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martes, 12 de enero de 2016

Capítulo 10


Cenaron en el balcón, iluminados por la suave luz de las velas. El pescado estaba delicioso y la compañía resultaba perfecta. Vanessa echó un poco de azúcar en su café mientras pensaba que, muy pronto, los trópicos parecerían ser un lugar muy lejano y remoto.
 
Ness: Te encanta este lugar, ¿verdad?
 
Zac: Me encanta la libertad y el estilo de vida. Puedo dejar las ventanas abiertas, ir y venir como me plazca, dormir cuando quiero o trabajar toda la noche. Aquí nadie me molesta.
 
Ness: ¿Te gusta la soledad?
 
Zac: Por supuesto.

Su rostro se tensó ligeramente y una mirada extraña se reflejó en las profundidades de sus ojos.
 
Ness: ¿No quieres que alguien especial comparta la vida contigo?
 
Zac: Pensé que eso te lo había dejado muy claro -le espetó-.

Se levantó de la silla y se dirigió a la barandilla.

Vanessa permaneció sentada, pero lo siguió con la mirada.
 
Ness: ¿Nunca?
 
Zaqc: Ya hemos hablado de eso...
 
Ella notó el tono de advertencia, pero no pudo dejarlo estar.
 
Ness: Es muy triste -susurró-. ¿Acaso tu vida familiar era tan...?
 
Zac: Ya basta -le dijo mientras se volvía para mirarla-.

Tenía la mirada oscura, impenetrable.
 
Ness: No. Tú sabes cosas de mi vida personal. ¿Por qué te pones tan a la defensiva? ¿Por qué...?
 
Zac: Solo estábamos mi madre y yo, ¿de acuerdo? Cuando se molestaba en regresar a casa.

Pareció quedarse atónito, como si no hubiera tenido la intención de contarle nada.
 
Ness: Vaya... -susurró, sin saber cómo responder-. ¿Estaba trabajando...?
 
Zac: Sí. Trabajaba. Trabajaba muy duro -dijo, casi entre dientes-. Luego se lo gastaba jugando al póquer y Dios sabe en qué más, olvidándose de que tenía un hijo que la estaba esperando en casa.
 
Ness: Eso debió de haber sido muy difícil.
 
Zac se encogió de hombros y entonces suspiró. Vanessa tenía razón. Él se había esforzado mucho por mantener el pasado donde pertenecía, pero sus defensas se estaban derrumbando.

Con Vanessa, se había encontrado compartiendo cosas que jamás le había contado a nadie.
 
Zac: Aprendí a salir adelante. Incluso cuando ella estaba viva, yo ya iba por libre. Supongo que, al menos, podríamos decir que me enseñó a ser independiente.
 
Ness: ¿Estabas viviendo en casa cuando ella murió? -preguntó con la esperanza de que él no dejara de sincerarse-.
 
Zac: Técnicamente, sí, pero más bien era al revés. Era ella la que vivía conmigo. Tuve mucho éxito con mis juegos de ordenadores cuando aún era un adolescente. El dinero dejó de ser el problema.
 
Los ojos de Vanessa se llenaron de tristeza.
 
Ness: Pobrecito... ¿Estuvo enferma durante mucho tiempo?
 
Zac la miró fijamente hasta que se dio cuenta de que ella no lo había comprendido.
 
Zac: Guárdate tu compasión. Ella no estuvo enferma ni un solo día de su vida. Salió del pub un día y se puso delante de un autobús. Estaba demasiado ocupada contando sus ganancias, o más bien sus pérdidas, para prestar atención a la carretera.
 
Ness: Oh, lo siento -susurró muy sorprendida-.
 
Zac: No hay por qué. No puedo decir que la echara de menos porque nunca la veía. Desde que puedo recordar, la rutina de su vida no cambió nunca. Se iba a primera hora de la mañana y regresaba a medianoche.
 
Ness: ¿Incluso cuando eras un niño?
 
Su madre era una cosa, pero los oscuros días de su infancia no iban a formar parte de aquella conversación. Zac apartó la mirada y se centró en la vacía negrura del mar.
 
Zac: Como te he dicho, todo esto me enseñó a cuidar de mí mismo en solitario.
 
Entonces, se dio la vuelta para ver una expresión triste en los ojos de Vanessa. Apretó los puños para no ir a abrazarla. Sabía que ella estaba tratando de reemplazar esa pérdida consigo misma. Ella era una chica de familia buscando una familia, algo que él no podía darle.
 
Zac: No sé cómo ser de otra manera, nena.
 
Ness: Tal vez eso sea porque nunca lo has intentado. -Se puso de pie y se acercó hacia él. Entonces, le colocó una mano sobre el brazo-. Tal vez esa sea la razón por la que has creado ese mundo de fantasía. Para compensar lo que te falta en la vida.
 
Zac: Mi vida está perfectamente, gracias.

No quería admitir que ella no iba muy desencaminada.

Vanessa se inclinó sobre la barandilla para poder mirarlo a los ojos.
 
Ness: ¿Qué ocurrió con... Amber?
 
Zac: ¿Cómo diablos...?
 
Ness: Tenika mencionó su nombre. Acompañada de la palabra «mala». En la misma frase.
 
Zac: Dios, un hombre no puede dejar a solas a dos mujeres juntas ni un minuto...
 
Ness: Zac. Ella se preocupa por ti. Tal vez no quieras escuchar esto, pero voy a decirlo de todos modos para que tengas que hacer algo al respecto. Yo también.

Vanessa tenía los ojos muy abiertos, la voz fuerte y la determinación reflejada en el rostro, pero, al mismo tiempo, parecía dispuesta a escuchar. Algo cálido y poco familiar se deslizó dentro del corazón de Zac. Vanessa se merecía algo a cambio.
 
Zac: ¿Te acuerdas aquella primera mañana cuando te acusé de espiarme en mi jardín? Puedes echarle la culpa a Amber de esa paranoia. Esa mujer tenía belleza y cerebro. Suficiente inteligencia como para robarme mi trabajo y suficiente audacia para hacerlo pasar como suyo.
 
Ness: ¡Zac, eso es terrible!
 
Zac: La llevé hasta los tribunales.
 
Ness: ¿Cómo la conociste?
 
Zac: En una conferencia en los Estados Unidos. Ella era una programadora de ordenadores de Sydney.
 
Ness: ¿Erais amantes?
 
Zac: ¿Qué crees tú?
 
Ness: Lo he preguntado porque no me puedo imaginar a nadie haciéndole algo así a una persona por la que siente algo.
 
Zac: Pues eso es precisamente. En realidad, no creo que sintiera nada por mí. Lo único que le importaba eran los juegos y cómo podía utilizarme. Entonces, fue cuando decidí adoptar otro nombre y escribir mi trilogía de Utopía. Zac Efron ya no existe en el mundo de los juegos online -concluyó-.

Entonces, se sacó el móvil y llamó a Recepción.
 
Ness: ¿Qué estás haciendo?
 
Zac: Organizándolo todo para que te traigan aquí el equipaje y dejen libre tu suite.
 
Ness: Pero...
 
Zac: Esta noche te vas a quedar aquí conmigo.
 

Instantes más tarde, ya en el dormitorio, los dedos de Zac volaron para quitarle el pareo, algo que llevaba toda la tarde deseando hacer. Sin embargo, cuando la miró a los ojos, aquella necesidad se vio reemplazada por otra que no era menos urgente. La necesidad no solo de reclamar, sino también de poseer.

La pasión se acrecentó a medida que la velocidad aminoraba. El tiempo para absorber la suave caricia de la piel sedosa contra las manos, la calidez del aliento de ella mezclándose con el suyo, las rotundas curvas que se fundían contra él como la miel calentada por el sol. No hacía más que decirse que tan solo era una mujer, pero las sensaciones lo atravesaban como si fuera mercurio deslizándose sobre una piedra pulida.

La suave luz de las velas en el exterior de la ventana la cubría de unas sombras tan misteriosas y atractivas que, por un momento, Zac deseó olvidarse por qué jamás había tenido una mujer en aquella habitación desde Amber.

Aquellos ojos tan dulces como la miel lo llegaban muy dentro y tocaban lugares secretos de su corazón a los que no había llegado ninguna mujer.
 
Zac: Vanessa...
 
Su murmullo fue bajo y sentido mientras le acariciaba los senos y las caderas. No era para siempre, pero, aquella noche, aquella última noche, aceptaría todo lo que ella le ofreciera.
 
 
Vanessa no quería que Zac la llevara al aeropuerto. Ya le resultaba suficientemente duro despedirse de aquella isla mágica, por lo que despedirse de Zac era prácticamente imposible.

Por lo tanto, se levantó de su cama antes del alba, se vistió rápidamente y llamó a un taxi para que fuera a buscarla a la zona de la recepción del hotel. Decidió que le enviaría un correo o un mensaje de texto para que él supiera que había llegado sana y salva. Y ahí terminaría todo.

Unas horas más tarde, en la sala de espera del aeropuerto de Tullamarine, diez minutos antes de que tuviera que embarcar para su vuelo a Adelaida, marcó el número de Ashley en su teléfono móvil.
 
Ness: Hola, Ash. Ya he vuelto. Bueno, al menos ya estoy en Melbourne...
 
Ash: ¡Vaya! Ya iba siendo hora -replicó su mejor amiga-. Como me dijiste que no te llamara, no lo he hecho...
 
Ness: Y te lo agradezco.
 
Ash: Sabía que necesitabas tiempo para pensar en todo lo ocurrido, pero pensé mucho en ti mientras yo me congelaba en las semanas más frías de este invierno. Por favor, dime que tuviste una aventura romántica salvaje con un tío bueno y que te has olvidado por completo de ese idiota que no te merecía.
 
Ness: Ajá...
 
Ash: ¿Qué? ¿Qué? -preguntó asombrada tras una pausa de pocos segundos-. Cuéntamelo ahora mismo. Todo. ¿Cómo se llama? ¿A qué se dedica?
 
Ash: Se llama Zac Efron. -Solo decir su nombre le aceleraba los latidos del corazón-. Diseña juegos de ordenador, como por ejemplo uno que se llama El Crepúsculo de Utopía. Es maravilloso y...
 
Ash: ¿Y? ¿De dónde es? ¿Vas a volver a verlo?
 
Ness: Él... -susurró. De repente, sintió una presión en el pecho y la visión se le puso borrosa de una manera muy sospechosa-. No. No voy a volver a verlo. Ha sido una aventura, Ash. Una aventura salvaje y romántica.
 
Ash: Sí, pero...
 
Ness: Ha terminado. ¿No es eso lo que me dijiste que hiciera? Pues he seguido tu consejo. Llegaré a casa esta noche si quieres pasarte a tomar algo. Tengo una idea para un desfile de modas con el que quiero recaudar fondos para una escuela en Fiji que fui a visitar.

No quería admitir que le vendría muy bien la compañía.
 
Ash: Me encantaría, Ness, pero sigo aún en ese seminario de moda para novias. Volveré pronto. Ya te diré cuándo. Mientras tanto, mándame por correo electrónico algunos de los detalles de ese desfile. Me encantaría participar.
 
Ness: Está bien...
 
Justo cuando Vanessa cortaba la llamada, una mujer se levantó de un asiento cercano y se acercó a ella con una sonrisa. Vanessa la reconoció inmediatamente. Se trataba de una periodista de Adelaida. Genial. Justamente lo que no necesitaba.
 
**: Señorita Hudgens, bienvenida... Lamento su reciente ruptura con el señor Butler. ¿Qué...?
 
Ness: Nuestras vidas tomaron direcciones opuestas. Esto es todo lo que tengo que decir al respecto.
 
**: ¿Le ha gustado Fiji?
 
Ness: Mucho, gracias.
 
**: ¿Qué planes tiene ahora?
 
Ness: En realidad, no tengo... Espere. -Tal vez podría utilizar a la prensa por una vez en beneficio propio-. Tengo la intención de organizar muy pronto un evento benéfico para recaudar dinero para una escuela en Fiji. Daré los detalles a la prensa muy pronto.
 
**: ¿Alguna razón en particular para...?
 
Ness: Eso es todo por el momento. -Entonces, se levantó y echó a andar-. Tengo que embarcar.
 
 
Zac frunció el ceño mientras jugaba con una libélula de papel que tenía sobre su escritorio. Vanessa se había marchado sin decirle nada. Sin poder evitarlo, mandó la libélula volando al otro lado de su despacho.

¿Qué tenía de malo aquello? Después de todo, ¿no había hecho él lo mismo en muchas ocasiones?

Se dijo que había disfrutado de la compañía de una preciosa mujer y que, después de dos semanas de descanso, tenía que volver a trabajar. Encendió el ordenador y esperó impaciente a que el programa se cargara. Sin embargo, al ver a Reena, no pudo evitar volver a pensar en Vanessa...

Se puso de pie y se mesó el cabello con las manos. Solo podía pensar en Vanessa. La recordaba tumbada en su cama la noche anterior, cuando el sentido común parecía haber dado un paso atrás y él le había contado cosas que no le había contado a nadie.

De nuevo, se dijo que tenía que trabajar. Tenía que escribir un programa e iba a hacerlo a cualquier precio.

Al final, su determinación ganó y estuvo trabajando durante el resto del día y gran parte de la noche. Tan solo durmió dos horas antes de ponerse de nuevo.

Al día siguiente por la tarde, salió a nadar un rato y luego se sentó en una hamaca para ponerse al día con el mundo real por medio del periódico local.

En la página tres, vio una foto de sí mismo junto a un gran titular que podría haberse sacado de uno de sus juegos. David Efron: El mundo secreto de Zac Efron. Además, se incluía una foto de Vanessa y él a bordo de un yate y se especulaba con su posible relación.

No se molestó en leerlo. La traición lo apuñaló por la espalda, dejando que su mancha negra se extendiera y se apoderara de él. Se incorporó y agarró el teléfono móvil.
 
 
Cuando su teléfono empezó a sonar y Vanessa vio el número de Zac, el corazón le dio un vuelco. ¿Cuántas veces en las últimas veinticuatro horas había empezado a marcar su número antes de recordar que Zac no habría querido que ella tratara de conseguir que su relación fuera algo más de lo que habían compartido?

Apretó el botón con una mezcla de excitación y aprensión.
 
Ness: Hola, Zac. ¿Has recibido mi mensaje de tex...?
 
Zac: ¿Por qué, Vanessa? -le espetó con voz tensa y distante-.
 
Ness: Lo siento. -Las manos no paraban de temblarle-. Pensaba que era el mejor modo, dadas las circuns...
 
Zac: ¿Ha sido por dinero? ¿Acaso tu herencia no ha sido lo que esperabas?
 
Ness: ¿De qué estás hablando?
 
Zac: Del periodista de la playa. Le hablaste de mí. De David Efron.
 
Ness: ¡No! ¡Eso no es cierto! ¿Qué es lo que ha pasado?
 
Zac: Hay un artículo en el periódico. Interesante coincidencia, ¿no te parece? Aparece justamente el día después de que te largues a Australia.
 
Ness: No, Zac, por favor... Tienes que creerme. Yo jamás te haría algo así. Te lo juro por la memoria de mis padres que no he sido yo.
 
Se produjo una larga y tensa pausa.
 
Zac: Entonces, ¿cómo diablos se han enterado?
 
Ness: No lo sé.
 
A menos que aquella periodista de Tullamarine. ¿Habría estado escuchando la conversación que ella había tenido con Ashley? Vanessa trató de recordar lo que había dicho. Entonces, deseó que el suelo se abriera bajo sus pies.
 
Ness: No...
 
Zac: Cuéntamelo todo.
 
Trató de explicárselo todo, pero lo hizo atropelladamente. Se había referido a Zac por su nombre de pila, pero había mencionado El Crepúsculo de Utopía. Un par de clics de ratón y esa mujer lo habría averiguado todo.
 
Zac: Todavía no sabes cómo tratar con los paparazzi, ¿verdad? Nunca debes decir nada en público que no quieras que se sepa.
 
Ness: Zac... No sé qué...
 
Zac: Dime tu dirección y te enviaré un coche mañana a las cinco de la tarde. Él se asegurará de que no te siguen. Te reunirás conmigo en Montefiore Hill a las seis.
 
Aquella zona era uno de los lugares favoritos de los novios y los amantes.

No en aquella ocasión.




Ay, con lo bien que iba todo y ahora se acabado v.v

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¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Ay pobre Zac, que dura ha sido su infancia, me dio mucha pena. Y tengo que decir que Zac esta sintiendo cosas por Ness y eso me encanta!!
Espero que las cosas se solucionen entre ellos.
Me ha encantado este capitulo!



Sube pronto

Maria jose dijo...

ese reencuentro sera muy apasionado
solo espero que las cosas entre ellos se solucionen
sigue la novela que se pone muy interesante
me gusto el capitulo pero el siguiente
se que me gustara mas


siguela
saludos

Anónimo dijo...

Cada capítulo me encanta más, gracias por compartir la novela,siguela pronto, saludos

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