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sábado, 23 de enero de 2016

Capítulo 14


Eso es lo último.

Vanessa se metió las manos en los bolsillos y observó cómo la última caja de recuerdos se cargaba en el camión. Le había costado dos semanas de lágrimas e insomnio ordenar las cosas de su familia y decidir con qué se quedaba y qué tiraba.
 
Ash: ¿Estás bien?
 
Ness: Lo estaré.
 
Entre la reorganización de su casa y la organización del desfile, no había tenido tiempo de lágrimas ni de lamentaciones. Había tomado una decisión y viviría con ella. Al menos, el hecho de estar tan ocupada le había evitado pensar demasiado en Zac, aunque solo a ratos. Las noches eran lo peor. Muchas veces tomaba el teléfono para llamarlo y decirle que había cambiado de opinión. Luego se acordaba que había sido él quien había insistido en que fuera algo temporal. La gran sorpresa había sido que fue Vanessa la que terminó la relación.
 
Ash: Vamos a tomarnos un café antes de que llegue el anticuario.
 
Ness: Buena idea.
 
Entraron en la casa para escuchar el sonido de los martillos y las taladradoras. En el salón principal, se estaba instalando un sistema de vigilancia para cuando ella abriera al público aquella sala. Aún tenía que decidir qué antigüedades vender y cuáles quedarse.
 
Ness: Es la decisión correcta.
 
Ash: Es cierto -murmuró-. Supongo que, después de todo, debo estarle agradecida a ese Zac por hacerte ver lo que yo llevaba dos años tratando de que vieras.
 
Ness: Tal vez hayamos terminado, pero él ha sido lo mejor que me ha pasado nunca.
 
Ashley se detuvo en seco y la miró a los ojos.
 
Ash: Sigues enamorada de él.
 
Ness: Sí. Tardaré en olvidarlo, pero lo superaré con el tiempo.
 
Ash: Te hizo mucho daño.
 
Ness: Porque yo se lo permití, Ash. No fue culpa suya. Él jamás ocultó lo que quería. Ahora, vivo con las consecuencias.
 
Vanessa se detuvo en la entrada del patio que su padre había mandado construir un año antes de morir. El sol entraba a raudales por las dos vidrieras, llenando la estancia de colores. Como el resto era de cristal transparente, la habitación tenía mucha luz natural.
 
Había pasado lo peor. Las cosas solo podían mejorar a partir de aquel momento. Sin embargo, algo bueno había salido de lo malo. Zac la había ayudado a reafirmarse como mujer. Ya no quería pasar desapercibida. Quería brillar.
 
Ness: Me encanta esta habitación -dijo, sonriendo por primera vez en semanas. Entonces, señaló con la cabeza la pila de sillas de cafetería que se amontonaban junto a una docena de pequeñas mesas. Había vitrinas y perchas contra la pared-. Y la voy a convertir en mi sueño.
 
 
Zac contempló el océano. La bruma borraba la línea del horizonte al verse azotada por los fuertes vientos. Era del color de los ojos de Vanessa. Por tercera vez en menos de quince minutos, estuvo a punto de tomar el teléfono. Aquella era la gran noche de Vanessa. Debería llamarla. Decirle que estaba pensando en ella y que le deseaba suerte.

Sin embargo, ella le había dicho que todo había terminado entre ellos. Lo último que quería hacer era reabrir viejas heridas.

Debería haberse marchado a Fiji tal y como era su intención, pero no había podido poner aquel sello de finalidad en su relación. Se sentía atrapado en un agujero que él mismo se había cavado, incapaz de desatar sus temores y compartirlos con alguien a quien le importaba, alguien que podía ayudarlo a superarlos. Alguien que lo amaba.

Recordó la última vez que vio a Vanessa. Ocurría algo en aquella escena... ¿Qué?

¿Acaso creía que se había liberado? ¿Era aquello lo que de verdad quería o se trataba más bien de una barrera que había erigido para mantener alejada a la gente, algo que lo ayudaba a ocultar el profundo anhelo que tenía de conectar con otros? De confiar y pertenecer. De ser aceptado por sus fallos y sus fracasos.

De repente, se dio cuenta de que no solo tenía miedo a los espacios cerrados. Tenía miedo de no ser lo suficientemente bueno. Tenía miedo al rechazo. Se había refugiado en su mundo informático del mismo modo que Vanessa se había refugiado en su casa. Necesitaba salir al mundo real con una mujer de verdad. Vanessa. Si no ponía sobre la mesa sus miedos y temores, jamás experimentaría la libertad que realmente ansiaba. Jamás encontraría el amor que sabía que podía encontrar con Vanessa. Si ella lo aceptaba. Un amor de verdad. Una vida de verdad, no un mundo de fantasía en el que esconderse.

Se levantó de la silla y, tras mirar el reloj, se dirigió al cuarto de baño. Aún tenía tiempo...
 
 
Ness: Buenas noches, damas y caballeros -dijo con una sonrisa-.
 
Esperó a que todos aplaudieran y la aclamaran. La prensa estaba allí bajo petición suya. Todos los que había invitado la estaban mirando. ¿De verdad estaba de pie frente a todas aquellas personas? La mano le tembló un poco al agarrar el micrófono.
 
Ness: Gracias por venir y por apoyar esta buena causa. Como todos saben, he estado hace poco en Fiji y tuve la oportunidad de visitar una escuela local. Me gustaría darle las gracias a un hombre que no solo hace generosas donaciones, sino que dedica su tiempo y sus conocimientos todas las semanas para apoyar a esos niños -dijo mientras buscaba entre los asistentes el rostro del hombre que tanto ansiaba ver allí-. Su nombre es Zac Efron. Su trabajo es la inspiración del desfile de esta noche -añadió sintiendo que se le quebraba la voz-. Espero que todos contribuyan esta noche a esta buena causa.
 
Zac llegó a la puerta justo cuando Vanessa terminaba su presentación. Lo que vio le quitó el aliento. Vanessa iba vestida con un traje de color rojo, con escote palabra de honor, que se ceñía a todas sus curvas. Parecía una mujer segura de sí misma, que habría conseguido que cualquier hombre estuviera orgulloso de tenerla a su lado.

Y acababa de alabarlo a él. Ese hecho lo hizo sentirse humilde y orgulloso a la vez, agradecido de que ella hubiera pasado a formar parte de su vida y la hubiera cambiado para siempre.

Cuando Vanessa se dio la vuelta para marcharse, vio que el vestido tenía un escote muy profundo en la espalda. Los zapatos de tacón de aguja, rojos y brillantes, asomaban por debajo del vestido mientras ella se dirigía a una pantalla, tras la cual desapareció.

Se moría de ganas por hablar con ella, por volver a tocarla. Tenía tanto que decirle... Sin embargo, tendría que esperar. No quería distraerla, por lo que vio un sitio al final de la sala y fue a sentarse en él.

El desfile empezó. Las modelos comenzaron a mostrar una serie de vestidos de novia y de noche. Por fin, el presentador dijo:
 
**: Y ahora, vamos a presentarle una lencería muy sexy y sugerente. Nada demasiado atrevido. La que sí lo es está disponible para que puedan inspeccionarla en nuestro catálogo.
 
Las modelos comenzaron a desfilar con una lencería que Zac reconoció sin duda como diseñada por Vanessa. Sin embargo, no estaba preparado para el gran final. Una morena de largas piernas apareció sobre la pasarela con un conjunto de camisola de gasa blanca sobre un sujetador rosa y braguitas a juego.

Vanessa.

Zac ya no pudo pensar más.

Ella desapareció rápidamente por la cortina. Poco después, volvió a salir ataviada con aquel fabuloso vestido rojo. El presentador le entregó el micrófono.
 
Ness: Muchas gracias, damas y caballeros. Eso ha sido todo. No se olviden de comprar algo antes de marcharse. También tenemos en venta papeletas para una rifa -dijo mientras señalaba a dos modelos que empezaban a circular entre los asistentes-. El premio es un fin de semana en una misteriosa localización.
 
Con eso, Vanessa le devolvió el micrófono al presentador y comenzó a bajar de la pasarela por los escalones.

En aquel momento, Zac se subió de un salto a la pasarela y tomó el micrófono de las manos del sorprendido presentador.
 
Zac: Damas y caballeros, antes de que se marchen...
 
Todos los presentes murmuraron en voz baja y lo miraron con expectación. Sin embargo, él solo tenía ojos para una mujer, que se había detenido en seco en la alfombra y lo observaba completamente atónita.
 
Zac: Buenas noches -prosiguió-. Me llamo Zac Efron. Me gustaría tener la oportunidad de decir unas palabras sobre Vanessa. La conocí hace un mes en el aeropuerto de Tullamarine. Es una mujer capaz y creativa. Ya han visto los diseños que ha realizado. No sé ustedes, pero yo voy a comprar unas cuantas cosas para mi mujer especial, si no la colección entera. Por lo tanto, espero que se den prisa si no quieren quedarse sin nada. Principalmente, es una mujer que se preocupa. Vio una necesidad y la convirtió en una prioridad. Por eso estamos aquí esta noche. Por eso, les ruego a todos que la ayuden y ayuden al mismo tiempo a esos niños a tener un lugar fantástico en el que poder aprender y jugar.
 
Mientras entregaba el micrófono de nuevo al presentador, vio algo rojo que desaparecía por la puerta trasera. La siguió inmediatamente.

Los flashes se dispararon y los periodistas comenzaron a perseguirle.
 
**: ¿Tiene David Efron algo que decir? -le preguntó alguien-.
 
Zac: Sí, pero lo diré más tarde -anunció-. Ahora, os rogaría que desaparecierais. Tengo algo importante que decirle a la señorita Hudgens. En privado.
 
 
Vanessa salió corriendo en dirección a la orilla del río. Su corazón amenazaba con dejar de funcionar por la sorpresa de lo que acababa de vivir y de por muchas más cosas.

No se podía creer que Zac siguiera allí. Se había decidido a asistir al desfile y le había dedicado todos los cumplidos que una mujer podía desear. Delante de todos los presentes, había dicho que ella era «su mujer especial». La había mirado al pronunciar aquellas palabras.

Amaba a Zac, pero había empezado una nueva vida. Una vida que no incluía corazones y sueños rotos que no se hacían realidad ni hombres que no estaban preparados para darlo todo, para compartirlo todo. La mitad no era suficiente.

Apretó los puños. ¿Cómo se había atrevido a presentarse en su evento después de dos semanas de silencio, a sonreírle de aquel modo y hablar de cómo se habían conocido como si no hubiera pasado nada?

Sintió que él se acercaba mucho antes de verlo.
 
Zac: Vanessa.
 
Ness: Hola, Zac.
 
Zac: Esta noche has estado sensacional. Enhorabuena.
 
Ness: Gracias.
 
Zac: Parece que el desfile ha sido un éxito.
 
Ness: Eso espero.
 
Zac: Tengo que confesarte algo, Vanessa. Desde que nos separamos me siento perdido.
 
Ness: Tal vez deberías pensar en cómo has llegado a esa situación y hacer algo al respecto.
 
Un cálido dedo le tocó la nuca. Muy suavemente.
 
Zac: ¿Dónde están tus perlas?
 
Ness: Ya no las necesito para recordar a mi madre. La llevo en mi corazón. He hecho cambios en mi vida, Zac.
 
Zac: Me alegra oírlo. Espero que en esa nueva vida tengas sitio para mí, Vanessa, porque no puedo soportar no estar contigo. Te quiero. Me alegro de que ese Austin no supiera ver la mujer que eres porque ahora eres mía -susurró mientras la rodeaba con sus brazos-.
 
Los ojos de Vanessa se llenaron de lágrimas al escuchar aquellas palabras, pero se tensó al sentir el contacto del cuerpo de Zac.
 
Ness: No voy a consentir que me dejes al margen, Zac.
 
Zac: En ese caso, a ver qué te parece esto. Me llamo Zac Efron. Te quiero y tengo claustrofobia. Me gustaría hablar al respecto si tú deseas escucharme. ¿Querrás hacerlo, Vanessa?
 
El silencio que ella guardó fue el más largo que Zac pudiera haberse imaginado. Entonces, ella asintió lentamente y se giró entre los brazos de Zac. Tenía los ojos del mismo color del océano y llenos de amor y comprensión.
 
Ness: Sabes que sí.
 
Zac: Entonces, ¿qué te parece si nos vamos de aquí?
 
Ness: Supongo que sería mejor que primero les diéramos algo sobre lo que escribir a esos periodistas -dijo mientras señalaba hacia la puerta-.
 
Zac: ¿Te refieres a esto?

Entonces, la besó como ella se merecía.

Cuando Zac la soltó, ella negó con la cabeza.
 
Ness: Me refería a algo de información. Ya nos hemos besado en público.
 
Zac: Es cierto. Bueno, ¿estás preparada para ellos?
 
Vanessa le tomó de la mano y comenzó a caminar en dirección a los periodistas.
 
Ness: Jamás lo he estado más.
 
 
Zac la colocó encima de la cama y los dos se desnudaron en silencio bajo la luz de la luna. Piel contra piel. Nada entre ellos. Susurros, murmullos, deseo, gozo. Hicieron el amor lentamente y cuando saciaron las necesidades físicas, se miraron. Y hablaron.
 
Zac: En realidad, yo me crié solo -comenzó mirando el techo-. Ya te he hablado de mi madre...
 
Ness: Sí, Zac. Lo siento mucho.
 
Zac: Pues aún hay algo peor -susurró incapaz de mirarla-. La escuela a la que yo iba estaba en un barrio muy marginal. Allí, los matones del barrio me esperaban en el parque de camino a casa. Algunas veces me pegaban y, al día siguiente, se reían de ello en el patio del colegio.
 
Ness: ¿Y no se lo dijiste a nadie?
 
Zac: Un día me atreví por fin. Se lo dije a mi profesor. Grave error. Unos días más tarde, me ataron, me pusieron una venda en los ojos y me metieron en un contenedor de basura en la parte trasera de unas tiendas.
 
Ness: Dios mío, Zac...
 
Zac: Estuve allí veinticuatro horas hasta que esos chicos se decidieron a confesar y la policía me encontró. Allí, tuve tiempo para pensar -bromeó-. Descubrí que se me daba muy bien inventar historias sobre cómo escaparía de allí y me cobraría mi venganza...
 
Ness: ¿Y lo hiciste?
 
Por fin la miró y sonrió en la oscuridad.
 
Zac: Sí. Cuando gané mi primer millón por esas historias de venganza y justicia con las que había soñado. Las utilicé en mis juegos.
 
Ness: ¿Qué ocurrió cuando te encontraron?
 
Zac: Mi madre cambió de trabajo, nos mudamos a un piso nuevo en una zona mejor y las cosas mejoraron. Sin embargo, he tenido claustrofobia desde entonces.
 
Ness: ¿No te ha visto un especialista?
 
Zac: No. Ahora sí quiero que me vea. He aprendido algo más en estas últimas dos semanas . -Tomó la mano de Vanessa y se la colocó sobre el corazón-. Mi mayor temor es exponerme a mí y a mi amor por ti y ver que tú ya no lo quieres.
 
Ness: Por supuesto que lo quiero -susurró mientras le cubría el rostro con delicados besos-. Lo quiero todo. Lo que no podía soportar era que no me dejaras entrar. Era como si te hubieras marchado y eso me dolió tan profundamente como cuando mi familia murió. No quería volver a experimentar ese dolor una vez más.
 
Zac: Ya no habrá más dolor. Cuando nos ocurran cosas malas, como inevitablemente ocurre en la vida, nos enfrentaremos juntos a ello. Ahora, te toca a ti explicarme tus planes para el futuro.
 
Ness: Mis planes podrían haber cambiado -comentó-.
 
Zac: Cuéntamelos.
 
Ness: He decidido utilizar parte de la casa para tratar de vender mi lencería. He cerrado algunas de las habitaciones para uso privado y he abierto el resto al público para vender algunas reliquias familiares. La gente puede venir, probar el vino de la bodega, ver ropa y comprar antigüedades.
 
Zac: Pero si vendiste la bodega, cariño...
 
Ness: Sí, pero Ella, la hija de los nuevos dueños, está interesada en mi idea. Va a asociarse conmigo. Si funciona, la puedo poner a ella como gerente y dedicar yo mi tiempo a otras cosas.
 
Zac: Me parece un éxito garantizado.
 
Ness: El único problema es la relación a larga distancia...
 
Zac: No va a haber ninguna relación a larga distancia. Si lo de Ella sale bien, ella se puede hacer cargo del negocio mientras yo vivo en Fiji. Yo puedo trabajar en cualquier parte. Ya lo iremos viendo paso a paso. Lo importante es que lo veamos juntos.
 
De repente, el futuro se hizo muy prometedor, lleno de amor y esperanza.




¡Al final fue todo bien! =D
Quién lo iba a decir... XD

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Me muero del amoooor!!
Ame él final, era hora que se digan la verdad!
Me encanto muuucho este capitulo y esta nove




Sube pronto

Maria jose dijo...

Woow que lindo que fue zac
Esta capitulo fue muy romántico
Síguela la novela o lo que queda de ella
Síguela pronto

Saludos

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