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lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 11


Tres días en la isla. Zac se encontraba en la calle, contemplando la colorida casa que su padre había convertido años atrás en consulta médica, aunque el edificio tenía un aspecto más familiar que profesional.

Como la puerta estaba abierta, entró directamente.

Su padre estaba con un paciente. No lo supo por la recepcionista que estaba sentada tras un escritorio, en la sala delantera, sino porque podía oír el murmullo de las voces a través de las finas paredes. Así que avanzó hacia una silla y se sentó.

Junto a la silla había un viejo barril que reconoció inmediatamente. De niño se sentaba en las rodillas de su padre mientras Howard hacía solitarios con las cartas.

Se metió las manos en los bolsillos y miró por la puerta abierta. Desde allí se podía ver el tejado del local de Maddie, las altas palmeras que lo rodeaban y, más allá, el mar.

Volvió a fijarse en el barril, aburrido, y entonces notó que encima había una pequeña caja de madera labrada. No era precisamente una maravilla, pero le sorprendió mucho; no en vano la había hecho él mismo en el colegio, en vida de su difunta madre. La abrió y tal y como esperaba encontró dentro una baraja de cartas.

Cerró la caja, algo perturbado, y volvió a recepción.

Howard acababa de salir de la consulta y estaba charlando con su paciente, una mujer de avanzada edad. Naturalmente, notó su presencia; sin embargo, era un profesional y no se acercó a su hijo hasta que la mujer salió del edificio.

Howard: He oído que estás saliendo con la joven Vanessa -dijo sin más preámbulos-.

Zac se dirigió a la sala de espera para que la recepcionista no pudiera oírlos.

Zac: Ya no es ninguna niña. Por cierto, ¿sabes qué pasó con Caroline?

Howard frunció el ceño.

Howard: ¿Por qué te interesa Caroline precisamente ahora?

Zac: Porque Ashley y Vanessa quieren la vieja mansión.

Howard: No, solo quieren las tierras -le corrigió-.

Zac: Si ya lo sabías, ¿por qué no ayudas a tu hija?

Howard: ¿Cómo? ¿Prestándole dinero? Sabes de sobra que no tengo nada. Como no venda las tuberías de la casa...

A Zac no le pareció un comentario divertido.

Zac: Al menos podrías decirle cómo puede localizar a Caroline.

Howard parecía no sentirse muy bien. Se sentó en una silla y dijo:

Howard: Caroline se marchó de la isla hace años, antes de que naciera Ashley, cuando tú todavía eras un niño. Y no la volví a ver.

Zac: Pero era el amor de tu vida...

Howard lo miró a los ojos.

Howard: ¿Lo preguntas o lo afirmas?

Zac: Lo afirmo. Es un hecho.

Howard: Solo según la versión de tu madre.

Zac: Bueno, supongo que ella debía de saberlo. -Howard apretó los labios, pero no dijo nada-. ¿Adonde fue cuando se marchó de Turnabout?

Howard: No lo sé.

Zac: No te creo.

Howard: Pues siento no poder ayudarte al respecto. Como siento no haber sido capaz de convencer a tu madre de que estaba equivocada.

Zac: No estaba equivocada.

Howard: Lo estaba, pero no lo reconocerías nunca porque eres tan cabezota como ella -observó-. La diferencia es que tu madre tenía mejores motivos que tú.

Zac: Por supuesto; sabía la verdad sobre su marido, sobre Caroline y tú. ¿Por qué no le concediste el divorcio? ¿Por qué no dejaste que se marchara?

Howard: Sé que crees que tu madre todavía seguiría con vida si nos hubiéramos divorciado, pero me temo que no sabes la verdad porque nunca has querido saberla. Para ti es más fácil culpar a tu padre, así que sigue haciéndolo, adelante -declaró-. Sigue creyendo lo que quieras. Odiabas esta isla y me odiabas a mí. Ni siquiera habrías aceptado mi dinero cuando estudiabas en la universidad.

Zac: ¿Es que tenías dinero para gastarlo en mí? -preguntó con ironía-.

Sin embargo, Zac pensó que su padre tenía razón. Si le hubiera ofrecido dinero, lo habría rechazado a pesar de que lo necesitaba. Y como consecuencia de su falta de recursos económicos, al final había aceptado la oferta de un hombre que algunos tenían por santo y otros por el mismísimo diablo.

De hecho, ni siquiera él estaba seguro de lo que era.

Zac: Me da igual si sigues saliendo con Caroline o si no la has visto en varias décadas. Solo quiero saber dónde vivía la última vez que supiste algo de ella.

Howard: Te estoy diciendo la verdad, no sé nada de ella. ¿Crees que yo no me lo he preguntado? La única familia que tenía eran sus padres, pero ni siquiera ellos volvieron a verla... Solo sé que era una mujer joven que nunca había salido de Turnabout.

Zac: Y te aprovechaste de su inocencia.

Howard: Márchate, Zac. Tengo trabajo que hacer -dijo con frialdad-.

Zac: Te aprovechaste de ella y te libraste de mi madre por esa mujer.

Howard: Tu madre me dejó a mí, Zac, y lo hizo mucho antes de que yo contratara a Caroline. Ni siquiera sabía que estaba embarazada de ti cuando se marchó; tuve que contratar a un detective privado para que la encontrara y tardó un año en hacerlo. Para entonces, tú ya tenías seis meses de edad.

Zac: Ya. Y nos trajiste de vuelta a Turnabout, donde mi madre tuvo que soportar la presencia de tu aman¬te. ¿Es que la tomabas por tonta? ¿Es que pensaste que no se daría cuenta de lo que la recepcionista y tú hacíais en la consulta?

Howard lo miró con intensidad y preguntó:

Howard: ¿Por qué has vuelto a Turnabout?

Zac sintió un profundo dolor y le devolvió la mirada a su padre. Se parecían mucho y eran de la misma altura, pero en su opinión, no podían ser más diferentes.

Zac: Porque me gustaría corregir algunos errores.

Entonces, Zac se dio la vuelta y se marchó.


Llevaban tres días sin electricidad.

Vanessa miró las cajas del almacén y maldijo su suerte; varios clientes estaban esperando sus pedidos, pero no podía enviarlos porque no había ningún medio de transporte disponible.

Aly: Tus productos huelen fatal.

Era Aly. La joven ya había dejado claro, varias veces, que prefería ayudar a Maddie antes que trabajar con ella en la tienda. Obviamente, no le interesaban las hierbas ni las flores.

Sin embargo, Vanessa sabía que su verdadero interés por Maddie no tenía nada que ver con el local, sino con Mike Dickens. Resultaba evidente que estaban saliendo.

Ness: Por fortuna, mis clientes no piensan lo mismo que tú.

Aly puso cara de pocos amigos, pero empezó a mirar las etiquetas de los frasquitos.

Aly: Huele como a regaliz. Y odio el regaliz.

Ness: Entonces, intentaré no ponértelo para cenar.

Vanessa siguió trabajando en la cesta que estaba preparando, hasta que diez minutos más tarde, se oyó la voz del novio de Aly.

Mike: Ah, por fin te encuentro... Esta tienda está llena de cosas raras. ¿Seguro que no vendéis nada ilegal?

Ness: No, pero me resultaría fácil envenenar a alguien si me apeteciera.

Mike: Guau... Oye, Aly, ¿tienes trabajo que hacer o puedes salir un rato?

Aly miró a su tía y preguntó:

Aly: ¿Puedo?

Vanessa asintió.

Ness: Está bien, pero nada de puestas de sol. Ya sabes a lo que me refiero. -Aly se ruborizó y asintió-. Ah, y quiero que estés en el centro social a la hora de cenar.

Los dos adolescentes salieron de la tienda y se cruzaron con Zac, que entraba en aquel momento.

Zac: Hola, Vanessa...

Vanessa lo miró y se preguntó dónde habría estado todo el día. Se había afeitado y se había cambiado de ropa. Llevaba unos vaqueros tan desgastados que parecían blancos y una camiseta de la Universidad de Los Ángeles, pero su expresión era tan extraña que preguntó:

Ness: ¿Te encuentras bien?

Zac: Sí, perfectamente -respondió, mientras miraba las cajas del almacén, preparadas para el envío-. Veo que has estado trabajando.

Ness: Sí. Esos son los últimos pedidos que recibimos antes de la tormenta. Pero no puedo enviarlos sin transporte.

Zac: Y supongo que habrás perdido otros muchos pedidos por culpa del mal tiempo.

Ness: Qué se le va a hacer...

Vanessa terminó la cesta que estaba preparando, la introdujo con sumo cuidado en una caja de cartón y la dejó sobre las demás. Acto seguido, se limpió las manos en el delantal que llevaba puesto e intentó pensar en otra cosa que la mantuviera ocupada.

No quería quedarse sin hacer nada porque corría el peligro de dejarse llevar por el deseo.

Ness: ¿Qué tal está tu brazo hoy?

Zac: Bien, muy bien. ¿Y tú rasguño?

Ness: Bah, eso no fue nada -respondió, en pleno intercambio de naderías-. Por cierto, ¿sabes cuándo van a arreglar la electricidad y el teléfono?

Zac: No.

Zac tomó una ramita de romero y la olió.

Ness: No parece que eso te moleste demasiado.

Zac: Soy un hombre paciente.

Ella arqueó una ceja.

Ness: Si tú lo dices...

Vanessa tomó un tarro de crema, lo metió en una bolsa con el logotipo de la tienda, recogió las llaves y se dirigió a la salida posterior.

Zac: ¿Adónde vas?

Ness: A llevar esto a Darla Towers. Y después, a las plantaciones.

Zac: Todavía están cubiertas de agua.

Ness: Suelen estarlo.

Zac la siguió y ella cerró la puerta con llave.

Zac: Cuando vivía aquí, nadie cerraba las puertas con llave...

Ness: Pensaba que no te gustaba Turnabout.

Zac: Y no me gusta.

Ness: Sin embargo, lo has dicho como si echaras de menos aquellos tiempos.

Zac: No, solo echo de menos los tiempos en que la gente no tenía que cerrar sus casas con llave.

Ness: Yo solo cierro la tienda porque dentro está la caja registradora, el ordenador y los productos que vendemos. En Turnabout no suele pasar nada, pero de vez en cuando roban y casi siempre suele ser algún turista. Sin embargo, nunca cierro la puerta de mi casa. -Comenzaron a caminar hacia el domicilio de Darla, una casa que se encontraba no muy lejos del local de Maddie-. Por cierto, ¿dónde vives?

Zac: En ningún lugar en particular.

Vanessa se detuvo y dijo:

Ness: Zac, si no quieres que me meta en tus asuntos, solo tienes que decirlo.

Zac: No es eso. Lo he dicho en serio.

Ness: No puedo creer que seas un vagabundo.

Zac: Yo no he dicho eso.

Ness: Bueno, está bien. Si no quieres decírmelo, no lo hagas.

Vanessa siguió caminando.

Zac: ¿Siempre entregas tus productos en persona?

Ness: No, pero no tiene sentido que abra la tienda estos días. Si alguien necesita algo, me lo pide directamente. Como Darla.

Zac: Créeme, anoche no se sentó a nuestra mesa para pedirte cremas, sino para ponerme sus senos de silicona delante de la cara.

Ness: Oh, vamos, Zac... Es una buena mujer, aunque está pasando una mala temporada.

Zac: Vaya, no sabía que ahora fueras defensora de causas perdidas...

Ness: ¿Es que no te gusta cómo soy?

Zac: Al contrario. De hecho, ahora me pareces mucho más interesante que antes.

Aquel comentario la desconcertó.

Ness: Pues no tengo ninguna intención de resultarle interesante a nadie.

Zac: Bueno, hay cosas que no se pueden evitar.

Ness: De todas formas, eso de ser interesante es muy relativo. Hay bichos de ocho patas que son muy interesantes y gente que es muy interesante en la cama, por ejemplo -comentó-.

Zac bajó la mirada y observó sus piernas. Ella pensó que no las encontraría particularmente atractivas, porque llevaba un vestido que casi le llegaba a los tobillos y zapatos con calcetines.

Zac: Yo solo veo dos piernas... -Vanessa siguió caminando. Cuando llegaron a la casa de Darla, hizo la entrega del pedido y se marchó calle abajo-. Te recuerdo que tus plantas están en dirección contraria, Vanessa.

Ness: Sí, pero estamos cerca del establecimiento de Maddie y quiero ver si Aly está bien.

Zac: El chico con el que está saliendo me recuerda a alguien. Adivina a quién.

Ness: A Drake Peterson, ¿verdad? -preguntó, refiriéndose a un viejo conocido de su juventud-.

Zac: En efecto. Y no estoy seguro de que debas permitirle que salga con él.

Ness: No soy la madre de Aly, Zac, y ni siquiera sé si sería una buena madre.

Zac: Pero ahora eres lo más parecido que tiene a una madre y eres responsable de ella. Deberías mantenerla alejada de ese chico.

Ness: ¿Qué quieres? ¿Que la encierre? Eso no serviría de nada. Además, tiene que aprender sus propias lecciones. Tal vez lo hayas olvidado, pero los adolescentes también tienen problemas, como los adultos y hasta los niños. Y a veces deben tomar decisiones.

Zac: Le estás dando demasiado margen porque tus padres no confiaban en ti.

Ness: Eso es lo que creía entonces, pero ahora no opino lo mismo. Ellos tenían razón. Confiaban en mí y traicioné su confianza. Y en cuanto a Aly... el problema no es ella sino Mike.

Zac: Vanessa  no te engañes a ti misma. Los modales en la mesa y el tipo de cuchillo que se debía utilizar para cada plato eran lo único en lo que tus padres no se equivocaban.

Vanessa se rió, aunque la situación no le parecía nada graciosa.

Ness: Bueno, me voy al local de Maddie. ¿Vienes conmigo?

Zac: No, gracias.

Ella supo enseguida por qué no quería ir. Temía encontrarse con Howard. Al pensar en ello, volvió a sentir una intensa tristeza. Ella no hablaba con sus padres desde hacía tiempo, pero a diferencia suya, no recordaba que Howard hubiera hablado mal de su hijo ni una sola vez.

Ness: De acuerdo. Entonces, nos veremos a la hora de cenar.

Zac: Allí estaré.

Vanessa se tomó la frase como una promesa y una maldición.

Sintió una extraña sensación en el estómago y justo entonces comenzó a llover suavemente.

Pasaron varios segundos sin que ninguno de los dos abriera la boca. Y al final, ella extendió un poco los brazos, con las palmas hacia arriba, y dijo:

Ness: Parece que el cielo está empeñado en dar un buen baño a Turnabout.

Zac: Es posible. Pero sea cual sea la razón, estás preciosa bajo la lluvia.

Vanessa se quedó muy quieta cuando Zac se acercó, la besó en los labios y se marchó.

Todavía seguía allí, tocándose los labios con un dedo, cuando oyó la voz de una persona muy conocida.

Era Ashley.

Ash: ¿Vanessa?

Ness: ¡Ashley! ¿Cuándo has llegado?

Ash: Eso es lo de menos ahora. Pero dime una cosa... ¿El hombre que te estaba besando no era mi hermano, por casualidad?




¡Zac espabila! ¿¡Qué narices ha sido eso!? Osea, le da un insignificante beso y se larga. ¡No fastidies!
Me he leído ya esta nove dos veces, pero estoy empezando a perder la paciencia respecto a cuándo estarán juntos de verdad. La verdad es que no recuerdo en que capítulo pasa.

Bueno, muchas gracias por los coments del capi anterior. He visto que en mi otra nove he tenido muchos coments y muchas visitas del último capi que publique. Eso me pone muy contenta ^_^
Voy escribiendo un poquito cada día cuando me viene la inspiración o cuando tengo ganas. Estoy mejor de mi resfriado, así que eso ya no será un problema para escribir XD.

¡Seguid comentando mucho!
Bye!
Kisses!


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siguela! Porfin un beso!! Que pensara ashley de eso??? Continuala pronto please

Unknown dijo...

ME ENCAANTO.
LA BESA Y LA DEJA AHI SOLA? POBRE NESSA JAJAJA.
UUH Y ASHLEY.. ESPERO QUE LE CAIGA BIEN NESS COMO CUÑADA :)
SIGUELA PRONTO.

Unknown dijo...

sube otro cap <3 me encanta

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