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jueves, 14 de enero de 2016

Capítulo 11


Cuando el coche que la transportaba se detuvo en Montefiore Hill, Vanessa dedujo que el deportivo rojo que estaba aparcado al lado debía de ser el coche de Zac. Inmediatamente, vio que él bajaba del coche con un paraguas y que abría su puerta.

No perdió tiempo con saludos innecesarios. La metió en el interior de su coche y lo rodeó. Cuando se metió en su interior, el coche en el que ella había llegado hasta allí se marchó.

Jersey negro, pantalones negros. Un formidable contraste con el amante que ella había tenido en Fiji. A pesar de eso, el corazón comenzó a latirle con aprensión... y con deseo.

Ness: Zac...
 
Zac: No estoy muy contento contigo, Vanessa.
 
Ness: He metido la pata hasta el fondo, ¿verdad? Espero que confíes en mí lo suficiente como para saber que yo jamás haría nada que pudiera perjudicarte. Comprendo que no confías en la gente después de lo que me contaste, pero...
 
Zac: He decidido que me estabas diciendo la verdad.
 
Ness: ¡No sabes qué alivio supone para mí oírte decir eso! -exclamó respirando por fin-.
 
Zac: Ahora, tendremos que enfrentarnos a ello. Juntos.
 
Ness: Yo creía que no querías volver a tener nada que ver conmigo.
 
Zac: Lo he pensado bien en las últimas veinticuatro horas. Todos cometemos errores.
 
Ness: Eso es muy generoso por tu parte, pero no me lo merezco. Por mí, has perdido tu anonimato...
 
Zac: Te aseguro que no es lo peor que me ha ocurrido en toda mi vida. Tal vez ya iba siendo hora... -susurró mientras acariciaba las puntas del cabello de Vanessa con los dedos-. De hecho, a mí me preocupas más tú. Sé lo mucho que odias la publicidad.
 
Ness: Podré superarlo. Cada vez se me da mejor -susurró inclinándose hacia Zac cuando él comenzó a acariciarle la mejilla con los nudillos-. No tenías que venir hasta aquí para acariciarme el rostro...
 
Zac: Es cierto, pero tal vez no me conforme solo con el rostro -sugirió con voz profunda-.
 
De repente, el respaldo del asiento de Vanessa se reclinó suavemente. Él comenzó a besarla apasionadamente y, segundos más tarde, le metió una mano por debajo del jersey y por debajo del sujetador para acariciarle un pecho.
 
Ness: Zac, espera... Estamos en un lugar público.
 
Zac: Relájate. No hay nadie... ¿No has estado en un lugar así antes?
 
Ness: No.
 
Zac se desabrochó los pantalones y le deslizó la mano a ella por el vientre y por debajo de las braguitas.
 
Zac: Pues ya iba siendo hora...
 
La urgencia se apoderó de él cuando ella se arqueó contra él, gimiendo de placer. Zac introdujo los dedos un poco más y, tras unos frenéticos segundos, consiguió bajarle los vaqueros hasta las rodillas y comenzó a cabalgar encima de ella desesperadamente. Sin paciencia. Sin control. Sin delicadeza. Pasión ciega y abrasadora que los condujo juntos hasta la cima del placer.

Se colocaron la ropa en silencio. Zac se había engañado al pensar que lo suyo con Vanessa había terminado. Quería más, tal vez tan solo unos días o un par de semanas más. Así, lograría cansarse de ella y podría centrarse de nuevo en el trabajo.
 
Zac: Vente a mi apartamento. Te llevaré a tu casa mañana. Quiero volver a hacerte el amor. Toda la noche.
 
Ness: Yo también...
 
Instantes más tarde, Zac salió del aparcamiento y se dirigió a Glenelg a toda velocidad.
 
Ness: Supongo que no vas a tardar en regresar a Fiji, en especial con el frío que está haciendo -comentó-.
 
Zac: Ya que estoy aquí, me voy a quedar un tiempo. ¿Sigues pensando lo del desfile? Si no falta mucho, podría quedarme hasta entonces y apoyarte en lo que pueda. Si quieres.
 
Ness: Claro que sí. Me encantaría. Ashley va a proporcionar los vestidos de novia y los trajes formales y las modelos. Yo me voy a poner en contacto con los que tienen dinero a montones. No debería tardar más de un par de semanas en organizarlo.
 
Zac: ¿Vestidos de novia?
 
Ness: Es la especialidad de Ashley.
 
Zac: ¿Y nada de lencería? Sin duda las novias quieren llevar algo especial después de un día tan importante para dejar boquiabiertos a los novios. Tú serías una modelo perfecta. Te he visto.
 
Ness: Sé lo que estás pensando, Zac. Olvídalo.
 
Zac: Es una pena.
 
Ness: Sin embargo, dado que estás aquí -dijo cambiando de tema-, esas entradas para la ópera de las que te hablé son para mañana por la noche. Si quieres acompañarme...
 
Zac: Supongo que podría intentarlo. Con la condición de que te vengas conmigo a casa después.
 
Ness: Trato hecho.
 
 
A la mañana siguiente, Vanessa se levantó de la cama antes que Zac y se dirigió al cuarto de baño para asearse. En vez de utilizar los productos de higiene de Zac, sacó una pastilla de jabón que llevaba en el bolso.

La alegre voz de un locutor de radio fue la primera pista de que ya no estaba sola. Levantó la mirada y vio los dos altavoces que había en la pared. Entonces, notó una sombra al otro lado de la mampara cubierta de vapor de agua.
 
Zac: ¿Te importa si te acompaño? -preguntó mientras se colocaba detrás de ella-.

Ness: Yo... -susurró mientras él deslizaba las manos para colocarlas encima de los senos-. Pensaba... pensaba que estabas dormido.
 
Zac: Y lo estaba -musitó mordisqueándole el cuello-, pero entonces olí este perfume y tuve que venir a investigar. Lleva más de dos semanas volviéndome loco.
 
Ness: Pues puedes dar las gracias a que llevaba una pastilla de emergencia en el bolso.
 
Zac: Por supuesto. Todas las princesas deben viajar siempre con lo esencial.
 
El cuerpo de Zac se apretaba contra el de ella. Resultaba evidente que él estaba dispuesto a mucho más.
 
Ness: Ríete si quieres, pero no voy a cambiar...
 
Zac: Ni yo quiero que lo hagas. Este aroma fue pensado para ti -murmuró mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja-.
 
Ness: De hecho, así fue. -Resultaba difícil concentrarse cuando la erección de Zac le tocaba por detrás y las manos estaban dibujándole círculos alrededor de los pechos-. En exclusiva... En París... Hace años...
 
Zac: ¿De qué olor se trata? ¿Jazmín?
 
Ness: Y madreselva, mandarina dulce, rosa negra... entre otras cosas.
 
Zac: Ese perfume fue lo primero que noté sobre ti -susurró sin dejar de acariciarla ni besarla-.
 
Ness: ¿Sí?
 
Zac: Estabas delante de mí en la fila de facturación en Tullamarine.
 
Ness: Oh...
 
Cuando Zac le rodeó la cintura con el brazo y se apretó a ella, Vanessa no pudo seguir hablando. Separó las piernas y dejó que él la penetrara, sujetándola completamente recta con su fuerza y su calidez.
 
Zac: Y fantaseé con hacer esto -dijo mientras se hundía más profundamente en ella, sin dejar de acariciarle el vientre y más abajo, entre las piernas, justo en el lugar en el que ella lo deseaba con la mayor desesperación. Zac no se podía imaginar un modo mejor de comenzar el día que con una fantasía hecha realidad-. Tengo que decirte que tu nuca es una obsesión para mí.
 
Le acarició suavemente la nuca, lentamente, desde la base del cráneo hasta la línea del cabello. Ella respondió como un arpa, afinada exclusivamente para él. Sus dulces suspiros eran como música de los ángeles para sus oídos. Fue subiendo poco a poco entre el cabello hasta que sintió que ella se echaba a temblar.
 
Ness: Eso es... maravilloso.
 
Zac: Y tú también... y tú también...
 
Se hundió en ella más profundamente. El húmedo calor de Vanessa se tensó como un guante alrededor de él.


Desayunaron mirando el mar. La lluvia había cesado durante la noche, pero aún hacía mucho frío. Mientras se tomaba una tostada, Vanessa se preguntó si él llevaría mujeres allí, pero estaba empezando a darse cuenta de que la intimidad era algo muy importante para Zac.
 
Ness: ¿Tienes aquí también un despacho?
 
Él indicó una puerta cerrada al otro lado del salón.
 
Zac: Es bastante básico, pero la luz y la vista lo compensan. Realizo la mayor parte de mi trabajo creativo en Fiji. En Adelaida trabajo principalmente en los programas.
 
Vanessa se levantó y llevó los platos al lavavajillas.
 
Ness: Dado que estoy en Glenelg, creo que voy a dar un paseo por Jetty Road antes de marcharme, si no tienes prisa, por supuesto.
 
Zac: Me parece bien. Yo voy a correr un rato por la playa. Si conozco bien a las mujeres, estaré de vuelta antes que tú, pero por si acaso...
 
Se dirigió hacia el frigorífico, tomó una llave de un gancho y se la entregó.
 
 
Como no quería molestarle por si estaba trabajando, Vanessa entró en su apartamento una hora más tarde. Cuando no vio a Zac, lo llamó suavemente y llamó a la puerta de su despacho.

Al tratar de girar el pomo, lo encontró cerrado.

Su alegre estado de ánimo sufrió un pequeño bajón. Había vuelto antes de lo previsto de su paseo para mirar boutiques por su deseo de estar con Zac. Se sentía desilusionada. Lo único positivo de todo aquello era que tenía tiempo de colocar cuatro cómodos cojines rojos que había comprado para él en el sofá. Colocó la planta sobre la mesita de café. Decidió que el salón, que era demasiado minimalista, sobrio y masculino para su gusto, tenía un aspecto mucho más acogedor. Además, los cojines serían un recordatorio del tiempo que habían pasado juntos cada vez que él se sentara en el sofá.

Estuvo ordenando el dormitorio y el cuarto de baño y luego hizo lo mismo con la cocina. Estaba limpiando la mesa cuando él entró, acompañado por el aroma del mar.
 
Ness: Hola.
 
Zac: ¿Ya has vuelto? -preguntó asombrado-. ¿Qué clase de mujer acorta el tiempo cuando sale de compras?
 
Ness: Yo. Estaba empezando a pensar que te habías ido corriendo a Fiji -dijo mientras se ponía de puntillas para darle un beso-.
 
Zac la besó también. Aún estaba atónito por la novedad y la sorpresa de que alguien lo estuviera esperando en su apartamento.
 
Zac: No esperaba que regresaras tan pronto, por lo que me paré a tomar un café... -se interrumpió al ver el sofá y la planta sobre la mesa. Oyó la primera señal de alarma-. ¿Qué es todo eso?
 
Ness: Pensé que le daban a la casa un aspecto un poco más hogareño.
 
Zac: No necesito cojines. Casi nunca me siento ahí.
 
Ness: Pues deberías. No puedes estar encadenado a tu escritorio todo el día.
 
Zac: Eso es lo que hago. Y no estaré aquí el tiempo suficiente para cuidar de ninguna planta.
 
Ness: Vaya... Eso no se me había ocurrido. Soy una idiota...
 
Zac notó la confusión y la vergüenza reflejados en la voz de Vanessa y se sintió como un canalla. Sin embargo, eso no alteró el hecho de que ella había alterado su relación. ¿Acaso pensaba que se iba a quedar allí indefinidamente? ¿Que podría persuadirlo con pequeños regalos domésticos? ¿Cuántas mujeres habían intentado gestos similares con él?
 
Zac: No es que no te lo agradezca, pero...
 
Ness: No te preocupes. Regálaselos a alguien. No importa.
 
Zac sabía por experiencia que, cuando una mujer decía que no importaba en aquel tono de voz lo ocurrido importaba y mucho.
 
Zac: Voy a darme una ducha rápida y luego te llevaré a casa.
 
Ness: No hace falta. He llamado a un taxi -replicó con voz tensa y sin sentimiento. Entonces, miró el reloj-. Debería llegar en cualquier momento. Bajaré a esperar para no molestarte.
 
Zac: Vanessa... He dicho que yo te llevo. Dame un min...
 
Ness: La entrada de la ópera. -Se metió la mano en el bolso, la sacó y la dejó sobre la mesa de la cocina-. Así, puedes decidir en el último minuto si quieres venir o no.
 
 
Vanessa esperó en el vestíbulo a que Zac apareciera, ignorando las miradas que le lanzaban los presentes. No había sido vista en público desde su ruptura y sabía que aparecerían comentarios en la prensa del día siguiente. Habría resultado tan satisfactorio aparecer en la ópera con un acompañante...

Aguantó un suspiró y consultó la hora. ¿De verdad que esperaba que él se presentara después de lo ocurrido aquella mañana? Había hecho precisamente lo que resultaba evidente que él no quería.

El último aviso sonó. Todos los presentes desaparecieron en el interior del auditorio. Ella debería marcharse a su casa. No podría disfrutar de la ópera dadas las circunstancias.

Justo cuando se daba la vuelta para marcharse, vio a Zac. El corazón empezó a latirle a toda velocidad. Estaba muy guapo con un traje y corbata oscuros.
 
Zac: El tráfico era peor de lo que había esperado -dijo mientras la agarraba por el brazo y la conducía hacia el interior del auditorio-.
 
Ness: Ya has llegado.
 
Zac: Vanessa, no debería haber reaccionado de ese modo esta mañana. Todo sobre ti es... diferente.
 
Ness: Lo sé.
 
A ella también le asustaba.
   
 
Ness: Bueno, ¿qué te ha parecido la ópera? -le preguntó mientras regresaban al apartamento de Zac-.
 
Zac: Estaba demasiado ocupado mirándote a ti.
 
Ness: En serio, ¿te ha gustado?
 
Zac: Creo que soy de la opinión de tu padre.
 
Ness: Está bien... En ese caso, gracias por venir e intentarlo. Puedes decir que has tenido una experiencia nueva.
 
Zac: Ha sido una experiencia verte en tu ambiente.
 
Ness: Sí. Seguramente lady Allen está hablando por teléfono en estos momentos contándoselo a todo el mundo.

Zac: ¿Y eso te molesta?
 
Ness: No.
 
Tras aparcar el coche, se dispusieron a subir al apartamento de Zac.
 
Ness: Ha sido una velada maravillosa -dijo mientras entraban en el ascensor-.
 
Zac: Sí. Y aún no ha terminado...
 
Cuando las puertas se cerraron, Vanessa se quitó el chal y enganchó a Zac con él por la nuca. Entonces, tiró de él. De repente, el ascensor dio un tirón y las luces se apagaron durante un segundo antes de que todo siguiera funcionando con normalidad.
 
Ness: Vaya -susurró-. ¿Te has quedado alguna vez encerrado en un ascensor?
 
Zac: No...

De hecho, Zac siempre utilizaba las escaleras.
 
Ness: ¿Te gustaría?
 
Zac: ¿El qué?
 
Le estaba costando concentrarse en lo que ella decía. La visión se le estaba nublando y el pulso se le estaba acelerando. De repente, apenas podía respirar.

Vanessa se desabrochó los botones del abrigo.
 
Ness: Quedarte encerrado en un ascensor...
 
Zac: No particularmente -susurró-.

Una gota de sudor le cayó por la espalda.

Vanessa tiró del chal y se apretó contra él.
 
Ness: ¿Estás seguro? Los ascensores tienen un botón de parada en alguna parte, ¿verdad? Me imagino que podría ser...
 
Zac: Ni lo pienses.

Entonces, con alivio, vio cómo el ascensor se detenía en su planta.
 
Ness: Demasiado tarde. Acabas de perder tu oportunidad.

Salió del ascensor delante de él.

Zac se tomó unos segundos para recuperar el aliento.

Vanessa se quitó el abrigo y lo dejó sobre el sofá. Entonces, se volvió a mirarlo con ojos brillantes y juguetones. Hizo que un tirante del vestido se le deslizara por el hombro y le lanzó una seductora mirada.
 
Ness: ¿Quieres ver lo que llevo debajo?
 
Zac: Más tarde. Tengo asuntos urgentes de los que ocuparme. Estaré en mi despacho.
 
Le dio un beso en el hombro desnudo para aliviar lo que ella debía de haber interpretado inequívocamente como un rechazo. Sin embargo, no quería compartir sus carencias.
 
Zac: Caliéntame la cama. Iré enseguida.
 
 
Vanessa se despertó en la oscuridad, desorientada y consciente de que algo había molestado sus sueños. Le había parecido escuchar un sonido de angustia. Giró la cabeza y vio que el sitio que Zac había ocupado estaba vacío. Recordaba vagamente que él se había acostado, pero, en aquellos momentos, las sábanas estaban revueltas. Eran las cuatro y veinte de la madrugada.

Se levantó de la cama, se puso una camisa de él y se dirigió hacia el salón. Vio a Zac en el balcón, mirando el mar, completamente desnudo. Tenía un aspecto muy perdido. Solitario.

«Le quiero».

Aquel pensamiento la sorprendió de repente y la hizo dar un paso atrás. No. No podía ser. No podía enamorarse de un hombre que le había dejado claro que solo quería una relación temporal. Como las piernas le temblaban, se sentó en la silla más cercana, tratando de convencerse de que aquello no debía ocurrir.

De repente, Zac se puso de perfil. Su gesto era serio. Parecía preocupado, molesto. Vanessa pensó en regresar a la cama y dejarlo allí, pero no podía hacerlo. Recogió el abrigo que había dejado sobre el sofá al entrar en el apartamento.

En aquel momento, cuando abrió la puerta de cristal, él la miró sorprendido.
 
Ness: Zac...
 
Zac: Hola, nena. Esa camisa te sienta mejor a ti que a mí.
 
Ness: Zac, hace mucho frío aquí...
 
Zac: Vuelve a la cama, Vanessa.
 
Ness: Te vas a enfriar -dijo mientras le ofrecía el abrigo-.
 
Zac: No me hables como si fueras mi madre. -No obstante, lo aceptó y se lo puso-. ¿Contenta?
 
Ness: En realidad, no. Siento haberte hablado así, pero así es tal y como soy. ¿Te apetece algo caliente para beber? -añadió, sin poder contenerse-.

Sabía que debía parar.
 
Zac: Estoy bien, gracias -repuso mientras le mostraba la botella de coñac que tenía sobre la mesa-.

Entonces, aprovechó para servirse una buena cantidad.
 
Ness: ¿Has tenido un mal sueño? Me pareció oír...
 
Zac: Estoy trabajando -la interrumpió antes de tomar un buen trago de coñac-. Los sueños me dan una perspectiva diferente. Mi héroe se ha metido en una situación algo comprometida...
 
Ness: ¿Estás seguro de que esa es...?
 
Zac: La inspiración me llega en los momentos más extraños -dijo sin mirarla-. Realizo mi mejor trabajo por la noche. A esta hora de la madrugada, las estrellas tienen algo. En cierto modo, parecen estar más cerca. Te sientes unido a algo más grande que uno mismo.
 
Podría ser. Sin embargo, algo había quedado muy claro. Zac ni quería ni necesitaba compañía. Vanessa apretó los dientes y dio un paso atrás, tanto literal como figuradamente.
 
Ness: En ese caso, te dejo con tu inspiración.




Esta relación se enciende en la cama pero se apaga fuera =S
Tienen que arreglar eso.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Tremendo capitulo!
No me gusta lo que esta pasando entre ellos, Zac se esta enamorando y actúa muy mal con Ness.
Ella me da mucha pena, pobre Ness
Espero que se solucione todo entre ellos.



Ame él capitulo.
Sube pronto

Maria jose dijo...

Zac le tiene miedo a los elevadores???
Pobre Vanessa ella tan enamorada y
Zac le pone distancia
Espero que el de de cuenta que la ama
Y cambie su forma de tratarla
Ellos se quieren mucho
Sigue la novela
Esta muy buena


Saludos

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