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jueves, 16 de abril de 2020

Capítulo 10


Ness: Te agradezco mucho que hayas venido conmigo.

Zac la miró cuando detuvo el coche frente al hotel en el que se alojaban W. W. Barlow y su esposa.

Zac: No seas tonta.

Ness: No, lo digo en serio -dijo jugueteando nerviosamente con el collar mientras un mozo iba a abrirle la puerta del coche-. Este es mi problema. Un problema familiar -añadió, después de descender del vehículo. Esperó a que Zac se reuniera con ella-, pero no quería venir sola a esta cena.

Zac: No estás sola. Sin embargo, no tienes porqué pensar que va a ser una especie de juicio. No te va a entrevistar el Departamento de Estado -comentó mientras cruzaban el vestíbulo del hotel-. Solo vas a cenar con tu madre y su nuevo marido.

Ness: Y eso es algo en lo que tengo mucha experiencia -replicó riendo-.

Se detuvieron a la entrada del comedor hasta que el maître acudió a recibirlos.

**: Buenas noches, señores -dijo el hombre, con una sonrisa-. ¿Una mesa para dos?

Zac: No. Vamos a cenar con los Barlow -respondió mientras agarraba de la mano a Vanessa-.

**: Por supuesto -replicó el maître-. Los señores Barlow acaban de sentarse. Si son tan amables de seguirme…

Atravesaron el comedor detrás del maître. Como este había dicho, los recién casados ya estaban sentados. Estaban agarrándose las manos. Barlow los vio primero y se puso de pie inmediatamente.

Will: Justo a tiempo -agarró a Zac de la mano y se la estrechó con fuerza-. Me alegro de que hayas podido venir -añadió. Antes de volverse a Vanessa, dudó durante un momento-. Bueno, ¿se me permite besar a mi hijastra?

Ness: Por supuesto -le ofreció una mejilla, pero se encontró con un fuerte abrazo-.

Con más sentimiento de lo que había esperado, se lo  devolvió.

Will: Siempre he querido tener una hija -musitó-, pero nunca esperé tenerla a mi edad.

Sin saber qué hacer a continuación, Vanessa se inclinó para besar a su madre.

Ness: Estás maravillosa. ¿Has disfrutado de tu viaje?

Jessie: Sí -estaba retorciendo la servilleta en el regazo-. Me va a gustar Dallas tanto como le gusta a Willie. Espero, esperamos, que encuentres tiempo para ir a visitarnos.

Will: Siempre tendrás una habitación disponible en nuestra casa. Será tu hogar cuando vengas a visitamos.

Ness: Es muy amable de vuestra parte.

Will: No se trata de amabilidad. Somos familia.

**: ¿Les gustaría tomar una copa antes de cenar? -les preguntó el maître-.

Evidentemente, estaba encantado de tener a uno de los hombres más ricos del país en una de sus mesas.

Will: Tomaremos champán. Un Dom Perignon del 71 -dijo Barlow. Entonces, colocó la mano sobre la de su esposa-. Estamos de celebración.

**: Muy bien, señor.

Cuando se marchó el maître se hizo un incómodo silencio. Cuando Zac sintió que Vanessa le agarraba la mano por debajo de la mesa, decidió que había llegado el momento de proporcionar algo de ayuda.

Zac: Espero que puedas venir a comprobar cómo va el proyecto antes de que os marchéis a Dallas.

Will: Sí, sí. Había pensado hacerlo -dijo Barlow, agradecido por el comentario-.

Zac llevó la conversación a un terreno neutral y Vanessa comprendió que los tres solos habrían tenido muchos problemas para encontrar las palabras adecuadas. Solo Zac estaba relajado. El hecho de ver a su madre y a Barlow tan nerviosos hizo que se sintiera egoísta y mala. Resultaba evidente que los dos se amaban. No mostrar su aprobación hacia su matrimonio no ayudaba a nadie y hería a todo el mundo. Incluso a ella.

Pareció producirse un suspiro de alivio común cuando se sirvió el champán.

Will: Muy bien -dijo Barlow, con una sonrisa nerviosa-.

Zac: Me gustaría proponer un brindis.

Ness: No. Me gustaría hacerlo a mí. Por vuestra felicidad-añadió, simplemente-. Espero que ames a mi madre tanto como la quiero yo. Me alegro mucho de que os hayáis encontrado el uno al otro.

Jessie: Gracias -murmuró. Trató de recuperar la compostura, pero no consiguió hacerlo-. Debo ir a empolvarme la nariz. Perdonadme un momento.

Se marchó rápidamente, dejando a Barlow con una sonrisa en los labios:

Will: Ha sido muy bonito, Vanessa. Un detalle muy bonito -susurró, tomándola de la mano-. Te aseguro que voy a cuidar muy bien de ella. Un hombre de mi edad no encuentra muy a menudo la oportunidad de volver a empezar. Me aseguraré de hacerlo bien.

Vanessa se levantó y le dio un beso en la mejilla.

Ness: Estoy convencida de ello. Regresaré dentro de un minuto.

Barlow observó cómo tomaba la misma dirección que Jessie.

Will: Si estuviera más orgulloso creo que estallaría por los costados -dijo Barlow. Entonces, levantó su copa y dio un buen trago-. Menuda pareja, ¿verdad?

Zac: Ni que lo digas.

Will: Bueno, ahora que tenemos un minuto… Jessie me ha dicho que Vanessa y tú estáis… juntos.

Zac: ¿Vas a ejercer de papá conmigo, W. W.?

Will: Como he dicho, nunca había tenido una hija -contestó Barlow, algo avergonzado-. Hace que un hombre se sienta muy protector. Sé que a Jessie le gustaría ver a su hija feliz. Cree que los sentimientos de Vanessa podrían ir en serio. Si los tuyos no lo son…

Zac: La quiero.

Lo había dicho. En voz alta. Se sentía maravilloso. Encontró aquellas palabras tan ricas y excitantes como el champán. Nunca había esperado que aquellas palabras le salieran tan fácilmente. Como si estuviera experimentando, las volvió a decir…

Zac: La quiero. Quiero casarme con ella -la segunda parte si lo sorprendió-.

No era que no hubiera pensado en un futuro juntos, pero la idea del matrimonió lo sorprendió muy agradablemente.

Will: Vaya, vaya -susurró. Barlow, encantado, volvía a levantar su copa-. ¿Se lo has pedido?

Zac: No, yo… Lo haré cuando sea el momento adecuado.

Al escuchar aquellas palabras, Barlow se echó a reír y le dio una palmada en la espalda.

Will: No hay nada más necio que un joven enamorado… a menos que sea un viejo. Déjame que te diga una cosa, muchacho. Uno intenta planear estas cosas para encontrar el momento, el lugar, el ambiente adecuados. Nunca lo encuentra. Tal vez no tengas los años suficientes como para darte cuenta de lo valioso que es el tiempo, pero, déjame que te dé un consejo. No hay nada peor que mirar atrás y ver todo el tiempo que se ha desperdiciado. Esa chica… mi hija -añadió, muy orgulloso- es un regalo. Es mejor que te la quedes antes de que se te escape. Tómate otra copa. Las propuestas de matrimonio salen más fácilmente si estás relajado. Yo tuve que emborracharme en las dos ocasiones.

Zac asintió y levantó su copa, preguntándose si Barlow estaría en lo cierto.


Vanessa encontró a Jessie en el tocador de señoras, sentada sobre una butaca blanca y sollozando en cuna de un pañuelo de papel.

Ness: ¿He dicho algo malo? -le preguntó, tras tomar asiento a su lado-.

Jessie: No -musitó- todo lo que has dicho estaba bien y me has hecho muy feliz -añadió. Entre sollozos, se abrazó al cuello de Vanessa-. Estaba muy nerviosa por la cena de esta noche. Temía que te sentaras a la mesa odiándome.

Ness: Yo nunca te he odiado. No podría hacerlo. Siento haberte puesto las cosas tan difíciles.

Jessie: Nunca lo has hecho. Siempre has sido lo único con lo que podía contar en mi vida. Siempre te he pedido demasiado. Sé que te he defraudado una y otra vez y lamento haberlo hecho, pero ya no puedo cambiar el pasado. Para serte sincera, no sé si lo habría hecho aunque hubiera tenido la oportunidad. He cometido errores y tú has tenido que pagar por ellos. Nunca pensé primero en ti y tienes todo el derecho a estar molesta conmigo por ello.

Ness: ¿Recuerdas cuando yo tenía diez u once años y ese chico, Bob Hardy, me tiró de la bicicleta? Llegué a casa con las rodillas cubiertas de sangre y la camisa rasgada.

Jessie: Ese niño era muy malo. Quise darle un buen bofetón.

Ness: Tú me limpiaste, me besaste todas las heridas y me prometiste una nueva camisa. Entonces, te marchaste directamente a casa de la señora Hardy.

Jessie: Así es. Cuando yo… ¿Cómo lo sabes? Se suponía que estabas en tu habitación.

Ness: Te seguí. Me escondí entre los arbustos que había en el exterior de la casa y escuché.

Jessie: ¿Oíste lo que le dije a esa mujer? -se había ruborizado vivamente-. ¿Todo?

Ness: Me quedé muy sorprendida. Ni siquiera sabía que hubieras escuchado alguna vez esas palabras y mucho menos que pudieras utilizarlas tan… eficazmente.

Jessie: Esa mujer era una vieja bruja. No iba a consentir que no supiera lo que yo pensaba del modo en el que había criado a su desagradable hijo, que había tirado a mi hijita de su bicicleta.

Ness: Cuando terminaste con ella, te estaba comiendo de la mano. Aquella noche, trajo a su hijo a casa y lo hizo disculparse. Me sentí muy especial.

Jessie: En estos momentos te quiero lo mismo. En realidad, mucho más -afirmó acariciándole el cabello a su hija-. Nunca supe cómo ocuparme de un niño. Me resulta mucho más fácil hablar con una mujer.

Ness: Se te está corriendo el rimel.

Jessie: Oh, no -se miró en el espejo y se echó a temblar-. ¡Qué desastre! Willie me mirará y echará a correr.

Ness: Lo dudo, pero es mejor que te arregles antes de que no quedemos sin champán.


Zac: No ha ido tan mal -se quitó la corbata cuando entraron en el apartamento de Vanessa-.

Ness: Es cierto -se quitó los zapatos de una patada. Se sentía muy bien-. De hecho, todo resultó muy agradable. Champán, caviar, más champán… Podría acostumbrarme a esa vida -añadió. Cuando vio que él se dirigía a la ventana para mirar al exterior, frunció el ceño-. Pareces algo distraído, Zac.

Zac: ¿Cómo dices? -preguntó tras volverse para la mirarla-.

Ness: Has estado bastante callado toda la noche. ¿Qué es lo que te ocurre?

Zac: ¿Ocurrirme? Nada. Tengo muchas cosas en la cabeza. Eso es todo.

Ness: ¿Se trata del proyecto? ¿Es que hay algún problema?

Zac: No, no se trata del proyecto -se metió las manos en los bolsillos y se acercó a ella-. Y no sé si es un problema.

A Vanessa se le quedaron heladas las manos. Zac tenía una mirada muy intensa y muy seria en los ojos. Estaba segura de que iba a terminar su relación. Iba a terminar lo que había entre ellos para regresar al este. Se humedeció los labios y se preparó para lo que tuviera que decir. Seria fuerte a pesar de que se sentiría morir.

Ness: ¿Quieres hablar al respecto?

Zac: Sí, creo que deberíamos…

El teléfono se lo impidió. Como si estuviera presa de un sueño, ella se acercó para contestar.

Ness: ¿Sí? Hola, yo… Oh. Si, si, está aquí -tenía el rostro muy pálido. Entonces, ofreció a Zac el teléfono-. Es tu madre.

Zac: ¿Mi madre? -preguntó muy sorprendido-. ¿Mamá? -dijo, tras tornar el auricular-. ¿Ocurre algo?

Vanessa se dio la vuelta. Oyó retazos de la conversación, pero prefirió no prestar atención a las palabras de Zac. Si iba a romper con ella, tenía que ser fuerte y aceptarla. Como Zac había hecho solo unos instantes antes, se dirigió a la ventana y miró al exterior. No. Estaba equivocada. Ella la amaba. ¿Por qué tenía que aceptar que lo que había entre ellos iba a terminar? ¿Por qué estaba dando por sentado que él se iba a marchar? No podía mostrarse tan insegura sobre la única persona que le importaba verdaderamente.

Zac: ¿Vanessa?

Ness: ¿Si? -se dio la vuelta rápidamente-. ¿Va todo bien?

Zac: Sí, todo va bien. Le di a mi familia este número junto con el del hotel.

Ness: No importa.

Zac: Mi padre tuvo algunos problemas de corazón hace dos meses. Durante un tiempo estuvo muy delicado.

Ness: Oh, lo siento. ¿Se encuentra bien ahora?

Zac: Eso parece. Hoy ha ido a que le hagan más pruebas y le han dicho que está perfectamente. Mi madre solo quería que lo supiera.

Ness: Me alegro mucho. ¿Has dicho hace un par de meses? Eso fue cuando tuvimos las primeras reuniones del proyecto.

Zac: Eso es.

Vanessa cerró los ojos y recordó el momento en el que se conocieron, en el tráiler de la obra, cuando ella empezó a chillarle y le vertió la cerveza por la cabeza.

Ness: Deberías haber sido tú el que me vertiera esa cerveza por la cabeza.

Zac: Lo pensé -admitió con una sonrisa-.

Ness: Deberías habérmelo dicho.

Zac: No era asunto tuyo… en ese momento -dijo, acercándose a ella. Entonces, le tomó la mano y se la llevó a los labios-. Los tiempos cambian. Vanessa…-Cuando volvió a sonar el teléfono, Zac lanzó una maldición-. ¿Quieres hacer el favor de arrancar ese maldito aparato de la pared?

Vanessa se echó a reír y se dispuso a contestar.

Ness: ¿Sí? Sí, soy Vanessa Hudgens. ¿Señora Méndez? Sí, ¿cómo está su esposo? Me alegro mucho. No, no fue ninguna molestia. El señor Efron y yo estuvimos encantados de poder ayudar… ¿Esta noche? En realidad, yo… No, no, claro que no. No es nada de importancia. Podemos estar dentro de veinte minutos. Muy bien. Adiós -concluyó. Atónita, colgó el teléfono-. Era Carmen Méndez.

Zac: Ya me había dado cuenta. ¿Dónde tenemos que estar dentro de veinte minutos?

Ness: En el hospital. Parecía estar muy rara, muy nerviosa a pesar de que me dijo que su marido había salido de Cuidados Intensivos y que estaba muy bien. Dijo que necesitaba hablar con nosotros inmediatamente.

Zac: Pongo una condición -dijo mientras Vanessa empezaba a ponerse los zapatos-.

Ness: ¿Cuál?

Zac: Cuando regresemos, no vamos a contestar el teléfono.


Encontraron a Méndez tumbado de espaldas en una habitación del hospital, con su esposa al lado, agarrada a su mano.

Dave: Me alegro de que hayan venido -dijo Méndez, al verlos-.

Ness: Y yo de que estés mejor. ¿Hay algo que necesites? ¿Algo que podamos hacer por ti?

Se sorprendió mucho al ver que, los ojos del muchacho se llenaban de lágrimas.

Dave: No, gracias. Carmen me dijo lo bien que se portaron con ella, ocupándose de los papeles y de todo lo demás. -Carmen se inclinó sobre él y murmuró algo en español, aunque lo hizo demasiado bajo como para que Vanessa pudiera escucharlo-. Sí. Pensé que iba a morir y no podía hacerlo con pecados en el alma. Se lo conté todo a Carmen. Hemos estado hablando y quiero contárselo -tragó saliva y cerró los ojos durante un momento-. Al principio no me pareció tan mal. Además, con la llegada del bebé necesitábamos el dinero. Cuando el señor Tunney me lo pidió, sabía que estaba mal, pero quería cosas buenas para Carmen y para el bebé. Y para mí.

Vanessa se acercó un poco más a la cama. Por encima del cuerpo de Méndez, Zac y ella se miraron.

Zac: ¿Qué fue lo que Tunney te pidió?

Dave: Solo que mirara para otro lado, que fingiera no darme cuenta. Gran parte del cable que se está utilizando en la obra no es el adecuado.

Ness: ¿Estás diciendo que Tunney te ofreció dinero por instalar un cable que no era el que aparecía en los planos?

Se le heló la sangre.

Dave: Sí. No se trata de todo el cableado ni tampoco de toda la obra. No se podía confiar en todos los hombres. Cuando llegaba un pedido, él solo asignaba a unos pocos para que trabajaran con los cables del doce. Nos pagaba en efectivo todas las semanas. Sé que puedo ir a la cárcel… Lo sabernos, pero hemos decidido hacer lo correcto.

Ness: Dave, esta es una acusación muy seria. -En aquel momento, recordó las ruedas de cable que ella misma había visto que eran de un calibre inferior-. Esos cables fueron sometidos a una inspección.

Dave: Sí. Se organizó todo para que el inspector fuera el mismo. Está pagado. Cada vez que viene, el señor Efron y usted están ocupados en alguna parte por si acaso se dan cuenta de algo.

Ness: ¿Cómo ha podido Tunney organizar…? -De repente, lo comprendió-. Dave, Tunney seguía órdenes, ¿verdad?

Méndez apretó la mano de su esposa. Aquello era lo que más temía.

Dave: Sí, sigue órdenes. Del señor Thornway. Hay más que el cableado. He oído comentarios. Parte del cemento, parte del acero, parte de los remaches. No todo, ¿lo comprende? El señor Thornway es un constructor muy poderoso. Este debe de ser el modo de conseguirlo. Cuando se lo dije a Carmen, ella se sintió muy avergonzarla de mí y me dijo que nosotros no hacemos así las cosas.

Carmen: Devolveremos el dinero -dijo tomando la palabra por primera vez-.

Ness: No quiero que os preocupéis de eso ahora. Ni de nada, Habéis hecho lo correcto. El señor Efron y yo nos ocuparemos de todo a partir de ahora. Tal vez necesitemos volver a hablar contigo y tendrás que ir a la policía.

Carmen se puso una mano sobre el abultado vientre.

Carmen: Haremos lo que usted diga. Por favor, señorita Hudgens, mi Dave no es un hombre malo.

Ness: Lo sé. No te preocupes-salió de la habitación, con la sensación de haber sufrido una caída larga y desagradable-.¿Qué vamos a hacer?

Zac: Vamos a ir a ver a Tim. Voy a llamar a Liam. Él también tiene que saberlo.

Vanessa asintió y se alejó de él mientras Zac buscaba un teléfono.

Durante el trayecto hasta la casa de Thornway no hablaron. Vanessa solo podía pensar en que, en un abrir y cerrar de ojos, Tim había destruido, además de la reputación de la empresa, todo lo que su padre había creado.

Ness: Tendría que habérmelo imaginado.

Zac: ¿Cómo?

Ness: El día en el que Méndez sufrió el accidente, yo estaba con Tunney. Acababan de llevar un pedido y me fijé. Era cable del doce. Me dijo que seguramente alguien había cometido un error. Estábamos hablando sobre ello cuando ocurrió el accidente y no volví a preocuparme de ello. Maldita sea, Zac. Ni siquiera volví a pensar en ello.

Zac: No tenías porqué sospechar de él. Ni de Thornway. ¿Qué te parece si me ocupo yo de este asunto? Tú puedes esperar aquí.

En ese momento llegaban a la mansión de Thornway.

Ness: No. Tengo que estar presente.

Momentos más tarde, estaban esperando en el espacioso vestíbulo de la mansión.

Tim bajó la escalera, elegantemente vestido.

Tim: Vanessa, Zac, ¡qué sorpresa! Me temo que nos habéis encontrado aquí por los pelos. Marci y yo íbamos a salir. Ella todavía se está vistiendo.

Zac: Creo que tendrás que llegar tarde -dijo muy secamente-. Esto no puede esperar.

Tim: Parece algo muy serio -comprobó el reloj antes de hacerlos pasar a su biblioteca-. Me puedo permitir unos minutos. De todos modos, Marci siempre se retrasa. ¿Qué os apetece? -añadió, tras dirigirse al bar-.

Ness: Una explicación. Sobre por qué has estado utilizando materiales inadecuados para el proyecto Barlow.

La mano de Tim empezó a temblar. El whisky que se estaba sirviendo se derramó encima de la barra. Fue todo lo que Vanessa necesitó para darse cuenta de que lo que les había dicho Méndez era verdad.

Tim: ¿De qué estás hablando?

Ness: Estoy hablando de materiales que no corresponden con las necesidades. Estoy hablando de sobornos -se acercó a él y lo agarró del brazo para impedirle que se llevara la copa de whisky a los labios-. Estoy hablando de arruinar la reputación que tu padre tardó toda una vida en construir.

Tim: No tengo ni idea de qué estás hablando, y no me gusta que me acuses de algo ilegal -se tomó el whisky y se sirvió otro inmediatamente-. Sé que mi padre te tenía mucho afecto y que tienes un cierto interés personal por la empresa, pero eso no justifica tu comportamiento.

Zac: Ten cuidado con lo que dices. Sobre todo, mucho cuidado con lo que le dices a ella o tal vez decida dejarme llevar por mis instintos y partirte los brazos.

Tim: No voy a consentir que se me insulte en mi propia casa.

Tenía la frente cubierta de sudor.

Al ver que Tim se disponía a salir de la biblioteca, Zac se colocó delante de la puerta para impedírselo.

Zac: Vas a consentir mucho más que amenazas. El juego ha terminado. Sabemos lo de los materiales, los inspectores que has sobornado y el dinero que se les pagó a algunos obreros para que mantuvieran la boca cerrada. Tu mala suerte Tim, es que resulta que algunos tienen conciencia.

Tim: Esto es ridículo. Si alguien ha estado escatimando material de la obra, pienso descubrir de quién se trata. Puedes estar seguro de que iniciaré una investigación.

Ness: Muy bien. Llama al comisionado que se ocupa de los temas de construcción.

Tim: Lo haré.

Ness: Hazlo ahora mismo. Estoy segura de que tienes su número. Podríamos tener una reunión aquí esta misma noche.

Tim: No tengo intención de molestar al comisionado un sábado por la noche.

Ness: Creo que estaría muy interesado -había notado el miedo que había en los ojos de Thornway, por lo que decidió darle el último empujón-. Mientras estás en ello, ¿por qué no llamas también a Tunney? Estoy segura de que el comisionado va a querer hablar con él. Además, tengo la impresión de que Tunney no está dispuesto a caer solo.

Sin decir nada, Tim fue a sentarse en una butaca. Volvió a coger el vaso de whisky y se lo tomó a pequeños sorbos hasta que este estuvo completamente vacío.

Tim: Estoy seguro de que podemos solucionar este asunto. Es un negocio, ¿comprendéis? Y tomé algunos atajos. Nada de importancia.

Ness: ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que arriesgarlo todo por un puñado de dólares?

Tim: ¿Un puñado? -soltó una sonora carcajada. Entonces, agarró la botella y se sirvió un poco más de whisky-. Estamos hablando de miles y miles de dólares. Se ahorra un poco por aquí, otro poco de allá… Casi sin darte cuenta se reúnen millones. Lo necesitaba. No sabéis lo que es tener que ser el hijo del que se espera que haga las cosas tan bien como mi padre. Además, está Marci. Es hermosa, inquieta y le gusta tener muchas cosas. Cuanto más le doy, más quiere. No quiero perderla -susurró. Ocultó el rostro entre las manos-. Tengo deudas con las personas equivocadas. Desde que me hice cargo, todo ha ido mal. Perdí mucho dinero en el proyecto Lieterman. No era la primera vez. Durante los últimos nueve meses, el negocio ha ido cayendo en números rojos. Tenía que arreglarlo. Esta era la mejor manera. Recortar un poco los gastos. Si conseguía que este proyecto acabara dentro del tiempo y del presupuesto establecidos, mis deudas habrían desaparecido.

Zac: ¿Y cuando hubiera un fallo eléctrico o cedieran los cimientos? ¿Entonces, qué?

Tim: No tenía por qué ser así. Tenía que arriesgarme. Tenía que hacerlo. Marci espera vivir de un cierto modo. ¿Acaso tenía que decirle que no podemos ir a Europa porque la empresa está pasando una mala racha?

Ness: Sí -contestó sintiendo una extraña pena por él-. Ahora le vas a tener que decir mucho más que eso.

Zac: El trabajo no se reanudará hasta el lunes, Tim. De hecho, no va a reanudarse hasta que se haya realizado una investigación exhaustiva. Tú mismo te has metido en esto y ahora vas a tener que enfrentarte a ello. Puedes llamar al comisionado tú mismo o dejar que lo hagamos nosotros.

Tim no dejaba de beber. Se estaba emborrachando. En cierto modo lo ayudaba.

Tim: ¿No se lo habéis dicho a nadie?

Ness: Todavía no. Tenías razón en que siento una gran lealtad hacia tu padre y una responsabilidad hacia esta empresa, Quería que tuvieras la oportunidad de enmendar todo esto tú solo.

«¿Enmendarlo?», pensó Tim desesperadamente. ¿Cómo iba a hacerlo? Una inspección oficial terminaría con todo.

Tim: Primero me gustaría hablar con Marci. Prepararla. Dadme veinticuatro horas.

Zac abrió la boca para oponerse, pero Vanessa se lo impidió. Los engranajes se habían puesto en movimiento. Un día más no iba a detener lo que había comenzado. Le daría un día por lealtad y aprecio a su padre.

Zac: ¿Convocarás una reunión en tu despacho para todo el mundo?

Tim: ¿Qué elección me queda? -replicó arrastrando las palabras por el alcohol-. Voy a perderlo todo, ¿no?

Zac: Tal vez consigas recuperar el respeto por ti mismo. Quiero tener noticias tuyas mañana antes de las nueve de la mañana o seremos nosotros los que llamemos al comisionado. -Con eso, agarró a Vanessa de la mano y salieron de la casa. Allí, ella ocultó el rostro tras las manos-. Dios mío, es horrible. No va a mejorar.

Ness: No -se volvió a mirar a la casa y vio que la biblioteca aún tenía la luz encendida-. Este iba a ser mi último trabajo para Thornway. No esperaba que mi relación con esta empresa terminara así.

Zac: Vamos.

Tim oyó cómo Zac arrancaba el coche. Permaneció escuchando hasta que el sonido se perdió en el silencio de la noche. Su esposa, su hermosa y egoísta esposa, se estaba arreglando en el dormitorio. Preso de la ira, lanzó el vaso al otro lado de la sala. La odiaba. La adoraba. Todo lo que había hecho había sido para que ella fuera feliz. Para mantenerla a su lado. Si ella lo abandonaba…

No. No podía ni pensarlo. No podía pensar en el escándalo y en las acusaciones. Lo crucificaría, perdería su negocio, su hogar, su estatus… Su esposa. Tal vez aún quedaba una posibilidad. Siempre había una posibilidad. A duras penas, cogió el teléfono y marcó un número.

4 comentarios:

Caromi dijo...

OMG!!
Que va a hacer e se te hdp??
Les hará daño??
Ya quiero saber como sigue, publica pronto pleaseee

Lu dijo...

Queee?
No puede pasar esto, ahora me voy a morir de la intriga hasta que subas un capi nuevo!!


Sube pronto :)

Jyswuelkiz dijo...

Yo opino que deberías subir los capítulos diario por qué está cuarentena nos tiene mal PD: vieron el reencuentro de hsm por qué yo no lo pude ver por qué me bloquearon la señal espero que ustedes si lo hayan visto

Anónimo dijo...

Por favooooooor sube cap es urgenteeeee��������������

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