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domingo, 3 de enero de 2016

Capítulo 6


A las cinco y media, Zac se dio una ducha y bajó con el papel de Vanessa en el bolsillo de la camisa. Tenika le había planchado una camisa con estampado local, roja con una flor de hibisco blanca y la había colocado sobre su cama con un hibisco blanco recién cortado. Zac sabía que la mujer esperaba verlo con las dos cosas puestas.

Tenika estaba en la cocina lavando las verduras que él la había visto recoger del huerto poco antes, desde su ventana.

Zac: ¿Cómo te ha ido el día? -le preguntó mientras tomaba un plátano-.

La mujer se dio la vuelta del fregadero y sonrió.
 
Tenika: Hola, Zac. ¿Quieres comer ya? Hoy hay verduras del huerto con pescado fresco.
 
Zac: De acuerdo, pero no cocines nada para mí esta noche.
 
Tenika: Ah, tienes una guapa chica esperándote -comentó mientras lo miraba de arriba abajo y asentía con aprobación-. Muy guapo. Esa mujer tiene suerte. Malakai me ha contado que se aloja en el resort -añadió, muy emocionada-.

Zac: Malakai se está precipitando en sus conclusiones.
 
Tenika sacudió la cabeza, colocó las hojas en un enorme colador y abrió el grifo.
 
Tenika: Malakai nunca se precipita... es demasiado viejo. Me dijo que esa guapa chica y tú estabais hablando ayer en el coche. Muy juntos.
 
Zac: Vanessa estaba en el mismo vuelo. Tengo algo que debo devolverle.
 
Tenika realizó un sonido de incredulidad y siguió lavando la verdura en el fregadero.
 
Tenika: Te gusta... esa Vanessa. ¿Quieres que Malakai traiga el coche?
 
Zac: No vamos a salir del hotel. Solo vamos a ir a ver el Meke y luego a lo mejor a cenar.
 
Tenika: Tráela aquí mañana para que yo pueda conocerla y ver por mí misma si es lo suficientemente buena para ti. Puedo cocinar buena comida para ti y para ella.
 
Zac: No creo.

Tenika: Nunca traes chicas guapas aquí -comentó mientras sacaba las hojas y las echaba en un bol-. A tu casa. Tal vez esta te gusta más que las otras. Tráela.
 
Zac: Tenika...
 
Tenika: Tal vez te cases con ella. Tengas bebés. A los isleños nos gustan los bebés. Yo puedo ayudar.
 
Zac: Eso ya lo sé -dijo suavemente. Se quitó el hibisco de detrás de la oreja y se lo colocó a Tenika detrás de la suya-. Hasta mañana.
 
Salió por la puerta de atrás. La noche era perfecta, cálida y tranquila, con un cielo estrellado y el aroma a carbón de la parrilla.

Zac tenía acceso a todas las zonas del complejo, por lo que le había resultado muy fácil enterarse de que ella se alojaba en uno de los bungalows más exclusivos.

Llamó a la puerta y, un instante más tarde, ella la abrió.
 
Zac: Buenas noches.
 
Ness: Me había imaginado que ibas a presentarte.

Llevaba un pareo negro con flores en blanco y azul celeste. E iba sin sujetador. Tenía el brillante cabello recogido en lo alto de la cabeza.
 
Zac: Solo era cuestión de tiempo -replicó con una sonrisa-.
 
Ness: Supongo que es mejor que entres -comentó mientras se hacía a un lado para que él entrara-. ¿Utilizaste también tus encantos con las chicas de Recepción?
 
Zac entró en la suite y cerró la puerta.
 
Zac: No ha sido necesario. Soy socio de este resort. Encontrar en los libros a una tal Vanessa Hudgens ha estado chupado.
 
Vanessa se tensó antes de seguir avanzando por la estancia.
 
Ness: Entiendo.
 
Zac: Tu nombre estaba en el listado del aeropuerto de Malakai.
 
Ness: Y, por supuesto, tú no has podido evitar fijarte -Sus hermosos ojos marrones estaban nublados de preocupación cuando se detuvo por fin y se giró para mirarlo-. Por lo tanto, supongo que ahora ya lo sabes todo sobre mí.
 
Zac: Si te refieres a si te he investigado en Internet, la respuesta es no. Respeto la privacidad. Sin embargo, si quieres hablarme un poco de ti, me parece bien. De hecho, estaba esperando que fuera esta noche -comentó. Entonces, vio el ordenador de ella sobre el escritorio-. A mí no me vas a encontrar en las redes sociales.
 
Vanessa se sonrojó.
 
Ness: Yo no estaba... Mucho -observó mientras se acercaba al ordenador y lo apagaba-. Dijiste que diseñabas juegos de ordenador. Me había imaginado que tendrías un enlace para que tus fans pudieran ponerse en contacto contigo.
 
Zac: Utilizo un pseudónimo.

Ness: Muy conveniente -dijo con escepticismo-.
 
Zac: No lo es. -Entonces, se acercó hacia Vanessa, se sacó la cartera del bolsillo trasero y le enseñó el permiso de conducir-. Léelo. En voz alta.
 
Ness: Zachary D. Efron -confirmó-. Está bien.
 
Zac: Y... -añadió-... pensé que te estarías preguntando dónde estaba esto.
 
Zac sacó el boceto de Vanessa y se lo enseñó. Ella miró la página, la agarró, cerró los ojos y la dobló mientras murmuraba algo breve e inesperadamente mundano para ella.
 
Zac: Vanessa, no haces más que sorprenderme -rio al ver cómo se sonrojaba-. Sin embargo, no debes preocuparte. Tus secretos están a salvo conmigo.
 
Ness: Ni siquiera me había dado cuenta de que me faltaba. Esta mañana hiciste que me acalorara y ahora estás volviendo a hacerlo.
 
Zac: ¿Sí? ¿Y puedo hacer algo para aliviarte?
 
Ness: Me niego a responder porque podría provocar que me saliera un sarpullido que me impediría salir de esta suite durante el resto de la velada.
 
Zac: ¿Y si respondes y nos las apañamos juntos con el sarpullido, si te sale?
 
Ness: Claro, ¿por qué no? -Sin embargo, se limitó a deslizar la página entre las tapas de su cuaderno de bocetos-. Gracias por traérmelo personalmente.
 
Zac: No me pareció que te apeteciera que lo viera nadie más. Parece importante.
 
Ness: Podría serlo -dijo sin explicar más. Entonces, guardó el ordenador en su funda-. Iba a cambiarme y a bajar para ver el baile.
 
Zac: Me alegra porque precisamente había venido a pedirte si te gustaría acompañarme a verlo y tal vez ir a cenar después. Sin embargo, no te cambies. Encajarás perfectamente tal y como estás. Este hotel es un lugar informal y muchos turistas van con traje de baño y pareo.
 
Ness: Yo no.

Se dirigió a su armario y sacó un vestido blanco y largo.
 
Zac negó con la cabeza.
 
Zac: Cuando estás en estas islas, debes hacer lo que hacen los isleños. Quédate con el pareo, por favor.
 
Además, quería tener la oportunidad de quitárselo más tarde.

Vanessa respiró profundamente y luego volvió a meter el vestido en el armario.
 
Ness: Al menos, dame un momento para que me arregle un poco -dijo antes de desaparecer en el cuarto de baño-.
 
Zac se sentó en el sofá para esperar y se dio cuenta de que ella aún tenía la maleta abierta sobre la cama. Sin poder evitarlo, dejó que su mirada recorriera su contenido. Ropa interior. De todos los colores, telas y fantasías. Si ella hubiera hecho lo que él le hubiera pedido, la habría obligado a ponerse aquella ropa interior para bailar, para luego quitársela muy lentamente...

Decidió que era mejor poner freno a aquellos pensamientos tan carnales. Aquella noche debía tratar de conocerla en un contexto social. Debía descubrir a Vanessa como persona.

Al menos, para empezar.

Se conocerían un poco mejor, disfrutarían de unas cuantas noches más juntos y luego ella se marcharía. Zac ni siquiera tendría que inventarse una excusa para terminar y poder marcharse.

Perfecto.  

Los dedos de Vanessa temblaban mientras se quitaba la goma elástica del cabello. Mientras se peinaba, decidió que ver a Zac no la había afectado, si se descartaba la oleada de deseo que le había recorrido los muslos cuando él apareció en la puerta, sino el hecho de saber que él había visto sus atrevidos diseños.

Se ajustó el nudo del pareo entre los senos. No le gustaba atraer la atención sobre sí misma, pero tal vez Zac tenía razón. Si iba más informal, se mezclaría mejor con el resto de los asistentes.

Se dejó el cabello suelto, pero se recogió uno de los lados detrás de la oreja.

No le había servido de nada decirle a Zac que se mantuviera alejado. Sabía exactamente cómo iba a terminar aquella velada si él se salía con la suya. También sabía que ella no se opondría.


La noche era maravillosa. Las tranquilas aguas reflejaban los últimos rayos del sol. Las palmeras se destacaban frente a un cielo rojizo y anaranjado. Alguien había encendido ya las antorchas.
 
Zac: Esta noche van a actuar los niños más pequeños de la escuela del pueblo -le dijo mientras se dirigían hacia la fiesta-.
 
Ness: ¿Conoces a esos niños?
 
Zac: Llevo ya unos dos años trabajando con los talleres de informática que dan así que se puede decir que sí. Los mayores ayudan a los pequeños. Una gran familia. Nadie queda excluido. Así se hacen las cosas en Fiji.

Se sentaron en los bancos con los demás asistentes para ver el espectáculo. Un grupo de bailarines actuó en primer lugar. Después, las mujeres, adornadas con flores, mostraron la gracia con la que movían sus faldas de paja. Por último, llegaron los niños, a los que los espectadores aplaudieron con gran entusiasmo.

Cuando todo terminó, los huéspedes se dispersaron para dirigirse a uno de la media docena de restaurantes que había en el complejo. Zac le hizo una señal a una de las bailarinas.
 
Zac: ¡Kat!
 
Kat: ¡Zac! -respondió con una sonrisa. Se acercó inmediatamente-. Hola. ¡Has vuelto! Los niños te han echado mucho de menos -añadió después de que se dieran un beso en ambas mejillas-. Espero que vayas a ponerle remedio a eso muy pronto -comentó. Entonces, se giró para observar a Vanessa con una amplia sonrisa en los labios-. Hola.
 
Zac: Vanessa, te presento a Katherine Blackman, nuestra profesora de baile, entre otras asignaturas. Vanessa es una amiga que se va a quedar entre nosotros dos semanas.
 
Ness: Hola. Me alegro de conocerte.
 
Kat: Bienvenida a Fiji, Vanessa. Espero que te haya gustado nuestra actuación. Llevamos un mes ensayando.
 
Ness: Ha sido fantástica. Los niños parecían estar divirtiéndose tanto como los espectadores.
 
Kat: Sí. Estaban muy emocionados -comentó-. Mañana no creo que podamos estudiar mucho en el colegio.
 
Vanessa sonrió.
 
Ness: Estoy segura de ello.
 
Kat: ¿Por qué no vienes a visitarnos mientras estés aquí? Haz que Zac te lleve cuando él vaya. Eso, por supuesto, asumiendo que te gusten los niños y el ruido.
 
Ness: Me encantan los niños y el ruido... Creo. Hace muchos años que no estoy en un aula.
 
Kat: En ese caso, así quedamos. Espero verte pronto, Zac.
 
Zac: ¿Qué te parece mañana? ¿Y a ti, Vanessa? -le preguntó mientras se giraba para consultarla-. ¿Te viene bien?

Ness: Me encantaría -respondió con una sonrisa-.
 
Estuvieron charlando con Katherine unos minutos más y luego se despidieron.
 
Ness: Es encantadora -dijo mientras los dos se dirigían a uno de los restaurantes al aire libre-. Su apellido es inglés. ¿Acaso se ha casado con un australiano?
 
Zac: Su padre es australiano y su madre isleña. Él vino aquí para trabajar. Los dos se conocieron y él ya no se marchó nunca.
 
Zac la condujo a una mesa iluminada por las velas, alejada del resto de los comensales. Vanessa dedujo que él ya la había reservado con antelación. Estaban justo sobre la arena de la playa, a pocos metros del agua.

Un camarero se acercó a ellos y colocó un par de cócteles de frutas sobre la mesa. Zac pidió un plato de delicias locales para el centro de la mesa y estuvo charlado un rato con el camarero. Parecía conocer a todos los empleados por su nombre.

Cuando por fin se quedaron a solas, los dos brindaron. Vanessa comprobó que el cóctel era una deliciosa mezcla de coco, piña, lima y alcohol. Entonces, Zac se acercó un poco más a ella y le acarició suavemente los nudillos con un dedo.
 
Zac: Bien, Vanessa. Nos hemos visto desnudos el uno al otro. Creo que ya va siendo hora de que nos conozcamos a otro nivel, ¿no te parece? Pregúntame algo -le sugirió mientras apoyaba los fuertes antebrazos sobre la mesa-.
 
Ness: Está bien. Tengo una pregunta -dijo lentamente-. Katherine dijo que no habías ido al colegio desde hace un tiempo, pero tú me has dicho que vives aquí. ¿Cómo es eso?
 
Zac: Tengo un apartamento en Adelaida. Divido mi tiempo entre los dos lugares.
 
Ness: ¿Eres de Adelaida?
 
Zac: No, de Victoria. Me mudé al sur de Australia hace más de diez años. Entonces, ¿podría ser que te viera paseando por el centro comercial Rundle de Adelaida algún día?
 
Ness: Yo vivo en el valle de Barrosa, pero ese centro comercial es uno de mis lugares favoritos, sí.
 
Zac: ¿No serás por casualidad pariente de Patrick Hudgens?
 
Patrick Hudgens era una de las personas más importantes de la alta sociedad australiana y como un rey dentro de la industria del vino. Hudgens era el dueño de la famosa Bodega Three Cockatoos y poseía una verdadera fortuna.
 
Vanessa asintió y bajó los ojos.
 
Ness: Sí. Era mi padre.
 
Zac: Entonces, después de todo sí eres una princesa -comentó. Entonces, recordó que Patrick y su esposa habían muerto en un accidente de aviación hacía algún tiempo. La sonrisa se desvaneció de sus labios-. Diablos, Vanessa, lo siento... No era mi intención despertar recuerdos dolorosos.
 
Zac: No importa -susurró con los ojos cubiertos de lágrimas aunque tratando de impregnar alegría a la voz-. Ya han pasado un par de años. Sin embargo, sigo echándolos de menos. Y a Mike.
 
Zac: ¿Mike?

¿Sería un novio? ¿Un marido?
 
Ness: Mi hermano. Perdí a toda mi familia en una sola tarde. Mi mundo se hizo pedazos lo mismo que ese helicóptero. Desde entonces, no he vuelto a ser la misma.
 
Zac: Eso es muy duro -murmuró-. ¿Se sabe lo que ocurrió?
 
Ness: Mi padre tuvo un ataque al corazón cuando estaba a los mandos del aparato. No sabíamos que tuviera problemas de corazón. Siempre había sido un hombre muy en forma y lleno de vida.
 
Por fin les llevaron la cena. Vanessa colocó su servilleta de lino junto a su plato. Los dos cenaron en silencio durante unos instantes mientras disfrutaban de los sabores de la comida.
 
Zac: En ese caso, debes de estar muy acostumbrada a la prensa -dijo mientras elegía una bola de melón recubierta de coco-.
 
Ness: La he evitado siempre que me ha sido posible.
 
Zac: ¿Y por qué te estaba molestando ese periodista en el aeropuerto?
 
Ness: Yo...
 
Zac: Deberías contármelo. Así, si vuelve a ocurrir...
 
Ness: Si vuelve a ocurrir, tú no estarás a mi lado para rescatarme -le espetó con una finalidad que obligó a Zac a reconocer que ella estaba en lo cierto. Se iba a marchar dos semanas después. Y él no-. Mi prometido y yo rompimos hace seis semanas. Él es una figura pública. Ese periodista estaba husmeando en la historia. Yo creí que si negaba mi identidad, me dejaría en paz.
 
Zac: ¿Estabas enamorada de él? De tu prometido, quiero decir.
 
Aquella pregunta sorprendió a Zac. La razón para hacerla y el nudo que se le hizo alrededor del corazón como respuesta lo sorprendieron aún más.

Estaba seguro de que ella lo había amado. Estaba empezando a comprender que a Vanessa le importaban mucho sus vínculos familiares y personales. Le parecía que, cuando ella se comprometía con alguien, era para siempre. Por lo tanto, se imaginó que ella no había roto el compromiso.

En cualquier caso, ella evitó la pregunta con otra.
 
Ness: ¿Qué me dices de tu familia, Zac?
 
Él nunca hablaba de su pasado y mucho menos con una mujer. Decidió darle los mínimos detalles
 
Zac: No tengo hermanos. No sé quién es mi padre. Mi madre murió hace doce años. Ya está.
 
Ness: No. Esa es la versión que le das a cualquiera que te pregunta. Sin embargo, yo no soy cualquiera. Estoy aquí y tengo toda la noche... si quieres hablar.
 
Zac: No quiero hablar. -Tomó la mano de Vanessa y entrelazó los dedos con los de ella-. ¿Todavía estás hambrienta?
 
Ella negó con la cabeza y volvió a meterse la servilleta en el bolso.
 
Ness: Si lo estaba, acabas de conseguir que se me olvide.
 
Con cualquier otra mujer, él habría sonreído por la facilidad con la que se había rendido, pero los sentimientos que Vanessa evocaba eran demasiado fuertes para tales trivialidades. Zac se levantó y la obligó a ella a levantarse.
 
Zac: Lo que de verdad quiero hacer es desnudarte, tumbarte y hacerte olvidar que estuviste prometida alguna vez.




Estos dos no pierden el tiempo XD
Y eso que solo iba a ser una noche.

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1 comentarios:

Maria jose dijo...

Me encanta esta parejitas
Son muy divertidos
Ya quiero saber más de esta novela
Cada vez más interesante
Síguela pronto

Saludos

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