ahora no, gracias.

Zac: ¿Y yo? ¿Debo servirme yo una copa?

Will ahogó una risita.

Will: Tal vez más tarde, para celebrar lo que voy a revelarte.

Zac: Ahora sí me dejas intrigado.

Se sentaron frente a la chimenea.

Will: Ayer por la mañana recibí la visita de un hombre.

Zac: ¿Ah, sí?

Will: Se llama Jesse Leal.

Zac sintió que la sangre le subía a la cara.

Zac: ¿Y qué quería?

Will: Hablarme de tu esposa. Parece que hace poco recibió una carta que ella le envió.

Zac notaba el pulso acelerarse en sus sienes.

Zac: ¿Vanessa escribió una carta a Leal?

Will: Tranquilo, amigo, no es lo que estás pensando. Al parecer, tu esposa se la envió presa de la desesperación. En ella, le exponía la cadena de acontecimientos que te había llevado a creer, erróneamente, que su relación excedía la simple amistad. Le suplicaba que la ayudara a aclararlo todo. Informaba a Leal que estaba embarazada…

Zac: ¿Le decía que el hijo podía ser suyo? -le interrumpió-. Tal vez ése era el verdadero motivo de la carta.

Will: Maldita sea, hombre. Escúchame. Precisamente por esto Leal vino a verme a mí y no acudió a ti directamente. Cuando oigas lo que me dijo ese caballero, sabrás que tu esposa te ha dicho siempre la verdad.

Zac aspiró hondo. Empezaba a asimilar las palabras de Will.

Zac: ¿Qué te dijo Leal?

Will: Que Vanessa y él no eran más que amigos. Que no le gustaba que la ignoraras, y que los dos juntos pensaron que si te ponían celoso lograrían que te dieras cuenta de la suerte que tenías por haberte casado con una mujer como ella.

Zac: ¿Y por qué tendría que creerlo?

Will le dedicó una mirada astuta.

Will: Tú conoces a mi hermano menor, Dustin, ¿verdad?

Zac: Por supuesto. ¿Qué tiene que ver él con todo esto?

Will: Leal vino a verme por intervención de mi hermano. Los dos son amigos, no sé si lo sabías. Jesse sabía que yo estaba al corriente de las… preferencias sexuales de Dustin, y sabía también que jamás las había condenado. Leal se decidió a confiarme su propio secreto, de naturaleza similar, y me pidió que te transmitiera la información, que debe quedar entre nosotros.

Zac hacía esfuerzos por comprender qué le estaba contando exactamente su amigo.

Zac: ¿Me estás diciendo que… que Jesse Leal es… es…?

Will: Te estoy diciendo que Leal prefiere mantener relaciones íntimas con personas de su mismo sexo.

Zac: Dios santo…

Will: Como he dicho, Dustin y él comparten las mismas preferencias. Leal y tu esposa no son más que amigos.

El conde permaneció durante un momento en silencio, reflexionando sobre las palabras de Will. Entonces esbozó una sonrisa.

Zac: O sea que Vanessa nunca me fue infiel con Leal.

Will: Según él, tu esposa está locamente enamorada de ti.

Sintió deseos de gritar de alegría, de salir a proclamar la noticia por las calles.

Zac: Ella me lo decía una y otra vez. Me contó que lo de Leal y ella era sólo un engaño. Pero me había mentido en otras ocasiones, y yo me negaba a creerla. Además, estaba el informe de McPhee.

Will: Creo que tu esposa convenció a los criados de Harwood Hall para que no revelaran nada sobre su visita. La noche en que Jesse se encontró con ella por casualidad, se dirigía a la antigua casa de su padre en Londres, en busca del diario de su madre, tal como te dijo.

Los dos hombres se pusieron en pie.

Will: Eres afortunado, Zac -concluyó con cierta tristeza en la voz-.

Zac pensó en Vanessa y en lo cerca que había estado de perderla.

Zac: Sí, lo soy. -Sonrió-. Y en un futuro no muy lejano, también voy a ser padre. -Will rió y lo felicitó. Jamás su futuro había sido tan prometedor-. Si me disculpas, creo que debo hablar con mi esposa.

Will asintió.

Will: Te deseo toda la felicidad del mundo, amigo mío.

Zac sonrió.

Zac: Te lo agradezco, aunque ya la tengo.




¡¡¡¡Pues yo no leñe!!!!
Acaba de terminar SLQH.
Mi programa favorito.
Como he llorado.
Ha sido un programa precioso y muy emotivo.
No ha habido nadie en el programa que no haya llorado.
Ya no volveré a reírme por las tardes :'( :'( :'(
También lloré con HM, pero no debí ser la única XD.
Pero un programa no es lo mismo que una serie.
Bueno hemos llegado al final de la nove.
Jesse es gay XD.
Y aun falta el epílogo, que lo pondré mañana junto con la sinopsis de la segunda parte de esta trilogía.
Pero si a la noche veo muchos coments, pondré todo eso esta noche.
¡Así que a comentar! >:|
XD XD
¡Bye!
¡Kisses!