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lunes, 1 de junio de 2020

Capítulo 6


Lo conocían, advirtió Vanessa cuando dos empleados lo llamaron por su nombre. Por mucho que la pizzería fuera pequeña y se encontrara en una zona desangelada, los aromas que emanaban de la cocina a la vista y las mesas apretujadas le indicaron que en lo que a pizzas se refería, Zachary era buen entendedor.

Se sentaron a una mesa con un mantelito de papel de monumentos italianos.

Zac: Vale más que te olvides del chianti -le aconsejó- y que elijas la jarrita de cabernet, que es muy digna.

Ness: Me parece bien.

Una camarera se acercó a ellos contoneándose. Tenía el pelo pincho de un rojo inverosímil, una nariz con tanta personalidad como sus senos, y la edad mínima que se necesita para pedir un cabernet.

Kaylee: ¡Eh, Zac!

Zac: ¿Qué tal, Kaylee?

Kaylee: Tirando. -Miró de soslayo a Vanessa y luego desvió los ojos, aunque el gesto duró lo suficiente para que Vanessa captara su decepción y enojo-. ¿Y para beber?

Zac: La señora tomará cabernet. A mí tráeme una Coca-Cola. ¿Esta noche amasa Luigi?

Kaylee: Acertaste. ¿Quieres lo de siempre?

Zac: Deja que lo pensemos.

Kaylee: Muy bien. Os traeré la bebida.

Ness: ¿Qué sueles tomar?

Zac: La de pimientos, aceitunas negras y guindilla.

Ness: Parece buena.

Zac: Vale. Di a Luigi que nos prepare una grande, ¿quieres, Kaylee?

Kaylee: Claro, Zac. Esta noche tenemos esos chips de calabacín que te gustan, si te apetece un entrante.

Zac: Fantástico. Compartiremos una ración.

Vanessa esperó a que la chica se alejara.

Ness: ¿Se le parte el corazón cada vez que vienes aquí con una mujer?

Zac: No suelo venir con mujeres. Me inclino por los lugares más tranquilos cuando se trata de una cita.

Ness: Pero esto no es una cita -le recordó-. Es un trato.

Zac: Exacto.

Zachary tomó la jarrita y le sirvió una copa.

Ella bebió un sorbo y asintió a modo de aprobación.

Ness: Es bueno y esperemos que no contenga arsénico. Decías... tu padre era militar...

Zac: Sí. Fui el niño mimado del ejército hasta los ocho años, y luego a él lo mataron en El Salvador.

Ness: Es duro perder a un padre, y tan pequeño.

Zachary cruzó la mirada con ella, un instante compartido de pena.

Zac: Es duro a cualquier edad, creo yo.

Ness: Sí, a cualquier edad. Tu madre entonces se mudó a Greenwich.

Zac: Te dan una pensión, una bandera y varias medallas. Hacen lo que pueden, pero a ella le tocó ponerse a trabajar. Su hermano tiene un restaurante. Eso es probable que lo sepas.

Ness: Algo sé. Aunque no conozco bien ni a tu tío ni a su mujer.

Zac: No te pierdes gran cosa, desde mi punto de vista. Él explotaba a mi madre de mala manera y ella tenía que sentirse agradecida por habernos dado cobijo. Y lo estaba. Ella...

Al ver que se le quebraba la voz, Vanessa permaneció unos instantes en silencio.

Vanessa enarcó una ceja cuando la chica se alejó.

Ness: Está enamorada de ti.

Zachary se reclinó en la silla, la chaqueta de cuero desabrochada, la barba de un día, los ojos azules chispeando de malicia.

Zac: ¿Qué puedo decir? Las mujeres vienen a mí.

Ness: A esa le gustaría romperme la jarrita de cabernet en la cabeza.

Zac: Puede -se inclinó hacia delante-. Tiene diecisiete años, ha empezado el primer curso en la universidad. Quiere ser diseñadora de moda. O compositora. O...

Ness: A los diecisiete tiene que haber muchos oes. Y una tiene que enamorarse de hombres mayores.

Zac: ¿Te enamoraste tú?

Vanessa sacudió la cabeza, no por negar, sino porque estaba divirtiéndose.

Ness: ¿No vas a tomar vino?

Zac: Hice un trato con mi madre en la época en que tenía un año menos que Kaylee: por cada cerveza o por lo que fuera que me tomara, esperaría una hora antes de sentarme al volante.

Ness: ¿Bebías cerveza a los dieciséis?

Zac: Si podía conseguirla, claro que sí. Y como ella sabía que existía la posibilidad, impuso la norma. Si quería ir sobre ruedas, tenía que hacer el trato.

Ness: Muchos adolescentes hacen tratos que luego no cumplen o ni siquiera intentan cumplir.

Zac: En mi mundo, si haces un trato, lo cumples.

Vanessa le creyó y valoró el gesto, porque esa norma también funcionaba en su mundo.

Ness: ¿Y ahora que vas sobre tus propias ruedas?

Zac: Eso no cambia nada. Un trato siempre es un trato.

Kaylee: ¿Habéis decidido lo que vais a tomar? -puso la Coca-Cola delante de Zachary y consiguió dejar la jarrita y la copa de vino frente a Vanessa sin establecer contacto visual-.

Zac: Todavía no -sacó una de las cartas plastificadas de un soporte-.

Kaylee: ¿Cómo le va a tu madre con el ordenador?

Zac: Va. Gracias, Kaylee -añadió cuando la chica puso encima de la mesa un aperitivo y dos platitos-.

Kaylee: Luigi dice que pases a saludarlo antes de marcharte.

Zac: Lo haré.

Ness: La primera vez que vi a tu madre, estaba maldiciendo el ordenador y no estaba muy contenta contigo por haberla obligado a usarlo.

Zac: Eso fue antes de que aprendiera a manejarse con el Scrabble. Se ha comprado un portátil para poder jugar en casa.

Vanessa probó los chips de calabacín.

Ness: Están buenos. -Volvió a probar-. Excelentes, de hecho.

Zac: Este sitio es demasiado cutre para tus clientes -comentó al ver que ella examinaba el restaurante-.

Ness: No necesariamente. Podría ser un escenario divertido e informal para celebrar una cena de ensayo con menos comensales y más desenfadada. También sería una buena propuesta para esos invitados que vienen de fuera y les apetece conocer el ambiente local y disfrutar de una comida sencilla y buena. Una empresa familiar siempre aporta un toque agradable.

Zac: ¿Cómo sabes que es una empresa familiar?

Ness: Da esa sensación, y además lo pone al principio de la carta.

Zac: Habla con Luigi. Él es el propietario.

Ness: Tal vez lo haga. Dime, ¿cómo pasaste de doblar escenas peligrosas en Los Ángeles a ser el propietario de un taller de automóviles en Greenwich?

Zac: ¿Lo preguntas por cotillear o te interesa?

Ness: Puede que por las dos cosas.

Zac: Vale. Una escena salió fatal y quedé hecho polvo. Un chupatintas había recortado el presupuesto, el equipo era defectuoso, y me indemnizaron.

Ness: ¿Hasta qué punto quedaste hecho polvo?

Zac: Me rompí los huesos, me machaqué las vísceras y me despellejaron vivo.

Se encogió de hombros, aunque Vanessa sospechaba que las cosas no habían sido tan sencillas.

Ness: Parece que fue grave. ¿Cuánto tiempo estuviste en el hospital?

Zac: Quedé fuera de juego durante un tiempo -continuó, empleando el mismo tono desenfadado-. Cuando pude volver a ponerme en pie, los abogados habían ventilado el asunto. Conseguí un montón de pasta y decidí que se acabó lo de saltar desde lo alto de un edificio y estrellarme contra los muros. Me alcanzaba para comprarme una casa, y como ese había sido siempre el objetivo...

Ness: ¿Y no lo echas de menos? ¿Hollywood, el mundo del cine?

Zachary gesticuló con un chip de calabacín en la mano.

Zac: Las cosas no son como parecen en el cine de tu barrio, Piernas.

Ness: No, supongo que no. Y preferiría que no me llamaras así.

Zac:  No puedo evitarlo. Se me grabó en la cabeza cuando Ashley y tú jugasteis al fútbol el día que sus padres montaron aquella juerga.

Ness: La fiesta del Cinco de Mayo. Mi segundo apellido no tiene nada de extraño.

Zac: Es el nombre de Spiderman.

Vanessa rió por lo bajo.

Ness: Se llama Peter.

Zac: Es extraño de todas formas. Trabajé en esas películas.

Ness: ¿Trabajaste con Tobey Maguire en las películas de Spiderman? ¿Qué era...? -entornó los ojos-. Seguro que siempre recurres a tus conocidos para ganarte a las mujeres.

Zac: Es una manera de verlo -sonrió cuando Kaylee dejó la pizza sobre una fuente-.

Kaylee: ¿Alguna cosa más?

Zac: Nada más, Kaylee, gracias.

Ness: Los chips de calabacín estaban estupendos -le dijo, que a cambio se llevó un gesto altanero con el hombro-.

Kaylee: Les diré que te han gustado.

Ness: Me odiará toda la vida -dijo con un suspiro-. O sea que vale más que esta pizza compense todos los malos pensamientos que deben de estar enturbiando mi aura.

Zac: La guindilla aclarará tu aura de golpe.

Ness: Ya veremos. ¿Siempre te han interesado los coches y la mecánica?

Zac: Ya te he dicho que me gusta saber cómo funcionan las cosas. Y el siguiente paso era lograr que sigan funcionando. ¿Siempre te han interesado las bodas?

Ness: Sí. Me gustaba todo lo que tenía que ver con ellas. Y el siguiente paso era ayudar a organizarlas.

Zac: Lo que implica estar pegada al teléfono las veinticuatro horas del día.

Ness: Puede. Pero tú no quieres hablar de bodas.

Zac: Y tú no quieres hablar de coches.

Zachary tomó una porción de pizza y se la sirvió.

Ness: No, pero los negocios siempre me han interesado. Probemos con otra cosa. Dijiste que habías vivido en Florida. ¿En qué otros lugares?

Zac: En Japón, en Alemania y en Colorado.

Ness: ¿De verdad?

Zac: De Japón no me acuerdo, y de Alemania vagamente -tomó una porción para él-. El primer lugar que recuerdo de verdad es Colorado Springs. Las montañas, la nieve. Vivimos allí un par de años, pero lo que me quedó más grabado fue la nieve. Tanto como el olor de un arbusto que había junto a mi ventana en Florida -mordió la pizza y ladeó la cabeza-. ¿Vas a probarla o no?

Tras comprobar que estuviera lo bastante templada para no abrasarse el paladar, Vanessa la probó. Y asintió.

Ness: Es fabulosa. De verdad. -Probó otro bocado-. Pero me veo obligada a darle el premio a la señora Grady, y a conceder un segundo puesto a esta fabulosa pizza de Connecticut.

Zac: Me parece que tendré que convencer a la señora Grady para que me dé un trozo. Quiero comprobar si estás siendo sincera o más bien tozuda.

Ness: Puedo ser ambas cosas, según el estado de ánimo y las circunstancias.

Zac: Veamos el estado de ánimo y las circunstancias, si estás siendo sincera. ¿Por qué has querido salir conmigo?

Ness: Hicimos un trato.

Zachary sacudió la cabeza mientras estudiaba a Vanessa y daba cuenta de su trozo de pizza.

Zac: Puede que eso influya, pero no es la razón.

Vanessa reflexionó y bebió un sorbo de vino.

Ness: Me enfadé contigo.

Zac: ¿Y sales con los tíos con quienes te enfadas?

Ness: Esta vez, sí. Tú lo enfocaste como una provocación y eso fue como activar un resorte. Además, sentí curiosidad. Estos son los elementos que conforman el todo, y la razón de que esté sentada aquí disfrutando de esta pizza excelsa en lugar de... ¡Oh, no!

Vanessa sacó el teléfono bruscamente al oír que sonaba.

Zac: Adelante. Ya retomaremos el tema.

Ness: Odio a la gente que habla por el móvil en los restaurantes. Ahora vuelvo. -Se levantó de la mesa y se escabulló por la puerta-. Hola, Justine, espera un minuto.

Le gustaba verla caminar, decidió Zachary mientras le llenaba la copa. Los téjanos le hacían muy buen tipo.

Kaylee le sirvió otra Coca-Cola y retiró la anterior.

Kaylee: Hacías cara de querer otra.

Zac: Muy oportuna. ¿Te gusta la facultad?

Kaylee: No está mal. Me gusta mucho la clase de arte. Dime, ¿quién es tu amiga?

Zac: Se llama Vanessa.

Kaylee: ¿Es médico o policía?

Zac: Ni una cosa ni la otra. ¿De dónde has sacado la idea?

Kaylee: Papá dice que los únicos que contestan al móvil en un restaurante son los médicos y los policías.

Zachary se fijó en el móvil que le sobresalía del bolsillo del delantal.

Zac: ¿Cuántos mensajes has enviado esta noche?

Kaylee sonrió abiertamente.

Kaylee: No llevo la cuenta. En mi opinión, es guapa.

Zac: En tu opinión, aciertas. ¿Te ha dado más problemas el carburador?

Kaylee: No. Lo que hiciste funcionó. Va de fábula. Pero aun así tiene un millón de años y es de color verde vómito.

Zac: Tiene cinco años -la corrigió-. Aunque sí es de color verde vómito. Si puedes convencer a tu padre, conozco a un tío que te hará un buen trato con la pintura.

Kaylee: ¿Ah, sí? -se le iluminó el rostro-. Empezaré a trabajármelo. A lo mejor podrías... -Se interrumpió de golpe y su expresión se ensombreció-. Tu amiga vuelve a entrar.

Kaylee regresó a la cocina. No exactamente marcando el paso, observó Zachary, pero casi. Divertido, centró su atención en Vanessa mientras esta tomaba asiento.

Zac: ¿Problemas con el chifón? ¿Una urgencia por culpa del tango? ¿Alguien que quiere llegar a la boda montado en un camello?

Ness: Una vez convencí a un novio de que se olvidara de aparecer en un carromato, y no fue fácil. Sabría cómo librarme del camello. En realidad, lo que pasa es que una de las novias de octubre acaba de enterarse de que su padre se ha fugado a Las Vegas con la Barbie zorrita buscafortunas (en sus palabras) por la que abandonó a su madre.

Zac: Esas cosas pasan.

Ness: Sí. Les han concedido el divorcio esta semana y el hombre no ha perdido el tiempo. Esas cosas pasan. Su nueva esposa tiene veinticuatro años, dos menos que su hija.

Zac: Eso añade un «ay» a la ecuación.

Ness: Desde luego, y esas cosas pasan -precisó-. Pero suma todas «esas cosas pasan», y el resultado final se te atraganta.

Zac: Claro. Y seguro que todavía es más difícil para la ex esposa que para la hija. -Aunque no había terminado su trozo de pizza, Zachary le sirvió otro-. ¿Qué espera ella que hagas?

Ness: No los quiere en su boda, a ninguno de los dos, no quiere que su padre la entregue como estaba planeado. Estaba preparada para aceptar a la susodicha fulanita buscafortunas como acompañante de su padre, pero le repatea que venga en calidad de esposa, en calidad de madrastra (menuda palabra para pronunciarla en público), pavoneándose de su nueva posición ante su destrozada madre.

Zac: En eso le doy la razón.

Ness: La tiene toda, y si así quiere que sean las cosas, así procuraremos que sean. -Tomó un sorbo de vino para que bajara la pizza-. El problema es que ella quiere a su padre. A pesar de lo muy cuestionable de su criterio y de la absoluta probabilidad de que este hombre padezca la chifladura del hombre maduro.

Zac: Oye, nosotros no somos los únicos que la padecemos.

Ness: Vosotros la padecéis más a menudo y, en general, con síntomas más graves. A pesar de todo -insistió-, ella le quiere y me temo que si no la lleva del brazo hacia el altar le va a arruinar el día mucho más que la FBF, y cuando al final se lo perdone, cosa que hará, se arrepentirá siempre de haber tomado esa decisión.

Zac: ¿Eso es lo que le has dicho?

Ness: Le he dicho que se trata su día, del suyo y de David, y que cualesquiera que sean sus deseos, nos encargaremos de que se cumplan. Le he pedido también que se tome un par de días para estar segura.

Zac: Crees que elegirá a papá.

Ness: Eso creo, y si tengo razón, charlaré en privado con la FBF, para poner los puntos sobre las íes sobre el protocolo y el comportamiento que debe seguirse en un acto de Votos.

Zac: La vas a matar del susto.

Ness: Yo no hago esas cosas -dijo con una media sonrisa-.

Zac: Y encima disfrutarás.

Vanessa tomó un bocado de pizza con deliberada afectación.

Ness: Eso sería mezquino y poco elegante.

Zac: Disfrutarás de todos y cada uno de los minutos.

Vanessa estalló en una carcajada.

Ness: Sí.

Zac: Eso me dice que tenemos otra cosa en común.

Ness: ¿Ah, sí?

Zac: Supongo que si te ves obligada a cantarle a alguien las cua¬renta, a atarlo en corto, es mejor que lo disfrutes de alguna manera. He oído decir que eso fue lo que hiciste con esa madre tan rara que tiene Miley.

Ness: Sí, y no considero que sentirme satisfecha por eso fuera mezquino o poco elegante. Se lo merecía. ¿Cómo te enteraste?

Zac: Los tíos también hablamos. Drew tiene debilidad por su Macadamia y le cabreaba que su madre se dedicara a fastidiarla. Ade¬más, yo mismo tuve la oportunidad de tratar con ella, y ya sabía de qué iba el percal.

Ness: Es cierto, fue cuando Miley llamó a la grúa para que se llevaran su coche -suspiró con satisfacción-. ¡Qué tiempos aquellos! Imagino que Linda estaría muy enfadada cuando fue al taller a recogerlo.

Zac: Yo lo diría de otro modo...

Vanessa comió un trozo de pizza sin apartar los ojos de él. Y luego sacudió la cabeza.

Ness: Vale, escúpelo ya. Solo sé que le dijiste que no podía llevarse el coche hasta que pagara la factura de la grúa y del depósito y que a ella le dio una rabieta.

Zac: Eso es, más o menos. Vino con un mosqueo que no veas. Intentó echarle toda la culpa a Miley, pero a mí no me la pegó, sobre todo porque estoy al corriente de los antecedentes por mi madre.

Ness: ¿Tu madre conoce a Linda?

Zac: Sabe muchas cosas de ella, y mi madre es una fuente de información muy fiable. Aunque sin su colaboración tampoco habría tardado mucho en hacerme una composición de lugar. En fin, resumiendo, me llevé el coche con la grúa y cobré por ello -hablaba con la Coca-Cola en la mano-. Ella pasó de la rabieta al lloriqueo. Lo típico, ¿no podía ayudarla yo, no podía hacerle un pequeño favor? Pero lo mejor del asunto fue cuando se ofreció a pagar el importe con servicios personales.

Ness: Ella... Oh, no.

Zac: La primera vez que me ofrecen una mamada a cambio de la factura de la grúa.

Asombrada y sin palabras, Vanessa se lo quedó mirando.

Zac: Tú lo has preguntado.

Ness: Sí, pero si alguna vez te lo pregunta Miley, no le cuentes esta parte.

Zac: Ya me lo preguntó y no se lo conté. ¿Para qué? Fue su madre quien se puso en evidencia. Eso no tiene nada que ver con Miley.

Ness: No, pero hay mucha gente que no lo ve con tanta claridad.

Él sí, observó Vanessa. Por la razón que fuera, lo veía con una claridad meridiana.

Ness: Ha recibido muchos golpes durante años por culpa del comportamiento de Linda. Linda boicoteará, o al menos empañará, la boda de Miley si puede.

Zac: No podrá -opinó encogiéndose de hombros y dedicándose a su pizza-. Lo que Miley no pueda solucionar, lo solucionará Liam. Y si ellos dos no pueden, lo harás tú.

Ness: Recordaré eso la próxima vez que me despierte con una pesadilla en la que aparece Linda. ¿Le hablaste a Drew... de la oferta de Linda?

Zac: Claro. Cuando a un tío le hacen esa clase de ofertas tiene derecho a fardar delante de los amigos.

Ness: Sois una especie muy rara.

Zac: Eso también va por ti, Piernas.

La experiencia en general (esa palabra la ayudó a ver las cosas en perspectiva) resultó mucho más fluida y divertida de lo que esperaba. Aunque tuvo que admitir que sus expectativas rayaban casi el nivel cero.

Como Zachary era amigo de Drew, una relación de amistad con Zachary sería más agradable. Serían amigos, como con Chris.

Aunque esa chispa de atracción soterrada y persistente con Chris no la notaba.

De todos modos, sería capaz de controlarla hasta que se extinguiera. Sobre todo porque esa chispa debía de ser un acto reflejo y la reacción ante un hombre atractivo que le había demostrado interés muy a las claras después de una temporada sin tiempo ni ganas para disfrutar de compañía masculina.

Reflexionó sobre los aspectos prácticos del asunto mientras regresaban a la moto.

Se ciñó el casco y subió a horcajadas detrás de Zac.

Y descubrió, en el momento en que enfilaron la carretera que salía de la ciudad, que circular de noche era emocionante en un sentido muy distinto.

Una nueva sensación de libertad se apoderó de ella. El faro cortando la carretera oscura, la bóveda de las estrellas y la luna, y el resplandor de estas sobre la lámina negra de las aguas.

La emoción dio paso a una sensación de tranquilidad, de liberación de todos los detalles que poblaban su mente. Le gustaba el gentío, pensó, incluso se nutría de él. Sin embargo, llevaba demasiado tiempo sin vaciarse del todo y recargar las pilas.

¿Quién habría dicho que una velada con Zachary accionaría ese mecanismo?

La realidad la aguardaba, y Vanessa apreciaba mucho su realidad, pero él le había ofrecido un respiro, una pequeña aventura y una agradable interrupción de la rutina.

Cuando recorrieron el largo y sinuoso camino de la entrada de su casa se sintió renovada, satisfecha y muy agradecida a Zachary Efron.

Y cuando él apagó el motor, el silencio se impuso, otra encan¬tadora sensación. Vanessa se apeó, complacida de lo natural que le había parecido la maniobra de Zac y se desabrochó el casco.

Se lo devolvió, y entonces se echó a reír.

Ness: Tengo que decir que son los cien dólares que más fácilmente he ganado.

Zac: Yo te digo lo mismo. -La acompañó a la entrada del porche-. O sea, que te has divertido.

Ness: Sí, gracias por...

Con la espalda pegada a la puerta y la boca de Zachary cebándose en la suya, las demás palabras escaparon de su cerebro. Presionó su cuerpo fuerte e inquisitivo contra el de ella, la asió por las manos, que mantuvo pegadas al cuerpo, y mordisqueándola con instinto salvaje hizo que se estremeciera.

Atrapada, Vanessa debería haber protestado, negarse, pero una sensación de impotencia, un deje de miedosa excitación, de alienación, hizo que perdiera el mundo de vista.

Se rindió sin intentar controlarse y respondió al asalto con idéntico fervor e impaciente avidez.

El desbocado latido de su corazón hizo que se echara hacia atrás sorprendida... o casi.

Ness: Espera -logró articular-.

Zac: Un minuto más.

Zachary quiso más y lo tomó. Y ella hizo lo mismo.

Ese fuego abrasador, candente, envuelto en una cierta frialdad fue lo que lo empujó hacia ella. Ahora, en plena combustión, dejó que prendiera en él hasta lo más hondo.

Tomó las manos de Vanessa entre las suyas para no recorrer ese cuerpo magnífico, para asegurarse de que no perdería el control y las emplearía para despojarla de su elegante ropa y alcanzar su piel.

Cuando notó que ese control empezaba a fallarle, levantó la cabeza, pero no la soltó, no se apartó de ella.

Zac: Esto tendría que demostrarte que no voy a retirarme.

Ness: Nunca he dicho que...

Zac: Hicimos un trato.

Ness: Eso no significa que puedas...

Vanessa se detuvo y Zachary vio que ella se recomponía.

Cómo admiraba aquello.

Ness: Eso no significa que puedas agarrarme cada vez que te apetezca, ni ponerme las manos encima cuando la necesidad aprieta.

Zac: No te he agarrado -puntualizó-. Y no te he puesto las manos encima. -Dio un apretón a esas manos que todavía sostenía entre las suyas para recordárselo-. Aunque lo he pensado.

Ness: Como quieras, pero no voy a... ¿Me dejas un poco de espacio, por favor?

Zac: Claro que sí.

Zachary le soltó las manos y se apartó un poco.

Ness: No toleraré esta clase de comportamiento. No puedes abalanzarte sobre mí cada vez que te apetezca.

Zac: Puede que me haya abalanzado un poco. O sea que soy culpable. -En la oscuridad sus ojos brillaban como los de un gato... que anda a la caza-. Pero, cariño, tú me has seguido, y supongo que te duele reconocerlo.

Vanessa permaneció en silencio.

Ness: Vale, en eso tienes razón. Pero solo porque reaccione físicamente no quiere decir que... ¿De qué te ríes?

Zac: De ti. Me encanta cómo hablas, sobre todo cuando lo haces desde el púlpito.

Ness: Maldita sea, eres imposible.

Zac: Puede ser. Iba a decir que siento algo por ti y quiero saber lo que es. Pero podemos seguir hablando de reacciones físicas si lo prefieres.

Ness: Vale más que entiendas que me tomo en serio mis relaciones, o sea que si piensas que voy a meterme en tu cama porque...

Zac: No te he pedido que te metas en mi cama.

Zachary observó que tenía los ojos en ascuas y tuvo que contenerse para no empujarla contra la puerta otra vez.

Ness: ¿Vas a quedarte ahí diciéndome que no es eso lo que quieres, que no es lo que pretendes?

Zac: Claro que quiero que te metas en mi cama, o en el lugar que tengamos más a mano, y pretendo hacerte mía. Pero no tengo prisa. ¿Te metes en mi cama? Eso le quitaría gracia al asunto, y a mí me gusta encontrarle la gracia. Además, si te pasas el día follando es difícil deducir si la cosa va a funcionar.

Fue tan absolutamente sincero, y tan lógico el razonamiento, que Vanessa se quedó perpleja.

Ness: Esta conversación es ridícula.

Zac: A mí me parece sensata y civilizada. Muy en tu estilo. ¿Quieres que te diga que estoy pensando en quitarte uno de esos trajes tan elegantes que llevas para descubrir lo que hay debajo, que estoy esperando ponerte las manos encima? ¿Quieres que te diga que me estoy imaginando cómo te moverías debajo de mí, encima de mí, que estoy pensando en lo que sentiría yo dentro de ti, mirando tu cara cuando te corrieras, cuando yo hiciera que te corrieras? Claro que sí, Vanessa. Pero no tengo prisa.

Ness: No estoy buscando... en ti... esto.

Zac: Todos buscamos esto. Tú no lo estás buscando o no lo estabas buscando conmigo. Eso me ha quedado muy claro. Pero no voy a retirarme. Porque es un hecho constatado que hay algo entre los dos, perdón, que hay una reacción física. Y si tú no quisieras que yo tomara la iniciativa, me habrías parado los pies, me habrías puesto en mi lugar. A lo mejor incluso te habrías divertido.

Ness: No me conoces tan bien como crees.

Zachary hizo un gesto de negación.

Zac: Piernas, solo he arañado la superficie y volveré a por más.

Su argumento era... En realidad no era un argumento, observó Vanessa y, fuera lo que fuese, se le escapaba.

Ness: Voy a entrar.

Zac: Entonces ya nos veremos.

Vanessa le dio la espalda, esperando a medias que se le acercara de nuevo. Sin embargo, cuando abrió la puerta Zac se apartó de una manera que ella habría calificado de caballerosa si no lo conociera bien, y así permaneció hasta que ella entró y cerró la puerta.

Se quedó inmóvil, intentando recuperar durante unos instantes el equilibrio que él había logrado alterar. Oyó el motor al arrancar, al romper el silencio.

Y eso era exactamente lo que él había hecho, pensó Vanessa. Zachary había roto su silencio.

Todo lo que le había dicho era cierto.

Más aún, la había entendido perfectamente arañando la superficie a su manera. Era... aterrador y gratificante a la vez.

Nadie, admitió Vanessa subiendo la escalera, nadie fuera de los que consideraba su familia la conocía tan a fondo.

No estaba segura de que le gustara que Zachary la conociera tan a fondo, y tampoco estaba segura de ser capaz de detenerlo.

Y, sobre todo, pensó, no sabía qué hacer con él.


2 comentarios:

Lu dijo...

Me encanto este capi!!
Son tan lindo juntos


Sube pronto :)

Caromi dijo...

Todo civilizado para que al final la arricone contra una puerta xD
Muy reacción física no es Ness xD
Publica el siguiente pronto please

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