topbella

martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 2


Zac la miró de arriba abajo, apreciando cada detalle de la vieja camiseta y los vaqueros de Ness. Molesta, la chica lo miró con ira. Sabía que no vestía sus mejores galas, pero... ¿qué esperaba él? ¿Una chica vestida a la última moda, como Bianca? La joven no había querido deshacer sus maletas, puesto que sabía que no tardaría en abandonar el barco.

Pero se dio cuenta de que Zac no la miraba con desagrado, sino más bien con aprobación... una aprobación muy masculina.

Debido a lo sucedido en las últimas semanas, Ness había perdido algo de peso y los vaqueros le quedaban un poco holgados de la cintura. Pero su pérdida de peso no había afectado a la talla de sus senos y la vieja camiseta se adaptaba a ellos como una segunda piel. Tímida, la chica cruzó los brazos sobre el pecho.

Zac: Me estaba preguntando qué apariencia tendrías vestida -comentó-.

Ness se ruborizó de vergüenza, pero no había nadie más en los alrededores que hubiera oído ese comentario. No obstante recordó lo detallado que fue su sueño con Zac y le irritó que él pudiera molestarla tanto al hacer alusión a la noche anterior.

Ness: Te he hecho una pregunta. ¿A dónde crees que vas? ¿En dónde estamos?

Zac: Eso son dos preguntas.

Ness: Contéstame, maldita sea -se enfureció-.

Pensó que era el hombre más exasperante que había conocido.

Zac: Bien. Estamos quince kilómetros más lejos de donde nos encontrábamos, río arriba.

Ness: ¿Qué? ¿Por qué...?

Zac: Porque uso este yate para pasear. Anoche vine a dormir aquí para zarpar temprano. Y no vi motivo alguno para cambiar de planes.

Ness: ¿Y yo? ¿Por qué no...?

Zac: ¿Por qué no te lo dije? ¿Por qué habría de hacerlo? Los polizones siempre deben aceptar lo que les sucede.

Ness: Yo no soy un polizón...

Zac: Anoche declaraste que te quedarías a bordo, a pesar de que yo te di un sinfín de motivos en contra. De modo que para mí eres un polizón.

Ness: Vamos -replicó con burla-, según tus palabras, tal parecerá que mantuvimos una razonable conversación. La verdad es que me amenazaste con echarme de aquí. Y no me parece que seas un hombre que amenace en vano.

Zac: Es cierto -asintió-. Pero había muchas personas en el canal esta mañana. Además de que no me agrada la violencia física, la gente de aquí me conoce bien. Yo no quería que me vieran llevando a una mujer semidesnuda a tierra firme... Y eso me amenazaste con hacer si yo trataba de echarte. Así que tomé la decisión de esperar.

Ness: Pero no esperaste. Zarpaste y me trajiste hasta aquí sin consultarme.

Zac: Vamos a dejar una cosa muy clara -la miró fijamente-. No le pido a nadie permiso para hacer en mi propiedad lo que me venga en gana. Tendrás que adaptarte a la situación. Tú tienes la culpa por haberte quedado en tu camarote. A mí eso no me importa.

Ness: Estaba dormida, maldición. De haber estado despierta...

Zac: ¿Acaso habrías sido más amable? -alzó las cejas-. Lo dudo.

Ness sabía que de todos modos no habría querido irse del barco. Lo que pasaba era que no tenía alternativa. Físicamente, nunca podría enfrentarse con Zac.

Ness: Esto es una locura. Tú estás loco -masculló-. ¿Qué hago ahora?

Zac: Toma el timón y dirige la embarcación mientras yo abro la esclusa.

Ness: No sé cómo hacerlo.

Se quedó atónita ante aquella inesperada respuesta.

Zac: Ahora tienes la oportunidad de aprender.

Como estaba empezando a hacer más calor, se quitó el suéter.

Vestía una camisa de manga corta que revelaba sus bronceados y fuertes brazos. Tomó el molinete y subió por la escalera que corría a lo largo de la alta pared de la esclusa.

Con cierto temor, Ness tomó el timón mientras Zac cerraba la puerta detrás de ellos. El agua entró por las compuertas y La gitana del mar subió al nivel del otro trecho del canal. Mientras el barco subía con lentitud, Ness pudo admirar la serena belleza de los alrededores. El canal que se extendía hasta el horizonte. El campo estaba verde y tranquilo. Ese día sería tan caluroso como el anterior. La única señal de vida eran unas vacas que pastaban cerca de allí.

Zac saltó a bordo de nuevo y tomó el timón.

Zac: Bien hecho.

Ness: Tuve más suerte que buen juicio -reconoció, ruborizándose ante el cumplido, pero la experiencia le gustó. Pensó que sería muy divertido recorrer en barco todo el canal; sería algo muy agradable de hacer con la compañía adecuada-. Aún no me has dicho qué debo hacer ahora -lo miró-. Estamos a varios kilómetros de...

Zac: ¿Sabes preparar café? Estoy levantado desde las seis.

Ness estuvo a punto de decirle que ella no pensaba atenderlo, y menos después de la poca hospitalidad que había recibido por su parte, pero se contuvo. Pero luego pensó que, tal vez, si ella le demostraba que su presencia era de utilidad, Zac se decidiría a ayudarla mientras encontraba otro alojamiento.

Ness: ¿Cómo te gusta el café?

Zac: Solo, fuerte y sin azúcar.

Ness estuvo a punto de decirle que quizás él no tomaba azúcar porque ya era bastante dulce, pero se calló. No estaba de humor para bromas. Además, no quería que Zac pensara que quería coquetear con él. Si tan solo pudiera mantener una relación simplemente amistosa con él...

Zac: ¿Ya has desayunado?

Ness: No. No he tenido oportunidad de comprar provisiones -negó con la cabeza-.

Zac: Hay huevos y jamón en la nevera, suficiente para dos personas -indicó-.

La chica estuvo a punto de recordarle que había comido lo mismo a las tres de la mañana, pero de nuevo decidió guardar silencio.

Ness: ¿Estás sugiriendo que también te prepare el desayuno?

Zac: ¿Tienes alguna objeción?

Ness: No -masculló, aunque le disgustaba la forma en que él estaba pidiéndole las cosas-.

Zac: Entonces, te sugiero que bajes a la cocina. Llámame cuando todo esté listo.

Ness se dijo que Zac se parecía mucho a Drew, con sus modales autoritarios. Una vez abajo, observó los retratos de Bianca con detenimiento.

Ness: Es todo tuyo, Bianca -expresó en voz alta-. Es más, creo que estáis hechos el uno para el otro.

Desahogó su furia maldiciendo en voz baja a Zachary Efron mientras preparaba el desayuno. Si al menos no dependiera de ese hombre...

Se preguntó cuánto duraría la buena voluntad de Zachary. Aún no la había echado, pero tal vez él estuviera esperando a volver al otro trecho del canal. Mientras tanto, era obvio que quería que ella le resultara útil.

Dos minutos antes de que el desayuno estuviera listo, Ness avisó a Zac, que de inmediato ancló el barco a un lado del canal. Cuando bajó, se encontró con la mesa servida. Para entrar en la cabina, Zac tuvo que inclinarse. Era tan alto y corpulento que parecía llenar ese pequeño espacio con su presencia. Al sentarse rozó las rodillas de Ness, que se movió, incómoda.

Zac no dijo nada mientras comía con gran apetito.

Ness lo observó con disimulo. Se preguntó qué otros apetitos tendría Zac. ¿Acaso hacía el amor con el mismo entusiasmo? Ese pensamiento la sorprendió por completo y se sonrojó.

Zac: ¿Por qué estás roja como un tomate? -inquirió-. Espero que no estés teniendo fantasías románticas.

Ness: ¿A qué te refieres?

Zac: Un hombre y una mujer solos... la cercanía física... «El camino hacia el corazón de un hombre pasa por su estómago», etcétera. Estoy familiarizado con todos esos trucos.

Ness palideció de rabia.

Ness: ¿Corazón? -comentó con sarcasmo-. No creo que tú tengas corazón, al menos no en cuanto a las mujeres se refiere. Me sorprende que tengas una relación con Bianca. Y respecto a que si fantaseo contigo... -se estremeció-. Preferiría soñar despierta con King Kong.

Zac: Claro que tengo un corazón -no parecían molestarle las palabras de la joven-. Y tengo mucho cuidado con él. En cuanto a Bianca, ella no tuvo que valerse de ninguna artimaña conmigo. Yo suelo acercarme a las mujeres y no ellas a mí.

Ness sonrió con cinismo. No conocía mucho a los hombres, pues solamente había mantenido relaciones con Drew Seeley, pero sí conocía a las mujeres muy bien. Y había visto la fotografía de Bianca. «Bianca... qué nombre más ridículo...», añadió para sus adentros. Si Zac pensaba que él la había acosado, estaba muy equivocado. Zac terminó de comer y suspiró satisfecho. Ness le sirvió el café y él tomó un sorbo.

Zac: Vaya, cocinas tan bien como preparas el café.

Ness: Como mi madre no goza de muy buena salud y tengo dos hermanos que no pudieron aprender nunca a cocinar, te aseguro que tengo mucha experiencia.

Zac: Tuviste que ayudar mucho en tu casa, ¿verdad? ¿Fue por eso por lo que te fuiste de allí? -inquirió sin simpatía alguna-.

Ness: Claro que no -protestó-. Yo aún seguiría en casa... -se interrumpió a tiempo para no confesarle su ruptura con Drew-. Pero encontré un trabajo mucho mejor. Así puedo darle más dinero a mi madre todos los meses.

Zac: Mmm -estiró las piernas y tomó otro sorbo; parecía relajado-. Cuéntame más cosas de tu familia.

Ness apartó la vista de sus musculosas piernas. ¿Realmente Zac quería conocerla mejor? ¿Por qué? Decidió que tal vez de esa forma sentiría más simpatía por ella y ya no la echaría de la embarcación.

Ness: Solo tengo a mi madre y a mis dos hermanos. Ella ha tenido una vida muy dura. Estuvo al borde de la muerte cuando dio a luz a los gemelos. Y cuando mi padre la abandonó... -se estremeció-. Todavía recuerdo sus discusiones. Hubo un tiempo en que mi madre cuidó de nuestros cuatro abuelos, además de nosotros. Mike y Will ya están a punto de terminar el bachillerato. Son buenos chicos -se encogió de hombros-. Yo le doy a mi madre todo lo que puedo. Por eso, cuando Ash me ofreció un alojamiento gratuito, la idea me pareció maravillosa.

Zac la escuchaba con detenimiento.

Zac: Necesito dar un paseo para digerir este excelente desayuno -comentó mientras se ponía de pie. Ness se dijo que no debía sorprenderse de que él no estuviera conmovido-. ¿Quieres acompañarme?

Ness: ¿Y esto? -inquirió señalando los platos sucios-.

Zac: Déjalos. Puedes lavarlos cuando volvamos.

Ness: Igual que en casa -masculló-.

Zac: Los polizones deben pagarse su billete de alguna manera. -Había anclado el bote en una preciosa parte del río que unía los dos canales. Había muchos árboles en la ribera y se veía un pueblo cercano-. Necesitamos ir a buscar algo de comida.

Ness: Yo te pagaré lo que he comido -intervino-.

Zac gruñó en respuesta y empezó a caminar. Ness tuvo que correr para alcanzarlo.

Ness: Oye... todavía no me has dicho... Estamos a varios kilómetros de donde zarpamos. ¿Cuándo regresamos?

Zac: Dentro de un mes.

La chica se quedó paralizada, pero Zac siguió caminando. Entonces Ness echó a correr tras él de nuevo.

Ness: Zac, por favor, detente... -jadeando, lo tomó del brazo-.

Advirtió que su brazo era fuerte, musculoso, y su vello suave y sensual al tacto.

Él se detuvo de inmediato y miró la forma en que ella lo sujetaba. Alzó la mano derecha y retiró la de Ness de su brazo.

Zac: ¿Y bien? -inquirió con tono cortante-.

Desconcertada por su reacción, Ness tartamudeó:

Ness: Tú-tú has dicho... un mes. No entiendo por qué no vamos a volver hasta dentro de un mes...

Zac: Al parecer oyes muy bien, pero tardas mucho en digerir lo que oyes.

Ness: No es cierto. Lo que pasa es que no puedo creer... Tengo que volver a trabajar dentro de tres semanas.

Zac: Bueno, hay transporte público y taxis.

Ness: No -declaró-. Ya sé lo que estás tramando. Y te aseguro que no te vas a deshacer de mí de esta manera. Tú me has traído aquí y ahora me vas a llevar de regreso a donde estábamos.

Zac se pasó una mano por su espeso y liso cabello.

Zac: ¿Qué demonios he hecho para merecer esto? -preguntó exasperado-. Solo quería estar tranquilo durante un mes para poder trabajar y ahora tengo que soportar a una mujer indeseable, molesta e insistente que no acepta ninguna negativa -comentó con cierto sentido del humor que alentó a la joven-.

Ness: Yo no te molestaré con tu trabajo -aseguró-. Si me dejas quedarme en el barco, no te molestaré. No te darás cuenta de que estoy a bordo. No soy una persona ruidosa y estaré trabajando durante casi todo el tiempo. Estoy convencida de que tu novia lo entenderá si le explicas que soy amiga de Ash y no tuya. Podrías considerarme como a... una hermana.

Zac: ¡Otra! -explotó-. Ya tengo suficiente con Ash. Además -añadió esbozando una mueca-, creo que nadie se creería el cuento de la «hermana». Para mí, eres totalmente distinta de Ashley.

Ness: Ah.

No sabía si eso era un insulto o un cumplido, pero Zac ya no dijo nada más.


Al fin llegaron al pueblo. Al entrar en la pequeña tienda, Zac sacó una larga lista de artículos. Cuando salieron, estaban cargados de bultos.

Ness: Ahora entiendo por qué me pediste que te acompañara -se quejó mientras caminaba cargando parte de los bultos-. ¿Así tratas a todas las mujeres?

Zac: ¿A qué te refieres con «así»?

Ness: Como sirvientas y bestias de carga -jadeó, ya que tenía que caminar muy de prisa para no perderle el paso-.

Zac: Creí que querías que te tratara como a una hermana -comentó por encima del hombro-. A Ashley nunca le importó hacer su parte del trabajo.

Ness: Pues parece que yo estoy haciendo el doble -repuso-.

No solía discutir todo el tiempo, pero en ese momento le parecía importante decir la última palabra. Sin embargo, parecía que Zachary tenía una respuesta para todo.

Zac: No eres ninguna debilucha -comentó-. A pesar de tu apariencia de mujer delicada y pura del renacimiento italiano, eres alta y fuerte.

La joven pensó que Zac no había dicho eso para halagarla, pero recordó otro comentario que Ash le hizo cuando Ness se quejó de que la nueva novia de Drew era muy guapa.

«Tú eres más que guapa... eres despampanante», le había asegurado Ashley. «Yo solía envidiar tu físico. Eres alta, esbelta, elegante. ¡Y tu cabello es como el ébano! Uno de mis amigos me comentó que eras como una de las modelos que pintaba Rossetti», había añadido su amiga.

Zac: Bueno, puedes ir a guardar todo esto -comentó devolviéndola a la realidad cuando subió al yate-. Quiero irme de aquí de inmediato.

«Sí señor, de inmediato señor», masculló Ness para sus adentros y contuvo el impulso de lanzarle a la cara una caja de cereales.

Ness: ¿Vamos a volver? -inquirió al verlo alejarse-.

Zac: Claro que no. No voy a cambiar de planes solo para darte gusto. Y antes de que protestes, permíteme recordarte que si decides quedarte conmigo, irás a donde yo vaya.

Ness guardó todos los víveres. «Si decides quedarte conmigo...», pensó. ¿Acaso eso significaba que Zac había cambiado de opinión y que ya no la echaría del barco?

Ness no pensaba que Zac ya estuviera dispuesto a aceptar su presencia sin ninguna protesta. Pero él mismo había confesado que no le gustaba la violencia.

Claro que también era posible que Zac quisiera hacerle la vida imposible para que fuera ella quien se decidiera a irse por propia voluntad.

Ness se prometió en ese momento que el plan de Zachary no daría resultado. Su situación económica le impedía dejar La gitana del mar... al menos durante unos meses. Sin embargo, Ness se dijo que se vengaría sutilmente de Zac, si tenía la oportunidad de hacerlo...

Sonrió y se dio cuenta de que, desde que conocía a Zachary, por lo menos había recuperado el sentido del humor. Tal vez Zac Efron creyera saberlo todo acerca de las mujeres, pero no tardaría en descubrir que tenía mucho que aprender de Ness.

Ness guardó las provisiones y se preguntó qué haría. Ya se encontraban navegando otra vez. Estaba indecisa entre quedarse en su camarote o subir a cubierta...

Le pareció un desperdicio pasar el día en su camarote cuando hacía un día tan soleado. Decidió que se tumbaría en la proa para broncearse un poco, pues no quería estar con Zac junto al timón.

Se puso unos pantalones cortos, y una camiseta ancha con la esperanza de que él ya no se fijara en su figura. Subió a cubierta con cierta tensión. Tuvo que pasar junto a Zac para alcanzar su objetivo y lo hizo tan rápido como pudo. Él no hizo ningún comentario; solo mantuvo la vista fija al frente. Parecía estar muy relajado.

Ness se tranquilizó cuando llegó a proa. Extendió su toalla, se acostó sobre ella y se puso las gafas de sol. Suspiró satisfecha; necesitaba unas deliciosas vacaciones...

Como había dormido poco la noche anterior, Ness empezó a sentirse soñolienta por estar tumbada al sol, disfrutando de la brisa en el rostro. Cerró los ojos y se quedó dormida. Por fortuna, ninguna pesadilla perturbó su sueño.

Se despertó al oír una voz y sentir que alguien la sacudía con suavidad. Abrió los ojos y vio a Zac. Se quitó las gafas y lo contempló, adormilada aún.

Zac: Has estado acostada demasiado tiempo -dijo con tono cortante y se alejó de ella-.

Ness se dio cuenta de que el barco estaba anclado.

Ness: ¿Qué pasa? -repuso-. ¿Tienes otro trabajo para mí?

Zac: Solo quería evitar que te diera una insolación. Es mediodía y el sol está muy fuerte. Sin embargo, si quieres arriesgarte a tener una piel arrugada y con cáncer...

Ness se puso de pie de inmediato. Su piel era muy delicada y ella tenía la costumbre de cuidarse bastante; por supuesto, tampoco solía quedarse dormida al sol...

Ness: Por supuesto que no quiero quemarme. Gracias, has sido muy amable, Zac...

Zac: Lo hago por instinto de conservación -comentó, al parecer molesto de que ella lo considerara amable-. No quiero que caigas enferma... tendría que interrumpir mi viaje para llevarte a un hospital.

Ness se dijo que estaba loca por haber pensado que él era capaz de ser amable con alguien.

Zac: Como ya estás despierta, ¿qué te parece si comemos? -se volvió y se metió en la cabina-.

Ness: Lo sabía -protestó siguiéndolo-. Sabía que tenía que haber otra razón para que me despertaras.

Zac: ¿A qué te refieres?

Ness se quedó asombrada y se sintió como una tonta al ver que la mesa estaba servida.

Ness: Nada -masculló y se sentó-.

Zac: ¿Ni siquiera me vas a dar las gracias?

Ness: Estás tratando de hacerme sentir mal, ¿verdad? -se irritó-. Estás decidido a odiarme, a no aceptarme.

Zac: Así es -comentó con alegría-. ¿Cómo lo has adivinado? Vamos, cómete la ensalada y deja de mirarme con esa expresión de tristeza. Yo tampoco te agrado, pero no tenemos que pelear todo el tiempo.

De pronto, Ness dejó de compadecerse a sí misma. Por lo menos, Zac no le había repetido que debía marcharse. A partir de ese momento, le estaría más agradecida y trataría de tomarse las cosas con calma. Con el tiempo, lograría que él la aceptara, que fuera su amigo. Más tranquila, la chica empezó a comer y la ensalada le pareció deliciosa.

Ness: ¿Cuánto hemos recorrido esta mañana?

Zac: Solo veinte kilómetros. Viajar por los canales es algo muy tranquilo y lento, por fortuna. El límite de velocidad es de seis kilómetros por hora... un contraste absoluto con el ritmo de la vida cotidiana.

Ese comentario fue muy revelador para Ness. Se dio cuenta de que Zac era un hombre al que le gustaba estar solo y pensó que estaba empezando a conocerlo un poco mejor. Parecía un ser solitario. Intrigada, volvió a mirar la foto de Bianca. ¿Cómo podía una chica como ella encajar en un estilo de vida como el de Zac? Bianca parecía muy elegante, la clase de mujer a quien le gustaba divertirse en los locales nocturnos de moda. Seguramente a ella no le disgustaría el ruido y el bullicio del resto del mundo.

Ness: ¿Estás viajando sin rumbo o acaso nos dirigimos a algún sitio en particular?

Zac: Sé muy bien a dónde voy.

Ness: Claro que eso no me incumbe -concluyó cuando él no dijo nada más-.

Zac: ¿Realmente te interesa eso o solo quieres hablar por hablar? -la miró con detenimiento-.

Su pregunta era sincera, de modo que Ness dejó de molestarse.

Ness: Depende de con quién esté. Si me encuentro con alguien a quien conozco bien, con quien me siento cómoda, no me parece necesario hablar todo el tiempo. El silencio, con la persona indicada, puede ser algo muy agradable.

Zac: Entonces, lo que pasa es que no te sientes a gusto conmigo porque no me conoces bien.

Ness: Supongo que sí, pero eso tampoco significa que no me interese saber...

Zac: Entonces mi compañía te resulta incómoda y difícil -insistió. Ness pensó deprimida que ese hombre era demasiado perspicaz-. Te advierto que no toda la gente me conoce bien. Soy muy reservado -continuó-. Tengo a mi familia y a unos cuantos amigos muy buenos, pero no suelo entablar amistad con cualquiera.

Ness: ¿Tanto te desagrada la gente?

Zac: Claro que no. No soy un huraño, ni tampoco un ermitaño. Pero mi trabajo absorbe gran parte de mi tiempo. Además es una actividad muy solitaria, de modo que no sería práctico tener muchas amistades.

Ness: ¿A qué te dedicas?

De nuevo Zac la miró con detenimiento.

Zac: Haces muchas preguntas. Creo que desde el principio soy el objeto de tu curiosidad. Me pregunto por qué te interesa tanto.

Ness: Bueno, eres un hombre misterioso, así que es normal que la gente sienta curiosidad por ti. Está bien -se molestó-. Ya lo he entendido. No me cuentes nada -se puso de pie y llevó su plato a la cocina-. Te dije que no me entrometería en tu vida íntima y es cierto. Ya no te preguntaré nada más.

Zac: Hay un poco de helado en la nevera -señaló-. Por favor, sirve dos porciones. Y que la mía sea muy generosa.

Ness apretó los dientes y su modo de protestar fue tomar los platos y servir el helado con ostentosa brusquedad.

Zac: Cuando te dije que «sirvieras», no me refería al servicio de un juego de tenis -comentó-.

Ness se volvió, dispuesta a discutir con él. Sin embargo, de pronto recuperó el sentido del humor y se echó a reír ante el comentario de Zac; después le tendió uno de los platos.

Zac: Eso está mejor -observó-. Empezaba a preguntarme si siempre estabas de mal humor. Por lo general, las amigas de Ashley son muy agradables.

Ness: Mi sentido del humor ha recibido un duro golpe últimamente -susurró mientras probaba el helado-.

Zac: ¿Es algo que tiene que ver con tu novio Drew? ¿Quieres hablar de eso? -inquirió con naturalidad engañosa-.

Ness: No -declaró-.

Le parecía muy aburrido estar continuamente compadeciéndose de sí misma. Ya le había contado a Zac el hecho de que ella tenía que ayudar a su madre a mantener a sus dos hermanos. Se dijo que, además, era importante que él pensara que mantenía una buena relación con Drew. De lo contrario, temía que fuera a echarla del barco de inmediato.

Zac: Como quieras -se encogió de hombros-. Pero me pareció que sería un intercambio justo.

Ness: ¿Un intercambio de qué? -se indignó-. No quieres que sepa nada de ti, entonces, ¿por qué quieres saber acerca de mi vida?

Zac: Tienes razón -terminó su helado y se puso de pie-. ¿Quieres volver a tratar de llevar el timón?

Ness: No, gracias -contestó con frialdad. Se dijo que él no tenía por qué esforzarse en ser sociable con ella-. Como tú preparaste la comida, yo lavaré los platos. -Zac emitió un gruñido-. Bueno, tal vez más tarde me gustaría intentarlo... -añadió-.

Zac: Más tarde tendremos que navegar por una serie de esclusas. Será un poco difícil para un novato. Necesitas practicar un poco antes de eso.

Ness: La última vez lo hice bastante bien -le recordó-.

Zac: En ese momento todo estaba tranquilo y nos encontrábamos solos en la esclusa. No quiero arriesgarme a que choques contra otro barco. Mira, yo lavaré los platos mientras tú preparas el café.

Ness: Está bien.

Ness pensó que Zac necesitaba que alguien lo ayudara; eso evitaría que él la echara del barco.

Preparar café, mientras Zac lavaba los platos con rapidez, no le resultó nada sencillo a la joven. La cocina y el fregadero estaban juntos y Zac prácticamente ocupaba todo el espacio. Al pasar junto a él, Ness decidió que no tenía ni un gramo de más en el cuerpo. Era un hombre alto y muy fuerte, a diferencia de Drew, que con el paso de los años estaba engordando cada vez más.

Cuando el agua para el café empezó a hervir, Ness se dio cuenta de que las tazas estaban debajo del fregadero. Se lo dijo a Zac, que se limitó a desplazarse levemente, de modo que Ness tuvo que inclinarse cerca de sus fuertes piernas para poder ver dónde estaban las tazas. La joven fue consciente de la calidez masculina de Zac, de su piel limpia y de algo indefinible que era casi como un aura y que, por alguna razón, la hizo estremecerse. Por accidente, le rozó un muslo con la mejilla y se ruborizó; de inmediato se volvió para que Zac no la viera.

Zac: Tienes que abrir el frasco nuevo de café.

Ness se dijo que ese era su día de suerte; masculló una maldición mientras trataba en vano de abrir la tapa.

Zac: A ver, dame eso -se impacientó-.

Al tomar el frasco rozó los dedos de Ness, que emitió un jadeo al sentir que algo parecido a una corriente eléctrica le recorría el brazo. Sin querer, lo miró a los ojos.

Zac no comentó nada, a pesar de que la miró con detenimiento. Ness esperó que no se hubiera dado cuenta de su sobresalto por sentirse atraída sexualmente hacia él... No obstante, se dijo que había sido una reacción totalmente ridícula puesto que ella no se sentía atraída por Zachary Efron. De hecho, ese hombre ni siquiera le resultaba simpático.

Zac no le devolvió el frasco abierto, sino que lo puso encima del mostrador.

Zac: Cuando esté listo, tomaré el café en cubierta -le informó bruscamente-.

A pesar de que Zac se fue de manera violenta, Ness sintió un gran alivio al quedarse sola. No le habría gustado que él hubiera visto cómo le temblaron las manos al servir el café instantáneo y el azúcar en las tazas. Ness vertió demasiada azúcar en la taza de Zac y tuvo que repetir la operación. Imaginó que él la habría mirado con diversión y que tal vez se habría burlado de ella.

«Tienes que aprender a no perder el dominio de ti misma, Ness», se dijo con enfado.




Sí Ness, aprende a dominarte que Zac no vale la pena.
Ya os habréis dado cuenta que el Zac de esta novela es un idiota ¬_¬
¡Pobre Ness! ¡Lo que tiene que aguantar!
Yo le habría tirado el café a la cabeza.

¡Gracias por los coments!
¡Comentad!
¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

WOWWWWWWWWW!!
QUE CAPITULO!!! ME HA ENCANTADO, PERO QUE YA DEJE DE FASTIDAR A NESS!! NO SE LO MERECE!

SUBE PRONTO :)

Natasha dijo...

Idiota? A mi me parece que la actitud de Zac de antipatico y mandon aproposito es super sexy xD, no puedo evitarlo!!! es sexy! bueee... no lo veo desde el punto de vista de ness. jajaja. Me encanta!

Anónimo dijo...

sube pronto!!!!
ya quiero saber mas mas....
mas mas....

Lau B. dijo...

No creo que sea un idiota... creo que es un testarudo
y ademas no es que le agraden mucho las personas(pero quien lo puede culpar?)
En cuanto a Ness, me gusta su tactica, si Zac la necesita se va a poder quedar en el barco... muy lista!

Publicar un comentario

Perfil