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lunes, 20 de abril de 2020

Capítulo 12


**: Necesita que lo examinemos, señor Efron.

Zac: Eso puede esperar -sentía un miedo mortal en el centro del estómago-. Dígame cómo está Vanessa. ¿Adónde la han llevado?

**: La señorita Hudgens está en las mejores manos -le contestó el médico-. Si pierde más sangre, se va a desmayar y nos ahorrará muchos problemas.

Zac lo agarró por las solapas de la bata y lo golpeó contra la pared.

Zac: Dígame dónde está.

**: Señor Efron…

Zac: Dígame dónde está o será usted el que empiece a sangrar.

**: La están preparando para llevarla al quirófano. No sé mucho sobre su estado, pero el doctor Bost es el jefe del equipo que la va a operar y es el mejor.

Lentamente, Zac dejó que el médico se retirara de la pared, aunque no le soltó las solapas.

Zac: Quiero verla.

**: Puede golpearme otra vez contra la pared si quiere -replicó el médico-, pero no va a poder verla. Necesita que la operen. Los dos tienen mucha suerte de estar vivos, señor Efron. Solo estamos tratando de que estén bien.

Zac: Está viva… -susurró-.

El miedo le abrasaba la garganta con más fuerza que la inhalación de humo.

**: Sí, está viva. Ahora, deje que me ocupe de usted -dijo el médico. Con mucha cautela, levantó las manos y apartó de sí las de Zac-. En cuanto salga del quirófano, vendré a por usted.

Zac se miró las manos. La sangre teñía ya la venda que le habían colocado en la ambulancia.

Zac: Lo siento -musitó-.

**: No se preocupe. Por lo que me han dicho los de la ambulancia, lo ha pasado usted muy mal. Tiene una herida en la cabeza, señor Efron. Déjeme que se la cosa.

En aquel momento, un hombre se acercó a ellos y les mostró una placa.

Foster: Perdonen. Soy el teniente Foster. Me gustaría hablar con el señor Efron.

**: ¿Quiere hablar con él mientras se está desangrando? -le espetó el médico. Entonces, abrió una cortina e hizo un gesto hacia la sala de curas-. ¿O prefiere esperar hasta que lo haya curado?

Foster: ¿Le importa a usted? -le preguntó a Zac-.

Zac: No.

Se sentó en una mesa y se quitó lo que le quedaba de camisa. Tenía tantas heridas y quemaduras en el torso y en la espalda que Foster no pudo evitar un gesto de dolor.

Foster: Yo diría que ha estado muy cerca. ¿Le importaría decirme lo que la señorita Hudgens y usted estaban haciendo en la obra al amanecer?

Zac: Estábamos mirando. -Contuvo el aliento al notar el picor del antiséptico-. Ella es la ingeniero del proyecto y yo el arquitecto.

Foster: Eso ya lo sé. ¿Es que no ven ustedes ese lugar lo suficiente a lo largo de la semana?

Zac: Teníamos nuestras razones para acudir allí anoche.

**: Voy a ponerle una inyección para que no le duela tanto -lo informó el médico-.

Zac simplemente asintió.

Zac: A primera hora de la tarde de ayer nos informaron de que había habido ciertas discrepancias en el trabajo. Se han utilizado materiales de calidad inferior.

Foster: Entiendo. ¿Los informaron, dice?

Zac: Así es -trató de separar cuerpo y mente mientras el doctor le cosía muy competentemente la herida-. No voy a nombrar a la persona que nos informó por el momento, pero le diré lo que sé.

Foster: Se lo agradecería mucho.

Zac se lo explicó todo, el descubrimiento, el enfrentamiento con Thornway y la confesión de este. Ya no sentía dolor alguno. Lo único que ocupaba su mente en aquellos momentos era Vanessa. Explicó también que habían visto un coche abandonando en el lugar, pero que habían pensado que eran solo adolescentes aprovechándose de un lugar solitario.

Foster: ¿Sigue usted pensando eso?

Zac: No. Creo que alguien colocó explosivos en todos los edificios de la obra y los hizo saltar en pedazos. Va resultar muy difícil identificar, cuando no queda mucho, que los materiales no se corresponden con la memoria de calidades.

Foster: ¿Está usted realizando una acusación, señor Efron?

Zac: Estoy afirmando un hecho, teniente. El pánico se apoderó de Thornway e hizo que alguien lo destruyera todo. Sabía que Vanessa y yo íbamos a acudir hoy al comisionado de obras si él no lo hacía. Ahora, podemos olvidarnos de eso.

Foster: ¿Cómo es eso?

Zac: Porque, tan pronto como Vanessa salga del quirófano, voy a matarlo. ¿Ha terminado ya, doctor?

**: Casi -dijo el médico-. Tiene cristal en la espalda y unas bonitas quemaduras de tercer grado.

Foster: Es una historia muy interesante, señor Efron. Voy a hacer que la comprueben. ¿Quiere que le dé un consejo? Debería tener mucho cuidado sobre lo de realizar amenazas delante de un policía.

Zac: No es una amenaza. En un quirófano hay una mujer que significa para mí más que nada en el mundo. Usted no vio el aspecto que tenía cuando llegamos aquí. ¿Sabe cuál es su único delito, teniente? Que se apiadó de ese canalla lo suficiente dándole unas horas para que le explicara todo a su esposa. Él, por su parte, podría haberla matado.

Foster: Una pregunta más. ¿Sabía Thornway que iban ustedes a visitar la obra?

Zac: ¿Y qué importa eso?

Foster: Conteste.

Zac: No lo habíamos planeado. No podía dormir. Quería verlo, tratar de resignarme. Vanessa me acompañó.

Foster: Debería usted descansar, señor Efron -le recomendó el teniente. Se despidió del médico con una inclinación de cabeza-. Me mantendré en contacto.

**: Vamos a ingresarlo durante un día, señor Efron -lo informó el médico. Vendó la última quemadura antes de examinarle los ojos con una pequeña luz-. Haré que la enfermera le dé algo para el dolor.

Zac: No, no necesito que me ingrese, doctor. Necesito saber en qué planta está Vanessa.

**: Usted váyase con la enfermera que yo me ocuparé de ver cómo está la señorita Hudgens -dijo el médico. Al notar cómo lo miraba Zac, el médico levantó una mano con resignación-. Como quiera. Tal vez no lo haya notado, pero hay personas por aquí a las que les gusta que les dedique mi tiempo y mi atención. Sala de espera de la quinta planta. Hágase un favor. Vaya primero a la farmacia -añadió. Rápidamente, extendió una receta y se la entregó-. Que le den esto. El hecho de que usted tenga dolor no va a ayudarle a ella.

Zac: Gracias. En serio.

**: Diría que aquí estoy para cuando me necesite, pero estaría mintiendo.

Zac no fue a por la receta, no porque no sintiera dolor, sino porque no quería que la medicina lo hiciera dormir.

La sala de espera era la misma en la que había pasado horas con Vanessa y la señora Méndez el día en el que su marido sufrió el accidente. En aquel momento estaba allí por Vanessa. Recordó lo amable y lo preocupada que ella se había mostrado con la esposa del accidentado.

Llenó un vaso de plástico de café negro, se quemó la ya abrasada garganta al beberlo y empezó a pasear de arriba abajo. Si pudiera irse un momento, iría a buscar a Thornway, lo sacaría de su perfecta casa y le daría una buena paliza sobre su bien cuidado césped.

Vanessa estaba en la mesa de operaciones, luchando por su vida, solo por dinero. Aplastó el vaso y lo lanzó al otro lado de la sala. El dolor le desgarró el hombro y lo llenó de frustración. No podía dejar de culparse por el hecho de que Vanessa hubiera estado en el interior del edificio, esperándolo, cuando dijo que quería marcharse. Vanessa estaba muy grave y él…

En aquel momento, Jessie entró corriendo en la sala de espera.

Jessie: Zac. Dios Santo, Zac, ¿qué ha ocurrido? ¿Qué le ha pasado a Vanessa? Nos han dicho que hubo un accidente en la obra, pero es domingo por la mañana. ¿Por qué estaba allí el domingo por la mañana?

Will: Jessie -susurró Barlow, mientras la acompañaba a una butaca-. Dale una oportunidad de explicarse. Ya ves que él también está herido.

Jessie estaba temblando. Vio las vendas y las heridas de Zac y sobre todo el gesto de su rostro, que decía, más claramente que las palabras, el horror que habían pasado.

Jessie: Dios Santo, Zac, ¿qué ha pasado? Me han dicho que está en el quirófano.

Will: Siéntate tú también, Zac. Voy a por café para que nos lo cuentes todo.

Zac: No sé cómo está. No me han dejado verla… -musito-. Lo que sí sé es que está viva. Cuando la saqué, estaba viva.

Jessie: ¿Cuando la sacaste? ¿Cuando la sacaste de dónde? -preguntó horrorizada mientras tomaba el vaso que Barlow le ofrecía-.

Zac: Yo estaba fuera. Volvía al interior del edificio. Ella estaba dentro cuando explotó.

Barlow colocó una mano encima del brazo de su esposa para tratar de tranquilizarla.

Will: Muy bien, Zac. Quiero que te calmes y nos cuentes todo desde el principio.

Todo parecía un sueño. Empezó hablándoles de la llamada de Carmen Méndez y les contó todo lo pasó la noche anterior hasta el momento en el que los de la ambulancia se llevaron a Vanessa en camilla.

Zac: Tendría que haberlo presionado -murmuró-. Debería haber llamado a las autoridades yo mismo, pero Thornway estaba bebido y nos dio pena. Queríamos darle la oportunidad de salvar su matrimonio. Además, si hubiera sido porque quise ir a la obra, no estaría herida.

Jessie: Entraste en un edificio en llamas para sacarla -susurró-. Arriesgaste tu vida para salvar la suya.

Zac: No puedo vivir sin ella.

Jessie: ¿Sabes una cosa, Zac? -le preguntó tomándolo de la mano-. La mayoría de la gente jamás encuentra a alguien que la ame tanto. Ella siempre necesitó a alguien que le diera amor y le fallé. No vas a perderla.

Will: Bueno. Tengo que hacer unas cuantas llamadas. No tardaré.

Jessie y Zac esperaron juntos. El tiempo pasaba muy lentamente. Cuando Liam y Miles entraron en la sala una hora después, Zac no tenía fuerzas para sorprenderse.

Miley: Cielo -se dirigió directamente hacia él-. Nos hemos enterado casi en cuanto el avión tomó tierra. ¿Qué podemos hacer?

Zac: Nada por el momento. Está en el quirófano.

Miley: Lo sé. Nos hemos encontrado con el señor Barlow en el pasillo y nos lo ha explicado todo. No vamos a hablar de nada. Solo vamos a esperar.

Liam le dio una palmada en el hombro.

Liam: Ojalá hubiéramos podido llegar antes. Si te sirve de algo, Thornway ya está detenido.

Zac: ¿Cómo lo sabes?

Liam: Barlow ha estado investigando. La policía fue a interrogar a Thornway. Cuando le dijeron que Vanessa y tú habíais resultado heridos en la explosión, se desmoronó.

Zac: No importa -susurró-. Ya no importa…

Se levantó de la silla y se dirigió a la ventana. Mientras Vanessa estuviera en el quirófano, no le importaba nada. Cada segundo era una eternidad.

Liam hizo un gesto de ir a hablar con su amigo, pero su esposa se lo impidió.

Miley: Déjame a mí -se acercó silenciosamente a Zac y esperó a que él recuperara el control para hablar-. Es la ingeniero, ¿verdad?

Zac: Sí.

Miley: No tengo que preguntarte si la amas.

Zac: Ni siquiera se lo he dicho… Nunca encontraba ni el momento ni el lugar adecuados, Miles. Cuando la saqué… cuando la saqué de allí pensé que estaba muerta.

Miley: Ni lo estaba entonces ni lo está ahora. Estoy segura de que no vas a perderla, Zac. Cuando esté mejor, ¿os vais a casar?

Zac: Sí. Bueno, ella tampoco lo sabe todavía. Tengo que convencerla.

Miley: Se te da muy bien convencer a la gente, Zac. Tienes un aspecto terrible, ¿lo sabías? ¿Cuántos puntos te han dado?

Zac: No los he contado.

Miley: ¿Te han dado algo para el dolor?

Zac: Tengo una receta…

Miley: Que, por supuesto, tú no has ido a comprar. Dámela. Voy a por la medicina y, cuando vuelva, te tomarás lo que te han recetado.

Zac: No quiero…

Miley: No me vengas con esas, Zac -le dio un beso en la mejilla antes de salir de la sala de espera-.


Cuando regresó, Zac se tomó las pastillas solo para que Miley lo dejara en paz. Pasó otra hora. El dolor disminuyó, pero su miedo se hizo más agudo.

Reconoció al médico. Era el mismo que había operado a Méndez. Bost entró en la sala y miró al grupo. Se dirigió directamente a Jessie.

Bost: ¿Es usted la madre de la señorita Hudgens?

Jessie: Sí -no pudo levantarse. Colocó una mano sobre la de su marido y otra sobre la de Zac-. Por favor, dígame cómo está.

Bost: Ha salido del quirófano. Todavía no ha recuperado la consciencia y ha perdido mucha sangre, aunque hemos conseguido detener la hemorragia. Tiene algunas costillas rotas, pero, afortunadamente, los pulmones no resultaron dañados. Tiene el brazo roto por dos sitios y una fisura en la rodilla derecha.

Jessie: ¿Se recuperará?

Bost: Sí, señora. Vamos a hacerle ahora unas radiografías y un TAC.

Jessie: ¿Significa eso que tiene daños cerebrales?

Bost: Sufrió un golpe muy fuerte en la cabeza. Estas son pruebas rutinarias.

Jessie: ¿Cuándo tendrá los resultados?

Bost: A primera hora de la tarde. Tardaremos un par de horas.

Zac: Quiero verla -dijo levantándose rápidamente-. Tengo que verla -añadió, mirando a Jessie disculpándose con la mirada-.

Jessie: Lo sé.

**: No está despierta -explicó el médico-. Además, tendrá que ser muy brevemente.

Zac: Solo quiero que me deje verla.


Zac no sabía lo que era peor, si todas las horas de espera o verla allí, tumbada en la cama, pálida, con los hematomas resaltándole cruelmente en las mejillas y enganchada a un montón de máquinas.

Le tomó la mano. La tenía muy fría, pero notó el pulso latiéndole en la muñeca, del que se hacían eco los monitores que tenía a su lado.

Estaba tan pálida… La observó atentamente y se preguntó dónde estaría. No quería que se fuera demasiado lejos. No sabía qué hacer para que volviera.

Zac: No dejan que me quede contigo, morenita, pero estaré en la sala hasta que te despiertes -dijo mientras le tomaba la mano a través de las barras de la cama-. No tardes mucho. Todo ha salido bien. Te tienen que hacer algunas pruebas, pero no será nada. Tienes un golpe en la cabeza, eso es todo.

«Por favor, Dios mío, que eso sea todo», rezó. Guardó silencio de nuevo. Se contentó con contar los monótonos latidos de los monitores.

Zac: Creo que podríamos ir al este cuando salgas de aquí y conseguir, mientras me regañas sobre los puntos de apoyo, un buen bronceado -susurró. Agarró los dedos con fuerza, casi incontrolablemente-. Por el amor de Dios, Vanessa, no me dejes…

Le pareció, aunque tal vez solo porque lo deseaba, que le apretaba la mano tan solo durante un instante.


Liam: Tienes que descansar, Zac.

Zac: ¿Qué haces aquí otra vez? -preguntó, al ver que estaba de pie a su lado-.

Liam: Enfadándome contigo -se sentó al lado de Zac en el sofá-. He dejado a Miley en el hotel. Si vuelvo y le digo que no he podido convencerte para que descanses, vendrá ella misma.

Zac: Estoy mejor de lo parece.

Liam: Tendrías que estarlo para seguir consciente.

Zac: Por favor, Liam. No me presiones…

Liam: Recuerdo haberte dicho casi lo mismo en una ocasión cuando yo estaba confuso y disgustado. Tú tampoco me escuchaste.

Zac: No querías admitir tus propios sentimientos. Yo sé perfectamente lo que siento.

Liam: Déjame comprarte algo de comer.

Zac: Quiero estar aquí cuando venga Bost.

Liam: ¿Qué te parece si te digo lo que está pasando con Thornway?

Zac: Bueno.

Liam: Ha realizado una confesión completa -le contó mientras Zac encendía otro cigarrillo. Ya tenía el cenicero lleno de colillas-. Ha admitido todo. La sustitución de materiales, los sobornos, el dinero extra para los obreros. Afirma que estaba borracho y en estado de pánico después del enfrentamiento que tuvo con vosotros. Hizo la llamada para organizar el incendio, con la loca idea de que no se pudiera demostrar nada contra él si se destruía el proyecto entero.

Zac: ¿No pensó que habría una investigación de todos modos? ¿Creía acaso que todos guardaríamos silencio?

Liam: Evidentemente, no pensó en nada de eso.

Zac: No, y precisamente por eso, Vanessa ha estado a punto de morir. Incluso ahora podría estar… -susurró-.

No podía decirlo. Ni siquiera podía pensarlo.

Liam: Se va a pasar muchos años en la cárcel.

Zac: No me importa. Por muchos que sean, jamás será suficiente.

**: ¿Aún sigue aquí, señor Efron?

El médico joven que lo había atendido al llegar al hospital entró en la sala.

Mitchell: Soy el doctor Mitchell -le explicó a Liam-. Yo curé a su amigo hace… Dios mío, casi ocho horas -añadió, tras mirar el reloj-. ¿Todavía no lo ha encadenado nadie a una cama?

Liam: No.

Mitchell se sentó y estiró las piernas.

Mitchell: Yo he hecho un turno doble, pero no me siento tan mal como usted parece estar.

Zac: Gracias.

Mitchell: Esa opinión médica ha sido completamente gratuita. Por cierto, he venido a decirle que me encontré en el laboratorio con el doctor Bost. Estaba terminando de sacar los resultados de las pruebas de la señorita Hudgens. Todo parece estar bien, señor Efron.

Zac: ¿Me está diciendo que se encuentra bien? -preguntó atónito-.

Mitchell: Su condición ha pasado de ser crítica para convertirse en grave. Ni el escáner ni las radiografías indican que se haya producido daño cerebral. Tiene una buena conmoción cerebral, si me perdonan una manera tan poco profesional de decirlo. Bost bajará dentro de unos minutos para darles los detalles, pero pensé que le vendría bien escuchar buenas noticias. Además, recuperó brevemente la consciencia. Dijo su nombre, su dirección, recordó el nombre del presidente y preguntó por usted.

Zac: ¿Dónde está?

Mitchell: Va a pasar algún tiempo antes de que pueda verla. Está sedada.

Zac: Esa es su madre -dijo señalando el lugar en el que estaba sentado Jessie-. ¿Le importaría decírselo también a ella? Yo tengo que ir a dar un paseo.

Mitchell: Tengo una cama con su nombre -le recordó poniéndose de pie a la vez que Zac-. La mejor manera de permanecer cerca de su dama es registrarse en nuestro pequeño hotel. Le recomiendo el pollo.

Zac: Lo tendré en cuenta.

Con eso, Zac salió de la sala y fue a tomar un poco de aire fresco.


Vanessa quería abrir los ojos. Oía ruidos, pero no parecía identificar ninguno de ellos. No sentía dolor alguno, sino más bien como si estuviera flotando varios centímetros por encima del suelo.

De repente, lo recordó todo. Primero el sol entrando a raudales por la cúpula. El sentimiento de felicidad, de alegría. Luego el miedo.

Le parecía haber gritado llamando a Zac, pero eso había sido antes del terrible ruido. Había salido volando… Algo parecido a una mano invisible la había levantado y arrojado por el aire. A continuación, nada.

¿Dónde estaba él? Estaba segura de que había estado a su lado. ¿Había hablado con él o eso era también un sueño? Le parecía que había abierto los ojos y lo había visto sentado a su lado. Tenía una venda sobre la cabeza y su rostro estaba cansado y pálido. Habían estado hablando… ¿O no?

Los medicamentos le impedían acordarse.

Su madre también había estado allí. Había estado llorando. Además, había visto rostros de muchos extraños que la examinaban constantemente, preguntándole cosas sin sentido.

Tal vez estaba muerta.


Había perdido completamente el sentido del tiempo, igual que Zac. Él se había pasado todos los minutos que se lo permitieron a su lado. Habían pasado dos días. Había recuperado la consciencia de vez en cuando, pero la medicación le mantuvo adormilada la mayor parte del tiempo. Al tercer día, Zac vio que a ella le costaba centrarse.

Ness: No puedo permanecer despierta. ¿Qué me están dando?

Zac: Algo para ayudarte a descansar.

Ness: No quiero que me den más… Diles que no me den más…

Zac: Necesitas descansar.

Ness: Necesito pensar -trató de moverse. Vio la escayola que tenía en el brazo y se esforzó por recordar. Le habían dicho que estaba roto. También tenía una escayola en la pierna. Al principio, había creído que se había visto implicada en un accidente de tráfico. Poco a poco, le estaba resultando más fácil recordar-. Los edificios… Ya no están.

Zac: No importa -le besó dulcemente los labios-. Me has dado un buen susto, morenita.

Ness: Lo sé. Tú también estás herido… -susurró-.

Estaba empezando a sentir. Cuando estaba despierta durante algún tiempo empezaba a sentir. El dolor la tranquilizaba.

Zac: Solo son un par de arañazos. Te duele. Voy a por la enfermera.

Ness: No quiero que me den más medicinas.

Pacientemente, Zac se inclinó sobre ella y la besó en la mejilla.

Zac: Cielo, no puedo soportar verte sufrir…

Ness: Bésame otra vez -musitó-. Me siento mejor cuando lo haces.

**: Perdón -dijo la enfermera, tras entrar en la habitación-. Es hora de que el médico la examine, señorita Hudgens. Usted tendrá que esperar fuera.

Zac: Por supuesto.

Ness: No piensen que voy a tomar más medicación -oyó que decía-. Si tiene más agujas por ahí, es mejor que las pierda.

Por primera vez en muchos días, Zac se echó a reír. Vanessa estaba mejorando.


Al cabo de una semana, Vanessa estaba deseando marcharse del hospital. Se sentía atrapada. Había pasado por fases de autocompasión e ira. En aquellos momentos simplemente estaba aburrida.

Cuando se despertó de una de sus muchas siestas, vio a una mujer en su habitación. Era muy menuda y estaba embarazada. Estaba arreglando las plantas y las flores.

Ness: Hola.

Miley: Hola -dijo con una radiante sonrisa-. Por fin te veo despierta. Ahora Zac va a regañarme porque lo he mandado a la cafetería. Ha pasado de estar esbelto a escuchimizado en una semana. Bueno, ¿cómo te sientes?

Ness: Bastante bien. ¿Quién eres?

Miley: Oh, lo siento. Soy Miley, la esposa de Liam. Aun con las flores, los hospitales resultan deprimentes, ¿verdad? ¿Estás muy aburrida?

Ness: No sabes cuánto. Gracias por venir a verme.

Miley: Zac es como si fuera de la familia para mí. Eso también te convierte a ti en familia.

Ness: ¿Cómo está él?

Miley: Mejora a medida que tú mejoras. Estuvimos muy preocupados por los dos durante un tiempo.

Ness: ¿Te importaría decirme una cosa con sinceridad?

Miley: Lo intentaré.

Ness: ¿Quieres decirme lo que ocurrió? Cada vez que trato de hablar con Zac al respecto, cambia de tema o se enfada conmigo. Me acuerdo de casi todo, pero a trozos.

Miley trató también de cambiar de tema, pero, cuando la miró a los ojos, decidió que merecía saber la verdad.

Miley: ¿Por qué no me dices de lo que te acuerdas?

Ness: Habíamos ido a la obra y entramos en el edificio principal. Todo estaba muy oscuro, por lo que Zac fue a por una linterna. Yo estaba mirando el vestíbulo. ¿Sabes lo que hizo Thornway con los materiales de construcción?

Miley: Sí.

Ness: Cuando estaba sola, vi lo que al principio pensé que era un montón de compuesto. Era explosivo plástico. Eché a correr hacia la puerta. No llegué.

Miley: Zac estaba fuera del edificio cuando ocurrió la explosión. Consiguió entrar y encontrarte. No sé muy bien los detalles, porque él no ha querido hablar al respecto, pero debió de ser aterrador. Consiguió sacarte. Me dijo que había creído que estabas muerta.

Ness: Debió de ser horrible -murmuró-. Horrible para él.

Miley: Se culpa por lo que te ocurrió, Vanessa.

Ness: ¿Cómo dices? ¿Por qué?

Miley: Cree que si hubiera dejado caer la espada sobre Thornway inmediatamente… que si no hubiera querido ir a la obra aquella noche… que si no te hubiera dejado sola en el edificio… Si… si… si…

Ness: Eso es estúpido.

Zac: ¿El qué?

Miles levantó la mirada y vio que Zac acababa de entrar. Se levantó y le golpeó suavemente la mejilla.

Miley: Creo que tú, cielo. Os dejo a solas. ¿Dónde está Liam?

Zac: Ha ido a ver el nido de los bebés.

Miles se acarició el vientre y se echó a reír.

Miley: Creo que me reuniré con él -comentó, antes de marcharse-.

Ness: Me cae muy bien -dijo cuando estuvieron a solas-.

Zac: Resulta difícil no sentir simpatía por Miley -le entregó una rosa con mucho cuidado de no tocarla-. Tienes la habitación llena de flores, pero pensé que te gustaría tener una en la mano.

Ness: Gracias.

Zac: ¿Ocurre algo?

Ness: Sí.

Zac: Voy a por la enfermera.

Ness: Siéntate. Me gustaría que dejaras de tratarme como si fuera una inválida.

Zac: Muy bien -pero no se sentó. Recorrió la habitación examinando las flores-. Tienes algunas nuevas.

Ness: Son de Swaggart y Rodríguez. Decidieron convocar una tregua para poder traerme unos claveles, pero cuando se marcharon ya se iban discutiendo.

Zac: Algunas cosas no cambian nunca.

Ness: Y algunas sí. Antes hablabas mucho, mirándome cuando lo hacías.

Zac se dio la vuelta.

Zac: Te estoy hablando y te estoy mirando. También te digo que te vas a casar conmigo. No hay más que decir.

Ness: Pero…

Zac: Calla. No me contradigas.

Ness: Zac, yo…

Zac: Cállate, ¿quieres? No quería que fuera así, entre gritos y enfados, contigo postrada en una cama. Parece que las cosas nunca salen como las planeamos, así que aquí está. Morenita… Sin planes ni acuerdos. Te necesito. Quiero que te cases conmigo y que te vengas al este para vivir juntos.

Vanessa lo miró y respiró profundamente.

Ness: Está bien.

Zac: ¿Qué está bien? -preguntó completamente incrédulo-. ¿Ya está?

Ness: No exactamente. Ven aquí -extendió el brazo y lo rodeó con él. Por primera vez en muchos días, Zac la correspondió como si realmente deseara tener contacto físico con ella-. Probablemente has oído lo que te dije antes de que estaba enamorada de ti.

Zac: No lo dijiste. Lo gritaste.

Ness: Cierto. Lo siento.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Por haberte hecho pasar por todo esto.

Zac: No ha sido culpa tuya.

Ness: Tienes razón, pero tampoco lo fue tuya. No quiero volver a comentar esto, pero quiero saber lo que te empujó a pedirme que me casara contigo.

Zac: Creo que lo habría hecho de todos modos… Tal vez… -añadió, con una sonrisa-.

Vanessa frunció el ceño. Habían aplastado la rosa entre los dos. Con mucho cuidado, Vanessa trató de alisarle los pétalos.

Ness: Tengo una confesión que hacerte. Iba a irme al este tanto si lo querías como si no.

Zac: ¿De verdad?

Ness: Pensé que si me veías lo suficiente, te acostumbrarías a mí. La cabeza me decía que te dejara marchar, pero mi corazón… No iba a darte ninguna oportunidad.

Zac se inclinó sobre ella para besarla.

Zac: Ni yo iba a irme a ninguna parte.


2 comentarios:

Lu dijo...

Ay me encanto!!! Que lindo, por fin dicen lo que sienten, que amorrrr
Y menos mal que todo salio bien

Sube pronto :)

Jyswuelkiz dijo...

Que romántico

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