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viernes, 11 de enero de 2013

Capítulo 13


Zac aprovechó que Vanessa seguía dormida para prepararle un baño caliente. Cuando ella se despertó y fue al cuarto de baño, se sorprendió al descubrir el inesperado gesto de ternura y más aún al verlo con gesto agobiado y cargando dos cacerolas repletas de agua caliente. Se inclinó hacia adelante y lo abrazó mientras pensaba que hasta el hombre más práctico podía actuar como un auténtico inexperto.

Zac: Hola -dijo mientras dejaba las ollas en el suelo-. De haber sabido que llenar la bañera iba a costarme tanto trabajo...

Vanessa sonrió con complicidad, le acarició una mejilla y se apartó para quitarse el albornoz y meterse en el agua. Se sentó lentamente y recostó la espalda contra la bañera. La sensación era tan placentera que, aunque estaba ansiosa por ir al centro social a buscar a Aly, suspiró y se convenció de que no pasaría nada si se esperaba un poco más.

Ness: Gracias. Me siento como si estuviera en el paraíso... -murmuró- . Métete conmigo, Zac. El agua está perfecta.

Zac: La he calentado para ti... -se excusó-.

Ella se sumergió en la bañera hasta que el agua le rozó la barbilla y sonrió con picardía.

Ness: Hay espacio suficiente para ambos -afirmó-. Vamos, entra y deja que te enjabone la espalda.

Zac: ¿Y qué puedo hacerte a cambio?

Ness: Lo que quieras -respondió mordiéndose el labio inferior-.

Zac: De acuerdo. Hazme sitio -ordenó mientras se quitaba los pantalones-.

La mujer tragó saliva ante la visión; esa vez, no había sombras ni marañas de sábanas en las que ocultarse, solo su amante en toda la esplendorosa virilidad de su desnudez. Con un suspiro ahogado, se movió hacia el centro de la bañera.

Zac se metió en el agua, la abrazó por la cintura, la atrajo hacia él y agarró el jabón.

Zac: ¿Hierbas de la isla? -preguntó oliendo la pastilla-.

Ness: Por supuesto.

Zac: Huele a ti -le susurró al oído-.

Vanessa le quitó el jabón de las manos, se dio la vuelta y recostó la espalda contra el extremo opuesto de la bañera; sabía que si permitía que la tocara con las manos jabonosas, perdería el control definitivamente.

Ness: Quiero ir a buscar a Aly cuanto antes.

Zac: ¿Antes de que Mike la encuentre? -preguntó mientras le enjabonaba las piernas-. Tranquila, es temprano todavía. Nos hemos despertado al amanecer y nadie irá al centro social hasta dentro de un buen rato.

Ness: En un día normal, trabajaría en el campo antes de abrir la tienda...

Entonces, sintió que Zac la estaba acariciando y quiso resistirse.

Zac: ¿Es que no te cansas nunca?

Él la miró con malicia, recuperó el jabón y la rodeó con sus piernas.

Ness: Nunca es suficiente... -aseguró-.

Consciente de las intenciones de Zac, Vanessa se llevó las rodillas al pecho y se enjuagó los muslos con determinación. Él se rió enternecido por el pudor que mostraba con semejante gesto.

Tras jugar durante algunos minutos a disputarse el jabón, Zac aceptó a regañadientes usar la maquinilla de Vanessa para afeitarse. Después, la observó con abierta fascinación mientras ella se depilaba las piernas con una destreza admirable.

Vanessa se sentía algo avergonzada por la situación. Tal vez bañarse con un hombre era algo común para otra mujer; para ella, en cambio, no. Jamás se había sentido tan expuesta ni tan endiabladamente feliz.

Pero a pesar de todos sus temores, se convenció de que lo mejor era actuar con naturalidad.

Ness: ¿Cómo es un día normal para ti? -preguntó mientras se humedecía el pelo para lavarse la cabeza-. Quiero decir, ¿cómo es cuando no estás atrapado en una isla que odias, tratando de convencer a la hija de un amigo para que regrese a casa?

Vanessa había hablado en tono amigable y sonreía de manera burlona; sin embargo, aquella pregunta inocente, había servido para recordarle a Zac que sus días en Turnabout estaban contados.

Zac: Es más normal de lo que crees.

Acto seguido, el hombre le alcanzó una cacerola con agua limpia para que se enjuagara el cabello y sin decir una palabra más, se puso de pie. Se inclinó hacia adelante con intención de ayudarla a salir de la bañera, pero se detuvo al ver que Vanessa lo miraba con sus grandes y preciosos ojos marrones.

Aquella mirada que entremezclaba miedo y fascinación era capaz de derretir un iceberg. Zac comprendió que era mejor que se alejase de allí cuanto antes. Salió de la bañera y se excusó:

Zac: He dejado agua en el fuego.

Con la esperanza de que no se hubiera consumido, se envolvió en una toalla y salió del cuarto de baño.

Al llegar a la cocina descubrió que el agua no se había evaporado pero que la llama estaba apagada. La bombona de gas estaba vacía y solo les quedaba una más.

Zac suspiró y maldijo en voz baja. Lamentablemente, Turnabout no tenía población suficiente como para justificar que se solicitara asistencia al gobierno nacional y encima, para disgusto de Sam, los concejales de la isla les habían asegurado a todas las organizaciones de emergencias que estaban en condiciones de sobrellevar la situación por sus propios medios. Pero la realidad era bien distinta; ni se habían ocupado de reparar el sistema eléctrico ni habían hecho nada por conseguir provisiones. Lo único que habían logrado, y con creces, era ganarse el odio de la población.

Él no tenía dudas sobre lo acertado que había sido marcharse de la isla; nunca lo había dudado. Había regresado a Turnabout por un motivo concreto y con la absoluta certeza de que saldría de allí en cuanto resolviese el problema. La tormenta, por supuesto, no habría sido ningún obstáculo para él.

Sin embargo, no podía negar que se sentía mucho más inquieto ante su marcha de lo que había imaginado.

Respiró hondo y se pasó una mano por la cabeza. Lo único que tenía que hacer era regresar al cuarto de baño, atraer a Vanessa hacia él y evitar cualquier pensamiento prudente durante un rato. Sin embargo, prefirió esperar. Levantó la bombona vacía, la dejó a un lado con desgana y se dio la vuelta.

Ella acababa de entrar y estaba de pie en la puerta de la cocina, envuelta en una toalla y mirándolo con inquietud.

Ness: Estás molesto.

Zac intentó ocultar la frustración que sentía.

Zac: No.

Los ojos de Vanessa se posaron en la bombona durante unos segundos.

Ness: Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, Zac.

El comentario desató las alarmas de los dos. Se habían metido en la piel del otro hasta volverse casi inseparables, pero en realidad nunca habían hablado de sus sentimientos.

Zac: No estoy enfadado -insistió-.

Vanessa entrecerró los ojos y asintió con resignación.

Ness: Será mejor que vaya a buscar a Aly.

Zac: ¿Eso es todo? -exclamó-. ¿No vas a discutir ni a cuestionar nada de lo que digo? ¿Solo vas a acatar y a actuar como si nada hubiera pasado?

Al ver el gesto apesadumbrado de Vanessa, él sintió que se le partía el corazón.

Ness: ¿Qué es lo que quieres de mí, Zac?

Zac: Quiero que dejes de actuar como si la vida fuera a castigarte si te equivocas; quiero que dejes de esconder la cabeza como un avestruz...

Vanessa apenas podía contener el llanto; sus preciosos ojos marrones brillaban como dos esmeraldas recién pulidas.

Ness: La vida ya me ha castigado, Zac. Y la verdad es que me gusta mucho más la Vanessa que soy ahora que la que solía ser. ¿Tú puedes decir lo mismo? -replicó moviendo la cabeza de un lado a otro-. No hace falta que contestes, sé que no dirías nada. Puedes venir aquí, hacerte el héroe porque Aly está angustiada, pasar algún buen rato con la buena de Vanessa, o mejor dicho, con la pobre y tonta de Vanessa, y luego largarte de nuevo con la sensación de que has cumplido con tu deber.

Zac: Yo no he...

Ness: Deberías mirarte al espejo, Zac. Necesitas tanta ayuda como el resto de los mortales. ¿Nunca permitirás que nadie te conozca tal cual eres? ¿Nunca abrirás tu alma y tu corazón?

Zac: Te he abierto mi alma y mi corazón, Vanessa -aseguró en tono cansino-.

Ella parecía asustada y triste, a juzgar por el gesto de su boca.

Ness: Creo que los dos sabemos que hay parte de verdad en esa afirmación. Sin embargo, a pesar de lo que hacemos juntos, hay demasiadas cosas que no sabemos. Demasiadas cosas que ocultamos -dijo y desvió la mirada hacia el suelo-. Tú y yo somos tan parecidos, Zac. Nunca lo había notado, pero ahora lo veo claramente.

Zac: Tú no te pareces en nada a mí.

Para él, Vanessa era alguien que sembraba, cultivaba, cosechaba y empezaba de nuevo. Alguien que construía. Él, en cambio, lo destrozaba todo.

Ness: Tú abres el corazón solo hasta donde te resulta cómodo -afirmó-, pero eso no basta. Te cierras y no te dejas llevar por tus sentimientos porque temes que te lastimen.

Zac: Nada ni nadie me ha lastimado.

Ness: En mi opinión, Zac Efron, sufres mucho más que cualquiera de nosotros.

Él la recorrió con la mirada.

Zac: Si algo me lastima es desear tanto lo que se oculta bajo esa toalla.

Vanessa tragó saliva y, ante los sorprendidos ojos de su amante, se llevó una mano al pecho, se liberó de la toalla y la dejó caer al suelo. Después, caminó hacia él; tenía un cuerpo precioso, un verdadero festín de piel y curvas femeninas. Zac no daba crédito a sus ojos cuando pudo reaccionar, tenía la espalda pegada a la encimera y los senos de Vanessa apretados contra su pecho desnudo.

Ness: Lo que te está lastimando, Zac, está aquí -susurró y le apoyó una mano en el pecho a la altura del corazón-. Aquí.

Aunque el contacto era apenas un roce suave y ligero, él sentía como si lo estuvieran atizando con un hierro candente.

Acto seguido, ella se dio la vuelta para recoger la toalla y se marchó a su dormitorio. Unos segundos más tarde, Zac la oyó cerrar la puerta.

Tras un largo rato en silencio, se obligó a ir hasta la sala a buscar algo de ropa con la que vestirse. Cuando Vanessa apareció en la puerta principal, él estaba esperando afuera. Parecía sorprendida de verlo todavía allí, pero no dijo nada. Tampoco hizo comentario alguno mientras caminaban hacia el coche de Leo, que Zac había aparcado a un lado de la carretera la noche anterior.

Todo parecía indicar que sería un día casi primaveral; el sol que asomaba por el horizonte comenzaba a calentar el ambiente, no había nubes a la vista y soplaba una brisa suave y agradable. Sin embargo, el ambiente entre ellos era sombrío y cargado de tensión.

Subieron al vehículo y se dirigieron al centro social. Al llegar vieron una columna de humo saliendo de la chimenea. Alguien había armado varias mesas largas afuera, repletas de cubos con naranjas, uvas y albaricoques. También había una gran canasta con bollos y una bandeja con huevos revueltos.

Al menos el generador de electricidad estaba funcionando. Dave tenía un buen suministro de combustible en el puerto.

Maddie, que parecía ser la jefa del operativo, le hizo una seña a Zac y dijo:

Maddie: Has llegado justo a tiempo. Ven a ayudarme con estas mesas. Necesitamos más espacio.

Zac no tenía ganas de volver a ver a su padre, pero no iba a desatender a Maddie solo porque estuviera con él. Vanessa miró al grupo, saludó entre dientes y entró al edificio. Maddie tomó a Zac del brazo y le explicó cómo estaba organizando todo.

Maddie: George está preparando el desayuno aquí. La cocina de mi local no funciona. Además, si no consumimos los alimentos perecederos pronto, tendremos que tirarlos -argumentó-. Para el caso, es mejor usar el generador. Mis clientes llegarán en cualquier momento.

En aquel instante, Vanessa apareció en la puerta.

Ness: Zac, Aly no está -dijo pálida-. Ni siquiera ha dormido aquí.

Maddie: La he visto esta mañana, Vanessa -afirmó-. Hace un rato estaba en la playa con ese chico, Dickens...

Ness: Mike -balbuceó tensa. Después, se volvió para ir a buscar a su sobrina, pero Zac la agarró de un brazo para detenerla-. Es culpa mía -exclamó con gesto desesperado-. Debería haberla llevado a casa conmigo. -Con un movimiento brusco se apartó de Zac y salió corriendo hacia la playa. Cuando estaba a mitad de camino, aceleró el paso y gritó-: ¡No! ¡Aléjate de ella!

Zac soltó una palabrota y saltó el muelle de piedra, preparado para lo peor. Vanessa se había lanzado sobre los adolescentes y había apartado a Mike de su sobrina de un empujón. Aly estaba llorando desconsoladamente pero, aparte de las lágrimas, parecía estar sana y salva.

Vanessa se volvió hacia Mike y lo agarró de la camiseta.

Ness: ¿Qué le has hecho? -preguntó furiosa-.

A pesar de que era varios centímetros más alto que ella, el chico parecía aterrorizado.

Mike: Yo no... -balbuceó mientras trataba de soltarse-.

Vanessa avanzó sobre él con gesto amenazador.

Ness: Maldito seas, Drake -exclamó-. ¿Qué has hecho?

Zac la agarró de la cintura y la apartó de Mike.

Zac: Él no es Drake -le susurró al oído-. No es Drake, preciosa. -Acto seguido, miró al muchacho y al ver que intentaba escapar, le ordenó-: No te muevas. -Aunque tenía que lidiar con el forcejeo de Vanessa, la voz de Zac sonaba notablemente calmada. Mike no le caía bien, pero no podía permitir que Vanessa cometiera una locura-. ¿Estás bien? -le preguntó a Aly-.

La joven estaba mirando a su tía con la boca abierta. Tenía los ojos llenos de odio y rebeldía y parecía dispuesta a escapar, pero no lo hizo. Sencillamente, asintió con la cabeza.

Mike: ¿Quién demonios es Drake? -preguntó desconcertado-.

Pero Vanessa estaba demasiado concentrada en librarse de Zac como para oírlo.

Ness: Juro que si le has tocado un pelo a mi sobrina, tendrás que vértelas conmigo.

Zac la aferró con más fuerza y la maldijo cuando, en medio del forcejeo, le dio una patada en un tobillo.

Zac: Cálmate, Vanessa. Estoy tratando de ayudarte.

Ness: ¡Entonces, suéltame!

Aly: ¡Solo estábamos hablando! -afirmó a gritos-. Estás loca, Vanessa. Loca.

Ness: ¿Hablando? -replicó en idéntico tono-. Estás llorando, Aly.

Los ojos de la joven parecían dos zafiros húmedos.

Aly: ¡Sí, hablando! Él por lo menos me escucha. Tú solo quieres enviarme de regreso a casa para poder disfrutar de las puestas de sol con ese hombre -dijo señalando a Zac-.

De repente, Vanessa dejó de forcejear.

Ness: No -contestó-. Aly, eso no es...

Aly: Os he visto juntos -la interrumpió-. Regresé porque por fin me sentía en condiciones de decirte lo que sé, pero estabas con él.

Ness: ¿Volviste a la casa?

Zac sintió la consternación que sacudía a Vanessa al oír a su sobrina.

Zac: ¿Cuándo, Aly?

Aly: Tu ropa estaba en el suelo -dijo mirándolo con odio-, estabas en su habitación... No hay que ser un genio para saber lo que estabais haciendo allí. -Hizo una pausa, respiró hondo y dirigiéndose a su tía, agregó-: No me sorprende que dijeras que podía quedarme en el centro social. ¡Querías librarte de mí, siempre has querido hacerlo!

Ness: Eso no es cierto, mi vida -replicó-.

Aly: ¡No me mientas! ¡Estoy harta de que todos me mientan!

Vanessa se había inclinado para abrazar a la joven, pero se contuvo al oír la acusación.

Ness: Nadie te está mintiendo -afirmó con la voz atragantada-. Aly, cariño...

Aly: Todos me están mintiendo. ¡Mi vida entera es una mentira! Nadie me quiere cerca. Tú me quieres fuera de la isla. Mis padres pretenden enviarme a un internado para olvidarse de que existo.

Ness: Aly, sabes que eso no es verdad. Ellos te quieren. Ellos...

Aly: Ellos aman sus trabajos -alegó-. William Hudgens, nacido para ser el nuevo fiscal general. Todos me repiten una y otra vez lo grandioso que es. Si de verdad fuera tan listo y tuviera tanto talento como dicen, habría notado que nuestra casa dejó de ser un hogar hace mucho tiempo. Siempre ha dicho que éramos lo más importante para él, pero mentía y ha convertido la casa en el cuartel general de su campaña electoral.

Ness: Pero eso se acabará en cuanto pasen las elecciones -aseguró-.

Aly: Sea como sea, nunca está en casa. En cuanto a mi madre, siempre está ocupada sacando a algún cliente de la cárcel, a veces nos pasamos varios días sin vernos -dijo con la voz quebrada-. Le advertí que lo lamentaría, pero a él no le importó...

Zac se estremeció al comprender lo que sucedía.

Zac: Has sido tú quien ha enviado esas cartas, ¿verdad, Aly?

Ness: ¿Qué cartas? -dijo con un hilo de voz-.

La joven miró a Zac con detenimiento y confesó.

Aly: Sí, fui yo, pero al parecer no sirvieron de mucho -declaró entre lágrimas-. Hice lo imposible para que se fijaran en mí, pero ni aun así conseguí llamarles la atención. Utilicé los sobres de mi madre, corté las letras de las revistas de mi padre y nada. Muy observadores, ¿no te parece?

Zac: Will jamás habría pensado que su propia hija podía encontrarse entre los sospechosos -observó-.

Ness: ¿Sospechosos? -insistió visiblemente desconcertada-.

Aly: ¡Yo no soy hija de Will! -gritó. Después, miró a Vanessa y con las mejillas humedecidas por el llanto, agregó-: Soy hija de ella.




¡Se descubrió el pastel! O.o
Vanessa estaba desquiciada XD, pobrecita.
Y Zac es idiota ¬_¬ ¿¡Cuándo demonios abrirá su corazón y nos dirá en qué narices trabaja!?

Aprovecho para recomendaros esta página: duolingo.com
Para aquella gente que quiera aprender un idioma de manera divertida. ¡Advierto que engancha! XD

¡Comentadme mucho!
Bye!
Kisses!


5 comentarios:

Unknown dijo...

HOOOO! hija de vanessa, eso no me lo esperaba! me encanta la novelaaaa <3

Anónimo dijo...

siguela porfis!me encanta

Anónimo dijo...

:o por dios no puedo creerlo! Me encanto el capi siguela pronto que cada ves se pone mejor! No abandones tu otra nove
Xoxo
-val-

Lau B. dijo...

OMG! QUIEN ES ELLA?
VANESSA? LO SABIA!!!
hablando de Vanessa creo que quedo un poco clara que esta traumanda con Drake... y mi Zacky como siempre preocupandose por ella!!
PUBLICA YAAAAAA PLEASE QUE QUIERO SABER SI NESS ES SU MADREEEE!
Bye
Lau B.

Lau B. dijo...

pleaseeeee publica lo mas pronto posible!!!!

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