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miércoles, 11 de mayo de 2011

Capítulo 17


Zac caminaba de un lado a otro de su gabinete. Esperaba que Vanessa se encontrara en casa cuando llegó aquella misma tarde. Estaba exhausto, más por el nuevo fracaso en el rescate de Andrew que por las horas en vela que había pasado en el mar.

Tras llegar al punto de encuentro, cerca de Saint Nazarie, en lugar de Andrew quien apareció fue Max Bradley, que, desfigurado y apaleado, se desplomó sobre la barandilla, escupiendo sangre y agua sobre la cubierta de madera. Tenía una bala alojada en el hombro y un corte profundo en el rostro.

Max: El capitán escapó de la cárcel, tal como habíamos planeado -balbuceó con voz entrecortada-. Casi llegamos a la costa, pero nos descubrieron. Les dimos su merecido, pero uno de ellos me disparó. Me dieron por muerto, de otro modo no habría llegado hasta aquí.

Zac: ¿Y Andrew? -preguntó con el corazón en un puño-.

Bradley respiraba con dificultad mientras el médico al que Will había tenido la previsión de incluir en la expedición comenzaba a curarlo.

Max: Está vivo. Lo enviarán de nuevo a prisión. Se ha ganado un enemigo en alguna parte, no sé quién es. -La aguja que debía coserle la herida de la frente se clavó en su piel, y arrugó el semblante de dolor-. Pondrán… todos los medios a su alcance para… para impedir que escape.

Zac: Así que no hay nada que hacer -declaró con voz grave, con las manos aferradas al respaldo de la silla que alguien había llevado junto a la litera de Bradley-.

Max: Yo no he dicho eso. -Logró esbozar una sonrisa maliciosa-. Esto no se acaba hasta que Max Bradley diga que se ha acabado, y eso todavía no ha sucedido.

Aquellas palabras consiguieron que Zac se sintiera algo mejor. Intentó apartar su mente de aquellas preocupaciones, pensar en Vanessa. Imaginó sus brazos alrededor de su cuello, su cuerpecillo esbelto apretándose contra él, consolándolo con su calor femenino. La imaginó hablándole con cariño, intentando animarle, subiendo en sus brazos hasta el dormitorio, haciendo el amor, su cuerpo acogedor el único bálsamo para olvidar lo que Andrew estaba sufriendo.

Pero cuando entró por la puerta, Simon le informó de que su esposa y Brittany Snow habían ido a visitar a una amiga en el campo. El mayordomo no sabía con seguridad cuándo regresaría la señora.

Zac interrumpió su andar de fiera enjaulada y se sentó al escritorio. Trató de concentrarse en el montón de papeles que tenía delante, pero no lo logró.

¿Dónde estaba Vanessa?

Le había pedido que no se alejara mucho de casa. Le había advertido de que Harwood se encontraba en Londres. ¿Habría sucedido algo? ¿Y si había tenido algún problema?

Se levantó de la silla y volvió a pasearse por el gabinete. Las manecillas del reloj dorado que reposaba sobre la repisa de la chimenea marcaban las siete de la tarde cuando oyó voces en el vestíbulo y supo que su esposa había regresado.

Zac abandonó su refugio a grandes zancadas, tan grandes como la creciente cólera que le invadía. Vio a Vanessa, que sonreía a Simon como si no tuviera preocupaciones en este mundo, y le pareció que no podría contener su inminente estallido de ira.

Se detuvo a pocos pasos de su esposa y cruzó los brazos.

Zac: Vaya, así que ya has vuelto.

Vanessa, que se desanudaba las cintas del sombrero, se volvió al oír su voz, y éste cayó al suelo.

Ness: Estás… estás en casa. Has regresado antes de lo previsto.

Zac: Eso parece.

El mayordomo se agachó a recoger el sombrero y, con dominio, se lo tendió.

Ness: Gracias, Simon.

Zac: Puede retirarse -dijo con voz cortante, impaciente por ver desaparecer al mayordomo y quedarse a solas con su mujer. Dedicó una dura mirada a ésta-. ¿Así es como obedeces mis órdenes? ¿Salir disparada hacia no se sabe dónde es tu manera de no alejarte mucho de casa?

Ness: Yo… yo… fue algo inesperado.

Zac: ¿Ah, sí?

Ness: No creía que fuera a molestarte.

Zac le quitó el pequeño monedero que sostenía y, con un conciso movimiento de la cabeza, le indicó que subiese. Vanessa lo hizo muy aprisa y entró en el dormitorio. Zac la siguió, cerró la puerta y Vanessa intentó una maniobra de distracción.

Ness: ¿Qué sabes de Andrew? -le preguntó con fingida naturalidad-.

Zac: Sus esfuerzos por escapar han fracasado. Mi primo sigue encarcelado en Francia.

Ness: Lo siento mucho -dijo aproximándose a él-.

Él levantó la mano, y ella se detuvo en seco.

Zac: ¿Por qué desobedeces mis órdenes? ¿Por qué te fuiste, si te dije que te quedaras en casa?

Ness: No me pareció… no creí que fuera a importarte. Harwood estaba en Londres. Se me ocurrió que en ningún lugar estaría más a salvo que en el campo.

Zac frunció el ceño. En la expresión de su mujer había algo que no acababa de encajar.

Zac: ¿Y a quién dices que has ido a visitar?

Ness: A una conocida del colegio, Mary Benton. Brittany y ella son amigas.

A Zac le inquietaba que, durante la conversación, ella esquivara su mirada en todo momento.

Zac: Benton, Benton… ¿no será Mary, la hija de Stefan Benton? ¿O es hija de Red, el primo de Stefan?

Ness tragó saliva.

Ness: Mary es hija de Adam, que es pariente de Red y Stefan, pero no sé exactamente cuál es su parentesco.

Zac: Entiendo. -Sí, entendía muy bien que su esposa le estaba mintiendo-. Muy interesante, sí, porque ni Stefan ni Red Benton existen. Acabo de inventármelos.

Vanessa palideció.

Ness: Entonces… debo de haberme confundido.

Zac la cogió por los hombros y le dijo con brusquedad:

Zac: Mientes, Vanessa. Si hay una mujer llamada Mary Benton, está claro que no has estado con ella. ¿Dónde estabas? Quiero la verdad, y la quiero ahora.

Ella lo miró y parpadeó.

Ness: Está bien, te diré la verdad si me prometes que no te enfadarás.

Zac apretó la mandíbula y le soltó los hombros.

Zac: Ahora mismo estoy tan enfadado que es lo único que puedo hacer para no estrangularte. Dime dónde has estado.

Vanessa se humedeció los labios y le miró como si estuviera a punto de darse a la fuga.

Ness: En Harwood Hall.

Zac: ¡En Harwood Hall! Pero por el amor de Dios… No puedes estar tan loca.

Ness: No es tan grave como parece. El barón se encontraba en Londres, era la ocasión perfecta.

La cólera de Zac aumentaba por momentos, pese a que se esforzaba por mantenerla bajo control.

Zac: ¿Desobedeciste mis órdenes y abandonaste la seguridad de esta casa para ir a Harwood Hall, el mismísimo nido de la víbora? Explícame por qué has hecho algo tan descabellado.

Vanessa levantó el mentón.

Ness: Porque Jack Whiting mató a mi padre. O al menos yo estoy convencida de ello. Oculto entre las pertenencias de mi madre encontré el anillo que mi padre llevaba el día que lo mataron. Creo que el barón se lo quitó y que, de algún modo, mi madre lo encontró. Si fue así, lo más probable es que lo apuntara en su diario. Eso es lo que fui a buscar a Harwood Hall. Es la única manera que tengo de demostrar su culpabilidad.

Zac consideró aquellas palabras, invadido aún por la rabia. Recordó que su esposa le había hablado del asesinato de su padre, que le había dicho que esperaba que el culpable pagara por su crimen. Pero no había mencionado a su padrastro como el posible asesino.

Por descabellado que fuera viajar hasta Harwood Hall, Vanessa era sin duda lo bastante atrevida como para planear una cosa así. Ya se había colado en el Nightingale como polizón, ¿no? Sin embargo, las palabras de Will volvieron a resonar en su mente: «He oído rumores sobre tu esposa y Jesse Leal.»

Zac: ¿Y fuiste a Harwood sola? ¿Cómo llegaste hasta allí?

Vanessa se mostró incómoda, y las sospechas de su esposo regresaron.

Ness: En la diligencia. Conocía bien el camino, porque de niña lo hice varias veces.

La mandíbula de Zac se contrajo.

Zac: ¡Con tus padres, Vanessa! ¡No sola! -Ya volvía a enfadarse-. ¿Tienes idea de los peligros a que te has expuesto? ¡Una mujer joven y atractiva viajando sola! Los caminos están llenos de bandidos y salteadores, a la espera de un bocado tan apetecible como tú. Podrían haberte forzado, incluso asesinado. ¡Debería encerrarte en tu dormitorio y tirar la llave!

Ness: Nada malo me sucedió, milord. Como ves, estoy de nuevo en casa, sana y salva.

Zac: ¿Y el diario? ¿Lo encontraste?

Ness negó con la cabeza.

Ness: No está en Harwood Hall. Lo más probable es que se encuentre en algún lugar de Windmere.

Windmere era la finca de su familia materna. Vanessa le había hablado maravillas de aquel sitio en varias ocasiones.

Zac: Si es así, allí se quedará. Si crees que vas a volver a irte, juro que te daré una azotaina que recordarás toda tu vida.

Ella bajó la cabeza, obediente, y parpadeó, pero en las comisuras de sus labios se dibujó una sonrisa. Aquella mujercita sabía bien que jamás le pondría las manos encima, aunque en ocasiones como ésa, sentía ganas de tumbarla boca abajo en su regazo.

Ness: Dime que no estás enfadado conmigo -pidió con gesto inocente-.

Lo estaba, aunque menos. Entonces ella se acercó más, y Zac ya no pudo pensar en nada que no fuera la dulce expresión de su rostro, la suavidad de su mano apoyada en su mejilla. El deseo se abría paso a través de su cuerpo… mezclado con algo que se negaba a nombrar.

Ness: Debes de estar agotado. ¿Por qué no te acuestas y descansas un rato antes de la cena? -Le quitó el abrigo y empezó a hacerle carantoñas, como él había anhelado cuando estaba en el barco-. Deja que te ayude a desvestirte. Dentro de nada te sentirás mejor.

Zac dejó que le quitara el chaleco blanco, y cuando empezaba a desabrocharle los botones de la camisa, le agarró la mano y la estrechó entre sus brazos.

Zac: Sólo me acostaré si tú te acuestas conmigo.

Ella dirigió una mirada a la puerta.

Ness: Llevo varios días ausente. Y creo que debería ocuparme de algunos asuntos.

Ojala no se lo hubiera recordado. Revivir los peligros a que se había expuesto volvió a enrabietarlo. La dolorosa erección que el suave cuerpo femenino le había despertado hizo el resto.

Zac: Te quedarás conmigo si te lo pido, y te lo estoy pidiendo.

La volvió y le desabrochó el vestido. Minutos después, ella ya se encontraba bajo su cuerpo y él la había penetrado. Vanessa emitía aquellos débiles gemidos que tanto le gustaban, y sus uñas se hincaban en sus hombros.

Ojala pudiera tenerla siempre así, desnuda en la cama. De ese modo no tendría que preocuparse por nada. Ness arqueó la espalda, insistiéndole a seguir, y él inclinó la cabeza y la besó, penetrándola con más fuerza. Al menos durante un rato su cuerpo se haría cargo de la situación y su mente podría descansar.

Al menos durante un rato no le consumirían las ideas sobre la problemática criatura con quien se había casado.

Zac volvía a ignorarla. En los primeros días tras su regreso de Francia, se había mostrado antipático y malhumorado, a consecuencia, sin duda, del nuevo fracaso de su misión y de la preocupación por su primo. Se había refugiado en su trabajo y ella se lo había permitido, con la esperanza de que, pasado el tiempo, llegara a resignarse ante una situación que no podía cambiar.

Ya habían transcurrido dos semanas, durante las cuales ella había pasado todas las noches en casa, sola. Estaba harta de sentarse a bordar en la sala o a leer en la biblioteca. Cuando su hermana fue a hacerle una visita, ella expresó su descontento en voz alta. Alysson la animó para que se uniera nuevamente a sus salidas nocturnas.

Alysson: No deja de tener su gracia -observó-. Tú te cansas de estar en casa, y yo empiezo a aburrirme de tanto salir.

Ness: A mí no me cansaría quedarme en casa si mi esposo no se pasara toda la noche encerrado en su gabinete. La mitad del tiempo creo que se olvida de que existo.

Alysson sonrió.

Alysson: La noche del baile en Tarrington no se olvidó. Me fijé en cómo te miraba. Estaba verde de celos. Parecía a punto de poseerte ahí mismo.

Al pensar en lo que había sucedido en aquel armario, Vanessa se ruborizó.

Ness: ¿Qué sabrás tú lo que es poseer? ¿Es que tú… es que tú y John… habéis hecho el amor?

La sonrisa de Alysson se esfumó.

Alysson: Nos hemos quedado en los preliminares.

Ness, que acababa de beber un sorbo de té, estuvo a punto de atragantarse.

Ness: ¿Preliminares?

Alysson: Así los llaman en el libro.

Ness: Te refieres a cuando los hombres acarician los senos de las mujeres… y otras cosas.

Alysson: La mayor parte de las otras cosas no han sucedido todavía, pero ayer noche me acarició los pechos. Dice que son preciosos.

Ness sonrió.

Ness: Entonces ya no tendrás que esperar mucho.

Alysson: Eso espero. Vamos a pasar una semana en el balneario de Tunbridge Wells. Tal vez allí suceda.

Ness: Lord John es muy tímido. Me comentaste que teme que seas demasiado inocente aún. Tal vez le da miedo que una vez empiece a hacerte el amor, no sea capaz de controlar sus pasiones.

Alysson dejó su taza en el platillo.

Alysson: ¿Lo crees de verdad?

Ness: Por lo que me has contado, diría que es más que posible.

Alysson: Si es así, ¿qué debo hacer?

Ness dio otro pequeño sorbo al té mientras reflexionaba al respecto.

Ness: Creo que deberías tentarle. Volverle loco de deseo y después pedirle que te haga el amor. Será incapaz de resistirse.

Alysson esbozó una sonrisa.

Alysson: Buena idea. Ya estoy lista para convertirme en la mujer de John en todos los sentidos. ¡Así lo haré! John me ha informado que la finca que ha alquilado es bastante grande. Ha invitado a unos amigos. ¿Por qué no venís también Zac y tú? Me gustaría tenerte cerca por si algo sale mal.

Ness: Me encantaría ir, cielo, pero Zac no aceptará. Siempre está muy ocupado.

Alysson: Entonces ven sola. Si me acompañas, podré ser más valiente. Si estás cerca de mí pensaré: «Vanessa no lo dudaría», y mi miedo desaparecerá al momento.

Ness contempló aquella posibilidad. Estaba cansada de la escasa atención que le prestaba su marido. Eran una pareja de recién casados, pero exceptuando los momentos en que hacían el amor, la trataba como si no existiera.

Ness: De acuerdo, iré -decidió-.

Alysson la abrazó, ilusionada.

Alysson: Oh, Ness, qué alegría me das.

Si a Zac no le gustaba la idea, que hiciera las maletas y la acompañara.

Y, en efecto, a Zac no le gustó la idea. En absoluto. La compra del edificio de Threadneedle había quedado atascada tras su encuentro con el propietario y debía zanjar el asunto cuanto antes, pero no cabía duda de que Vanessa estaba decidida a ir, con o sin él.

Al final, a regañadientes, aceptó sumarse al grupo un par de días, no los cinco que Vanessa pensaba quedarse allí.

Suspiró. En realidad, le encantaría descansar unos días de tanto trabajo como había tenido desde el día de su boda. Además de su empeño en ampliar la fortuna familiar, pasaba mucho tiempo trabajando para evitar ceder a lo que en verdad deseaba, que era pasar más rato con su esposa. Se sentía atraído por su mente tanto como por su irresistible cuerpo, y aquello, en su opinión, no estaba nada bien.

Cada vez que veía a John Chezwick y se fijaba en su cara de tortolito enamorado, renovaba su decisión de mantenerse a una distancia prudencial de Vanessa.

A lo largo de los años, no había dejado que ninguna mujer se le acercara demasiado, aunque más de una lo había intentado. Se suponía que una esposa debía saber cuál era su lugar -satisfacerle en la cama y llevar la casa-. En los dos sentidos podía decirse que Vanessa cumplía con su papel, y él haría todo lo posible por que no fuera más allá.

Las palabras de Will resonaron una vez más en su mente: «He oído rumores sobre tu mujer y Jesse Leal…»

Así que, de todos modos, tal vez debiera prestar algo más de atención a Vanessa. Se dijo que, cuando regresaran a Londres, trataría de estar más pendiente de ella.

Se apoyó en el respaldo del asiento y se dedicó a escuchar el traqueteo de las ruedas. Las vacas pastaban en los verdes campos. Un halcón se abalanzó sobre una ardilla que corría por un prado, pero remontó el vuelo sin su presa.

El carruaje llegaría a Tunbridge Wells a media tarde. Le irritaba reconocer que echaba de menos a su esposa, a pesar de haberse separado de ella hacía apenas un día. Por suerte, sabía qué trampas convenía evitar con las mujeres. Además, le interesaba saber si Jesse Leal se encontraba entre los invitados.


3 comentarios:

Carolina dijo...

asi q ia llegaron a los preliminares 222
ia stan cerca xD
y la tactica d nessa para desviar la atencon de zac nunca falla xD
sigan comentando!! tkm loki!

TriiTrii dijo...

O.o
Jesse esta ahii!!!!!!
Ya quiero ver el siguiente!!
Me encanto el capi!
Siguelaaa
Byeee kiss

LaLii AleXaNDra dijo...

Ho Ho..
esto se puso bueno...
kiero ver que pasa si jesse va..
hahhaa
siguela..
amo tu nove
y me encanta las tacticas de vanessa haha
:D

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