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viernes, 8 de enero de 2016

Capítulo 8


A la mañana siguiente, Vanessa inspeccionó su armario. Aquel día no quería pasar desapercibida. Quería vestirse del modo en el que se sentía, alegre y feliz. Quería encajar con la cultura de la isla.

Quería que Zac se fijara en ella.

Una hora antes de reunirse con él, se dirigió a la zona comercial del resort. Eligió media docena de libros infantiles y de cajas de pinturas para la clase de Katherine. Entonces, empezó a probarse ropa. Se decantó por fin por un vestido de estampado tropical en color lima y rosa fuerte.

Regresó a su suite y, tras mirarse en el espejo, decidió que aquel no era su estilo. Sin embargo, le gustaba ser diferente. Allí en Fiji no tenía que preocuparse porque la reconocieran. Allí no era la hija de un hombre importante ni la prometida de un político. Podía ser ella misma

Se dirigía hacia la recepción del resort para reunirse con Zac cuando lo vio hablando con un par de empleadas del hotel desde la distancia. Iba vestido con unos pantalones cortos de color caqui, una camiseta blanca y llevaba el cabello ligeramente desaliñado. Su sonrisa resultaba arrebatadora, incluso desde aquella distancia.

En aquel momento, el corazón de Vanessa pareció desprenderse de su cuerpo y empezar un viaje propio.

No. Se frotó el pecho con la mano y trató de aliviar aquella sensación. Esperó un tiempo para recuperarse.

Ella no era experta en los hombres. Aparte de los compañeros de trabajo y de un par de novios adolescentes, su experiencia se limitaba a su padre y su hermano, que la habían querido mucho, y a su ex, que no la había querido tanto. Enamorarse de Zac no era una opción. Aquello era un romance de vacaciones. Nada más.

Prosiguió hasta la recepción del complejo, tomándose su tiempo al andar para conseguir que su pulso volviera a la normalidad.

Cuando llegó al lugar de reunión, Zac ya la estaba esperando. La observaba atentamente mientras ella se acercaba. Vanessa se sintió tan admirada como la noche anterior.
 
Zac: Hola, Vanessa -dijo mirándola de arriba abajo-. Hoy tienes un aspecto alegre y radiante.
 
Ness: Gracias. Así es precisamente como me siento.
 
Mientras conducían hacia el interior de la isla en el lujoso coche de Zac, Vanessa le preguntó sobre el sistema de educación.
 
Zac: Aquí, particularmente en las zonas rurales, carecen del dinero para material que los colegios de Australia dan por sentado.
 
Ness: Háblame de este colegio que vamos a visitar.
 
Zac. Acuden a él niños desde los cinco a los doce años, con dos clases, dos profesores y sesenta niños. Katherine da clase a los niños hasta la edad de ocho años.
 
Ness: Entonces, ¿cómo se pueden permitir ordenadores?
 
Zac: No pueden.
 
Ness: Ah, entiendo. Tú se los has donado.
 
Zac: Es una buena causa -dijo mientras se encogía de hombros-.

Ness: ¿Y con cuánta frecuencia vienes a visitarlo?
 
Zac: Cuando estoy aquí. Trato de que sea cada dos semanas. Es importante empezar desde edades tempranas, por lo que paso la mayor parte del tiempo con la clase de Kat.
 
Ness: ¿Cómo conociste a Kat?

Zac: Su padre es el dueño de un negocio de yates que organiza excursiones a algunas de las islas. Ahora, basta de hablar de mí -comentó-. Supongo que te dedicas al diseño de moda.
 
Ness: No. Eso es solo un hobby.
 
Zac: Un hobby. Entonces, ¿a qué te dedicas?
 
Ness: Trabajaba en las oficinas de la bodega.
 
Zac: ¿Ya no?
 
Ness: La vendí hace tres semanas, por lo que, en estos momentos, estoy sin trabajo. Mi ex y yo íbamos a abrir un negocio de vinos y quesos hasta que él cambió de opinión y decidió centrarse en la política. Ahora… bueno, decidí que yo sola no podía continuar.
 
Zac: Pues en mi opinión podrías convertir tus diseños en un negocio si quisieras. Son únicos...
 
Ness: No. Ya me surgirá algo.
 
La escuela formaba parte de un pequeño pueblo. Se trataba de un edificio pintado de azul, tejado marrón y un amplio porche. El patio era un simple descampado, sin equipamiento alguno. Sin embargo, no porque fuera básico carecía de vitalidad. En el momento en el que ellos se detuvieron frente a la puerta, los niños salieron al exterior acompañados de Kat. De repente, el coche se vio rodeado de rostros infantiles.
 
**: ¡Hola! ¡Hola! -exclamaban los pequeños mientras golpeaban los cristales con las manos, sonriendo alegremente-.
 
Cuando Zac y Vanessa descendieron del coche, Katherine se acercó para darles la bienvenida.
 
Kat: Hola, Vanessa. Zac...
 
Después de que los pequeños les obsequiaran con guirnaldas de flores de papel que los niños habían hecho con sus propias manos, los dos entraron en la clase. Los trabajos de los niños compensaban la falta de decoración del aula. La única excepción la constituían los seis ordenadores que ocupaban una de las paredes.

Kat les ofreció leche de coco y luego hizo callar a los niños con su guitarra. Vanessa y Zac se sentaron entre los niños y cantaron con ellos. Después, los niños mostraron a sus visitantes todo lo que habían aprendido e incluso repitieron la danza de la noche anterior.

Durante la visita, Vanessa pudo conocer un poco más a Zac. Interactuaba con los niños con naturalidad y sabía bien cómo ponerse a su nivel, tanto si era para explicarles cómo se utilizaba un ordenador o para jugar con ellos.
 
Zac: ¿Te apetece pescado fresco a la plancha para almorzar? -le preguntó cuando se marcharon de la escuela e iban una vez más camino de la costa-. Conozco un pequeño restaurante...
 
Ness: Sí, por favor. Me muero de hambre.
 
Zac: ¿Te lo has pasado bien?
 
Ness: Me ha encantado. Gracias por invitarme. He visto que al patio le vendría bien algo de equipamiento e incluso un poco de sombra. Me gustaría ayudar.
 
Zac: ¿Qué quieres decir?
 
Ness: Con fondos -afirmó-. Si hay algo que sé hacer muy bien es cómo recaudar dinero.
 
Zac la miró durante un instantes con ojos inescrutables.
 
Zac: No eres lo que esperaba, Vanessa Hudgens.
 
Ness: ¿Y eso, Zac? -replicó algo tensa-. ¿Acaso crees que porque nací en una familia privilegiada no veo lo que ocurre a mi alrededor? ¿Que no me importa? Tú eres un hombre que se ha hecho a sí mismo. ¿Lo que ocurrió en tu pasado te hace pensar que yo soy menos porque mi riqueza me vino dada?
 
Zac negó con la cabeza. Evidentemente, no tenía deseo alguno de hablar sobre el pasado.
 
Zac: Te lo estás tomando demasiado en serio, Vanessa. No creo en eso en absoluto.
 
Ness: Tal vez un desfile de moda -dijo unos instantes más tarde-. Mi mejor amiga tiene un negocio de vestidos de novia. O yo podría presentar mi propia lencería -bromeó para aclarar la tensión que había surgido entre ellos-.
 
Zac sonrió. Agarró con fuerza el volante al pensar en las mil y una imágenes que se le empezaron a ocurrir.
 
Zac: Pues cuenta conmigo.
 
Ness: Era una broma, Zac. Como si eso fuera a ocurrir -musitó-.
 
Zac: ¿Por qué no?

Ness: Olvídalo -contestó muy seria-.
 
Zac: Eso ya no puede ser. Tengo la imagen en la cabeza -dijo mientras se apartaba de la carretera principal-. Por eso, insisto en que esta tarde me hagas un desfile con algunas de tus creaciones. Un desfile privado.
 
Ness: No es propio de mí exhibirme para una sala llena de gente.
 
Zac: Yo no soy una sala llena de gente -afirmó mientras la miraba brevemente antes de centrarse de nuevo en la carretera-.
 
Ness: Ni siquiera estoy segura de poder hacerlo para ti.
 
Zac: Claro que puedes. ¿Te acuerdas de Melbourne? -Él sí. La entrepierna se le tensó al recordarlo-. Puedes dejarte llevar perfectamente cuando quieres.
 
Ness: Tal vez tenga miedo de hacerlo -susurró mientras Zac detenía el coche frente al pequeño restaurante en el que iban a almorzar-. Tal ve tenga miedo de esta nueva persona en la que me he convertido.
 
Zac: Pues no tiene por qué ser así. -Apagó el motor y se volvió para mirarla. Extendió las manos para quitarle las gafas y poder admirarle los hermosos ojos marrones-. Me gusta esta persona. Me gusta mucho.
 
Ness: Tal vez también me dé miedo eso.
 
Zac: No pasa nada, nena. -Las palabras de Vanessa habían reflejado sus propios pensamientos-. No tienes que cambiar -añadió mientras le acariciaba suavemente el cabello con los dedos-. Sin embargo, explora otro lado de tu personalidad y podrías descubrir que te gusta lo que encuentras. Tal vez te ayude a enfrentarte a la vida de un modo diferente cuando regreses a tu casa.
 
Vanessa asintió lentamente.
 
Ness: Tal vez... Vaya, he dicho muchas veces tal vez -añadió. Respiró profundamente y captó el delicioso aroma que salía del restaurante-. Me muero de hambre.

Todo resultó perfecto. La comida, la cálida temperatura, la compañía... Comieron tranquilamente y luego Vanessa se excusó para ir al cuarto de baño mientras Zac se ocupaba de pagar la factura. Él estuvo un rato charlando con el dueño del restaurante y, de repente, vio a Vanessa en la playa, recogiendo las caracolas que el mar había dejado sobre la arena.

Se dirigió hacia ella, admirando el modo en el que se movía. Entonces, se dio cuenta de que un hombre se dirigía hacia ella.

Maldita sea. Zac apretó el paso y vio cómo Vanessa se detenía e intercambiaba unas palabras con el periodista. ¿Qué si no podía ser con aquella cámara colgada del cuello? Estaba demasiado lejos para saber lo que estaban hablando.

El reportero pareció percatarse de la presencia de Zac por lo que comenzó a retirarse hacia el aparcamiento. Zac cambió de dirección.
 
Zac: ¡Eh, tú! -le espetó. Se detuvo en seco delante de él y lo miró con desaprobación-. Si te vuelvo a ver cerca de ella, te demandaré por acoso. De hecho, puede que te demande de todos modos solo por darme el gusto.
 
**: ¡Eh, tío! ¿Cuál es tu problema? -replicó el reportero-. La señorita Hudgens es una figura pública... señor Efron -añadió con retintín-. A mí jamás se me olvida una cara.
 
Zac: Lo mismo digo, colega. Ella está de viaje privado por lo que si no la dejas en paz tendrás que vértelas conmigo.
 
**: ¿Privado, eh?
 
Zac: Así es. Piérdete.
 
**: ¿Como esa novia que tuviste algunos años? ¿Cómo se llamaba? -preguntó con una desagradable sonrisa en los labios-. Te aseguro que no es bueno estar a malas con la prensa, señor Efron -repitió con la misma entonación de antes-.
 
Con eso, se dio la vuelta y se marchó.

Zac esperó hasta que el periodista se hubo montado en su coche y se hubo marchado antes de volver a centrar su atención en Vanessa. Ella no se había movido y lo estaba observando con una expresión seria en el rostro.

Zac: ¿Te encuentras bien? -le preguntó cuando ella se le acercó-.
 
Ness: Bien. Era inofensivo, Zac -dijo encogiéndose de hombros-. Parece que, después de todo, no me puedo deshacer de la prensa.
 
Zac: ¿Qué te ha preguntado? ¿Qué le has dicho?
 
Ness: Que estaba disfrutando mucho en Fiji. Te lo agradezco mucho, pero no tienes que pelear mis batallas. Estoy bien.
 
Sin saber de dónde salió aquel sentimiento, Zac sintió una imparable, y peligrosa, sensación de posesión hacia ella.
 
Zac: Vamos, nena -dijo, tratando de deshacerse de aquella desquiciante sensación-.

Le agarró la mano y comenzó a andar de nuevo hacia el coche.
 
Ness: Espera un momento -le ordenó-. ¿Qué prisa tenemos? Ese hombre se ha ido. Tú te has encargado de ello.
 
Zac: Me prometiste desfilar para mí. Quiero asegurarme de que no cambias de opinión.
 
Ness: Yo jamás te dije que...
 
Zac se giró y la miró con una sonrisa en los labios.
 
Zac: Y, a cambio, te prometo que lo disfrutarás tanto como yo.
 
Ness: Oh... -susurró sonriendo también-. En ese caso, ¿a qué estamos esperando?
 
Los dos echaron a correr hacia el coche.
 
 
Ness: ¿Con qué empiezo? -preguntó cuando cerraron la puerta de su suite-.
 
Zac: Sorpréndeme -contestó mientras arrojaba las gafas sobre la cama-.
 
Ness: No sé lo que te gusta...
 
Zac: Te garantizo que me gustará todo lo que quieras enseñarme -prometió. Abrió la puerta del frigorífico y sacó una botella de agua. Vertió la mitad en un vaso para Vanessa y lo dejó en la estantería-. Cualquier color que no sea beige.
 
Ness: No tengo ropa interior beige.
 
Zac: Gracias a Dios -replicó antes de dar un trago de la botella-.
 
Ness: Pero tengo color carne.
 
Zac: Pues ese tampoco. El único color carne que quiero ver es el de tu piel. Tú deberías llevar colores.
 
Ness: Está bien. Empezaré con lo que llevo puesto ahora.
 
Zac no la miró. Se dirigió hacia la puerta que conducía al balcón y la abrió.
 
Zac: Cuando estés lista, sal aquí fuera.
 
El aire tropical entró por la abertura. El bungalow estaba situado en lo alto de la colina, muy aislado. El balcón era completamente privado y tenía vistas al mar. Zac se desnudó y dejó la ropa cerca de él, a un lado de la piscina. Entonces, se metió en el agua y se apoyó contra un lateral, dejando que los brazos descansaran en el borde. Necesitaba que el agua le refrescara la piel y le diera algo de contención.

Vanessa no tardó en aparecer en la puerta, como si fuera una fantasía hecha realidad. Zac comprendió que aquel desfile iba a ser una tortura para él, una tortura que, desgraciadamente, él había sugerido.

Contuvo el aliento al ver cómo los senos se le adivinaban a través de una camisola rosa chicle y verde agua. Un oscuro pezón se le vislumbraba a través de la abertura que existía en el lugar en el que el rosa se unía al verde. Las braguitas se sujetaban a la espalda por medio de un cordón azul.
 
Zac: ¿Y llevabas eso puesto mientras estábamos en una clase llena de niños?
 
Ness: Bueno... Supongo que tuve suerte de que no tocara clase de gimnasia cuando estábamos allí, ¿verdad?
 
Zac tragó saliva.
 
Zac: Me alegro de no haberlo sabido. Entonces, ¿esto es lo que te sueles poner a diario?
 
Ness: Sí -susurró mientras se deslizaba los dedos por la cinturilla de las braguitas-. Estas son nuevas. Desde que he vuelto a ser soltera, he estado trabajando en una nueva línea. Es muy divertido.
 
Zac: Estoy seguro de que lo es. Ven aquí...
 
Ella levantó un dedo con gesto burlón.
 
Ness: Todavía no. Recuerda que esto ha sido idea tuya.
 
Zac: Esta bien...
 
Zac pensó que podría aguantar unos momentos más. Ella volvió a desaparecer inmediatamente.

Menos de un minuto después, Vanessa volvió a aparecer con un conjunto blanco y negro. Un minúsculo tanga de encaje blanco. El hilo de perlas negras que llevaba en la espalda desaparecía entre firmes y redondas nalgas.

Zac babeaba al ver cómo ella rodeaba la piscina para mantenerse fuera de su alcance.
 
Zac: Eres una chica muy mala...
 
Vanessa se echó a reír. Se colocó las manos en la espalda, lo que tuvo el seductor efecto de levantarle aún más los senos. Los pezones se irguieron contra el encaje negro, duros como balas.
 
Ness: Y lo mejor de todo es que no lo sabe nadie...
 
Zac: Yo sí.
 
Ness: En ese caso, tal vez tenga que matarte -susurró. Se agachó y metió una mano en el agua-. Sin embargo, antes de que lo haga, creo que te gustará mi aspecto húmedo. Negro brillante...
 
Zac: Ven aquí.
 
Ness: O mi mariposa de loto...
 
La frustración le dio a Zac una sorprendente agilidad. Se echó hacia delante y le agarró un tobillo.
 
Zac: Más tarde -le dijo mientras iba subiendo la mano-.
 
Ness: Pero si acabo de empezar -se quejó-. Y no he hecho esto nunca antes. Dame el gusto...
 
Zac levantó la mirada, más allá de encaje, curvas y piel desnuda. Los ojos tenían un brillo parecido al del agua bajo el sol. Vanessa sabía exactamente lo que le estaba haciendo.
 
Zac: Claro que te lo voy a dar -le prometió. Cada célula de su piel estaba ardiendo-. Al agua. Ahora mismo.
 
Ness: Bueno, si insistes... Sin embargo, primero necesitamos... -dijo mientras agarraba los pantalones de Zac y buscaba en los bolsillos para sacar lo que buscaba-... uno de estos...
 
Con el preservativo entre los dientes, se deslizó dentro del agua junto a Zac, centímetro a centímetro, lentamente, dejando que la textura del encaje arañara el pecho de él. Le enredó las piernas alrededor de la cintura con fuerza, haciendo que saltaran chispas entre ellos.

Fuego y hielo. El agua fría rodeaba la ardiente piel. Zac deslizó la mano por la espalda hasta llegar a las perlas que tenía en el trasero. Entonces, hizo que se diera la vuelta y, gruñendo de placer, le mordió un hombro mientras le bajaba la delicada prenda por los muslos y la dejaba caer a suelo.

Vanessa sabía a playa, a sol y a libertad.
 
Zac: Eres preciosa -susurró mientras le desabrochaba el sujetador y se llenaba las manos con los senos-. Refrescante y preciosa.
 
Vanessa se apoyó contra él y dejó que las piernas flotaran sobre la superficie, delante de ella.

Zac: Tú tampoco estás mal...
 
Fue un momento extraño, en el que se contraponía lo que su cuerpo ansiaba y lo que la mente sentía. Lo que deseaba no era tan solo una intimidad física. Quería más y quería decírselo. Cómo le volvía loco en muchos sentidos. El hecho de que nunca hubiera encontrado a nadie como ella. Afortunadamente, fue ella la que rompió la calma con un fluido movimiento.

Cuando Vanessa se dio la vuelta para mirarlo, Zac vio los mismos sentimientos en los ojos de ella antes de que los borrara con una resplandeciente sonrisa.
 
Ness: Ya basta -rió-. El resto te lo vas a tener que trabajar tú.
 
Se soltó de él y se zambulló bajo el agua, nadando como si fuera una sirena hasta el lado opuesto de la piscina. Entonces, se zambulló más profundamente y permitió que solo las piernas reaparecieran por encima del agua. Pantorrillas perfectas. Pies arqueados. Dedos como los de una bailarina de ballet. Cuando reapareció sobre la superficie del agua, le mostró el paquete del preservativo.
 
Ness: ¡Eh! Se suponía que tenías que venir detrás de mí.
 
Zac: ¿Dónde has aprendido a nadar así?
 
Ness: Di clases de natación sincronizada en el colegio durante un par de años.
 
Zac: ¿Y forma parte de tus logros tocar algún instrumento?
 
Ness: Sí. El piano.
 
Zac asintió. Por supuesto. Ella habría ido a un colegio exclusivo y privado. Habría dado por sentado todas aquellas actividades extracurriculares. Un colegio en el que se impartía la mejor educación para una princesa como ella.

Pensó en el colegio al que él había asistido en uno de los peores barrios de Melbourne. Un edificio en mal estado. Un patio abandonado, en el que los aburridos niños centraban su atención en otras actividades, como la de hacer que la vida de los más pequeños fuera un infierno.

Vanessa lo miró fijamente. La sonrisa se le borró del rostro.
 
Ness: ¿Ocurre algo?
 
Zac sacudió la cabeza y sonrió.
 
Zac: Lo que ocurre es que estás demasiado lejos.

Entonces, se sumergió por debajo del agua para nadar hasta ella.




"Estás demasiado lejos."
Creo que eso lo dice todo XD

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¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Que capitulo tan sensual
Amo la novela
Ellos dos son muy traviesos
La pareja perfecta
Sigue la novela
Me muero por saber que más pasara
Entre ellos

Síguela

Unknown dijo...

Me encanto él capitulo!
Y si "él estas demasiado lejos" lo dijo todo, pobre Zac me dio mucha pena ahí.
Pero a pesar de eso, hay demasiada química entre ellos, me encanta! Va a ser muy difícil cuando Ness se tenga que ir, porque creo yo que Zac se esta enamorando de Ness, y Ness también de Zac, son perfectos!



Sube pronto :)

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