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sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 17


Setenta y dos días sin Aly. Setenta y cinco sin Zac. Vanessa quitó el chocolate que estaba calentando al fuego y miró el océano a través de la ventana. Lo hacía todos los días. Al principio, contaba los minutos. Si había conseguido dejar de pensar en ellos durante cinco minutos, podría hacerlo durante cinco horas, cinco días. Tal vez, en cinco meses, o años, la sensación de vacío desaparecería.

Llenó una taza de chocolate caliente y le echó algunas galletas, como solía hacer Aly. Eran los primeros días de mayo y hacía demasiado calor para tomar algo así, pero el clima no era un obstáculo para su ritual diario.

Levantó el sombrero que había dejado en la encimera y se lo puso. Aquel día estaba plantando romero; las semillas que había recogido en el campo habían echado raíces y llenaban la casa con su particular perfume.

Antes de que pudiera alcanzar la puerta, sonó el teléfono. Vanessa contestó mientras se ponía unos guantes de jardinero.

Aly: ¡Vanessa! -exclamó al otro lado de la línea-.

Como siempre le ocurría al oír la voz de su hija, a la mujer se le paró el corazón. Sonrió y se apoyó el auricular en el hombro.

Ness: ¿Qué tal ha estado el debate?

Aly: Hemos ganado, por supuesto.

Ness: Te dije que lo haríais.

Entre tanto, Vanessa levantó los tiestos de romero y los cargó hasta la furgoneta que tenía aparcada en la entrada. El vehículo había llegado un par de días después de que Zac se marchara, junto a un cargamento de provisiones y herramientas.

Ness: ¿Cómo anda todo lo demás? -preguntó, sentándose en la furgoneta-.

Aly: Mamá ha renunciado a su trabajo, pero probablemente ya te lo haya contado ella. Estamos tomando clases de piano juntas. Quiere que toquemos a dúo. ¿Qué te parece?

Por el tono de voz, Aly parecía cansada, pero Vanessa era capaz de oír más allá. No todos los asuntos familiares estaban resueltos, pero su fuga había servido para hacerlos comprender que necesitaban pasar más tiempo juntos.

Ness: Cuando vengas a visitarme este verano, podrás tocar en el piano del centro social.

Aly: Lo dudo -afirmó-. Me tengo que ir, Vanessa. Solo quería contarte cómo había salido el debate. Ya sabes, el equipo de Bendlemaier ha sido campeón estatal durante cuatro años seguidos. Mi escuela les va a dar una buena patada en el trasero el próximo año. Espera y verás. Por cierto, el otro día recibí carta de Zac.

A Vanessa se le congeló la sonrisa.

Ness: Qué bien, ¿y qué decía?

Aly: No mucho. Está viajando un montón; el sello era de Alemania. Me preguntó si seguía hablando con Mike Dickens y le escribí para contarle que el tipo era un imbécil, pero no pude enviar la carta porque el sobre de Zac no tenía dirección en el remite.

Nunca había una dirección. Vanessa sabía que Zac le había escrito a Aly varias veces durante las últimas semanas. En general, no decía mucho salvo que estaba pensando en ella. Y el gesto parecía ser suficiente para Aly, para quien asumir que él era su padre, y no Drake, había resultado menos traumático que el saber que Vanessa era su verdadera madre.

Desde entonces, Vanessa había ido a Olympia dos veces y Aly tenía planeado pasar un mes de vacaciones en Turnabout.

No siempre era tan fácil. Aly no era siempre dulce y encantadora; después de todo, era una Hudgens. Pero era mejor de lo que Vanessa había imaginado y, gracias a la influencia tranquilizadora de Miley, Will había dejado de torturarse con la idea de que Zac reclamaría la custodia de su hija.

Quizá, Vanessa debía darle las gracias a Lily por haber revelado la verdad. Había quitado muchos velos buscando herir a sus hijos y lo que había conseguido era ayudarlos a sanar viejas heridas.

Aly: Me tengo que ir. Mamá está tocando la bocina. Tenemos clase de piano. Te quiero.

Aly se despidió a toda prisa y colgó el teléfono sin esperar respuesta.

Ness: Yo también te quiero -murmuró-.

Después, la mujer echó la cabeza hacia atrás y miró al cielo. El calor del sol le acarició la cara. Finalmente, suspiró, agarró los guantes y la taza de chocolate y salió de la furgoneta. Desvió la vista hacia el tronco del árbol que se había traído del Castillo. Los concejales no se ponían de acuerdo sobre qué hacer con el tronco, pero Sam le aseguró que podía tenerlo en el jardín.

Sin embargo, Vanessa no estaba mirando el tronco sino lo que había tallado en él. Pero se obligó a dejar de mirarlo. Pasaba demasiado tiempo contemplándolo, así que pisó el acelerador y se dirigió hacia la carretera que conducía a la casa del Castillo. Por suerte, solo le llevaría unos minutos llegar allí, porque Ashley la estaba esperando en la tienda. Era primavera, la isla se estaba llenando de turistas y en Island Botánica tenían mucho trabajo.

Aparcó tan cerca de la casa como pudo y salió del vehículo. Había olvidado la idea de cultivar cerca de la valla y en lugar de eso había plantado en dirección a la casa. De momento, solo había conseguido que prendiera una Santa Rita colorada, pero era mucho más de lo que había conseguido hasta entonces.

Sacó el romero del vehículo y cargó la maceta hasta la casa, decidida a plantarla en uno de los jardines laterales.

**: Bonito sombrero. -Vanessa se detuvo. Se le aflojaron las manos y se le resbaló el tiesto-. He ido a buscarte a la tienda.

Ness: Como ves, no estoy allí -dijo sin pensar. Lo recorrió con la mirada. Tenía el pelo más largo, estaba bronceado, apenas se le notaba la cicatriz y tenía los ojos más azules que el océano-. ¿Qué haces aquí, Zac?

El siguió caminando y se alejó del viejo y derruido caserón. Vestía una camisa blanca y unos pantalones color caqui y para ella estaba más guapo que nunca. Hizo un gesto hacia la Santa Rita que crecía en la pared y comentó:

Zac: Tenías razón. Puedes hacer que las plantas crezcan en cualquier parte.

Ness: Zac...

Zac: Veo que tienes la furgoneta. ¿Funciona bien?

Ness: ¿Por qué no le revisas el motor y lo compruebas? -Él no le contestó, pero sonrió divertido. Vanessa se cruzó de brazos-. La furgoneta me ha sido de gran ayuda -afirmó-. Gracias. Las ventanas están perfectas, el nuevo tejado es mejor de lo que la cabaña merece. Ahora bien, ¿puedes decirme qué estás haciendo aquí?

Zac: Quería que tuvieras todo lo que necesitabas.

Ness: Puedes estar tranquilo, soy la envidia de la isla.

La casa de Vanessa, además de las de Ashley, Maddie y Howard, era una de las pocas que tenía un generador de electricidad propio y con potencia suficiente como para iluminar el pueblo entero durante varios siglos.

Ness: Por suerte no hemos necesitado utilizar los generadores, pero nunca se sabe...

Zac: Así que tienes todo lo que necesitas. -Se acercó a ella y levantó el tiesto de romero del suelo-. ¿Dónde querías poner esto?

Vanessa le indicó dónde dejar la planta y sacó las herramientas de la camioneta. Acto seguido, se arrodilló junto a la maceta y, con las manos temblorosas, se puso los guantes. Si Zac quería actuar como si su presencia fuera algo natural, ella le seguiría el juego. Que él hubiera tallado sus nombres en aquel tronco infernal no significaba que tuviera que estar esperándolo durante setenta y cinco interminables días.

Sacó una pala pequeña de la caja de herramientas y la hundió en la tierra. Unos segundos más tarde, Zac se agachó a su lado, agarró una pala y comenzó a excavar con destreza.

Zac: No me mires tan sorprendida -murmuró-. No pensarás que Ashley es la única que aprendió algo de jardinería al crecer en esta maldita roca, ¿verdad?

Vanessa soltó la pala y se sentó.

Ness: Sinceramente, no sé qué pensar. ¿Qué estás haciendo aquí, Zac?

Él también se sentó y apuntando con el mango de la pala hacia la Santa Rita, preguntó:

Zac: ¿Cómo has conseguido que creciera eso?

Ness: Te lo he dicho mil veces: no hay nada malo en esta tierra.

Zac: Sí, pero en cuarenta años, eres la única que ha sido capaz de demostrarlo -afirmó mirando a su alrededor-. Solía venir aquí cuando era niño.

Ness: Lo recuerdo. A ver las puestas de sol, decías.

Zac: Antes de eso -dijo con una sonrisa tímida-. Cuando era un niño, venía para asustar a mi madre. Siempre temió que alguien se cayera por el acantilado que está detrás de la casa.

Ness: ¿No estás harto de tantos recuerdos?

A Vanessa no le preocupaba sonar malhumorada. Lo estaba. La había abandonado, había estado lejos durante mil ochocientas interminables horas.

Zac: Todavía no has encontrado al dueño, ¿verdad?

Ness: No.

Zac asintió con la cabeza y se puso de pie. Dio algunas paladas más y volvió a sentarse.

Zac: Renuncio -protestó-.

Ness: Yo no te he pedido que me ayudaras con esto. No te he pedido nada, ni he esperado nada de ti -aseguró sin poder detener su rabia-. ¡Te marchas dejando ese mensaje en el tronco para mí y después simplemente apareces y actúas como si todo estuviera de maravilla! Para que lo sepas, podría haber estado embarazada cuando te fuiste, aunque aquel día lo negara.

En realidad, Vanessa no se había quedado embarazada y eso la había aliviado y entristecido a la vez.

Zac le recorrió el cuerpo con la mirada. Era delgada pero estaba llena de curvas. Llevaba puestos unos pantalones cortos, de color verde, que dejaban sus preciosas piernas a la vista.

Zac: No estabas embarazada. Llamé a Ashley varias veces. Sé que no podrías haberle ocultado ese secreto y que ella me lo habría contado.

Ness: Le envías cartas a Aly -murmuró con voz trémula-, llamas a tu hermana...

Zac: Sí -admitió-. Pero he regresado por ti.

Ella lo miró con frialdad.

Ness: No juegues conmigo, Zac.

Zac: Te ayudaré a encontrar al dueño de este lugar.

Vanessa se sorprendió ante el repentino cambio de tema, pero se recuperó rápidamente.

Ness: ¿Y cómo piensas hacerlo?

Zac: Conozco a mucha gente.

No tenía sentido que negara sus conexiones. Y por otra parte, se sentía tan inseguro que quiso demostrarle que podía ser útil.

Ness: No me debes ningún favor, Zac. Puedo arreglármelas sola. Además, debería haberme librado de todo esto...

Zac: ¿Y por qué no lo has hecho?

Ness: Porque era tuyo.

Zac: ¿Quieres decir que has encontrado el tronco del árbol?

Ness: Sí. Sam se aseguró de ello, aunque tú no quisiste admitir que te habías cortado mientras lo transportabais. Por lo que veo, la herida ya ha cicatrizado...

Zac: ¿Sabes una cosa? Lo que grabé iba en serio.

Ella no parecía muy convencida.

Ness: ¿De verdad? «Zac ama a Vanessa»... ¿Era una especie de premio de consolación o algo así?

Zac no dijo nada al respecto. Sabía que se merecía el comentario.

Zac: ¿Cómo está Aly?

Ness: Llámala y descúbrelo tú mismo. Supongo que está creciendo a pesar de las muchas imperfecciones de sus padres, incluidas las tuyas. Pero si eso es todo lo que querías decir, será mejor que me vaya. Ashley me está esperando.

Zac: Vanessa, he dejado mi trabajo.

Ness: ¿Por qué? Pensaba que lo era todo para ti...

Zac: Quería hacer algo distinto, crear en lugar de destruir. Sin embargo, todos sabemos que abandonar a Coleman no es tan fácil. Cuando te elige, te elige para siempre.

Ness: Suena peligroso...

Zac pensó que Cory lo era, aunque el mayor peligro no era él sino las agencias que trabajaban al margen de la ley.

Zac: Bueno, digamos que no se lo tomó muy bien.

Ness: ¿Te hizo daño?

Zac se rió con suavidad y la tomó de la mano.

Zac: Si lo hizo, ¿serías capaz de cortarle el cuello?

Ness: Puede ser.

Zac: Vanessa, eres la persona a quien más respeto en este mundo -le confesó-.

Ness: Respeto -repitió-.

Zac: Sí. En cambio, supongo que yo no puedo esperar semejante cosa de ti.

Ness: ¿Por qué dices eso?

Zac: Porque los hechos hablan por sí mismos. Te he abandonado no una, sino dos veces.

Ness: ¿Los hechos? Los hechos no dicen necesariamente la verdad, Zac. Cuando yo tenía diecisiete años sabía lo que quería y quise tomarlo, pero me convenciste de que las cosas no son siempre así.

Zac: Y sin embargo, no logré detenerte...

Ness: No, pero olvidemos esa noche. Pertenece al pasado, a un pasado que ya no podemos cambiar y que no necesitamos cambiar porque hemos creado algo distinto. -Se humedeció los labios y él la miró a los ojos. Eran los ojos de la mujer de su vida-. Supongo que los dos podríamos haber tomado otras decisiones a lo largo de estos años, Zac -continuó-. Tal vez podríamos haberlo hecho mejor, pero al menos Aly está exactamente donde debe estar. Es lo correcto por mucho que me duela. Como fue lo correcto para mí que abriera la tienda con Ashley... Yo amo esta isla. Es mi hogar.

Zac: ¿Y te gustaría compartirlo?

Ness: Eso depende de que fueras en serio cuando grabaste esas iniciales en el tronco.

Zac: Lo sentía de verdad, Vanessa.

Ness: ¿Y durante cuánto tiempo lo sentirás?

Zac: Durante toda la vida.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque me han dicho que consigues que crezcan cosas en cualquier parte. Y aunque no estoy seguro de que yo merezca la pena, tal vez tengas suerte conmigo en uno o dos siglos -bromeó-.

Ella se inclinó sobre él y dijo:

Ness: A veces las personas necesitamos un buen reto...

Zac: Vanessa, yo no quería que mi oscura vida se cruzara en tu mundo luminoso. Pero cuando me marché, fue como si llevara tu luz conmigo. No podía olvidarte, no quería hacerlo, y me odiaba por mi trabajo... Así que decidí volver. Y te aseguro que estar sin ti todos estos días ha sido un verdadero infierno. -Se detuvo un momento antes de continuar. Miró hacia la vieja mansión y añadió-: El día que recuperamos el tronco, Sam dijo que no debía pensar en lo que la isla podía darme, sino en lo que yo podía darle a ella. Pues bien, quiero devolverle ese caserón.

Ness: ¿Restaurándolo o derribándolo?

Zac: Restaurándolo, por supuesto... Te quiero, Vanessa. Eres la primera mujer a quien se lo digo y serás la última.

Vanessa permaneció un buen rato en silencio, estremecida. Después, alzó la mirada. Sus ojos se habían llenado de lágrimas.

Ness: ¿La última? Espero que no... La mansión es muy grande y sería una pena que no aprovecháramos las habitaciones. Me gustaría tener al menos una hija, una pequeña que se acostumbrara a oír lo mucho que la quiere su padre.

Zac: ¿En serio? ¿Después de todo lo que ha pasado todavía quieres...?

Ness: Todavía lo quiero todo. Y lo quiero contigo, Zac Efron, solo contigo.

Entonces, Vanessa lo besó. Y fue la decisión más fácil de todas.


FIN




¡Bieeeeen! ¡Todo ha salido bien! Qué raro, ¿no? XD
¿Os ha gustado la nove? Espero que sí. De todas las que he adaptado no es que sea de mis favoritas, pero no ha estado mal. Tiene sus cosas guays XD

Comentadme mucho y pronto pondré la sinopsis de la siguiente. Esa es toda guay XD. Es de mis favoritas.

Bueno, con esta ya van 15 noves Zanessa que he publicado. Y las que me quedan... XD
Si los verdaderos Zac y Ness se quedan algún día sin trabajo, que me llamen. De cada nove se puede hacer una peli XD. Yo las vería todas XD. ¿Vosotras no?

¡Buen finde!
¡Comentad!
Bye!
Kisses!


2 comentarios:

Caro Alfaro dijo...

Me encantan los finales felices <3
Yo creo que yo también las vería todas jaja!!
Que dicha que Zac dejo de ser un tonto :D así ya podían ser felices :3
Esta novela me gusto un montón!!
Ya quiero ver la otra por lo que dices parece buena!!

-Caro-

Unknown dijo...

ME ENCAAANTO EL FINAAAL!
HA SIDO GENIAAAAAL :)

ESPERO QUE SUBAS PRONTOO :)

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