La música del grupo de cámara empezó a sonar,
llegando a todos los recovecos de la iglesia. Vanessa se sentía nerviosa,
caminando de un lado a otro en la sacristía; lugar improvisado que utilizaba de
escondite. Todo el mundo sabía que la novia era la última en llegar, pero en su
caso no había sido así.
No había señales del novio por ninguna parte.
Se detuvo un momento, al escuchar el delicado
sonido de un violín solitario, que se mantuvo tocando por unos instantes hasta
quedar en silencio como el resto de sus compañeros. Su corazón se aflojó y pudo
por fin respirar; eso solo podía significar que, finalmente, Cole estaba allí.
Ya era hora. Cuando se quedaran a solas, iba a
cantarle las cuarenta y quizá alguna más. ¿Quién se creía que era para
destrozar así su boda perfecta?
Respiró profundo y observó a sus damas de honor que
la miraban con pena; también se fijó en su suegra, que parecía avergonzada.
Aún no es tu
suegra
-se dijo en silencio-. Aunque después de
esto, ya no habrá marcha atrás.
**: Siento tanto el retraso de Cole, no mereces
esto. Yo no sé qué ha podido pasar...
La puerta se abrió dando paso a un niño vestido de
monaguillo, no tendría más de ocho años, pero las miró con toda su inocencia y
anunció:
*: El padre dice que pueden prepararse, el novio ya
ha llegado.
Ash: Ya era hora -dijo su mejor amiga mirando al
pequeño que salió corriendo antes de pagar por haberse convertido en mensajero-.
Miley: Vamos, no asustes a la pobre criatura, no
tiene la culpa de que Cole sea un capullo con todas sus letras -añadió su otra
mejor amiga-.
Eran un trío inseparable y cariñoso, se adoraban.
No sabía cómo podría haber soportado la humillación y la vergüenza de no haber
estado ellas allí, acompañándola.
Su padre llamó a la puerta, pidiendo que le dejaran
pasar, Vanessa salió para abrazarlo.
Ness: Por fin ha llegado, papá. De verdad, voy a
matarlo por hacerme esto.
Se quitó la chaqueta de lana que había colocado
sobre la fina tela del vestido para luchar contra el frío y enlazó su brazo con
el del hombre mayor.
*: Hija, quizá debamos hablar antes de que salgas
ahí. Después de esto yo no sé si...
Ness: Vamos papá, no quiero esperar ni pensarlo
más; porque si lo hago, no caminaré por ese pasillo, correré hasta el final
para golpearle con el tacón de mi zapato por impresentable. Le supliqué que
cero trabajo el día de nuestra boda y ¿qué hace? ¡Llegar tarde! Seguro que
tenía alguna conferencia con Japón o con cualquier otro lugar igual de lejano y
exótico. ¡Solo voy a casarme una vez en la vida!
Las damas de honor salieron, dirigiéndose al
pasillo junto a la madre de Cole, tras darle un apretón en señal de ánimo para
que la ayudara a afrontar lo que estaba a punto de suceder.
Ashley murmuró entre dientes:
Ash: Si la caga, le corto los huevos.
Miley: ¡Ashley! -se quejó, tratando de llevársela
antes de que dijera algo que pusiera más nerviosa a la ya histérica novia-.
*: Vanessa, hija, quizá deberías pensar esto un
poco mejor. Tu madre...
Ness: Mamá no está aquí, papá. Y esta es mi vida,
así que, por favor, solo acompáñame y deséame que sea feliz. Cole es un
capullo, pero lo amo.
El hombre la miró y asintió, suspirando.
*: Es tu vida, pero si te hace daño, nadie evitará
que le dé el puñetazo que se merece por hacer sufrir a mi pequeña.
Ness: Papá... -dijo achuchándolo-. Me harás llorar,
se correrá el rímel y pareceré una bruja salida del peor de mis cuentos.
*: Solo quiero que seas feliz, solo eso.
Ella asintió, aspirando para tratar de contener las
lágrimas que sabía estaban a flor de piel. Le picaban los ojos y la nariz y eso
no era nada bueno. ¡No podía casarse con una nariz roja!
Se colocó en posición y suspiró, esperando a que la
música le diera la entrada. Caminaron unidos, con seguridad, hacia el principio
del pasillo y después avanzaron. Vanessa miró hacia el frente, odió no haberse
puesto las gafas, porque no podía distinguir el rostro del hombre con el que se
casaba. Era demasiado miope y tenía tolerancia 0 a las lentillas, pero una
novia con gafas... Concentró su atención en aferrarse fuerte al brazo de su
padre y seguir hacia delante con decisión. Iba observando a los invitados y
regalando sonrisas, especialmente a los niños, mientras seguía hacia adelante.
Cuando se detuvieron frente al altar, Cole extendió su mano y se la llevó a los
labios para besarla. Ella observó el gesto. ¿Desde cuándo se había vuelto él
tan caballeroso?
**: Lamento la ausencia de Cole, pero por esta vez
seré el novio en funciones. Se unirá a nosotros en el banquete, no ha podido
escaparse antes. Lo siento, preciosa. Sé que no me esperabas a mí.
Vanessa se fijó entonces en el rostro conocido de
Michael, uno de los socios de confianza de su prometido y negó incrédula.
Ness: No. No me puede estar haciendo esto a mí. No
hoy. No otra vez. -Se apartó del contacto del hombre y negó con insistencia,
miró hacia sus invitados y a su padre, con un gesto de súplica, para terminar
dirigiéndose a Michael-: ¿Qué era tan importante como para no poder venir a su
jodida boda?
Se arrancó el velo de la cabeza y se lo posó al
sustituto en el pecho, que lo cogió en un acto reflejo. Hizo lo mismo con el
ramo y volvió a negar, se agarró la falda larga del vestido con las manos, miró
a su audiencia y gritó:
Ness: Se acabó. ¡Esto se acabó! ¡Se cancela la
boda! Disfruten del banquete.
Un instante después salía corriendo tan rápido como
sus elegantes tacones se lo permitían, hacia la libertad.
Abrió las puertas de la iglesia y descubrió una
inmensa nevada al otro lado, incluso sobre la carroza de cuento que había
contratado.
Dejando caer la falda, se irguió y caminó con
elegancia hacia el carruaje. Nadie iba a quitarle la satisfacción de ser ese
día una princesa, mañana afrontaría la realidad.
El lacayo, vestido tal cual el del cuento de la
Cenicienta, le abrió la puerta y tendió la mano para ayudarla a subir, la miró
con extrañeza, pero no dijo nada; una vez acomodada dentro, se retiró a su
lugar en la parte trasera de la deliciosa y hermosa calabaza. El cochero
inició la marcha y ella observó, desde el mullido, cómodo y solitario asiento,
las luces titilantes que anunciaban las fiestas.
Ness: Feliz Navidad, Vanessa. Hoy es el primer día
del resto de tu vida.
Y por si la fiesta no hubiera sido lo
suficientemente desagradable de por sí, tenía una mala experiencia más, para
añadir a su lista negra de recuerdos.
Había tenido que ser el día de Navidad, cuando
descubrió que el amor era una mentira. De alguna manera había sabido que nunca debió
haber escogido esa fecha. En su caso, estaba maldita.
Y allí, en el interior de la carroza de cuento, con
el vestido de sus sueños y la soledad como única compañera, tomó la decisión de
arrancarse el corazón.
No quería saber nada más de hombres, almas gemelas
o amor verdadero.
Se acabó.
1 comentarios:
Guauuu ya quiero leer mas... sigue pronto!
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