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martes, 5 de enero de 2016

Capítulo 7


Tras dejar las luces, la música y las risas atrás, Vanessa echó a caminar de la mano con Zac con la urgencia corriéndole por las venas como una catarata después de la lluvia. Se dirigieron hacia la arena suave, las frescas sombras y el susurro eterno del mar. En cuanto llegaron a la playa, ella se quitó las sandalias de una patada, las recogió y comenzó a reír como una loca.

Jamás se había sentido así con un hombre. Austin había sido su único amante y, con él, nada había sido así.

Zac la miró, pero no le soltó la mano.
 
Zac: ¿Qué te hace tanta gracia?
 
Ness: Esto -respondió mientras agitaba las sandalias en el aire-. Sin embargo, no es por divertido sino por inesperado. Me siento como una persona diferente. No hago más que pensar que me voy a despertar y...

Las risas se interrumpieron cuando ella lo miró. Zac aminoró sus pasos. Tenía la mandíbula apretada y una mirada fiera en los ojos. Una extraña sensación se le había adueñado del corazón.
 
Ness: ¿Qué?
 
Él no respondió. Se limitó a seguir caminando por la carretera. En el instante en el que quedaron ocultos a la mirada pública, se detuvo y la abrazó con fuerza.
 
Zac: Vanessa, lo que me haces desear hacerte... -musitó-.

Le enredó los dedos en el cabello y apretó la boca contra la de ella con un gesto desesperado.

Vanessa saboreó labios y lengua. Zac se apretó contra ella. Ya no era el hombre elegante y encantador que dejaba que una mujer tomara la iniciativa. Era el animal peligroso sobre el que ella se había advertido.
 
Zac: Fuiste hecha para la noche, Vanessa. Ese aire de misterio que tienes me hace querer descubrir tus secretos más profundos. ¿Sigues queriendo estar sola?
 
Ness: Preferiría estar contigo -dijo tomándolo de nuevo de la mano-.
 
Zac: Vamos...
 
Zac la animó a seguir andando. Siguieron la curva de la playa en silencio, dejando que las estrellas los guiaran. No era necesario hablar. Los dos sabían adónde se dirigían.

La casa de Zac apareció en la distancia bloqueando así una parte del cielo nocturno. Sin embargo, en vez de dirigirla hacia ella, Zac la hizo seguir caminando por la playa, hasta un lugar en el que la arena era muy suave y la vegetación existente proporcionaba resguardo.
 
Zac: Aquí. Nadie nos encontrará...

Ness: ¿Estás seguro?
 
Zac: Por supuesto que lo estoy. Estos arbustos proporcionan un parapeto adecuado.
 
Zac dudó un instante antes de desatarle el nudo del pareo. La sedosa tela cayó al suelo, dejando a Vanessa desnuda a excepción de un par de braguitas negras de encaje entrelazado con cintas rojas... un par de lazos rojos que le cubrían los pezones.
 
Zac: Madre mía... ¡Cómo eres, Vanessa! -exclamó. La apreciación le oscureció la mirada, hielo fundido que le recorría el cuerpo-. Vaya...
 
Tocó suavemente los lacitos y se los quitó con cuidado, dejando al descubierto los erectos pezones bajo el aire de la noche.
 
Ness: Están pensados para momentos como este.
 
Le tomó las manos y se las colocó en las caderas, donde las costuras laterales de la prenda íntima estaban sujetas con lacitos idénticos.
 
Zac: Eres una chica muy lista -susurró mientras tiraba suavemente de los lazos y veía cómo las braguitas se abrían-. Y un poco pícara.
 
Vanessa sabía que lo había sorprendido. Estaba segura de que Zac se había hecho una imagen de ella que no se correspondía con la real y se regocijó con ello mientras le desabrochaba la camisa rápidamente y luego se centraba en los botones de la bragueta de los vaqueros.
 
Ness: No soy lo que esperabas, ¿verdad? -musitó deslizando los dedos entre la cinturilla y el firme abdomen-. Tampoco soy lo que yo esperaba, al menos contigo. Tú me conviertes en una persona a la que apenas conozco.
 
Las manos de Zac también estaban muy ocupadas. Un gemido se escapó de los labios de Vanessa cuando él le acarició los pezones con los dedos y le provocó una descarga eléctrica que le recorrió todo el abdomen.
 
Ness: Creo que el pícaro eres tú, Zachary Efron...
 
Zac: Y yo creo que hablas demasiado...
 
La obligó a guardar silencio con un largo y embriagador beso que caldeó inmediatamente la sangre de Vanessa y los dejó a ambos sin habla.

Vanessa no podía aguantar más. En cualquier momento, sus rodillas cederían. Decidió dejar de tratar de desnudarlo y se limitó a agarrarle la camisa abierta.
 
Ness: Date prisa.
 
Zac sonrió con la seguridad de un hombre que conocía su propio poder sexual.
 
Zac: Tendrás que soltarme la camisa.
 
Vanessa la soltó para que él pudiera quitársela. Entonces, Zac se sacó un preservativo del bolsillo y se bajó los pantalones por las poderosas piernas y se los quitó. Cuando los dos estuvieron desnudos, bañados por la suave luz de la noche, Zac tomó el pareo de Vanessa y lo extendió por la arena. Entonces, se tumbó con ella encima.

Tenía una potente erección y se hundió en ella en cuestión de segundos. Manos y boca se mostraban avariciosos y la devoraban incesantemente. Justo lo que ella necesitaba. Rápido, frenético y apasionado.

Delicia en estado puro, placer inimaginable. Las dos sensaciones se apoderaron de ella como una tormenta azota la tierra, llevándola a lo más alto y dejándola saciada y feliz, sin respiración y presa de un glorioso delirio.

Sin tiempo para que se recuperara, Zac la volvió a poseer, dándole un clímax más potente aún que el anterior y transportándola a un lugar en el que la cordura se esfumara para que reinara la pasión.

Cuando por fin quedaron saciados, los dos permanecieron abrazados, besándose más pausadamente.
 
Ness: Tú tampoco eres lo que yo había esperado -murmuró unos instantes más tarde-.
 
Zac: ¿Y qué esperabas?
 
Ness: Esto no -respondió acurrucándose junto a él y dejando que él la tapara con el pareo-. No esperaba esto. Nosotros.
 
En el momento en el que pronunció aquella última palabra, supo que había cometido un error.
 
Zac: Nosotros -repitió cuidadosamente-. Yo no busco un nosotros, nena. No soy esa clase de hombre. Eso deberías saberlo de antemano.
 
Zac fue sincero hasta el punto de resultar hosco, pero al menos se mostró sincero. Vanessa sabía exactamente qué terreno pisaba. Así no podría haber nunca desilusiones. Sin embargo, le había dado la sensación de ser la clase de mujer que se hacía ilusiones. Grave error.
 
Ness: Me refería a lo de estar juntos de nuevo -trató de explicar-. Después de todo, se suponía que solo iba a ser una noche. No te hagas la idea equivocada.
 
Sin embargo, Zac se había hecho la idea equivocada porque no sonrió. Permaneció muy quieto mirando el cielo.

Él le había dejado más que claro que no buscaba nada duradero. Ella tampoco quería otra cosa. No podía. Todavía no. Tal vez nunca, porque, de repente, no quería imaginarse de ese modo con un hombre que no fuera Zac.

Un pensamiento muy destructivo.

Dejó caer la cabeza al lado de la de él y miró hacia el cielo.
 
Ness: De todos modos, me voy a marchar pronto, por lo que lo nuestro es algo temporal. Si tú sigues...
 
Zac: Dos semanas. Mi horario es flexible y tú estás de vacaciones. Podríamos pasar ese tiempo juntos, si quieres -comentó sin dejar de mirar las estrellas-. ¿Qué te parece?
 
Ness: ¿Un romance de vacaciones?
 
¿Podría hacerlo? ¿Podría implicarse sentimentalmente con un hombre sabiendo que la historia tenía punto final? Jamás había tenido una aventura...
 
Zac: ¿Por qué no? Este es un lugar perfecto para un romance. Un hombre que quiere agradarte cuando tú quieras que te agraden y que te dejará en paz cuando quieras espacio. Te vendrá bien.
 
Ness: ¿Tú crees?
 
Zac: Nos vendrá bien a los dos. Yo seré tu guía aquí, con derecho a roce. Tú serás mi musa.
 
Ness: Guía con derecho a roce... ¿Te suena eso romántico a ti? -le preguntó mirándolo-.
 
Zac giró la cabeza para mirarla y sonrió. Todas las estrellas del cielo parecieron reflejársele en los ojos.
 
Zac: Confía en mí. Yo puedo hacer que lo sea.
 
Vanessa estaba segura de ello. El problema era si ella podría permitirse el romanticismo y salir indemne.
 
 
Después de haber acompañado a Vanessa a su suite y de haber quedado con ella para pasar a recogerla al día siguiente por la mañana para ir a visitar el colegio, Zac se sentía inquieto, tanto que tuvo que salir al balcón de su casa con una lata de cerveza en la mano. La abrió y se bebió la mitad de su contenido mientras observaba las luces de un barco en el horizonte.

Nosotros. Cuando Vanessa pronunció esa palabra, Zac había sentido una profunda sensación de claustrofobia. Aquella palabra sugería compromiso a largo plazo.

Para Zac Efron no. Él creía en la sinceridad. No había falsas expectativas. Al menos, era sincero y Vanessa había dicho que le admiraba por ello.

Un par de semanas. Romántico no tenía por qué significar complicado. Sabía lo que le gustaba a las mujeres y para él era cuestión de orgullo no dejar nunca a una amante insatisfecha. Ellas siempre comprendían las reglas y se mostraban encantadas de jugar el juego a su manera.

Por supuesto, había algunas que no se habían dejado guiar por las reglas, las que habían tratado de conseguir más con cenas caseras, regalos y, algunas veces, lágrimas de desesperación. Zac era inmune a esos trucos.

Sin embargo, Vanessa no se parecía a ninguna otra amante. Era divertida, ingeniosa y sensual, pero también mucho más. Más que la mujer tan sexual que ella le había permitido ver. Zac había querido ver una timidez inherente y una inseguridad que se esforzaba mucho por ocultar. Acababa de salir de una relación seria, lo que le hacía ser más vulnerable para un hombre que no quería ataduras como él.

Ella había tratado de conseguir que Zac hablara de su pasado. Había querido compartir. Comprender. Durante un instante, Zac se había sentido tentado...

Sin embargo, estaba por medio el espinoso asunto de la confianza. La brillante, hermosa y malvada Amber le había enseñado que las personas no eran siempre lo que parecían. Solo porque Vanessa y él tenían una conexión más profunda de lo habitual no significaba que él quisiera reservar la capilla de bodas del resort. Un par de semanas sería suficiente descanso antes de volver a lo que Zac mejor hacía. Trabajar.

Se estiró en el sofá de mimbre y respiró el aire de la noche. Se concentró en el tranquilizador sonido del mar y en la agradable sensación de la brisa de la noche sobre la piel.

Tal vez ella aún no estaría dormida. Tal vez se había tumbado en aquella cama tan grande, con el collar de perlas alrededor de la garganta, reviviendo la pasión que habían compartido. ¿Se tocaría recordando cómo él la había tocado...?

Aquella noche, Zac tardó mucho tiempo en conciliar el sueño.





¿Quedará todo en un romance de verano?
Habrá que esperar a ver,,,

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3 comentarios:

Maria jose dijo...

Un gran capítulo
Hasta que apareció la palabra
Nosotros.......jajaja
Espero que sigue felices
Y que zac cambie de parecer
Todo indica a que Vanessa se enamorara de él
Síguela pronto por favor
Es muy buena la novela!!!!


Saludos

Unknown dijo...

Wow tremendo capitulo!
Y ya sabia que Ness iba a querer algo más con Zac, y se que Zac también pero tiene miedo.
Me encanta la química que tienen!
Ame mucho el capitulo. Hermosa novela



Sube pronto :)

KatiiZV dijo...

nunca dejes de escribirrrr

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