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martes, 24 de diciembre de 2019

Capítulo 6


Noelle pasó la noche en vela, luchando contra las sombras y ocultándose de los monstruos de su cerebro, que amenazaban con destruirla con sus conclusiones ambivalentes.

Si recuperaba la memoria debería irse a su casa.

Pero estaba en su casa. El dúplex de Audrey había sido su hogar a lo largo de su corta vida consciente, y Audrey era la madre a la que había llegado a adorar.

Si recuperaba la memoria conocería su nombre.

Pero ya tenía un nombre, y se sentía cómoda con él. Sentía, pensaba y actuaba como una mujer llamada Noelle.

Si recuperaba la memoria recuperaría su vida anterior.

En aquel punto, su angustia se convertía en una pesadilla. Se preguntaba qué vida podría haber llevado hasta entonces para que su mente la hubiera protegido desechando los recuerdos. Era posible que le hubiera ocurrido algo tan terrible que no había podido enfrentarse a ello.

Pero también era posible que no fuera así. Era posible que tuviera un amante esposo o un novio que esperase su vuelta. Pero no quería un marido sin nombre ni rostro. Quería a Zac.

Por otro lado, su deseo le parecía completamente irresponsable. Sólo hacía cuatro días que lo conocía. Hacía el mismo tiempo que se conocía a sí misma. Ninguna persona que estuviera en su sano juicio desearía sacrificar todo su pasado por un hombre al que había conocido cien horas atrás.

Pero aquello era precisamente lo que quería hacer. Abandonar el pasado y mirar al futuro. Zac y ella se habían conocido por casualidad, pero ahora que él proponía nuevas formas de resolver su problema, se encontraba con que estaba casi segura de no querer resolverlo.

El viernes se despertó agotada, ya que había dormido muy poco, pero nada más levantarse llegó a una conclusión. Iba a buscar trabajo.

Los médicos del hospital le habían asegurado que recuperaría la memoria en unas horas, pero seguía sin saber siquiera quién era. Evidentemente, no era un problema pasajero, y no podía esperar que otras personas se ocuparan de ella mientras esperaba que la encontraran. Podían transcurrir meses, o incluso años.

Ni siquiera estaba segura de desear que la encontraran.

Una hora después llevaba una falda marrón de Miley Efron y una camisa a juego. La herida de su frente se estaba curando, y con un poco de maquillaje debajo del flequillo, resultaba difícil verla. Después de desayunar rápidamente, se puso una chaqueta y salió de la casa.

La niebla del día anterior había desaparecido, y Noelle se sintió más animada mientras respiraba el aire húmedo de la bahía y caminaba sin rumbo fijo. Se detuvo un poco después al llegar a una hamburguesería en los bajos de un edificio de oficinas.

El cartel que había visto el día anterior, en que ponía que se necesitaba personal, seguía en el escaparate. No sabía si estaba capacitada para desempeñar aquel trabajo, pero podía aprender. No tenía mucha elección, puesto que tenía que ir a pie al trabajo, y aquel lugar estaba cerca.

Una vez dentro preguntó por el encargado, y la muchacha del mostrador se volvió.

*: ¡Joe! Preguntan por ti.

El hombre que respondió era joven, y la miró con interés.

Joe: ¿Qué puedo hacer por ti? -preguntó alegremente-.

Ness: Venía a solicitar el trabajo.

Joe: ¿En serio? -preguntó con incredulidad-.

Noelle se dio cuenta de que había cometido un error al vestirse de aquella manera. La ropa que se había puesto encajaría mejor en una oficina que en un local como aquél.

Ness: En serio. Necesito trabajo.

Joe: ¿Tienes experiencia? -preguntó con igual incredulidad-.

Noelle se sintió desconcertada. No sabía si había trabajado alguna vez en algo parecido. En cualquier caso, no le parecía tan difícil.

Ness: Un poco, y aprendo deprisa.

El hombre dudó. Evidentemente, no la creía. Al final asintió.

Joe: De acuerdo, veremos qué tal te desenvuelves. El puesto libre es para el turno de cuatro de la tarde a doce, y pagamos el salario mínimo. ¿Algún problema?

Existía un problema. No había pensado en la posibilidad de trabajar de noche y tener que volver a casa a oscuras, pero necesitaba una fuente de ingresos.

Ness: Perfecto.

El encargado se encogió de hombros.

Joe: Voy a buscar el formulario. Puedes sentarte en una mesa para rellenarlo. ¿Estás dada de alta en la seguridad social?

No se le había ocurrido. No podía trabajar sin la tarjeta de la seguridad social, y si la tenía, no sabía dónde estaba.

Noelle respiró profundamente y mintió.

Ness: Sí, pero la he perdido, y no recuerdo el número. He solicitado una nueva, pero tardan bastante en concederla. ¿No podrías…?

Joe: Así que quieres trabajar sin seguridad social. ¿Cómo sé que no es una trampa?

Ness: ¿Una trampa?

Joe: Deja de hacerte la inocente. ¿Eres inspectora de trabajo, o qué?

Aquello estaba resultando más difícil de lo previsto. No se le ocurría una mentira que pudiera resultar convincente. Lo mejor que podía hacer era decir la verdad y esperar que el hombre la creyera.

Ness: No soy inspectora. En realidad, no sé quién soy. Al parecer, me atracaron en el parque Golden Gate hace cinco días…

Le contó toda la historia, y al final le dijo desesperada que necesitaba el trabajo.

Joe se quedó un rato mirándola, con el ceño fruncido. Después murmuró:

Joe: Espera.

A continuación, desapareció en la trastienda.

Noelle estuvo recorriendo el local nerviosa hasta que volvió el hombre.

Joe: He comprobado tu historia, y parece que es cierta. Necesito contratar a alguien urgentemente, de modo que por el momento te cogeré sin papeles, pero no estoy dispuesto a arriesgarme durante mucho tiempo. ¿Entendido?

Noelle lo entendía perfectamente, aunque no sabía por qué. Quería decir que no declararía su trabajo, por lo que se quedaría con todo el dinero que debería deducir a los demás empleados.

Desgraciadamente, no tenía más remedio que aceptar sus condiciones.

Cuando salió de la hamburguesería dio una vuelta por la zona, para familiarizarse con el vecindario. En casi todas las ventanas había guirnaldas navideñas.

Casi todos los árboles estaban verdes, y había incluso arriates con flores. Sólo llevaba una chaqueta, pero no tenía frío. El ambiente era más primaveral que navideño, y le costaba trabajo creer que estuvieran en diciembre.

Tal vez aquello significara que en el lugar donde vivía solía nevar en navidades, pero también era posible que su asociación de ideas se debiera a la tradición de las navidades blancas.

Eran casi las doce cuando Vanessa volvió al dúplex, para encontrarse a Zac furioso.

Zac: ¿Dónde demonios has estado? -le preguntó en cuanto la vio llegar-.

Noelle se sobresaltó. No lo había visto, y no esperaba encontrarlo en el salón de la casa de Audrey.

Ness: He salido -balbuceó-.

Zac: ¿En serio? -dijo con sarcasmo-. ¿No podrías explicarte un poco mejor? ¿Por qué no me has dicho que te marchabas?

Se dirigía a ella como si fuera una niña pequeña desobediente que se hubiera escapado por la ventana.

Ness: No sabía que tuviera que pedirte permiso para salir a dar una vuelta.

Zac: Muy graciosa. No necesitas pedirme permiso, pero podrías ser un poco más considerada. Me has dado un susto de muerte. Pensé que habías recuperado la memoria y habías huido. También pensé que te habías perdido, o que habías tenido un accidente, o…

Tenía miedo por ella. Se sintió estúpida por no haberse dado cuenta inmediatamente.

Cruzó el salón rápidamente y se lanzó entre sus brazos.

Zac la abrazó y hundió el rostro en su pelo. Llevaba unos vaqueros y un jersey, y podía acercarse a él tanto como quisiera sin preocuparse por los utensilios que formaban parte de su uniforme.

Zac: Por favor -susurró-, no me vuelvas a hacer eso. Sé que voy a perderte un día de éstos, pero por lo menos quiero saber que estás bien. No quiero que desaparezcas sin dar señales de vida.

Noelle lo abrazó y lo besó en el cuello.

Ness: Nunca haría algo así.

Zac: Es posible -insistió-. No puedes saber a ciencia cierta cómo vas a reaccionar cuando recuerdes quién eres y de dónde vienes. Por favor, prométeme que, independientemente de cómo te sientas al recordarlo, aunque haya otro hombre en tu vida o tengas un problema, me lo dirás.

Zac parecía necesitar desesperadamente que se lo prometiera, y Noelle sintió una extraña mezcla de alegría y tristeza. La apreciaba realmente. Si no fuera así, no se habría asustado tanto al comprobar que había desaparecido, pero tal vez al final fuera a hacerle daño.

Tal vez sería mejor que se marchara de su dúplex y acudiera a los servicios sociales para solicitar ayuda hasta tener dinero para pagar una casa.

Pero aquella idea la horrorizaba. No se sentía capaz de separarse de Zac, a menos que él le pidiera que desapareciera de su vida. No tenía por qué hacerse infeliz y hacerlo infeliz a él en vez de aprovechar el tiempo que pudieran pasar juntos antes de que la vuelta de su memoria hiciera su felicidad completa o imposible.

Todo el mundo tenía que tomar decisiones a lo largo de la vida, y ella había elegido a Zac, al menos mientras no conociera nada más.

Le pasó las manos por el pelo.

Ness: Claro que te lo prometo. No me marcharé sin despedirme, y no te dejaré si no me veo obligada a hacerlo.

Zac la abrazó con más fuerza, y ella levantó la cabeza para mirarlo.

Zac: Entiendes que tal vez esto sólo consiga destrozarnos -le recordó-.

Ness: Lo sé, pero la verdad es que supongo que no estoy comprometida con otro hombre, y si lo estoy, no creo que sea feliz con él. Si lo fuera, creo que no habría sido capaz de olvidarlo. Estoy completamente segura de que ningún golpe en la cabeza me haría olvidarme de ti.

Sus bocas se encontraron, y dejaron de preocuparse por lo que pudiera haber ocurrido en el pasado. El presente era lo único que importaba.

Cuando se separaron, Zac dijo:

Zac: Había venido para invitarte a comer. Se me da muy bien hacer tortillas, y esta mañana, al volver a casa, he comprado una tarta de arándanos. ¿Qué te parece?

Ness: Se me hace la boca agua. ¿Cómo voy a negarme?

Una hora más tarde, mientras se tomaban una segunda taza de café en la cocina de Zac, él cogió la mano de Noelle para besarla.

Zac: Tengo libres las dos noches próximas. ¿Te parece bien que bajemos a la ciudad y cojamos el funicular? Es una atracción turística. Después podríamos dar una vuelta por la bahía y comer cangrejo con los dedos mientras exploramos el antiguo rompeolas restaurado. Después podemos cenar en una marisquería, y…

Noelle levantó una mano para que se callara.

Ness: Por favor, Zac, no es necesario que me convenzas. Me parece maravilloso, pero no puedo. Tengo que trabajar esta noche.

Zac: ¿Qué?

A Noelle no le gustaba declinar su invitación, pero no podía elegir.

Ness: No puedo ir contigo. Tengo que trabajar esta noche -repitió-.

Zac: ¿Que tienes que trabajar?

Parecía completamente confundido. Noelle se dio cuenta de que no le había contado lo del trabajo.

Ness: Lo siento. Con todo lo que pasó cuando llegué a casa se me había olvidado decirte dónde he estado esta mañana. He ido a esa hamburguesería del bloque de oficinas y les he pedido trabajo. Esta noche tengo que estar ahí.

Zac: ¿Cómo que esta noche?

Ness: Trabajo desde las cuatro de la tarde hasta las doce de la noche.

Zac: Ni hablar. ¿Cómo vas a venir a casa a esas horas sin coche?

Ella también estaba algo preocupada, pero no estaba dispuesta a permitir que Zac lo supiera.

Ness: Andando, por supuesto -dijo con calma-. Está muy cerca.

Zac: Ni hablar. No quiero oír hablar de eso. Llama y di que has cambiado de idea.

El primer impulso de Noelle fue el de decirle por dónde podía meterse sus órdenes, pero se esforzó por tranquilizarse. Probablemente, Zac se creía con derecho a decirle lo que podía y lo que no podía hacer porque se había responsabilizado de ella, pero a Noelle le parecía intolerable.

Había averiguado algo sobre sí misma. Podía ser la esposa o incluso la querida de un hombre, pero no era una mujer sumisa.

Ness: Zac -dijo con calma-, entiendo tu preocupación y ahora me doy cuenta de que debería haberte comentado lo que quería hacer, pero he decidido esta misma mañana que necesitaba encontrar un trabajo, y he recordado que ayer vi ese cartel en el escaparate de la hamburguesería, así que… Bueno, tenía prisa por solicitar el trabajo antes de que se lo concedieran a otra persona.

Zac: No deberías haberte molestado. Ese cartel lleva tres semanas colgado. El sueldo es bajo y las condiciones de trabajo son intolerables -se detuvo y la miró con extrañeza-. Un momento. ¿Cómo has conseguido que te contraten? No sabes tu número de la seguridad social, ¿verdad? ¿No será que estás recuperando la memoria y no me lo has dicho?

Ness: No recuerdo nada. Le dije a Joe, el encargado, que había perdido la cartilla y había solicitado una nueva.

No podía decir a Zac que Joe la había contratado de forma ilegal y se aprovechaba de ello. Se habría puesto furioso.

Zac: No ha sido muy inteligente por tu parte. Más tarde o más temprano tendrás que darle el número, pero da igual. No vas a coger ese trabajo. Ahora ponte unos zapatos cómodos mientras me cambio de ropa. Podemos pasarnos por la hamburguesería mientras vamos al funicular para decir al encargado que vuelva a colgar el cartel.

Las palabras de Zac fueron como una bofetada para Vanessa. No estaba dispuesta a permitir que le prohibiera coger un trabajo. Le había salvado la vida, pero aquello no le daba derecho a decidir por ella.

No obstante, estaba en deuda con él y no quería parecer desagradecida. Respiró profundamente para tranquilizarse y se puso en pie.

Ness: He tomado la decisión de aceptar ese trabajo, y no voy a cambiar de idea. Necesito el dinero. No puedo vivir a expensas tuyas y de tu madre indefinidamente. Tal vez tenga un problema de memoria, pero por lo demás, mi cerebro funciona perfectamente. Siento no poder salir contigo esta noche, pero he prometido que me presentaría a las tres para aprender el trabajo antes de que empiece mi turno, y pienso mantener mi palabra -se dirigió a la puerta y la abrió-. Otra cosa. No vuelvas a intentar prohibirme nada.

Dicho aquello, salió de la casa y cerró con un portazo.


1 comentarios:

Caromi dijo...

Zac será muy lindo y todo pero no le puede prohibir nada!
Bien hecho Noelle o Ness xD

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