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miércoles, 22 de abril de 2015

Capítulo 3


Vanessa se lavó el pelo dos veces y luego dejó que se secara mientras se limpiaba con un gel con olor a fresas. Todo el mundo tenía derecho a darse algún capricho, se dijo mientras suspiraba, inmersa en la bañera. Pero no debía relajarse demasiado tiempo; solo lo justo para asearse y pensar un poco, cosa que no había hecho desde su primer encuentro con Zac.

Todavía la extrañaba que la hubiera sorprendido espiándolo; que se hubiera acercado a ella con tanto sigilo... Sentía una gran curiosidad y cada vez estaba más convencida de que Zac escondía algo.

Pero no había ido allí para saciar su curiosidad, se recordó mientras se frotaba con la esponja. Había ido a encontrarlo. El hecho de que fuese él quien la había encontrado a ella no había formado parte de sus planes, pero tampoco cambiaba nada.

Por fin salió del agua, se puso en el pelo una de las dos toallas que había dejado preparadas y luego, al ir a cubrirse el cuerpo con la segunda, no la encontró. Entonces, justo cuando ya iba a correr la cortina de la ducha, la toalla apareció frente a sus narices.

**: ¿Buscas esto?

Ness: ¡Sal de aquí! -exclamó tras reconocer la voz de Zac, el cual había sorteado los dos cerrojos de la entrada y ahora no parecía dispuesto a marcharse-. Señor Efron, ¿le importaría hacer el favor de salir del cuarto de baño? -le preguntó con falsa cortesía, al ver que Zac no reaccionaba, tras asomar la cabeza por un lado de la cortina-.

Zac: ¿Ya no me llamas cariño?

Ness: Está bien -accedió, sabedora de que estaba en inferioridad de condiciones-. Cariño ¿te importa largarte de una vez?

Zac: Sí.

¡Se estaba riendo de ella! Comprendió Vanessa, decidida a asesinarlo tan pronto como estuviera vestida.

Ness: Zac, cielito, ¿me haces el favor de salir del baño y esperarme en el salón mientras me arreglo? -insistió-.

Zac: Si me lo pides así -se burló-. Pero antes dime como te desataste -añadió, al tiempo que se acercaba a ella-.

Ness: ¿Es que vas a atarme otra vez?

Zac: No, pero si me lo pides tú…

Dio un paso más al frente, le acarició un mechón de pelo y sus ojos destellearon con un brillo intenso y primitivo...

Ness: ¡Ni lo sueñes! -repuso desafiante, apartando la cabeza-. ¡Siempre se me dio bien desatar nudos! Tenia el récord de mi barrio cuando era pequeña... Y ahora, por favor, ¿vas a salir del baño o no? -agregó-

Zac: Te doy cinco minutos. Si para entonces no has salido, volveré -añadió mientras abría la puerta del baño y se alejaba de Vanessa a regañadientes-.

Ésta, una vez a solas, expulsó el aliento que había estado conteniendo varios segundos. Luego recordó que solo tenía cinco minutos y corrió a ponerse unos vaqueros y una blusa blanca. Se quitó la toalla del pelo y dio gracias a Dios por haber usado suavizante; de lo contrario jamás habría podido peinarse. Por que una cosa era que supiera desatar los nudos de una cuerda, y otra; desenredar su cabello.

Zac no dejaba de dar vueltas por el salón de Vanessa. No sabia qué le había sucedido en el cuarto de baño, pero no le gustaba en absoluto. Solo había querido desconcertarla y, al final, el único que había acabado confundido era él.

¡Maldita fuera! ¡Qué ganas le habían entrado de besarla cuando le había acariciado el pelo!

Pero también tenía ganas de escarmentarla, no solo por haber estado espiándolo y haberlo mentido, sino por comportase como si tal cosa. Al menos podía tener la decencia de parecer un poco asustada, ¿no? Se había encontrado con un desconocido en su baño mientras se estaba duchando y ni siquiera había gritado.

No es que hubiera visto nada. Había llegado un segundo antes de darle la toalla y la cortina de la ducha la había tapado. Tenía una pistola escondida y le habría disparado en la cabeza de haber intentado atacarla...

Pero no. En realidad no creía que tuviese ninguna pistola, ni que quisiera matarlo. Solo lo estaba vigilando, y él iba a descubrir porqué...

Miró el reloj, vio que los cinco minutos se cumplían y, justo cuando se dirigía hacia el baño, la puerta se abrió. Vanessa apareció con unos vaqueros y una camisa blanca. Se había retirado el pelo de la cara, tenía las mejillas encendidas y los ojos le brillaban.

El aroma del gel de fresas llenó el salón y lo hizo desear aspirarlo más de cerca. Pero dado qué seguía con ganas de besarla quizá fuera mejor no acercarse a Vanessa.

Ness: Tenemos que dejar de encontrarnos así -arrancó en broma-. La gente acabará hablando.

Zac: Gracias a ti, ya lo hacen -repuso tratando de no fijarse en las gotas que resbalaban por el cuello de Vanessa-. A Will le gusta mucho cotillear.

Ness: Pensé que no era bueno para ninguno de los dos que descubriera la situación en la que estábamos -finalizó tras detenerse a escoger las palabras-.

Zac: Estoy de acuerdo -convino-. Pero, dígame, señorita Hudgens, ¿cual es nuestra situación exactamente?

Ness: Eso es de lo que vamos a hablar -contestó mientras avanzaba hacia la cocina con los pies descalzos-. Pero antes tengo que comer algo. Me muero de hambre -añadió ante la incrédula mirada de Zac-.

Desde luego, era una mujer dura. Muy a su pesar, debía reconocer que estaba fascinado con Vanessa. Por otra parte, él también tenía hambre, pensó justo antes de echar a andar tras ella. Se había ido del Pub Tanner sin comer nadar Y no había probado bocado desde el sándwich del mediodía, hacía ya ochos horas.

Pero aunque hubiera comido, el olor que provenía de la cocina le habría hecho la boca agua. Al entrar, Vanessa revolvía una cacerola con una cuchara de madera. El pelo humedecía el cuello de la camisa, lo cual le permitió ver que no llevaba sostén...

Enojado por la indeseada atracción que sentía hacia aquella mujer, miro hacia la mesa y se dio cuenta de que había cubiertos para dos personas.

Zac: ¿Esperabas compañía?

Ness: Sabía que vendrías antes o después. Y no me gusta comer sola.

Zac, en cambio se había acostumbrado a no convivir con nadie. Con todo, tomó asiento. Y decidió seguirle la corriente a Vanessa, la cual tardó en  terminar de preparar la cena.

Ness: Adelante -lo animó después de servirle un buen plato de sopa-.

Zac: ¿Cómo sé que no está envenenada? -dudó-.

Ness: No lo sabes -sonrió-.

Zac decidió probar la sopa... Deliciosa.

Ness: ¿Te gusta?

Zac: No esta mal.

Ness: Está muy bien, Rayo -se jactó-. No soy la ganadora del Concurso de Sopas Bloomfield por casualidad. Considérate afortunado.

Zac: Me espías, interrumpes mis vacaciones, me pateas, casi me dejas sin posibilidad de descendencia -atrancó-. ¿Y pretendes que me considere afortunado?

Ness: Lamento lo ocurrido; pero no deberías haberme atado en el lago -repuso entre dos sorbos de sopa-. Ha sido muy rudo por tu parte.

Zac: Cariño, si eso te parece rudo, todavía no has visto nada -comentó-. Y ahora, venga, quiero saber quién eres y quién te ha mandado. Aquí.

Vanessa suspiró; se levantó, fue a la nevera y volvió con dos refrescos.

Ness: Me llamo Vanessa Hudgens, tal y como viste en el carné de conducir. Y lo creas o no, mi peso, mi estatura y mi dirección también coinciden con los datos del carné -empezó-. Vivía en Bloomfield County hasta que me mude a Filadelfia hace casi dos años y me puse a trabajar en Myers and Cyrus, una empresa...

Zac: De detectives -la interrumpió-. Trabajan con gente de altura, mucho dinero..

Ness: Exacto -confirmó intrigada por cómo el dueño de una pequeña empresa de telefonía móvil estaba al corriente de las actividades de Myers and Cyrus-. Ellos me incluyeron en su departamento de investigación. Estaba harta de trabajar para una empresa de seguros y cuando vi que había una vacante en Myers aproveché la oportunidad.

Las piernas de Zac eran largas, por lo que resultaba imposible no rozarse con sus rodillas por debajo de la mesa. Este parecía no prestar atención a esos contactos, pero a ella la estaban desconcentrando.

Ness: Me contrataron, pero el trabajo que me asignaron era tan aburrido como el anterior -prosiguió-. Y cada vez que salía un puesto interesante acababan concediéndoselo a un hombre...

Zac: ¿Vas a dejar de dar vueltas de una vez? -atajó tras terminarse la sopa-. ¿O quieres que nos den las uvas?

Ness: Hace catorce meses -continuó imperturbable-, una empresa de contabilidad multimillonaria de Filadelfia, la Muldoon&CO., contrató a Myers and Cyrus para realizar una investigación sobre una serie de desvíos de fondos fraudulentos que estaba llevando a cabo alguno de los empleados... Dos meses después, los agentes habituales no habían descubierto nada y el director de Muldoon comenzó a enfadarse.

Zac: Muy comprensible.

Ness: Sin pedir autorización, me puse tras la pista de algunos empleados que no formaban parte de la lista de sospechosos. Soy muy perseverante con los detalles y alguno podía ofrecerme la clave...

Zac: Y encontraste al ladrón -volvió a cortarla-. O a la ladrona, para ser políticamente correcto.

Ness: Era un hombre. Resultó que era el secretario del mismísimo jefe. Llevaba veinte años en la empresa y nadie habría sospechado de él; pero las pruebas eran incontestables -relató-. Por desgracia, cuando se vio acosado, el hombre se suicidó y nunca sé recuperó el dinero.

Zac: Pero tú conseguiste el puesto que ambicionabas en recompensa por tus servicios -apuntó con dureza-.

Ness: Yo conseguí que me despidieran por saltarme las reglas de la empresa.

Zac: ¿De veras?

Ness: Ya estaba recogiendo mis cosas -prosiguió-, cuando una elegantísima mujer canosa apareció...

Zac: No me digas más -se burló-. El hada madrina fue a rescatarte y te llevó al baile.

Ness: Casi. Era la misma Margaret Muldoon, la fundadora de la empresa. Había ido a darme las gracias en persona. No sabía que me habían puesto de  patitas en la calle y se puso furiosa cuando se lo dije. Insistió en que me readmitieran o amenazó con las penas del infierno -añadió sonriente-.

Zac: Todo un carácter.

Ness: Ni te imaginas -comentó sonriente-. De todos modos, le agradecí su interés por mí, pero me negué a seguir en aquel trabajo tan tedioso. Le dije que en realidad, casi me alegraba. Entonces me invitó a comer y me hizo una oferta que, no pude rechazar.

Zac: El hada madrina se convierte en el de la mafia. ¿Aparece algún caballo en la historia? -preguntó con insolencias-. Y  sobre todo, ¿tiene algún sentido que me cuentes todo esto? ¿O pretendes matarme de aburrimiento?

Ness: Tiene sentido, señor Efron -espetó-. Y ya habría terminado si no me  interrumpieras cada dos por tres con tus comentarios sarcásticos.

Zac cerró la boca y se acercó... lo suficiente como para que ella pudiera aspirar su fragancia masculina; una fragancia que la excitó y la hizo recordar el momento en que se habían besado..

Agarró los platos de sopa, los llevó a la pila y se puso a fregar.

Ness: Margaret me ofreció el dinero necesario para fundar mi propia empresa como detective privada -prosiguió-. Al principio me negué, pero insistió tanto que acabé diciéndole que aceptaría un préstamo, y a condición de que ella fuera mi socia. Ahí nació la empresa Hudgens&Muldoon. Margaret pasa por el despacho dos días a la semana y se encarga de la contabilidad.

Zac: ¿Me estas diciendo que la dueña de una empresa multimillonaria contesta el teléfono para ti? -se burló-.

Ness: Para mi no. La empresa es de las dos -corrigió-. Ella estaba cansada de que la mantuvieran al margen en Muldoon, tras delegar en su sobrino Peter, y empezaba a aburrirse y a sentirse inútil.

Zac: Seguro que sus hijos te lo agradecen muchísimo.

Ness: Su única hijo murió hace treinta y tres años. Y su único hermano falleció hace cinco -lo informó-. Solo le queda Peter, que no puede prestarle mucha atención, ocupado con  la dirección de Muldoon.

Vanessa se dio cuenta de que Zac se había levantado, se estaba acercando. Colocó los brazos en los costados de ella, la empujó hacia la pila y apoyó el pecho contra su espalda.

Vanessa se giró, despacio, comprendió que se había equivocado, pues sus senos rozaron contra el pecho de Zac. Se le desbocó el corazón...

Luego, cuando él se apretó contra sus muslos, comprendió que también Zac estaba excitado.

Las cosas no iban como había planeado, pensó Vanessa.

Zac: Se acabaron los cuentos. ¿Por qué me estabas espiando?

Ness: No queríamos equivocarnos. Y Margaret pensaba que con una foto tuya le bastaría para estar segura.

Zac: ¿Segura de qué? -preguntó interesado-.

Ness: De que eres su nieto.




¡Qué atrevido, Efron! Muy inteligente el no haber corrido la cortina. El golpe te habría dolido semanas XD
Veamos como se toma la noticia que le acaba de dar Ness.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Woooww que final de capítulo tan emocionante
Se me hizo corto el capítulo y no se por que
Esta novela es muy interesante
Ya quiero saber q pasara con esa noticia
Como se lo tomara zac
Que hará? Vanesa lo ayudara?
Ya empiezan a sentir cosas entre ellos
Síguela pronto!!!!

Unknown dijo...

Wow que capitulo mas interesante.
Ya quiero saber como reaccionará Zac al enterarse eso.
Me encanto este capitulo.
Me encanta la química que están teniendo.. Se empieza a notar ya.


Sube pronto

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