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jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 5


Cuando Zac regresó Vanessa estaba de pie junto a su silla, con los ojos cerrados, y moviendo la cabeza de un lado a otro. No tenía que preocuparse. Aún estaba en posición ventajosa. Ella no sabía nada.

Zac la observaba mientras ella se masajeaba el hombro, los ojos aún cerrados, la boca entreabierta al tiempo que dejaba escapar un ligero gemido.

Zac se puso rígido en el asiento repentinamente incómodo. Apretó los dientes y retiró la vista para no verse obligado a salir de nuevo del comedor para sofocar los pensamientos.

Zac: ¿Qué me he perdido? -preguntó excluyendo a Vanessa de la pregunta a propósito-.

Pero Vanessa había dejado ya de masajearse y Zac seguía tentado de mirar. Se había percatado de todas y cada una de las sinuosas curvas que habían recorrido las manos femeninas en su lento viaje desde la cadera hasta el hombro.

«Detente. Estás imaginando cosas pero es por el cansancio. ¿Tal vez sea el jet lag?».

Ash: Hora del postre -dijo con voz alegre-.

Zac miró entonces a los otros acompañantes de la cena. Por un momento se había olvidado de los dos.

Zac tuvo que concentrarse mucho para prestar atención a Ashley mientras hablaba de sus planes para el bebé y no mirar a Vanessa mientras se movía por la mesa retirando los platos sucios. Pero su determinación flojeó cuando notó que se acercaba a su silla por detrás y se rompió definitivamente cuando se inclinó para retirar su plato no sin antes exhalar un cálido suspiro junto a su oreja. Le costó mucho mantener el gesto mientras una violenta sacudida invadía su rígido cuerpo.

Y entonces, justo antes de desaparecer en la cocina, Vanessa se volvió hacia él y le regaló una ardiente mirada y un guiño de ojos.

En cinco minutos había pasado de ser una mujer a ser una ardiente sirena. Y, a pesar suyo, lo había hechizado. Tras la tímida fachada se ocultaba una tigresa dispuesta a saltar. Y prometía ser muy divertido sacarla de su jaula. Zac parpadeó varias veces y se encontró con Scott que estaba rojo de tanto reír y con Ashley que se enjugaba las lágrimas de los ojos. Y de pronto se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Scott: Lo sabe -admitió-. Pero pelearme contigo no es nada comparado con los gritos furiosos de estas dos juntas.

Ash: Entonces, ¿crees que vas a pedirle matrimonio ahora o después del postre?

Desde la cocina, Vanessa escuchaba las risas del comedor. Ya se dirigía hacia allí para terminar de quitar la mesa cuando la puerta de la cocina se abrió y tras ella apareció Zac con los cubiertos en la mano.

Ness: Ah -exclamó retrocediendo un paso inquieta ante la presencia abrumadora del hombre en la pequeña cocina. Éste se inclinó hacia donde estaba ella para dejar los cubiertos en el fregadero y rozó con la manga el brazo de Vanessa. La sensación fue eléctrica-. No me importa recoger. Vuelve a la mesa -le dijo haciendo una señal con la mano y retrocedió dos pasos más. Deseaba quedarse sola-.

Zac: De hecho, he venido a hablar contigo. Los cubiertos solo son la excusa.

Ness: Ah -exclamó de nuevo-.

Zac: Una gran actuación la de antes.

Ness: La tuya tampoco estuvo mal -contestó ruborizándose-.

Zac: Aunque no creo que pudiera superar lo que has hecho antes, al menos no con público -añadió en voz baja pero asegurándose que sus palabras inundaban el cuerpo de Vanessa-. Entonces ¿quedamos empatados? -preguntó ofreciéndole la mano en gesto amistoso. Vanessa se quedó mirando unos segundos antes de estrechar la mano. Cuando por fin el contacto cesó se pasó la mano por el cuello-. Y también quería pedirte disculpas por lo del otro día en la calle. -Vanessa se detuvo en seco-. No suelo comportarme así -continuó-. Y aunque estaba bajo los efectos del jet lag no es excusa para haberte hablado como lo hice.

Se detuvo y Vanessa se dio cuenta de que estaba esperando a que ella dijera algo.

Ness: No le habrás dicho eso a Scott, ¿verdad? -consiguió decir-. Quiero decir que no le habrás dicho que nos conocimos así.

Zac: No recuerdo haberlo hecho.

Ness: Entonces no lo hagas, por favor. Por razones que no son relevantes aquí y ahora preferiría que nuestro primer encuentro permaneciera como nuestro secreto.

Zac: Claro. -Vanessa parpadeó. Creía que le iba a costar más. Según su teoría se suponía que aquel hombre debía ser inflexible y obstinado-. Y otra cosa más, un consejo -añadió-, haz las cosas tú misma. ¿Te importaría decirme por qué crees que necesitas a Scott para que te encuentre marido? -preguntó desde su metro setenta y ocho de estatura haciendo que Vanessa tuviera que levantar la vista para mirarlo-.

Ness: Ah -dijo por tercera vez en varios minutos, ruborizada de pies a cabeza-. ¿No crees que eso es algo personal?

Zac: ¿Personal? -rió-. Antes de las siete de esta tarde habrías estado dispuesta a casarte conmigo.

Ness: No me lo recuerdes, por favor -contestó apresurándose a cubrirse las ardientes mejillas con las manos-.

Y de pronto, Zac levantó una mano y tomó con sus dedos un mechón de pelo de Vanessa que se había escapado de su peinado y lo colocó tras la oreja y a continuación posó un dedo en la mejilla de Vanessa.

El sonido de una silla del comedor sacó a Vanessa del sueño y se giró rápidamente sobre la encimera donde había colocado antes los platos de postre. Zac se aclaró la garganta y salió de la cocina sin decir más.

Vanessa notó que le temblaban las manos y tuvo que dejar los platos sobre la encimera de nuevo para tomar aire.

Ness: Es el enemigo, recuérdalo -dijo en voz alta-. El anti-marido. Lo pusieron sobre la tierra para probarte. Si consigues resistir podrás conseguir lo que quieras.


Horas más tarde Vanessa ayudó a Ashley a subir a la habitación y dejó a los dos amigos despidiéndose.

Ash: Es encantador, Vanessa.

Ness: Pues claro. Si no tú no te hubieras casado con él.

Ash: Me refería a Zac, y lo sabes.

Ness: Bueno, el jurado aún está deliberando -no pensaba que encantador fuera la palabra más adecuada para describirlo-.

Ash: Prométeme que le darás una oportunidad.

Ness: Claro, cielo, por ti, cualquier cosa.

«Ni lo sueñes».

Ash: Buenas noches.

Vanessa besó a su amiga en la mejilla y bajó. Escuchó a los dos hombres hablando al pie de la escalera. Se detuvo a medio camino, el corazón acelerado, temerosa de que pudieran oír los latidos.

Scott: Dale una oportunidad.

Oyó que decía Scott. El comentario la hizo sonreír al recordarle lo parecidos que eran Ashley y Scott pero la sonrisa se esfumó al oír la respuesta de Zac.

Zac: Dame un respiro, Scott, solo hace dos días que he vuelto y aún no tengo ni siquiera asistenta. Además, no tengo ni idea del tiempo que voy a quedarme esta vez y ya sabes lo que opino del matrimonio. ¿En qué estabas pensando?

¡Allí estaba la prueba! En el mismo instante en que chocaron en la calle Vanessa lo había visto. Había sentido que aquel hombre era el ejemplo del hombre inaccesible, la antítesis del compromiso que representaba Scott. Su teoría seguía cumpliéndose.

Zac: A menos claro que se le dé bien limpiar el polvo...

Scott: Me parece que eso no será posible. Nuestra Vanessa es como una princesa.

Scott siempre bromeaba con que ella no diferenciaba entre una fregona y un cepillo de barrer, pero no era necesario que se lo fuera contando a un extraño. Estaba claro que su idea había sido un fracaso. Bueno, ya le diría después lo que tenía que decir de ella a los posibles candidatos. Y con la idea en la cabeza continuó bajando la escalera haciendo ruido para asegurarse de que se percataran de su presencia.

Ness: Gracias por esta fantástica velada, Scott -dijo al llegar a ellos-.

Zac la ayudó a ponerse el abrigo y después ella se puso la bufanda y sacó los guantes mirando a Scott con cara de pocos amigos. Había dejado de llover pero el suelo estaba muy húmedo y Vanessa no tuvo más remedio que aceptar el brazo de Zac para no resbalar.

Ness: Gracias -le dijo al llegar a su coche-.

Zac: Un placer -dijo metiendo las manos en los bolsillos-.

Zac y Vanessa: Oye -dijeron a la vez y Zac hizo un gesto para que Vanessa hablara primero-.

Ness: No es muy probable que vayamos a encontrarnos muy a menudo, así que creo que es mejor fingir que no nos conocemos.

Zac: Sí, no hay problema.

Vanessa había esperado un poco más de lucha, un «si tú lo dices» o al menos «si insistes», pero solo dijo que no había problema. Se preguntó si era una mujer tan fácil de olvidar.

Ness: No importa lo que te haya dicho Scott, y no es que me importe tu opinión, pero no soy una princesa -se sentía muy molesta por la actitud del hombre-.

Zac se rió con ganas del comentario y Vanessa se quedó muy sorprendida y silenciosa.

Zac: ¿Así que has estado escuchando? -consiguió preguntar finalmente con los ojos brillantes de alegría-.

Ness: Alto y claro. Y creo que Scott se equivoca tremendamente por no hablar de lo grosero que me ha parecido bromear con mi persona.

Zac: ¿Has terminado?

Ness: Bueno, sí, solo pensé que sería mejor... -contestó más sorprendida aún-.

Zac se inclinó hacia ella y le dio un beso en los labios abiertos para hacerla callar.

El inesperado ataque de ternura la invadió inmediatamente. Obedeciendo un impulso Vanessa cerró los ojos y ladeó ligeramente la cabeza pero fue suficiente. Zac se percató del movimiento y se acercó más a ella para explorar en detalle la tibieza despertada entre ambos y lo que había comenzado como una amistosa manera de cerrar una velada se convirtió en algo diferente. Era delicado. Profundo. Amoroso.

Tras unos segundos del dulce intercambio se separaron. Vanessa tuvo que esforzarse para guardar el equilibrio. Se balanceó ligeramente hacia delante y se mordió el labio inconscientemente.

Zac: Creo que es hora de tomar caminos separados. Tú y yo ya hemos creado demasiadas situaciones contradictorias por una noche.

Ness: Buenas noches, Zac -susurró con voz algo temblorosa-.

Zac: Buenas noches, Vanessa -sus ojos decían algo más-.

Dejó escapar un suspiro entrecortado y girando sobre sus talones se marchó.

Vanessa tomó aire y disfrutó del olor a hierba mojada tras la lluvia. Abrió la puerta del coche pero antes de entrar giró la cabeza y vio que se acercaba a ella de nuevo. Se apoyó en el coche preguntándose con qué la sorprendería.

Zac: Tengo que decir que eres una mujer intrigante, vivaz y muy guapa. Seguro que ya lo sabes.

Y diciendo esto se giró y desapareció en la niebla de la noche.




¡Beso! Por fin el primero y espero que no sea el último.
Bueno, al final la cena ha terminado más o menos bien XD. A pesar de eso, me da que alguien terminará mal parado v.v ¿Adivináis quien? XD

Gracias por comentarme. Y perdón por poner al Butler XD. No lo veréis mucho. Pero si tengo ocasión de dejarlo mal, sí que lo pongo XD. Es un pringado. No sé cuando abrirá Vanessa los ojos. Esperemos que pronto XD.

Por cierto Liseth, que te has debido de confundir porque no tengo ninguna novela que se llame "Say Ok". Así que es lógico que no la haya terminado, porque no es mía XD.

¡Comentad!
Bye!
Kisses!


P.D.: Hoy a no sé que hora nuevo capi en mi otra nove.


miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 4


La puerta se abrió y Zac se encontró frente a una petrificada Vanessa, con los ojos como platos y la boca entreabierta.

En un primer momento no se le ocurrió otra cosa que sonreír ampliamente, al tiempo que una sensación cálida le invadía la boca del estómago, como siempre que la veía. Pero a continuación recordó la revelación que le había hecho Scott. Echó a un lado las flores que había traído para Ashley y miró con atención a Vanessa y a Scott y su gesto de disculpa: acababa de meterse en una cita a ciegas.

Scott: Mira, Vanessa, flores -dijo tomando el ramo que sostenía Zac y dándoselo precipitadamente a la mujer-. Ve y ponlas en agua.

Zac se quitó el abrigo, se sacudió del pelo los restos de agua y le puso el brazo sobre los hombros a su amigo en un gesto de amistad.

Zac: ¿Es esto lo que creo que es?

Scott: Lo siento, tío. Pero sabía que ninguno de los dos accederíais a venir de haber sabido que el otro también estaría aquí.

Zac: Y estabas en lo cierto.

Scott: Si vas a quedarte en la ciudad un tiempo es posible que os mováis en los mismos círculos así que no os vendrá mal que os conozcáis.

Zac: Parece justo, pero si eso es todo, ¿por qué actúa como una momia viviente?

Scott: A veces Vanessa me obliga a hacer cosas, y esto es un ejemplo de lo que ha conseguido: justo un momento antes de abrir la puerta le dije que... -se interrumpió un momento mientras echaba miradas furtivas a la puerta cerrada de la cocina. Zac le apretó el hombro en un gesto de confianza animándolo a continuar-. Le dije que tú sabías que estaba buscando marido y que por eso habías venido a cenar -continuó-.

Zac: ¿Que hiciste qué? -dijo retirando el brazo del hombro de su amigo y retrocedió un paso como intentando distanciarse físicamente-.

Scott: Escucha, Ashley saldrá en cualquier momento y no le conviene alterarse en su estado, y creo que emprenderla a golpes conmigo o decirle a Ashley lo que he hecho la excitaría considerablemente. Te pido que te quedes y disfrutes de la cena. Todo habrá terminado en un par de horas.

Zac: Me quedaré -dijo con los dientes apretados-, por Ashley.

Scott: Por supuesto. Una cosa más.

Zac: ¿Qué más?

Scott: Resulta que Vanessa no sabe que eres Zac Efron de Efron Holdings y eso es bueno porque no le gustó nada lo del combate de boxeo y no piensa muy bien de él. Bueno, de ti.

Zac pestañeó lentamente. Su cerebro no paraba de trabajar. Nunca había rechazado un reto...

Zac: Así es que tu Vanessa no piensa muy bien de mí pero piensa que he venido aquí por ella...

Scott: Sí. ¿Y?

Zac sabía que Scott estaba preocupado. Bien.

Zac: Bueno, no creo que tengas derecho a preguntarme en estos momentos, amigo mío. No la emprenderé a golpes contigo ni te gritaré siempre y cuando esta noche me sigas la corriente en todo lo que diga. ¿Trato hecho?

Scott miró hacia la puerta cerrada de la cocina.

Scott: Vale, trato hecho.

Zac dio una palmada a Scott en la espalda y sonrió a su amigo pero esta vez fue una sonrisa llena de buen humor.


Vanessa se tomó su tiempo en servir la comida y evitar así unos minutos de conversación. Ashley acababa de contar lo de las clases de guitarra a las que estaba asistiendo para aprender canciones para el bebé y en ese momento Zac anunció que su hermana pequeña acababa de prometerse.

Ash: Entonces, ésa es la razón de que hayas vuelto. Sabía que tenía que ser algo más que la tentación de comer mi cordero asado. ¿Conoces ya al novio?

Zac: Sí. Lo conocí el domingo. Es un buen tipo. Es su segundo matrimonio.

Ash: ¿Está divorciado?

Zac: Viudo.

Ash: Pobrecillo. ¿Y es mayor que Miley entonces?

Zac: Bastante.

Ash: No me sorprende, en realidad -dijo y empezó a frotarse las sienes-. Déjame adivinar: conociendo a Miley, apuesto a que su profesión tiene algo que ver con el cuidado a los demás. Es... ¿veterinario?

Zac: Enfermero.

Ash: Es perfecto -dijo sonriendo-.

Zac: Se necesita a alguien con ese temperamento para cuidar de nuestra Miley.

Ash: ¡Cómo lo sabes!

Scott: Sin comentarios.

Zac: De todos modos, me alegro por él. Supongo que a algunas personas les gusta lo del matrimonio.

Vanessa dejó de masticar y se quedó con el tenedor en el aire. No podía creer que aquel hombre hubiera dicho lo que acababa de oír.

Scott tosió y ella tenía la esperanza de que fuera porque se le hubiera atragantado una patata. El rostro de Ashley era pura inocencia. Tal vez Vanessa hubiera entendido mal y Zac solo estuviera hablando de su hermana y no de ella.

Zac: Vanessa, ¿podrías pasarme el brécol? -preguntó a continuación-.

Vanessa dio un respingo en su asiento al oír su nombre. Sintió los nervios tensos como las cuerdas de una guitarra. Mientras le pasaba la fuente miró al hombre que estaba frente a ella. Éste sonrió y sus perfectos hoyuelos aparecieron.

«Es el anti-marido, no lo olvides; distante e indiferente, y sus preciosos hoyuelos son... irrelevantes».

Ash: Vanessa ha preparado la verdura, Zac. Cuece la verdura como nadie.

Vanessa retiró la vista cuando el hombre se hubo servido y entonces miró a Ashley con una sonrisa agria.

Zac: De todos modos -comenzó a decir-, Miley y Will se conocen desde hace solo seis meses y llevan comprometidos una semana y ya están hablando de hijos.

Ash: Pero eso es maravilloso.

Zac: Yo estoy a favor de los compromisos cortos. Si ha encontrado a alguien afín a ella, que espera lo mismo de la vida, me parece lo más acertado.

Vanessa no podía creer que estuviera hablando en serio. Ella tenía sus razones para embarcarse en la búsqueda de marido pero entonces ¿por qué había acudido aquel hombre distante a una cita a ciegas con una mujer en busca de marido? No tenía sentido y lo que era peor, confirmaba una vez más su teoría.

¿Y quién demonios era aquel tipo? Scott se había preocupado de no decirle nada. Si Efron Holdings contaba con él sería porque le resultaría valioso por algún motivo.

Para terminar de rematar las cosas cabía la posibilidad de que la reconociera en cualquier momento y dejara caer que él había sido el hombre con quien se había chocado en la calle, el hombre por el que Ashley sabía que había comenzado aquella cruzada. Si Ashley se enteraba la volvería loca con sus historias sobre la predestinación.

Zac: Yo quiero tener hijos. Por lo menos ocho. No, once, un equipo de fútbol, así es que creo que tendría que empezar cuanto antes.

Vanessa apenas si pudo contener el gemido. Dejó caer el cubierto incapaz de dar otro bocado.

Ash: ¿Y tienes en mente a alguien para que te ayude en tus planes para ese equipo de fútbol? -dijo mirando a Vanessa antes-.

Esta le echó a su amiga una mirada feroz pero aquella rehusó mirarla.

Zac: Todavía no -dijo pinchando un trozo de brécol y observándolo con dedicación-, pero tendría que ser buena cocinera. Aunque espero que no le guste comer tanto que descuide su figura después del nacimiento de los niños.

«¿Pero qué dice este tipo?».

Zac tenía que esforzarse mucho para no reírse. Scott se cubría la cara con las manos y Ashley tenía los ojos abiertos desmesuradamente y la pobre Vanessa deseaba que se la tragara la tierra.

Zac: Scott y yo estuvimos hablando el otro día, ¿verdad, Scott? -dijo como si nada y crujió los nudillos. Tenía a Scott entre la espada y la pared-.

Scott: Siempre, tío. Apenas trabajamos, solo hablamos de los niños -sonrió apenado y asintió-.

Pero Zac no había terminado aún.

Zac: A mí me gustan las morenas. Si tuviera que casarme con una rubia le pediría que se tiñera el pelo. Y estoy seguro de que lo haría si me amara de verdad, ¿no creéis? -Zac se regocijó de placer en el silencio de ultratumba que había despertado con su último comentario. Les había dado su merecido- ¿Y qué me dices de ti, Vanessa?

Ness. ¿Cómo dices? -dijo sobresaltada-.

Zac: ¿Cuántos hijos te gustaría tener?

Vanessa miró a sus amigos en busca de apoyo moral pero no halló ninguno porque ambos estaban mirando hacia otro lado.

Ness: ¿Niños? No he pensado en ello, a decir verdad.

Zac: ¿No? Me sorprende.

Ness: ¿Qué te sorprende? -preguntó aclarándose la garganta-.

Zac: ¿Acaso no piensan en ello todas las mujeres? El número que desean y hasta el nombre.

Ness: Supongo que sí -admitió deseando desaparecer de allí-.

Zac: ¿Y tampoco tienes una idea exacta del hombre con el que te gustaría casarte?

Y tras el golpe, su sonrisa de oreja a oreja. Unos dientes brillantes, unos hoyuelos encantadores y todo aquel carisma que haría tambalear a la más determinada.

Vanessa tragó con dificultad. Fruncía el ceño con tal fuerza que le estaba dando dolor de cabeza. Sentía el calor en las mejillas y en el cuello pero no tenía ni idea de cómo salir ilesa de aquella pesadilla.

Entonces Zac también frunció el ceño y la miró con sus ojos brillantes. Parecía estar buscando en el interior de su alma y Vanessa tuvo la seguridad de que los difíciles ojos azules parecieron suavizarse y pedirle disculpas. Y por muy imposible que le pudiera parecer sintió que las rodillas le temblaban.

Zac pensó que ya había hecho suficiente. Había dejado claro su punto de vista. Después de semejante actuación, Ashley y Scott no se atreverían a engañarlo con otra cita a ciegas. Y como ya les había dado su lección decidió que ya era hora de disfrutar de la velada.

Zac: ¿Y tú qué dices, Ashley? ¿Creíste alguna vez que terminarías con el dulce y tramposo Scott?

Ashley comenzó a relatar entonces todo tipo de historias relacionadas con sus amores adolescentes y Zac se percató de que Vanessa se relajaba. El color volvía a sus mejillas y se dio cuenta de nuevo de lo guapa que era, justo el tipo de mujer que a él le gustaba: no demasiado alta pero con una grácil figura, llena de curvas y muy vivaz. Su lustrosa melena de color oscuro lo atraía enormemente. Nunca le habían gustado mucho las mujeres rubias. Sintió un deseo casi irrefrenable de quitarle las orquillas e introducir los dedos en la mata sedosa.

Ash: ¿No te acuerdas de Austin Butler, Vanessa? -preguntó despertando a Zac del ensueño en el que se encontraba-.

Vanessa se rió. Era un sonido muy agradable.

Ness: Era asqueroso, Ashley -dijo haciendo una mueca de desagrado-.

Ash: No lo era. Era encantador.

Ness: Era bajo y nunca se lavaba el pelo. Nunca comprendí qué pudiste ver en él.

Ash: Que no fuera un chico alto, moreno y guapo como todos los chicos de los que tú te enamorabas perdidamente no significa que no pudiera resultarle atractivo a otras chicas, por ejemplo a mí. Y besaba muy bien.

Vanessa miró a Zac de reojo. Una mirada que era pura atracción. Ya le había aplastado el ego suficiente al no mostrar ningún interés por su trabajo así que solo lo miraba para ver qué podía ver de positivo en él para equilibrarlo.

Scott: Eh -gruñó fingiendo que le había herido-. ¿Es que no ves que tu marido y padre de tu futuro hijo está sentado a tu lado escuchándote hablar de tus experiencias amorosas juveniles en las que él no aparece?

Ash: Sí, cariño pero tienes que recordar que entre todos ellos te elegí a ti.

Scott: Muy cierto -dijo mirando a su mujer con adoración-.

Entre las risas generales Zac le echó una alegre mirada a Vanessa y vio que ésta tenía la barbilla apoyada en la mano mientras observaba a sus amigos con una sonrisa de enorme felicidad. Tenía una expresión tan tierna y luminosa... En ese momento creyó comprenderla. No parecía tan extraño desear lo que aquella pareja tenía.

Zac sintió un súbito peso en el pecho. No era buen síntoma. Tenía que salir de allí.

Zac: Perdón. Tengo que ir a empolvarme la nariz.

Ash: ¿Qué demonios le pasa esta noche, Scott? -preguntó en cuanto Zac hubo desaparecido-. Con tanto hablar de niños y de morenas no me parecía el Zac Efron de siempre.

Ness: ¿Efron? -preguntó con un hilo de voz pero deseando gritar-. ¿Es Zac Efron? ¿Igual que tu jefe, David? ¿Igual que Efron Holdings?

Scott: Ah, sí. El mismo.

Ness. ¿Y qué demonios está haciendo aquí? Me dijiste que vivía en... Nueva Orleáns o algo así.

«Además, se suponía que tenía que ser calvo y con barriga y no exactamente lo contrario».

Scott: Y era cierto. Pero sin decir nada a nadie regresó a Melbourne hace un par de días.

Aquella mañana, solo en una esquina, lleno de equipaje, y un acento distinto. Vanessa enterró la cara entre las manos.

Ness: Eso significa que le conté lo poco que me gustaba su idea de las peleas de boxeo, sin saber en ese momento que era su idea, y después lo acusé de meterse en el cuarto de baño equivocado sin darme cuenta de que era en realidad su cuarto de baño. ¿Es de verdad Zac Efron? -repitió. Scott encogió los hombros y sonrió apenado-. ¿Y sabiéndolo has organizado esta cena y le has dicho que estoy buscando marido y que él era el número uno de la lista? -dijo mirando a Scott furiosa-.

Ash: ¿Has hecho todo eso? -preguntó mirando a su marido-.

Scott: Vale, chicas, vosotras me metisteis en este ridículo plan -contestó levantando las palmas de las manos en señal de rendición-. Entonces te invité a una «reunión» llena de hombres de verdad y tú decidiste meterte en el baño toda la noche. Después elijo al hombre más apropiado de todos los que conozco, lo invito a cenar pero tú me atacas -le dijo a Vanessa-.

Ness: Pero tú le dijiste...

Scott: La verdad, Vanessa. Pero eso suponía preguntarme si mis dos mejores amigos no se enfadarían conmigo.

Ash: Eso es muy tierno. Vanessa, tienes que perdonar a Scott. -Vanessa pareció calmarse y Ashley se rió-. Entonces el pobre Zac piensa que estás loca por él. Ahora me explico por qué se ha estado comportando de una forma tan extraña.

Scott: Bueno, en realidad, él lo sabe todo y os ha estado tomando el pelo toda la noche.

Ash: ¡Ah! -exclamó alegre-. Ése es el Zac Efron de siempre.

Pero a Vanessa aquello no le hacía gracia. Estaba pensando y planeando. Y a juzgar por el brillo en los ojos de Zac parecía que estaba disfrutando. Bien, si lo que le gustaba era jugar...




Vale, Zac se ha pasado siete pueblos. ¡Un equipo de fútbol! No jodas XD.
Si Vanessa hubiera estado bebiendo en ese momento, habría escupido todo XD.
¿A qué ha sido diver?XD Pues espérate, que ahora le toca pasárselo bien a Vanessa XD.

Ah, y Lau, respecto a lo de las noves en Facebook, te diré que ¡NO! Además de que estoy en contra de que existan tantas redes "sociales", pienso que Facbook no lo hicieron para que se utilizara como espacio para publicar novelas. Como tú bien has dicho, para eso está Blogger. Y aunque haya más lectoras en Facebook, eso no es un impedimento para que no puedan leer, si quieren, las novelas que publico. Si en Google, por ejemplo, pones "novelas zanessa" seguro que sale mi blog entre otros. O incluso si pones el título de alguna novela que haya publicado, puede que te salga mi blog. Y aparte, intenté leer una novela Zanessa en Facebook y no fui capaz. No es porque la novela fuera mala, pero que como que no me sentí cómoda leyendo ahí. No parecía que estuviera leyendo una novela. Igual pasa con Fotolog. También hay personas que publican ahí novelas y yo no he sido capaz nunca de leer ahí una novela. No es cómodo. Definitivamente me quedo con Blooger. Y menuda parrafada te he soltado XD. Bueno esa es mi opinión. Gracias por comentarme tanto siempre.

¡Gracias por los coments! ¡A ver si veo más!
Bye!
Kisses!


lunes, 28 de enero de 2013

Capítulo 3


Zac Efron entró en el despacho del director general a primera hora del lunes. Desde el sábado algo había estado dándole vueltas en la cabeza. Sin dudarlo, Scott se levantó de su escritorio y lo rodeó para acercarse y abrazar a su viejo amigo. Le dio unos golpecitos en la espalda como para asegurarse de que no se lo estaba imaginando.

Scott: Aún no puedo creer que hayas vuelto. Y menuda entrada. Entraste pavoneándote en la pelea de la otra noche, con toda la calma del mundo, como si nunca te hubieras ido. ¿Efectos del jet lag otra vez?

Zac: Bastante. Había olvidado lo frío y seco que es el aire de Melbourne. Te golpea en cuanto bajas del avión. Pero no me importa, nunca me acostumbré del todo a la humedad de Nueva Orleáns.

Scott: Bien, eso significa que en el corazón sigues siendo australiano de Melbourne.

Zac: O tal vez signifique que tenga que probar con San Francisco la próxima vez -contestó encogiendo los hombros y sentándose en el sillón de cuero que había junto al escritorio de Scott-. Conocí a tu cita la otra noche en la pelea.

Scott: Así que has conocido a la segunda mujer de mi vida -dijo con una amplia sonrisa-.

Zac miró a Scott con los ojos entreabiertos pensando en sus palabras, y en ese momento Scott rompió a reír.

Scott: No me mires así, David. Es la mejor amiga de Ashley. Mi pobre esposa apenas puede subir las escaleras, mucho menos aguantar una función como la de la otra noche en un club nocturno, así que llevé a Vanessa.

Zac: ¿Y cómo es? -se sentía infinitamente aliviado-.

Scott: Ya la conoces. Es bajita, rubia, embarazada -dijo buscando su cartera-. Puedo enseñarte una foto.

Zac: Me refería a Vanessa, y lo sabes.

Scott: Ah, Vanessa -se guardó la cartera-.

Zac: ¿Os lleváis bien?

Scott: Tanto que me ha metido en un lío para que le encuentre al hombre perfecto.

Zac: ¿De veras? -preguntó sorprendido-.

No le había parecido el tipo de mujer que necesitara una cita ciegas, pero ya que él estaba en la ciudad...

Scott: No solo un hombre -continuó sacudiendo la cabeza y sonriendo comprensivo-, sino un marido.

Una cita a ciegas era una cosa... No hacía más que un par de días que había regresado y ya se había cruzado dos veces con la misma mujer, y las dos veces había quedado profundamente impresionado. Pero acababa de encontrar el bálsamo para aquella quemazón: buscaba marido. De pronto, San Francisco le parecía la mejor idea.

Scott: No está mal, ¿no crees? -preguntó con un brillo en los ojos-.

Zac: Sí -contestó, si eso era todo lo que se le ocurría para describir unos increíbles ojos marrones y unas piernas kilométricas-.

Scott: ¿te dijo si le había gustado la pelea?

Zac: Nos conocimos justo antes de que empezara, en realidad, pero eso no le impidió decir lo que pensaba, nada bueno por cierto, de la pelea y de mi empresa en general.

Scott: Muy típico de Vanessa. ¿Te... presentaste? -parecía buscar las palabras con cuidado-. ¿Sabía quién eras cuando habló contigo?

Zac: Debía saberlo -dijo pensando en el gesto reconocimiento de Vanessa-. ¿Importa acaso?

Scott: Supongo que no. -Zac se puso de pie y Scott lo acompañó hasta la puerta-. ¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Te apetece cenar cordero asado? Hace años que Ashley no te ve y le encantaría que le contaras novedades.

Aunque tenía un montón de trabajo pendiente pensó que una cena en la grata compañía de sus amigos no sería ningún problema y no podía rechazarlo.

Zac: ¿A qué hora?

Scott: ¿Hacia las siete?

Zac: A propósito, yo nunca ando pavoneándome -dijo desde la puerta del despacho de Scott-.


Ness: Fue horrible -se quejaba doblada con la cabeza sobre las rodillas-.

Ash: Scott te la ha jugado -dijo estirándose también bajo la atenta mirada de su instructor de yoga-.

Ness: Claro que lo ha hecho. Es un hombre y me ha demostrado ser un neandertal.

Ash: Te prometo que si me hubiera dicho que era ese tipo de fiesta nunca le habría sugerido que te llevara con él. Le conté algunas cosas de tu padre pero no lo suficiente.

Ashley le puso una mano en el brazo a Vanessa y ésta sacudió el brazo aunque al momento se arrepintió de haberlo hecho. Hacía tiempo que había enterrado aquellos recuerdos y sabía que no era para tanto.

Ness: Scott piensa que ese Efron es un tipo «inspirado» -continuó con media voz-. Y a mí me parece que piensa al revés. Si quiere que sus empleados se relajen en uno de sus establecimientos, ¿por qué no monta un balneario y los envía allí? ¡Yo podría organizar una fiesta mejor que él medio dormida y con una mano atada a la espalda!

Ash: O con la cabeza entre las rodillas, es evidente. -Vanessa sonrió a su amiga desde aquella posición-. ¿Entonces conociste a alguien encantador?

Ness: No -dijo recordando al instante los brillantes ojos azules. Además, no era encantador. Era su enemigo-.

Ash: No me sorprende. ¿Puedo preguntarte cómo pensabas conocer a alguien en la «sala común» de paso hacia los lavabos?

Ness: Para entonces lo único que deseaba era encontrar un lugar donde esconderme de aquella brutalidad.

Ash: No sería una bonita historia que contar a tus nietos: «Nos conocimos de camino a los lavabos...».

Ness: ¿Para qué? -suspiró mientras se estiraba para tocarse la punta de los dedos de los pies-. No encontraré marido, no tendré nietos a los que contar historias.

Ash: Bueno, si ésta es tu actitud será mejor que cancele tu cita para cenar esta noche.

Ness: ¿Cenar? -se levantó tan deprisa que tuvo que sujetarse para no perder el equilibrio-.

Ashley se levantó más despacio y se dirigió hacia el rincón donde había dejado la ropa. Vanessa la siguió.

Ash: Para resarcirte por lo de la pelea, Scott te ha organizado una cena con uno de sus compañeros esta noche en casa. Esperaba que los dos os conocierais, os enamorarais y os casarais. Pero si no te interesa...

Nss: Claro que me interesa. ¿Lo conoces? ¿Es simpático? ¿Inteligente? ¿Qué hace? No, no me lo digas. No quiero saberlo. ¿Es guapo?

Ash: Ven a casa a las seis y media y lo sabrás.

Ness: Sí, sí, sí. De acuerdo -le dio a Ashley un abrazo-. Sois tan buenos conmigo.

Ash: ¿Incluso Scott? Hace un momento era un neandertal.

Ness: ¿Scott un neandertal? Nunca. Es el hombre más maravilloso del mundo.

Ashley asintió, contenta.


A punto de dar las siete, Ashley gritó a Scott que llevara a Vanessa al salón y la retuviera allí. Vanessa se sentó en el salón y se removió inquieta hasta quedarse en una posición. Se mordisqueaba las uñas perfectamente arregladas y no dejaba de subir y bajar la pierna.

De pronto, empezaron a oír un rítmico golpeteo sobre el tejado. Vanessa miró la lluvia caer formando artísticos regueros en los cristales.

Ness: ¿Scott?

Scott: Sí, Vanessa.

Conocía ese tono. Scott estaba sentado y se pasaba los dedos por el cuello.

Ness: ¿Qué es lo que sabe de mí?

Scott: ¿Estás segura de que quieres saberlo? ¿Estás segura de que no vas a interrumpirme en cuanto empiece a hablar?

Ness: Estoy segura. Dímelo. No lo puedo soportar. Necesito saber algo.

Scott: De acuerdo. Le he dicho que eres muy guapa.

Ness: ¿Le dijiste que soy guapa? Qué dulce eres.

Scott: Le dije que Ashley y tú sois amigas desde hace mucho....

Ness: ¿Conoce a Ashley tanto como para que le dijeras que somos amigas? -dio un grito y miró el pequeño músculo que se activaba en el pómulo de Scott. No había forma de controlarla-. Tal vez debería saber quién es. No, no puedo. ¿A Ashley le gusta? ¿Qué más le dijiste? -Las luces de un coche atravesaron los cristales y de pronto se apagaron. Vanessa tragó con dificultad al oír que el ruido del motor se apagaba. Acababa de llegar-. No puedo hacerlo -suspiró-. Ayúdame.

Scott se puso de pie y se acercó a ella. La tomó de la mano y la retuvo.

Scott: ¿Quieres saber qué más le dije? -La empujó hacia la puerta. Vanessa sabía que le había obligado a hacerlo, y sonrió pidiendo disculpas-. No creo que quieras saberlo. -Pero era demasiado tarde. El timbre sonó y justo antes de que Scott abriera la puerta le susurró en el oído-: Le dije que estabas buscando marido y que él era el candidato perfecto.




¡Adiós!
¡Ya la hemos liado! Ahora sí que la hemos liado.
El tipo al que Scott ha invitado para que conozca a Vanessa no es precisamente el más adecuado para el matrimonio teniendo en cuenta de cada vez que oye esa palabra le dan ganas de abandonar el país.
Dios, mataría por estar presente en esa cena XD. Pero de momento nos tendremos que conformar con leerlo XD.
El siguiente capi es en mi opinión el más divertido. Comentadme mucho para que lo ponga pronto. Porque os aseguro que os va a encantar.

Bye!
Kisses!


viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 2


Así que a la noche siguiente Vanessa entraba del brazo del marido de su mejor amiga en el club Fun & Games. Vestida para matar con un vestido de seda negro, ceñido, sin tirantes y con una vertiginosa abertura lateral.

Ness: ¿Has pensado en alguien especial para mí esta noche? -le preguntó a Scott en voz alta, para hacerse oír por encima de la música-.

Scott: De hecho, puse tu foto en la pared del cuarto de baño con una nota que decía que estarías aquí esta noche. Así podrían venir ellos a ti directamente.

Ness: No es gracioso -dijo pellizcando a Scott en el brazo-. ¿Por qué se celebra la fiesta aquí?

Scott: Es uno de nuestros clubes. Una idea de David. Celebramos este tipo de eventos en clubes de nuestra propiedad que disponen de salas de conferencias y así sacamos doble beneficio.

Ness: Ingenioso. Es una pena que el holding de empresas Efron organice todos estos eventos de forma interna. Podría hacer maravillas con el presupuesto que debéis tener disponible. ¿Vendrá tu jefe esta noche?

Scott: ¿David? Lo siento, Vanessa, puedes tacharlo de tu lista. Lleva varios años dirigiendo las operaciones internacionales desde Nueva Orleáns.

Ness: Apuesto a que él sí que es alto, rubio y guapo -dijo poniendo pucheros, lo que hizo que Scott sonriera-.

Lo más probable era que su jefe fuera un hombre casado, adicto al trabajo, padre de tres hijos llorones, con una gran barriga y la tensión alta. La tomó de la mano y la condujo entre la marea de gente hacia la sala de conferencias situada en el fondo del club. En aquella sala, la música ensordecedora se vio sustituida por un murmullo ahogado de alegres voces que llegaban de la zona de baile tras las paredes insonorizadas.

Vanessa se excusó varias veces hasta llegar a su asiento. Era muy excitante estar rodeada de tantos hombres jóvenes vestidos de gala para la ocasión. Se sentó y miró a Scott. Iba a preguntarle qué había allí en el centro de la sala tras las cortinas de terciopelo pero no llegó a hacerlo. En ese momento, las cortinas empezaron a levantarse lentamente y ante sus ojos apareció... ¡un ring de boxeo!

Scott hablaba con un par de colegas sentados en la fila de delante. A todos les brillaban los ojos de la emoción. Vanessa le tiró de la manga.

Ness: Ahí delante hay un ring de boxeo.

Scott: Sí, y ahí es donde los boxeadores pelean en vez de hacerlo entre el público.

Ness: Pero yo pensé que... pensé que era una reunión de negocios. Pensé que nos sentaríamos, cenaríamos y me presentarías a alguno de tus apuestos y elegantes colegas.

Scott: Bueno, estamos sentados. Estamos comiendo -dijo con la boca llena de nueces que había tomado de una bandeja en un descuido del camarero-. Y éstos son Mark y Jeremy.

Los hombres de mediana edad sentados en la fila de delante sonrieron educadamente.

A Scott dejaron de brillarle los ojos cuando Vanessa lo tomó por las solapas del esmoquin y le dijo apretando los dientes:

Ness: Pero esto no es lo que tenía en mente.

Scott: Relájate y disfruta.

Vanessa alzó las cejas, frunció los labios y cruzó los brazos en señal de lo mucho que estaba disfrutando de la velada.

Ness: Me sorprende que una empresa como Efron Holdings fomente algo tan primitivo y políticamente incorrecto.

Scott: Todo el personal de Efron, desde los directivos a los administrativos, se reúnen en clubes como éste y pasan veladas como ésta. Al ver lo que estos hombres tienen que hacer para ganarse la vida parece que las pequeñas peleillas surgidas en la oficina no tienen ninguna importancia. Y tú mejor que nadie deberías saber que si un truco funciona no hay que renunciar a él.

Ness: No es solo un truco, Scott, anima a la gente a usar sus puños para solucionar sus diferencias. ¿Quién tuvo esta idea?

Scott: David, por supuesto -replicó con una sonrisa-. Siempre inspirado.

Ness: Pues a mí me parece un matón -murmuró-.

Scott: Hace diez minutos pensabas que era un hombre ingenioso.

Ness: Hace diez minutos estaba equivocada.

Vanessa se alegró de que el jefe de Scott no estuviera allí. De haber sido así le habría dicho lo que pensaba de aquella velada, tuviera o no la tensión alta.

El ruido del público aumentó cuando el presentador vestido de gala saltó al ring y un micrófono descendió hasta él. La multitud se puso en pie y Vanessa con ellos aunque salió huyendo de allí.

Una vez en el aseo de señoras se sentó en una otomana de terciopelo rosa. Tenía los ojos cerrados mientras pensaba en la forma de vengarse de Scott cuando de pronto se abrió la puerta. Abrió los ojos con la esperanza de que fuera otra mujer que pensara lo mismo de aquella salvajada pero la persona que estaba frente a ella era lo menos femenino que había visto nunca.

Un hombre de casi metro ochenta de alto vestido con un esmoquin que cubría un atlético cuerpo. El pelo perfectamente arreglado y el precioso rostro la cegaron por un instante evitando que recordara que había visto antes a ese hombre. ¡Era el mismo bruto con quien había tropezado en la calle el día anterior!

Todos sus sentidos se pusieron alerta. Aquel hombre irradiaba carisma, confianza en sí mismo y una férrea compostura. Una combinación brutal de atributos que habrían hecho temblar a cualquier mujer. Pero Vanessa no era cualquier mujer. Vanessa tenía una teoría infalible y Vanessa tenía a Scott para mantenerla informada de ese tipo. Solo que Scott no estaba allí para ayudarla.

Ness: Disculpe pero éste es el lavabo de señoras -dijo sujetando el bolso delante del pecho a modo de escudo-.

**: En realidad no lo es -dijo al tiempo que señalaba unas puertas en el otro extremo de la habitación que Vanessa ni siquiera había visto-. Por ahí se va a los lavabos. Esta es una sala común.

Ness: Ah -dijo-.

«Está bien. Se marchará hacia el lavabo de caballeros y echaré a correr».

Pero no se movió. Tras unos incómodos segundos Vanessa miró hacia él y vio que se había apoyado contra la pared y la estaba mirando. Observaba con un gesto divertido en la mirada su peinado perfecto, su rostro, ruborizado bajo el efecto de la intensa mirada, su cuello y sus hombros y Vanessa deseó tener un chal para poder cubrirse.

Vanessa se dio cuenta entonces de que el análisis continuaba hacia sus piernas, visibles a través de la abertura del vestido. Solo unas finas medias de cristal las cubrían pero dejaban a la vista la rojez del arañazo que se había hecho el día anterior cuando se tropezó con él y cayó a la acera. Cambió de postura y trató de cubrirse la herida.

El gesto no pasó desapercibido para el hombre que sonrió con dulzura dejando a la vista unos dientes resplandecientes y unos hoyuelos inolvidables.

«Fuerza, Vanessa. Sé fuerte».

Lo único que esperaba era que aquella sonrisa no significara que la había reconocido.

Era ella. Tenía que serlo. Era la mujer del maletín y el fuerte carácter. Llevaba un atuendo tan diferente que habría sido difícil reconocerla pero el cabello oscuro y reluciente, los preciosos ojos marrones y la elegancia natural de sus movimientos habían pasado por su cabeza tantas veces en el día anterior que había empezado a creer que aquella mujer solo había sido una ilusión provocada por los efectos del jet lag.

Pero era real y menuda suerte el haberla encontrado en el lugar al que había ido buscando refugio envuelta en tan precioso papel de regalo.

Zac se acercó para presentarse. Pero entonces se detuvo. Ella también lo había reconocido; podía verlo en su cara y no parecía muy contenta.

Habían chocado más que conocerse, pero eso lo hacía más interesante. Sin embargo, en vez de reírse del incidente y empezar de nuevo, ella pretendía pasar desapercibida. Y a pesar de todos sus esfuerzos, aquella demostración de timidez la hacía relucir como una piedra preciosa entre los cojines aterciopelados.

Así es que tal vez no era el mejor momento para presentarse. Tal vez fuera mejor disfrutar con la confusión reinante y juguetear un poco más.

Zac: Me suena su cara, pero no sé de qué -dijo mirándola fijamente como si tratara de recordar-. ¿Trabaja en la empresa? -preguntó a continuación-.

Ness: No, afortunadamente no -contestó aliviada-.

Zac: ¿Tiene algo en contra de Efron?

Ness: Digamos que no soy una gran aficionada al boxeo y la cerveza -dijo encogiendo los hombros-.

El hombre no respondió sino que permaneció allí en silencio y aparentemente contento. Por el contrario, Vanessa empezó a sentir calambres en la pierna izquierda y los oídos comenzaron a zumbarle con cada latido del corazón.

Zac: ¿Piensa quedarse aquí toda la noche? -preguntó finalmente-.

Ness: Realmente no lo había pensado. He venido con alguien y necesito que me lleve a casa -contestó con los ojos alertas pero desviando disimuladamente la cara-.

Zac: Puedo pedir un taxi, si quiere.

Ness: No, gracias.

«Y ahora vete de aquí».

Zac: Lo menos que puedo hacer es decirle a su acompañante que está aquí. Estoy seguro de que no le gustará estar lejos de usted mucho tiempo -y volvió a sonreír-.

Vanessa sintió como si un ejército de mariposas revolotearan por su estómago. Pensó que no era justo para ella que aquel hombre contara con aquellas sonrisas debilitadoras en su arsenal. Estaba claro que si él no se iba tendría que hacerlo ella.

Ness: Tal vez debería tomar ese taxi. Que Scott se preocupe. Se lo merece.

Zac: ¿Scott?

Ness: He venido con Scott Tisdale. Uno de los directivos.

A Vanessa le sorprendió que la actitud del hombre se enfriara de pronto pero entonces recordó por lo que había ido allí esa noche con el marido de su amiga y su teoría sobre los hombres por los que se sentía atraída en los eventos sociales que organizaba.

El hombre ya no era un enigma, allí de pie con aquella actitud fría y elegante. Llevaba puesta su personalidad de fiesta, había estado representando un papel, igual que todos. Era muy guapo y podría atolondrar a cualquier mujer con tan solo una sonrisa, y ella casi había caído en la trampa.

El tañido de una campana al otro lado de la puerta seguido de la ovación del público la sacaron de sus pensamientos. Pensó en la pelea que estaría teniendo lugar.

Él la miró un momento y finalmente asintió antes de regresar a la sala del ring.

Vanessa pensaba que, de no haber sido por el comportamiento altamente grosero de aquel hombre en la calle el día anterior, ella no estaría en ese momento allí sentada, engalanada, hambrienta y sola.

Sonrió para sí sintiéndose un poco mejor al comprobar que aquel hombre seguía pareciéndole un grosero.




¡Ay va! :S
No han empezado muy bien que digamos...
Pero no os preocupéis, irán de mal en peor XD

Por otra parte. Nata, gracias por comentar y por entrar a Blooger por mi. Se agradece el detalle ^_^

Lucia, en la otra nove publicaré lo más pronto que pueda. Ya tengo una idea de lo que quiero escribir, ya tengo el capi empezado y ya todo es ponerse a escribir.

Lau B., eres demasiado lista. Si ya sabes que Zac es con quien se casa, ¿qué gracia tiene seguir leyendo? XD. Pero bueno, supongo que habría que ser muy tonto para no imaginarse como acabará cualquiera de las historias que publico aquí XD. Y sí, esta es la nove con la que dije que me reí mucho. Si ya os reísteis en el capítulo 1, esperad a leer los siguientes. Hay uno en especial que es para partirse. No lo sé, pero creo que es el siguiente. Ahí os dejo con la intriga. Y por último, la nove tiene 18 capítulos.

¡Gracias por los coments del capi anterior!
A ver si en este comentáis mucho también.
Bye!
Kisses!


jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 1


Ness: Me voy a casar -anunció soltando de golpe el maletín sobre la mesa de su despacho en la empresa de organización de eventos, Séptimo Cielo, en la que trabajaba, quince minutos más tarde de lo habitual-.

Ash: ¿Que vas a hacer qué? -preguntó con voz metálica al otro lado del teléfono-.

Vanessa se sentó, cruzó las piernas y en ese momento notó que se le hacía una carrera en las medias. Sin perder la compostura abrió el último cajón del escritorio y sacó un par de medias nuevas y se dirigió al cuarto de baño para cambiarse. Conectó el altavoz del teléfono para poder seguir hablando.

Ness: He dicho que voy a casarme.

Ash: Pero si no has salido más de una vez con el mismo hombre en los últimos seis meses cómo es posible que hayas decidido casarte con alguno de ellos.

En ese momento, la secretaria de Vanessa, Brittany, entró en el despacho y se detuvo de golpe al oír la conversación y el café que traía en la bandeja se derramó. Vanessa regresó del cuarto de baño y le hizo un gesto con la mano a Brittany para que se acercara y tomó la taza de la bandeja.

Britt: ¿Os he oído bien, chicas? ¿En lo que he tardado en hacerle un café a Vanessa ha encontrado novio y se ha prometido?

Ash: ¿Eres tú, Brittany?

Britt: ¿Cómo estás Ashley? ¿Para cuando esperas el bebé? -dijo inclinándose hacia el teléfono-.

Ash: Estoy muy bien. El bebé debería nacer en un mes, más o menos...

Ness: Chicas -interrumpió-, os recuerdo que estoy a punto de hacer algo trascendental.

Brittany hizo un gesto de coserse la boca y no decir ni una palabra más.

Ash: Lo siento, tesoro. La culpa es de Brittany. Ya sabes que si alguien me pregunta por mi bebé no puedo parar. Vamos, ¿qué me decías?

Ness: Gracias -dijo tomando aire profundamente-. Esta mañana, mientras caminaba por la calle Lonsdale, un... hombre se abalanzó sobre mí. Todo lo que llevaba en las manos salió volando. Mi maletín acabó en la alcantarilla, y los bolígrafos rodaron calle abajo junto con mis preciados papeles. Y allí de rodillas sobre la acera recogiendo todas mis cosas aquel hombre tuvo la desfachatez de decirme encima que mirara por donde iba.

Britt: ¿Y era guapo?

Vanessa no recordaba que lo fuera. Recordaba cómo se reflejaba la luz de la mañana en sus ojos azules y que tenía bolsas bajo ellos. Al principio, se había sentido comprensiva ante su expresión exhausta. Pero también se había fijado en la forma en que había fruncido el ceño al ver que ella había tirado todo por el suelo, lo que dio al traste con todo gesto de solidaridad. El hombre tenía una voz profunda que dejaba adivinar un acento extranjero. No, definitivamente no habría dicho que fuera un hombre guapo ni atento.

Ness: Alto, con el pelo claro. Hoyuelos, bien perfumado, pero creo que ésta es una cuestión irrelevante.

Ash: ¿Irrelevante? Parece el hombre perfecto.

Britt: Estoy de acuerdo.

Ash: Cuando dejes de buscar te encontrará. Es el destino.

Vanessa puso cara de incredulidad imaginándose a Ashley citando uno de sus libros enigmáticos para justificar el incidente.

Ness: No me encontró, Ashley, más bien se chocó conmigo. Mira -y se señaló un arañazo en la pierna para que lo viera Brittany-.

Britt: ¿Y ése es el hombre con quien te vas a casar?

Ness: ¡No! ¿Es que no os dais cuenta?

Ash: ¿De qué?

Ness: Este incidente ha sido una revelación. Mi vida social consiste en asistir a los eventos que nosotras organizamos, pero, en vez de conocer hombres, conozco a «personalidades masculinas». Ellos me confunden con una mujer atractiva, encantadora y segura de sí misma, pero nunca hay nada más detrás de las máscaras que llevan. El caballero de esta mañana era muy atractivo, pero también intransigente e indiferente; representaba todo lo que los hombres con los que he salido tienen en común, y no me gusta. Es una teoría infalible.

Britt: Estoy confusa. Si no es con ese hombre, ¿con quién te vas a casar?

Ness: Ahí está el asunto: he decidido que Scott lo busque para mí.

Ash: ¿Mi Scott? -preguntó tras unos segundos en silencio-.

Ness: Claro. ¿No ves que es la única forma? Scott trabaja en una gran empresa y tiene bajo sus órdenes a un montón de personal, hombres jóvenes muy escogidos, y también me conoce mejor que nadie a parte de vosotras. Será objetivo y encontrará a alguien que le guste para mí y así seremos todos amigos. Ya sabéis, ser vecinos, hacer barbacoas los domingos, salir de excursión al campo...

Ash: Pero si tú odias el campo.

Ness: No estoy bromeando, Ashley. Vamos, no me digas que no te parece un plan perfecto.

Ash: ¿Y has pensado en todo esto después de darte un golpe en la calle con un hombre guapo y perfumado?

Ness: Digamos que tal vez me entrara el sentido común cuando colisionamos.

Britt: Lo que tienes es una conmoción, diría yo -murmuró-.

Ash: Este tipo debe haber tenido algo para hacer que precisamente tú hables de matrimonio.

Ness: ¿Por qué precisamente yo?

Ash: Vamos, Vanessa. Eres la mujer más independiente y organizada que conozco. Guardas un par de medias de todos los colores en el cajón de tu escritorio del despacho, por si acaso. Y aquí estás ahora, dispuesta a poner el futuro de tu felicidad en manos de otro.

Ness: Scott no es cualquiera y lo sabes. Confío en él y en su buena elección.

Ash: No puedo creer que estés hablando en serio -admitió-. De acuerdo. Ven a casa a cenar esta noche para que podamos liar a mi pobre e inconsciente marido.

Ness: Gracias, Ashley. Eres la mejor amiga del mundo.

Ash: Espero que nunca lo olvides.

Cuando Ashley colgó, Brittany se levantó de la silla y ya en la puerta del despacho se dio la vuelta hacia Vanessa.

Britt: ¿Te ayudó a recoger las cosas del suelo?

Vanessa retiró la vista de todos los proyectos pendientes sobre la mesa.

Ness: Mmm, dejó en el suelo las bolsas que llevaba en las manos y se agachó a ayudar pero para entonces ya me estaba regañando así que tampoco es relevante.

Britt: Y tú ibas caminando mirando al suelo, inmersa en tus pensamientos, sin mirar por donde ibas, ¿verdad?

Ness: Pues sí...

Britt: Pero eso también es irrelevante, ¿verdad? -Vanessa entrecerró los ojos, deseosa de que Brittany se callara pero a juzgar por su mirada burlona eso estaba lejos de ocurrir-. Un extranjero alto, rubio y guapo se choca contigo y luego se pone de rodillas para ayudarte, pero tú has decidido que eso no está bien. Yo, al contrario, pasaría el resto del día rememorando algo así. Pero no caerá esa breva. Lo más emocionante que me ha ocurrido esta mañana ha sido que un chiquillo me tocó disimuladamente en el metro.

Brittany suspiró exageradamente y Vanessa no pudo evitar reírse de sus intentos dramáticos y después, Brittany salió de la habitación y se dirigió a su escritorio para ponerse a imaginar un encuentro romántico con un extraño en la calle Lonsdale.


Zac ayudó al conductor a subir la última maleta al taxi que estaba esperando. Cuando éste se puso en marcha se pasó una mano por el pelo desordenado y apoyó la cabeza sobre el respaldo, sorprendido del aspecto cansado que le devolvía el reflejo en la ventanilla.

Zac desvió la mirada entonces y observó los familiares edificios. No sabía muy bien lo que sentía ahora que había regresado a casa. Una ducha caliente y un sueño reparador en su cama le harían sentir mejor. Pero no podía dejar de preguntarse cuánto tiempo iba a pasar esta vez antes de que sintiera la necesidad de marcharse de nuevo.

De cualquier modo, Zac reconocía que Melbourne era una gran ciudad. No tenía más que recordar el tropiezo que había tenido con aquella estupenda mujer en la calle. La tez clara y aterciopelada; una mujer sofisticada, muy atractiva y segura de sí misma. Hasta el momento él no había encontrado a una mujer así en todo el mundo. Durante el trayecto hasta su casa no dejó de pensar en la morena de los ojos marrón chocolate que había conseguido agitar su temperamento habitualmente tranquilo.

Pensó que debía ser el jet lag. Tenía que serlo.


Scott: ¿Cariño? -llamó al entrar en casa-.

Ash: Estoy aquí, cariño -respondió sentada en el sillón que habían colocado en la cocina-.

Vanessa comprendió perfectamente lo que Ashley quería decir al mirarla con las cejas levantadas: «Aún estás a tiempo de cambiar de opinión». Pero Vanessa no tenía intención.

Ness: Sigue el delicioso aroma del “pollo a la Vanessa” que sale de la cocina -dijo a Scott-.

Scott asomó la cabeza por la puerta. Se acercó a su mujer y la besó sin preguntar siquiera qué hacía allí el sillón del salón. Vanessa le puso la mejilla también para recibir un beso.

Scott: ¿A qué debemos el placer de tu compañía, preciosa? -preguntó echando un vistazo a la cena-.

Vanessa le regañó por picar una patata de la fuente.

Vanessa miró una vez más a Ashley que le hizo un gesto afirmativo.

Ness: Quiero que me ayudes a salir con alguien de tu empresa.

Vanessa arrugó la cara esperando el inevitable «no».

Scott: Claro.

Ness: ¿De verdad? -estaba demasiado atónita para creerlo-.

Scott: Por supuesto. Es ese Derek, de gestión de nóminas, que siempre te ha gustado ¿verdad?

Ness: Para empezar no es Derek. No seas gracioso.

Ash: Vamos, Scott -dijo apoyando a su amiga-, ya sabes que le gustan los hombres altos, rubios y guapos. Derek es... bueno, no encaja.

Scott: ¿Entonces quién? -Vanessa le explicó entonces la inspirada teoría que tenía y a continuación su infalible plan, con tanta emoción que Scott no tuvo más remedio que creerla-. Estás hablando en serio, ¿verdad?

Ash: Totalmente. Ya he consultado los astros y Vanessa está predispuesta. -Scott alzó las cejas también. Ashley le dio un manotazo en el muslo, juguetona-. Predispuesta a un gran cambio, idiota. Esto es serio, Scott. Ya va siendo mayorcita.

Scott: Tiene veinticuatro años.

Ash: Y yo quiero ser una dama de honor joven y guapa.

Scott: Estáis locas las dos. No debería dejar que pasarais tanto tiempo juntas. Es un peligro para el futuro de la humanidad.

Ash: Pero lo harás, ¿verdad, cielo?




Conclusión: Vanessa está chiflada XD.
Ya veréis que divertida se pondrá esta nove. Hay más de un chiflado XD.

¡Comentad mucho! ¡Así publicaré cada día!
Bye!
Kisses!


martes, 22 de enero de 2013

Elegir un marido - Sinopsis


¡Me voy a casar!
Ahora solo me falta un novio.

La organizadora de fiestas Vanessa Hudgens había decidido que si quería ser alguna vez la protagonista de una de las bodas que organizaba, tenía que ponerse manos a la obra. Seguramente sus amigos podrían concertarle unas cuantas citas a ciegas. Y así fue como conoció a Zachary David Efron. Era guapo, rico... el marido perfecto. Ahora solo le faltaba que accediera.



Escrita por Ally Balke.

sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 17


Setenta y dos días sin Aly. Setenta y cinco sin Zac. Vanessa quitó el chocolate que estaba calentando al fuego y miró el océano a través de la ventana. Lo hacía todos los días. Al principio, contaba los minutos. Si había conseguido dejar de pensar en ellos durante cinco minutos, podría hacerlo durante cinco horas, cinco días. Tal vez, en cinco meses, o años, la sensación de vacío desaparecería.

Llenó una taza de chocolate caliente y le echó algunas galletas, como solía hacer Aly. Eran los primeros días de mayo y hacía demasiado calor para tomar algo así, pero el clima no era un obstáculo para su ritual diario.

Levantó el sombrero que había dejado en la encimera y se lo puso. Aquel día estaba plantando romero; las semillas que había recogido en el campo habían echado raíces y llenaban la casa con su particular perfume.

Antes de que pudiera alcanzar la puerta, sonó el teléfono. Vanessa contestó mientras se ponía unos guantes de jardinero.

Aly: ¡Vanessa! -exclamó al otro lado de la línea-.

Como siempre le ocurría al oír la voz de su hija, a la mujer se le paró el corazón. Sonrió y se apoyó el auricular en el hombro.

Ness: ¿Qué tal ha estado el debate?

Aly: Hemos ganado, por supuesto.

Ness: Te dije que lo haríais.

Entre tanto, Vanessa levantó los tiestos de romero y los cargó hasta la furgoneta que tenía aparcada en la entrada. El vehículo había llegado un par de días después de que Zac se marchara, junto a un cargamento de provisiones y herramientas.

Ness: ¿Cómo anda todo lo demás? -preguntó, sentándose en la furgoneta-.

Aly: Mamá ha renunciado a su trabajo, pero probablemente ya te lo haya contado ella. Estamos tomando clases de piano juntas. Quiere que toquemos a dúo. ¿Qué te parece?

Por el tono de voz, Aly parecía cansada, pero Vanessa era capaz de oír más allá. No todos los asuntos familiares estaban resueltos, pero su fuga había servido para hacerlos comprender que necesitaban pasar más tiempo juntos.

Ness: Cuando vengas a visitarme este verano, podrás tocar en el piano del centro social.

Aly: Lo dudo -afirmó-. Me tengo que ir, Vanessa. Solo quería contarte cómo había salido el debate. Ya sabes, el equipo de Bendlemaier ha sido campeón estatal durante cuatro años seguidos. Mi escuela les va a dar una buena patada en el trasero el próximo año. Espera y verás. Por cierto, el otro día recibí carta de Zac.

A Vanessa se le congeló la sonrisa.

Ness: Qué bien, ¿y qué decía?

Aly: No mucho. Está viajando un montón; el sello era de Alemania. Me preguntó si seguía hablando con Mike Dickens y le escribí para contarle que el tipo era un imbécil, pero no pude enviar la carta porque el sobre de Zac no tenía dirección en el remite.

Nunca había una dirección. Vanessa sabía que Zac le había escrito a Aly varias veces durante las últimas semanas. En general, no decía mucho salvo que estaba pensando en ella. Y el gesto parecía ser suficiente para Aly, para quien asumir que él era su padre, y no Drake, había resultado menos traumático que el saber que Vanessa era su verdadera madre.

Desde entonces, Vanessa había ido a Olympia dos veces y Aly tenía planeado pasar un mes de vacaciones en Turnabout.

No siempre era tan fácil. Aly no era siempre dulce y encantadora; después de todo, era una Hudgens. Pero era mejor de lo que Vanessa había imaginado y, gracias a la influencia tranquilizadora de Miley, Will había dejado de torturarse con la idea de que Zac reclamaría la custodia de su hija.

Quizá, Vanessa debía darle las gracias a Lily por haber revelado la verdad. Había quitado muchos velos buscando herir a sus hijos y lo que había conseguido era ayudarlos a sanar viejas heridas.

Aly: Me tengo que ir. Mamá está tocando la bocina. Tenemos clase de piano. Te quiero.

Aly se despidió a toda prisa y colgó el teléfono sin esperar respuesta.

Ness: Yo también te quiero -murmuró-.

Después, la mujer echó la cabeza hacia atrás y miró al cielo. El calor del sol le acarició la cara. Finalmente, suspiró, agarró los guantes y la taza de chocolate y salió de la furgoneta. Desvió la vista hacia el tronco del árbol que se había traído del Castillo. Los concejales no se ponían de acuerdo sobre qué hacer con el tronco, pero Sam le aseguró que podía tenerlo en el jardín.

Sin embargo, Vanessa no estaba mirando el tronco sino lo que había tallado en él. Pero se obligó a dejar de mirarlo. Pasaba demasiado tiempo contemplándolo, así que pisó el acelerador y se dirigió hacia la carretera que conducía a la casa del Castillo. Por suerte, solo le llevaría unos minutos llegar allí, porque Ashley la estaba esperando en la tienda. Era primavera, la isla se estaba llenando de turistas y en Island Botánica tenían mucho trabajo.

Aparcó tan cerca de la casa como pudo y salió del vehículo. Había olvidado la idea de cultivar cerca de la valla y en lugar de eso había plantado en dirección a la casa. De momento, solo había conseguido que prendiera una Santa Rita colorada, pero era mucho más de lo que había conseguido hasta entonces.

Sacó el romero del vehículo y cargó la maceta hasta la casa, decidida a plantarla en uno de los jardines laterales.

**: Bonito sombrero. -Vanessa se detuvo. Se le aflojaron las manos y se le resbaló el tiesto-. He ido a buscarte a la tienda.

Ness: Como ves, no estoy allí -dijo sin pensar. Lo recorrió con la mirada. Tenía el pelo más largo, estaba bronceado, apenas se le notaba la cicatriz y tenía los ojos más azules que el océano-. ¿Qué haces aquí, Zac?

El siguió caminando y se alejó del viejo y derruido caserón. Vestía una camisa blanca y unos pantalones color caqui y para ella estaba más guapo que nunca. Hizo un gesto hacia la Santa Rita que crecía en la pared y comentó:

Zac: Tenías razón. Puedes hacer que las plantas crezcan en cualquier parte.

Ness: Zac...

Zac: Veo que tienes la furgoneta. ¿Funciona bien?

Ness: ¿Por qué no le revisas el motor y lo compruebas? -Él no le contestó, pero sonrió divertido. Vanessa se cruzó de brazos-. La furgoneta me ha sido de gran ayuda -afirmó-. Gracias. Las ventanas están perfectas, el nuevo tejado es mejor de lo que la cabaña merece. Ahora bien, ¿puedes decirme qué estás haciendo aquí?

Zac: Quería que tuvieras todo lo que necesitabas.

Ness: Puedes estar tranquilo, soy la envidia de la isla.

La casa de Vanessa, además de las de Ashley, Maddie y Howard, era una de las pocas que tenía un generador de electricidad propio y con potencia suficiente como para iluminar el pueblo entero durante varios siglos.

Ness: Por suerte no hemos necesitado utilizar los generadores, pero nunca se sabe...

Zac: Así que tienes todo lo que necesitas. -Se acercó a ella y levantó el tiesto de romero del suelo-. ¿Dónde querías poner esto?

Vanessa le indicó dónde dejar la planta y sacó las herramientas de la camioneta. Acto seguido, se arrodilló junto a la maceta y, con las manos temblorosas, se puso los guantes. Si Zac quería actuar como si su presencia fuera algo natural, ella le seguiría el juego. Que él hubiera tallado sus nombres en aquel tronco infernal no significaba que tuviera que estar esperándolo durante setenta y cinco interminables días.

Sacó una pala pequeña de la caja de herramientas y la hundió en la tierra. Unos segundos más tarde, Zac se agachó a su lado, agarró una pala y comenzó a excavar con destreza.

Zac: No me mires tan sorprendida -murmuró-. No pensarás que Ashley es la única que aprendió algo de jardinería al crecer en esta maldita roca, ¿verdad?

Vanessa soltó la pala y se sentó.

Ness: Sinceramente, no sé qué pensar. ¿Qué estás haciendo aquí, Zac?

Él también se sentó y apuntando con el mango de la pala hacia la Santa Rita, preguntó:

Zac: ¿Cómo has conseguido que creciera eso?

Ness: Te lo he dicho mil veces: no hay nada malo en esta tierra.

Zac: Sí, pero en cuarenta años, eres la única que ha sido capaz de demostrarlo -afirmó mirando a su alrededor-. Solía venir aquí cuando era niño.

Ness: Lo recuerdo. A ver las puestas de sol, decías.

Zac: Antes de eso -dijo con una sonrisa tímida-. Cuando era un niño, venía para asustar a mi madre. Siempre temió que alguien se cayera por el acantilado que está detrás de la casa.

Ness: ¿No estás harto de tantos recuerdos?

A Vanessa no le preocupaba sonar malhumorada. Lo estaba. La había abandonado, había estado lejos durante mil ochocientas interminables horas.

Zac: Todavía no has encontrado al dueño, ¿verdad?

Ness: No.

Zac asintió con la cabeza y se puso de pie. Dio algunas paladas más y volvió a sentarse.

Zac: Renuncio -protestó-.

Ness: Yo no te he pedido que me ayudaras con esto. No te he pedido nada, ni he esperado nada de ti -aseguró sin poder detener su rabia-. ¡Te marchas dejando ese mensaje en el tronco para mí y después simplemente apareces y actúas como si todo estuviera de maravilla! Para que lo sepas, podría haber estado embarazada cuando te fuiste, aunque aquel día lo negara.

En realidad, Vanessa no se había quedado embarazada y eso la había aliviado y entristecido a la vez.

Zac le recorrió el cuerpo con la mirada. Era delgada pero estaba llena de curvas. Llevaba puestos unos pantalones cortos, de color verde, que dejaban sus preciosas piernas a la vista.

Zac: No estabas embarazada. Llamé a Ashley varias veces. Sé que no podrías haberle ocultado ese secreto y que ella me lo habría contado.

Ness: Le envías cartas a Aly -murmuró con voz trémula-, llamas a tu hermana...

Zac: Sí -admitió-. Pero he regresado por ti.

Ella lo miró con frialdad.

Ness: No juegues conmigo, Zac.

Zac: Te ayudaré a encontrar al dueño de este lugar.

Vanessa se sorprendió ante el repentino cambio de tema, pero se recuperó rápidamente.

Ness: ¿Y cómo piensas hacerlo?

Zac: Conozco a mucha gente.

No tenía sentido que negara sus conexiones. Y por otra parte, se sentía tan inseguro que quiso demostrarle que podía ser útil.

Ness: No me debes ningún favor, Zac. Puedo arreglármelas sola. Además, debería haberme librado de todo esto...

Zac: ¿Y por qué no lo has hecho?

Ness: Porque era tuyo.

Zac: ¿Quieres decir que has encontrado el tronco del árbol?

Ness: Sí. Sam se aseguró de ello, aunque tú no quisiste admitir que te habías cortado mientras lo transportabais. Por lo que veo, la herida ya ha cicatrizado...

Zac: ¿Sabes una cosa? Lo que grabé iba en serio.

Ella no parecía muy convencida.

Ness: ¿De verdad? «Zac ama a Vanessa»... ¿Era una especie de premio de consolación o algo así?

Zac no dijo nada al respecto. Sabía que se merecía el comentario.

Zac: ¿Cómo está Aly?

Ness: Llámala y descúbrelo tú mismo. Supongo que está creciendo a pesar de las muchas imperfecciones de sus padres, incluidas las tuyas. Pero si eso es todo lo que querías decir, será mejor que me vaya. Ashley me está esperando.

Zac: Vanessa, he dejado mi trabajo.

Ness: ¿Por qué? Pensaba que lo era todo para ti...

Zac: Quería hacer algo distinto, crear en lugar de destruir. Sin embargo, todos sabemos que abandonar a Coleman no es tan fácil. Cuando te elige, te elige para siempre.

Ness: Suena peligroso...

Zac pensó que Cory lo era, aunque el mayor peligro no era él sino las agencias que trabajaban al margen de la ley.

Zac: Bueno, digamos que no se lo tomó muy bien.

Ness: ¿Te hizo daño?

Zac se rió con suavidad y la tomó de la mano.

Zac: Si lo hizo, ¿serías capaz de cortarle el cuello?

Ness: Puede ser.

Zac: Vanessa, eres la persona a quien más respeto en este mundo -le confesó-.

Ness: Respeto -repitió-.

Zac: Sí. En cambio, supongo que yo no puedo esperar semejante cosa de ti.

Ness: ¿Por qué dices eso?

Zac: Porque los hechos hablan por sí mismos. Te he abandonado no una, sino dos veces.

Ness: ¿Los hechos? Los hechos no dicen necesariamente la verdad, Zac. Cuando yo tenía diecisiete años sabía lo que quería y quise tomarlo, pero me convenciste de que las cosas no son siempre así.

Zac: Y sin embargo, no logré detenerte...

Ness: No, pero olvidemos esa noche. Pertenece al pasado, a un pasado que ya no podemos cambiar y que no necesitamos cambiar porque hemos creado algo distinto. -Se humedeció los labios y él la miró a los ojos. Eran los ojos de la mujer de su vida-. Supongo que los dos podríamos haber tomado otras decisiones a lo largo de estos años, Zac -continuó-. Tal vez podríamos haberlo hecho mejor, pero al menos Aly está exactamente donde debe estar. Es lo correcto por mucho que me duela. Como fue lo correcto para mí que abriera la tienda con Ashley... Yo amo esta isla. Es mi hogar.

Zac: ¿Y te gustaría compartirlo?

Ness: Eso depende de que fueras en serio cuando grabaste esas iniciales en el tronco.

Zac: Lo sentía de verdad, Vanessa.

Ness: ¿Y durante cuánto tiempo lo sentirás?

Zac: Durante toda la vida.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque me han dicho que consigues que crezcan cosas en cualquier parte. Y aunque no estoy seguro de que yo merezca la pena, tal vez tengas suerte conmigo en uno o dos siglos -bromeó-.

Ella se inclinó sobre él y dijo:

Ness: A veces las personas necesitamos un buen reto...

Zac: Vanessa, yo no quería que mi oscura vida se cruzara en tu mundo luminoso. Pero cuando me marché, fue como si llevara tu luz conmigo. No podía olvidarte, no quería hacerlo, y me odiaba por mi trabajo... Así que decidí volver. Y te aseguro que estar sin ti todos estos días ha sido un verdadero infierno. -Se detuvo un momento antes de continuar. Miró hacia la vieja mansión y añadió-: El día que recuperamos el tronco, Sam dijo que no debía pensar en lo que la isla podía darme, sino en lo que yo podía darle a ella. Pues bien, quiero devolverle ese caserón.

Ness: ¿Restaurándolo o derribándolo?

Zac: Restaurándolo, por supuesto... Te quiero, Vanessa. Eres la primera mujer a quien se lo digo y serás la última.

Vanessa permaneció un buen rato en silencio, estremecida. Después, alzó la mirada. Sus ojos se habían llenado de lágrimas.

Ness: ¿La última? Espero que no... La mansión es muy grande y sería una pena que no aprovecháramos las habitaciones. Me gustaría tener al menos una hija, una pequeña que se acostumbrara a oír lo mucho que la quiere su padre.

Zac: ¿En serio? ¿Después de todo lo que ha pasado todavía quieres...?

Ness: Todavía lo quiero todo. Y lo quiero contigo, Zac Efron, solo contigo.

Entonces, Vanessa lo besó. Y fue la decisión más fácil de todas.


FIN




¡Bieeeeen! ¡Todo ha salido bien! Qué raro, ¿no? XD
¿Os ha gustado la nove? Espero que sí. De todas las que he adaptado no es que sea de mis favoritas, pero no ha estado mal. Tiene sus cosas guays XD

Comentadme mucho y pronto pondré la sinopsis de la siguiente. Esa es toda guay XD. Es de mis favoritas.

Bueno, con esta ya van 15 noves Zanessa que he publicado. Y las que me quedan... XD
Si los verdaderos Zac y Ness se quedan algún día sin trabajo, que me llamen. De cada nove se puede hacer una peli XD. Yo las vería todas XD. ¿Vosotras no?

¡Buen finde!
¡Comentad!
Bye!
Kisses!


miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo 16


Hacía cuatro días que no tenían electricidad. Vanessa suspiró y limpió el polvo de los estantes de la tienda. Por simple costumbre, miró hacia la ventana para ver la calle, pero se topó con el frío gris de la reja metálica. Suspiró de nuevo y se dio la vuelta. Había dejado la puerta abierta para que entrara un poco de luz y las campanillas que colgaban en la esquina superior tintineaban con la brisa. Era un sonido suave y agradable que contrastaba tanto con el estado mental de Vanessa como con el deprimente día de lluvia.

Aly salió del taller y dejó una taza en el mostrador.

Aly: Ten, es chocolate caliente.

Vanessa sonrió y tomó la taza.

Ness: Obviamente, Ashley y tú habéis conseguido mantener el fuego encendido a pesar de la lluvia.

Ash: Soy muy hábil para esas cosas -afirmó entrando con una taza en la mano-. Salí algún tiempo con un montañista y, entre otras cosas, me enseñó a encender el fuego en cualquier circunstancia.

La menor de los Efron le guiñó un ojo a Aly y la chica hizo una mueca cómplice. Se notaba que se llevaban muy bien.

Vanessa suspiró y bebió un sorbo de chocolate. No había visto a Zac ni sabía nada de él desde el día anterior. Por el tamaño de la isla, eso solo podía significar que estaba ocultándose en alguna parte para evitar encontrarse con alguien, incluida ella. Y Aly.

Observó a la joven y a Ashley por un momento y se le llenaron los ojos de lágrimas. Dejó la taza en el mostrador y levantó las cajas con velas que había preparado más temprano.

Ness: Voy a ir a llevarle estas cosas a Maddie.

Ash: Te ayudaremos.

Ness: No tiene sentido que nos mojemos todas -argumentó-. Regresaré enseguida. -Había rechazado la oferta porque no quería llorar delante de ellas, pero dudó al ver la cara de Aly-. A menos -continuó-, que de verdad queráis venir.

La chica relajó el gesto y asintió.

Aly: Iré a buscar un paraguas -dijo y se marchó al taller-.

A Vanessa se le escapó un sollozo y Ashley la agarró del brazo.

Ash. Estoy aquí, corazón -susurró-. Apóyate en mí.

De repente, Vanessa pasó de la angustia a la furia. Estaba furiosa con Zac por negarle la posibilidad de contarle a Ashley toda la verdad y molesta con el remitente del mensaje que Sam le había dado para Zac. La nota decía dos días y ya había pasado uno. No había que ser un genio para imaginar que eso significaba que se marcharía pronto, y una cosa era imaginar que Zac abandonaría la isla y otra bien distinta era tener la certeza de que lo haría.

Aly regresó con el paraguas y las tres salieron de la tienda. En pocos minutos llegaron al hotel de Maddie y la chica aprovechó para ir a ver a Mike mientras su madre y Ashley llevaban las velas al despacho.

Ver a Zac sentado junto al escritorio de Maddie, fue una sorpresa. Pero ver a Howard Efron inclinado sobre su hijo con una aguja de sutura en la mano, fue todavía más impresionante.

Vanessa se quedó paralizada en el pasillo. Ashley corrió hacia allí para mirar la herida.

Ash: ¡Por Dios, Zac! ¿Tratabas de matarte o qué? Por poco no te has rebanado el cuello.

Vanessa dio un grito ahogado y Zac volvió la cabeza para mirarla.

Howard: Maldición, hijo, quédate quieto o te harás otra cicatriz como ésta.

Vanessa sintió que se le nublaba la vista.

Ash: ¿Cómo te has hecho semejante corte?

Howard: Haciendo algo estúpido, sin duda -comentó-.

Zac: Maddie, te pedí que no llamaras a mi padre.

Howard: ¿Preferías desangrarte con tal de que no te tocara? -exclamó sin dejar de trabajar-. Deberías haber ido a mi consultorio, pero no. Eres más terco que una mula.

Maddie: Igual que alguien a quien conocemos y querernos -intervino señalando a Howard con la mirada-. Deja de gruñir y cura a tu hijo.

Zac: Lo único que quería era una venda -protestó-.

Howard: Te he dicho que no te movieras. Eso incluye no hablar -lo reprendió-. ¿O acaso quieres seguir perdiendo sangre?

Ash: Sigo sin saber cómo te has hecho eso -insistió-. Parece como si te hubieran clavado un puñal.

De repente, Vanessa se desvaneció. Zac se puso de pie de un salto, apartó a su padre del camino y la sujetó antes de que se golpeara la cabeza contra el suelo.

Maddie: ¡Por Dios, Zac! -exclamó tratando de apartarlo-. Deja que tu padre termine.

Zac: Pero...

Ella lo miró con enfado y le indicó que regresara a la silla. Después se sentó junto a Vanessa y le frotó las manos.

Ashley también se agachó. Tenía los ojos abiertos como platos y los movía sin parar.

Ash: La estás manchando de sangre -le dijo a su hermano y le alcanzó una gasa-.

Zac se la apretó contra la mandíbula y, con cuidado, apoyó la cabeza de Vanessa sobre un cojín.

Zac: Está agotada.

Ash: ¿Y tú no? -preguntó arqueando las cejas-. Deja que papá termine, Zac.

Vanessa abrió los ojos lentamente y lo miró aturdida.

Ness: ¿Qué ha...? -balbuceó-. Oh, lo siento.

Zac: Sshh. Quédate recostada -le ordenó acariciándole el pelo-.

Ness: ¿Qué te ha pasado en la cara?

Zac: Un alambre de púa que se soltó.

Howard: Tendrás que tomar antibióticos, hijo -informó-. Ahora, vuelve aquí.

Ness: Deja que tu padre termine -le suplicó-. Por favor.

Zac suspiró con fastidio, volvió a la silla del despacho de Maddie y aceptó seguir con las curas.

Howard: Si utilizara el mismo tono para pedirte que te quedes en la isla, ¿también aceptarías?

Zac: Cierra la boca -gruñó-.

Howard: Eres un canalla frío e insensible.

Zac: En algo teníamos que parecemos, papá.

Zac sintió una mano firme sobre su hombro. Levantó la vista y vio que se trataba de Maddie. Estaba irritada y le brillaban los ojos de rabia.

Maddie: Debería encerraros aquí hasta que aprendierais a comportaros civilizadamente el uno con el otro -manifestó-.

Howard: Alguien encontraría nuestros cadáveres -declaró sarcástico-.

Maddie levantó las manos. Esa vez, no hizo ningún intento por mantener la calma.

Maddie: Idiotas. Los dos. Tú, Howard, porque nunca les contaste a tus hijos que su madre padecía una depresión y que cuando no tomaba la medicación, convertía tu vida en un infierno. Y tú -dijo señalando a Zac-, porque fuiste incapaz de ver que tu padre sufría más que vosotros. Tu madre no se suicidó por su culpa, lo hizo a pesar de él.

Zac: Él le dio motivos para estar deprimida -afirmó-.

Maddie: Basta, ya no lo soporto -exclamó pateando el suelo-.

Howard la miró como si se tratase de una absoluta desconocida.

Howard: Mujer, no tienes derecho a hablarles sobre Marina.

Ella frunció el ceño.

Maddie: ¿Que no tengo derecho? Tu hija creció prácticamente sin madre. ¿Crees que no tiene derecho a saber por qué? -Hizo una pausa para mirar a Zac y a Ashley, que desde el suelo la miraba atónita, y continuó-. Marina estaba enferma desde mucho antes de que vosotros nacierais -aseguró-. Era demasiado orgullosa para admitirlo en público, aunque eso no significaba que la gente no lo supiera. Si nadie dijo nada fue porque este pueblo acostumbra a respetar las decisiones de sus habitantes. ¿Pero qué sentido tiene mantener el secreto después de todos estos años si solo sirve para herir a sus seres queridos?

Howard terminó de suturar la herida de Zac y después le puso una inyección con antibióticos en el brazo. Guardó el instrumental en su maletín, encendió un puro y se volvió hacia Maddie.

Howard: Eres una vieja fastidiosa.

Maddie: Y tú, un viejo cascarrabias.

Howard refunfuñó, se dio media vuelta y se marchó. Ashley se puso de pie y corrió a abrazar a Maddie.

Ash: No te preocupes. A papá no le duran mucho los enfados.

Maddie: Lo sé -afirmó mientras se acomodaba el vestido-. Ashley, véndale la herida a tu hermano. Y tú, Vanessa, ve a la cocina y dile a George que te dé alguno de los bizcochos que hizo ayer en el centro social. Necesitas comer algo.

Y sin decir una palabra más, Maddie abandonó el despacho a toda velocidad.

Ash: No me atrevo a desobedecer las órdenes de la comandante Maddie -murmuró-.

Tomó las gasas que Howard había dejado en el escritorio y cubrió la herida de Zac. Después, se limpió las manos, miró a Vanessa y a su hermano y se apresuró a salir de allí.

Vanessa se puso de pie y él saltó de la silla para ayudarla. En cuanto la tocó, Vanessa empezó a temblar.

Ness: ¿Te duele? -preguntó rozándole la venda-.

Zac: No tanto como la aguja que Howard me ha clavado en el brazo.

Ness. ¿Qué estabas haciendo para cortarte con un alambre?

Zac: No importa.

Ness: En otras palabras: no es asunto mío.

Zac la miró con gesto desesperado.

Zac: ¿Dónde está Aly? -quiso saber-.

Ness: Con Mike.

Zac: En ese caso, vamos a buscarla.

Ness: ¿Zac? -dudó impresionada-. Se lo diremos juntos.


Al final, Aly se tomó la noticia mejor de lo que suponían. Observó a Zac durante un rato y comentó:

Aly: Ahora comprendo de quién he heredado los ojos azules. -Vanessa relajó las manos y Zac asintió-. Creí que habías dicho que no era tu novio -le dijo a su madre-. Ni ahora ni antes.

Ness: No lo era. Nosotros...

Zac: Nunca tuvimos tiempo de ser novios -interrumpió mirando a Vanessa-. Pero éramos amigos.

Aly: ¿Y entonces cómo no sabías que tía Vanessa estaba embarazada de mí?

Zac: Porque la abandoné -admitió-. Y lo lamento muchísimo.

Le estaba hablando a Aly pero Vanessa sabía que las palabras eran para ella.

Aly: Sabes que no necesito otro padre -afirmó a la defensiva-. Ni otra madre...

Vanessa sintió que le quemaban los ojos. No por lo que Aly acababa de decir sino porque entendía hacia dónde se dirigía con ese comentario.

Zac asintió después de un momento.

Zac: Lo sé, ya tienes padres.

Aly: Eso lo hace más fácil para ti, ¿verdad?

Nes: Aly... -murmuró-.

Aly: ¿Qué? -replicó-. Él nunca se hizo cargo de nada. Solo hizo el amor contigo y se marchó. Ni siquiera vino a Turnabout por su propia cuenta. Vino porque mi padre lo contrató para que me llevara de vuelta a casa. Apostaría a que papá no sabe nada de todo esto. De lo contrario, habría contratado a otro.

**: Puede que tengas razón -afirmó una voz ronca desde el fondo del salón-.

Vanessa se volvió para mirar. Aly pegó un salto y tiró la silla al suelo. Zac se puso de pie lentamente y miró al hombre a los ojos mientras trataba de reprimir las ganas de estrangularlo.

Zac: Hola, Will.

Ness: Aly -susurró-, puedes ir a buscar a Mike. Estoy segura de que aún te está esperando.

Aly: Pero...

Ness: Por favor.

Finalmente, Aly accedió; se metió las manos en los bolsillos y caminó hacia su padre.

Aly: Sigo enfadada contigo -declaró-.

Will: Lo suponía.

Aly: ¿Dónde está mamá?

Will: En casa, esperándonos.

La chica siguió avanzando y cuando llegó a la puerta, se volvió y exclamó:

Aly: Te lo advierto, papá: sé amable o me enfadaré mucho más.

Los adultos esperaron hasta estar seguros de que Aly se había marchado. Entonces, Vanessa se volvió hacia la mesa, apoyó los codos y hundió la cabeza entre las manos.

Ness: ¿Cuánto has oído?

Zac observó cómo el otro hombre se aflojaba la corbata mientras se acercaba a la mesa.

Will: Lo suficiente -respondió, y miró a su viejo amigo con recelo-.

Después de un largo rato, Zac también se sentó.

Finalmente, Will rompió el silencio.

Will: Quién habría imaginado todas estas casualidades...

Zac: Yo no -aseguró-. ¿Por qué recurriste a Cory?

Will: ¿Te reclutaron mientras estabas en la universidad?

Zac: Ésa no es una respuesta.

Will hizo una mueca con los labios.

Will: No. Siempre me molestó que hubieras desaparecido de esa forma; sin embargo, no estaba dispuesto a hacer nada por buscarte. Miley había sido tu pareja, pero se había casado conmigo.

Vanessa levantó la cabeza y los miró sorprendida.

Ness: ¿Qué? -exclamó-. No sabía nada.

Zac: Sí, salimos durante un tiempo -admitió-. Después conoció al guapo de tu hermano y ya no tuvo ojos para nadie más. Ni me molestó entonces, ni me molesta ahora. -No obstante, seguía teniendo la horrible sensación de que todos ellos habían sido manipulados-. ¿Cómo conociste a Cory? -insistió-.

Will: No eres la única persona con la que habló cuando estábamos en la universidad.

Zac arqueó las cejas, se acomodó en la silla y se rió

Zac: No me lo creo, Will. Eres un personaje público, jamás te utilizarían.

Will: No lo hicieron, pero quedó el contacto y nos intercambiábamos favores de tanto en tanto. El tipo tiene un par de años más que yo, pero... -se contuvo y movió la cabeza en sentido negativo-. Eso no importa. Lo cierto es que cuando Aly se escapó, automáticamente pensé en él.

Zac: ¿Le contaste que era adoptada?

Will asintió.

Will: Creí que él mismo se ocuparía de venir aquí y quería que estuviera preparado -explicó-. No sabía qué le había dicho mi madre a Aly, lo único que sabía era que estaba recibiendo cartas con amenazas y que quería a mi hija sana y salva.

Zac: Pero Cory no vino, me envió a mí.

Will: Parece que su estilo es delegar -ironizó-.

Zac: Todos los que trabajan con Cory son investigados al detalle. Más, durante los primeros años de servicio.

Will: ¿Y?

Zac: Esto estaba en mi expediente desde el principio -afirmó furioso-. Debilidades de Zac Efron: traicionar a su mejor amigo, acostándose con su hermana menor.

Ness: Basta. Esto no conduce a ninguna parte. No has traicionado a nadie, Zac. Díselo, Will; dile que no te ha traicionado.

Will: Solo si me promete que no te sedujo para vengarse de mí por haberme casado con Miley.

Vanessa se estremeció y miró a Zac con los ojos vidriosos.

Ness: ¡Genial! Siempre todos quieren más a Miley. Mi hermano, mi hija y tú.

Acto seguido, la mujer se puso de pie y se fue furiosa de la sala sin mirar atrás, ni siquiera cuando Zac gritó su nombre.

Will: ¿Vas a reclamarla?

Zac: ¿El qué?

Will: La custodia de Aly. Puedes hacerlo, ¿sabes? Es justo decirte que tienes derecho, aunque te advierto que pelearé por ella.

Zac: ¿Vanessa es invisible para ti? ¿No has visto lo que ha pasado?

Will: Se ha marchado. Siempre hace lo mismo. Cuando las cosas se ponen duras para ella, las deja.

Zac cerró los puños.

Zac: ¿Sabes qué, Will? Vanessa ha insistido todo el tiempo en que Aly tenía que estar con Miley y contigo porque erais los mejores padres que podía tener y yo nunca lo puse en duda. Hasta ahora.

Cuando Zac salió a buscar a Vanessa, se topó con Aly en las escaleras del hotel de Maddie. La chica le echó un vistazo y comentó:

Aly: Mi padre y tú ya no sois tan amigos, ¿verdad?

Zac: De momento, no -admitió-, pero no tiene por qué ser así eternamente.

A Aly se le llenaron los ojos de lágrimas.

Aly: No tendría que haber venido a Turnabout. Así, nadie se habría enfadado con nadie. Salvo la abuela Lily, aunque creo que ella está peleada con el mundo.

Zac: Quizá tengas razón en lo que atañe a Lily, pero no es culpa tuya que todos estén molestos. Nosotros somos los adultos, tú solo eres una criatura pidiendo respuestas.

Aly: La tía Vanessa dice que lo mejor para mí es quererlos a todos. Supongo que eso te incluye.

A Zac se le hizo un nudo en la garganta.

Zac: No estás obligada a quererme, Aly. Ni siquiera me conoces.

Aly: Ella te quiere. Me lo ha dicho. -Él no supo qué decir-. Papá no va a marcharse de Turnabout sin mí -afirmó-. Para él, la tía Vanessa es un bicho raro.

Zac: Se equivoca.

Aly: Lo sé. Pero no quiero dejarla sola.

Aly se quedó mirando a Zac, esperando que le asegurara que Vanessa no estaría sola.

Zac: Vanessa no querría preocuparte -dijo finalmente-.

Había sido una respuesta tonta, un torpe intento de reprimir la necesidad de llevarse a Vanessa y a su hija a un sitio donde nada ni nadie pudiera herirlos. Pero era imposible. Su vida estaba gobernada por un mundo que requería organizaciones como Hollins-Winword y personas como Coleman Black. Y ese mundo no congeniaba con el mundo de Vanessa.

Aly: Será mejor que vaya a ver a mi padre antes de que le dé un infarto -señaló-.

Sin embargo, no se movió ni un centímetro.

Zac: No te pongas un arete en el labio como Mike -suplicó-. Y no dejes de criticar a Will por dedicarle demasiado tiempo a su campaña electoral. Y no vayas a Bendlemaier si no quieres. -Una lágrima rodó por la mejilla de Aly y él se la secó con mano temblorosa-. Y jamás olvides que eres tan guapa como tus dos madres -agregó-.

Aly se mordió el labio inferior, asintió y se dirigió hacia la puerta. Pero cuando estaba a punto de llegar, retrocedió y corrió a abrazarlo con todas sus fuerzas. Zac sintió que se le paraba el corazón.

Cuando ella entró en el hotel, suspiró y se sentó en la escalera. No tenía fuerzas para moverse. Apoyó los codos en las rodillas y se observó las manos mientras pensaba que Vanessa no era un bicho raro sino alguien mucho más fuerte y noble que todos ellos juntos.

Justo en ese momento, oyó el inconfundible sonido del motor del coche de Howard y levantó la vista justo cuando estaba aparcando junto a él.

Howard: Maddie cree que tal vez quieras que te lleve a casa de Vanessa -dijo con resignación-. Ya sabes cómo es cuando se le mete una idea en la cabeza. ¿Y bien? ¿Subes o no?

Zac subió al vehículo y Howard arrancó dando un bandazo.

Zac: Eres abuelo.

Howard no parecía sorprendido.

Howard: Ashley me lo ha contado todo. Ya no eres un niño, Zac...

Zac: Eres insoportable.

Howard: Lo mismo digo -replicó con una sonrisa irónica-. Es de familia.

En cuanto Howard aparcó el coche, Zac se bajó de un salto y entró corriendo a la casa de Vanessa. Estaba sentada en el sofá, llorando y con un álbum de fotos a un lado.

Ness: Vete, Zac -dijo sin siquiera mirarlo-.

Él no le hizo caso y se sentó frente a ella.

Zac: No me importó cuando Miley se fue con tu hermano -declaró-.

Ella se encogió de hombros.

Ness: Eso pasó hace mucho tiempo, ya no importa.

Zac le tomó las manos; estaban frías.

Zac: Sí que importa. No debes creer que Aly la quiera más que a ti.

Ness: Lo sé. Ellos son los únicos padres que conoce. Y yo no soy capaz de...

Zac: No digas eso.

Ness: Es la verdad -exclamó-. He defraudado a mi propia hija de la peor manera.

Zac: Entonces eras una criatura, Vanessa. Ahora no lo eres.

Ness: Ahora es demasiado tarde.

Zac: ¿Lo es? -Ella lo miró con asombro-. Si quieres tenerla contigo, Vanessa, te ayudaré a enfrentarte a ellos.

Ness: ¿Y qué pasaría si ganamos el juicio por la custodia?

Zac: Bueno...

Ness: Te marcharías de todas maneras -afirmó con voz ronca-. Dime que estoy equivocada.

Zac no pudo hacerlo. En lugar de eso, inclinó la cabeza y dijo:

Zac: Me aseguraré de conseguir comida y todo lo que haga falta en la isla. Haré que traigan un barco nuevo para Dave y la isla no correrá el riesgo de volver a quedar aislada.

Aunque Zac nunca había recurrido a los contactos que había conseguido gracias a su trabajo, esa vez estaba dispuesto a hacerlo.

Ness: Los concejales del ayuntamiento se están ocupando de eso -aseguró-.

Zac: Los concejales han permitido que Turnabout se quede aislada. Si fuera por ellos, la declararían una nación independiente -replicó enfadado-. Ha sido así durante cincuenta años y seguirá así durante otros cincuenta más. Si esperas que hagan algo productivo, será mejor que empieces a plantar algo más que caléndula y lavanda en tus campos o te morirás de hambre.

Ness: Me parece que estás exagerando.

Zac: ¿Exagerando? Vamos, Vanessa...

Ness: De acuerdo, puede que tengas razón -concedió y cambió de tema-. Lamento lo que dijo Maddie sobre tu madre.

Zac: Yo también. Nada es lo que parecía. Ni en mi familia, ni en la tuya -manifestó y la miró con inquietud-. ¿Y si estás embarazada de nuevo?

Vanessa se puso pálida.

Ness: Pero si hemos tenido cuidado.

La primera vez lo habían hecho; la última, no. Se habían despertado al amanecer y ella se había deslizado sobre él sin darle tiempo a nada, igual que hacía dieciséis años, cuando lo sorprendió en la habitación de invitados de la casa de George y Lily Hudgens, desnuda, besándolo en la boca y acariciándole el sexo con sus dedos torpes e inocentes.

Zac: ¿Qué harías si estuvieras embarazada, Vanessa? -insistió-.

Ness: No me interesa ser madre soltera y no te imagino viniendo a cenar o cambiando pañales.

Zac: Vanessa...

Ness: ¡Lo haría mejor que la primera vez! -gritó-. ¿Estás satisfecho?

Zac: Te equivocas si crees que lo hiciste todo mal. Querías a Aly lo suficiente como para saber qué era lo mejor para ella. Deja de torturarte por eso.

Ness: En cualquier caso, no estoy embarazada, así que no te preocupes.

Él se preguntaba si realmente estaba preocupado o solo buscaba una excusa para no separarse de ella. De pronto oyó el sonido de un motor sobre la casa y vio el gesto de Vanessa al reconocer de qué se trataba.

Ness: ¿Eso es un helicóptero? -preguntó angustiada-. Se la está llevando ahora mismo, ¿verdad? Sin siquiera dejar que se despidiera. -Acto seguido, se puso de pie y corrió hacia afuera. Miró hacia el cielo y dijo-: ¿Se ha ido? ¿Aly se ha ido sin que pudiera decirle adiós?

Zac sabía que el piloto daría otra vuelta.

Zac: Will no ha venido en helicóptero, Vanessa.

Ness: Pero... -balbuceó antes de comprender lo que sucedía-. Es para ti, ¿no es cierto?

Zac: Sí.

El helicóptero volvió a sobrevolar la casa buscando un claro donde aterrizar. Zac sabía que el único lugar posible era la vieja mansión. Sus días en Turnabout terminarían en pocos minutos. A pesar de lo enfadado que estaba con Cory por haberlo manipulado de esa manera, forzándolo a encontrarse con Vanessa y con su hija, tenía un trabajo urgente que cumplir. Se volvió para mirar la pequeña casa de playa de Vanessa y pensó que en menos de una semana, aquel lugar se había convertido en su primer hogar en muchos años. Entró a buscar la chaqueta y aprovechó para echar un vistazo al álbum que se encontraba sobre el sofá. Estaba lleno de fotos de Aly, de cuando era pequeña. Suspiró y se puso el álbum bajo el brazo.

Vanessa lo miró salir de la casa. Sin duda había visto lo que se llevaba, pero no dijo nada.

Zac: Hasta que la central eléctrica vuelva a funcionar, Dave se ocupará de traerte el combustible que necesites para el generador -la informó-. Y Ashley te va a traer otro hornillo eléctrico. Maddie ha dicho que Leo estaba instalando uno de sus hornos en el centro social... El generador de allí es más grande, así que podrías usarlo cuando necesites secar tus hierbas.

Ness: Siempre supe que te irías, sé que aquí no hay nada que te importe, pero no esperaba que fuera tan pronto.

Él se acercó, le tomó la cara y la besó durante un largo y doloroso rato.

Zac: Tú me importas, Vanessa Hudgens.

Ness: ¿Por qué? ¿Porque ahora sabes que tenemos una hija?

Zac: No. Por ti. Me importas tú.

Ness: Pero no lo suficiente como para quedarte...

El helicóptero volvió a pasar sobre ellos. Zac alzó la vista y maldijo a Cory por obligarlo a marcharse.

Zac: Lo suficiente como para saber que la vida que llevo no es buena para ti -declaró-.

Después, se apartó de Vanessa y corrió a la vida que había elegido tiempo antes y que hacía que se odiara a sí mismo. Atrás dejaba a una mujer a la que no debía haber amado, pero también a un amor del que nunca se arrepentiría.




Osea, ¿what? ¡Zac se ha pirado! ¡Hijo de...! ¡Este tio es tonto! ¡Qué fuerte! ¡Vanessa no se merece esto!
Haced click en "enfado" si pensáis que Zac es idiota XD

Gracias por los coments del capi anterior. Espero que en este también comentéis mucho, ¡que solo queda un capi!

Por cierto, adelanto que la próxima nove va a ser la pera limonera XD. ¿Qué quiere decir esto? ¡Pues que os vais a reír un montón! XD.

Y otra cosa más: Lau B. si quieres hacer click 10 o 20 veces en "interesante" XD, tienes que clicar una vez y cerrar la página, entrar, clicar y volverla a cerrar y así sucesivamente. Así las contará todas XD.

¡Comentad!
Bye!
Kisses!


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