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sábado, 16 de enero de 2016

Capítulo 12


Durante lo que quedaba de la noche, Zac buscó refugio en su despacho y distracción en su mundo cibernético. Horas más tarde, con el alba, respiró profundamente al ver cómo el sol iluminaba el cielo. La línea del horizonte cortaba el cielo con tanta exactitud como si fuera una cuchilla. Por fin había conseguido liberar su mente de la asfixiante oscuridad que lo atormentaba desde su infancia.

Resultaba evidente que su infierno personal había molestado a Vanessa. Esperaba no haber llorado. Ya era suficientemente malo que no hubiera conseguido salir del ascensor sin hacer el ridículo.

Además, había hecho daño a Vanessa. Lo había visto en sus ojos, cuando él se negó a acompañarla a la cama. Comprendió que ella se estaba enamorando de él, lo que no formaba parte del plan.

Y, en contra de las reglas, él también se había enamorado de ella. Grave error. ¿Qué mujer querría un hombre con su bagaje, sus secretos y sus fobias? Vanessa Hudgens era una mujer que buscaba un compromiso duradero, una familia y él no sabía cómo dárselo. Tampoco le gustaba que lo cuidaran. Había sobrevivido toda su vida así. Vanessa era precisamente una de las mujeres que evitaba. La clase de mujeres a las que les gustaba hablar de sentimientos.

A Zac no. No había hablado de sentimientos desde que le había dicho a su madre que tenía miedo porque se había hecho de noche mientras ella estaba fuera y él no podía alcanzar el interruptor de la luz. ¿Había conseguido algo? Nada. Solo había conseguido que la oscuridad pareciera más real, más amenazante.

En su mundo cibernético, no estaba confinado en ningún sitio. Era libre. Podría ser quien quisiera. Hacer lo que deseara.

Sin embargo, no con Vanessa. Durante lo que quedara de su tiempo juntos, seguiría siendo el tipo divertido que había conocido en el aeropuerto. Tras tomar esa decisión, se puso de nuevo a trabajar.
 
 
Cuando Vanessa se despertó, Zac ya estaba vestido y sugiriéndole que fueran a desayunar a uno de los pequeños cafés que había abajo. Mientras desayunaban, ella no vio rastro alguno del hombre que había dejado en el balcón. Volvía a ser el Zac de siempre, el hombre al que podía enfrentarse y ocultar sus verdaderos sentimientos.

Sin embargo, ella sí había cambiado. Y era Zac el responsable de ese cambio. Tal vez él no se había dado cuenta de lo mucho que la había hecho cambiar, de muchas maneras diferentes. Cambios buenos. Vanessa había dejado de ser la mujer que Austin había conocido para ver la vida de un modo muy diferente. Solo por eso, le iba a echar mucho de menos.

Además, había comprendido que lo que había tenido con Austin era tan solo una pálida imitación del verdadero amor.

El trayecto de ochenta minutos al valle de Barossa le dio tiempo para realizar algunas llamadas sobre el desfile benéfico y así no tener que pensar en Zac. El día anterior, había reservado su lugar favorito, que había quedado disponible dentro de dos semanas debido a una cancelación.

Mientras hablaba por teléfono, Zac escuchó los nombres de las personas con quien charlaba. Todas pertenecían a la flor y nata de la alta sociedad del sur de Australia. Aquel desfile iba a ser una experiencia nueva para él.

Por fin, llegaron a una carretera privada que se detenía justo delante de una imponente puerta principal. La casa era una enorme mansión de dos plantas. Unas columnas blancas sostenían una galería que rodeaba ambas plantas.
 
Ness: Vamos -le dijo muy emocionada mientras bajaba del coche-. Ahora, me toca a mí enseñarte mi casa.
 
Zac subió los escalones y esperó mientras ella introducía el código de seguridad de la alarma. El interior de la casa resultaba igualmente impresionante.
 
Zac: ¿Cuántas habitaciones tiene esta casa? -le preguntó mientras admiraba la enorme araña de cristal-.
 
Ness: Veintidós, incluida la bodega, que tiene también una araña de cristal.
 
Zac: ¿Cómo?
 
Ness: Bueno, en realidad, no es solo una bodega. Se trata de un lugar en el que se reciben visitas. Te lo enseñaré más tarde.
 
Zac: ¿Y vives aquí sola? -le espetó sin entusiasmo alguno-.
 
Ness: Ashley se queda a veces. -La tristeza le nublaba los ojos. Su excitación se había esfumado por completo-. Desde que Austin se marchó... Es que no puedo venderlo. Es lo único que me queda de mi familia -añadió. Entonces, se dio la vuelta y se dirigió hacia la parte trasera de la casa-. Ve a darte una vuelta. Yo prepararé café.
 
Zac sospechaba que aquella repentina marcha se debía a la reacción que él había tenido. No debería haber sido así. Él debería haberle dado su apoyo. Regresar a una casa vacía en tales circunstancias debía de ser muy duro.

Subió la escalera y deambuló por el amplio pasillo, pasando por delante de dormitorios y salones diversos decorados con antiquísimos muebles. Entonces, se detuvo delante de la que debía haber sido la alcoba de los padres de Vanessa.
 
Ness: Está igual que estaba aquel día -dijo apareciendo de repente a sus espaldas-.
 
Zac comprobó que había un rompecabezas a medio terminar y un par de gafas colocadas cuidadosamente sobre la mesa. Una tela bordada descansaba encima de un costurero.
 
Zac: Vanessa, esto no es sano. No es sano, cariño. Tienes que seguir con tu vida.
 
Ness: ¿Y qué diablos sabes tú al respecto, Zac?
 
Zac: Tienes razón -admitió-. No sé nada. Ahora, es mejor que me vaya. Tengo trabajo que hacer y...
 
Ness: No, Zac -exclamó mientras se llevaba las manos al rostro-. No quería decir eso. Es que...
 
Zac: Sin embargo, los dos sabemos que es cierto.
 
Ness: No... Por favor... Es que... No me he marchado de aquí ni una sola noche desde que ellos... Así es como me siento. Que se han ido de viaje y que van a entrar todos por la puerta en cualquier momento.
 
Zac: Tranquila, Vanessa...
 
Zac trataba de comprender, pero, de repente, sus vacaciones en Fiji parecían un recuerdo muy lejano. Aquella mujer no era la misma con la que él había hecho el amor durante dos semanas.
 
Zac: Deberías descansar. Anoche no dormiste mucho.
 
Ness: Después de un trayecto tan largo, ¿no te vas a quedar al menos a tomar un café?
 
Zac: Es mejor que me vaya. Te veré pronto.
 
Ness: ¿Pronto? -preguntó con ansiedad-. Ven a cenar. Te debo una cena, ¿no? -añadió, como si esperara que él rechazara la invitación-. ¿Qué te parece mañana por la noche?
 
Zac: Ya te llamaré...
 
Zac comenzó a andar por el pasillo en dirección a las escaleras. Vanessa lo siguió.
 
Ness: A las siete. Haré algo especial. Por favor, Zac...
 
¿Cómo podía él resistirse a aquellos ojos?
 
Zac: Está bien. Hasta mañana.
 
Realizó el trayecto de vuelta con la ventanilla bajada. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Vanessa en la habitación de sus padres. El dolor era aún tan fuerte, tan nítido. Y habían pasado ya dos años.

Vanessa había convertido aquella casa en un mausoleo para su familia. Por lo poco que sabía de su vida, desde la muerte de sus familiares, las vacaciones en Fiji habían sido la mejor decisión tomada en aquellos dos años.

Sin embargo, en aquellos momentos volvía a estar en su casa. ¿Se centraría en sus nuevas experiencias o volvería a sentirse satisfecha con vivir de los recuerdos del pasado durante el resto de su vida? Eso no era vida. Ni siquiera se le parecía.




Capi corto...

Ya se acerca el final de esta historia...

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Pobre Ness.. Zac no tendría que haberse ido tan rapido, esta enamorado y no sabe como actuar y eso lástima a Ness.
Ha sido muy corto él capi de hoyy :( pero ha sido genial.


Sube pronto

Maria jose dijo...

Pero que corto fue jajaja
Quiero saber más del pasado de zac
A que le tiene miedo???
Ya quiero seguir leyendo
Síguela pronto por favor


Saludos

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