Epílogo

Zac rellenó el formulario de registro. Al otro lado del mostrador, las rocas estaban cubiertas de cactus que empezaba a florecer. La luz entraba a raudales por el arco de cristal.

El encargado de recepción le dedicó una radiante sonrisa.

**: Espero que disfruten de su estancia en nuestro hotel, señor Efron.

Zac: Tenemos la intención de hacerlo -repuso tras meterse la llave en el bolsillo-.

La gente entraba y salía del vestíbulo. Unos bajaban o subían por la amplia escalera en curva y otros lo hacían en los silenciosos ascensores. Sobre sus cabezas, la cúpula dejaba entrar el sol formando una fantasía de color. La cascada caía musicalmente sobre el pequeño estanque de piedras. Con una sonrisa, se acercó a él y a la mujer que estaba a su lado, observando el agua.

Zac: ¿Alguna queja?

Vanessa se dio la vuelta e inclinó la cabeza.

Ness: Aún recuerdo los metros de tubería que necesitamos para dar forma a tu pequeño capricho. En cualquier caso, gracias a mí, es funcional -bromeó-.

Apoyó la cabeza sobre el hombro de Zac y se volvió de nuevo para observar el agua.

Zac: ¿Qué ocurre?

Ness: Vas a pensar que soy una estúpida, pero echo de menos a los niños.

Zac: No es ninguna estupidez, pero seguro que, cuando lleguemos a la cabaña, te los quitaré de la cabeza durante un rato.

Ness: Tal vez… si te esfuerzas de verdad -dijo a modo de desafío-.

Zac: Supongo que una segunda luna de miel debería ser incluso mejor que la primera.

Ness: En ese caso -susurró-, vamos a empezar.

Zac: Dentro de un momento. Hace cinco años, estuvimos aquí al amanecer. Todo estaba vacío y no estábamos seguros de verlo finalizado en el futuro.

Ness: Zac, no sirve de nada recordar todo esto.

Zac: Yo nunca lo olvidaré -musitó. Entonces, se llevó las manos de su esposa a los labios-. Hay algo que jamás te he dicho. Aquella mañana, iba a pedirte que te casaras conmigo aquí mismo.

Vanessa se quedó muy sorprendida, incluso después de cinco años de matrimonio y compañerismo.

Ness: Supongo que ya es demasiado tarde. Ya no puedes librarte de mí.

Zac: Sí, es demasiado tarde para eso -musitó-.

Sin prestar atención a las personas que los rodeaban, la tomó entre sus brazos. Para ellos, estaban a solas.

FIN