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sábado, 27 de junio de 2020

Capítulo 19


Prefirió pensar que las cosas se habían calmado. No recordaba haber cometido jamás un tropiezo parecido, y todavía menos dos seguidos, con una mujer.

Aunque Vanessa era una fuera de serie en todos los aspectos.

Zachary comprendió que un par de pifias monumentales exigían un esfuerzo en forma de regalo, un símbolo, algo que oliera bien o brillara. Incluso a la chica que lo tenía todo o podía comprárselo todo sin problemas le gustarían los regalos tipo «he sido un idiota».

Pensó en regalarle flores, pero su casa ya estaba llena de ellas. Aunque las flores probablemente ocupaban el último puesto de la escala de valoración de idiotas.

Dio vueltas a la idea de comprarle una joya, pero le pareció excesivo.

Y entonces se acordó de su debilidad.

¡Qué diablos! Como su madre no paraba de pincharlo para que se comprara un traje nuevo, tenía que ir de compras de todos modos.

Zachary odiaba ir de compras, le parecía que era una especie de penitencia. Peor aún, tenía que soltar dinero para comprarse unas prendas que le hacían sentirse como si fuera un paquete de regalo. Todo eso implicaba demasiado tiempo y tomar decisiones molestas o desconcertantes, con el agravante de terminar con dolor de cabeza.

Sin embargo, cuando hubo terminado, tenía el traje y un regalo bien envuelto en su correspondiente caja y se prometió que nunca más, ni en esta vida ni en otra, volvería a pasar por esa experiencia.

Le envió dos mensajes con el móvil, pese a que nunca lo hacía, los odiaba. Tenía los dedos demasiado grandes para las teclas y eso hacía que se sintiera torpe y estúpido. De todos modos, imaginó que su estrategia de distanciamiento durante unos días tenía que incluir un contacto mínimo.

El lunes calculó que ya se había alejado lo suficiente y la llamó. Le salió el contestador, otra tecnología que odiaba, aun cuando incluyera su fantástica voz.

Zac: Eh, Piernas. Quería saber si te apetecería salir a dar una vuelta esta noche. Podríamos ir a comer una pizza. Tengo ganas de verte -añadió sin pensarlo demasiado-. Dime algo.

Se echó sobre la camilla para mecánico, se deslizó por debajo del cacharro que un cliente le había pedido que recompusiera y empezó a desmontar el silenciador del tubo de escape, que no funcionaba.

Estaba a punto de colocar el nuevo cuando su teléfono sonó. Se golpeó en los nudillos, soltó un taco al ver que el rasponazo sangraba y logró sacar el móvil del bolsillo.

Soltó otro taco cuando se dio cuenta de que era un mensaje de texto.

Me apetece mucho, pero esta noche no puedo salir. Estamos a tope hasta el día de Acción de Gracias. Me encantará verte ese día, y a tu madre también. PB.


Miley: ¿PB? ¡Menuda idiotez!

Britt: ¿Lo has despachado con un mensaje de texto? Qué fría... -se incorporó-. Eso es darse aires.

Ness: No lo he despachado. Teníamos programada una reunión general.

Que, pensó, había terminado hacía un momento con muy buenos resultados. Por eso podía estar ahora relajándose y tomando una copa de vino con sus amigas.

Ash: Por lo que nos has contado, Zac intentaba capear una situación complicada. -La compasión asomó a sus grandes ojos castaños-. Hay gente que necesita refugiarse en sí misma para eso.

Ness: Sí, es verdad. Por eso le he dado el tiempo y el espacio que me ha pedido.

Miley: Y solo porque él lo dé por terminado no quiere decir que el asunto esté terminado. Por otro lado, estás cabreada.

Ness: En realidad, no. O solo un poco -rectificó-. Prefiero que él, o quien sea, explote y grite, aunque yo esté a tiro, a que calle y se encierre en sí mismo. Lo que ocurre es que Zac no quiere aceptar mi apoyo sincero, mi comprensión. Y eso me cabrea. Un poco.

Miley: Bien, te diré lo que pienso -respiró hondo-. Mi madre nunca me puso las manos encima, o sea que no puedo culparla de ese tipo de maltrato. Pero me manipuló, me despreció y me abofeteó emocionalmente -dedicó a Ashley una sonrisa de agradecimiento cuando su amiga le rozó la pierna con afecto-. Os tenía a las tres para hablar, pero aun así a veces me derrumbaba... o me encerraba en mí misma. Y a veces también, aun teniéndoos a todas, a la señora Grady, a Liam a mi lado, necesito encerrarme en mí misma, o al menos estoy acostumbrada a ello, y es lo que hago.

Ash: Ojalá no fuera así.

Miley: Ya sé lo que pensáis, y como lo sé, me siento un poco culpable cuando le doy tantas vueltas. Entiendo bastante bien a lo que se enfrenta Zac. Mi padre no murió, pero me abandonó, y desde entonces nunca ha estado allí cuando yo quería o lo necesitaba de verdad. Y a mí me abandonaron y me dejaron con alguien que, con mucha menos violencia que el cabrón de Artie, hizo que me sintiera inferior -tomó un sorbo de agua para aclararse la garganta-. Y a veces, aun cuando parece que ya lo he superado, vuelvo a sentir toda esta mierda y miro a Ash, con esa familia increíble; a Brittany, capaz de decir «que os den» y decirlo de verdad; a Vanessa, tan equilibrada... y siento que no podéis entenderlo. ¿Cómo diablos vais a entender una cosa así? Y eso te pone a la defensiva y se suma a la culpabilidad y al ir dándole vueltas al tema. Por eso a veces no quiero hablar de esta mierda porque... porque, bueno, soy yo quien tiene que tragársela.

Britt: Piquito de oro -sentenció brindando por ella-. De todos modos, nosotras conocemos varias maneras de hacerte hablar.

Miley: Sí, y después siempre me siento mejor. No solo sabéis las teclas que hay que tocar para que me abra, sino que además termino abriéndome y sé que aceptaréis mis problemas porque me queréis.

Britt: Yo no -dijo sonriendo-. Solo me das pena porque soy un pozo inagotable de compasión.

Miley asintió.

Miley: La madre Teresa era una zorra desalmada comparada contigo.

Ness: Le he dicho que le quiero -murmuró-.

Brittany, como activada por un resorte, se volvió para mirarla.

Britt: ¿Qué? Buena manera de desviar la atención. ¿Cuándo?

Ness: Cuando estaba cabreadísima. Cuando me dijo que yo no entendía nada y que eso no tenía nada que ver conmigo. Le dije que era un imbécil y que sí tenía que ver conmigo, porque le quería. Luego volví a entrar en casa para seguir trabajando en la boda, que es lo que debería estar haciendo ahora mismo.

Ash: ¿Qué dijo él? -preguntó con la mano en el corazón-. ¿Qué hizo?

Ness: Ni dijo ni hizo nada. Estaba demasiado ocupado mirándome fijamente, como si acabara de recibir una patada en los huevos. Eso habría sido lo mejor.

Ash: ¿El viernes? Se lo dijiste el viernes -hizo aspavientos-. ¿Hemos estado trabajando juntas todo el fin de semana y no nos lo has dicho hasta ahora?

Miley: No nos lo ha dicho porque cada cual se traga su propia mierda.

Vanessa desvió la mirada hacia Miley.

Ness: Si tenemos que seguir con este latiguillo, sí, supongo que es verdad. Necesito pensarlo un poco. Porque absolutamente nada está yendo como pensaba, como siempre había pensado. Yo tengo que enamorarme de un hombre sensato y brillante a la vez, con un gran sentido del humor y aficionado al arte. Ya sé que has puesto los ojos en blanco, Brittany, o sea que corta el rollo.

Britt: Ha sido por el gran sentido del humor.

Ness: Como quieras. Este era el plan a largo plazo que me había ido trazando con sumo cuidado a lo largo de toda una década.

Miley: ¿De verdad?

Ness: Cállate, Miley. -Pero sonrió tímidamente-. Este hombre, sensato y brillante a la vez, y yo saldríamos tranquilamente durante unos meses, para ir conociéndonos, gustándonos, y luego haríamos un viajecito romántico... destino optativo. Podría ser una suite maravillosa de un hotel de Nueva York, una casita en la playa o un hotel rural en el campo. Cenaríamos a la luz de las velas o quizá haríamos un picnic. Y después, el sexo sería fantástico.

Britt: ¿Eso incluiría también follar en el lavadero?

Ness: Tú cállate también o no oirás el resto del plan.

Adoptando un aire de mortificación, Brittany imitó el gesto de coserse los labios.

Ness: Bien. -Satisfecha, se quitó los zapatos y puso los pies encima de la mesa-. Seríamos amantes y viajaríamos cuando nuestras obligaciones nos lo permitieran. Discutiríamos de vez en cuando, claro, pero siempre lo hablaríamos... de una manera razonable, racional -miró de repente a Ashley-. Estás callada, pero puedo oír que estás pensando «¡Qué aburrido!». De todos modos, esta parte te gustará. Él me diría que me quiere. Me cogería de las manos, me miraría a los ojos y me lo diría. Y un día, volveríamos a esa suite maravillosa, o a esta casita, o a ese hotel rural, y cenando a la luz de las velas, me diría otra vez que me quiere, que soy todo lo que siempre ha querido. Y me pediría que nos casáramos. Yo le diría que sí, y así es como se haría realidad el felices para siempre.

Britt: Más le vale llevar en el bolsillo un anillo de diamantes enormes. Mínimo cinco quilates.

Miley: Típico -comentó ahogando una carcajada-.

Ash: A mí me parece muy bonito -terció fulminando a Brittany con una mirada-.

Ness: Es muy bonito, y puede que sea ridículo, pero es mi plan -decidida, se dio unos golpecitos en el corazón-. Soy capaz de ajustar mis planes según las circunstancias y las necesidades.

Miley: Nadie mejor que tú para eso.

Ness: Pero lo que está pasando con Zac se sale absolutamente del guión. Ni siquiera se le parece, y aun así, estoy enamorada de él. Además, ahora ya se lo he dicho, y con eso he roto otra página más del guión.

Britt: Ya sé que sabes, y que todas sabemos, que el amor no se ajusta a ningún guión. Si fuera así, ahora estaría besuqueándome con un artista cachondo llamado Luc en nuestro estudio de París en lugar de casarme con tu hermano, un abogado cachondo llamado Andrew.

Ness: Claro que lo sé, pero eso no significa que la idea me entusiasme.

Miley: No solo le estás dando a Zac tiempo y un poco de espacio. Tú también te lo estás dando.

Ness: Lo necesito, porque hay algo en el guión que no puede cambiarse ni reescribirse. La persona de quien te enamores tiene que corresponderte, si no las cosas terminan por torcerse.

Ash: Si ese hombre no te quiere es un imbécil.

Ness: Gracias, Ash.

Ash: Lo digo en serio. Eres perfecta... en el buen sentido de la palabra, no en el sentido qué repelente es esa tía.

Britt: A veces es repelente -sonrió a Vanessa-. Pero de todos modos la queremos.

Comprendiendo, Vanessa levantó la copa en honor de sus amigas.

Ness: Yo también os quiero, repelentes mías.

Drew: Mis mujeres favoritas -entró en la habitación, examinó a las chicas y sacudió la cabeza-. Si esta es una de vuestras charlas solo para chicas, ya podéis ir terminando. He convencido a la señora G. para que nos prepare sus chuletas de cordero al romero, y acaba de avisarme de que faltan dos minutos. Chris y Liam vienen de camino.

Miley: ¿Comemos aquí? -brincó de su asiento y levantó el puño al aire-. ¡Uau! Tenemos el mejor montaje de todos los montajes.

Britt: Iré a echarle una mano -se levantó y miró a Drew, que arqueó las cejas y asintió-. Vamos, Ash.

Las chicas se fueron y Drew, sentándose en el borde de la mesita de centro, impidió la salida a su hermana.

Drew: Dime, ¿qué pasa entre Zac y tú? ¿Tengo que atizarle? -Al ver la cara de Vanessa, le dio una palmada en la rodilla-. Creo que puedo con él, pero me llevaría a Chris y a Liam por si las moscas.

Ness: Muy amable de tu parte, pero no es necesario.

Drew: Algo se cuece. El domingo no pasó por casa para ver el partido de los Giants y hace días que no viene por aquí.

Ness: Estamos... evaluando la situación.

Drew: ¿Y eso, traducido, quiere decir que os habéis peleado?

Ness: No, no nos hemos peleado. Y si nos hubiéramos peleado, creo que sabes que puedo defenderme sola.

Drew: Sin duda, pero si algún tío te hace daño, aunque sea amigo mío, precisamente si es amigo mío, se va a enterar. Son las normas del Gran Hermano.

Ness: Sí, pero tú siempre estás cambiando las normas del Gran Hermano.

Drew: Eso son enmiendas, apéndices, el codicilo ocasional.

Ness: No nos hemos peleado. Y si me siento herida en mis sentimientos, y eso vas a tener que asumirlo, es porque estoy enamorada de él.

Drew: Ah… -se sentó con las manos encima de los muslos-. Voy a necesitar un minuto.

Ness: Tómate el tiempo que quieras, yo me estoy tomando el mío. Porque todos vamos a tener que asumirlo, Drew. Tú, yo... y Zac -le apartó la rodilla con un codazo afectuoso y se levantó-. Vamos a comer antes de que la señora Grady envíe una patrulla de búsqueda.

Drew: Quiero que seas feliz, Vanessa.

Ness: Drew -dijo cogiéndolo de la mano-. Yo también quiero ser feliz.


Como habían hablado, Zachary se desvió hacia casa de Ashley para recoger las flores que quería regalar a la señora Grady.

Zac: Ahora mismo vuelvo -le dijo a su madre-.

Kay: Más te vale. Es de mala educación llegar tarde.

Zac: Ashley dijo que nos presentáramos sobre las cuatro, ¿no? Son las cuatro, más o menos.

Para evitarse más preguntas molestas, Zachary salió del coche y fue caminando hasta la puerta de Ashley. Tal como le había dicho ella, encontró los girasoles en un jarrón de cobre encima de la mesa, en la habitación delantera. Los cogió y regresó al coche.

Zac: Tú llevarás esto, ¿vale? -dijo pasándoselos a su madre-.

Kay: ¡Qué bonitos! Cuando quieres, eres un buen chico, Zachary.

Zac: Me he puesto el traje, ¿no? Eso cuenta.

Kay: Estás muy guapo. Qué casa... -añadió mientras su hijo maniobraba con el coche para girar hacia el edificio principal-. Chico, recuerdo la primera vez que la vi de cerca, conduciendo con mi uniforme almidonado y muerta de miedo. -Se pasó la mano por la falda del vestido verde claro, que había comprado especialmente para ese día. Era su color preferido y sin almidón, pensó feliz-. Cuando llegué y vi la casa, pensé que era preciosa y que no daba miedo. La vieja señora Hudgens, en cambio… esa sí que daba un susto al miedo, te lo aseguro. Pero valió la pena verla por dentro y pasearme por ella sirviendo manjares deliciosos a gente sofisticada. Y el ama de llaves de entonces... ¿cómo se llamaba? Oh, bueno, no importa. La cocinera y ella nos dieron de comer en la cocina. -Cuando Zachary aparcó, ella se volvió para sonreírle-. Supongo que he ascendido en la escala social. ¿Qué tal me queda el pelo?

Zachary le sonrió a su vez.

Zac: Como a nadie.

Kay: Entonces me gusta.

Zachary sacó del asiento trasero el hojaldre de carne y especias que había hecho su madre y una caja envuelta en papel de regalo. Todavía no habían alcanzado la puerta cuando esta se abrió de golpe.

Drew. Feliz día de Acción de Gracias -besó a Kay en la mejilla y se fijó en la caja que Zac llevaba bajo el brazo-. Ah, no era necesario que trajeras nada.

Kay: Entonces menos mal que no lo he hecho.

Drew: El hojaldre tiene una pinta sensacional. ¿Lo has hecho tú, mamá K.?

Kay: Claro. Si Maureen está en la cocina, iré a dárselo.

Drew: Las mujeres están en la cocina, el lugar al que pertenecen -dijo guiñando un ojo-. Los hombres están en la sala mirando el partido por la tele, como corresponde a la tradición familiar de los Hudgens. Pasa y déjame que te ofrezca una copa.

Kay: Esta casa es la más bonita de Greenwich. Lo pensé la primera vez que la vi, y no he cambiado de idea.

Drew: Gracias. Para nosotros significa mucho.

Kay: Eso espero. Esta casa tiene una larga historia. Trabajé en alguna de las fiestas que dio tu abuela, y también cuando tu madre asumió el mando. Me gustaba más tu madre.

Drew soltó una carcajada y, poniéndole la mano en la cintura, la hizo pasar.

Drew: La abuela Hudgens era una tirana.

De la cocina escapaban fragantes aromas y varias voces femeninas. Zachary distinguió la de Vanessa y notó que se le hacía un nudo insospechado en el estómago.

La encontró sentada al lado de la encimera, pelando judías. Intentó recordar cuándo fue la última vez que había visto a alguien pelar judías, pero se le fue el pensamiento de la cabeza cuando ella le miró y sus ojos se encontraron.

¡La había echado tanto de menos! Tanto que casi le dolía. Habría preferido que esa visión le molestara, que le hubieran entrado ganas de largarse. Pero ella sonrió y se levantó del taburete.

Ness: Feliz día de Acción de Gracias.

Saludó primero a su madre dándole un beso en la mejilla, como había hecho Drew. A él le rozó los labios con un beso. El nudo del estómago cedió.

Todos se pusieron a hablar de nuevo, pero Zachary apenas los oía. Estático. Movimiento y color; alguien le cogió el pastel de hojaldre de las manos. Y quedó atrapado, prisionero de su mirada, de su cuerpo, de su voz.

Drew sustituyó el pastel por una cerveza.

Drew: Vayámonos como los hombres antes de que nos pongan a trabajar. Créeme, son capaces y lo harán.

Zac: Sí, solo necesito un minuto.

Drew: Allá tú. De todos modos, estarás muy guapo con el delantal puesto.

Zac: Que te den -contestó, y se ganó un capón de su madre-.

Kay: ¿Qué son estos modales? A mí no me importaría ponerme un delantal. Lo más divertido del día de Acción de Gracias es preparar la comida.

Vanessa iba a sentarse otra vez, pero Zachary la cogió por el brazo.

Zac: Dame cinco minutos.

Ness: Tengo trabajo -le dijo mientras Zachary se la llevaba fuera de la cocina-.

Zac: Las judías no se van a marchar -entró en la sala de música-. Te he comprado una cosa.

Ness: ¡Oh, qué sorpresa!

Zachary le dio la caja.

Zac: Cuando un tío mete la pata, tiene que pagar.

Ness: No te discutiré eso porque me gustan los regalos. Veo que tu madre ha ganado la batalla del traje.

Zac: Mi madre siempre gana.

Ness: Es muy bonito -dejó la caja sobre una mesa auxiliar y la desenvolvió-. ¿Qué tal va el negocio?

Zac: Marcha bien. Un conocido de Channing me ha traído un Caddy del 62 para restaurar.

Ness: Eso es fantástico.

Observó, sin sorprenderse, que Vanessa desenvolvía el paquete con esmero. Nada de arrancar y rasgar, eso no estaba hecho para Vanessa Hudgens. Imaginó que Vanessa guardaría el papel misteriosamente para el futuro, como también hacía su madre.

Zac: ¿Y el tuyo?

Ness: Siempre andamos muy atareadas por vacaciones. Además de las bodas, hay fiestas. Y la boda de Miley es dentro de dos semanas, aún no me lo creo. Estaremos a tope hasta después del día de Año Nuevo, y luego...

Vanessa se quedó sin palabras cuando vio la caja de zapatos; abrió la tapa con aire reflexivo.

Se quedó boquiabierta. Zachary no podría haberse quedado más satisfecho con la reacción.

Ness: ¿Zapatos? ¿Me has comprado unos zapatos? Oh, son fabulosos. -Sacó un zapato de salón con un tacón alto y fino y lo sostuvo entre las manos como una mujer sostendría una piedra preciosa y frágil-.

Zac: Te gustan los zapatos.

Ness: «Gustar» es una palabra muy inconsistente para expresar lo que siento por los zapatos. Oh, son magníficos... Mira cómo se armonizan todos esos tonos ricos e intensos. Y la textura. -Se quitó los zapatos que llevaba y se calzó los nuevos. Y luego se quedó sentada, admirándolos-. ¿Cómo sabías mi número?

Zac: He estado en tu armario.

Vanessa siguió sentada, examinando a Zachary.

Ness: Tengo que decir, Zac, que me dejas perpleja. Me has comprado unos zapatos.

Zac: No esperes que vuelva a hacerlo. Ha sido... agotador. Pensé en ir a comprarte ropa interior sexy, pero recordé que el regalo era para ti. Habría sido mucho más fácil y menos extraño, pero como las mujeres tenéis obsesión con los zapatos...

Ness: Pues... a mí me encantan -se levantó y echó lo que a él le pareció una carrerilla. Giró sobre sí misma. Sonrió-. ¿Qué tal me quedan?

Zac: No puedo apartar los ojos de tu cara. La he echado muchísimo de menos.

Ness: Vale -soltó el aire y se acercó a él-. Me halaga -murmuró abrazándose a él-. Yo también he echado de menos la tuya.

Zac: Quiero que estemos bien. Me cabrearía mucho que el asunto de Artie nos fastidiara la vida.

Ness: El cabrón de Artie no va a fastidiar nada.

Zac: ¿El cabrón de Artie? -exclamó apartándose un poco de ella-.

Ness: Así es como lo llamamos por aquí.

Zachary dejó escapar un amago de carcajada.

Zac: Me gusta. Quiero estar contigo, Vanessa.

Ness: Me parece muy bien, porque ya estás conmigo.

Zachary apoyó la frente en la de ella.

Zac: Escucha, yo... -No tenía palabras, no estaba seguro de sus movimientos-. Joder. Digamos que eres la primera mujer a quien le compro unos zapatos. -De nuevo volvió a apartarse un poco y la miró a los ojos-. Y la última.

Ness: Eso significa mucho para mí -le puso las manos en las mejillas y lo besó-. O sea que hoy dedicaremos el día a dar las gracias por estar tan bien.


Una semana antes de la boda de Miley implicaba salón de belleza: manicuras, pedicuras y tratamientos faciales. Implicaba incluir en el archivo las confirmaciones y las excusas de última hora y retocar la distribución de los asientos.

Implicaba realizar las pruebas finales, abrir los regalos, actualizar la hoja de cálculos que Vanessa había creado para seguir la pista del regalo, del remitente, de la relación del remitente con la novia o el novio y la dirección de correo para enviar las notas de agradecimiento.

Implicaba recados y llamadas telefónicas, confirmaciones y reuniones finales.

Si se añadía a ello planificar y preparar otros actos, implicaba locura.

Miley: ¿Por qué pensamos que diciembre era una buena época para casarnos? -preguntó con la mirada extraviada-. Estamos hasta el cuello, estamos enloquecidas. No nos vamos de viaje de novios hasta el mes que viene, ¿por qué no aproveché la temporada baja para casarnos? ¡Dios mío, me caso...! Mañana.

Ness: Y será perfecto -dijo con determinación férrea sin dejar de trabajar en su ordenador portátil-. ¡Ja! El tiempo será perfecto. Por la mañana, frío y nieve en polvo, de tres a cinco centímetros, y por la tarde, despejado. Por la noche, vientos suaves y uno o dos grados bajo cero. Justo lo que quería.

Miley: A veces dicen unos centímetros de nieve en polvo y terminamos enterradas. ¿Y si...?

Ness: No vamos a terminar enterradas -enseñó los dientes como si estuviera desafiando a los dioses del tiempo-. Por la mañana nos obsequiarán con unos pocos centímetros de una nieve preciosa y esponjada y por la noche disfrutaremos de una maravillosa boda de diciembre. Ve a prepararte para el ensayo.

Miley: Me da miedo el ensayo, me quedaré sin voz. Creo que me saldrá un grano en la barbilla. Tropezaré cuando camine por el pasillo central. Si Liam tropieza, no pasa nada. Es lo que espera la gente. Pero yo...

Ness: No te quedarás sin voz, no te saldrá un grano y desde luego no vas a tropezar -sacó un antiácido. Uno para ella y otro para Miley-. ¿Crees que no sé lo que me hago?

Miley: Tú sí, pero yo...

Ness: Confía en mí. Será perfecto, será precioso y será el día más bonito de tu vida.

Miley: Soy como un dolor de muelas.

Ness: No, cariño. Eres una novia. Ahora ve a darte un baño calentito y relajante. Tienes una hora.

Miley: Liam no está nervioso -entrecerró los ojos furiosa-. Podría odiarle por eso.

Ness: Miley -apartó la vista del ordenador-. Esta mañana me encontraba en la cocina y he visto que la señora G. le ha obligado a sentarse y a desayunar. Se ha puesto jarabe de arce en el café.

Miley: ¿Ah, sí? -levantó los brazos al aire de la alegría-. Está nervioso. Ahora me siento mejor. Quiero que él también se ponga nervioso, y quiero que se le pongan rojas las orejas como le pasa siempre, y quiero que... Como soy la novia, puedo ir pidiendo, ¿verdad?

Ness: Por supuesto.

Miley: Vale, bien. Entonces quiero agradecerte que hayas levantado la prohibición a mi madre temporalmente.

Ness: Miley…

Miley: Lo digo en serio. Deja que hable claro y así me lo saco de encima.

Ness: Vale. Habla claro.

Miley: Es importante que ella esté aquí mañana, aunque sea un coñazo impresionante para mí y para los demás.

Ness: Pero sigue siendo tu madre.

Miley: Sí, para bien y para mal. En fin, sé que has hablado con ella de esto y que le diste instrucciones.

Ness: Solo hice una llamada y fue muy breve. No pasa nada.

Una llamada breve y desagradable. Vanessa sonrió.

Miley: Para mí no. ¿Te ha hecho sufrir con todo esto? -Lo intentó y fracasó. Su poder ha disminuido mucho en este terreno y eso le da rabia -se le marcaron los hoyuelos-. Soy tan mezquina que disfruto con eso.

Ness: En mi opinión, serías tonta si no lo hicieras.

Miley: Bien, digamos entonces que no soy tonta -suspiró y cruzó las manos sobre el regazo-. Si quiero que mi madre esté aquí es porque llevamos mucho tiempo en este negocio y sabemos que es bueno recordar el día más importante de tu vida sin tener que reprocharte nada. Además... qué diablos... como mi padre parece no ser capaz de incluir la boda en su apretada agenda de festejos y cruzar el mar Jónico para ir a verme, al menos estará presente uno de mis progenitores.

Ness: Sabemos muy bien, a pesar de que en esto consiste nuestro trabajo, que una boda no se basa solamente en las luces, la música y el espectáculo. Se basa en los sentimientos. Tu familia estará aquí, Miley.

Miley: Sí -se inclinó y cogió las manos de Vanessa-. La familia que cuenta.

Ness: Y más aún. Liam estará ahí, esperándote, mirándote y prometiéndote.

Miley: Ay, sí... estoy lista. Nerviosa, pero lista.

Ness: Ve a darte ese baño, hay que remojar esos nervios,

Miley: Allá voy -se levantó y se dispuso a salir-. Ness, le quiero tanto que siento como si hubiera algo más dentro de mí, algo que me convierte en mejor persona. No estoy nerviosa porque vaya a casarme con él. Estoy nerviosa por... bueno... por el espectáculo. Por olvidar mis frases, por si olvido lo que tengo que decir.

Ness: Eso déjamelo a mí. Tú piensa en que vas a casarte con Liam.

Miley: Sabré hacerlo. -En un impulso, volvió sobre sus pies y dio un abrazo a Vanessa-. A ti también te quiero mucho.

Mientras seguían abrazadas, Vanessa tomó un pañuelo y se lo puso en la mano.

Miley: Gracias. Mañana no pienso llorar, así que esta noche voy a llorar a lo bestia.

Ness: Un plan perfecto. Asegúrate de sellar la máscara de pestañas para que no se te corra.

Veinte minutos después, Vanessa bajó corriendo la escalera para comprobar el trabajo de Brittany.

Y tuvo que detenerse en seco porque se había quedado sin aliento.

Ness: Oh, Brittany.

Drew: Exige que la llamemos Súper Brittany -dijo a Vanessa sentado frente a la encimera de la cocina y comiendo una galleta-.

Ness: ¿Quién va a culparla por eso? Ella es Súper Brittany. Y este es el pastel más bonito que he visto en mi vida.

Britt: Todavía no está terminado -musitó mientras iba colocando flores de pasta de azúcar-.

Drew: El de Liam, sí -le señaló con el pulgar el reformado cuarto de los abrigos que ahora servía de cocina auxiliar de Brittany-.

Vanessa entró y abrió el frigorífico.

Ness: ¡Me encanta! Supera al dibujo incluso. El libro abierto, la escena de Como gustéis. Os juro que parece que se pueda pasar la página.

Britt: Si lo intentas, te mato -dijo arqueando los hombros y viendo acercarse de nuevo a Vanessa-. ¡Ay, tontita, no llores ahora!

Ness: Sigo el plan de Miley -se sacó varios pañuelos del bolsillo-. Esta noche, a llorar, y mañana, ni hablar. En la nevera principal he puesto a enfriar mascarillas de gel para que mañana no aparezcamos con los ojos hinchados.

Drew: Gracias a Dios. Me preocupaba mucho aparecer mañana con los ojos hinchados.

Ness: Coge tu galleta y ve a ver cómo está Liam. De paso, ve a buscar a Ashley, o rescátala si es necesario, y dile que no tiene permiso para llegar tarde. Si es preciso, que Chris la traiga en volandas.

Drew: Bien. Sé comprender cuándo no soy bienvenido.

Britt: Esta noche había pensado dejar que te colaras en mi habitación, pero como no me has comprado un par de zapatos fabulosos...

Drew: Zac tendrá que pagar por jodernos el listón a los demás.

Cuando se quedaron a solas, Brittany miró los pies de Vanessa.

Britt: Son fabulosos, de verdad. ¿Todo bien?

Ness: Muy bien. Tengo la previsión del tiempo para mañana y...

Britt: No estoy hablando de la boda de Miley, para variar un poco la conversación de toda la semana. Hablo de Zachary y de ti.

Ness: Eso también va bien -abrió la nevera para coger una botella de agua y suspiró cuando se volvió y vio que Brittany no le quitaba el ojo de encima-. No, no ha mencionado el hecho de que le dije que le quería, y yo tampoco. Y no, no me ha correspondido en eso. Pero estoy bien.

Britt: Mentirosa.

Ness: Intento estar bien, y estoy a punto de conseguirlo. Además, tengo muchas cosas en las que pensar -dijo tocándose el pelo que se había recogido en un estiloso moño para la fiesta de ensayo-. Estamos bien como estamos, y eso es... bueno. No me obligues a decir bien o bueno otra vez. Concentrémonos en Miley y en Liam.

Britt: Vale. ¿Dónde está la azorada novia?

Ness: Tomando un baño para calmarse los nervios. Va a tener que empezar a vestirse -observó al consultar su reloj-. Comenzaremos dentro de...

Britt: Vanessa, relájate. Hacemos la cena de ensayo aquí. Afloja en el tema del horario, al menos un poco. ¿Sabe ya que Linda no vendrá esta noche?

Ness: Sí. Y creo que para ella es un alivio. Dijimos que solo mañana, y está contenta de que su madre venga a la boda. O sea que, con lo de mañana, Linda tendrá más que suficiente.

Britt: ¿Y si...? -se interrumpió al ver que Zachary entraba-. Yo tengo un treinta y ocho y medio, igual que Vanessa. Lo decía por si acaso.

Zac: Solo regalo zapatos a las mujeres con las que me acuesto -tomó una galleta de la bandeja que había en la encimera-. Y si me acostara contigo, Drew se cabrearía.

Britt: Drew tiene muy poca imaginación.

Ness: ¿Has...?

Zac: Recogido y entregado en casa de Liam, como me habías ordenado.

A Vanessa se le quitó un peso de encima.

Ness: Vale. Mil gracias de verdad.

Se le acercó y lo besó.

Britt: Zachary está aquí -dijo apartándose del pastel-. Lo has conseguido.

Con la mano en la cadera, Vanessa adoptó una pose afectada.

Ness: ¿Dudabas de mí?

Britt: Estoy avergonzada. Puedes ser Súper Vanessa. Tengo que ir a ponerme otros zapatos, que por desgracia no son estos -dijo mirando con envidia los pies de Vanessa-. A retocarme el maquillaje, etcétera. Movilizaré a Miley si veo que se ha dormido en los laureles. Lo has hecho bien, Vanessa -la abrazó y las lágrimas asomaron a sus ojos-. Ella no paraba de decir que no importaba, pero sí importaba, sí. -Sorbió con la nariz y sonrió a Vanessa-. Sabemos que importaba. Vuelvo en quince minutos.

Ness: Esta noche vamos a llorar todos a mares.

Zac: Menos mal. Me está costando mucho aguantarme.

Ness: Muy gracioso... -le acarició el vientre con un dedo-. Tengo que ir a comprobar qué tal van los del catering, qué hacen en la sala, en el salón principal y...

Zachary cogió otra galleta y salió con ella.


Antes de un evento siempre había cierta electricidad en el aire, pensó Zac, pero esta electricidad era distinta, casi impactaba en la piel. Miley, la fotógrafa, había confiado su boda a su ayudante, había trabajado con ella y ahora esta iba sacando instantáneas mientras la familia de Liam llegaba y el bullicio aumentaba.

Observó a Vanessa moviéndose entre ellos, ofreciendo bebidas, agachándose para hablar con los niños. Al cabo de muy poco la sala cobró vida por el movimiento de tanta gente. Las flores (imaginó que serían un tímido preludio a los arreglos del día siguiente) perfumaban el aire.

Probó el champán y vio que Vanessa estaba hablando con el hombre que iba a recoger a los invitados al aeropuerto. Cuando se dirigía hacia ellos, Miley bajó volando por la escalera.

Miley: ¡No llego tarde! -exclamó riendo y buscando a Liam entre el gentío. Su sonrisa se volvió más luminosa-. Solo quería...

De repente, Zachary vio que le cambiaba la cara y, por un momento, el profundo asombro que detectó en ella le hizo cuestionarse si Vanessa no habría cometido un error.

Y entonces a Miley se le llenaron los ojos de lágrimas.

Miley: ¿Papá?

Billy Ray, guapo, encantador y testigo ausente de la mayor parte de la vida de su hija, caminó hacia ella con los brazos abiertos.

Billy: Mi niña...

Miley corrió hacia él y hundió la cabeza en su hombro.

Miley: Pensaba que no podrías venir.

Billy: ¿Tú crees que iba a perderme la boda de mi niña? -la sostuvo por los hombros y besó sus húmedas mejillas-. ¡Qué guapa estás!

Miley: Papá -se apoyó en su hombro, vio a Vanessa y parpadeó para librarse de las lágrimas mascullando «gracias»-.

No ha sido un error, pensó Zachary, y tomando una segunda copa de champán fue a ofrecérsela.

Zac: Buen trabajo, Piernas.

Vanessa aceptó la copa y se sacó un pañuelo del bolsillo para enjugarse las lágrimas.

Ness: Me dedico a esto.


1 comentarios:

Lu dijo...

Ay que emocion!!
Me encanto el capi y caaasi lloro en la ultima parte.

Sube pronto :)

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