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jueves, 16 de abril de 2015

Capítulo 1


«Maldita mujer».

La paciencia de Zachary Efron se agotó a las cinco y cincuenta y dos de la tarde. Ya había descartado la idea de salir a pescar, el horizonte amenazaba con un batallón de nubes tormentosas y, además, hacía tanto calor y era tal la humedad, que aquello parecía una sauna más que una casita en un bosque de Texas.

Apoyado contra la barandilla del porche, dio un último sorbo de cerveza fría, se secó el sudor de la frente y frunció el ceño al ver el movimiento de un arbusto tras el que se estaba ocultando la mujer.

No sabía quién podía ser la espía. Ni por qué llevaba tres horas vigilándolo con unos prismáticos. Puede que Prescott hubiera enviado a alguien, a pesar de que había jurado no molestarlo si aceptaba la misión del Cairo.

Claro que muy tranquilo no lo había dejado. De hecho, los dos primeros días de vacaciones, ya lo había llamado cuatro veces... hasta que Zac, por fin, había descolgado el teléfono.

Lo cual podría explicar la presencia de aquella intrusa, pensó disgustado.

Al mirar por sus propios prismáticos, Zac vio que se trataba de una mujer morena, esbelta, tirando a alta, llevaba botas, pantalones caqui y, sin duda, carecía de experiencia como espía.

No aguantaría mucho allí. Entre el calor, la humedad y la tormenta que se avecinaba, tendría que marcharse en menos de una hora... o los mosquitos se la zamparían de cena.

Le daba igual. El aún tenia once maravillosos días libres. Había vuelto a su ciudad natal, Wolf River, para asistir a la boda de su amigo Will Hemsworth y eso era lo único que pretendía hacer, aparte de pescar, beber cerveza y pensar en las musarañas.

Un ligero movimiento detrás de los arbustos llamó su atención. Puede que Prescott necesitara algo de verdad y que hubiera enviado a esa mujer como mediadora...


Vanessa Hudgens oyó el primer trueno y supo que estaba en apuros. No bastaba con que hiciera un calor húmedo derretidor, sino que ahora, para colmo, tenía que empezar a llover. Y a juzgar por el tamaño de las nubes que cubrían el cielo azul, iba a ser todo un chaparrón.

Genial, pensó mientras bajaba los prismáticos y se secaba el sudor de la cara. Desde luego, eso de ser detective privado no tenía mucho glamour.

Aunque tampoco era ella la reina de la moda. En tal caso, no estaría tirada tras un arbusto con pantalones caqui de camuflaje. Los diamantes y la ropa cara eran para los ricachones de Filadelfia, no para una chica de una ciudad pequeña, como Blomfleld County; se dijo Vanessa mientras se llevaba los prismáticos a los ojos de nuevo.

¿Dónde se había metido el señor Zachary Efron?

Enfocó a un lado y a otro del  porche que llevaba vigilando casi toda la tarde... Habría entrado por otra cerveza, decidió Vanessa. Sin duda, hacía calor parar estar bebiendo y, aunque a ella no le gustara, en esos momentos agradecería cualquier casa refrescante. Miró hacia el lago, se imaginó lanzándose al agua, suspiró y se concentró en su misión.

Al menos, aunque las condiciones de trabajo no fueran las mejores, el sujeto merecía la pena. Zachary Efron era un hombre rompedor, alto, de denso pelo castaño y potente mentón; tenía una cara mezcla de obrero de la construcción y guapetón de revistas del corazón, piernas larga y musculadas, y sus brazos y ancho pecho podían paralizar el corazón de muchas mujeres. No podía decir de qué color eran sus ojos, pero apostaba a que eran azul claro.

Aunque no tenía intención de acercarse tanto como para comprobarlo. Por el momento, solo necesitaba hacerle unas fotos, vigilarlo un par de días y luego informar a Margaret.

Y teniendo en cuenta lo amigable y dicharachera que era la gente de Wolf River habría mucho de que informar.

Tracy Simpson, una morena delgaducha que trabajaba de cajera en un mercado de la ciudad, no había parado de hablar al mencionar Vanessa el nombre de Zachary Efron.

Tracy: ¿Conoces a Zac? -había preguntado la cajera con sorpresa-.

Ness: Es amigo de un amigo -había respondido encogiéndose de hombros-. Me pidió que lo saludara de su parte si pasaba por aquí.

Tracy: Debe de ser tu día de suerte. Zac ha estado fuera catorce años, pero volvió hace justo tres días. ¡Menuda coincidencia! ¿No?

Ness: Increíble -aunque, en realidad, llevaba siguiendo a Zac desde Washington-. ¿A qué ha venido, a ver a sus padres?

Tracy: Zac no tiene padres, a parte de Esther Matthews. Fue su madre adoptiva unos meses, pero murió hace un par de años. Está aquí para la boda de Will Hemsworth y Miley Cyrus, la semana que viene.

Ness: ¿Will Hemsworth? -había repetido interesada-. ¿El tres veces Campeón Nacional de Motociclismo?

Tracy: En carne y hueso. Quién iba a decir que una celebridad como Will Hemsworth viviera en Wolf River, ¿verdad?

Y tanto, pensó Vanessa mientras pagaba una novela policíaca, una tableta de chocolate y una botella de agua. Había sido seguidora de Will desde que su  hermano Andrew la había llevado a una carrera de motos por primera vez, a los diecisiete años. A más de una mujer se le había roto el corazón al anunciar Will su retirada.

Tracy: Will y Mike Hannigan fueron lo más parecido a una familia para Zac. Al pobre lo abandonaron nada más nacer... -había proseguido-. De pequeños siempre estaban juntos... ¿Quieres unos melocotones? Están de oferta: dos bolsas por ciento cincuenta pesetas.

Ness: Si, me llevo cuatro -cualquier cosa con  tal de que la mujer siguiera hablando de Zac-. ¿Dices que lo abandonaron?

Tracy: Se dice, que en la puerta de una iglesia. Aunque siempre ha habido muchos rumores sobre la vida de Zac. Sobre todo, desde que se hizo mayor... Ya sabes a lo que me refiero -había añadido con picardía-.

Ness: ¿Así que se esta hospedando en casa de Will hasta el día de la boda?

Tracy: No no. Ha alquilado una de las casas de Harper Whitsnan, junto al lago. Pasó por aquí hace tres días y compró comida suficiente para alimentar a toda la ciudad, así que supongo que se va a quedar una temporadita. Igual me paso a visitarlo un día de éstos, por si necesita algo... Son mil pesetas -había concluido-.

La siguiente visita de Vanessa también le había suministrado información en abundancia. Cathy Patterson; la canosa gerente de la oficina de alquileres inmobiliarios de Wolf River tuvo la amabilidad de indicarle que aún quedaban casetas disponibles junto al lago.

Ness: ¿Seguro que hay más gente alquilada? No quiero ser entrometida, pero eso de ser mujer y estar hay sola... Bueno, creo que me sentiría más segura sabiendo que  hay alguien más cerca.

Cathy: Toda precaución es poca siendo mujer. Pero no te preocupes cariño. Hay un matrimonio celebrando su luna de miel y en la casa número tres está Zac fron. Te daré la cuatro, junto a él.

Ness: ¿Zac? -fingió asustarse-. ¿Lo conoces?

Cathy: ¡Por favor! Todo el mundo conoce a Zac en Wolf River. Pero no te creas todo lo que se dice de él. Solo levantó un poco de polvo antes de  alistarse en el ejército. Y aquel problema que tuvo con Hank Thomson hace diez años no fue culpa suya. Zac es buen chico, te lo aseguro.

Justo cuando iba a preguntar qué problema en concreto había tenidos con Hank Thomson, sonó la campana de la oficina  y entraron dos hombres.

Cathy: Enseguida los atiendo señores -les saludó sonriente antes de dirigirse a Vanessa de nuevo y entregarle sus llaves-. Todas las casas tienen teléfono. Si quieres algo no tienes más que llamar.

Después de salir de la oficina, Vanessa tomó la autopista, la abandonó por la desviación que conducía al lago y, veinte minutos después, descargó la  compra del jeep, la metió en casa, se puso los pantalones caquis y salió de nuevo con los prismáticos.

Ness: Pan comido -pensó al localizar a  Zac, sentado en el porche de su casa-.

Sacó un par de melocotones y comenzó a comer tranquilamente.

Pero a medida que fueron aumentando la temperatura y la humedad, el pan comido empezó a indigestársele.

Y cuando le cayó la primera gota en la mejilla, y luego la segunda, el cielo se rompió con un rayo y un trueno amenazante. Vanessa comprendió que debía dar la investigación por terminada. Ya continuaría al día siguiente.

Guardó los prismáticos en su mochila, se puso a gatas y anduvo así unos metros… hasta chocar contra algo muy sólido. Y humano.

Levantó la vista lenta y temerosamente y se quedó sin saliva al reconocer a Zachary Efron.

Zac: Hola -la saludo éste con una sonrisa falsa-.

Vanessa abrió la boca, pero antes de que llegara a articular palabra, Zac la tiró al suelo boca arriba y la sujetó. A pesar de lo embarazoso de la situación, había que reconocer que el hombre era muy atractivo.

Lo que no quitaba que se mereciese un castigo por haberle dado ese revolcón, pensó mientras calculaba la distancia entre su rodilla y la entrepierna de él.

Sin embargo, a pesar de aquel primer impulso, comprendió que ella no había ido allí para lesionar a nadie.

Zac: ¿Quieres explicarme por qué llevas espiándome toda la tarde? -le preguntó con suavidad-.

Vanessa trato de relajarse y fijarse en la cara de él, en vez del roce con su musculado cuerpo. Un momento bastante raro para confirmar que tenía los ojos azules; se dijo cuando logró mirarlo.

Ness: ¿Quién te crees que eres? -fingió indignarse y trató de liberarse de su captor. Siempre había sabido hacerse la indefensa, para derrocar a sus  oponentes cuando hubieran bajado la guardia-. Suéltame.

Pero Zac le apretó aun más las muñecas. Acercó su rostro al de ella, la cual pudo aspirar la fragancia que despedía su cálida piel.

Zac: Te he hecho una pregunta, morenita. Quiero que respondas. Ahora.

Desde luego el hombre era de acero. Claro que, por mucho que ella no fuese tan resistente, sí tenía paciencia, Y si no la soltaba pronto, acabaría dándole el rodillazo. Y más después de qué la hubiera llamado morenita. ¡Cómo odiaba aquellos apelativos sexistas!

Ness: Mira, gorila -lo insultó mientras la lluvia aumentaba-, esto no es propiedad privada de nadie y hago lo que me da la gana. Estoy alquilada en la caseta de abajo y había salido a ver el paisaje un rato, si es que te importa.

Zac: ¿Ah, sí? ¿Y siempre sales a ver el paisaje con prismáticos?

Ness: Me gusta ver pájaros -improvisó-. Que yo sepa no hay ninguna ley en contra.

Zac: ¿Qué tipo de pájaros? -lo presionó-.

Ness: ¿Qué tipo de pájaros? -repitió para ganar tiempo-.

Zac: Sí, ¿qué pájaro llevas observando tres horas?

Ness: Uno amarillo con tres patas que había en el pino de tu casa. Es muy raro -añadió, rezando porque hubiera algún pájaro por allí-.

Zac: De modo que un  pájaro amarillo con tres patas ¿no? -se burló tras mirar por los prismáticos-.

Ness: Sí -murmuró-. Y suéltame.

Zac: Podemos hacerlo por las buenas o por las malas -le advirtió, al tiempo que la penetraba con la mirada-. Tú eliges, cariño.

Vanessa no estaba segura de qué era lo que podían hacer, pero, desde luego; no le iba a poner las cosas fáciles.

Ness:: Está bien -suspiró, haciéndose la derrotada-. Supongo que lo haremos... ¡por  las malas!

Finalizó mientras subía la rodilla.

Zac tomó aliento al notar los primeros dolores en el bajo vientre. Sintió que los ojos le estallaban y tuvo ganas de vomitar. La había creído tan asustada, que se había despistado un segundo, y ahora estaba pagando el despiste.

Ness: ¡Te digo que me sueltes! -la oyó gritar mientras él se retorcía de dolor-.

Se había desplomado sobre Vanessa, la cual le estaba golpeando en el pecho furiosamente. Pero Zac no podía moverse.

Tomó aire y, justo cuando ella le iba a clavar las uñas en la cara, la agarró por las muñecas. Las sujetó con una mano y sacó con la otra una cuerda que había agarrado antes de salir de casa.

Vanessa lo miró con miedo, pero Zac, que hasta entonces había tenido cuidado de no hacerle daño, la ató sin contemplaciones.

Zac: ¿Alguna vez te he dicho que trabajé seis meses en rodeos? -le dijo mientras le inmovilizaba pies y manos en  menos de un segundo-. Me llamaban Rayo.

Los ojos de Vanessa echaban fuego mientras su boca se llenaba de insultos. Un rayo enfatizó uno de sus muchos improperios. Y el subsiguiente trueno realzó el posterior. No cabía duda de que tenía un gran repertorio, pensó Zac.

Miró al cielo, que se rompió con un nuevo relámpago y la lluvia empezó a acribillarlos. Volvió a centrar la atención en Vanessa, aún maniatada. Había pensado dejarla así un buen rato, pero con ese tiempo, podía acabar carbonizada por un rayo. La levantó en brazos y se la colgó sobre un hombro como si fuese un saco de patatas.

Notó que sus esbeltas y largas piernas eran también firmes. En otro momento, en otras circunstancias, habría valorado esos atributos. Vanessa le dio un nuevo rodillazo en la barbilla, lo que lo hizo recordar, definitivamente, que no era momento para pensar en mujeres.

Zac: Deberías estarme agradecida morenita -le dijo mientras le sujetaba las piernas de mala manera-. Si te hubiera dejado allí tirada, te habrías acabado ahogando.

Vanessa expresó su gratitud con un nuevo e imaginativo insulto y comentó de pasada lo que le haría en cuanto tuviera la menor oportunidad. Zac decidió que sería mejor asegurarse de que dicha oportunidad no surgiera nunca.

Ness: ¿Es que no vas a llegar nunca? -lo apresuró asustada, después de que un rayo estallara a tres pasos de ambos-.

Zac, enfadado pero tan deseoso de guarecerse como Vanessa, apretó el paso.

Cuando por fin entraron en casa, los dos estaban calados. Soltó a la mujer sin excesivo cuidado sobre el suelo, frente a la chimenea y la miró desde la altura.

Ness: Desátame -exigió-.

Zac: Me temo que no voy a poder -se mesó el pelo, empapado-. No hasta que me des un par de respuestas.

Ness: La señora Patterson se va a enterar de esto -dijo bañada en un charco de agua-.

Zac: ¿La señora Patterson? -enarcó una ceja-. ¿La de la oficina de alquileres?

Ness: Exacto. Cuando me alquiló la casa que hay junto a la tuya me dijo que podía confiar en ti, pero claro que no sabe que te diviertes atando y secuestrando mujeres.

Zac: Para estar atada y secuestrada, no paras de hablar. Es como si te gustara -repuso-.

Vanessa alzó las dos piernas a la vez y le pateó una espinilla con la punta de las botas.

Zac: No tenía intención de hacerte daño; pero vas a conseguir que cambie de opinión -la avisó dolorido-.

Vanessa levantó la cara desafiantemente y Zac no pudo evitar fijarse en la delicadeza de sus rasgos, pómulos prominentes, piel suave, labios anchos  y  sensuales… lástima que no dejara de decir tacos.

Ness: No me asustas -aseguró-. Tengo cuatro hermanos, cada uno más fuerte y vengativo que el otro. Te encontrarán y cuando hayan acabado contigo, te aseguro que te llamarán Cojo, en vez de Rayo.

Estuvo a punto de echarse a reír: No le quedaba más remedio que admirar su valentía. Pero, si bien no estaba seguro de sí mentiría acerca de sus hermanos, estaba convencido de que esa mujer no había ido al lago a mirar pájaros.

Zac: Veamos que tienes en tu mochila -dijo mientras la abría-.

Ness: Son mis cosas. No se te ocurra cotillear o te la ganas -lo amenazó-.

Zac: Creo que me arriesgaré, morena. Si siempre hiciera lo mejor para mí, te habría dejado atada bajo la lluvia -repuso al tiempo que un enésimo trueno hizo retemblar la casa-. ¡Qué cámara más bonita! ¡Podrías fotografiar los cráteres de la luna con este teleobjetivo -añadió al ver una carísima Nikon-.

Ness: Trabajo como fotógrafa para una revista de naturaleza. Necesito buenos objetivos.

Zac: Entonces, seguro que solo encontraré fotos de pájaros cuando revele el carrete, ¿verdad? -replicó al  tiempo que lo rebobinaba-. En la ciudad hay una tienda donde te tienen las fotos en una hora. ¿Qué tal si nos acercamos? -agregó mientras abría la cámara-.

Ness: ¿Qué tal si te atragantas y te mueres? -repuso con dulzura-.

A pesar de que lo había puesto de mal humor, no pudo evitar sonreír. Luego metió una mano en la mochila, sacó una cartera de cuero y la abrió.

Zac: Veamos si tienes algún otro nombre, aparte de morenita -dijo tras agarrar el carné de conducir-. Aquí está: Hudgens, Vanessa Hudgens. ¿De Filadelfia? -añadió extrañado-.

Ella no respondió. Se limitó a lanzarle una mirada envenenada  mientras una gota de agua le resbalaba por la nariz.

Zac no tenía noticia de que Prescott trabajase con agentes de Filadelfia... Miró a Vanessa y, por un breve y horrible segundo, se preguntó si habría cometido un error.

Pero no. Era obvio que ella mentía. Puede que no la hubiera  enviado su jefe, pero tampoco colaboraba con ninguna revista como fotógrafa...

Entonces; ¿por qué demonios le había estado vigilando?

El carné de conducir parecía auténtico. Habría distinguido una falsificación a diez leguas. Y la describía con precisión, metro setenta, morena, ojos marrones y cincuenta y cuatro kilos. Tenía veintiséis años y un apartamento en la Avenida Brooks en Filadelfia. Nada amenazante ni sospechoso.

Zac hizo acaso omiso de las continuas protestas de Vanessa mientras examinaba las pertenencias de ésta. Los prismáticos, una botella de agua, unos melocotones secos, tres carretes de fotos... nada que la relacionara con Prescott ni con ningún organismo estatal; pero tampoco nada que confirmase su trabajo como fotógrafa.

Ness: Si ya has terminado -arrancó en tono cortante-, podrías hacer el favor de desatarme.

De no ser por el rodillazo y la patada en la espinilla, Zac habría cedido. Hasta maniatada y calada hasta los huesos, hablaba con la arrogancia de una aristócrata.

Dejó la mochila sobre el sofá de cuero que había frente a la chimenea, se agachó junto a Vanessa colocó una mano sobre una de las piernas de su presa. Ella levantó la cara y le lanzó una mirada tan feroz corno la tormenta del exterior.

Zac: Haremos un trato, señorita Hudgens -arrancó tras acercar la cara a escasos centímetros de la de ella-. Tú me dices la verdad y quizá, solo quizá, te dejaré que te marches.

Ness: Te propongo otro trato -espetó-. Tú me sueltas de una vez y quizá, solo quizá, te perdone la vida.

Zac rió, disfrutando de veras por primera vez desde su accidentado encuentro con ella. Pero alguien golpeó la puerta de repente e interrumpió aquel segundo de relajación. Vanessa abrió la boca y tomó aire para gritar.. Y él hizo lo primero que se le ocurrió.

Besarla.




El primer beso ya. Muy bien, Efron, con iniciativa. Aunque haya sido para que no grite porque la tienes atada XD

Seguro que os ha gustado este primer capi. Ha sido muy divertido.

¡Thank you por los coments y las visitas!

A mí también me encantó Sedúceme. Es muy chula esa novela y te ríes un montón. Os voy a recordar también Su seductor amigo, que era también muy chula y una de mis favoritas.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Wooowoowowwo que captulon
Ese zac tiene mucha iniciativa
Ame el primer capítulo y estoy segura
Que los próximos capítulos serán muy interesantes
Estoy casi segura q Vanessa cambiara de parecer
Después del beso que zac le dio
Sube pronto
Saludos

Unknown dijo...

Wow wow que gran primer capitulo.
Me ha encantado muchísimo. Vamos a ver que pensara Ness del beso que le dio Zac.

Sube pronto :)

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