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lunes, 30 de mayo de 2011

Capítulo 18


Un cielo azul, radiante, iluminaba la mañana de principios de junio. Durante la noche, una lluvia ligera había purificado el aire londinense y había dejado las calles limpias, húmedos los solares. Brittany acababa de desayunar cuando Vanessa Efron llegó a la residencia. Ella también estaba embarazada, en su caso de ocho meses, motivo por el que no había acudido a visitarla a Belford Park.

Con todo, le había escrito varias cartas, y en una de ellas le contaba por qué había revelado la verdad sobre su estado. Brittany, por su parte, le había reconocido su participación en la fuga de su padre, así como la convicción con que su esposo defendía que el vizconde era el culpable de la muerte de su tripulación.

Entre ellas ya no había secretos.

Brittany alzó la vista cuando su gran amiga traspasó las puertas del salón a gran velocidad, un diminuto torbellino de energía, rotunda, barriguda, radiante y deformada al mismo tiempo.

Ness: ¡Me alegro tanto de verte!

Ness la abrazó, y entre su escasa estatura y su barriga, el gesto resultó algo forzado. Las dos se echaron a reír.

Britt: ¡Qué maravilla que estés aquí!

Ness: Piénsalo -prosiguió fijándose en el embarazo apenas insinuado de su amiga-. Criaremos a nuestros hijos juntas. ¡Vamos a pasarlo tan bien!

Hasta el momento, Brittany había pensado poco en el bebé que esperaba. Sus reflexiones giraban casi siempre en torno a Andrew y a su matrimonio, en el que al parecer todo estaba perdido. Pero al ver a su amiga, en un gesto reflejo, se llevó la mano al vientre.

Britt: Todavía no termino de creérmelo. No me parece del todo real.

Ness: Con el tiempo te lo parecerá.

Britt: A ti siempre se te dieron bien los niños. Vas a ser una madre estupenda. No hay más que pensar en cómo te ocupaste de Alysson.

Ness: Sí, bien, gracias a Zac, mi hermana tiene un marido que ahora cuida de ella.

Britt: ¿Y cómo está?

Ness: Feliz, radiante. -Señaló a Brittany-. Quien me preocupa eres tú.

Brittany suspiró.

Britt: No quiere que me quede. Ojala supiera qué debo hacer.

Juntas se acercaron al sofá y se sentaron. A ninguna de las dos le apetecía tomar té.

Ness: ¿Tú le quieres? -le preguntó sin rodeos-.

¿Le quería? En una carta que le había escrito le decía que sí, pero de eso hacía ya un tiempo, y desde entonces habían sucedido bastantes cosas. A decir verdad, Brittany temía que su amiga no comprendiera cómo podía sentirse atraída por un hombre tan frío y distante como Andrew. Había momentos en los que a ella misma le costaba entenderlo.

Britt: ¿Si le quiero? La verdad es que le quiero casi desde el momento en que lo vi. Tiene algo, Ness, algo distinto y maravilloso, algo en su interior que me llama pero a lo que no parezco capaz de llegar. Durante un tiempo, me dije a mí misma que ya no sentía lo mismo que antes, que si me casé con él fue para que mi hijo llevara su apellido, pero no es cierto. No creo que hubiera accedido a este matrimonio si no le quisiera profundamente, si no creyera que con el tiempo él llegaría a quererme a mí.

Ness: ¿Y crees que tal vez él te quiera?

Britt: No lo sé. Cuando me mira… Cuando siento sus preciosos ojos sobre mí… -Se llevó la mano al pecho-. Siento casi un dolor en el corazón. En esos momentos siento que tal vez me quiere. Estoy decidida a hallar el modo de llegar a él.

Ness permaneció pensativa unos instantes, y al momento sus ojos se iluminaron con el mismo brillo malicioso que Brittany conocía de sus tiempos de estudiantes en la Academia Privada de la señora Thornhill.

Ness: Ponte en pie.

Britt: ¿Qué?

Ness: ¡Que te levantes!

Brittany se incorporó despacio.

Ness: Date la vuelta.

Britt: ¿Por qué?

Ness: No preguntes y hazlo.

Obedeció la orden de su amiga y cuando volvió a girarse comprobó que el brillo de sus ojos era aún más intenso.

Ness: Muchas veces el atractivo de las mujeres aumenta en los primeros meses de embarazo. Con los talles tan altos que se llevan ahora, nadie sabrá que estás embarazada. Diría que todavía falta un mes para que empiece a notarse. Debes aprovechar ese tiempo en tu beneficio.

Britt: ¿De qué estás hablando?

Ness: Estoy hablando de lograr que Andrew se dé cuenta de que eres una mujer en verdad guapísima, y sé exactamente por dónde empezar. Zac y yo organizaremos un baile para celebrar vuestro matrimonio.

Britt: No, por favor, Ness, Andrew se pondrá furioso. Mi madre quería organizar una cena íntima y yo la rechacé. Un baile sería aún peor.

Ness: Tienes que confiar en mí. Zac me ha confesado que incluso en los meses anteriores a vuestra boda, Andrew no estuvo con ninguna otra mujer. Es muy posible que tengas razón, Brittany. Tal vez esté enamorado de ti y no lo sepa. -Sonrió-. Nuestra misión consiste en lograr que se dé cuenta de lo mucho que le importas.

Britt: Pero es que…

Ness: Llevarás un precioso vestido de gala y serás, en todos los sentidos, la marquesa perfecta. Las mujeres se pondrán verdes de envidia y los hombres zumbarán a tu alrededor como abejas en un panal de miel. Andrew se morirá de celos.

Britt: No lo sé, Ness. ¿Estás segura de que es buena idea? A mí me parece que la experiencia que tú viviste con Zac en ese sentido no fue precisamente positiva.

Ness hizo el gesto de ahuyentar esas palabras con la mano.

Ness: Eso fue distinto. Además, al final todo se arregló. Es bueno que los hombres sepan lo deseables que resultan sus esposas a los ojos de otros hombres.

Brittany se mordió el labio inferior.

Britt: No estoy convencida de que sea buena idea.

Ness: Confía en mí, Brittany. Sé lo que hago.

Eso esperaba. Por el momento, ninguna de sus propias ideas había dado el resultado que esperaba.

Transcurrieron tres días. Tres días con sus largas noches. Andrew no podía dormir, apenas comía; sólo pensaba en Brittany. Dios santo, si nada más verla en los establos sintió una puñalada de deseo que se le clavaba por todo el cuerpo. ¡Maldita sea! Incluso embarazada la deseaba. Tal vez incluso más que antes.

El cuarto día, cada vez más desesperado, Andrew convocó a Brittany a su estudio. Con la vista fija en la chimenea, los pensamientos bullían en su mente, y sólo se giró al oír su voz.

Britt: ¿Deseabas verme, milord?

No se acostumbraba a que lo llamara de ese modo. Prefería que se dirigiera a él usando sólo su nombre de pila, aunque no se atrevió a pedírselo.

Andrew: Quería hablar contigo de tu regreso a Belford Park.

Brittany arqueó una ceja.

Britt: ¿Regreso? Pero si acabo de llegar.

Andrew: Cierto, pero viniste desobedeciendo mis órdenes explícitas. Y estás aquí abusando de mi paciencia, que tiene un límite.

Brittany levantó mucho la barbilla.

Britt: ¿Y qué piensas hacer? ¿Echarme a la calle?

Andrew: En absoluto. Pretendo que regreses a Belford Park. Ahí está mi cuñada que te echará una mano en los próximos meses.

Britt: No pienso irme, Andrew. Me quedo.

Tendría que haber supuesto que no iba a ser fácil. Con Brittany nada lo era.

Andrew: ¿Pretendes desobedecerme?

Britt: Pretendo ejercer el derecho que me asiste a ocupar mi sitio, que es el de tu esposa. -Compuso un gesto testarudo, y a Andrew le vino a la mente una imagen de Brittany en el camarote, rasgando la ropa indecente que le había traído, retándolo en silencio a detenerla. Tuvo que controlar su impulso de sonreír-. En realidad -prosiguió-, y en ese sentido, pensaba informarte del baile que lord y lady Brant organizarán dentro de dos semanas para celebrar nuestro enlace.

Andrew maldijo para sus adentros.

Andrew: No puedo creer que Zac le haya consentido a Vanessa implicarse en algo que requiere tanto esfuerzo, dado lo avanzado de su estado.

Britt: En realidad, Alysson y lord John actuarán como anfitriones en su nombre, acompañados de lord Brant, por supuesto.

Andrew se giró. Sabía bien que la había tratado injustamente. El rumor de que se habían casado se extendía rápidamente por la ciudad. La gente comenzaba a especular, a preguntarse por qué se había llevado a su esposa al campo apenas concluida la ceremonia. No tardarían en contar los meses, en deducir la verdad del embarazo, pero casarse con un marqués tenía sus ventajas, y con el tiempo los cotilleos cesarían.

Siempre que él no los alimentara enviándola de nuevo a Belford días después de su llegada a la ciudad. ¡Dios! ¿Por qué las cosas tenían que ser tan complicadas?

Britt: Andrew…

La expresión de su rostro, mezcla de decisión y vulnerabilidad, le encogió el alma.

Andrew: Está bien, puedes quedarte dos semanas más. Pero luego regresarás a Belford.

A Andrew no le pasó por alto el ligero brillo de triunfo que se asomó a sus ojos. Por todos los diablos, aquella mujer sabía salirse con la suya cuando se lo proponía. Por un momento le pareció divertido, aunque reprimió las ganas de sonreír y el aguijonazo de deseo que las acompañaba.

Suspiró para sus adentros. Todavía tardaría dos semanas en enviarla al campo. Dos semanas más enfrentándose al deseo de acostarse con ella. Eso no iba a hacerlo, no iba a entregarle de ese modo el control. Una vez que hubiera regresado a Belford, se buscaría una amante, que es lo que debería haber hecho ya, una mujer que satisficiera sus necesidades y se mantuviera a distancia.

Ojala la idea le resultara más atractiva.

Volvió a prestar atención a Brittany.

Andrew: Si no quieres hablarme de nada más, puedes irte.

Ella hizo señas de añadir algo, pero acabó por dar media vuelta y salir del estudio. El sonido de la puerta al cerrarse pareció resonar en las vacías habitaciones de su corazón.

Tenía que hacer algo. Los preparativos del baile seguían su curso, pero todavía faltaban demasiados días. Entretanto, Brittany se negaba a quedarse de brazos cruzados observando cómo su matrimonio seguía disolviéndose. Claro que aquello no había sido nunca un matrimonio en sentido estricto; apenas unas palabras pronunciadas por el cura, y las pocas noches que pasaron juntos tras la ceremonia.

Se ruborizó al pensar en ello. Añoraba tanto dormir junto a Andrew, añoraba sus besos, su forma de hacerle el amor. Y sin embargo él parecía decidido a que no volvieran a estar juntos.

El suspiro de Brittany rasgó el silencio de la salita. Estaban casados, sí, pero Andrew parecía convencido de que su unión carecía de futuro. Debía de creer que si hallaba la felicidad junto a Brittany estaría traicionando a los hombres que habían muerto a su lado, asesinados, según él, por su padre.

Tal vez tuviera razón y el pasado se interpusiera entre ellos como un muro tan alto que resultaba inaccesible.

Al menos algo estaba claro: mientras su esposo siguiera evitándola, ella no lograría enamorarlo, y no tendrían la menor oportunidad de ser felices.

Al día siguiente, muy temprano y con ayuda de Phoebe, se puso un vestido amarillo de seda con rosas bordadas. En su opinión, era uno de los que más la favorecían, pues realzaba su figura y contrastaba con sus cabellos rubios.

Encontró a Andrew en el comedor que usaba para los desayunos, leyendo el Chronicle, frente a unos huevos pasados por agua y un plato de riñones que, más que comer, movía de un lado a otro. Con el pelo húmedo, brillante, como la seda castaña, sus labios dibujaban una curva sensual, despreocupada. En cuanto la vio se levantó y se ocultó tras su habitual máscara de sensatez.

Andrew: Te levantas temprano esta mañana.

Britt: No soy de las que duerme hasta muy tarde, tal vez lo recuerdes. -Aunque a medida que el bebé crecía en su vientre, parecía tener cada vez más sueño-. He venido a verte para pedirte un favor.

Andrew arqueó algo las cejas.

Andrew: ¿Qué clase de favor?

Britt: Como sabes, los preparativos del baile están en marcha. Vanessa debía acompañarme a escoger el vestido más adecuado, pero con el embarazo tan avanzado, se ha sentido algo indispuesta esta mañana. Y como vamos ligeramente escasos de tiempo, se me ha ocurrido que tal vez tú podrías acompañarme.

Andrew, desconfiado, clavó sus ojos en los suyos.

Andrew: Yo no sé nada de ropas femeninas.

Ella esbozó una sonrisa.

Britt: Si no recuerdo mal, no fue ningún problema para ti comprarme ropa en otra ocasión… Aunque éste debería ser un vestido de naturaleza distinta.

El borde de los labios de Andrew parecieron curvarse en un inicio de sonrisa, y obtener esa mínima reacción fue para ella una victoria de proporciones grandiosas.

La sonrisa se desvaneció al momento.

Andrew: Tal vez lady Chezwick podría ir contigo.

Britt: Alysson está ocupada con los preparativos del baile. Me ha hablado de una modista que al parecer es el no va más. No tardaremos mucho. -Andrew la miró como si estuviera a punto de decirle que no-. Según tus propias palabras -intervino sin darle tiempo a hablar- sólo voy a estar aquí unas pocas semanas. No creo que te cueste tanto consentirme un poco hasta que llegue ese momento.

La expresión desconfiada de Andrew seguía en su sitio, pero debía admitir que era una salida de tono imperdonable dejar que su esposa, embarazada, saliera sola con su doncella.

Andrew: Está bien, te llevaré. Pero ¿por qué no te sientas y desayunas algo? Se supone que ahora debes comer por dos, ¿no es cierto?

Era la primera vez que se refería al bebé, y al oír aquellas palabras, Brittany creyó que iba a desmayarse.

Britt: Sí, sí.

Y de pronto se dio cuenta de que tenía un hambre atroz.

Se sentó a su lado, y Andrew se acercó al aparador para servirle un plato con los alimentos que se mantenían calientes en unas fuentes especiales. Añadió una rebanada de pan al desayuno, que desprendía un apetitoso aroma, mientras el criado le servía una taza de chocolate caliente.

El sirviente se retiró y los dejó solos, aunque ninguno de los dos trató de entablar conversación. Como no quería arriesgarse a que saliera el delicado tema de su padre, no le preguntó a Andrew qué artículos de interés había leído en el periódico. Después de todo, las autoridades seguían buscando al vizconde, aunque hasta donde ella sabía, no creía que tuvieran ninguna pista sobre su paradero.

Cuando terminó lo que tenía en el plato, usó un pedazo de pan para rebañar la salsa y, alzando la vista, descubrió que su esposo la miraba con gesto divertido.

Andrew: Sí, veo que en efecto comes por dos.

Ella se fijó en el plato vacío y se ruborizó al instante.

Britt: Parece que tengo más apetito.

Andrew: Seguramente eso es bueno. Vamos, mejor que nos demos prisa. Eres mujer, y supongo que esto de las compras va a durar más de lo que piensas.

«Pues sí -se dijo Brittany para sus adentros-. Va a durar bastante más. Toda la tarde, para ser exactos.»

Andrew no daba crédito. No sabía cómo, pero la hechicera de su mujer le había convencido para que la llevara de compras. Y lo peor del caso era que estaba pasándolo en grande.

Tal como había sugerido Alysson, la hermana de Vanessa, su primera cita era con la modista, que recibía en un elegante establecimiento de Bond Street.

***: La esperábamos, milady -dijo madame Osgood, la dueña del establecimiento, cuando sonó la campana que anunciaba su llegada. Se trataba de una mujer flaca de pelo cano y gafas diminutas y plateadas, que llevaba montadas sobre su nariz fina pero de considerables dimensiones-. Y usted debe de ser el señor. Permítanme decir que forman ustedes una pareja encantadora. Los dos tan altos, tan atractivos. -Miró a Andrew por encima de las gafas-. Y todavía lo serán más cuando su esposa lleve los preciosos vestidos que voy a crear para ella.

Britt: Sólo necesito uno -puntualizó-. Para el baile que lord y lady Brant van a celebrar en nuestro honor.

Madame Osgood frunció el ceño.

Osgood: Eso es ridículo. Ahora es usted la marquesa de Belford. Debe vestir de acuerdo a su rango. -Volvió a dirigir la mirada hacia Andrew-. Sin duda estará de acuerdo, milord.

¿Qué iba a decir? ¿Qué Brittany iba a pasar casi todo su tiempo a muchas millas de la ciudad? ¿Qué tendría pocas ocasiones de llevar esos vestidos?

Andrew: Tiene usted razón, por supuesto. Mi esposa ha de tener la ropa que necesite. Envíeme la factura.

Osgood: Veo que es usted tan inteligente como apuesto -zanjó la modista esbozando una sonrisa-. ¿Por qué no nos ponemos manos a la obra? -Desapareció tras las cortinas y regresó instantes después con dos sastras jóvenes cargadas, cada una, con media docena de rollos de tela.

Osgood: Síganme, por favor.

Madame Osgood los condujo tras otras cortinas hasta un elegante salón privado. A Andrew le indicó que se sentara en un sofá instalado frente a una tarima, le preguntó qué deseaba beber y sólo entonces se llevó consigo a Brittany, que iba seguida de sus ayudantas.

Durante las horas que siguieron, madame Osgood llevó a su mujer frente a él vestida con un sinfín de telas en distintos largos; sedas y gasas, velos y encajes. No tardó en intuir qué colores le favorecían más, qué tejidos resaltaban el tono marfileño de su piel, los reflejos dorados de sus indomables cabellos.

Britt: ¿Qué te parece éste? -preguntó por enésima vez, volviéndose para que él la admirara mejor, mostrándole un instante sus hombros desnudos, su espalda, sus brazos-.

El se agitó en el sofá, buscando una posición más cómoda.

Andrew: El azul es demasiado pálido. Te sientan mejor los colores radiantes.

Ella sonrió, aparentemente de acuerdo. Al bajar de la tarima, la tela se abrió y él le vio los pies cubiertos por las medias, las pantorrillas finas, una sola liga de encaje azul.

Se le agarrotó todo el cuerpo. Llevaba horas con erecciones intermitentes. Ahora volvió a sentir que se le endurecía el miembro, que se alargaba y comenzaba a palpitar. Maldijo en silencio. De no saber que ése era el procedimiento habitual para escoger telas, habría pensado que Brittany quería torturarlo deliberadamente.

Ya lo había seducido en el barco, lo recordaba muy bien, y mientras la presión de su entrepierna aumentaba, deseó que no lo hubiera hecho.

Britt: A la modista le gusta éste -comentó mientras la seductora tela que se retorcía sobre sus hombros se le pegaba también a las caderas. Él distinguía el canal profundo que se abría entre sus pechos, veía casi el borde oscuro de los pezones-.

Andrew: La tela es preciosa, pero no combina tan bien con el color de tu pelo.

Ella frunció el ceño.

Britt: Ya me parecía a mí.

Andrew la vio alejarse, meneando las caderas, observo durante un segundo sus esbeltas piernas, y suplicó que no tardara mucho más en escoger la tela. No estaba seguro de poder aguantar mucho más sin ponerse a sudar.

Britt: ¿Qué te parece éste?

Se trataba de una seda esmeralda que cubría su cuerpo de pies a cabeza. Sus ojos brillaban más, ensalzados por el color del tejido. Madame Osgood apareció con un rollo de bordado de oro y le cubrió el hombro con un extremo.

Andrew: Creo que habéis dado con él -dijo dando gracias a Dios para sus adentros-.

Osgood: ¿Verdad que es perfecto? -pactó la modista-. Su marquesa será el centro de todas las miradas en ese baile.

No lo dudaba. Casi toda la alta sociedad londinense especulaba ya sobre su apresurado matrimonio. Tal vez Zac y Vanessa tuvieran razón y sí fuera buena idea celebrar ese baile. Al menos los hombres, una vez que conocieran a su esposa, se convencerían de que sus motivaciones eran puramente sensuales.

Al principio lo habían sido. Ahora, esas mismas motivaciones se veían empañadas por emociones que no comprendía. Ya no estaba seguro de dónde terminaba el deseo y dónde empezaba algo más profundo.

Y no deseaba averiguarlo.

Se puso en pie, aliviado al comprobar que el abrigo le disimulaba el bulto de sus pantalones, y se acercó a madame Osgood.

Andrew: Cuando los vestidos estén listos para la prueba, hágamelo saber, y yo me encargaré de enviárselos a mi esposa.

Osgood: A finales de esta semana tendré a punto el vestido del baile y al menos otros dos.

Andrew no preguntó si había muchos otros. Sabía que, a medida que el bebé fuera creciendo, Brittany necesitaría ropas nuevas que se adaptaran a los cambios que experimentaría su cuerpo. Visualizó la imagen de su esposa en los próximos meses, gorda y torpe por el embarazo. A otros hombres, la idea les parecería repugnante, y sin embargo él la encontraba curiosamente intrigante.

Se volvió al ver que Brittany caminaba hacia él, alta, elegante, apenas distinta de la última vez que habían hecho el amor.

Sintió que su excitación aumentaba. Maldiciendo para sus adentros, apartó ese recuerdo de su mente.

Andrew: Estarás cansada. Te llevaré a casa.

Britt: Hay una tienda justo aquí, un poco más abajo. Madame Osgood dice que encontraré los accesorios perfectos para el vestido. Te prometo que no nos llevará mucho tiempo.

«No nos llevará mucho tiempo.» No pudo evitar sonreírse mentalmente. Llevaba todo el día oyendo las mismas palabras. Sin embargo, le ofreció el brazo, la condujo al exterior y de ese modo pasaron frente a las tiendas que se alineaban en la acera. Dejaron atrás Lynch's, la mercería, la relojería Mayfair, una licorería, y Wedgewood, una tienda de artículos de porcelana.

Al pasar frente a un establecimiento estrecho situado hacia la mitad de la manzana, Brittany redució el paso casi sin darse cuenta y se fijó en el escaparate. Andrew vio que en él se exhibían patucos de ganchillo, mantitas azules y rosadas con elegantes bordados, faldones en miniatura. Cuando sus ojos se posaron en un traje de bautizo pequeño, blanco, adornado de encaje, le pareció que también su corazón latía más despacio.

Brittany se detuvo del todo, con la vista puesta en unos patucos azules que colgaban de un gancho en el centro del escaparate.

Andrew: Podría ser niña, no sé si lo sabes -dijo con ternura, pasándole un dedo por la mejilla-.

Ella se volvió para mirarlo y Andrew comprobó que tenía los ojos arrasados en lágrimas. Al verlos se le hizo un nudo en la garganta. Pero entonces Brittany sonrió y las lágrimas se desvanecieron.

Britt: Ya lo sé. No me importaría tener una hija, pero espero que sea niño.

Él trataba de no pensar en ello, en que el bebé que ella llevaba en su vientre fuera la mezcla de su propia sangre y de la sangre de un traidor. A diferencia de Brittany, él prefería que el bebé fuera niña. Una hijita tan encantadora como su madre.

Andrew: Vamos -le dijo dulcemente, arrastrándola del brazo mientras abría la puerta-. No podemos quedarnos aquí eternamente. Será mejor que entremos.

Ella alzó la vista para mirarlo, sin dar crédito a sus palabras. Le hacía cuestionarse el trato que le había dado, preguntarse si al casarse con ella le había hecho incluso más flaco favor que al acostarse con ella.

Abandonaron la tienda un rato después, él cargado hasta arriba de cajas. No quería ni pensar qué había en ellas, artículos diminutos comprados para un bebé al que se había sentido obligado a dar su apellido pero al que en realidad no deseaba. Su humor empezaba a ensombrecerse. Esperó en el exterior de la tienda de accesorios mientras Brittany terminaba de adquirir los complementos que necesitaría para combinar con el vestido de baile, y después la llevó a casa.

No quiso cenar. Se cambió de ropa y se fue al club. Esperaba que ni Will ni Zac se encontraran allí. No le apetecía hablar de Brittany.

Pasó toda la noche fuera, y no llegó a casa hasta el amanecer. No deseaba regresar a una cama vacía, pues temía que, si lo hacía, se sentiría tentado de visitar a la mujer que dormía en la habitación contigua a la suya.

Temía descubrir lo que sentiría si despertaba con ella entre sus brazos.

Brittany se movía por entre el montón de delicadas ropitas de bebé que Andrew le había comprado. Todavía no acababa de creérselo. Se había mostrado afectuoso con ella a lo largo de todo el día.

Mientras se probaba los vestidos había demostrado gran paciencia, además de un estilo y un buen gusto en sus opiniones que hasta ese momento ella apenas sospechaba. Cumpliendo con su plan, ella le había dejado entrever, a propósito, sus hombros, sus piernas, parte de sus pechos cada vez más hinchados.

A medida que pasaban las horas, ella percibía su creciente excitación, sus ganas. La deseaba. Mucho. Al menos eso no había cambiado.

Pero otras cosas sí. Pensó en él en la tienda de ropa de bebé, algo retirado del mostrador, esforzándose por mantener la distancia. Con todo, le había descubierto mirándola en varias ocasiones, cuando creía que ella no le veía, y la suya era una mirada de anhelo.

No había otra palabra para describirlo. Andrew quería de ella algo más que su cuerpo. Ojala el odio que sentía por su padre no fuera tan intenso.

Aunque apenas había sacado a comparación el tema del vizconde desde su boda, el deseo de venganza permanecía fuertemente fijo en su corazón. Si no encontraba el modo de librarse de él, con el tiempo acabaría por consumirlo.

Cuando regresaron de hacer las compras, Andrew se ausentó de casa y no regresó hasta el amanecer, pero Brittany se negaba a renunciar a la esperanza. Si ella no era importante para él, ¿entonces por qué la evitaba?

Al día siguiente la sorprendió solicitando su presencia en el estudio. Cuando entró en él, el corazón le latía con fuerza, pues temía lo que pudiera comunicarle. No pensaba irse, se dijo levantando mucho los hombros, por más que la amenazara.

Britt: ¿Deseabas verme? -le preguntó, acercándose al escritorio tras el que se resguardaba, dándole la espalda, con las piernas separadas y contemplando el jardín por la ventana-.

Andrew se volvió lentamente para mirarla.

Andrew: Sí, quiero informarte de que he invitado a tus padres a cenar el sábado por la noche. Se aproxima la fecha del baile. No quiero que ésa sea la primera vez que nos veamos. Ya va siendo hora de que conozcan a su yerno.

Britt: Es muy amable por tu parte -dijo casi sin aliento, pues la noticia la había pillado por sorpresa-.

Andrew: No veo por qué. Estamos casados. No podemos actuar como si no lo estuviéramos.

Britt: No, supongo que no.

Pero no podía evitar preguntarse qué le había llevado a tomar esa decisión. Tal vez, como en el caso del bailé, quería ahorrarle a ella y a su familia rumores inapropiados.

Andrew: Le he pedido a lord y lady Aimes, mi hermana y su esposo, que nos acompañen. A Ashley y a Scott los conociste en la boda de Vanessa y Zac.

Britt: Sí, tu hermana es una mujer encantadora.

Andrew: Desgraciadamente viven en el campo, y uno de sus hijos está enfermo. Les disgustó bastante que no les informara antes de nuestra boda. Supongo que me resistía. Espero empezar a remediar la situación a partir de este sábado.

Que Andrew no hubiera mencionado su boda más que a sus seres más allegados le dolía, por más que hiciera esfuerzos por comprenderlo. Se decía que le hacía falta tiempo para acostumbrarse a la idea.

Andrew: ¿Hablarás del menú con el servicio?

Britt: Por supuesto. -El día de su llegada había sido presentada a todo el personal de servicio de la casa, que la había recibido con una especie de respeto reverencial, como si haber logrado casarse con el diabólico capitán la convirtiera en una mujer muy valiente-. Me ocuparé con gusto de los preparativos.

Andrew: Bien, así yo me desentiendo.

Le dijo que podía retirarse, se sentó a su escritorio y comenzó a revisar los papeles que reposaban en lo alto de un montón.

Britt: Andrew.

Alzó la vista.

Andrew: ¿Sí?

Britt: Gracias.

Se sostuvieron la mirada unos instantes, y en los ojos de él Brittany vio turbulencias. Andrew asintió y ella salió del estudio, sin poder evitar sentir un nuevo rayo de esperanza.




Britt hija, ¡que preguntona!
Si te dicen que te levantes pues te levantas y si te dicen que te des la vuelta te la das.
¡No cuestiones a tu mejor amiga leñe! XD XD
¡Ey! Que pasa que ya no comentáis tanto ¬¬
Cary si, que mona ella, que no hay un cap que no me comente. ¡Que maja eres!
Y Carol también me comenta, pero ella no cuenta, es mi mejor amiga, es su obligación XD XD
No, pero si que cuenta eh.
Y la nove es buena, mucho. Las que me comentabais cuando era Zanessa hacedlo ahora también.
Os daré una dato, a ver si os animáis.
Casi al final de la nove, Britt tiene a su bebé.
Eso os debería de dar una pista.
¡Bueno comentadme eh!
Y gracias a esos otros países que veo que visitan el blog, gracias a las estadísticas.
¡Bye!
¡Kisses!

4 comentarios:

Natasha dijo...

jajaja me imagino a nessa con la pansota jajaja
que lindo que prácticamente críen a sus hijos juntas xD

BUENO... ME VOYY XD
BYEE
KISSES

Natalia dijo...

La verdad es que yo he abandonado en ponerte comentarios, pero aun asi sigo leyendo todos los capitulos y me encantan, lo que pasa que me da pereza..pero bueno de ahora en adelante volvere a comentarte en todos tus capitulos y porfi, si te apetece pasate por mi nueva nove..si?
siguela prontico, kisses!

TriiTrii dijo...

Hahahaha
Yo comento ps pq me gusta tu nove aunque n sea muy zanessa...
Bueno ya quiero q drew se de cuenta d lo siente!!!
Y Ness tan bella ayudando a britt!! Y todavía mas bella cn su barriga!!
Hahaha me encanta tu nove!!!
Y no te preocupéis q yo siempre te comentare siempre eh!
Hahaha bye byee amiix ;)

caromix27 dijo...

Andrew tonto ¬¬
Date cuenta q stas enamorado de ella!!
y con solo verle los talones te pones palote xD!!!
comenten ps!
q solo cary y io comentamos ¬¬
y io x obligacion ¬¬ xD!
sino comentan ali ia no pondra noves eh!!

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