topbella

lunes, 18 de enero de 2016

Capítulo 13


Vanessa pasó a duras penas el día, pero la noche fue un maratón de resistencia. No hacía más que dar vueltas, lamentando su comportamiento. Zac había tratado de ayudarla y ella había reaccionado de un modo grosero, cruel y arrogante. Lo había acusado de no comprenderla por su propia historia personal. Había pronunciado unas palabras que ya no podía borrar.

A través de la ventana, observó cómo el cielo oscuro de la noche se teñía de tonos rosados. Zac había sido sincero. Sus palabras habían tenido como motivación el bienestar de ella. Durante un par de semanas, él le había hecho olvidar todo aquello, pero regresar a casa había sido como dar un paso atrás.

Él tenía razón. Vivir en aquella casa rodeada de recuerdos del pasado no era manera de vivir. Sabía que su familia serían los primeros en decirle que siguiera adelante con su vida.

Su teléfono móvil comenzó a vibrar sobre la mesilla de noche. Se sintió algo desilusionada al ver que se trataba de Ashley.
 
Ash: Iré a verte esta tarde sobre las cinco -le dijo su amiga-. Tengo unas muestras para el desfile y quiero que les eches un vistazo.
 
Ness: Bueno, Zac iba a venir esta noche a cenar...
 
Ash: ¿Y eso? Pensaba que lo vuestro había terminado.
 
Vanessa cerró los ojos.
 
Ness: Ash, ¿tienes unos minutos? Necesito hablar...
 
Después de la llamada de teléfono, Vanessa se ocupó de preparar la cena. Ostras, un guisado de cordero y patatas y una crema dulce de jerez. Una cena simple que le daría tiempo para disfrutar de la compañía de Zac y, con suerte, disipar la mala sensación con la que se habían separado.

Puso la mesa en la bodega con su mejor cubertería y su mejor vajilla. Entonces, eligió los vinos para cada plato y fue a prepararse.

Desgraciadamente, Ashley llegó tan solo diez minutos antes de que llegara Zac. Vanessa consultó el reloj.
 
Ness: ¿Podemos subirlos a mi dormitorio? -sugirió-.

No quería que él la viera rodeada de vestidos de novia.
 
Ash: Te has olvidado ya de Austin, ¿verdad? -le preguntó unos minutos más tarde, mientras observaba cómo Vanessa colocaba un vestido sobre la cama-.
 
Ness: Te aseguro que no me he olvidado más de nadie en toda mi vida.
 
Ash: Bien. A pesar de todo, espero que esto no te disguste. ¿Qué te parece este como final de desfile? -le preguntó mientras le mostraba un vestido hecho a mano. Tenía el corpiño cubierto de perlas, que parpadeaban como estrellas en la noche-. Te sentaría estupendamente.
 
Ness: Es muy bonito, pero yo no soy modelo. Además, estaré muy ocupada asegurándome de que todo va bien y de que la gente está comprando.
 
Ash: Me parece bien. Jamás te pediría que hicieras algo con lo que no estás cómoda, pero pensé que podría ayudar a exorcizar un par de demonios.
 
Ness: Ya se han exorcizado. Me siento mejor de lo que he estado en los dos últimos años.
 
Ash: Eso ya lo veo -afirmó-, pero ten cuidado con ese Zac, Ness. No quiero ver que te hacen daño de nuevo.
 
Vanessa apartó la mirada.
 
Ness: Lo sé. Tendré cuidado. Es que... a veces pienso que tal vez si él supiera...
 
Ash: ¿Supiera qué?
 
«Que le quiero y que no me puedo imaginar la vida sin él».
 
Ness: No importa -replicó sacudiendo la cabeza-. ¿Qué hay en esta caja?
 
Levantó la tapa y sacó un vestido de tul con una tiara para el velo a juego.
 
Ash: Por lo que me has dicho, es un hombre perfecto para una aventura, pero nada más...
 
Vanessa no iba a discutir, y mucho menos cuando estaba tan cerca de dejar al descubierto sus sentimientos.
 
Ness: Tienes razón. Como siempre. Este es precioso -comentó-. ¿Me lo puedo probar?
 
No esperó a que Ashley respondiera. Se colocó la tiara sobre la cabeza y dejó que el tul le cayera suavemente por el rostro. Una máscara tras la que ocultar las lágrimas que le llenaban los ojos.

Ashley la ayudó a ajustarse la tiara. Entonces, se giró y vio su reflejo en el cristal de la ventana, oscurecido por la noche. Durante un instante, se atrevió a soñar lo imposible.
 
 
Zac llegó con unos minutos de anticipación. Había visto un coche al llegar a la casa, por lo que había apagado las luces y se había detenido. Una rubia alta había descendido del vehículo con un montón de cosas en las manos. Después de abrazarse, las dos mujeres habían entrado en la casa. Supuso que se trataría de Ashley.

Mientras acercaba el coche hacia la casa, vio que se iluminaba una ventana de las del segundo piso. Aparcó detrás del todoterreno de la rubia y, en ese momento, vio que Vanessa aparecía en la ventana. Llevaba algo blanco sobre su oscuro cabello. Evidentemente, quería mirarse en el cristal. Aquella era precisamente la razón por lo que Vanessa y él no funcionarían a largo plazo.

Sin embargo, sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Si permanecía sentado allí más tiempo, podría ver más de lo que debía y quería ver. Vanessa estaba esperándolo. ¿Qué pensaría si se asomaba más a la ventana y lo descubría sentado en el coche observándola como si fuera un mirón?

Tomó el ramo de narcisos y se dirigió hacia la puerta principal. Entonces, hizo sonar el timbre.

Un instante más tarde, la puerta se abrió y la rubia le sonrió.
 
Ash: Hola. Tú debes de ser Zac. Mi nombre es Ashley.
 
Zac: Hola.
 
Ash: Pasa. Vanessa bajará dentro de un momento. Bonitas flores. A ella le encantarán.
 
Zac: Creo que he venido en mal momento.
 
Ash: En absoluto. Soy yo la que estorba. Solo he venido a dejarle unas cosas para el desfile.
 
Zac: Me han dicho que eres una diseñadora de éxito.
 
Ash: Eso me gusta pensar.
 
Zac: ¿Qué te parecen los diseños de Vanessa?
 
Ash: ¿Te los ha enseñado? -Entonces, se echó a reír-. Claro que te los ha enseñado. A mí me encantan. Espero que nos deje utilizar algunas de sus creaciones para el desfile.
 
Zac: Bien. Yo creo que podría tener éxito con ellos si se decidiera a ir en serio.
 
Ash: Estoy totalmente de acuerdo. En ese caso, tendremos que unir fuerzas y convencerla para que lo haga -comentó. Entonces, miró por encima del hombro-. Aquí viene ella.
 
Vanessa descendió las escaleras vestida con un esponjoso jersey del color de la mantequilla fundida y unos leggings negros que moldeaban perfectamente sus piernas.
 
Ash: Bueno, me alegro de haberte conocido, Zac.
 
Entonces, se marchó sin que Zac se percatara de ello. Estaba demasiado ocupado admirando a Vanessa. Cuando ella llegó a su lado, le entregó las flores y luego se inclinó sobre ella para darle un beso en los labios.
 
Ness: Son preciosas, gracias. Voy a por un poco de agua. Ven.
 
El cálido y delicioso aroma de cordero y hierbas los recibió en el pasillo cuando los dos se dirigieron a la cocina. Una vez allí, Vanessa colocó las flores en un jarrón.
 
Ness: Ahora, vamos por aquí. Todo está preparado.
 
Lo condujo por un estrecho tramo de escaleras que salía de la cocina. El pulso de Zac se aceleró a medida que la escalera se hacía más angosta, como si las paredes se inclinaran hacia él. Sabía muy bien que aquella sensación solo era producto de su imaginación.
 
Ness: La bodega es uno de mis lugares favoritos -comentó cuando llegaron-. Es íntimo sin resultar agobiante.
 
Zac no pensaba lo mismo.
 
Zac: ¿Te importa dejar la puerta abierta? -le pidió-. Tengo un poco de calor.
 
Ness: Por supuesto, pero aquí siempre la temperatura es constante. Estoy segura de que te sentirás bien. -Colocó los narcisos en el centro de la mesa y miró encantada el efecto que hacían-. Perfecto -dijo con una sonrisa-.

Ella sonrió y las luces de la araña de cristal se le reflejaron en los ojos, dándoles la apariencia de estrellas.

Zac sonrió.
 
Zac: ¿Y cómo no lo iba a estar? Te has tomado todas estas molestias por mí.
 
Ness: Nada es demasiada molestia por ti.
 
«Cuidado, Zac».
 
Zac: Esto es genial -comentó mirando a su alrededor-. ¿Dónde está el vino? ¿No debería haber vino en una bodega?
 
Ness: Por aquí -le indicó señalando un arco cubierto por una reja de hierro forjado-. Te lo enseñaré más tarde. Ahora, siéntate -añadió. Sacó un plato de ostras al natural con una botella de vino de una cámara cercana-. ¿Vino?
 
Zac: Permíteme...
 
Ness: No. Yo soy la anfitriona y sé servir el vino perfectamente. Empezaremos con un Chardonnay. Este es uno de nuestros mejores vinos -le informó. Tras servir las copas, se sentó y tomó la suya-. Espero que te guste. Va muy bien con el marisco.
 
Zac: Por el buen vino -brindó mientras golpeaba su copa suavemente con la de Vanessa-. Muy bueno. Ahora, me gustaría que me hablaras de todo esto. De la bodega, de tu familia...
 
Ness: Los antepasados de mi madre fueron unos de los primeros colonos alemanes en el siglo XIX. El tatarabuelo de mi abuelo emigró de Francia durante la fiebre del oro, hizo una fortuna y luego se vino a Barossa para cultivar la uva. Los Hudgens siempre han vivido aquí. Y yo los he vendido...
 
Zac: Eso no es cierto -dijo mientras le acariciaba una mano con el pulgar de la suya-. Tienes una herencia de la que estar orgullosa, sea quien sea el propietario actual de la bodega.
 
La mirada de Vanessa se nubló y él supo en lo que ella estaba pensando. En su falta de herencia, de antepasados ilustres. Eran como la princesa y el vagabundo. Retiró inmediatamente la mano.
 
Ness: Zac, sobre ayer...
 
Zac: No hay necesidad.
 
Ness: Yo creo que sí. Yo...
 
De repente, todo quedó a oscuras. Una oscuridad completa. Total. Zac cerró los ojos para no verla mientras su mente parecía entrar en el modo de supervivencia. «Respira, respira, respira». Se concentraba solo en pensar en aquella palabra y, sin éxito, trataba de imaginarse un lago.
 
Ness: Ese maldito fusible debe de haberse fundido otra vez -oyó que decía a través del espeso aire que lo atenazaba-.
 
Ni siquiera intentó hablar. Si lo hacía, parecería un idiota. Notó que ella se acercaba a su lado y le tocaba el brazo.
 
Ness: No te muevas. Volveré en un instante.
 
Aquella era la peor pesadilla de Zac. Ella iba a dejarlo allí, solo, en la oscuridad. «Miedica, miedica, que tiene miedo a la oscuridad». Antiguas súplicas. Antiguas burlas. Rostros que se acercaban al de él, cada vez más cerca hasta que no podía respirar. Sujetaban su mochila muy alto, como un trofeo, demasiado alta para que un niño pequeño pudiera alcanzarla. Agitando un trapo delante de sus ojos. «Enseñémosle una lección que no olvide nunca».
 
Zac: ¡Para! -exclamó. Entonces, comprendió que había dicho aquella palabra en voz alta cuando sintió que ella se sobresaltaba-. Te vas a tropezar. Voy contigo -dijo, a duras penas-.
 
Ness: Estoy bien -replicó alegremente-. Conozco el camino al dedillo. Tú no.
 
Zac: Insisto.

Se puso de pie dejando caer la silla al suelo. Al intentar esquivarla, se tropezó con ella.
 
Ness: ¡Cuidado! Creo que debería ser yo quien te ayudara a ti.
 
Sintió la mano de Vanessa y se aferró a ella como si le fuera en ello la vida.
 
Zac: Estoy bien...
 
Ness: No. No lo estás. Estás temblando... -dijo con voz preocupada. De repente, lo comprendió todo-. Vamos -añadió suavemente. Entonces, lo condujo escaleras arriba-. Quince escalones. Cuéntalos.
 
Cuando llegaron a la cocina, pudo distinguir por fin las formas por la luz que entraba por la ventana. Entonces, Vanessa accionó un interruptor. La luz inundó la cocina. Zac se soltó inmediatamente de ella.
 
Ness: ¿Qué te ha pasado ahí abajo, Zac? -le preguntó con voz suave-.
 
Zac: ¿De qué estás hablando? Voy un momento fuera. Se me ha olvidado una cosa en el coche.
 
Ness: Zac -dijo impidiendo que siguiera andando-. ¿Tienes miedo a los espacios cerrados?
 
Zac: No seas ridícula.
 
Ness: No estoy siendo ridícula. Típico de un hombre. Su peor miedo es admitir que tiene miedo a algo. El miedo no es una debilidad, Zac. Quiero ayudarte.
 
Zac: Si quieres ayudarme, puedes hacerlo terminando esta conversación.
 
Ness: Quiero ayudarte, Zac. Incluso el tipo más duro necesita apoyo de vez en cuando. El truco es reconocerlo y aceptarlo.
 
Zac trató de superar la situación echando mano de uno de sus fuertes. Bajó el tono de su voz hasta convertirla en un seductor murmullo.
 
Zac: El apoyo no es precisamente lo que necesito de ti, nena.
 
Ness: Es decir, te basto para tener sexo conmigo, pero no para apoyarte sobre mí y confiarme lo que te pasa, para ser alguien que importe.
 
Zac: Maldita sea, Vanessa. No se trata de...
 
Ness: Cuando se ama a una persona, se quiere ayudar a esa persona de todas las maneras posibles. ¿Por qué no lo ves?
 
Aquella palabra los dejó a los dos en silencio. Amor. Una palabra manida, demasiado utilizada. Sin embargo, sonaba tan bien, tan perfecta en los labios de Vanessa...

Zac decidió que no lo necesitaba. Estaba contento con su vida. Ninguna mujer querría a un hombre que se desmoronara cada vez que había un fallo eléctrico.
 
Zac: Ya sabes que yo viajo solo, Vanessa. Eso te lo dije desde el principio.
 
Ness: Entonces, ahora soy una amenaza para ti y para tu valiosa independencia.
 
Zac: Lo único que te ofrecí fue un romance de vacaciones y tú accediste a ello. Siempre he sido sincero contigo.
 
Ness: Sincero... ¿Es eso lo que estás siendo? -le preguntó llena de ira y frustración-. Mira, el problema que tú tienes es algo muy común y, a pesar de todo, tú lo niegas...
 
Zac: No necesito que tú intentes psicoanalizarme.
 
Ness: ¿Es eso lo que crees? Te aseguro que es mucho más que eso, pero tú no estás dispuesto a compartir nada. Lo siento por ti.
 
Vanessa suspiró. Aquel sonido le llegó a Zac al corazón.
 
Zac: No quería...
 
Ness: Márchate. No quiero oírlo. Me han dejado fuera en muchas ocasiones. Me niego a que me vuelva a pasar. La gente a la que quiero siempre se marcha. ¿Por qué ibas tú a ser diferente?

Zac: Vanessa... -susurró-.

¿Por qué no podía encontrar las palabras que necesitaba pronunciar?
 
Ness: Después de todo, tal y como tú has dicho muy claramente, lo nuestro nunca iba a ser nada más que un romance de vacaciones.
 
Tal y como lo dijo, como si fuera lo más casual del mundo, cuando, en lo más profundo de su ser, él sabía que no era así, le hizo querer confesar algo. ¿Qué? «Yo también te quiero. Tal vez lo nuestro empezó como una aventura de vacaciones, pero ahora es mucho más que eso. No obstante, nunca podrá funcionar...».
 
Ness: Vete.
 
Zac: Está bien. Cálmate. Mañana...
 
Ella levantó una mano.
 
Ness: No regreses, Zac. No quiero que vuelvas. Se ha terminado.
 
Zac tardó un instante en procesar lo que ella había querido decir. Entonces, el pánico se apoderó de él. Trató de encontrar una razón que le hiciera cambiar de opinión.
 
Zac: Necesitarás ayuda con el desfile...
 
Ness: ¿Ayuda? -repitió con una sonora carcajada-. No creo que tú seas el más adecuado para hablar de ayuda. Decidí organizar el desfile porque quería darle algo a Kat y a los niños. Jamás tuve intención alguna de que tú formaras parte. Tú te invitaste. Bueno, pues yo te retiro la invitación. No necesito ayuda del mismo modo que tú no necesitas la mía. Estamos iguales.
 
Zac: Si eso es lo que quieres...
 
Ness: Sí.
 
Vanessa lo miró fijamente. No lloraba, pero lloraría muy pronto.

Zac se frotó el pecho, justo por encima del corazón, y sonrió.
 
Zac: Adiós, Vanessa. Ha sido muy divertido. Si regresas alguna vez a Fiji, búscame. Eso es si alguna vez puedes conseguir salir de este mausoleo.




Qué despedida más triste... v.v

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Se me ha partido él corazón en mil! Que despedida mas triste. Pobre Zanessa :(
Ha sido tremendo capítulo. Estuve a punto de llorar.



Han visto que se han reencontrado los de HSM pero él único que falto fue Zac? :(


Sube pronto

Maria jose dijo...

Oh espero que se reconcilien
Están tan unidos y lindos
Esta fue una despedida muy triste
Sigue la novela por favor
Ya quiero seguir leyendo


Lo único que no entiendo es
Si zac y vanessa(los de la vida real) terminaron
Por la "dstancia" y terminaron en "buenos términos"
Por qué ellos no pueden estar en una misma habitación?
Ósea no entiendo por qué no se pueden ver!!!!
Algo guardan
El reencuentro de HSM y sin zac ahí 😢

Publicar un comentario

Perfil