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sábado, 30 de noviembre de 2013

Capítulo 1


En el día de Navidad, mi verdadero amor me mandó...

De esa forma cantaba Vanessa Hudgens con su voz suave y melodiosa, haciendo saltar a Jessica, su sobrina de un año, sobre sus rodillas. Su recompensa fue una tierna sonrisa.

Brittany, la hermana mayor de Vanessa, se rió, pero luego protestó con seriedad.

Britt: ¡Estás echando a perder a esa niña! Y yo no tengo fuerza suficiente para jugar con ella cuando tú te vas -bostezó, se repantigó en la silla y se dio un masaje en el cuello-. Cuando esperaba a Brad, o a Jessica, no me sentía tan cansada.

Ness: Bueno, ahora eres más vieja -bromeó-. Y además, no tenías que cuidar a otros niños cuando esperabas a Brad.

Britt: Es cierto -admitió con un suspiro-. Y Andrew estaba conmigo más tiempo -su marido, ingeniero civil, trabajaba en el extranjero-. Solo faltan tres semanas para Navidad y no creo que él pueda llegar a tiempo.

Vanessa miró con preocupación a su hermana, que nunca se quejaba de las frecuentes ausencias de su marido. Algunas mujeres llorarían, se pondrían histéricas o furiosas, pero Brittany tenía un carácter muy tranquilo. Era obvio que la incomodidad del embarazo la afectaba.

Ness: De todas formas, un poco de diversión no le hará daño a Jessica. Así que aprovéchate ahora que estoy aquí y puedo encargarme de tus hijos.

Volvió a cantar y a jugar con la niña.

Britt: Olvidemos a los chicos -la interrumpió de nuevo-. ¿Qué hay de tus regalos de Navidad? Aún no me has dado una lista y no sé qué comprarte.

Ness: Ah, olvídate de los regalos para mí -repuso-. La Navidad es para los niños. Concéntrate en ellos -sugirió sonriente-. ¿No crees que con veinticinco años ya soy demasiado mayor para creer en Santa Claus? Además, no querrás andar por las tiendas embarazada de ocho meses y con un marido ausente, ¿eh? Ahora que lo pienso bien -concluyó con disgusto-, los padres se escapan muy bien de la situación. ¿Te acuerdas de que papá siempre estaba de viaje y mamá estaba harta?

Sus padres acabaron por divorciarse cuando Brittany y ella eran aún adolescentes.

Britt: Papá tenía que viajar por motivos de trabajo -señaló-. Y Andrew preferiría estar aquí conmigo. No es culpa suya que la compañía lo mandara al extranjero. Además, puedes protestar todo lo que quieras, hermanita, pero de todas formas te compraré un regalo. Después de todo, solo tienes una familia para que te regale algo. No tienes marido ni novio.

Ness: Gracias a Dios -declaró con una mueca-. Los hombres no me parecen prioritarios últimamente.

Britt: Ojala no generalizaras solo porque un hombre te decepcionó -murmuró sacudiendo la cabeza-. Muchos de ellos son decentes y cariñosos. En cuanto a lo del regalo, te lo debo -continuó-. No sé qué habría hecho sin ti estos días -recordó que su médico le había ordenado que descansara más si no quería pasar las últimas semanas en el hospital-. Fue muy amable de tu parte, sobre todo porque en esta temporada, siempre estás ocupadísima.

Ness: No me debes nada -replicó con energía-. Somos una familia, por Dios. Tú harías lo mismo si yo estuviera en la misma situación.

Britt: Pero, ¿no te preocupa dejar a Lucy a cargo de la tienda de ropa? Es decir, no ha resultado ser una socia muy de confianza, ¿verdad?

A los diecisiete años, Vanessa decidió montar una tienda de ropa. Consiguió suficiente experiencia porque trabajó en las diferentes tiendas de ropa de su padre. Hacía tres años que junto con una amiga abrió la tienda; se llamaba Vanessa's Jetset, y estaba al final de la calle Oxford. Había alquilado una pequeña propiedad que pertenecía a Goodbody, una de las grandes tiendas.

Vanessa hizo una mueca.

Ness: Sí, por desgracia Lucy es más bien un estorbo. Es la hija de un millonario que juega a convertirse en una mujer de negocios. Casi nunca está ahí, y cuando está, no hace nada.

Britt: ¿No crees que quizá ya no le interesa la tienda? -sugirió-.

Ness: Sí, y ojala pudiera pagarle su inversión y desentenderme de ella, pero no puedo... Además, se va a esquiar para Navidad y Año Nuevo. Por suerte, tenemos dos magnificas asistentes. Iré de vez en cuando a la tienda, pero confío en ellas. Me quedaré aquí el tiempo que sea necesario, hasta que nazca mi próximo sobrino. Seguramente, Andrew podrá venir para esa ocasión, ¿no? Además, hace años que no llama por teléfono.

Britt: No siempre puede conseguir uno -lo defendió-. A veces, esos lugares están aislados de todo.

Ness: Es increíble -sacudió la cabeza-. Somos hermanas y tenemos puntos de vista tan opuestos...

Durante su adolescencia, Brittany disfrutó de una brillante carrera como modelo. Con su rostro juvenil y su preciosa figura pudo seguir en ese trabajo hasta los treinta años; sin embargo, para ella el trabajo de modelo fue un pasatiempo mientras llegaba a la meta que se había trazado: el matrimonio y los hijos. En ese momento, después de cinco años de matrimonio, y a punto de dar a luz, Brittany se encontraba simplemente «a gusto» y no precisamente encantada.

Britt: ¿Qué quieres decir?

Ness: Bueno, no es que no me gusten los niños. Adoro a Brad y a Jessica, pero el matrimonio ocupa el último lugar en mi lista de prioridades.

Pensaba en dejarlo para después, cuando realizara sus ambiciones, como viajar por todo el mundo y establecerse bien en su trabajo.

Britt: Creí que habías cambiado de opinión cuando conociste a Drake -comentó-.

Hacía ya un año y medio, Drake Bell, un atractivo hombre de negocios con su propia cadena de tiendas de ropa masculina, entró en la vida de Vanessa mediante una amistad mutua.

Drake, que sabía que Vanessa quería ser libre, jugó con cuidado y la abordó con una proposición de negocios. Cuando su amistad creció, él le dio a entender que no solo tendrían una larga relación profesional.

Ella se quedó impresionada por su atractivo y habilidad, y empezó a soñar y hacer planes que, al final, se destrozaron. Justo cuando estaba a punto de declararle sus sentimientos, Drake fue detenido por fraude. Resultó que hacía negocios sucios y que, además, vivía con una chica al mismo tiempo que salía con Vanessa.

La joven se sintió muy dolida en su corazón y en su orgullo. Pero una vez que recuperó la fuerza emocional, decidió que nunca dejaría que otro hombre la engañara, ni en los negocios ni en su vida personal.

Brittany no experimentó esos traumas, pero su vida tampoco era fácil.

Ness: No sé cómo lo haces -exclamó de pronto-. Tres embarazos en cuatro años, y Andrew viaja mucho. ¿Cómo puedes estar tan tranquila y ser tan abnegada?

Britt: Porque quiero a mis hijos y a Andrew -sonrió-. Si quieres a alguien, aguantas mucho. Quizás un día lo descubras. Y sé que Andrew llamará tan pronto como pueda -dirigió una mirada significativa a su hermana-. Me encantaría verte tan feliz como yo. Ojala te enamoraras de alguien.

Ness: Ya lo hice una vez, ¿recuerdas? -replicó con amargura-. O al menos, eso creía. Tuve suerte de escapar. Pude perder también mi negocio.

Britt: Sí; es una lástima lo que pasó, pero no todos los hombres son así. Además, no hablo de negocios, sino de amor. No sabes lo que te pierdes. Quizá -bromeó-, deberías pedirle a Santa Claus que te consiguiera un hombre.

Ness: ¿Un hombre? ¿Para Navidad? -se burló-. No, gracias. No tengo prisa por atarme a alguien, y después de lo de Drake... Todas las viejas casadas sois iguales: estáis ansiosas por ver a todas en el mismo barco.

Britt: No soy «vieja». Solo te saco dos años. Además, no sería fácil encontrarte pareja. El hombre con quien te cases tendrá que ser muy fuerte para soportar tu duro carácter.

Ness: ¿Duro? -exclamó con humor-.

Nunca se hubiera descrito de esa forma, aunque ni siquiera a Brittany le confesó la vulnerabilidad que escondía bajo su caparazón defensivo.

Britt: Bueno, digamos que proyectas la imagen de una mujer de negocios -se rió-. Siempre he sentido lástima por el montón de hombres que andan tras de ti. No digo que siempre seas dura. Tienes tu lado suave; de lo contrario no estarías aquí ahora. Además, eres buena con los niños. Deberías tener hijos antes de que...

Ness: Hablando de hijos... -se levantó, ansiosa por evitar el acostumbrado sermón-. Le prometí a Brad que lo llevaría a la ciudad. Efron Brothers comienza hoy su venta de Navidad. Tiene una larga lista de regalos para Santa Claus. ¿Llevo a Jessica también?

Britt: Es demasiado pequeña para eso -negó-. Además, estarás muy ocupada con Brad. A veces es todo un diablillo.


Brad: ¿Mi papá volverá pronto? -preguntó cuando ella le ponía la gabardina-.

Vanessa se mordió el labio, sin saber qué responder. Deseaba reconfortar al niño y borrar de su rostro esa expresión preocupada. El concepto del tiempo resultaba tan difícil de entender para los niños... Pero si le decía que sí, y Andrew no se presentaba en varias semanas, sería peor. La joven pensó que era una lástima que Brittany, al igual que su madre, se hubiera casado con un hombre tan ocupado.

Por otro lado, era justo reconocer que, gracias al trabajo de su cuñado, Brittany poseía una preciosa casa, y las propiedades no eran baratas en Hampstead. A menudo, Vanessa deseaba poder vivir en ese antiguo pueblo con sus calles tortuosas y sus casas pintorescas.

Brad: ¿Volverá pronto, tía Vanessa? -repitió-.

Ness: Eso espero -respondió-.


Era un sábado frío y lluvioso de diciembre. Las grandes tiendas de la calle Oxford estaban bien iluminadas y adornadas. Había payasos que hacían juegos malabares para llamar la atención de los clientes. Caminar entre la multitud resultaba casi imposible.

En el tren de Hampstead, Brad, de cuatro años, se portó como un ángel, pero cuando se acercaban a su destino final, se emocionó y empezó a tirar de Vanessa.

A ella le hubiera gustado visitar su tienda para revisar cómo iba todo, pero su sobrino estaba muy impaciente.

Brad: ¿Es aquí? -preguntaba a cada paso-.

Por fin llegaron y el calor y el colorido de la tienda los envolvió cuando entraron. Con una sonrisa benévola, Vanessa contempló el rostro iluminado de su sobrino cuando descubrió los adornos y luces de colores.

Santa Claus estaba en el departamento de juguetes del sexto piso. Entraron en el ascensor lleno de niños y padres, con paraguas chorreando de agua.

Alrededor de Santa Claus había un verdadero caos, y Vanessa no estaba acostumbrada a tal volumen de ruido. Admiraba a las asistentes de edad madura, vestidas de duendes, que se encargaban de formar a los niños para hablar con Santa Claus; éste se hallaba sentado en un trono, rodeado de gran cantidad de coloridos paquetes.

Era un Santa Claus espléndido. Su disfraz era nuevo y el trono magnífico. Parecía que no habían escatimado el dinero.

Pero cuando Vanessa y Brad se unieron a la fila, la joven se dio cuenta de que había problemas. Varios niños que ya habían hablado con Santa lloraban desconsolados; algunos gritaban con fuerza. Una niña de pelo rizado con rostro angelical estaba tirada en el suelo con una rabieta impresionante. Las madres y abuelos parecían molestos. Los padres que aún no habían llegado ante el trono los miraban con curiosidad.

Santa Claus estaba muy nervioso y se secaba el sudor de la frente. Uno de los «duendes» se retorcía las manos con preocupación, mientras los otros permanecían de pie sin poder hacer nada.

Ness: Parece que hay un problema -comentó a la mujer mayor que estaba frente a ella-.

**: ¡Un problema! -gruñó la mujer-. Es más bien un desastre. Estamos en esta fila desde hace media hora y aún no lo han solucionado. Si no fuera por ella -señaló a la niña que llevaba-, me iría a casa.

Ness: ¿Cuál es el problema?

**: Una confusión en los paquetes. Los niños recibieron muñecas y las niñas, trenes. Alguien debió de envolverlos con los colores equivocados.

Ness: ¿Y qué se ha hecho?

**: No mucho. El personal parece presa del pánico. Solo son ayudantes de media jornada.

Ness: Quizá no sea culpa de ellos, entonces -comentó-. La administración debe solucionarlo.

**: Sí, pero nadie quiere perder su lugar en la fila para ir a avisarlos.

Ness: Bueno, alguien debe hacer algo -decidió-.

Siempre fue eficaz a la hora de tomar decisiones importantes. Llevando a Brad en brazos, se dirigió al estrado. Bajó al niño al lado del trono y después recogió una trompeta de juguete y sopló con fuerza.

Reinó el silencio y Vanessa anunció:

Ness: Si conservan la calma por un instante, haré que la administración arregle el problema.

Por desgracia, el anuncio no tuvo el efecto deseado. Los adultos se amontonaron de inmediato alrededor de ella, quejándose todos a la vez.

Para empeorar las cosas, Santa Claus y sus «duendes» interpretaron mal el avance de la multitud y se escabulleron, dejando a Vanessa en completa posesión del estrado. El emprendedor de Brad ocupó el trono de Santa Claus.

En vano, Vanessa levantó las manos para pedir silencio; nadie le hizo caso.

**: ¡Silencio!

Tronó una voz fuerte y la multitud se volvió para mirar al poseedor de aquella voz impresionante.

Un hombre se hallaba en la entrada del departamento de juguetes. Avanzó entre la multitud; sus hombros y cabeza destacaban por encima de los demás.

Vanessa concluyó que aquel hombre era todo un bombón. Sus rasgos no eran clásicos, ya que tenía la boca y la nariz un poco más grandes, pero poseía un atractivo impresionante. El cabello de color castaño le caía sobre la frente y lucía un traje gris de corte impecable.

Mientras avanzaba, no dejaba de mirar a Vanessa con irritación. Ella presentaba una apariencia magnífica con su abrigo de invierno de color turquesa, y su cabello negro ondulado hasta la espalda.

Cuando él subió al estrado, su aire de autoridad absoluta hizo que todos los clientes permanecieran callados. Al principio no se dirigió a ellos, sino que recriminó a Vanessa.

**: ¿Qué diablos pretendías armando este caos? ¿Qué clase de chica revoltosa eres?

La joven jadeó indignada.

Ness: Yo no he empezado esto -se defendió-. Mi sobrino, y yo...

**: ¿Ah, no? -preguntó con sarcasmo-. Y por eso estás aquí arriba conduciendo la rebelión.

Ness: Para tu información -dijo con frialdad-. Estaba tratando de ayudar. Yo...

**: ¿Ayudar? ¡Vaya, cómo será cuando quieras dar problemas! -y con ese comentario le dio la espalda y se dirigió a la gente-. Damas y caballeros, ¿puede alguno de ustedes explicarme lo que pasa?

Vanessa vio irritada que él conseguía el efecto deseado. Un hombre mayor se lo explicó todo, reivindicando la conducta de la chica. Sin embargo, él tan solo la miró brevemente, y ella se enfadó todavía más.

**: Gracias. Ahora está todo claro. Mi nombre es Zac Efron y soy el gerente. Puedo asegurarles que el problema se solucionará de inmediato.

Bajó con agilidad del estrado y habló por un interfono. Era imposible escuchar lo que decía, pero de todas formas a Vanessa no le importaba, ya que estaba muy irritada. Bajó con Brad del estrado. Si no hubiera sido por su emocionado sobrino, se habría marchado de inmediato.

Zac: Bien, damas y caballeros -dijo de nuevo-, el comedor del personal está a su disposición. Si son tan amables de pasar, se les servirán bebidas y después podrán volver aquí a buscar los regalos adecuados para sus hijos -su tono destilaba autoridad-. Mi asistente -señaló a una atractiva joven que apareció segundos después de la llamada-, los acompañará.

Cuando la multitud siguió a la mujer, Vanessa y Brad fueron detenidos.

Zac: Tú no. Me gustaría que me acompañarais a mi oficina -la tomó del codo con firmeza, y Vanessa se quedó desconcertada-.

Ness: ¿Por qué?

Para su sorpresa él sonrió y Vanessa advirtió que sus ojos tenían un asombroso tono azul; eran claros como el cristal y enmarcados por unas negras y espesas pestañas.

Zac: Porque te debo una disculpa.

Ness: Así es, pero no quiero ningún trato preferencial -anunció con energía-. Iré con los demás.

Zac: No, por favor -la sujetó con más fuerza-, debes permitirme que me disculpe -sonrió-. Si no ¿cómo sabré que me has perdonado?

Vanessa no era rencorosa, excepto quizá con Drake.

Su ira se había evaporado, y ese hombre parecía sincero. Se encogió de hombros.

Ness: Está bien -aceptó y él los guió hacia el ascensor-.

Su despacho era enorme. Zac Efron hizo que tomaran asiento en un sillón de piel, y se sentó frente a ellos. De inmediato les sirvieron un té.

Zac: ¿Zumo de naranja para el pequeño? Dijiste que era tu sobrino, ¿no?

Ness: No es necesario todo esto -murmuró-. Yo...

Zac: Pues yo creo que sí -la interrumpió-. En el calor del momento cometí una injusticia, pero debes admitir -sonrió cuando le entregó una taza de té-, que para un desconocido que escuchara todo aquel ruido y tú allí arriba, parecía...

Ness: Como si yo fuera... ¿qué término utilizaste? Ah, sí «una chica revoltosa» -expresó con sentimiento-.

Podría perdonar, pero no olvidar un insulto semejante.

Zac: ¿Eso dije? Bueno, discúlpame. Como ya señalé, en el calor del momento... -se encogió de hombros, metió la mano en su chaqueta y sacó un cuaderno de notas-. Ahora, al grano -ordenó-. Tu nombre y dirección, por favor.

Vanessa se lo quedó mirando.

Ness: ¿Para qué los quieres?

Zac: Procedimientos normales. Todos esos clientes recibirán una carta oficial de disculpa por el incidente de hoy.

Ness: No es necesario que me escribas -le informó-. Ya te has disculpado.

Zac: Sí, ya te he dado mi disculpa personal, pero en Efron Brothers hacemos las cosas bien. Así que ¿cuál es tu nombre? -esperó, arqueando una ceja-.

Ness: Vanessa, Vanessa Hudgens, y éste es Brad.

Zac: Vanessa -repitió y lo escribió despacio-.

La joven decidió que le gustaba la forma que tenía en pronunciarlo, con un tono apreciativo, como si lo saboreara.

Zac: Es un nombre poco común, aunque sospecho que tú también eres una mujer poco común ¿no? -la observó-.

Vanessa se tensó. Estaba familiarizada con ese tipo de comentarios.

Ness: No lo creo -respondió con frialdad-.

Vanessa le dio la dirección de Brittany. Sabía que las tiendas grandes a menudo enviaban regalos o vales como disculpas, así que pensó que su hermana podría beneficiarse. Además, casi nunca daba su dirección, ya que vivía sola.

Zac: Y ahora -anunció cuando miró su reloj-, creo que ya estará todo arreglado en el departamento de juguetes. ¿Vamos?

Zac Efron se quedó en el estrado, al lado del trono, vigilando cuando la fila se reformó de nuevo.

Le llegó el turno a Brad. Se subió a las rodillas de Santa Claus y le susurró las cosas que Vanessa ya sabía. Pero también se memorizó algunas que Brittany y ella desconocían. Se le rompió el corazón cuando el niño añadió:

Brad: Y quiero que mi papi regrese pronto.

**: ¿Y a tu tía qué le gustaría para Navidad? -preguntó una voz profunda de pronto-.

Sorprendida, Vanessa se dio cuenta de que Zac Efron se dirigía hacia ella. Sus ojos azules sufrieron un cambio; expresaban una abierta diversión por la sorpresa de la chica.

En vez de contestar con un comentario mordaz, decidió ignorar la pregunta. Extendió la mano a Brad.

Ness: Vamos, cariño, hay otros niños esperando.

Pero su mano se vio atrapada por unos dedos fuertes y cálidos. Una sensación extraña la recorrió en tanto su corazón latía acelerado. Trató de retirar la mano, pero no pudo. El pulgar de Zac Efron inspeccionaba con engañosa indiferencia si había anillo o no en su dedo anular.

Vanessa sabía bien cuál era su intención. Le pediría una cita. Cuando lo pensó, se quedó sin aliento.

Ness: ¡Suéltame! -susurró con fiereza y miró a su alrededor-. La gente nos está mirando. Y los niños también -añadió-.

Para su alivio, Brad se volvió hacia ella con un enorme paquete bajo el brazo. El hombre le soltó la mano, y Vanessa, avergonzada y molesta, se dio cuenta de que los demás la miraban con curiosidad. Se preguntó qué pensarían del trato preferencial que ella estaba recibiendo. Zac Efron primero la llevó a su despacho y después eso... Su mano aún estaba sensible por el contacto de sus dedos.

Sin embargo, cuando llegaron a la calle, había recuperado su sensatez y su humor.


Ness: ¡Después de todo, es poco habitual que alguien coquetee contigo en el trono de Santa! -le comentó a su hermana más tarde-.

Bromeaba al respecto, pero le parecía extraño que no pudiera quitarse a ese hombre de la cabeza. Recordaba esos preciosos ojos azules, y casi podía sentir el tibio contacto de su mano y escuchar su voz profunda.

Irritada consigo misma, se esforzó por olvidarlo todo. Él no debía aprovecharse de la situación. Se trataba solo de una atracción sexual.

La carta de disculpa llegó el lunes; era formal, impecable. No contenía ningún detalle personal. Por alguna extraña razón, Vanessa se sintió desilusionada.

Ness: Bueno, eso es todo -le comentó a su hermana-. Final del episodio, y -bromeó-, ninguna insinuación.

Brittany la miró con curiosidad, pero no comentó nada.

El martes llegaron las flores. Era un ramo ridículamente grande; su aroma impregnó rápidamente la sala.

Britt: ¡Rosas rojas! -exclamó-. En esta época del año. Han debido de costarle una fortuna. ¿Quién diablos es tu admirador secreto? -preguntó con curiosidad cuando Vanessa sacaba la tarjeta-.

Ness: «Solo para reforzar mis disculpas, y con la esperanza de que lleguemos a conocernos mejor» -leyó-. ¡Vaya!

El corazón le dio un vuelco y arrugó la tarjeta.

Britt: ¿Zac Efron? -inquirió-.

Ness: Sí -respondió con la mayor tranquilidad posible-.

Le resultaba gratificante pensar que él aún recordaba el encuentro, pero hubiera preferido no recibir ese recordatorio de un hombre que tanto la turbaba.

Britt: Creo que es muy romántico -comentó-. Seguramente lo impresionaste mucho.

Ness: Ah, sí, claro que sí -replicó con ironía-. Me llamó «chica revoltosa», ¿recuerdas? -trató de burlarse para encubrir la inquietud que sentía-. Y en cuanto a lo de romántico...

Brittany la miró con curiosidad.

Britt: ¿Piensas protegerte de los hombres para siempre?

Ness: De este tipo de hombre, sí. Además, ni siquiera lo conozco. Un hombre de veintitantos años puede estar comprometido o casado.

Britt: ¿Y eso es lo que te molesta? -preguntó con astucia-. ¿Sus atenciones, o el hecho de que no sabes si es libre para poder responder a ellas?

Ness: Simplemente no me gustan las insinuaciones de hombres que no conozco -respondió sin detenerse a pensarlo bien-.

Brittany no quedó complacida con la excusa.

Britt: A todos los hombres que conoces los tratas igual que a tus amigas.

Ness: Es lo mejor -se defendió-. Buenos amigos, sin tonterías románticas, solo respeto y consideración mutuos. Nadie busca nada de más.

Britt: Bueno, tengo el presentimiento de que conocerás mucho mejor a Zac Efron dentro de poco tiempo -señaló las flores-. Apuesto a que él vendrá pronto.

Ness: Más vale que no -replicó con actitud de desafío, aunque en su interior temblaba-. No queremos que llame a tu puerta.

Britt: A mí no me importaría -repuso-. Vamos, Vanessa, solo porque un hombre fue injusto contigo... ¡Ah, ese Drake sí que fue un canalla! Pero no dejes que ese incidente te destroce toda la vida y te haga tener miedo de volver a enamorarte.

Ness: No tengo miedo -rechazó con demasiado énfasis-. Lo que pasa es que no quiero sentirme acorralada, poseída. ¿Recuerdas lo posesiva que era mamá con papá? No quiero perder mi intimidad, el control de mi propia vida. Estoy muy bien así, gracias.

Sin embargo, más tarde, Vanessa pensó que lo que le había dicho Brittany era muy cierto. No quería ver de nuevo perturbado su equilibrio emocional por todas las consecuencias de una relación amorosa: inseguridad, celos, dolor, traición. Además del desgraciado matrimonio de sus padres y de su propia experiencia con Drake, había visto a muchas de sus amigas sufrir de esa forma.


Esa tarde, Brittany recibió una llamada telefónica. Cuando regresó a la sala, Vanessa se levantó de inmediato.

Ness: ¿Qué pasa? Tienes un aspecto terrible. No es el bebé, ¿verdad?

Britt: Qué va -le temblaban los labios, pero se controló porque Brad estaba allí-. Es Andrew. El contrato no va con el tiempo programado. Ay, Vanessa -los ojos azules de Brittany se llenaron de lágrimas-, quizá no vuelva hasta Año Nuevo. Lo lamento -sollozó-, nunca me pongo así, pero esperaba que él pudiera regresar para... -sin poder hablar más, señaló su abdomen-.

Ness: Mira, ¿por qué no llamo yo a Andrew y...? -sugirió abrazando a su hermana-.

Britt: No -sacudió la cabeza-. No serviría de nada. Si él dice que no puede, lo creo.


Mientras bañaba a Brad esa noche y lo escuchaba decir sus oraciones, en las que pedía que su padre regresara pronto, Vanessa agradeció a su buena fortuna que ella no dependiera tanto de alguien para su felicidad y tranquilidad mental. Sabía que Brittany se preocupaba demasiado cuando su marido se encontraba en el extranjero, aunque no lo demostrara.

El timbre sonó justo cuando ella salía de la habitación de Brad.

Ness: ¡Voy yo! -gritó a Brittany, que estaba descansando-. ¿Sí? -preguntó a la silueta oscura en el umbral-.

**: Hola, Vanessa.

Fue una respuesta inesperada. Eran solo dos palabras, pero aquella voz profunda parecía una advertencia. Cuando él se movió hacia el pasillo, ella pudo verlo: Zac Efron. De inmediato fue muy consciente de su presencia. Por instinto de protección, quiso cerrarle la puerta en las narices, pero él la sujetó con el pie.

Zac: Esperaba una bienvenida más cálida -comentó con tono seco-.

Vanessa tuvo que ceder. No era débil, pero él era mucho más fuerte.

Ness: No sé qué estás haciendo aquí, y ojala tú no...

Britt: Vanessa, ¿quién está ahí? -Vanessa se volvió. Brittany la miraba con expresión de ansiedad-. Usted... usted no es un policía, ¿verdad? ¿No le ha sucedido nada a... a...?

Ness: No -se apresuró a asegurarle-. No es un policía -se colocó al lado de su hermana-. Es el señor Efron -explicó-.

Britt: ¡Ah! -se adelantó y observó al hombre con interés-. Así que tú le mandaste las flores a Vanessa.

Zac: Culpable -aceptó-.

Britt: Sí, creo que te hubiera reconocido por la descripción que me hizo. Tenía ganas de conocerte.

Vanessa se sintió incómoda. En ese momento, Zac Efron tendría la impresión de que ella estaba muy interesada, ya que le había dado a su hermana una descripción detallada de él. Deseó que Brittany se fuera a descansar y la dejara a solas con el intruso.

Britt: Pase, señor Efron -lo invitó de forma innecesaria-.

Él pasó y Vanessa observó que se detenía justo bajo el muérdago que ella misma había colgado esa noche.

El hombre era rápido. Siguió la dirección de su mirada y descubrió la planta. Después sonrió, pero no comentó nada; la joven se sintió agradecida por ello, ya que pensaba que muchos hombres en su lugar habrían hecho un comentario tonto.

Zac: La mayoría de la gente, mis amigos, me llaman Zac -le informó a Brittany cuando la seguía a la sala. Miró a su alrededor con admiración-. Preciosa casa. Me gusta mucho Hampstead. Un amigo mío tiene una casa en el pueblo.

Britt: Íbamos a cenar -le comentó-. ¿Quieres acompañarnos?

Vanessa sabía que su expresión traicionaba su malestar. Se preguntó qué tramaría su hermana al alentar de ese modo a Zac Efron.

Para su alivio, él rechazó la invitación.

Zac: Gracias, pero ya he cenado. Perdón por venir en un mal momento -después se dirigió a Vanessa-. Solo quería asegurarme de que recibiste las flores, pero ya veo que sí.

Ness: Sí... gracias. No debiste molestarte -dijo de mala gana, consciente de que estaba tensa y de que estaba siendo desagradecida-.

Él la observó durante un buen rato.

Zac: A mí me parece que no consiguieron el efecto deseado -comentó y añadió-: ¿Quieres saber por qué las mandé?

Ness: No -se apresuró a responder. Temía que él fuera a decírselo de todas formas, y su pulso se aceleró-. Es decir... supongo que forman parte de la «disculpa oficial» de la tienda. Pues... ¿ha gritado Brad? -preguntó, pero su hermana no la ayudó-.

Britt: No. Una vez que se duerme nunca se despierta, igual que Jessica. Mira, Zac, si ya has cenado, quizá quieras venir mañana por la noche -lo invitó-.

Vanessa sentía ganas de matar a su hermana; Zac Efron sacudió la cabeza, negando.

Zac: Me encantaría, pero tengo un compromiso. ¿Puedo llamar uno de estos días para concertar una cita?

Vanessa pensó que al menos, él ya se estaba retirando hacia el pasillo. Quería que se fuera para ajustar cuentas con Brittany.

En el umbral, él se volvió hacia Vanessa.

Zac: La próxima vez que te vea, te explicaré algo -sugirió y cuando vio el rostro confundido de ella, continuó-: Te diré exactamente por qué te mandé esas rosas.

Y antes de que ella pudiera contestarle que nunca más se verían, se marchó.




Un hombre que sabe lo que quiere. Ya era hora XD
Pero Vanessa se resiste a los encantos de Zac. Por ahora...
Aunque en parte tiene razón por haberla llamado "chica revoltosa" cuando solo quería ayudar.

El segundo os gustará. Es divertido.
¡Así que comentad!

¡Gracias por los coments!
¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

ME ENCANTO!
Pero.. Vane si que es media tonta no? Yo ya me hubiera derretido a los encantos de Zac jajaja.

Y cuando un hombre sabe lo que quiere... es muy dificil que deje de querer eso. ;)

En estos días estuve pensando en que seria tan GENIAL que Zanessa VOLVIERA no? No seria todo muy tierno? Verlos juntos de nuevo, amaba esa pareja... va la sigo amando. Algún día van a volver espero...


SUBE PRONTO :)

Maria jose dijo...

sube pronto ya quiero
saber que le dira zac
me encanto la nove


si seria muy lindo
que zac y vanesa regresen
seria lo mejor

Lau B. dijo...

Agh! Oh Boy!!!
Como me gustan los hombres determinados, que saben lo que quieren y van por ellos!
Ya estoy enomaroda!
XD

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