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viernes, 20 de diciembre de 2019

Capítulo 2


Estaba tumbada en el hospital, en otra sala de espera, y se preguntaba si aquella pesadilla terminaría algún día. La habían llevado de un lado para otro, habían examinado todo su cuerpo y hasta le habían hecho radiografías. Ahora estaba esperando el dictamen del radiólogo.

Tenía la herida de la frente curada y vendada, y se había tomado un analgésico. Su dolor de cabeza se había hecho soportable, pero aquélla era la menor de sus preocupaciones.

Lo que la aterrorizaba era su incapacidad para recordar. No sabía quién era, ni de dónde había salido. Y mucho menos, dónde iría cuando saliera del hospital. Se preguntaba si habría alguien preocupado por su desaparición.

Era como si hubiera vuelto a nacer. Era adulta y podía hablar, pero no tenía pasado ni futuro. Lo único que recordaba era lo ocurrido desde que se despertó tendida en el suelo húmedo. La única persona a la que conocía era el policía que la había encontrado.

Zac Efron. Era un hombre muy agradable, pero al final hasta él la había abandonado. O tal vez la habían separado de él. La enfermera y el celador la habían llevado a otro lugar, y Zac no la había seguido. Se preguntaba si seguiría en el hospital.

Sintió un nudo en la garganta. No sabía qué iba a ser de ella. Zac le había dado un nombre, y todo el mundo la llamaba Noelle, pero necesitaba conocer su nombre, saber quién era antes de que le asignaran aquel divertido apodo.

Ni siquiera sabía si tenía padres o amigos. Tal vez estuviera casada y tuviera hijos. No tenía la menor idea.

Sus pensamientos atormentados fueron interrumpidos por una voz conocida, y Zac apareció en la puerta, acompañado por un médico. Le tendió la mano, desesperada, y él se la estrechó.

Zac: Buenas noticias. No hay rastros de hemorragia interna ni de fractura. Te pondrás bien en cuanto se te cure la herida.

Noelle miró al médico, que asintió.

**: Le daremos analgésicos para el dolor de cabeza. No es nada grave. Ya sé que la pérdida de memoria parece terrible, pero recordará todo dentro de unas horas. Vaya a ver a su médico dentro de un día o dos.

Ness: Pero no sé quién es mi médico.

Zac: Un momento. ¿No la van a internar?

El médico negó con la cabeza.

**: No hace falta. No tiene nada grave.

Zac: Pero tiene amnesia. ¿A dónde va a ir? -preguntó indignado-.

**: Me temo que eso es cuestión de la policía. Si tuviéramos sitio, la meteríamos en una habitación, pero ya ha visto cómo está esto. No podemos ocupar una cama con alguien que no la necesita. Tienen una enfermería en la prisión. ¿Por qué no la llevan allí?

Noelle se sintió aterrorizada al oír aquello.

Ness: ¡No! -gritó-. Por favor, no me metan en la cárcel.

Zac la retuvo para impedir que se levantara.

Zac: Nadie te va a meter en la cárcel -le aseguró mientras miraba al médico con aire desafiante-.

**: Lo siento, agente, pero no podemos usar con ella una cama cuando hay gente que las necesita mucho más, sólo porque dice que no recuerda dónde vive.

Noelle abrió la boca, pero antes de que pudiera protestar, Zac lo hizo por ella.

Zac: ¿Qué quiere decir con eso de que dice que no lo recuerda? -preguntó con dureza-. ¿Cree que miente?

El médico suspiró.

**: No lo sé, pero mucha gente lo hace. Sobre todo ahora, que hace frío. San Francisco está lleno de gente sin casa, y los hospitales tienen camas cómodas y calientes. ¿Por qué no se la lleva a un albergue para indigentes?

Los dos se quedaron mirando al médico mientras se marchaba.

Noelle temblaba de miedo y frustración.

Ness: Te aseguro que no miento, Zac. No recuerdo nada. ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde voy a ir? Ni siquiera tengo dinero.

Zac la abrazó para darle ánimos.

Zac: No te preocupes. Me encargaré de que te proporcionen alojamiento. Mi compañero ha vuelto con el coche. Lo único que ha encontrado en el parque ha sido una mancha de sangre en un banco de cemento. Ahí fue probablemente donde te diste el golpe. ¿Tienes idea de cómo te caíste?

Ness: He estado intentando recordar algo desde que me has traído, pero es inútil.

Zac: ¿Es posible que llevaras bolso?

Ness: Es probable. Siempre llevo bolso.

Zac: ¿Cómo lo sabes?

Noelle abrió los ojos. Zac tenía razón.

Ness: No te lo puedo explicar, pero estoy segura de que siempre llevo bolso. Casi todas las mujeres lo hacen.

Zac: Eso es cierto. Pero si tú lo llevabas, Dylan no ha sido capaz de encontrarlo. ¿Sabes si llevabas abrigo? Hacía mucho frío, pero no llevabas abrigo. ¿Por qué?

Noelle se esforzó por encontrar una respuesta, pero fue inútil.

Ness: Lo siento. Si llevaba abrigo, no lo recuerdo.

Zac suspiró.

Zac: Bueno; si lo llevabas, lo has perdido -cogió la manta que había sacado del coche patrulla-. Si te encuentras con fuerzas para caminar, te llevaré a la enfermería de la prisión para que pases la noche. Es probable que tengan camas libres.

La idea de pasar una noche en la cárcel, aunque fuera en la enfermería, la aterrorizaba. Se preguntaba si Zac sería capaz de dejarla a cargo de los funcionarios de prisiones y marcharse. Se preguntó si sería posible que en el cambio de guardia la tomaran por una prisionera y la encerraran para siempre.

Apretó los labios y apartó la cabeza para que Zac no pudiera ver lo asustada que estaba. Había sido muy atento, y no quería causarle más problemas.

Zac volvió a ayudarla a subir al coche y se sentó junto a ella. Rodeó sus hombros con el brazo y Noelle se acurrucó contra él.

Se dio cuenta de que no estaba apoyada contra su cuerpo, sino contra algo duro, que parecía metálico. Zac llevaba debajo del uniforme algo que parecía una armadura.

También observó que tenía un bulto en la cintura. Debía de tratarse de la pistola. No se había fijado cuando la había llevado al hospital, porque había estado demasiado histérica para darse cuenta de nada.

Quería preguntarle qué llevaba debajo del uniforme, pero temía que se alejara de ella si hablaba, de modo que cerró los ojos y se relajó.

En la cárcel se encontraron con que todas las camas de la enfermería estaban ocupadas, y la enfermera estaba intentando desesperadamente encontrar sitio para un recluso asmático. Al parecer, tenían que tratar a algunas personas en las celdas a causa de la escasez de sitio en la enfermería, y no podían permitirse el lujo de acoger a una amnésica.

Ness: Pero no me pueden dejar en la calle -protestó atemorizada-. No tengo dinero, y no sé orientarme -se aferró a la manta en la que estaba envuelta-. Ni siquiera tengo abrigo.

Zac: Nadie te va a dejar en la calle -le aseguró rodeando sus hombros con el brazo-. Siéntate aquí mientras intento resolver esto.

Ness: No te vas a marchar, ¿verdad?

Zac le puso la mano en el hombro.

Zac: No voy a abandonarte. Sólo voy a intentar encontrarte alojamiento. Estaré ahí, en el mostrador. ¿De acuerdo?

Ness: De acuerdo.

Noelle se sentía avergonzada. No le extrañaba que Zac la tratase como a una niña pequeña. Estaba segura de que normalmente se comportaba de forma muy distinta. No le gustaba depender de los demás, pero sin recuerdos, no tenía más remedio.

No entendía por qué se sentía tan apegada a aquel policía. No podía tratarse de nada personal, puesto que acababan de conocerse. Pero, probablemente, su vida dependía de él. Era la única persona que tenía.

Se envolvió en la manta, aterrorizada, preguntándose si sería posible que hubiera muerto del golpe en la cabeza y estuviera en el infierno.

Cuando Zac volvió, parecía turbado.

Zac: Dylan va a escribir los informes, así que estoy fuera de servicio. Voy a recoger mi coche y después vendré a buscarte. Sólo pasaré fuera unos minutos.

Ness: Pero… -comenzó a decir-.

Pero Zac ya desaparecía por la puerta.

Fiel a su palabra, volvió al cabo de cinco minutos y la acompañó a un coche deportivo de color azul oscuro. En cuanto subieron, Noelle preguntó:

Ness: ¿A dónde me llevas?

Zac: Con mi madre -respondió mientras arrancaba-.

Ness: ¿Con tu madre?

Zac. Sí. Os llevaréis bien. Es enfermera. Trabaja en una clínica de Brisbane.

Ness: ¿Quieres decir que me vas a llevar a otro hospital?

Zac la miró y sonrió.

Zac: No, Noelle. Te llevo a mi casa. Tengo un dúplex en Brisbane, en la península. Yo vivo en una parte, y mi madre y mi hermana viven en la otra.

Noelle lo miró sorprendida.

Ness: ¿Vives con tu madre y tu hermana?

Zac: No. Son mis vecinas. Las dos partes del dúplex son independientes. Si algún día encuentro un piso decente en el centro, me mudaré y alquilaré mi parte, pero es casi imposible encontrar algo que esté al alcance de mis posibilidades y que no sea un agujero. Estoy en la lista de espera para el ascenso a sargento, y cuando lo consiga, podré empezar a buscar algo que esté bien.

Noelle debió quedarse dormida en el coche, porque de repente se dio cuenta de que Zac le sacudía el hombro.

Zac: Despierta. Estamos en casa.

Había una farola junto al coche. Cuando abrió los ojos, Noelle vio los de Zac. Estaban a unos centímetros de ella, y eran grandes y azules. Una mujer podría ahogarse en aquellos ojos.

Le apartó una mecha de pelo del rostro. Sus manos eran ásperas, pero su contacto resultaba muy suave.

Zac: Vamos, dormilona -murmuró-. Mi madre te espera. Ya tendrá la cama preparada, y podrás dormir cuanto quieras.

Si Noelle no hubiera tenido los brazos aprisionados por la manta, no habría sido capaz de resistirse al impulso de acariciar su rostro y su pelo.

Ness: Siento molestar a toda tu familia.

Zac: No molestas. Miley, mi hermana pequeña, es auxiliar de vuelo. Duerme en casa de mi madre cuando viene a San Francisco, pero casi siempre está por ahí. Puedes usar su habitación hasta que averigüemos quién eres. Mi madre se alegrará de tener compañía.

Ness: Eres muy amable -dijo emocionada-.

Durante un momento se limitaron a mirarse a los ojos. Zac fue el que rompió el hechizo, apartándose para salir del coche. Rodeó el vehículo y abrió la puerta de Noelle. Después la cogió en brazos para llevarla a la casa.

Una vez en la puerta, una mujer abrió, sonriente.

*: Entrad deprisa. Hace mucho frío.

Noelle decidió que, si aquella mujer era la madre de Zac, debería tener algo más de cincuenta años, pero parecía más joven. Su pelo negro no tenía ni una cana, y sus ojos azules resplandecían con una expresión juvenil.

Zac: Siento haberte despertado, pero no sabía a quién recurrir -se volvió hacia Noelle -. Te presento a mi madre, Audrey Efron. En vez de tenderle la mano, la madre de Zac la abrazó.

Audrey: Puedes quedarte hasta que tengas otro sitio. Voy a buscarte un camisón de mi hija mientras te despides de Zac.

Soltó a Noelle y se dirigió a la escalera.

Noelle se quitó la manta de los hombros y se la entregó a Zac.

Ness: ¿Cómo podría agradecértelo? No sé qué habría sido de mí si no me hubieras encontrado.

Zac: Es parte de mi trabajo -dijo algo cohibido-.

Ness: No me lo creo. Estoy segura de que no todos los policías se llevan a casa a la gente que encuentran por la calle.

Zac: No. Mi madre tiene que trabajar dentro de unas horas, pero yo estoy al lado. Si necesitas algo, basta con que des unos golpes a la pared. Si no, vendré a mediodía y te llevaré a comer. -Alargó una mano para acariciarle la frente, junto a la herida-. Duerme bien, y no tengas miedo. El médico dice que pronto recuperarás la memoria. Es posible que al despertarte ya sepas quién eres. Pero, si no es así, no dejaré que te ocurra nada malo.


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