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sábado, 4 de abril de 2015

Capítulo 7


Ness: Ya está, el último cristal en su sitio, gracias a Dios -dijo irguiéndose y moviendo los doloridos hombros-. Pensé que no iba a terminar nunca de coserlos, pero ha merecido la pena tantas horas de trabajo. El corpiño da mucho brillo al vestido, ¿no te parece?

Miró a Miley para ver cuál era su reacción con el vestido de novia por fin terminado, y le sorprendió ver lágrimas en sus ojos.

Miley: Es indescriptible -comentó-. Oh, Vanessa, es precioso. Mucho más bonito de lo que había imaginado. Es el vestido de mis sueños, y no sé cómo darte las gracias por haberlo hecho realidad.

Ness: Me alegro de que te guste -le respondió sintiéndose orgullosa-.

Era probablemente el mejor vestido de novia que había creado. El corpiño, sin tirantes, era de tul de seda blanca y la falda, de encaje. Ambos estaban adornados con cientos de minúsculos cristales y pequeñas perlas.

Todavía tenía que coser los cristales del velo, y a una semana para la boda, tenía por delante muchas horas de trabajo para poder terminar los vestidos de las damas de honor.

Miley: Ya está Zac en casa -dijo al oír un helicóptero-. El piloto va llevarme de vuelta a Atenas porque la madre de Will va a dar una cena esta noche para celebrar que le han dado el alta a Henry. Te mandaré a mi hermano para que vea el vestido, aunque de todos modos, supongo que vendrá derecho al taller. Al parecer, le gusta pasar tiempo contigo.

Vanessa se inclinó hacia la falda del vestido con la esperanza de que Miley no se diese cuenta del repentino calor que tenía en las mejillas.

Ness: Le interesa mucho el progreso de los vestidos -balbuceó-.

Miley: Tengo la sensación de que le interesa más la diseñadora que los vestidos. Porque nunca había vuelto del trabajo tan pronto como últimamente.

Ness: Tal vez no tenga mucho que hacer en estos momentos -comentó, sonrojándose todavía más al pensar que las horas que no estaba en su despacho de Atenas, Zac las pasaba haciéndole el amor a ella-.

Habían sido discretos delante de Miley, pero era evidente que esta tenía sus sospechas.

Cosa que confirmó al añadir:

Miley: No creas que no me he dado cuenta de cómo te mira, ni de cómo lo miras tú a él. Sé que hay algo entre vosotros, y me parece estupendo. Me encantaría tenerte como cuñada, Vanessa. Tal vez el próximo vestido que diseñes sea el tuyo propio.

Vanessa sacudió la cabeza con firmeza.

Ness: No, eso no va a ocurrir. No quiero casarme -le explicó a Miley, que parecía decepcionada-. Estoy demasiado ocupada con Wedding Vanessa. Mi carrera es lo más importante. -Dudó un instante antes de continuar-: Entre tu hermano y yo no hay nada.

En parte, era cierto. Al menos, era mucho más sencillo que intentar explicar que lo suyo con Zac no era más que una aventura.

Aunque eso tampoco era del todo verdad, pensó Vanessa después de que Miley se hubiese marchado y la hubiese dejado sola en el taller. Desde que se habían convertido en amantes, habían compartido mucho más que encuentros sexuales. Habían cenado bajo la luz de las velas y habían pasado horas tumbados junto a la piscina. Habían explorado las ruinas de Aura y Zac la había llevado a Atenas a ver la Acrópolis y otros lugares famosos después de haberse dado cuenta de que compartían su interés por la historia de la antigua Grecia.

La preocupación de poder haberse quedado embarazada la primera noche que habían hecho el amor en la terraza se había visto disipada un par de días antes, cuando había empezado con el periodo.

Desde entonces, había pasado todas las noches con Zac, y el deseo que sentían el uno por el otro, lejos de haber menguado, parecía haberse intensificado. Solo quedaba una semana para la boda de Miley, una semana para que se terminase su aventura. Porque, eso era seguro, iba a terminarse. Zac tenía que viajar a Sudáfrica justo después de la boda de su hermana y Vanessa debía regresar a Londres, con un poco de suerte, con un aluvión de encargos después de la publicidad que le daría la boda de Miley.

Suspiró pesadamente y fue hacia la ventana, a admirar la amplia extensión de un mar azul zafiro, que reflejaba el cielo despejado. Echaría de menos la tranquila belleza de Aura. Se mordió el labio. ¿A quién pretendía engañar? Echaría de menos a Zac.

Aunque no quisiese reconocerlo, era la verdad. No se había enamorado de él, por supuesto que no, pero tenía la esperanza de que su última semana en Aura pasase muy despacio.

Zac: Te veo muy pensativa.

Zac había entrado en el taller en silencio y, al ver a Vanessa sumida en sus pensamientos, se había quedado unos minutos observándola. Se dijo que estaba todavía más guapa que cuando había llegado a Aura. La larga melena, recogida esa tarde en una coleta, estaba todavía más negra y hacía que sus ojos pareciesen también más marrones. Sintió deseo, pero algo en su postura hizo que se le encogiese el estómago. A veces parecía encerrarse en sí misma, y no era la primera vez que la veía triste y que deseaba abrazarla con fuerza.

Vanessa se giró al oírlo hablar y le sonrió, pero solo con los labios.

Ness: Estaba pensando en todos los cristales que me quedan por coser al velo de Miley. Por suerte, el vestido está terminado. ¿Quieres verlo?

Él intentó no pensar en que lo que realmente deseaba era romper todas las barreras detrás de las que se escondía y descubrir a la verdadera Vanessa Hudgens. ¿Por qué sentía tanta curiosidad? No era más que su amante temporal y era probable que, en una semana, lo suyo se terminase para siempre.

Frunció el ceño y se preguntó por qué la idea le gustaba tan poco.

Zac: Por supuesto que quiero ver el resultado de tus largas horas de duro trabajo.

Vanessa solía estar ya en el taller antes de que él se marchase a trabajar por las mañanas y algunas noches tenía que obligarla a salir de él e insistir para que cenase. No era solo trabajadora, sino más bien obsesiva.

¿A quién le recordaba eso?

Volvió a pensar en Amber, cuando ambos habían tenido dieciocho años y habían vivido en el mismo edificio de apartamentos en Nueva York. Por aquel entonces, él intentaba sobrevivir con la tienda de comestibles y Amber estaba en la escuela de arte dramático, mucho antes de que le llegase la fama.


«No puedo seguir viéndote, Zac. Tengo que pasar todo mi tiempo ensayando. Bailar es mi vida y algún día mi nombre aparecerá en las carteleras de Broadway.»

Su mente retrocedió doce años. La escena tenía lugar en su lujoso ático de Manhattan. Amber era ya la novia de Broadway y una estrella internacional, y llevaban un año juntos.

«No puedo tener un hijo, Zac. Significaría el fin de mi carrera. Actuar es mi vida, no puedo tomarme varios meses libres y arriesgarme a perder la figura.»

Él le había entregado su corazón a Amber y esta se lo había roto. En esos momentos, tenía el corazón de granito y no iba a enamorarse otra vez. Su relación con Vanessa era otra aventura sin importancia.

Vanessa quitó la tela que cubría el vestido de Miley.

Ness: ¿Qué te parece? -le preguntó con nerviosismo, al ver que habían pasado varios segundos y Zac todavía no había dicho nada-.

Zac: Que fue una enorme injusticia que dudase de ti como diseñadora -le respondió en voz baja-. El vestido es exquisito y Miley me ha contado que está encantada con él. No me cabe la menor duda de que Wedding Vanessa va a tener un gran futuro.

Vanessa se ruborizó al oír aquello. Sobre todo, después de que John Anderson hubiese pronosticado todo lo contrario:

«Estás perdiendo el tiempo. No tienes nada de talento -le había dicho su padrastro-.»

Recordó dolida lo mucho que había disfrutado burlándose de sus sueños. Durante años, Vanessa se había preguntado por qué no la quería su padre y se había sentido responsable de ello. En esos momentos, sabía que no había sido culpa suya. Jamás sabría quién era su padre, pero tener su propia empresa le daba seguridad.

Wedding Vanessa era para ella más que un negocio: era lo más importante de su vida.

Sonrió a Zac.

Ness: Espero que tengas razón. Estoy preparada para trabajar duro y para dedicar todo mi tiempo y energía a conseguir que Wedding Vanessa tenga éxito.

Una expresión curiosa cruzó el rostro de Zac, pero desapareció antes de que a Vanessa le diese tiempo a hacerse preguntas.

Zac: En ese caso, será mejor que aprovechemos al máximo el tiempo que te queda en Aura, antes de que te marches a conquistar el mundo de la moda -le dijo en tono sensual, sonriéndole y acariciándole el brazo desnudo-. ¿Te duelen otra vez los hombros?

Ella cerró los ojos y se relajó mientras Zac le daba un masaje en la base del cuello.

Ness: Umm… qué bien. Estoy un poco tensa.

Él rió y la apoyó contra su cuerpo.

Zac: Yo también, mi preciosa Vanessa… y más que un poco.

Ness: Sí… ya lo veo -respondió sin aliento-.

Notó calor y humedad entre los muslos al sentir la erección de Zac contra su trasero. El deseo corrió por sus venas. La ropa era una frustrante barrera y el corazón se le aceleró cuando Zac le bajó los tirantes de la camiseta para poder acariciarle los pecho desnudos.

Ness: Zac, tengo que trabajar… -protestó-.

Pero él ignoró la protesta y la hizo gemir apretándole los pezones con las puntas de los dedos.

Vanessa sintió cómo el placer bajada desde el estómago hasta su pelvis y no opuso resistencia cuando Zac la giró hacia él.

Zac: Necesitas esto -le aseguró-. Y yo también, Vanessa mou.

La besó apasionadamente, haciendo que se olvidase de todo y que solo fuese consciente del olor de su aftershave y del roce de su mandíbula contra su mejilla.

¿Cómo iba a negar el deseo que sentía por él cuando la consumía y hacía que le temblasen las piernas?

Zac la tomó en brazos y ella apoyó la cabeza en su hombro mientras la llevaba al dormitorio. «Solo una semana más», pensó, deseando que no pasasen los días ni las horas.

La tumbó en la cama y Vanessa lo abrazó por el cuello para que se tumbase a su lado.

Zac dejó escapar una carcajada mientras intentaba contener las ansias que sentía por aquella morena frágil que se había convertido en una peligrosa adicción. Le encantaba verla impaciente, ver que no contenía la pasión, le encantaba oírla gritar de placer al quitarle la falda y la braguita y agacharse a besarla entre los muslos. Exploró su sexo lentamente con la lengua hasta que Vanessa arqueó las caderas, suplicándole en silencio que la llevase a aquel lugar mágico que era solo suyo.

Él supo que la echaría de menos. La idea le dio vueltas en la cabeza mientras se desnudaba sin apartar la vista de su cuerpo esbelto, iluminado por los rayos de sol que se filtraban a través de las persianas. Consideró un instante pedirle que se quedase un mes o dos con él, el tiempo necesario para cansarse de ella, cosa que terminaría ocurriendo antes o después, pero desechó la idea. Tendría que estar en Sudáfrica al menos un mes por motivos de trabajo y sabía que Vanessa estaba impaciente por volver a Londres, ya que tenía la esperanza de que aumentase su producción después de la boda de Miley.

Así que tenía otra semana para disfrutarla, y pretendía hacerlo. Se puso un preservativo y se colocó encima de ella. Su sonrisa le provocó una sensación extraña en el corazón, pero cuando la penetró, Zac dejó de pensar y solo fue consciente del placer que sentía teniendo sus músculos calientes y suaves alrededor de la erección. Se retiró y luego volvió a penetrarla otra vez, más deprisa, más profundamente, mientras su respiración entrecortada se fundía con los gemidos de ella y sus cuerpos se movían al mismo ritmo, para llegar a alcanzar juntos el éxtasis.


La boda fue de cuento de hadas. No era posible describirla de otra manera, pensaría Vanessa después.

Miley había estado impresionante con el vestido de novia y las damas de honor habían llevado unos preciosos vestidos de tafetán rosa claro, a juego con el ramo de la novia y con la flor que lucía en el ojal el novio.

Will había estado muy guapo, y un poco nervioso, pero la expresión de su rostro al sonreír a su futura esposa había hecho que Vanessa sintiese de repente un inexplicable anhelo. No era envidia, porque ella no quería casarse, pero sí deseaba ser amada como amaba Will a Miley, y ser capaz de amar sin tener miedo a que le hiciesen daño o la rechazasen.

Impaciente, saltó de la cama, cerró la maleta y fue hasta la ventana. La luz del atardecer era tenue y dorada, y el limonero que había debajo hacía que subiese hasta allí el olor a limón. Se había enamorado de aquel lugar, pensó, suspirando: de la casa, de la isla… y de Zac. El corazón se le aceleró. Por supuesto que no se había enamorado de Zac, era solo que la idea de marcharse de Aura la ponía sentimental.

Él también iba a marcharse a Ciudad del Cabo. Su vuelo saldría de Atenas una hora después de que ella se hubiese montado en el avión que la llevaría a Londres.

Solo faltaban unos minutos para que ambos volasen juntos en helicóptero a la capital de Grecia.

Vanessa volvió a pensar en la boda. Los invitados habían dado un grito ahogado al ver entrar a Miley en la iglesia, aunque ella había tenido la vista clavada en Zac, que acompañaba a su hermana hasta el altar.

Había sido como un padre para Miley y había asumido la responsabilidad de criarla después de la muerte de sus padres a pesar de su propia juventud.

La ceremonia había empezado y Vanessa se había dedicado a observar su duro perfil. Su expresión había sido indescriptible, pero ella había sentido que estaba haciendo un esfuerzo por controlar sus emociones. Sin pensarlo, le había agarrado la mano para intentar comunicarle con actos en vez de con palabras que lo entendía y que sabía cómo se sentía.

Él se había puesto tenso unos segundos, y Vanessa se había preparado para que la rechazase, pero entonces Zac le había apretado la mano con fuerza y la había mirado. Sus ojos habían brillado un instante y ella le había sonreído. En respuesta, Zac había vuelto a apretarle la mano y se la había tenido agarrada durante el resto de la ceremonia.

Vanessa se obligó a volver al presente, se miró el reloj y vio que había llegado la hora de marcharse. El resto del día había sido frenético, con cuatrocientos invitados asistiendo a la recepción que se había celebrado en los jardines de Villa Elena. Zac había estado tan ocupado como anfitrión que casi no habían podido estar juntos. Y en esos momentos era demasiado tarde. Vanessa notó cómo la presión que sentía en el pecho aumentaba al bajar con la maleta al recibidor principal.

Mike: Eh, iba a ir a ayudarte justo ahora -comentó vestido con un impecable uniforme de mayordomo-. El jefe te está esperando en la plataforma. -Tomó la maleta y bajó delante de ella las escaleras de la casa-. Espero que vuelvas algún día de visita a Aura, Vanessa -continuó-. Tal vez Zac sea muy reservado con sus pensamientos, y a veces es difícil llegar a conocerlo, pero es un tipo estupendo. Uno de los mejores. Y sé que se va a sentir muy solo cuando Miley y tú os hayáis marchado.

Ness: No creo que un guapo multimillonario esté solo mucho tiempo -respondió en tono frío. Sintiendo todavía más dolor al imaginárselo haciendo el amor con otra mujer-. Apuesto a que tendrá cientos de novias.

Mike se encogió de hombros, pero no lo negó.

Mike: A ninguna la ha traído a Aura -comentó-. Salvo a ti.

Vanessa se sonrojó. Era normal que Mike estuviese al tanto de su aventura con Zac. Debía de haberse dado cuenta de que, durante el último mes, no había dormido ni un solo día en su propia cama. Pero ¿qué importaba eso? Iba a marcharse y estaba segura de que Mike sabía tan bien como ella que no volvería a la isla. Las aventuras de Zac nunca duraban mucho.

Lo vio al lado del helicóptero e intentó grabar aquella imagen en su mente para siempre. Se había quitado el traje que había llevado en la boda y se había puesto unos chinos de color beish y un polo negro, y parecía relajado. Estaba tan guapo que Vanessa se sintió como si una flecha le hubiese traspasado el corazón.

Zac: ¿Ya está todo?

Las gafas de sol le tapaban los ojos. Vanessa deseó quitárselas para poder verlos por última vez, aunque luego se dijo que tal vez fuese mejor así, porque si la miraba a los ojos, vería las lágrimas que estaba luchando por no derramar.

Ness: Sí, estoy preparada para marcharme -consiguió contestarle casi con alegría-. Miley y Will deben de estar ya de camino a las Maldivas. Qué lugar tan maravilloso para pasar una luna de miel.

Zac la ayudó a subir al helicóptero y ella se mordió el labio al aspirar el olor de su colonia mezclado con el de su piel. Tenía que seguir hablando si no quería perder la compostura y rogarle que le permitiese quedarse con él.

Ness: Me ha llamado Jenny, mi ayudante -comentó animadamente-. Dice que ya han aparecido fotografías del vestido de Miley en Internet, y que hemos recibido muchas solicitudes por correo electrónico.

Zac: Bien -respondió en tono cortante-.

Tal y como había imaginado, Vanessa estaba deseando volver a Londres para ponerse a trabajar. Cuando la había visto acercarse a la plataforma de despegue, vestida con el mismo traje con el que había llegado a Kea, había vuelto a sentirse tentado a pedirle que lo acompañase a Sudáfrica. En esos momentos se alegraba de haber dudado. Habría sido violento para ambos.

Seguro que no tardaba en olvidarse de ella, lo haría en cuanto se pusiese a trabajar en su nuevo proyecto en Ciudad del Cabo.

Cuando el helicóptero los dejó en el aeropuerto y se acercaron al mostrador de facturación, el número de vuelo de Vanessa ya estaba reflejado en la pantalla y era hora de embarcar. Zac había estado encerrado en sí mismo desde que habían salido de Aura y, a juzgar por las llamadas de teléfono que había hecho, debía de estar ya centrado en sus negocios.

Ness: Bueno… -dijo sonriendo de oreja a oreja y con su orgullo impidiéndole derramar ni una lágrima-. Supongo que ha llegado el momento de despedirse.

¿Qué otra cosa podía decirle? Habían sido amantes durante el último mes y, probablemente, aquella fuese la última vez que se viesen. Iba a echarlo mucho de menos.

Ness: Si pasas alguna vez por el sudoeste de Londres y ves una casa flotante llamada Saucy Sue, sube a saludar.

Zac: ¿Así se llama tu barco?

Ness: Le puso el nombre mi hermano -respondió dolida al darse cuenta de que a Zac le daba igual que no fuesen a volverse a ver-. Adiós, Zac.

Zac: ¿No pensarás que voy a dejarte marchar tan fácilmente, no? -le dijo dedicándole una sensual sonrisa-.

Vanessa se puso a temblar al ver que le ponía la mano debajo de la barbilla y le levantaba el rostro para que lo mirase. El roce de sus labios la transportó instantáneamente al cielo y separó los labios para que Zac profundizase el beso, pero él levantó la cabeza.

Vanessa se sintió tan decepcionada que, por un momento, no pudo respirar.

Él le soltó la barbilla y retrocedió. La miró y recordó los buenos momentos que habían pasado juntos. Habían compartido una pasión electrizante, pero habían tenido mucho más que eso. Había disfrutado estando con ella, llevándola en la moto, bañándose en el mar, y habían pasado horas y horas hablando.

No había esperado que el adiós fuese tan duro, pero no tenía alternativa. La vida de Vanessa estaba en Inglaterra, donde tenía su negocio y, la de él, en Grecia.

Una aventura a distancia no tenía sentido y él no quería una relación. Apretó la mandíbula y se obligó a darse la vuelta.

Zac: Adiós, Vanessa. Y buena suerte con Wedding Vanessa.

Y entonces se marchó, andando entre la multitud con su gracia natural, destacando por la altura entre la mayoría. Vanessa lo vio alejarse, deseó que se girase y le dijese adiós por última vez, pero no lo hizo.

Ella se quedó allí un rato después de que Zac hubiese desaparecido de su vista. Siempre había sabido que lo suyo era temporal. Y era lo mejor. No podría centrarse en su trabajo si tenía una relación con Zac. Cuando estaba en su compañía, solo podía pensar en él, y si quería perseguir su sueño de ser una gran diseñadora, no podía permitir que nadie la distrajese.


Tres semanas más tarde, Vanessa miraba aturdida a su médico de cabecera.

Ness: No puedo estar embarazada -le dijo con voz temblorosa-.

**: Según la prueba, debiste de concebir hace más o menos ocho semanas -le contestó el doctor-. ¿Recuerdas haber tenido sexo sin protección por entonces?

Ness: Solo una vez -admitió a pesar de saber que era suficiente-, pero tuve el periodo después.

Recordó lo aliviada que se había sentido. Era cierto que le había durado menos de lo normal, pero no le había extrañado, se había quedado tranquila al ver que la irresponsabilidad que había cometido con Zac no había tenido consecuencias.

Había ido al médico porque su hermano había insistido al verla siempre cansada desde que había vuelto de Grecia. Vanessa no había pensado que le pasase nada. Era normal que estuviese cansada, con todo lo que estaba trabajando.

**: Algunas mujeres sangran durante los primeros meses del embarazo -le explicó el médico-, pero no es un periodo como tal y suele acabarse cuando el embarazo avanza. Y no todas las mujeres ovulan a la mitad del ciclo. Algunas lo hacen antes y otras, como debe de haber sido tu caso, después.


Dan: Se lo tienes que decir a Efron -le dijo cuando le contó la noticia-. Es el padre del bebé y tiene la obligación de ayudarte, al menos, económicamente. Además, se lo puede permitir. Tú no puedes criar al niño sola. ¿Cómo vas a trabajar teniendo que ocuparte de él? ¿Y dónde vas a vivir? Me temo que la casa flotante no sobrevivirá otro invierno. Y, en cualquier caso, no es lugar para un bebé.

Ness: No me estás contando nada que no me haya dicho yo ya al menos cien veces -replicó abrazándose como para protegerse de aquella pesadilla. Seguía sin creérselo. Estaba esperando un hijo de Zac. Era una locura, pero tal y como le había confirmado su médico, era real-. No sé qué hacer -admitió con voz temblorosa-.

No tenía ni idea de cómo reaccionaría Zac cuando le diese la noticia. Parecía haberse sentido aliviado cuando le había informado de que tenía el periodo, así que seguro que se sorprendía tanto como ella.

Dan: No tienes por qué seguir adelante, Vanessa -le dijo con cautela, evitando su mirada-. Yo te apoyaré tomes la decisión que tomes.

A ella se le hizo un nudo en la garganta. La lealtad de su hermano le importaba mucho, pero tenía que enfrentarse a la realidad. Estaba esperando un bebé.

Una vida nueva estaba creciendo en su interior y dependía completamente de ella para sobrevivir.

Ness: Si mamá hubiese terminado con su embarazo no planeado hace veinticinco años, yo no estaría aquí. No puedo hacer pagar al bebé mi error.

Dan: También es el error de Efron -le recordó-.

Ness: ¿Y si se lo cuento y acepta la responsabilidad, pero odia al niño, como John me odió a mí? -inquirió-.

Dan: Esto es distinto. John no es tu padre biológico y tu presencia le recordaba que mamá le había sido infiel. No fue culpa tuya, pero él lo pagaba contigo -murmuró-, pero tú sí estás embarazada de Efron.

Ella se preguntó cómo iba a ocultar la existencia del niño a su padre. Ella no sabía quién era su padre y siempre tendría un vacío. ¿Cómo iba a hacerle lo mismo a su bebé?

Dan: Tengo que marcharme -le dijo interrumpiendo sus pensamientos-. Estaré fuera un par de días. -Se colgó la mochila a los hombros y salió del barco. Luego, se giró a mirarla e insistió-: Tienes que decírselo a Efron.

Ness: Lo sé -respondió sabiendo que su hermano tenía razón-.

Por el bien del bebé, tenía la obligación de contarle a Zac que iba a tener un hijo suyo.

Pero encontrar el valor necesario para informar a Zac de su embarazo era otra cosa. En varias ocasiones había marcado su número de teléfono móvil, pero no había llegado a realizar la llamada. Sabía que seguía en Sudáfrica, así que decidió esperar a hacerse la primera ecografía para contárselo, de ese modo ya sabría la fecha prevista de parto.

El día que tenía cita en el hospital, tuvo que pelearse para cerrar la cremallera de un vestido que le había quedado perfecto solo unas semanas antes. Le quedaba ajustado en la zona del busto y de las caderas y al mirarse de perfil en el espejo vio que su estómago plano había empezado a redondearse. ¿No era demasiado pronto para que se le notase el embarazo? De repente, sintió pánico y los ojos se le llenaron de lágrimas. No quería que su vida cambiase de manera irrevocable y, sobre todo, no quería sacrificar su sueño de tener éxito con Wedding Vanessa.

Oyó pasos en el muelle y supo que Dan había llegado de su viaje. Se limpió las lágrimas, se puso un pendiente y juró entre dientes cuando el otro se le cayó debajo de la mesa.

**: Supongo que la descripción que un agente inmobiliario haría de una casa flotante sería «acogedora y compacta».

Vanessa estaba agachada cuando oyó aquella voz que conocía muy bien, pero que no pertenecía a su hermano. Levantó la cabeza y se dio un golpe contra la mesa.

**: ¡Dios! Ten cuidado. ¿Qué estás haciendo ahí abajo?

Unas manos fuertes la agarraron y la levantaron con cuidado.

Vanessa observó con incredulidad el bello rostro de Zac y se mareó de tal manera que tuvo que aferrarse a la mesa.

Ness: ¿Qué… qué estás haciendo aquí? -preguntó en un susurro-. ¿Te ha llamado Dan?

Zac frunció el ceño.

Zac: ¿Por qué iba a llamarme tu hermano?

Ness: No… no sé -respondió poniéndose las manos en las sienes-. No puedo pensar con claridad. Me sorprende tanto verte. ¿Por qué has venido, Zac?




Si queréis saber qué le contesta Zac, que yo lo sé XD, ¡no os perdáis el próximo capi!

¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Hohohoho!!! Que capítulo tan intenso
Dios quiero saber que pasara con zac t vanessa
Zac ya sabrá lo del embarazo? O no lo sabe
Y se molestara por que Vanesa no se lo había dicho
Hoooohh ya quiero seguir leyendo

Sube pronto por favor!!!
Saludos

Unknown dijo...

Me muero me muero!!!
Yo sabia que Ness iba a quedar embrazada...
Espero que Zac no se enoje, Ness no tiene la culpa.
Este capitulo fue toooodo!!

Sube prontooooo.

Felices Pascuas :)

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