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domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 8


Por fortuna para Ness, preparar huevos con jamón no requería de mucha habilidad ni concentración, pues las manos le temblaban visiblemente. La chica era consciente de que Zac la observaba con detenimiento, apoyado contra el marco de la puerta de la cocina.

Zac: ¿Qué has estado haciendo? -inquirió-.

Ness: No gran cosa, aparte de trabajar.

Zac: ¿Ya has escrito a tu madre? ¿Tu novio no ha venido a visitarte?

Ness: Llamé a mi madre. Prefiero oír su voz a enviarle una carta.

Zac: ¿Y todos están bien en tu casa?

Ness: Sí, pero mi madre me echa mucho de menos.

Zac: Lo entiendo -murmuró y Ness bajó la vista-. ¿Y tu novio?

Ness: Ya te dije que está muy ocupado. ¿Y cómo está Bianca?

Zac: No podría estar mejor -sonrió satisfecho-.

Esa respuesta hirió mucho a Ness y se dijo que lo que Zac sentía por su novia debía de ser algo mucho más importante que la atracción sexual que experimentaba por ella misma.

La cena estuvo lista, y los dos cenaron en silencio. Sin embargo, Zac parecía enfurruñado. En ocasiones miraba a Ness con una expresión indefinible y el ambiente se volvió muy tenso.

Ness perdió el apetito. No sabía qué era peor: no ver a Zac o verlo y saber que para ella no existía un futuro con él.


Ness: ¿Ya te vas? -inquirió cuando Zac terminó de cenar y se puso de pie-.

Zac: Sí, sé que no es correcto irme tan pronto, pero creo que es lo mejor. Quizá no debía haber venido. No lo habría hecho de no ser porque quería darte las gracias por haber cuidado a mis perros. Y, si me quedara... -se interrumpió-. Permíteme que te devuelva tu hospitalidad en otra ocasión.

Ness: No es necesario -se molestó-.

Zac: Insisto en ello. Siempre pago mis deudas. Además, no hay razón para que no seamos amigos. Tu novio no puede oponerse a ello. Además, Ashley es tu amiga y es mi hermanastra, así que tenemos algo más en común.

«Y esto es todo lo que tenemos en común», pensó Ness con tristeza.

Ness: Debo escribirle a Ash.

Aunque sabía que no lo haría puesto que su amiga podría leer entre líneas y adivinar lo que sentía por Zac.

Zac: ¿Qué te parece mañana por la noche? Yo saldré con frecuencia a comer fuera, ahora que mi ama de llaves no está.

Ness sabía que debía negarse, pero se dijo que solo estaban tratando de entablar una amistad. Además, irían a un restaurante, no a la casa de Zac.

Ness: Está bien -aceptó-.


Al día siguiente, la joven no tuvo mucho trabajo en el consultorio, pero estuvo muy distraída y una colega le dijo que debía de estar enamorada. No fue a comer para poder ir de compras. Cogió dinero de sus ahorros y se compró un precioso vestido, pues sabía que necesitaría de toda su seguridad para hacer frente a Zac y tratarlo solo como un amigo, sin revelarle lo que en realidad sentía por él.

Aún era de día cuando Zac fue a buscarla y observó a la chica con una admiración que la hizo ruborizarse.

Zac: Con el color de tu cabello, deberías usar ese tono de marrón con más frecuencia -comentó al hacerla subir en su coche-. Es igual que el marrón de tus ojos.

Ness frunció el ceño al darse cuenta de la dirección que tomaba Zac.

Ness: ¿A dónde vamos? Por aquí se llega a tu...

Zac: Sí, a mi casa. No te preocupes -aseguró con tono seco-. Nuestra ruta nos obliga a pasar por allí, nada más.

Al ver los pilares de piedra, Ness miró de lejos la casa de sus sueños. Pensó que era bueno el hecho de que jamás volvería a poner un pie en ella, pues seguramente Zac se iría a vivir allí con su novia.

Unos cuantos kilómetros después llegaron a un pintoresco pueblo, típico de la región de los Cotswolds. Las casas eran de piedra, con ventanas de madera y tejados de teja. Zac aparcó el coche frente a una posada.

Zac: Me imagino que habrá mucha gente, este lugar es muy popular -comentó-. Supongo que eso no te molestará, dado que parece que temes quedarte a solas conmigo.

Ness tuvo ganas de recordarle que era él quien se había ido de manera precipitada la noche anterior, pero no lo dijo para no estropear la velada. Seguramente no habría otra ocasión como aquella.

La posada tenía una bonita fachada y anunciaba que allí se preparaba una buena cerveza. El interior era muy sencillo.

Zac: La comida es muy buena -le aseguró-. ¿Te agrada tu nuevo trabajo? -le preguntó cuando se sentaron y pidieron la comida-. ¿Crees que te quedarás en Little Kirkton?

Ness: No puedo permitirme el lujo de irme -comentó con amargura-. Me encanta mi trabajo y mis colegas me caen muy bien. Además, me he enamorado de esta parte del país. Pero el dinero es la razón más importante por la que me quedo. Mi sueldo es muy bueno y me está sacando de muchos aprietos. De hecho, si no fuera por dos cosas, todo sería maravilloso.

Zac: ¿Y cuáles son? -inquirió-.

Una de ellas se refería a Zac, de modo que Ness no estaba dispuesta a revelársela.

Ness: Echo mucho de menos a mi familia. Como no tenemos más parientes, solo somos nosotros cuatro y siempre hemos estado muy unidos.

Zac: Y me imagino que el otro problema es el hecho de estar lejos de tu novio -comentó-

Ness deseó confesarle la verdad, como tantas veces antes. Sin embargo, sabía que si le confesaba todo acerca de Drew, Zac podría hacerle más preguntas comprometedoras. En lugar de eso, la joven se encogió de hombros.


Ness: Gracias por la cena -dijo cuando Zac la acompañó de regreso al yate-.

Sabía que no sería prudente invitarle a tomar café en la cabina.

Zac: Ha sido un placer. No es divertido cenar solo.

Y a continuación subió al coche y se marchó.


Ness estaba segura de que ya no volvería a verlo, de modo que recibió una sorpresa cuando el sábado siguiente, Zac volvió a visitarla. La joven se molestó pues, como estaba haciendo la limpieza, estaba vestida con ropa vieja y tenía las manos sucias.

Zac: Llamé primero al consultorio, pero me dijeron que este era tu fin de semana libre -explicó antes de que ella pudiera comentar cualquier cosa-.

Ness: ¿Necesitas de mis servicios profesionales? ¿Les pasa algo a tus perros?

Zac: No, no es nada de eso. Me preguntaba si podrías otorgarme una hora de tu tiempo.

Ness: ¿Para qué?

Se mostró cortante; le molestaba que Zac fuera a verla cada vez que él lo deseaba.

Zac: Bueno, podemos ir a tomar café primero y luego me gustaría mostrarte algo.

Ness: Acabo de tomar café. ¿Por qué no me dices de qué se trata? Estoy muy ocupada.

Zac: ¿Demasiado atareada como para hacer algo que podría beneficiar a tu madre?

Ness: Claro que no, pero...

Zac: Espera y lo descubrirás.

Ness: Tengo que ducharme y cambiarme -se miró avergonzada-.

Zac: Tonterías, estás muy bien. Pero sí sería bueno que te lavaras la cara -extendió una mano y le acarició una mejilla sucia-.

Ness contuvo un estremecimiento a fuerza de voluntad. No estaba dispuesta a permitir que Zac la turbara.

Subieron en el coche de Zac y se dirigieron a su mansión.

Ness: ¿Por qué hemos venido aquí? -inquirió con suspicacia-.

Si Zac iba a ayudar a su madre, ¿acaso esperaba algo de ella a cambio?

Él no contestó. Siguió por un sendero que rodeaba el terreno de la casa y al fin llegaron frente a una verja más pequeña. Allí había una hermosa casita de campo. El techo era de teja y por todas partes había arbustos llenos de flores.

Zac: Esto es Ivy Cottage -explicó-. ¿Crees que tu madre querría vivir aquí?

Ness: ¿Mi madre? -estaba atónita-. Pero... no entiendo nada.

Zac: En realidad es muy simple. Mi ama de llaves ya no volverá. Necesita cuidar a su hermana y a su cuñado. Y, por lo que me has dicho, tu madre parece la persona ideal para el puesto.

Ness: Esto... ella no puede aceptarlo -masculló-.

Zac: No es un acto de caridad -gruñó-. Tu madre tendría un trabajo. Y la casita es parte del sueldo.

Ness: Entonces, tu ama de llaves vivía aquí.

Zac: No, vivía en la casa. Pero ya no quiero que el ama de llaves viva en mi casa. Quiero tener más intimidad. Me conviene más tener a alguien que vaya a la mansión todos los días.

Ness se dijo que, al parecer, Zac tenía la intención de casarse muy pronto. Deseó conocer sus planes.

«Y no es justo», se lamentó. Tenía la oportunidad de hacer algo por su madre y sus hermanos, pero en ese momento tendría que negarse.

Si su madre se fuera a vivir a esa casita, insistiría en que Ness también lo hiciera. Y aun cuando Ness pudiera conservar su independencia, de todos modos iría a visitar a su familia... que viviría a un tiro de piedra de la casa de Zac... y de su mujer.

De nuevo, Ness sacudió la cabeza y esa vez se le ocurrió un buen pretexto para rechazar el ofrecimiento de Zac.

Ness: Mi madre jamás podría atender una casa tan grande como la tuya. Ya te dije que no es una mujer fuerte.

Zac: Vamos, Ness, ¿crees que soy tonto? No espero que ella haga el trabajo pesado. Contrato a varias mujeres del pueblo para que se hagan cargo de esas cosas. El trabajo de tu madre consistiría en planchar, preparar las comidas y supervisar que todo funcione como debe ser.

Ness: ¿No debería cocinar tu esposa? -inquirió con brusquedad-.

Zac: Tal vez lo haga ocasionalmente -sonrió-. Pero espero que ella esté mucho más ocupada en otras cosas.

Ness: ¿Otras cosas? -quiso morderse la lengua-.

Imaginaba muy bien la clase de ocupaciones en las que estaba pensando Zac.

Zac: Sí, bueno; para empezar, ella trabaja y yo no le pediré que deje de hacerlo. Además espero formar pronto una familia. ¿Quieres ver el interior de la casita?

Ness apretó los puños con fuerza.

Ness: No merece la pena.

Zac: ¿No le vas a dar a tu madre la oportunidad de que ella decida lo que quiere hacer? -preguntó incrédulo-. Esto no concuerda con la impresión que me diste; con todo lo que dijiste acerca de tu madre y de tus hermanos -al ver que ella iba a guardar un obstinado silencio, declaró-: Bueno, por lo menos, ven a ver lo que estás rechazando. -Salió del coche y la obligó a seguirlo. La casita era muy sólida en realidad, a pesar de que parecía haber surgido de un cuento de hadas-. Es cálida en el invierno y fresca en verano -explicó. Y también era mucho más grande de lo que aparentaba. Había dos habitaciones amplias y una cocina en la planta baja. En el piso superior había tres dormitorios y un baño. Era un lugar ideal en todos los aspectos. Necesita una nueva decoración -añadió-. Hace un par de años que nadie vive aquí. Pero me parece que tus hermanos son fuertes y entusiastas. Creo que si yo les proporciono los materiales, ellos podrían hacer los arreglos necesarios. Y podría pagarles por su trabajo. Creo que les gustaría ganar un poco de dinero.

Ness sabía que tenía razón. Cada vez le resultaba más difícil rechazar lo que Zac le ofrecía, además de que ella no tenía derecho a negarle esa gran oportunidad a su madre.

Ness: No entiendo por qué quieres hacer esto -susurró-.

Zac: Es muy sencillo. Necesito otra ama de llaves y prefiero contratar a alguien que tenga recomendaciones personales. Bueno, ¿vas a escribirle a tu madre para contarle esto?

Ness: No... lo sé. Tengo que pensarlo.

Zac: ¿Por qué? -explotó-. Te estoy ofreciendo la oportunidad de que tu familia tenga una vida más cómoda. Eso es algo que tú tardarías varios años en conseguir. ¿Vas a dejar que tu madre te espere y que mientras tanto tenga una vida miserable, solo porque tú eres demasiado orgullosa?

Ness: No solo es cuestión de orgullo.

Zac: Entonces explícame de qué se trata.

Ness no podía decirle que temía que sus caminos se encontraran con más frecuencia. Ella jamás podría ser amiga de Zac, tal y como él quería. Lo mejor era terminar con todo aquello de una vez por todas...

Zac: ¿Y bien? -insistió-.

Ness: Ya te he dicho que necesito tiempo para pensarlo.

Zac: Bueno, pues no tardes mucho o le daré el trabajo a otra persona.


¿Cómo reaccionaría su madre ante Zac?, se preguntaba Ness. Ese día, ella y los gemelos llegarían a Little Kirkton. Zac iría a recogerlos a la estación de tren debido a que la joven tenía que trabajar. Estaba lloviendo, al igual que los días anteriores, algo que Ness lamentaba, pues le habría gustado que su madre viera el pueblo con sol.

Zac: ¿Quieres que lleve a tu familia al barco o prefieres ir a la casa a verlos? -inquirió-.

Ness: Puedo verlos en el hotel. Les he reservado unas habitaciones...

Zac: Lo sé, pero yo he cancelado las reservas.

Ness: ¿Qué? Eres un descarado, Zac. No puedes interferir de ese modo en lo que yo hago -se enfadó-.

Zac: Mira, creo que tu madre podría tomar una decisión mejor si pasa la noche en mi casa -explicó muy tranquilo-.


Sin embargo, ese día Ness no pudo ver a su familia.

Ness: ¿Dónde están mi madre y mis hermanos? -inquirió cuando Zac fue a verla a La gitana de mar-.

Zac: Se fueron.

Ness: ¿A dónde?

Zac: A su casa.

Ness: Entonces, mi madre rechazó tu oferta.

No estaba contenta, sino deprimida, lo cual hizo que se enfadara consigo misma.

Antes no había querido que su madre aceptara ese empleo y en ese momento se entristecía cuando sus deseos se hacían realidad.

Zac: Fue todo lo contrario -sonrió satisfecho-. Ella se enamoró de mi casa y de Ivy Cottage.

Ness: Entonces, ¿por qué...?

Zac: Regresó porque ansiaba volver cuanto antes para arreglarlo todo. Mañana avisará al municipio de que se trasladará aquí y empezará a hacer las maletas. Me dijo que, con suerte, todos estarán instalados en la casita a finales de la semana que viene.

Ness se quedó sin habla. Al cabo de diez días, su madre estaría viviendo en Little Kirkton. Ella debería de sentirse muy contenta por eso, pero pensó en todas las complicaciones que eso representaría en su propia vida.

Zac: ¡Vaya! -se exasperó-. Parece como si acabaran de sentenciarte. ¿Estás segura de que quieres a tu familia tanto como me has hecho creer? -inquirió suspicaz-.

Ness: ¡Claro! -se indignó-. No soy una mentirosa y tú lo sabes bien -cuando él guardó silencio, lo miró a los ojos-. ¿Zac?

Zac: Quizá no seas una mentirosa, pero digamos que no has sido completamente sincera con respecto a ciertas cosas.

Ness se dispuso a protestar, pero suspiró frustrada. Zac tenía razón. Ella le había hecho creer que Drew era su novio...

¿Y si su madre y Zac habían hablado de Drew? A Ness no se le ocurrió advertirle a su madre que no le dijera la verdad. Pensó que tal vez a eso se refería Zac cuando le dijo que no había sido sincera. Claro que lo mejor era no averiguarlo, de modo que cambió de tema con rapidez.

Ness: No creas que no te estoy agradecida por lo que has hecho por mi familia -masculló-.

Zac: ¿Hasta qué punto me estás agradecida? -susurró con voz ronca. Ness lo miró con aprensión y se quedó de una pieza cuando estalló en carcajadas. Había algo que le parecía muy gracioso-. Deberías haber visto tu expresión -rió-. Ness, no te preocupes, solo estaba bromeando. Era obvio que esperabas que tendrías que pagar un precio y no pude resistirme a...

Ness: Eres un... un...

Sin pensarlo, se lanzó sobre él. Zac la esquivó al tomarla de las muñecas y la mantuvo a distancia.

Zac: Vaya, tu carácter de pantera hace juego con el color de tu cabello. Me preguntaba si sería así.

Ness: Tú haces que hasta un santo pierda la paciencia -le espetó forcejeando-.

Zac: Y tú estás lejos de ser una santa, ¿verdad? -inquirió travieso-. Gracias al cielo que no lo eres.

Ness: ¿Qué insinúas con eso?

Zac: Bueno, los santos se resisten a la tentación, cuando no son inmunes a ella

De pronto dejó de reír y la miró con tanto detenimiento que la asustó.

Ness: Ninguno de los dos es un santo -repuso con brusquedad-. Y la santidad se obtiene, al parecer, evitando las situaciones en las que uno puede incurrir en pecado. Así que, en el futuro, mantente lejos de mí, Zac Efron. Mi madre va a trabajar para ti, pero eso no te da el derecho de nada.

Sus palabras ejercieron el efecto deseado. Zac se apartó de Ness como si de repente le resultara detestable.

Zac: Eso es lo que piensas de mí, ¿eh? Bueno, me parece muy bien haberlo descubierto ahora. Tú realmente piensas que ayudé a tu madre pensando en otro objetivo.

Nes: ¿Y no es así? -lo desafió-.

Zac: Pues, sí, es cierto -declaró, provocándole una fuerte impresión-. Espero que tus sospechas estén confirmadas ahora.

Lejos de sentirse satisfecha, Ness se sintió desolada. Era muy romántica, pero también realista. Sabía que nadie podía ser perfecto, pero le resultó muy desagradable darse cuenta de que Zac solo era un ídolo de pies de barro.

Ness: Creo que sería mejor que te marcharas -musitó-.

Zac: No te preocupes, ya me voy -se detuvo en el umbral-. Y espero que disfrutes de tu soledad, ya que por lo visto eso es lo que prefieres. Pero te advierto que esta noche será terrible, así que asegúrate de que todo esté bien seguro cuando te vayas a la cama. El viento ha aumentado y parece que se avecina una tormenta.

Ness subió a cubierta y con dificultad verificó que el barco estuviera bien anclado. Zac no la ayudó, pero eso no la sorprendió después de la forma en que se habían enfadado.

Se dijo que Zac tenía razón. Ella tenía un carácter de pantera que hacía juego con el tono de su cabello. Ness no solía perder la paciencia, pero cuando lo hacía, decía cosas que siempre lamentaba después. Ella no había hablado en serio, pero Zac no podía saberlo. Tal vez había terminado con la buena opinión que él tenía de ella.

De pronto, se puso a pensar en que su comportamiento tal vez influiría en el ofrecimiento que Zac le había hecho a su madre. ¿Acaso él se retractaría debido a la discusión que acababan de tener?

La chica se dijo que era una estúpida. Cuando rompió con Drew, no quiso preocupar a su madre y ocultó lo que sentía. En ese momento, cuando había muchas cosas en juego, se dejaba llevar por sus emociones. Tal vez ya todo estaba perdido.

Cuando Ness se enfadaba, su explosión siempre era seguida de un gran remordimiento. No era vengativa y siempre se disculpaba con rapidez. Pero esa noche no podía hacerlo; sería una imprudencia tratar de llegar a pie a la casa de Zac, con ese tiempo.

Bajó de nuevo a su cabina y decidió que lo mejor que podría hacer era acostarse. Hacía mucho frío y parecía que el viento se filtraba por todas las rendijas del pequeño barco.

Ness: Ven, Shadow -le dijo a su gatito. Ya había encontrado gente que se hiciera cargo de los otros animalitos-. Tú me darás calor.

El gatito no tardó en acurrucarse y se durmió, pero Ness no pudo conciliar el sueño. La lluvia azotaba el casco de La gitana del Mar y el viento mecía la embarcación. Ness se preguntó si estaría corriendo el riesgo de que el yate perdiera sus amarras. No le agradaría despertarse a la mañana siguiente y descubrir que estaba a la deriva. Recordó con ironía las palabras de Zac cuando le dijo que la vida en un barco no era fácil.

Entonces, se le ocurrió algo. Ya no tenía por qué quedarse en el pequeño barco. Si su madre aún conservaba el empleo como ama de llaves, Ness ya no tendría que mantenerla, por lo cual podría pagar el alquiler de un pequeño apartamento. De ninguna manera se iría a vivir a Ivy Cottage, puesto que deseaba ver a Zac lo menos posible.

Se sintió más tranquila, pero a pesar de ello no pudo dormir. Segundos después se levantó de la cama al oír un ruido extraño.

Se dio cuenta de que alguien llamaba a la puerta de su cabina y consultó su reloj. Era más de la medianoche. Suspiró y se dirigió a la puerta. Alguien parecía llamar con desesperación.

Ness: ¿Quién es?

No estaba dispuesta a cometer la imprudencia de abrir hasta no saber de quién se trataba.

Zac: Soy yo, Zac, abre.

Ness: Vete. Es muy tarde ya.

Zac: Ness, no discutas. Abre, esto es urgente.

Ness: No te creo.

Zac: Maldición, Ness, no estaría aquí a esta hora y con esta lluvia si no fuera cierto.

Ness se convenció de su sinceridad y abrió la puerta. ¿Acaso le había sucedido algo al tren en el que viajaban su madre y hermanos? ¿Acaso Zac había ido para darle una mala noticia...?

Zac: Ven rápido -le dijo cuando entró-. Toma tus cosas más importantes. Tenemos que salir de aquí cuanto antes.

Ness: Espera un momento -se apartó de él cuando la tomó del brazo-. ¿Qué está pasando? Creí que habías venido a...

Zac: He venido a anunciarte que la presa que se encuentra río arriba se ha desbordado. Y el agua está bajando con rapidez. Viene hacia aquí. Cuando llegue al canal, solo Dios sabe lo que pasará.

Ness: ¿Cómo lo sabes...?

Zac: Lo oí en la radio de mi coche. Maldita sea, no discutas, no pierdas el tiempo.

Ness: ¿Y qué pasará con el yate?

Zac: La gitana del mar tendrá que enfrentarse a esto sola. Lo que importa es que tú estés a salvo.

Ness no estaba del todo convencida, pero se puso unos vaqueros, un suéter y sus deportivas con increíble rapidez, antes de coger al gatito y reunirse con Zac.

Ness: Si lo que dices es cierto, no voy a dejarlo para que se ahogue -anunció cuando Zac quiso protestar-.

Zac: Está bien, pero que se atenga a las consecuencias. Los perros...

Ness: Este no es momento para hablar de tus perros ni de mi gato.

El tiempo había empeorado mucho desde que Ness se metió en la cama. Tuvo que apoyarse en Zac para poder bajar a la ribera y acercarse al coche, pues el viento soplaba con una fuerza increíble.

Ness: ¿No debemos quedarnos a ver qué pasa?

Zac: No podemos ver nada en esta oscuridad y hace demasiado frío como para quedarnos aquí. Ya estás empapada y temblando. Quiero llevarte a la casa y hacer que te metas en una cama caliente.

«¿En la cama de quién?», quiso preguntarle Ness.


Zac la dejó delante de la puerta principal de su casa.

Zac: La puerta está abierta. Voy a aparcar el coche lejos de la casa, por si el viento desprende las tejas.

Los perros estaban en el vestíbulo y se sorprendieron al ver a Ness. La perra empezó a gruñir antes de reconocer a su fiel comadrona. Cuando Zac volvió, el animal estaba lamiendo alegremente a Ness y también al gatito.

Ness: Te dije que todo estaría bien -le dijo a Zac, al verlo tan asombrado-. Es como su hijo adoptivo.

Zac: Bueno, iré a prepararte una bebida caliente -empezó a organizado todo-. Y luego te meterás en la cama.

Ness: No quiero beber nada.

Estaba temblando, pero no de frío ni de miedo por haber estado tan cerca de la muerte. Era el hecho de encontrarse con Zac y de recordar lo que él le había hecho antes para infundirle calor en el cuerpo lo que la hizo estremecerse.

Zac: Como quieras -se encogió de hombros-. Te llevaré a tu habitación.

Los perros los siguieron por la escalera y en ese momento Ness pudo admirar el brillo de la madera bien pulida y barnizada. En la planta alta, la casa tenía distintos niveles. Había escaleras que subían, e inesperadas curvas. En cada uno de ellos había flores o algún otro adorno cuidadosamente elegido. A Ness no le sorprendía que su madre se hubiera enamorado de aquella casa. Estaba segura de que sería feliz trabajando allí como ama de llaves... si él aún conservaba ese empleo...

Obedeciendo a un impulso, Ness se volvió hacia Zac.

Ness: Iba a venir a verte mañana.

Zac: ¿Ah, sí? -alzó las cejas-.

Ness. Sí, quería pedirte una disculpa por algunas de las cosas que te dije la otra noche.

Zac: ¿Solo algunas? -inquirió con curiosidad-.

Ness: Sí... bueno, la verdad es que... temía que cambiaras de opinión acerca de darle el empleo a mi madre y...

Zac: ¿Crees que yo podría ser tan vengativo? Vaya, creí que me conocías un poco mejor -abrió una puerta-. Puedes usar esta habitación mientras te quedes aquí. ¡No entréis! -les ordenó a los perros-.

Fue necesario bajar dos tramos de escaleras para entrar en un dormitorio de paredes blancas y vigas oscuras. La alfombra era roja y las cortinas de un tono rosa oscuro. Y la cama era enorme.

Ness: Esta cama es demasiado grande -señaló sin pensar, aunque echaba de menos dormir en una cama convencional-.

Zac: De nuevo estás sospechando de mí, Ness -comentó con intensa frialdad-.

Ness: No, claro que no. Yo no esperaba... Cualquier habitación habría estado bien. Incluso una de los sirvientes. Después de todo, eso será mi familia para ti, la servidumbre.

No quiso mostrarse tan provocadora; no obstante, Zac maldijo con una rabia explosiva. Miró a Ness con ira y se acercó para tomarla de los hombros.

Zac: No puedo soportar esto por más tiempo -gruñó-. Ya es hora de que aclaremos un par de cosas, pero antes... -la besó sin ternura, con furia-.

Eso aterró a Ness. El beso solo duró un par de segundos y cuando Zac se apartó de ella, la joven no pudo decir nada. Él la observó con detenimiento. En sus ojos brillaba una extraña luz.

Zac: Lo siento. Ya sabes que sacas lo peor que hay en mí.

Volvió a besarla con una ternura que la asombró. La abrazó con fuerza y Ness experimentó un deseo inmediato que le impidió resistirse a Zac. Cuando él la soltó, la chica temblaba. Era un tormento recibir semejante beso y no poder continuar con lo que seguía.

Zac: También me afectas de otra manera -murmuró con voz ronca-. Y ahora, vamos a hablar.

Ness: Ya es tarde...

Zac: Mañana podrás dormir todo lo que quieras. Puedes quedarte todo el día en la cama si quieres. Pero no vas a posponer esto por más tiempo, Ness. -Ella lo miró sin entender-. Siéntate -le señaló la orilla de la cama, pero Ness negó con la cabeza. Sentada, estaría en una posición más vulnerable que si se quedaba de pie-. Muy bien, veo que te mostrarás desafiante hasta el fin. Dime, Ness, ¿por qué me mentiste acerca de Drew? No niegues con la cabeza. Me hiciste creer que era tu prometido, que estabais a punto de casaros.

Ness: Yo no dije nada de eso. Tú supusiste... -se interrumpió y añadió con ira-: Estabas tan aterrado de estar junto a una mujer que no estuviera comprometida con otro, que dejé que pensaras... Me imagino que mi madre fue quien te lo contó todo.

Zac: Sí, yo quería averiguar hasta qué punto era seria tu relación con Drew. A mí me parecía que todo era muy raro. Yo sé que cuando una mujer está enamorada, escribe cartas o llama con frecuencia a su novio. Tú no te tomabas las cosas en serio. Y luego, la forma en que reaccionaste ante mí... No pudiste ocultar tus sentimientos. Me preguntaba si eras una mujer hipócrita, a la que le gustaba engañar a los hombres, como Amber. Pero no, no fue así. Tu relación con Drew terminó antes de que tú vinieras a esta ciudad.

Ness: Sí y ya no me importa que lo sepas -lo retó-. Ahora carece de importancia porque ya no me importa que me eches de tu barco. No necesito seguir viviendo allí.

Zac: ¿Esa fue la única razón por la que me hiciste creer que Drew era tu novio? ¿Para no perder tu alojamiento? -entornó los párpados-.

Ness: ¿Qué otro motivo podía haber? -se encogió de hombros-.

Zac: ¿Acaso no fue para mantenerme a distancia, para hacerme saber que no podías relacionarte con otro?

Ness: Tú mismo me dijiste que no te gustaba sentirte atraído por mí -replicó-. Además, no tenías por qué necesitar que yo te mantuviera a raya. Tu relación con Bianca debería haber impedido que te relacionaras conmigo. Por lo menos, yo no fui una hipócrita. No le fui infiel a nadie -se dio cuenta de que él permanecería muy callado y confuso-: Debiste de sentirte muy avergonzado por la forma en que te comportaste... Tenías las fotos de tu novia por toda la cabina.

Zac: Solo eran dos fotos -comentó con sequedad-. Y mi conducta habría sido muy distinta si hubiera sabido que tu relación con Drew pertenecía al pasado.

Ness: No veo cómo habría podido ser peor la situación. Esa tarde, cuando fuimos a caminar al campo, ambos tuvimos la culpa de lo que sucedió. Los dos nos dejamos llevar por nuestros sentimientos. Pero en tu barco, con todos esos recordatorios de tu relación con...

Zac: ¿Crees que las cosas serían diferentes si yo te dijera que esas no son fotos de Bianca?

Ness: Lo son -insistió incrédula-. Tú dijiste...

Zac: No, no te dije nada. Solo dejé que pensaras que así era. Confieso que dejé que lo supusieras, pero eso fue antes de...

Ness: Entonces, ¿quién es la mujer de las fotos? -inquirió con tono indiferente-.

Zac: Mi hermana Zoe. Ella es modelo. Me envió dos copias de las últimas fotos de su álbum.

Ness: ¿Y para qué tienes fotos de tu hermana en tu cabina?

Zac: En primer lugar, porque estoy orgulloso de sus logros. Zoe y yo siempre nos hemos llevado muy bien. Yo solo soy un año mayor que ella. Fuimos la «primera generación». Mis hermanos son mucho más jóvenes que nosotros.

Ness: ¿Y en segundo lugar? -insistió-.

Zac: También las tengo allí para que no me acosen las mujeres inoportunas, como ya lo habrás imaginado. Ya te dije antes que la fama tiene su precio. Amber solo estaba conmigo por interés material, al igual que muchas otras mujeres a las que conocí después. Últimamente he tenido que enfrentarme con las maquinaciones de Ashley. Sigo pensando que tú eres su último intento por buscarme novia -añadió-.

Ness: Bueno, no lo sé. Yo no conocía los planes de Ashley -repuso con aspereza-. Yo no me habría prestado a ningún truco semejante. Ash nunca me dijo que su hermanastra también era famosa -comentó-.

Zac: Ashley y Zoe no se entienden muy bien -sonrió-, y Ashley jamás se referiría a mi hermana llamándola por su nombre. Eso despertó mis sospechas cuando te conocí.

Ness: ¿Y me imagino que Bianca tampoco le cae bien a Ash, verdad?

Zac: Vamos a olvidarnos de Ashley y de Zoe por ahora -sonrió enigmático-. Vamos a hablar de nosotros... de ti y de mí.

Zac se acercó a ella y, al ver la expresión de sus ojos, Ness sintió que su corazón empezaba a latir con fuerza. Retrocedió en dirección de la cama y levantó una mano para evitar que él se acercara más.

Ness: No existe nada entre nosotros. No puede haber nada. Tú...

Pero Zac la abrazó con fuerza.

Zac: Niega que me quieres -susurró y antes de que pudiera hablar la besó en los labios. Fue una caricia sensual, excitante, que provocó una respuesta apasionada en Ness-. Niega que me deseas -repitió-.

Ness trató de liberarse, pero no lo logró.

Ness: Está bien -sollozó-. Está bien, tú ganas. Te deseo, te quiero. Pero no tengo derecho a quererte y tú no puedes hacerme esto. Es despreciable por tu parte que me obligues a confesártelo. Solo porque yo no tengo novio eso no significa que... Bianca está contigo y...

Zac se apartó un poco, pero no dejó de abrazarla.

Zac: ¿Es ese el único obstáculo para que nos queramos? Sé sincera conmigo, Ness. Esto es muy importante. -La joven asintió con tristeza-. ¿Me quieres? -insistió-. ¿De verdad me quieres? ¿Lo suficiente como para casarte conmigo y...?

Ness: Sí, sí. Maldita sea, si tú fueras libre... pero no lo eres. ¿Qué más quieres? Zac, por favor, vete. Ya no soporto esto.

No sintió ningún alivio cuando él la soltó y se dirigió a la puerta. Se sentía humillada. Se preguntó por qué Zac la había obligado a confesarle su amor.

Zac abrió la puerta de la habitación y Ness deseó que se alejara para poder desahogar la tristeza que la invadía.

Sin embargo, él se quedó en el umbral.

Zac: ¡Bianca! -exclamó-.

Ness sintió que las piernas se le doblaban y se sentó en la cama. ¿Su novia estaba en la casa mientras Zac la había estado besando? Era increíble. Y en ese momento él la estaba llamando, para terminar de humillarla...

Zac se volvió y se acercó a la chica.

Zac: Ya es hora de que te la presente. Ya conoces a Canelo. Esta es Bianca.

Ness miró a la perra dálmata, con los ojos llorosos.

Ness: ¿Qué...? Yo no...

Zac: Piénsalo, Ness -se sentó a su lado-. Todas las cosas que te conté acerca de Bianca podían explicarse a una perra celosa tanto como a una mujer celosa. Me convenía hacerte creer que tenía un compromiso emocional con otra mujer. Pero, cuando me di cuenta de que estaba enamorado de ti... y cuando pensé que tú no eras libre...

Ness lo miró angustiada, tratando de saber si Zac era sincero.

Ness: No me estás mintiendo, ¿verdad?

Zac: A partir de ahora, Ness... -la abrazó- ...solo habrá una total sinceridad entre nosotros. Y voy a empezar por contártelo todo... El momento preciso en que descubrí que te quería... las cosas que me encantan de ti. Y luego... -se detuvo y carraspeó muy conmovido-.

Ness: ¿Y luego...? -tragó saliva-.

Zac: Y luego te voy a hacer el amor... Ahora... Durante toda la noche... y tal vez mañana también. Pero, primero... -se puso de pie y tomó a Bianca del collar para sacarla de la habitación. Cerró la puerta con firmeza y volvió al lado de la chica-. En el pasado se ha acostumbrado a dormir al pie de mi cama -le dijo-. Pero esta noche... -empezó a acariciarla y a besarla-... esta noche tendrá lugar algo que solo nosotros dos compartiremos.


FIN




¡¡Por fin!! Si se hubieran dicho la verdad desde el principio se habrían ahorrado muchos dolores de cabeza. Y nosotras no hubiéramos tenido novela XD

Y por fin se descubrió el misterio de Bianca. Apuesto a que nadie se imaginaba que en verdad era la perra XD

¡Gracias por los coments!

Espero que me comentéis mucho y pronto pondré la sinopsis de la próxima nove que estoy segura de que os gustará mucho y ademas es muy apropiada para las fechas que se acercan.

Pero antes me gustaría enseñaros tres o cuatro de las mejores fotos que saqué cuando estuve en Londres, que os dije que os las enseñaría.

¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

POR DIOS! QUE ULTIMO CAPITULO!
JAJAJAJ JAMAS EN MI VIDA PENSE QUE BIANCA IBA A SER LA PERRA! POR DIOS, QUE INGENIOSO FUE ESO! JAAJ ME ENCANTO LA NOVE.


QUIERO VER LAS FOTOSSSSS :)

SUBE PRONTO :)

Maria jose dijo...

jjajaja bianca un perro....jajajaja
hay zac jajajaja
muy linda la nove me encanto
ya quiero volver a leer mas novelas
sube pronto las sinopsis yo aki
te esperare siempre jajajaja
un 10 a la nove

Lau B. dijo...

La perra, por Dios! La perra...
Mentiras, mentiras y mas mentiras!
Bueno... lo bueno es que todo termino bien! y Ness obtuvo el hombre de sus sueños...
Ahhh La Perra!! Ahora todo tiene sentido
Bye
Xx

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